Capítulo 7: Sinceridad En Un Día

Harry se quedó helado al oírlas. Debían ser unas cinco tal vez, quienes rieron tontamente al entrar, pero se callaron por alguna razón cuando se cerró la puerta, aunque Harry creía saber por qué.

- ¡Hola! – oyó saludar a Luna alegremente.

- ¿Tú eres Luna Lovegood? – preguntó una de las chicas. ¿La chica a la que llaman Lunática? – dijo otra.
Harry sintió una punzada de dolor. Ojalá pudiera haber salido y enseñarles a esas chicas tontas quién era en realidad Luna.
Se oyó el silencio y pronto se escucharon pasos y una puerta de una cabina cerrarse. Las chicas se rieron.

- ¡Fue a esconderse!

- Traía un ejemplar de El Quisquilloso ¡Esa revista es pura basura!

- No es basura. – susurró Harry furioso por lo bajo. Hermione lo chistó.

- ¿Oyeron eso? – dijo una de ellas.

- Sí, creo que viene del último.

- Está cerrado.

- Quizá otra loca como Lunática que murmura consigo misma...
Esta vez fue Hermione quien se adelantó pero Harry la retuvo de un brazo.

- ¡No se van a salir con la suya! – musitió Hermione, mientras fulminaba a Harry con la mirada.

- ... o alguna persona chiflada.
Todas se rieron.

- Hermione, si te vas voy a tener que cerrar esto y sospecharán de que estoy aquí.

- Sí – admitió ella agachando la vista. – Lo siento...

- Está bien.
Se escuchó el movimiento de un cerrojo y pasos

- ¡Ah! – gritó una de las chicas. - ¡Regresó!
Se oyó que alguien abría una llave y se lavaba las manos en silencio y luego se iba hacia la puerta.

- Creo que se te olvida algo. – comentó una de ellas.

- ¡Dámela! – se oyó ordenar a Luna. Harry comprendió que tenía que ser la revista El Quisquilloso.

- No, creo que no. – dijo la chica. - ¡Sam, atájala!

- ¡La tengo!
Todas se reían y al parecer se lanzaban la revista unas a otras. De pronto todas las risas cesaron y se convirtieron en gritos al oírse algo parecido a una explosión y se escuchaba salir líquido por todas las llaves.

- ¡AAAAAH! ¡QUÉ ASCO!
Se escucharon pasos y más pasos, hasta abrirse la puerta y se oyó a todas correr.
No se oyó más a Luna. El líquido se esparcía por todas partes pero por alguna extraña razón no tocaron el suelo de la cabina de Harry y Hermione.

- Eché un hechizo. – comentó ella con una sonrisa y Harry se la devolvió.
Parecía como si se hubieran conectado en un solo mundo, en donde estaban ellos solos. Nadie más... sólo ellos dos. La sonrisa desapareció del rostro de Hermione y agachó la vista rápidamente.

- ¿Qué hacemos ahora?

- Bueno, hay que ver – sugirió Harry. Intentó retirar el cerrojo pero no se movía. Puso todas sus fuerzas.

- ¿Qué...? – dijo Hermione, quien blandió su varita. - ¡Alohomora!
Nada sucedió.

- No puede ser – murmuró débilmente.
Se oyó la puerta exterior cerrarse. El líquido ya se había esparcido por todas partes y sólo se oía silencio.

- ¿Qué vamos a hacer? – preguntó Hermione.
Harry la miró. En realidad no se le ocurría nada. Se subió encima del inodoro y observó alrededor. Soltó un quejido de asco.

- ¡Está lleno de vómito!

- ¿Cómo puede ser?

- Luna debía estar demasiado enojada – dijo Harry. – Quizá lo hizo sin querer.

- ¡Sin querer!

- A mi también me ha pasado – le recordó Harry. – Cuando inflé a mi tía no tenía intención de que las cosas terminaran así.
Hermione lo miró con el ceño fruncido.

- ¿Y ahora qué?

- Pues – Harry se bajó del inodoro. – Esperar... ¿qué más?

- ¿Esperar? – repitió Hermione incrédula. - ¡Tenemos que hacer algo! No podemos... quedarnos aquí para siempre...

