Panacea

Por: Meiko Akiyama

Capítulo 5: "Una noche inolvidable".

Había resaltado ese día encerrándolo en un círculo rojo en su calendario. Era como para que, aunque quisiera, no pudiera olvidar que tenía un importante compromiso esa noche. Le llevó bastante tiempo encontrar el vestido adecuado. Tenía entendido que esas celebraciones eran formales, pero nunca demasiado. Y ella quería ver y sentirse perfecta.

Ahora que lo pensaba, ésta sí era una cita real. ¿Hacía cuánto no tenía una cita con un hombre? Ya casi no recordaba la última. ¿Tanto tiempo había pasado? Negó a su propia imagen reflejada en el espejo. No debía reparar en esas cosas. Lo importante es que saldría hoy en la noche con Touya Kinomoto y hará todo lo posible por disfrutar la velada.

Suspiró mientras colocaba el vestido contra su cuerpo y se miraba en el espejo. Era un largo vestido negro ligeramente escotado. Era muy sencillo y no poseía casi ningún adorno. Pensó entonces en su pareja de esta noche. En Touya. ¿Quién diría que estaría aceptándole invitaciones a salir? ¿Y quién diría que iba a estar tan desesperada por verle que se quedaría esperando a las puertas de su casa? "Vaya, has cambiando algo, Daidouji" murmuró a sí misma.

Tres golpecitos le hicieron desviar su atención hacia la puerta.

-¿Tomoyo puedo pasar?- la puerta se entreabrió dando paso a su madre, Sonomi. Tomoyo le hizo una seña y a los pocos segundos su madre ya se encontraba a su lado.

-Luces muy hermosa esta noche, hija- comentó Sonomi, visiblemente orgullosa.

-¿Lo crees?- sonrió Tomoyo ampliamente, contemplando nuevamente su reflejo. Saberse bonita le hizo sentirse realizada. "¿Me verá él bonita?" se sorprendió haciéndose esa pregunta. ¿Desde cuándo importaba su apariencia para presentarse ante Touya?

-Vas a salir con Touya ¿no es así?-

Aquella pregunta de su madre pareció quedar en el aire, aleteando silenciosamente por toda la habitación. Sembrando dudas y preocupaciones en Tomoyo, ella odiaba mentir, además, si mentía pronto su madre la descubriría, después de todo, Touya pasaría a recogerla dentro de poco. Suspiró mientras se colocaba los pendientes, así evitaba mirar a su madre a la cara.

-Pues… sí…- admitió finalmente, mirando su reflejo otra vez. Se vislumbraban nervios en su mirada.

-Es un buen muchacho- comentó su madre, mientras colocaba una cartera negra sobre el tocador. Tomoyo arqueó su ceja, mientras miró a su madre inquisitivamente.

-¿Qué quieres decir con eso?- preguntó, curiosa.

Sonomi simplemente emitió una sonrisa. A Tomoyo le recordaba la forma en que Sonomi le miraba años atrás. Cuando se sentaba a conversar sobre sus sentimientos, sobre sus sueños y metas. Sonomi la escuchaba atentamente, para sonreír al final, de esa manera tan especial. Esa sonrisa que sólo pueden poner las madres, como si supieran algo que es desconocido para el resto del mundo. Como si conocieran un secreto, pero uno tan obvio que las hijas no pueden ver.

-¿Mamá?- insistió Tomoyo, algo incómoda por esa sonrisa. Cuando su madre le sonreía de aquella manera, tenía la impresión que conocía algo que ella no.

-Estás muy sonriente hoy, hija- Sonomi tomó el mentón de su hija y lo encaminó de tal forma que Tomoyo pudiera verse, una vez más, en el espejo- hacía mucho tiempo que no te veía así-

Tomoyo bajó la mirada, las palabras de su madre eran ciertas. Hacía mucho que no se arreglaba de esa manera, ni tampoco sonreía tan seguido. Antes, ¡cómo costaba que sonriera! Y ahora, las risas salían prácticamente por sí solas y sin mayor dificultad. Todo esto se debe gracias a Touya, no tiene ninguna vergüenza en reconocer que ha sido él quien ha traído nuevamente las risas a su vida.

-Tengo que irme- su madre rompió sus pensamientos, anunciando su partida.

