CAPÍTULO 7: AMORES QUE MATAN.
Los chicos ya habían sufrido la transformación así que, la fiesta podía comenzar.
Susan volvió a ponerse la parte de arriba de su disfraz. Empezaba a refrescar y además, no podía ir con una camiseta después de lo que les habían hecho a los muchachos. Pues bien.
Lo que tenían planeado era ver una película de esas que hacen llorar a las chicas y vomitar a los chicos y después bailar hasta que el cuerpo no diese para más. Susan salió de la cocina con varios cuencos llenos de palomitas de colores y Elizabeth la seguía con una bandeja con las bebidas.
Abby y Carter charlaban bastante tranquilos cerca del mueble bar, mientras Gallant sentado en el sofá con las piernas muy juntas hacía zapping por los diferentes canales. Luka optó por pedirle a Susan unas mallas de deporte y cambiarlas por la falda. Según decía, no se sentía a gusto sabiendo que debajo de aquella faldita solo llevaba su ropa interior. Inmediatamente, la cambió por unos shorts negros con una rayita blanca en los laterales. El conjunto no era ni mucho menos ridículo. Dijeron que tenía muy buen gusto a la hora de vestir.
Pues bien..., Luka sentado en la alfombra jugaba con Ella. Él se sentaba con las piernas cruzadas y la niña cogía carrerilla y se le lanzaba a los brazos. Pronto Ella empezó a sudar y su madre le quitó la camisita de cuadros y la dejó con la camiseta interior de tirantitos rosas. Acto seguido, la niña siguió jugando con Luka.
Parecían hechos el uno para el otro. A pesar de que Luka había tenido una mala temporada, su vida había vuelto a encauzarse. Todo el mundo sabía que amaba a una mujer a la que no podía tener, sin embargo, él, parecía haberse puesto la meta a sí mismo de no volver a amarla jamás.
Cuando Susan y Elizabeth terminaron de poner la mesa, Abby y Carter se acercaron cogidos de la cintura para sentarse en un mismo sillón. Luka miraba a Abby ensimismado cuando la pequeña Ella se le volvió a echar encima y le golpeó la nariz con el puño sin querer.
-¡Agrrrrr! ¡Ella! – gritó Luka entre sollozos.
-¡Ella! ¿Qué has hecho? ¡Has hecho daño a Luka! – gritó su madre al ver la sangre que fluía de la nariz de Luka. La niña miró a su madre con cara de miedo, y después se giró para mirar a Luka que se había a poyado contra el mueble taponándose la nariz con ambas manos. La pequeña, empezó a hacer pucheros y se fue corriendo a la habitación de al lado.
-¿Quieres que la traiga? – dijo Abby.
-No, déjala Abby. Le tengo dicho que cuando haga algo mal vaya a pensar en lo que ha hecho, y pida perdón.
-¡Oh... vamos Lizzy, ha sido un accidente! ¡Solo que los golpes en la nariz son mi punto débil! – dijo Luka con la voz taponada, restregándose los ojos sin darse cuenta de la marea de pintura que acababa de desparramarse por la cara.
-Ven anda... vamos al baño. Empezad con la peli si quereis. Ahora vengo. ¿Me das un poco de hielo Sue? – dijo Elizabeth ayudando a incorporarse a Luka y manteniéndole la cabeza en alto. Susan salió corriendo hacia la cocina y volvió enseguida con una bolsita azul llena de hielo picado, y se lo entregó a Lizzy.
Elizabeth apoyó a Luka en la puerta del baño, y cogió una banquetita que Susan tenía bajo el toallero. La puso cerca del lavabo y ayudó a Luka a que se sentase.
-No te preocupes, de verdad... no pasa nada, solo que los golpes en la nariz me marean. Por eso dejé de jugar al basket en Croacia. Dios... duele. – dijo mientras le lloraban los ojos.
