CAPÍTULO 11: DUCHA FRÍA

Luka entró al dormitorio, dejó la chaqueta y buscó sus pantalones por la habitación. Alguna de las chicas se había detenido a recoger la ropa de los muchachos y colgarla cuidadosamente en unas perchas que colgaban de los tiradores del armario de Susan.

Luka cogió su pantalón vaquero y no se detuvo a quitarse el short. Se puso de nuevo las deportivas sin atarse bien los cordones y volvió a coger el abrigo.

Fuera debía hacer bastante frío. Salió del cuarto, y Lizzy estaba tratando de convencer a Ella de que se quedase unos segundos con Susan, porque iban a buscar algo que no podían ver los niños pequeños.

-Ella, si vienes con mamá y conmigo vendrá el hombre des saco, te cortará el pelo y de hará muchas cosquillas en la barriga. Además tendrás pesadillas. – dijo Luka intentando sacar a Elizabeth de las garras de la niña. - ¿De verdad quieres venir?

-¿Corta pelo? – preguntó Ella cogiendose un mechoncito color oro de la nuca.

-Si... igual de corto que Gallant. Él quiso ir a buscar una cosa de pequeño y el hombre del saco le cortó el pelo y no le ha vuelto a crecer. – dijo Luka señalando la cabeza rapada de Gallant que dormía estirado en el sofá.

-Mami...yo quedo con Susan.

Elizabeth y Luka salieron de la casa corriendo y bajaron las escaleras de dos en dos. No quisieron tomar el ascensor, por lo lento que iba.

-Cuando mi hija tenga pesadillas irás a casa a dormirla. –dijo Elizabeth mientras bajaba los escalones.

-¿Si las tengo yo, vendrás tu a dormirme? Ella me da miedo. – dijo siguiendo los paso de Elizabeth.

Elizabeth llevaba algo en la mano. Bajaron al recinto en el que estaba la piscina.

Allí no había nadie que pudiese abrirles la puerta. Luka se encaramó a la verja que no era mas alta de un metro y medio y saltó al otro lado.

-Vamos Lizz. Apoya el pie ahí, y yo te sujeto por aquí.

Elizabeth tiró lo que llevaba en la mano al otro lado de la valla y hizo lo que Luka le había pedido. Volvió a recoger el objeto y se aproximaron a la piscina.

-¿Qué llevas ahí? – preguntó Luka intentando vislumbrar el objeto bajo la tenue luz de los dos focos que iluminaban el solitario recinto.

-Una toalla. Si las llaves han caído al agua, tendré que mojarme...

Luka la miró con extrañeza. No iba a permitir que ella se tirara al agua a recoger sus llaves. Empezó a quitarse la chaqueta, y después la ridícula camisa de brillantes y el top negro.

-¿Qué haces? ¡Que me tiro yo! - dijo Lizzy quitándose la anorak.

Luka no la hizo ni caso. Se sacó las zapatillas y se quitó los jeans quedándose tan sólo con los shorts que constituían ahora su disfraz.

Luka miró a Elizabeth que sonreía vergonzosamente justo antes de lanzarse de cabeza al agua.

A los pocos segundos, Luka sacó la cabeza del agua para lanzar unas cuantas maldiciones sobre lo fría que estaba.

-Estamos en invierno Luka....¿Cómo quieres que esté?

Volvió a sumergirse y buceó hasta dar con el mandó a distancia de su coche. Se encaramó a las escalerillas y subió, dirigiéndose a pasos acelerados hacia donde permanecía Elizabeth con la toalla extendida para darle cobijo. Elizabeth le rodeó con sus brazos tapándole a la vez con la toalla. Luka sacó la mano en la que llevaba el mando.

-Falta la llave. Debió de partirse al caer. – dijo Luka un poco decepcionado.

-Podemos buscarla e intentar pegarla o algo...o también podríamos subir de nuevo, ponerte ropa seca y decidir que una mujer de cabellos rizados decida acercarte a tu casa. – dijo Elizabeth depositando un beso en la boca de Luka mientras delgadas gotas de agua resbalaban por sus labios.

Volvieron a recoger la ropa y decidieron subir... esta vez en el ascensor. La subida fue mucho más calmada de lo que fue la bajada. Luka temblaba de frío y Lizzy enfrente de él, sonreía sonrojada.

-No le digas a Ella esas cosas del hombre del saco... vas a crearla un trauma.

-¿Un trauma? Yo tengo un trauma. Elizabeth, tu hija, asusta al miedo. Mañana voy a tener que pedirle a Weaver días libres para superar todo esto: me parte la nariz, me destroza las llaves del coche... esa niña acabará conmigo.

-No es para tanto. Es una niña de dos años. Los niños aprenden en la guardería y a esta edad se empiezan a hacer las primeras trastadas.

-Trastadas es una cosa... vandalismo infantil otra muy diferente. – dijo Luka con gesto sarcástico. Salieron del ascensor y llamaron al timbre de Susan.

-¿Te llevo a casa entonces? – dijo Elizabeth aguardando a que alguien abriera.

-¿Y Gallant y Carter?- inquirió Luka.

-No creo que quieran o puedan moverse de aquí esta noche.

La puerta se abrió de repente. Una Abby demacrada abrió la puerta. Sonrió a Luka. Elizabeth la miró y la sonrió por cordialidad. Luka extrañamente no sintió nada. Parecía que el agua fría le había hecho mitigar el amor que sentía por aquella mujer.

Elizabeth lo miró cuando hubieron entrado. Luka le devolvió el gesto y le hizo un guiño con el ojo derecho. Susan estaba sentada en un sillón gritando suavemente el nombre de Ella. Carter estaba tirado en el otro sillón de la salita. Gallant seguía en el mismo lugar donde lo habían visto por última vez: tumbado en el sofá, durmiendo como una marmota.

La pequeña Ella era la que rompía aquella escena tipo posguerra. Estaba junto a Gallant, cerca también del sillón de Carter.

Estaba jugando a meterles los dedos en los ojos. Le clavaba el dedo índice a Gallant en un ojo y se paraba a mirar el gesto que hacía. Se reía.

Iba a hacerle lo mismo a Carter. Ninguno de los dos se despertaba. La fiesta particular de Ella acababa de empezar.

-¡Ella! –gritó su madre. -¡No le hagas eso a Michael! ¡Que le vas a saltar un ojo!

La niña rió con ganas y corrió donde estaba sentada Susan. Se sentó en el suelo y allí se quedó.

-Susan... por favor. – dijo Luka tiritando. – ¿Tienes algún calefactor pequeño que pueda meterme el en bolsillo de la chaqueta?

-Hay uno en el baño... y los grandes de la salita y las habitaciones.

Luka salió corriendo con la toalla alrededor de su cuerpo y se metió en la habitación.

-Voy a darle la ropa. –dijo Elizabeth intentando ocultar una sonrisa de una mujer claramente enamorada.