Aprendiendo a Olvidar

Capitulo 4: El gato y el ratón.

  -"Maldita sea"- refunfuñó una chica que caminaba por las calles buscando algo…-"¿Dónde está esa perra?"-…o alguien.

Estuvo a punto de jalarse del cabello de la pura desesperación, no la encontraba por ningún lado, y es que aún estaba preocupada por lo que le pasara a esa chica, después de todo, en cierta parte era la adoración de Aoshi, y este se indignaría si no la encontrara en el Aoiya (ya sea con buena salud o no, pero viva y ahí).

 -"MISAO"-gritó-"VEN AQUÍ, TE PERDONO"- volvió a gritar con cinismo, como si hubiera sido Misao la que le había hecho algo malo.

Pasó un momento por el mercado con la guía sola de sus pasos, la única idea en mente era que no estuviera ahí, donde todos podrían verla; miró de un lado a otro con expresión desesperada enmarcada en su rostro.

Fue cuando vio una cara conocida salir de la farmacia cargada de vendas y pomadas, se dirigió hacia ella y bruscamente le arrebato la cesta con las cosas.

 -"Buenos días sobo"- saludo con una reverencia.-"¿Cómo te trata la vida desde que no estoy contigo?"

 La anciana la miró con reproche, y le arrebató la cesta a la muchacha.

 -"Mejor de lo que esperaba"-contestó – "Mucho mejor".

 -"Vieja ingrata, como te atreves a responderme así, después de todos esos años en los que te serví de compañía".

-"¿Qué haces aquí tan temprano?"- cambió el tema la anciana mientras se encaminaba a su hogar.

 -"Busco a alguien"-contestó sin dar importancia, no sabía por que, pero quería fastidiar un poco a la anciana-"¿Para que son todas esas vendas y pomadas?".

 La anciana tuvo la repentina sensación de tener que mentir, era extraño, pero su intuición se lo pedía a gritos-"alojo a un chico en mi casa, y por ahora está herido".- mintió.

 La chica arqueó una ceja sin creerle nada.-"¿Estas segura?"-su instinto también le decía a ella que su abuela le estaba mintiendo, deseando que fuera la anciana quien abría encontrado a Misao, no supo porque, pero presentía que era así.

 -"Si"- contestó seca la anciana.

 -"Bueno, entonces te acompañare para ayudarte a curarlo"- inquirió la joven, y por  alguna razón vio a su abuela ponerse nerviosa.

 -"No, muchas gracias, pero yo puedo sola".

 -"¿Estás segura?" –La anciana asintió tratando que la muchacha se fuera, cosa que la chica no pasó por alto –"Las heridas son cosas delicadas, además, tu pulso no permitirá que puedas untar bien nada ni colocar una venda como se debe".

 -"Yo sé lo que hago" –murmuró la anciana –"Ve a cumplir tus asuntos, que alguien debe estar esperándote ahora, donde quiera que sea que vives".

La chica no dijo nada, sólo le arrebató la cesta a la pobre viejecita y siguió caminando a su lado, muy atenta a su entorno buscando un pequeño indicio de Misao.

-"¿Qué buscas?" –preguntó la anciana notando las maneras en que miraba todo su nieta.

-"A nadie" –dijo ella despacio –"A nadie".

-"Yo te pregunté qué buscas, no a quien".

La vieja mujer la miró inquisitivamente, haciendo que le dijera solamente que buscaba a una amiga a la que habían asaltado por la noche y estaba mal herida. La anciana asintió escuchando la mentira sin tragarse una sola palabra, la conocía demasiado como para creerle.

Pronto comenzó  sentir un sudor frío recorrer su cuerpo, era más que seguro que a la chica que buscaba era a la que había encontrado esa temprana mañana.


 -"¿Se siente mejor Makimachi-San?".

 La chica asintió a duras penas, observando con ojos dolidos como el chico cambiaba un paño en su cabeza. Rió irónicamente, a pesar de todo, la fiebre seguía acrecentando su dolor.

 -"En verdad me alegra eso, en esta hora pensé que la fiebre no bajaría nada" –comentó levantándose para llevar las cosas a la cocina.

Otra sonrisa surcó los rotos labios de Misao, la fiebre había bajado y ella se sentía igual de adolorida, casi juraría que su cuerpo estaba entumecido por el dolor.

-"Y como es que me encontró su abuela".

-"Salió a barrer el patio y justo frente a la puerta estaba usted" –sonrió –"tiene usted un buen tino, pareciera que llegó justo a nosotros".