-¿Adónde?- Tomoyo preguntó, algo sorprendida.

-Pues por allí- le hizo un guiño, desde el umbral de la puerta- tu madre también tiene derecho a guardar secretos-

Tomoyo vio la puerta cerrarse, y se quedó durante varios minutos contemplándola. Su madre a veces era demasiado enigmática. Incluso para ella, su hija, Sonomi representaba en varias ocasiones un total misterio.

-Señorita Tomoyo- varios minutos después, unos dos golpecitos a la puerta le dieron un vuelco al corazón. Seguramente…- han venido a buscarla…-

…sí, él ha venido.

Justo en ese momento, su teléfono móvil empieza a sonar. Observa la pantalla tintinear incesantemente, aparece en letras claras: "Sakura", revelando quién le está llamando. Sostiene su móvil durante varios minutos, meditando si contestar o no. Finalmente, niega levemente con la cabeza y coloca el móvil sobre su repisa, para luego abrir la puerta y dirigirse hacia el inicio de las escaleras. Aún por el pasillo, puede escuchar su móvil timbrar, pero el artefacto se quedará muy tranquilo en su recámara.

No desea que nadie la interrumpa esta noche.

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-Lamento haberte hecho esperar- le sonrió Tomoyo ampliamente, cuando bajaba el último escalón.

Touya, sin duda, quedó embelesado desde que la contempló descender con cuidado las escaleras. Lucía realmente hermosa aquella noche, cualquier hombre podría notarlo sin mayor dificultad. Alguna vez, cuando apenas Tomoyo cumplía la mayoría de edad, escuchó a su padre comentar que tal vez ella siguiera la tradición de Nadeshiko y se convirtiera en modelo. En ese momento no le hizo mayor caso a tal comentario, pero ahora, al tenerla frente a él y ver el porte que tiene, sabe que su padre no se equivocó. Movió sus labios, para intentar decirle lo hermosa que se veía, pero no pudo articular palabra. Su sonrisa lo tenía totalmente hipnotizado, nunca antes parecía haber visto unos dientes tan blancos y parejos, ni unos labios tan delicados.

-¿Nos vamos ya?- le sonrió ella dulcemente, mientras señalaba la puerta. Touya sintió sonrosarse de la vergüenza, y con cierta torpeza le ofreció su brazo. Una corriente eléctrica le recorrió al sentir la mano de Tomoyo asirse de su brazo.

Touya Kinomoto sabía que su acompañante no tendría ningún problema en adaptarse al ambiente de aquella cena, después de todo, Tomoyo era una chica muy culta. Y no se equivocó. Apenas entraron por la puerta principal, ella se comportó como la gran dama que es. Fueron recibidos amablemente por Yukito, quien se mostró muy sorprendido al ver quién era la acompañante de su amigo, pero hizo gala de su prudencia y no hizo mayores comentarios frente a la joven. Pero ya sabía Touya que al menor momento que estuvieran a solas, Yukito indagaría; es por ello que se dedicaría a mantenerse lejos de su amigo, por lo menos por esta noche. No es que no deseara hablar de Tomoyo, es más, sabía que pasaría largas horas hablando con Yukito sobre ella, pero en esta noche no tenía ganas de hacerlo. Estaba viviendo un sueño y no deseaba despertar de él.

Caminó hasta Tomoyo, con dos copas de vino, la joven estaba embelesada observando los cuadros de la exposición.

-¿Te gusta?- preguntó Touya, extendiéndole una copa.

-¡Son preciosos!- exclamó ella, sonriente- hablaré con Yukito, puesto que me gustaría llevarme alguno de éstos a casa…-

-Si yo pudiera, también compraría uno- suspiró Touya, mirando un enorme lienzo que representaba un hermoso atardecer en el océano.

-¿Y por qué no puedes?- los ojos de Tomoyo reflejaban curiosidad.

-Porque no sé cuánto tiempo permanezca en la ciudad, no tendría sentido gastar dinero en un cuadro si planeo mudarme ¿no crees?- sonrió él ampliamente. Sin embargo, pudo notar cómo el rostro de Tomoyo se ensombreció por segundos.

-¿Planeas mudarte acaso?- preguntó ella, mirándole con fijación.

