CAPÍTULO 12: PROPUESTAS

Luka se sentó en el borde de la revuelta cama estirando sus manos hasta casi tocar el radiador que Susan tenía a la derecha de una silla de anticuario.

Elizabeth se dedicó a guardar las cosas Ella en la bolsa que habían traido. Se quitó las botas porque le hacían daño en los pies. Susan entró al cuarto y se quedó un poco parada.

-Tengo algo de ropa de un primo. Creo que te irá bien.

-No te preocupes. La ropa está seca, lo único es que estoy realmente congelado. Creo que ya se porqué cierran las piscinas en invierno.

Elizabeth rió mientras se agachaba a recoger el chupete de Ella que estaba casi debajo de la cama.

-Elizabeth... ¿vas a quedarte aquí mientras Luka se cambia? – preguntó Susan viendo que realmente Lizzy no tenia pensado salir de la habitación.

-Oh vaya... no. ¡ Lo siento Luka! Ni si quiera me había dado cuenta... perdona. – dijo Elizabeth intentando que Susan no se diese cuenta de nada.

Salió del cuarto y Susan la siguió. Debía preparar a Ella para irse a casa. Luka siguió en el cuarto pegado a calefactor durante unos minutos. Quedó solo y en silencio. Adoraba estar en silencio. Empezó a pensar todo lo que había sucedido aquella noche. La verdad es que Abby había pasado a un segundo plano desde que Elizabeth le llamó baboso.

Se sentía muy bien con ella. Le hacía reír, y no por compromiso. Le hacía recordar su pasado sin sentirse culpable, le gustaba como le trataba, tenia un carácter muy peculiar: dura y dulce... una bomba explosiva. Sonrió ampliamente y decidió vestirse.

Si Lizzy iba a llevarle, más vale que se diese prisa en cambiarse. No quería hacer esperar a nadie. Se deshizo de la toalla con un temblor y se puso su polo. Deprisa se quitó los shorts y se puso los jeans sobre su ropa interior aún mojada.

Volvió a ponerse los calcetines y se calzó las deportivas. Tomó de nuevo la chaqueta y salió de la habitación intentando quitarse las gomitas del pelo.

-¿Alguien puede quitarme esto de la cabeza? – dijo tirando de una de las gomitas del flequillo.

-Trae, anda. – dijo Abby cogiendo a Luka del brazo y sentándolo en una silla.

-La verdad es que tengo un poco de prisa, y si quieres que te acerque a tu casa... se me hace muy tarde. Lo siento. – dijo Elizabeth en un tono irascible del que solo Luka pudo adivinar el origen.

-Está bien. Gracias Abby, no te preocupes. Luego me lo quito en casa. ¿crees que si me echo aceite en la cabeza las gomitas se escurrirán y saldrán mejor? – dijo Luka sin titubeos.

Las chicas rieron. Luka no. Lo decía en serio. Carter y Gallant dormían en el sillón y el sofá respectivamente.

-¿Nos vamos? – dijo Elizabeth cogiendo a Ella en brazos. La niña se restregaba los ojos y bostezaba.

-Si... la fierecilla por fin da muestras de debilidad. – dijo Luka.

Todos se despidieron de todos. Luka les dio un manotazo a Gallant y a Carter en la cabeza, en señal de despedida.

-¿Te acerco Abby? – preguntó Elizabeth por cortesía.

Después de todo Abby, ya no tenía nada que hacer con Luka.

-No, no te preocupes. Me quedó a dormir aquí. Dormiré con Susan, mientras los dos borrachos estos duermen aquí. Gracias de todas maneras. –dijo sonriendo con franqueza.

Elizabeth recostó a Ella en su hombro y Luka abrió la puerta de la calle. Lizzy salió y Luka la siguió. Llamaron al ascensor y esperaron unos segundos. La puerta de casa de Susan volvió a abrirse.

Era Susan.

-¿Encontrasteis la llave? –preguntó.

-Si Elizabeth me lleva a mi casa es obvio que no apareció. Solo apareció el mando y está lleno de agua. Probaré a ver si va... pero lo dudo.

-Llévate mi coche. – dijo Susan.

-¿Y mañana vas al trabajo en patinete?- dijo Luka abriendo la puesta del ascensor que acababa de llegar. – No te preocupes. Hasta mañana Sue.

Lizzy, Ella y Luka montaron en el ascensor y pulsaron el botón. Elizabeth estaba muy callada.

-¿Pasa algo? – preguntó Luka.

-No nada. Creo que mi angelito acaba de dormirse.

-Si... a la pequeña Belcebú le ha ganado el sueño.

Luka inclinó la cabeza y besó a Lizzy. El ascensor dio un bote repentino y se alarmaron. Habían llegado.

Luka cargó a Ella y Elizabeth abrió el coche. Abrió la puerta trasera, y Luka puso a Ella en la sillita que Elizabeth llevaba. Cerró la puerta cuidadosamente y corrió hacia la del piloto. Elizabeth estaba colocándose la chaqueta.

Abrió la puerta y esperó a que Elizabeth se sentase. La volvió a cerrar y se dirigió a su puerta. La del copiloto. La abrió y subió.

-¿Quieres que conduzca yo? – preguntó Luka.

-No, que acostumbras a romper las llaves de los coches. – dijo Elizabeth sonriéndose.

-¿Yo? Es la demoníaca de tu niña.

-Mi niña no es demoníaca. Es traviesa.- sentenció Lizzy mientras arrancaba el coche.

-Esa es tu opinión, pero lo dices porque no te ha partido la nariz ni te ha hecho coletas.

-Bueno... a ver, ¿dónde vamos? – preguntó Elizabeth sacando el coche del aparcamiento y poniendo rumbo.

-A mi casa... al menos yo.

-¿Tienes sueño? –peguntó Elizabeth.

-No mucho. ¿ Por qué?

-¿Quieres venir a casa? –preguntó Elizabeth con naturalidad.

-Emmm. No creo que sea lo más correcto. -dijo Luka cumpliendo con su buen hacer de caballero en toda regla.

-¡Vamos! Solo quiero ver una peli y enseñarte fotos de cuando yo era pequeña.

-Entonces no iras diciendo : "Le propuse a Luka ir a mi casa y aceptó sin dudarlo" ¿verdad? – preguntó Luka poniendo voz de pito.

-No. Más que nada, porque he sido yo la que te lo ha propuesto. No te preocupes. No pasará nada de lo que no queramos que pase... ¿verdad?- preguntó Lizzy como si de un pacto se tratase.

-Verdad.

Se pararon en un semáforo y se besaron.