CAPITULO 13: INSTINTO PATERNAL
Elizabeth dejó el coche en la calle. No le apetecía andar abriendo la puerta de la cochera. Luka abrió su puerta y salió.
-¿Cojo yo a Ella?- dijo Luka mientras Lizzy se bajaba.
-Si por favor... tengo que abrir la puerta y desactivar la alarma antes de entrar. – contestó Elizabeth cargando la bolsa de Ella al hombro. Ambos se encaminaron a la entrada de la casa. La noche era bastante fría, mucho más para Luka, que llevaba el frío del agua en los huesos. Elizabeth abrió la puerta y tecleó un número de 4 cifras.
-Ya podemos pasar sin que venga la poli a por nosotros. – dijo Elizabeth encendiendo la luz y tirando la bolsa de Ella al suelo.
Luka entró y se encontró de frente las escaleras de subida al piso de arriba. A su derecha un gran salón se abría ante él. Elizabeth se le adelantó y se dedicó a encender las luces. Se dirigió a la cocina y se quitó la chaqueta. Luka la seguía.
-Luka...¿puedes subir a Ella a su cuarto? Yo tengo que encender la chimenea...si vamos a estar en el salón, hace bastante frío.
-De acuerdo. La subo. ¿Qué habitación es? – preguntó Luka con un pie en el primer escalón.
-La del fondo. Subes la escalera, y el pasillo al fondo. El pijama está metido en el osito rosa de los bigotes plateados... es un guarda-pijamas, no te asustes...
Luka subió las escaleras con Ella en brazos. Iba apoyada en su hombro chupándose el dedito pulgar. Llegó arriba. Buscó la habitación de Ella. La depositó son suma suavidad en la cama.
-Osito rosa de bigotes plateados...- se repitió en voz baja.
Cogió una especie de cojín abultado que correspondía con la descripción. Descorrió una cremallera y sacó el pijama. Desvistió a la pequeña con la delicadeza de un padre.
Se notó las manos frías. El tacto de sus manos desagradaría a Ella y la haría despertar. Se las frotó rápidamente y siguió desvistiéndola.
La niña parecía estar durmiendo en el cielo: no soltaba su pulgar, y cada poco tiempo esbozaba una sonrisilla de ángel.
-Como me gustaría saber lo que está pasando por tu cabecita... – dijo en voz baja.
Cogió el pijama y lo extendió. Primero metió el pie derecho de Ella por la pernera y después el izquierdo. Levantó ligeramente el cuerpecito de la niña y colocó la chaquetilla. Metió primero una manita y después la otra. Abrochó los cuatro botoncitos y volvió a cargar a Ella a hombros.
Tiró de embozo de la pequeña camita y volvió a tumbar a la niña. Metió sus piernecitas y la arropó. Se sonrió a si mismo. Era preciosa.
-Veo que no has perdido tu técnica. – dijo una dulce voz a su espalda.
Era Lizzy. Estaba apoyada en el marco de la puerta. Luka se volvió y sonrió de nuevo.
-Parece que no...después de tantos años... - dijo Luka melancólico.
-Se te ha olvidado algo. – dijo Elizabeth. Cogió el guarda-pijamas y sacó unos pequeños patucos a juego con el pijama.
- ¿Se los pones o se los pongo?
-Yo lo hago. Deja que sea mi bebé al menos esta noche.
Volvió a destaparla y con mucho cuidado le colocó los patucos. Sin más miramientos, puso de nuevo la colcha sobre la niña y se giró. Cogió a Elizabeth de la cintura y la besó, larga y apasionadamente.
Elizabeth apartó la cara de Luka con sus manos y le cogió de la mano.
-Será mejor que bajemos. La chimenea ya está calentita, y Ella tiene que dormir. ¿Te apetece un té?
-Claro. ¿Vamos?
Ambos se encaminaron a hacia las escaleras con paso lento. Elizabeth cerró la puerta del cuarto de Ella.
Luka sorprendió de repente a Lizzy cogiéndola en brazos y bajando las escaleras con ella a cuestas. Elizabeth reía intentando no gritar mucho par no despertar a la niña.
Luka se apresuró a bajar las escaleras y entró al salón dejando caer a Lizzy en un sillón, mientras él caía de rodillas al suelo. Las carcajadas, fueron inevitables. Parecían dos chiquillos.