-Pues… sí y no…- admitió él, recordando que jamás le ha contado a Tomoyo sus planes- lo que pasa es que tenía planeado tomar una especialización en el extranjero. Sería de seis meses a un año, planeo volver, no puedo dejar a mi hermana sola- carraspeó, pensando en Sakura y su "novio"- y además… no podrás librarte tan fácil de mí-

Tomoyo sonrió ampliamente, sintiendo cómo los latidos de su corazón volvían a la normalidad. Por unos segundos, pensó que Touya se iría para siempre… pero le reconfortó muchísimo saber que tan sólo sería algo temporal.

-Te deseo suerte en ese caso ¿tienes pensado algún país en especial?-

-Mi primera opción era Inglaterra, sin embargo…- bajó la mirada, incómodo. Todo lo relacionado con Inglaterra le traía recuerdos de Kaho y no iba a pensar en ella, no cuando estaba junto a Tomoyo.

-Oh, lástima, ya iba a decirte que te visitaría; pero créeme que Inglaterra no está en mi lista de países favoritos- sonrió ella, sorprendiéndose a sí misma con lo natural que le salió la frase.  

Ella se sintió algo cohibida por la fija mirada que le dirigió Touya Kinomoto. Era la primera vez en mucho tiempo que alguien la miraba así, como si quisiera ahondar en ella, descubrir sus pensamientos.

-Tú y Eriol…-

-Touya- le cortó ella, esbozando una débil sonrisa- la estoy pasando de maravilla contigo ¿para qué arruinarlo con recuerdos dolorosos?-

Una sonrisa de aceptación adornó los labios de Touya. Ella no quería pensar en Eriol, así como él tampoco deseaba pensar en Kaho. Tenía razón, lo mejor era disfrutar la velada y la compañía que ambos se hacían.

Al faltar poco para el final de aquella cena, Tomoyo se excusó alegando que necesitaba ir al baño un momento. Él la vio desaparecer por el pasillo, sin perder aquella gracia tan atrayente propia de ella.

Entonces, cuando vio a Yukito aproximarse, supo que su deseo de no tocar el tema "Tomoyo" durante la noche de hoy, no iba a cumplirse. Su amigo le sonrió ampliamente y, escurriéndose entre una pareja de invitados, fue a sentarse justo a su lado.

-Luces muy bien esta noche, Touya- sonrió él, mientras tomaba una copa de vino que le ofrecía un mesero.

-No, gracias- susurró Touya, cuando el mesero se inclinó con la bandeja de copas. Luego dirigió la mirada a su amigo, quien estaba muy sonriente.

-¿Qué esperas para preguntarme por Tomoyo?- suspiró, algo incómodo por la sonrisa de autosuficiencia de Yukito. ¡Cuánto odiaba esa mirada! Era como si le estuviera diciendo "todo lo sé".

-Que conste que estaba tratando de controlarme e incluso iba a desviar el tema. Has sido tú quien ha empezado, luego no quiero bronca ¿de acuerdo?- comentó Yukito de tal forma, que parecía estar conteniéndose de estallar en risa.

Touya, por su parte, gruñó. Siempre Yukito le sacaba la información sin decir absolutamente nada. Era como si cayera en sus redes y hablara todo lo que justamente no deseaba decirle. Algunas veces ha estado tentado a preguntarle si Yue no le ha transmitido algún poder mágico por error.

-Luce muy bonita hoy- comentó Yukito, sonriente, mientras se arreglaba los lentes.

-Sí- admitió Touya, lo más cortante que pude. Sin embargo, casi está seguro que su rostro demostró lo suficiente para que Yukito inicie a sacar sus propias conclusiones.

-Y la has traído a una exposición de cuadros, un lugar en donde alguien como ella seguro se siente a gusto- admitió, sin dejar de sonreír.

-Sí, es la única persona conocida que estaba seguro no se aburriría con esto- comentó Touya, desviando la mirada de su amigo.