- No creo que sea para siempre. – opinó Harry.

- Pero...

- Si quieres puedes sentarse y pensar – señaló el inodoro.

- ¡Tú también piensa en algo!
Pensar que algunos minutos antes lo único que quería era encontrarla... ¿había alguna manera de que dejara de regañarlo?

- ¡Bien! – contestó mordazmente. – Pensaré en algo, pero haz el favor de estar en silencio.
Ambos callaron y Harry se sintió incómodo junto a ella en la misma cabina, solos... callados. No sabía hasta cuándo se quedarían allí.

- Quizá pueda desvanecer el... el líquido – murmuró Hermione

- Vómito – corrigió Harry.
Hermione lo miro ceñuda.

- Sólo era una forma de ablandar la palabra.

- Podrías llamar las cosas por su nombre – Harry no sabía por qué estaba siendo agresivo con ella... pero, tenía que admitir en parte que le dolía que ella fuera de esa manera con él.

- ¡No crees que ya fue suficiente cuando empecé a llamar a Voldemort por su nombre para que te calmaras en quinto! – reclamó.
Harry la observó callado. No tenía respuesta a eso. Hermione estaba siendo ruda con él, aunque ya lo había sido muchos años antes, pero lo que recibía Harry ahora era distinto. Le llegaba más profundamente.
Parecía que Hermione se había dado cuenta de eso.

- Harry... yo... - bajó la vista. – Lo siento, es que... yo, bueno, estoy un poco alterada....
Ahora que lo pensaba, el asunto de Ron debía tenerla muy nerviosa. Harry se limitó a mirar hacia otro lado.

- Harry... - dijo ella entre un sollozo.
Él la miró enseguida. Lágrimas brotaban de sus ojos y caían por sus mejillas. No... no quería verla así.

- Mione... – susurró él y se adelantó.
Se sentó junto a ella e hizo que se sentara en una de sus piernas, para que fuera más cómodo. Ella simplemente se aferró a su cuello y lloró amargamente. Harry podía sentir lágrimas mojando su cuello, pero no le importó. Su corazón se había encendido al sentirla tan cerca de él. La abrazó y posó su cara en el cabello de Hermione, tratando de calmarla. Harry no estuvo seguro de cuánto tiempo pasó, pero a él se le hizo una completa eternidad. Sentía dolor al saber que ella sufría de esa manera. No quería verla así...

- L-lo siento-to – dijo entre sollozos y por fin levantó la vista. Tenía los ojos hinchados y sus ojos inyectados en sangre. Su cara estaba mojada de lágrimas y era impresionante de que aunque estuviera así todavía fuera hermosa. – Yo... - lanzó una pequeña risa, que no fue muy alegre. – Ah... que tontería... - cubrió sus ojos con ambas manos. – Harry... creo ya lloré demasiado... siento haberte hecho pasar por esto... Pero... - se levantó y se volvió hacia él. – Tenía que... necesitaba... expulsar esto. – dio un repentino golpe en la cabina que sorprendió a Harry. Lo había dicho con verdadera rabia y tristeza.

- Mione, no te disculpes por nada. – la consoló Harry, quien se paró y la abrazó por detrás. – No tiene nada de malo.

- Tú lo sabes – susurró ella mientras tomaba la manos de Harry, que se apoyaban es su estómago. - ¿No es cierto?

- Sí – susurró el también al tiempo que sentía cómo Hermione acariciaba sus manos y un ardor lo recorría. – Tenía que estar seguro de que estabas bien...

- Bueno, ya ves. – murmuró ella y se apoyó en el hombro de Harry al tiempo que giraba su cabeza para acariciar su rostro contra el cuello de Harry. Él cerró los ojos y contuvo un gemido.

- Hermione – susurró Harry. Lo acongojaba tener que preguntar aquello, pero no podía permitir que siguiera como un simple juego. – Lo de anoche...
Hermione cesó de acariciar el cuello de Harry, pero se quedó apoyada allí.

- Estoy preocupada por Ron – fue su respuesta.
Harry la entendía perfectamente, pero... ¿quería decir eso que ella lo...?

