CAPÍTULO 10: EN EL FONDO DEL MAR...

Lizzy regresó del salón con la pequeña en brazos. En una de las manos llevaba una cerveza, y el la otra un refresco light.

-Lo siento, no he podido dejarla dentro. Además, creo que es mucho más seguro que esté conmigo: Gallant está súper borracho, y Carter un poco de lo mismo.

-Me tocará conducir a mí.- dijo Luka mientras cogía las bebidas para que Elizabeth pudiese dejar a Ella en el suelo.

La niña llevaba algo en la mano pero de momento, no le dieron mayor importancia. Volvieron a sentarse en las sillas y abrieron las bebidas.

-¿Sabes que sería bonito? – preguntó Elizabeth

-Que mañana no tuviésemos que ir a trabajar.

-Eso también, pero me refiero a algo más profundo que el trabajo. Sería maravilloso detener esta noche aquí. Puede que mañana nos odiemos, por el simple hecho de ocultar lo que ha pasado esta noche.

-No creo que vaya a odiarte mañana, al contrario... me gustaría pasar mucho más tiempo contigo. Me he dado cuenta de que me siento muy a gusto contigo. Me he dado cuenta de que realmente me apetece sonreír cuando hablamos, me he dado cuenta de que no solo Abby es la que puede tener mi amor.

-Vaya...¿ y de todo eso te has dado cuenta mientras buscaba el abrigo de Ella? – preguntó Lizzy bastante sonrojada.

-Digamos que una buena reprimenda de alguien a quien realmente le importas seguida de una noche tranquila y silenciosa, hacen milagros.

-Cuanto me alegra que decidas cambiar tu forma de ver las cosas.

La verdad es que Luka nunca sonreía en el trabajo. Siempre andaba solo y casi nunca hablaba con nadie. Sólo cuando las chicas decidían organizar alguna fiesta o salir a algún lado, él, decidía salir con ellas, pero solo por compromiso... no se sentía bien entre aquella gente. Ni si quiera estaba seguro de que fuesen sus amigos. Sin embargo, con aquella mujer de pelo rizado color avellana si se sentía bien. Le apetecía sonreírla, porque realmente se sentía apreciado por ella. Siempre había sido así, y mucho más desde que Mark murió.

Luka y Elizabeth se quedaron un momento en silencio mirándose entre sí y volviéndose de vez en cuando a contemplar los quehaceres de Ella. Estaba sentada en el suelo, jugando con lo que había traído de dentro de la salita.

-¿Con qué estás jugando cielo? – preguntó Elizabeth intentando ver lo que era aquello.

La niña se levantó y se dirigió a la barandilla con el objeto en la mano. Metió su bracito por entre uno de los barrotes, y arrojó lo que tenía en su mano.

-¿Qué has tirado Ella? ¿Qué era eso? – preguntó Elizabeth incorporándose de la silla a la par que Luka para ver dónde había caído el tesoro de Ella.

-Luka... jejejeje – dijo la niña y empezó a reírse a carcajadas.

-¿Luka? ¿Qué he hecho? – dijo mirando a Lizzy con la cara confusa.

-El choche de Luka no va... – dijo la niña. Los dos adultos se quedaron pensando por unos momentos. No comprendían lo que estaba diciendo.

Elizabeth intentó sonsacarle a la niña lo que había tirado, cuando Luka empezó a palparse los bolsillos de la chaqueta como un poseso. Parecía no encontrar lo que buscaba. Se asomó a la barandilla con afán de encontrar con la vista lo que Ella había tirado. Abajo había una piscina. Fuera lo que hubiese sido...ahora yacía en el fondo del agua.

-¿Pasa algo Luka? – preguntó Elizabeth con cara de extrañeza.

-Tu hija es un demonio de medio metro con coletas. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Las llaves de mi coche!!!!!!!!!!!!!! Me ha tirado las llaves del coche por la terraza.

-¿¡¡¡Ella!!!? – dijo Elizabeth con un tono de enfado sarcástico.

La niña no pudo contener la risa al ver a Luka pasarse la mano por el pelo lleno de coletitas desesperadamente. Elizabeth no pudo contener la risa al ver a su hija totalmente roja y empezó a reirse. Luka no pudo ocultar una buena carcajada. La situación era realmente cómica, pero lo cierto era que se había quedado sin coche. El mando no abriría si se había mojado, que era lo mas probable teniendo en cuenta la estratégica colocación de la piscina.

-Vamos a buscar las llaves del Titanic, digo de tu coche. – dijo Elizabeth pasándole un brazo por detrás de la cintura y asiéndole para que saliese de la terraza.