Aprendiendo a Olvidar.

Capitulo 6: Un día tranquilo.

Habían pasado alrededor de tres o cuatro días, se separaban el uno del otro. Donde quiera que Misao iba, Soujiro estaba a su lado, ayudándole a andar, comer, o lo que sea que hiciera.

Lo agradeció en silencio, no había vuelto a tener un sueño como el de aquella noche, pero sus manos le temblaban cada que estaba cerca de ella.

Por eso evitó encararla por todo medio posible, temía hacer algo de lo que se arrepintiera, y si de todas formas no llegara a arrepentirse de ello, no tendría ante quien presumir su nueva vida perfecta.

Su cuerpo se movió un poco con el salpicar del agua justo cuando un pez saltó en el estanque. Era aburrido, pero se había dedicado a hacer lo mismo durante todos esos días, en los que se vio obligada a estar sola. Meter los pies al estanque mientras miraba los peces nadar sin preocupaciones era una buena terapia para relajarse.

Una carcajada escandalosa resonó en el Aoiya y su mirada hastiada viajó hacia el otro lado del jardín, donde Misao y el joven Seta descansaban recostados bajo uno de los tantos árboles del lugar. La Okashira seguía riéndose a pesar de tener las manos enredadas en un delgado hilo azul; adivinando que jugaban con un cordón entrelazado en los dedos, haciendo figuras guando jalabas algún extremo.

Giró los ojos con ironía, eso era lo que Misao solía jugar frente a Aoshi para tratar de animarlo. Claro estaba que el nunca respondió a ese tonto juego, sus manos jamás tocaron el cordel.

Se rió internamente un momento. Con ella sí había jugado, y ahora que volviera, lo haría jugar en el comedor frente a todos. Sería divertido ver la cara de la perra al notar como con ella si contestaba a los juegos.

Se levantó sacudiendo sus sandalias poniéndoselas en los pies mojados. "Tenía cosas mejores que hacer como para permanecer ahí durante tanto tiempo" -prácticamente se dijo a sí misma, aunque en realidad, lo que no soportaba era la escandalosa alegría de la otra fémina.


-"Realmente usted no es buena en este juego" – los dedos de Soujiro tenían los hilos en perfecto cruce simulando una telaraña –"Ahora hay que ver como desenredamos esa maraña de sus manos".

Misao volvió a reír, sólo que ésta vez de manera nerviosa. Soujiro la tomaba de las manos para desenredar el hilo azul con cuidado de no jalar muy fuerte. Las mejillas de la chica se tornaron rosáceas mirando tímida la sonrisa del Tenken.

-"Es porque usted es muy bueno" –dijo de pronto.

-"¿Eh?".

-"Que usted es muy bueno en este juego".

La mirada de Soujiro se perdió en la copa del árbol, mientras el viento jugaba con su cabello y sus recuerdos de niñez.

-"Si metes tu dedo por esta abertura y jalas, se formará una estrella" –el niño miraba a la mujer sorprendido mientras jalaba el hilo que ella le había señalado, una hermosa estrella de una docena de picos se formó entre sus manos con ese hilo de plata.

Shishio los miraba distante sonriendo divertido, era en esas tardes de tormenta, en las que se quedaban dentro de esa modesta mansión que a simples tratos habían conseguido. No tenían servidumbre, y la que habían tenido, yacía muerta en el jardín de la residencia.

-"¿Qué es lo que hacen?" –preguntó recargado en el sillón, en realidad no le interesaba mucho, sólo se divertía al verlos.

La mujer volteó la vista hacía él, y le sonrió. Ella, aparte del niño ahí, eran las únicas personas que no se doblegaban en temor ante su espantoso aspecto.

-"Deja que Soujiro se vaya a dormir, mañana practicaremos temprano"

-"So-chan" –la mujer se volví hacía él –"Ve a la cama, mañana seguiremos jugando, te prometo enseñarte a hacer más estrellas y figuras".

El pequeño Soujiro saltó contento yéndose a la cama de inmediato. Shishio, y en ese momento una Yumi más joven, se sentaron en el sillón correctamente, ella comenzó a acariciar con cuidado las llagas que sabía que a su Señor Shishio le dolían más.

 –"Pero aún así prometiste contarme un cuento antes de dormir" –dijo regresando de momento haciéndolos saltar.

-"¿Cuándo prometí eso?" –a mujer se levantó de donde estaba y caminó hacía el chiquillo en la puerta.

-"Anoche" –murmuró apenas Soujiro y le brindo una sonrisa enorme que la desarmó por completo.

-"Está bien, vamos" –dijo revolviendo el cabello despeinado del pequeño de ojos azules.

-"Lo volverás débil" –se quejó el hombre vendado, la mujer no le hizo mucho caso.

-"Mañana le quitara la debilidad que yo le dé hoy" – se encogió de hombros, dejando un poco más de sus senos al descubierto de aquella yukata delgada que vestía entonces.