- Y sí, Harry – dijo ella repentinamente, dándose vuelta. – Yo... yo... ¡ay!

- Yo también te amo. – sonrió Harry, como si una voz hubiera salido de él para confirmar lo que ella decía.
Ella lo miró y sin que se diera cuenta lo había abrazado como nunca lo había hecho. Harry se sentía tan bien en sus brazos... tan bien. Él también la abrazó y permanecieron largo rato así.

- Pero – Hermione se apartó con sus ojos vidriosos. - ¿Y Ron? ¡Ha sufrido demasiado!

- Si lo sé, Hermione. – dijo Harry apesumbrado. Ron había sido su mejor amigo desde el primer día en el expreso de Hogwarts ¿lo dejaría de lado así? Pero sabía que tarde o temprano pasaría. Ya tenían diecisiete años...

- Iba a pasar de todos modos – murmuró Hermione como si le hubiera leído el pensamiento. Soltó una suave risa. – No sé cómo empezó, Harry – le confesó mirándolo. – Cuando... cuando me besaste anoche... yo... sentí que toda mi vida había sido para ese momento... que yo vivía por ti... no sé cómo explicártelo.
Harry soltó una profundo suspiro y apoyó su rostro en el hombro de Hermione, su hundió en su cabello. La amaba demasiado... haría cualquier cosa para que estuviera bien...para que fuera feliz.

- Te amo – suspiró Harry en su cuello.

- Yo también te amo, Harry – dijo ella suavemente, mientras dirigía sus labios a la nuca de Harry y él sentía cómo lo recorría el calor.
La apoyó contra la pared y la besó profundamente. Sus lenguas se encontraron y se exploraron. Las manos de Harry recorrían el cabello de Hermione y las de ella acariciaban su espalda. La amaba como no había amado a nadie y estaba seguro de que no amaría a nadie más así como a ella. A nadie...
No paraban de besarse. Harry bajó sus manos y llegó a sus caderas, mientras se separaba de sus labios y bajaba lentamente hacia su cuello. Sus respiraciones volvieron a tornarse cálidas y profundas. Harry siguió bajando su mano y tomó una de las piernas de Hermione, elevándola mientras él la seguía besando en cuello y ella soltaba un leve gemido. Sus manos recorrieron el cabello de Harry y pronto fueron acercándose al inodoro, cuando sus labios volvieron a besarse. Harry se sentó en él, aún con su mano sujetando la pierna de Hermione y ella se sentó encima de él, con sus piernas abiertas y aún besándolo más apasionadamente que antes. Harry no sabía si podría controlarse demasiado tiempo. Podía sentir lo apretado que se estaban volviendo sus pantalones entre sus piernas. La rozó con su erección y soltó gemido en medio del beso, pero Hermione no se inmutó y siguió besándolo. Tenía que controlarse... sólo un poco... Volvió a gemir de placer, el roce era más fuerte. No podía seguir... No... había que detenerlo... pero no tenía ninguna intención de dejar de besarla... dejar de sentirla...
Sin que se lo propusiera, sin siquiera imaginárselo, Hermione le quitó su túnica y él se la quitó a ella. Molestaba demasiado. Pero, ese no era el punto... no podían seguir... El roce se hizo más intenso y Hermione lo llamó por su nombre en un gemido. Siguieron besándose y el aire comenzaba a subir de temperatura cada vez más. Harry seguía preocupado pero, a la vez disfrutaba como nunca. Amaba a Hermione y quería hacerla feliz... más feliz que a nadie en ese planeta... demostrarle cuánto la quería...

- Mione... - susurró Harry.

- ¿Mmm?
Harry se alejó de su cara. Esto no podía seguir. Si bien la amaba y quería hacerla feliz, no sabía cómo terminarían las cosas y no iba a perjudicarla.
Hermione no dijo nada, pero lo miró fijamente y luego sonrió.

- Está bien, Harry – musitó. Se recostó en su pecho y dijo: - Te amo.
Harry cerró los ojos. No cabía en sí de felicidad. La rodeó con sus brazos y se perdió entre sus cabellos y su aroma...