-A ver... esto va a dolerte.- dijo Lizzy mientras presionaba la bolsa de hielo contra la nariz. Así pasó un buen rato, entre sollozos, quejas y súplicas de que Elizabeth parase de presionar. Finalmente Lizzy consiguió cortar la hemorragia y le taponó la nariz con unos algodones.
-Vaya... casi te desangras. ¿Te han hecho pruebas para ver las plaquetas que tienes?
-Normalmente no sangro tanto... pero supongo que tendría la nariz sensible con todos esos olores de pintauñas y laca que nos habéis hecho aspirar.
-No seas quejica. Mantén la cabeza ahí... ¡así! No te muevas... que te voy a limpiar todo el rimel que te has quitado.
-¿Me vas a desmaquillar??? – dijo Luka con la voz taponada.
-Puedo quitarte un poco de pintura, pero no toda... porque van a pensar que hay favoritismo.
-¿A caso lo hay? – dijo Luka mirando fijamente a los ojos de Lizzy.
Elizabeth se sentía realmente atraída por aquel hombre, pero no podía dejarse llevar por sus sentimientos. Sabía que ella ya no era una niña, para andar enamorándose y desenamorándose del primer guaperas que viese por la calle, pero es que, realmente, Luka... ¡que caray! Estaba enamorada de él.
-Es una forma de hablar... – dijo Lizzy mientras se miraba al espejo sintiendo que se había puesto roja como un tomate.
-Vale, vale. Una forma de hablar.
Elizabeth mojó un algodón en crema desmaquilladora y se lo pasó por la mejilla a Luka intentando quitar todo el rimel que se había esparcido desde el ojo hasta casi la comisura de los labios.
-¿Puedo preguntarte algo, Luka?- dijo mientras pasaba el algodón con suavidad una y otra vez. -Claro... tu dirás.
-Tú, ¿aún sigues enamorado de Abby, verdad? – preguntó arrepintiéndose de lo que acababa de preguntar.
-Pufff, la verdad no se que contestar a eso. La quiero, no lo niego, pero se que conmigo jamás será feliz, y te parecerá muy cursi, pero prefiero no tenerla y verla reír, a tenerla y verla amargada junto a mí. La verdad es que no soy buena compañía para nadie, y menos para alguien que necesita tanto cariño como ella. Hace bastante que dejé de creer en el amor... cuando estuve con Abby... eso supongo que fue un empeño por hacerme ver a mi mismo que no estaba acabado, pero realmente si lo estaba.
-¡Oh vamos, Luka! No hables así. No eres un abandonado de la vida. No ceo que estés acabado y no creo que seas cursi. Eres muy romántico. Además, un hombre que sacrifica su felicidad por la felicidad de quien quiere, es la mejor persona que puede existir. – dijo Elizabeth acabando de limpiar la pintura de su rostro. Le cogió la cara entre sus manos y le miró fijamente a los ojos de tonos azules grisáceos.
Luka la miró fijamente levantando sus manos para tocar las de la mujer. Elizabeth se acercó sus labios a los de Luka y dejó caer un beso. No muy largo, pero si muy intenso.
-Voy a buscar a mi hija... creo que ya puede pedirte disculpas.
-Ship...eso creo. –dijo Luka atónito por lo que acababa de vivir.
Elizabeth abrió la puerta y antes de caminar hacía la salita donde una película se oía de fondo se giró hacia Luka que seguía postrado en la banqueta.
-Luka...
-Lo sé, lo se. – le cortó Luka. – No diré una palabra de esto, y olvidaré que ha pasado.
-Nah... no lo olvides, ni hagas que no ha ocurrido. Piensa en ello, y por favor, piensa que el amor aún existe.
Luka se quedó sentado en la silla unos minutos más. Unas risas se oyeron a lo lejos. La película había terminado.
¿Cuánto tiempo habían estado allí? Se le había hecho realmente corto.
Unos pasitos se oyeron acercándose a la puerta. Era Ella. Llevaba una lata de cerveza en una mano para dársela a Luka, y lucía una sonrisa de oreja a oreja.
Venía en son de paz.