-Pero no sabía que le tuvieras la confianza suficiente como para invitarla a un evento como éste- sí, allí estaba el comentario que ha estado esperando desde que inició la conversación- ¿Desde cuándo son tan amigos?-

-Desde hace poco tiempo- dijo tajantemente, mientras miraba a Yukito incómodo- ¡Y deja de mirarme como si estuviera ocultando algo!-

-No he dicho eso- corrigió Yukito, ampliando aún más su sonrisa- si eso sientes, es porque seguramente sí me ocultas algo y ahora sí demando saber qué es-

-No te oculto absolutamente nada- le cortó Touya, contorsionando su rostro de rabia- deja de insistir-

-No te pongas así, Touya ¿has olvidado cómo aceptar una broma?- rió Yukito, bebiendo el último sorbo de su copa.

-Entre Tomoyo y yo no hay absolutamente nada ¿me entiendes?- aseguró con firmeza y, lejos de tranquilizarse, se enojó aún más al ver esa sonrisa de autosuficiencia en los labios de Yukito.

-No he dicho eso, es más, ni siquiera lo he insinuado- Yukito entrecerró sus ojos, entonces Touya se sintió totalmente acorralado- creo que ya descubrí de qué pie cojeas, Touya-

-Maldito seas, Yukito- exclamó Touya, llevándose las manos a la cabeza, viéndose finalmente descubierto.

-No te pongas así Touya, que no he dicho que esté mal lo que sientes- dijo Yukito con tono de culpa al ver así a su amigo.

-¿Entonces? ¿Para qué me has puesto en ridículo? ¿Para burlarte de mí?-

-Sabes que jamás lo haría Touya. Además, ni siquiera has permitido que dicte mi opinión, has intentado predecir lo que pienso, pero lamentablemente mi amigo, perdiste ese don hace bastante tiempo- Yukito le hizo un guiño algo amargo.

-¿Entonces?-

-Sólo quiero decirte que... me alegro mucho porque… hace mucho tiempo que no te veía así- sentenció Yukito, sonriente.

-¿Así cómo?- preguntó Touya, arqueando las cejas.

-Feliz…-

-¡Pero si son la pareja dorada!- Tomoyo apareció por detrás de ambos. Touya casi se cae de su silla, rogando que ella no haya escuchado ninguna frase de la conversación, pero por la sonrisa amplia de Tomoyo, parece no haber escuchado nada- lamento interrumpirlos, se veían muy a gusto. ¿Puedo saber de qué tanto hablaban?-

-Pues de ti, Tomoyo- sonrió Yukito ampliamente. Ahora sí que Touya quería caerle encima a Yukito. ¿Cómo se atrevía a decir cosa semejante? Observó a Tomoyo, quien miró a Yukito confusa por unos segundos, para luego mirarle a él, como preguntando "¿Y qué hablaban de mí?".

-Hablamos de lo hermosa que estás hoy- Yukito tomó la delicada mano de la joven, mientras ésta se sonrojaba- tanto Touya como yo lo hemos decidido unánimemente.

-¿Ah sí?- Tomoyo le miró de reojo, al parecer estaba satisfecha con que él la encontrara hermosa.

-Pues… sí…- admitió con timidez, para luego reparar en su reloj. Ya era algo tarde y no deseaba tener problemas con Sonomi- Tomoyo, ¿sabes? Creo que es mejor irnos ya… el evento ha terminado prácticamente y no deseo que tu madre se enoje conmigo-

-Tienes toda la razón- sonrió ella, quien conoce perfectamente los pensamientos de su madre respecto a las horas de llegada a casa- creo que lo mejor será despedirnos- le dio un beso fugaz a Yukito en la mejilla- la próxima vez que organices un evento como éste, por favor avísame, estaré encantada de venir-

-Y yo encantado de tenerte como invitada- Yukito besó su mano de forma galante, Tomoyo no pudo evitar sonrosarse- ha sido un gusto verte, Touya acertó con invitarte.

Touya le ofreció su brazo, ésta vez con mayor naturalidad, y una sonriente Tomoyo se prendió de él. La escoltó hasta su auto, le abrió la puerta caballerosamente y emprendieron el viaje de regreso a la residencia Daidouji.