Se podía sentir la luz del sol desvaneciéndose poco a poco. Harry abrió sus verdes ojos y halló, con cierta sorpresa, un par de castaños ojos observándolo fijamente. Hermione sonrió tiernamente y murmuró un "Buenas noches". Harry no pudo evitar sonreír y besarla. No sabía qué hora era ni cómo saldrían, pero no le importaba... mientras ella estuviera en el mundo con él... mientras ella lo besara, lo mirara... él sería el hombre más feliz del mundo. No había nada comparado con el amor que sentía por ella...
Continuaron besándose. Las manos de Harry corrían a través del cabello de Hermione y ella recorría sus hombros con sus brazos. Harry introdujo su lengua e hizo contacto con la de ella, explorándose... Luego de unos tres minutos se separaron en un suspiro mutuo, en busca de aire. En ese preciso momento la puerta se abrió de golpe y vieron a Luna, quien estaba parada mirándolos. Hermione se levantó inmediatamente del regazo de Harry, él en cambio se quedó sentado, como pretificado.

- ¡Hola! – saludó con su voz soñadora. – No pensé que los interrumpiría, pero recién se ha despejado todo y entré para sacarlos.
Harry y Hermione se miraron.

- ¿Qué pasó exactamente? – preguntó Harry.

- Creo que los grifos se pusieron a vomitar o algo parecido – contestó ella. – Pero ya no hay nada.
Harry se levantó y salió de la cabina. Era cierto. Lo que sea que se había esparcido aquella tarde ya no estaba allí.

- ¿Tú lo limpiaste?

- En realidad no lo sé – respondió Luna pensativamente. – Creo que llegué y ya se había ido.
Por unos instantes, Harry se quedó contemplando a Luna de manera interrogativa, como si no entendiera todo lo que había dicho. Hermione, en cambio, observaba con cara de aburrida e impaciente. Luna simplemente sonrió:

- ¡Vamos!
Ella se adelantó y Hermione puso los ojos en blanco. Harry se levantó y ambos salieron de la cabina. Todo había quedado exactamente igual antes de que los grifos se pusieran a vomitar descontroladamente. No había rastro de marcas ni manchas en ningún lado del baño. Luna había abierto la puerta y miraba afuera, entró la cabeza y les dijo:

- Todos están en la cena, creo – explicó serena. – Pueden salir sin problemas.

- Gracias, Luna – dijo Harry asintiendo con la cabeza.

- Sí, gracias – agradeció Hermione.

- No hay de qué – contestó ella sonriendo como siempre.

El Gran Comedor estaba lleno de gente cenando alegremente. Algunas ya se levantaban para irse a sus salas comunes, con caras agotadas. Luna dijo que se iría a su mesa y corrió a sentarse entre los Ravenclaws. Harry estaba por entrar en el Gran Comedor cuando una mano apretó su brazo.

- ¿Qué pasa?

- Harry... - dijo Hermione. Se veía tensa. - ¿No te has dado cuenta de que faltamos a nuestro segundo día de clases?
En realidad, no había pensado en aquello, con todas las emociones que había vivido y parecía que ella tampoco lo había recordado hasta ahora, pero no creía que le preocupara tanto... Se habían quedado atrapados y no habían podido salir... Un momento ¿cómo explicar lo del baño de chicas? De todos modos, tampoco habían querido salir. Su estómago se revolvió.

- Ya nos haremos cargo de ello, Mione – la calmó Harry. – Ahora vamos a cenar...

- Pero... ¿No lo entiendes? La mitad de los profesores están sentados allí – señaló la mesa de profesores en las que estaban todos menos Flitwick y Hagrid. - ¡Se darán cuenta!

- Mione – dijo Harry poniéndose frente a ella y tomándole los hombros. – No nos podemos quedar sin cenar. Hemos estado todo un día encerrados...

- No me lo menciones – interrumpió mordazmente Hermione desviando su vista.

- Ya no podemos hacer nada – insistió Harry.

- ¿Qué hay de Ron? – replicó mirándolo como si hubiera ganada la batalla. – Vamos a tener que explicarle...