La onni desvió la mirada, hubiera preferido haber muerto ahí, sabía que la asaltarían con preguntas y demás, eso era lo clásico.

-"Y…¿Cómo es que está así? ¿Hubo una amenaza por la cual el Onniwabanshu tuvo que pelear?".

Misao llegó a odiar un momento esa encantadora sonrisa que le brindaba el joven, tan linda, que le obligaba a contestar todas las preguntas.

-"La única amenaza es para mí. Es despiadada y cruel, matizando todo en una sonrisa linda y sencilla, escondiendo su maldad tras un amable afán por agradar a todos".

Soujiro la miró confundido, su sonrisa cambió a una nerviosa. Así era él en los tiempos del Señor Shishio.

-"Es una mujer la que me ha quitado a mi Aoshi –Sama. Ya no soy nada, no tengo nada que hacer. Mi razón para vivir se ha desvanecido".

El muchacho la observó dubitativo, sin borrar la incomprensión de su rostro. No lo entendía por entero todavía.

-"Nodoka" –murmuró Misao –"Ese es el nombre de mi sufrimiento".

-"Nodoka" –Soujiro relamió esas palabras tratando de acordarse, ese nombre le sonaba familiar.

La puerta se abrió de pronto, y la anciana entró casi corriendo. El chico se levantó y le ayudó a caminar, mientras ella jadeante, trataba de llegar hacía donde estaba Misao.

-"¿Se encuentra bien?" –preguntó el moreno preocupado, la anciana asintió despacio.

-"Sí, pero me costó un poco de trabajo librarme de Nodoka, a veces es tan pegajosa, como la resina maldita de un árbol".

Misao tembló un momento, sus ojos aterrados se abrieron como platos sin importar el dolor que los punzaba, y en un reflejo levantó medio cuerpo, arrepintiéndose después por ello. La espalda comenzó a lastimarle.

Soujiro cayó en cuenta, la nieta de la anciana amable era Nodoka, la chica de la que probablemente Misao hablaba.

La vieja mujer se acercó a la jovencita, mirando intrigada el porque de esa reacción. Su mirada escudriñó ligeramente a la pequeña, reconociéndola de pronto en un instante muy corto.

-"Así que eras tú" –murmuró sorprendida –"Te vi una vez hace mucho tiempo, en el día más feliz de mi vida" -El muchacho sonrió confundido mirando a las dos mujeres.-"Nodoka se fue contigo hace algún tiempo ¿eres tú su mejor amiga? ¿Eres la chica de la que ella me platicaba tanto?".

Misao se mostró más confundida de lo que estaba Soujiro ¿Nodoka hablaba de ella con esa anciana?

-"Me parece ser que sí" –susurró a penas con la boca seca. La anciana la abrazó con cuidado.

-"Huye" –le suspiró en el oído –"Huye antes de que regrese".

Con un tronido de sus viejos huesos, la mujer juntó en una sabana todas las pertenencias de Soujiro, quien no se inmutó ante ello, estaba tan distraído viendo como Misao trataba de descifrar ello, como para ver a la anciana empacando sus cosas.

-"Te está buscando" –murmuró –"Vete antes de que regrese".

Se acercó a Soujiro y lo abrazó con cariño. –"Cuídala mucho" –le susurró.

El ex espadachín entendió entonces y levantó a Misao en brazos. La abuela enrolló hábilmente la sabana y la colgó a la espalda del muchacho, luego les abrió la puerta para que saliera.

-"Te extrañaré abuela" –le dijo antes de emprender la marcha sin notar que algo se les había caído.


La chica caminaba enojada, su abuela la había dejado sola cuando la gente se atascó en la plaza. Era lo que odiaba del maldito mercado, y del hecho de olvidar casi por completo la localización de su antiguo hogar.

También bufó en un silencio molesto, había pasado al menos media hora entre una multitud que observaba curiosa un cadáver en el río, sólo para descubrir (con cierto alivio) que no era la Okashira, aunque hubiera deseado ello.

-"Tengo que encontrarla" –murmuró para sí, preocupada, más por el que le podría pasar a sí misma, que a la perra de Misao.

Tropezó entonces y calló fuera de una modesta casucha. Sonrió, muy a pesar del corte en su pierna, la casa de su abuela estaba frente a sus narices.

Se levantó con cuidado y tocó la puerta, la anciana salió y cuando se hubo dado cuenta, ya se encontraba en el suelo, limpiando con el dorso de su kimono la sangre marchita que comenzaba a salir de sus labios.

-"¿Dónde está Misao, bruja estúpida?" –la anciana miró con temor aquellos ojos iracundos.