Se marchó con el pequeño. Shishio negó con la cabeza y un trueno resonó con potencia, escuchando el grito del niño, y a la muchacha pidiéndole al niño que se desenganchara de su pierna, para luego percibir la puerta del chiquillo cerrarse.

Soujiro dejó de mirar al cielo con ojos ensoñados, en el momento justo en que Misao dejó caer su peso sobre el suelo tratando de andar sin su bastón.

Enojado con la terquedad de la chica, fue molesto a levantarla –"Le he dicho que no ande sin su bastón" –casi le grito de una manera suave, Misao frunció el ceño un momento, su rostro estaba también enojado, pero pronto comenzó a reírse.

-"Dejó el bastón en mi cuarto, me trajo aquí cargando ¿lo recuerda?".

Soujiro se ruborizó entonces, aquello era verdad –"Aún así ¿por qué no me pidió que la llevara de vuelta? ¿Pudo haberse lastimado?".

-"Le insistí varías veces, pero en cuestión, usted parecía ido".

Los ojos del muchacho giraron con vergüenza –"Vamos, es hora de ponerle ungüento y de tomar el té".

Misao se sonrió calmadamente, era una buena evasiva del tema.


Disfrutaba de la soledad en la que se había quedado envuelta desde la salida de aquel par de idiotas a quien sabe donde. Se encogió de hombros, recargándose en el mismo árbol en el que ellos habían estado jugando.

Los pájaros trinaron alrededor de ella, y se dejó arrullar. Se quedó dormida soñando sueños pacíficos en lo que ella era poseedora de todo lo que siempre deseo.

Una sonrisa fuera de la perversión surcó su rostro y una sensación de aparente paz se formó en la atmósfera alrededor de ella.

Por el momento, no estaba odiando al mundo…


-"Muchas gracias por todo" – le sonrió Misao a la anciana, sus labios ya no lucían tan heridos.

-"De nada" –dijo Natsumi sorbiendo un poco de té, sus labios temblaron ligeramente, pero el calor bajaría un poco la hinchazón.

-"¿Qué le pasó?" –Soujiro entró a la sala con una bandeja. Los pastelillos se veían realmente apetecibles.

-"Nada de que preocuparse, esta vieja anciana ya no es lo que era antes. Sólo caí y no pude poner las manos" –la miraron con desconfianza, pero no dijeron más al respecto.

-"Hace un día precioso, y nos preguntábamos si no querría salir a comer con nosotros junto al puente. El pasto junto al río está más verde que nunca y se antoja almorzar ahí contemplando las aguas".

Natsumi sonrió tomando un pastelillo mordiéndolo con cuidado. Se sonrió un momento y ellos tomaron esto como una aceptación.

-"No" –dijo simplemente.

-"¿No?" –murmuraron al unísono las dos jóvenes voces.

La vieja negó con la cabeza, murmurando que tenía cosas que hacer y rechazando la ayuda que le ofrecieron.

-"Vayan ustedes" –dijo riendo, mientras casi los empujaba fuera de la casa y cerraba la puerta de un portazo.

Suspiró y el porte divertido se desvaneció, desviando la vista hacía un lado.

-"Ella ha perdido a sus amor y él no tiene camino" –sus ojos se cerraron –"creo que es mejor que ambos se curen mutuamente...".


Las mejillas de la chica se sonrojaron ligeramente al verse en los brazos del muchacho, que la había tomado con una agilidad impresionante para que no cayera ante la apresurada salida que la anciana les había hecho hacer.

El bastón en el suelo sólo confirmaba su falta de reflejos, y el hecho de que no había podido tomarlo a tiempo le obligaban a pensar que había dejado de entrenar por un largo periodo.

-"Todo por culpa de Aoshi" –pensó en silencio, sintiendo una pequeña incomodidad a la que no dio importancia, pero después de todo, no podía dejarla ahí para siempre –"Seta-San, me está lastimando el pecho".

Soujiro no dijo nada, en sí, no se había dado cuenta que su mano había estrujado el torso de la comadreja evitando que cayera, en su cabeza todavía estaba el pensamiento de tomar el bastón.

La puso de pie cuidadosamente apartando la mano de Misao, dejando que se recargará en una pared mientras el se agachaba por el bastón.

Lo puso en la mano de la joven y le ofreció el brazo para que caminaran hacía el río, pero ella negó a eso y le pidió que andarán un momento por el mercado rumbo al Aoiya. Él accedió gustoso y cambiaron el rumbo de su camino.


Un carruaje pasó apresurado por el puente de la cuidad. La impaciencia del hombre rompió su temple frío mientras pedía al conductor que fuera más rápido.

El viejo sentado junto a él le tomó de una pierna indicándole que se calmara mientras escuchaba al cochero dar una orden, se sonrió aliviado, pero se molestó cuando en vez de ir más rápido, el carruaje parecía disminuir la velocidad notablemente.

Maldijo al hombre de las riendas, y estuvo por levantarse, pero un pellizco en las piernas lo hizo desistir.