- Todo – terminó la frase por ella. – Sí... ya no podemos seguir ocultando nada...

- Pero... - Hermione se mordió un labio, nerviosa.

- Las damas primero – dijo Harry señalando gentilmente el interior del Gran Comedor.
Hermione frunció notablemente el entrecejo y volvió a mirar la mesa de profesores nerviosamente y luego a Harry, quien seguía indicando que fuera adentro.

- ¡Ay, Harry! – dijo ella agarrándolo de un brazo. - ¡Deja comportarte así!
Y sin más, lo llevó adentro del Gran Comedor con paso decidido y mirando siempre adelante, con aire majestuoso, evitando cualquier mirada extraña. Harry sonrió. No habían otras palabras: la amaba. Divisaron a Ron, quien estaba sentado con Neville, Dean y Seamus y miraron intensamente a Harry y Hermione, quien seguía sosteniendo el brazo de Harry. Él no iba a zafarse si ella no quería, de cualquier modo, era mejor así.

- ¡Harry, Hermione! – exclamó Ron al verlos. Los demás les hicieron espacio y tomaron asiento. – Creo que me deben una explicación.

- Luego – dijo rápidamente Harry y se dispuso a sacar las patatas doradas del centro de la mesa.
Hermione evitó la mirada de Ron durante toda la cena. Ni siquiera se dirigieron una palabra. Harry se sentía un poco culpable. Se había involucrado tanto en su problema, que tendrían que hablar los tres de una buena vez... También hacía lo que podía para poder ignorar los continuos comentarios de Dean y Seamus, haciendo molestas bromas sobre ellos y por qué habían estado desaparecidos todo un día.
Pero parecía que pronto estallaría.

La sala común se veía bastante acogedora comparada con la pequeña cabina del baño de chicas. Apenas cruzaron el hoyo del retrato Hermione dijo que se iría a la cama y subió las escaleras hacia el dormitorio de las chicas sin siquiera decir un "Buenas noches". Harry y Ron se quedaron solos. Había un incómodo silencio que molestó a Harry, mientras seguía contemplando el pasillo por el que había desaparecido Hermione. No quería que se fuera, pero ya lo había hecho... la necesitaba...

- ¿Harry?
Harry despertó de su ensimismamiento.

- ¿Y bien? – dijo Ron yendo hacia un sillón y desplomándose en él. - ¿Qué pasó entre ustedes?
En su voz de pudo apreciar un tono frío.
Harry no sabía si contarle que la había visto llorando cuando estaba conversando con él y la había seguido hasta el baño de las chicas. Después de todo Ron era su mejor amigo...
No tenía opción. Sabía que si inventaba algo Ron sospecharía de inmediato y no quería tener más problemas de los que había entre ellos hasta ahora.
Pronto se encontró contándole que los había visto juntos y él la había seguido hasta el baño de las chicas, del que salió Luna y le ayudó a pasar sin problemas, pero pronto llegaron unas chicas y él tuvo que encerrarse en la cabina. Esperaron a que las chicas se fueran, pero éstas provocaron a Luna y no se sabe cómo, los grifos comenzaron a vomitar y la puerta se trancó. Ni siquiera con el alohomora se abrió y tuvieron que esperar todo el día, ya que Luna y las chicas se habían esfumado.
Ron levantó una ceja.

- ¿Por qué tanto empeño en hablar con ella? – preguntó. – Podrías haber esperado a que saliera del baño.

- Ron, no iba a hacerlo – dijo Harry. – Estaba mal... estaba llorando.
Los ojos de Ron se ensancharon.

- ¿En serio?

- Sí...

- No lo sabía – confesó Ron bajando la vista. – No pensé que...

- ¿De qué estaban hablando? – interrumpió Harry.
Ron lo miró y luego dio un largo suspiro.

- Bueno... ya sabes... simplemente queríamos arreglar las cosas, pero sigo confundido... aún la amo, - un acceso de ira recorrió a Harry por una fracción de segundo. - se lo dije y salió corriendo...

- ¿Estás seguro?

- ¿De qué?

- De que si aún la amas.

- Eso creo – contestó Ron observando la madera del suelo.