CAPITULO 9 : LAS ESTRELLAS

Luka salió a la terraza dando un portazo a la puerta acristalada. La música seguía sonando en el interior, pero mucho más suave. Luka se apoyó en la barandilla y prendió un cigarrillo.

Se volvió y dejó el paquete sobre la mesita de plástico blanca que Susan tenía allí. Tomó una de las sillas y la puso junto a la baranda.

Se sentó y se acomodó, poniendo las piernas en alto apoyadas en el pasamanos.

Daba caladas hondas, pensando tal vez, que si el humo entraba en sus pulmones también llegaría a su corazón, y de este modo, desbancaría a todas sus tristezas.

La noche era muy tranquila. El cielo estaba estrellado, y sin embargo hacía frío. El día siguiente haría aún más frío.

Terminó de fumarse el cigarrillo y lo arrojó por el balcón. Se levantó y se asomó para ver donde había podido caer. A la piscina.

-Así que si me tiro, no me abriré la cabeza... lo más probable es que me ahogue. – dijo en voz alta aún sabiendo que estaba solo. Se rió de su ocurrencia y volvió a sentarse.

Tenía frío, pero no iba a volver dentro a por la chaqueta. Se estiró un poco la camisa y se agarró los puños por dentro. Los shorts, poco más podían tapar por mucho que estirase. La puerta de cristal se abrió para dar paso a una mujer envuelta en una anorak blanca. Era Elizabeth, y en la mano traía algo.

-Toma, debes tener un frío horrible. – dijo tendiéndole la chaqueta negra.

-Gracias.- contestó secamente.

-Siento haberte hablado así... de verdad. Lo único es que me duele verte babear de esa manera por ella. Me imagino que lo pasas muy mal cuando la ves darle un beso a Carter. No te merece. Eres una persona excepcional, o al menos así te considero yo. Has cuidado de Ella, me has ayudado en un momento de mi vida en el que necesitaba de alguien... Ella te quiere, te adora, a pesar del puñetazo que te ha dado. Y yo también te quiero, así que por favor, no vuelvas a decirme que me he enamorado del hombre equivocado. - dijo bastante apenada.

-No te preocupes... no te lo he tomado en cuenta. ¿Sabes? Desde que vine de Croacia, solo he amado a una persona. Lo estropeé y después... bueno, después mi vida ha tomado un cauce bastante deprimente. Se que no puedo seguir aferrado a Abby de por vida, pero me consuela saber que algún día Carter puede cagarla como lo hice yo.

-¿Y vas a seguir así hasta entonces? – preguntó Lizzy intentando comprenderle.

-Si es necesario sí.

-Pues creo que te equivocas. Abby no te quiere. Hay gente que sí. No puedes detener tu vida, por el hecho de que una persona haya decidido continuar la suya sin ti.

-Es difícil.

-Lo es... pero eso debiste aprenderlo hace ya tiempo. Cuando Mark murió, quería quedarme en casa, encerrada en mi cuarto. Pero al final del pasillo había una voz. La voz de mi hija, que necesitaba comer. Me necesitaba, así que no pude fallarla. – dijo Elizabeth sintiendo como una lágrima resbalaba por su mejilla derecha.

-A ti te queda Ella. A mi no me queda nada.

-Tus amigos, tu trabajo, Ella, y yo. ¿Suficiente por lo que luchar? – sentenció mientras sentía que la mano congelada de Luka le limpiaba las lagrimas del rostro.

-Creo que es suficiente para empezar.- contestó acercándose a ella y besándola dulcemente en los labios. Luka acercó una silla a la barandilla, para que Lizzy pudiera sentarse.

-Quiero contarte algo. – dijo Luka mientras Elizabeth se sentaba.

-¿Qué te sientes cómodo con esos shorts?

-No... bueno si, pero no. Verás: ¿ves todo ese cielo cubierto de estrellas?

-Si, claro.

-Cuando yo era niño y trabajaba con mi abuelo en la granja, cada noche, el viejo y yo, nos tumbábamos bajo un cielo como este. Había una gran pradera en la que la hierba te hacía cosquillas por entre los dedos de la mano al tocarla. Pues bien, nos tumbábamos allí y él me contaba historias. Una vez me dijo que las estrellas son los espíritus de nuestros seres más queridos. Decía que ellos nunca se van, que siempre están con nosotros: por el día son recuerdos, y por la noche estrellas. Así que las estrellas que más brillen serán alguien de los nuestros. Cuando llueve, es que estamos tristes, y ellos lloran por nosotros...

-Me parece algo precioso, pero ¿por qué me lo cuentas?- preguntó Lizzy con la voz melosa intentando ocultar las lágrimas que Luka había conseguido sacarla con aquellas palabras...

-Porque tengo miedo de que Mark vuelva a partirme la cara si me enamoro de ti. - dijo un poco cortado.

-Ja,ja,ja,ja,ja... No te preocupes... El padre no era como la niña. Además, está mal que yo lo diga, pero creo que le gustaría verme feliz, ¿no crees? – preguntó Elizabeth.

-Creo que sí... al igual que Danjela.

La puerta se abrió de repente y una figura de unos 60 cm apareció en la terraza completamente cubierta de pelos.

-¿Susan tiene perro?- inquirió Luka.

-No tonto...¡Ella! – dijo la niña alzando los brazos y arrojando el disfraz de Susan por el suelo. Luka y Lizzy se miraron mutuamente y rieron.

-Vamos dentro cariño, vas a coger frío. – dijo Elizabeth viendo la camisetita de Ella. – Ahora vuelvo. – y se agachó, para darle a Luka un tierno beso en la mejilla.