-"No sé de que hablas" –musitó y la mano joven volvió a plantar un golpe en su cara, los ojos de lava centellaron con incendiario odio, su macabra expresión sonreía.

-"Mientes…" –su voz arrastrada le provocó un escalofrío y en su mano balanceó un kunai bien afilado –"Dime donde está…".

-"No lo sé" –Natsumi, la anciana, bajó la mirada, aceptando con ello el haberla visto.

Nodoka se mordió los labios extendiendo su pierna, y justo cuando estuvo a punto de patear el rostro de su abuela, dio un medio giro sobre si misma, y golpeó la puerta.

-"Te odio" –murmuró, retirándose aún con el kunai de Misao en mano.


-"¿A dónde quiere ir?" –le murmuró el chico a la pequeña comadreja herida, Misao cerró los ojos con pesar, el sol la lastimaba.

-"¿A dónde puede llevarme?" –el chico sonrió con expresión desviada.

-"Si usted quiere, al fin del mundo, Makimachi-san".

Eso la animó un poco para pensarse las cosas.

-"Me vasta con el Aoiya" –murmuró, el chico dejó de lado su sonrisa, ella entendió el por qué –"Si ella desea acabarme para tener el camino libre, puede hacerlo, realmente, ya no me importa" –su rostro se desvió a un lado. Se sonrió, el mundo entero los miraba a ambos con sorpresa. Realmente debía ser extraño ver a un joven chico sonriendo, espada al cinto, "mochila en espalda" y moribunda en brazos.

-"¿Está segura?".

Ella asintió, pareciéndole mejor el cambiar de tema –"¿Porqué pasa por el mercado?" -El espadachín se encogió de hombros, entre apenado y despreocupado –"No sabe el camino, ¿ne?" –Soujiro se hubiera rascado la nuca su hubiera tenido las manos libres –"No se preocupe Seta-San, yo le guiar


-"Maldita perra, maldita perra, maldita perra" –su mente repitió esa frase en la oscuridad de sus pensamientos.

Ya había anochecido y no había sabido de la chica, sólo que se había "paseado" por el mercado entero en brazos de un joven pequeño y apuesto.

Llegó por fin al restaurante, y con su mirada perdida se resignó a perder a la adoración de su querido Aoshi-koi. Las cosas le iban de mal en peor.

-"Aunque…" –se murmuró, de todas formas, si en dado caso, hubiera encontrado a Misao, esta le diría todo a Aoshi, echándole a perder así su al fin vida perfecta.

Revolvió su fleco pensando en aquella vida perfecta que llevaba.

Con lujos, "amigos" y amor. Todo lo que había deseado desde la muerte de sus padres. Todo lo que tenía desde que había encontrado a Aoshi.

Entró al recinto y calló en cuenta del humo en el cuarto de baño.

Sus ojos se abrieron con temblor y a todo correr se dirigió al cuarto en sí.

Si los demás Oniwabanshus habían llegado ya, significaba que la soga estaba atada de su cuello.

Sus paso se frenaron y las gotas de sudor resbalaron por su rostro dando un aspecto perlado. Más lo que encontró, no fue lo que esperaba.


Ok. Ya se que me tardé demasiado, así que espero que no vuelva a ser así. Realmente estoy muy apenada por mi irresponsabilidad, pero me he decidido terminar todos lo que he empezado, y ese todo significa "TODO", no importa qué, continuaré con está y las demás historias que he dejado de lado.

Muchas gracias por su apoyo, pues me ha servido de mucho, aunque no lo crean, el leer los reviews que me han dejado, me ha puesto de animo para subir mi responsabilidad y terminar, así que les agradecería mucho que me hostigarán para darme animo.

Mi correo estuvo gran tiempo mal, y la mayoría de mis contactos se han ido a la basura (todo en patrocinio de mi hermanita. ¡Bravo Xymenna, no sabes como me alegra que al fin sepas usar el MSN sin estropear mis cuantas! ¡Te mereces el mundo!) (Perdonen el sarcasmo, pero odio como mi hermanita echa a perder todas mis cuentas en el MSN y los foros en los que estoy registrada ¬-¬) así que si no los tengo, los agregaré o viceversa, agréguenme.

Como todos saben, mi correo es ultra largo, pero se los pondré de todas formas, por cualquier cosa.

animangataniashinomorimakimachihotmail.com

También les pido de favor que aprieten ese botoncito morado que está aquí abajo, y me dejen un comentario. Nos vemos, se cuidan y los quiero mucho.