-"Estamos en la ciudad, no podemos arrollar a alguien, sólo porque tú tienes prisa" – los ojos viejos del hombre cano pararon en su boca cualquier comentario, se encogió de hombros. Después de todo, tenía razón.

Se asomó por la ventanilla del carruaje observando la orilla del río. Jamás habría imaginado que de haber hecho lo que tenían planeado, hubiera encontrado intranquilo a un par de personas almorzando en la orilla que él admiraba.


Las calles del mercado eran bulliciosas, además de concurridas y estrechas. Difícilmente podía pasar por ellas, sin lastimarse o lastimar a alguien con su bastón.

Pero no le importaba. No cuando podía sentirse un tanto libre de las preocupaciones y podía dedicarse a admirar lo que había en cada puesto. Aunque odiaba que fuera la hora pico de las compras.

Su mirada se centró entonces en algo que le llamó la atención. Tras de sí, un chico miraba interesado un brazalete precioso. Con adornos en forma de flor de loto negras y azules, y unidas por hermosas y brillantes hojas verdes, que le daban una particular belleza y vida al adorno de mujer.

Por un momento se preguntó el porqué del que el chico mirara aquel brazalete, pero se sorprendió aún más al verlo comprarlo. Se sonrojó un momento ante la idea de que se lo regalara a ella. La joya en sí, parecía costosa.

Se dio la vuelta mirando unos baleros en un puesto de juguetes cuando supo que él estaba a punto de voltear hacia donde estaba ella. Tomó disimuladamente uno, y se puso a observarlo como si fuera la cosa más interesante del mundo.

Soujiro le sonrió con desplante ante verla mirando los juguetes y se acercó a ella.

-"¿Lo quiere?" –Misao lo miró confundida murmurando un "si" torpemente.

Sin decir más, el Tenken lo pagó y la tomó del brazo. Agarrando con la otra mano el bastón de la chica para que esta pudiera jugar con su balero nuevo.

El pecho de Misao se infló ante una nueva sensación de anhelo.


Los caballos se detuvieron frente al restaurante cerrado, de la carroza bajaron varias personas, pasándose las maletas, algo molestos por la perdida de tiempo.

El joven alto de mirada fría se mostraba impaciente mientras avanzaba con su equipaje, yendo rumbo al cuarto de la chica que lo había amado toda la vida. Deseando con toda el alma que la chica con fiebre estuviera ya bien.

Sus pasos se detuvieron en el instante en el que perdió el aire ante la impresión.

Frente a él, había algo que no se esperaba.


Les quedaba más cerca la puerta trasera del jardín, así que entraron por ahí, tomados del brazo, mientras la chica jugaba con su balero de forma divertida, golpeando ocasionalmente al muchacho en el brazo y en el rostro de manera "accidental" aunque ese no era le caso.

Ella se rió cuando el atrapó la esferita de madera con la boca, dejando el palo y el cordel del juguete en manos de la comadreja, que jalaba levemente para no lastimarlo, haciendo un esfuerzo vano para liberar su nueva adquisición de la "feroz boca" del rápido muchacho.

Él soltó el juguete, y ella se fue hacia un lado ante el acto, no esperándose eso. Estuvo apunto de caer, si no fuera porque Soujiro soltó el bastón y la sostuvo firmemente de la cintura.

Misao comenzó a reír nuevamente, revolviendo el lacio cabello rebelde del muchacho, recargando su mano sobre los hombros fornidos del joven.

Soujiro también se rió, pero dejó de hacerlo cuando el rostro de la Okashira se puso serio. Volvió su vista un instante, y se encontró con unos ojos azules penetrantes mirándole con confusión.

-"Shinomori-San" – murmuró Misao, antes de quedarse muda.


Hasta ahí, jejeje, se que soy mala por dejarlos en la parte interesante, pero es parte del negocio (-Bakura: Lo que pasa es que ya no sabes que escribir. –Tania: ¡¡¡Osuwari!!! (Bakura cae al piso de cara, y se levanta mientras refunfuña algo acerca de no volver a decir la verdad, ni aunque le ruegue u.u)). Trataré de publicar el siguiente capitulo la próxima semana, pero todo depende de los reviews que me dejen (si, que mala soy).

En fin, gracias por los reviews y por el apoyo que me han dado, disculpen si en esta entrega no respondo reviews, pero ando con un poco de prisa, de todas formas agradezco a quienes me mandaron comentario y a los que me apoyaron por MSN.

Cuídense mucho, y los veré en la próxima actualización.

P.D: El balero es un juguete que consiste en un palito delgado, una esfera y un cordel, la esfera y el palito están unidos por el cordel, y el propósito de ese juguete es balancear la esfera para insertarla en el palito cuando esté en el aire sobre de el. En otros lugares, el palito tiene el extremo en forma de plato pequeño y hondo, del taño justo para que la esfera entre en el.

Ya aclarado todo, me despido ahora si -U