Durante el camino, ambos hablaron de trivialidades varias, rieron demasiado. Tomoyo se encontraba especialmente feliz. Era la primera vez en mucho tiempo que le ha pasado realmente bien, que ha salido a divertirse, que se ha sentido nuevamente como una adolescente. Esta noche se siente revitalizada, como si todos estos meses de dolor y angustia hubieran disminuido en su corazón. Era prácticamente como si un bálsamo hubiera caído accidentalmente sobre la herida, sanándola de manera silenciosa y efectiva. ¿Todo eso se lo debía a Touya Kinomoto? Sí, todo eso y más… estaba segura.

-La he pasado realmente bien esta noche…- dijo Touya cuando estacionó el auto en la acera frontal a casa de Tomoyo.

-Yo también- admitió la joven. Sus ojos estaban lejos de la mirada de Kinomoto, aún no sabía por qué.

Hubo un silencio. Su casa se encontraba a un par de pasos de distancia, pero Tomoyo parecía no tener intenciones de abandonar el auto de Touya. ¿Por qué?

-Gracias Touya…- susurró ella, quitándose el cinturón de seguridad.

-¿Gracias? Pero… ¿por qué?-

-Por todo…-

Nuevamente el silencio se apoderó de ambos. Tomoyo no deseaba que esta noche terminara, lo único que realmente quería era permanecer al lado de Touya por unos minutos más, de ser posible. Miró de reojo las ventanas de su casa, todas las luces estaban apagadas, eso significaba que su madre no la estaba esperando. Podía demorarse un poco más.

-Tu madre va a molestarse- al parecer, los pensamientos de Touya era totalmente contrarios a los suyos.

Ella suspiró con tristeza, habría dado lo que fuera por robarle la carta tiempo a Sakura, para así repetir esta noche una, y otra y otra vez.

-Está bien…- asintió, inclinándose hacia Touya, para despedirse al fin-… nos veremos…-

-Te hablo mañana- Touya se sorprendió ante tal propuesta. ¿Él llamando a una chica al día siguiente de una cita? ¿Estaba sonando demasiado desesperado? Quizás sí, pero eso no era demasiado importante, después de todo, estaba tratando con Tomoyo, era demasiado especial como para comportarse con ella igual que con el resto de las mortales.

Tomoyo sonrió ampliamente al escuchar aquellas palabras. Entonces, en ese preciso instante, sus azules pupilas se fijaron en los labios de Touya, preguntándose a sí misma si se atrevía a llegar a ellos. Lucían tan cerca, pero al mismo tiempo tan lejos, casi como un tesoro prohibido. Sintió un enorme impulso de besarlo, más que un impulso, era como una necesidad. Pero jamás se atrevería, ella era una chica que pensaba demasiado cada una de sus acciones. Sin embargo ¿cuándo volvería a tener una oportunidad como aquella? Se la estaban sirviendo prácticamente en bandeja de oro… no podía desaprovecharla. Sería como escupirle al destino en su propia cara.

-Tomoyo…-

Touya no alcanzó a pronunciar más palabras, los labios de Tomoyo le cerraron el paso. Fue un beso dulce, con matices más bien rosas. Los labios de ella eran delicados, tiernos, con un sabor demasiado sublime. Un sabor que Touya tuvo el honor de probar a todas sus anchas. Alcanzó a llevar su mano hasta el cuelo de ella, tocando con suavidad sus sedosos cabellos. Pudo aspirar con tranquilidad ese rico aroma que emanaba del cuerpo de Tomoyo.

Y así, tan rápido como comenzó, el beso terminó. Los ojos de Touya la miraban desconcertados, buscando posibles respuestas.

Tomoyo jamás se ha sentido tan avergonzada en toda su vida. Seguramente Touya debe estar pensando que es una atrevida.

-Lo siento Touya…- dijo, evitando su mirada y buscando con torpeza la forma de abrir la puerta del auto.

Tardó unos largos y tediosos segundos abrir la portezuela del carro de Touya. Una vez fuera, se volteó hacia él por última vez, le hizo un tenue gesto con la mano, a manera de despedida. Luego, corrió hacia el portal de su casa. Demoró otros tediosos segundos en encontrar la llave adecuada. Corrió con toda las fuerzas que le permitían sus altos tacones por todo el patio delantero. Se alegró muchísimo que el ruido que produjo al entrar a la casa no despertara ni a su madre ni a ningún otro habitante de la casa.

Cuando llegó a su habitación, ni siquiera prendió la luz. Enseguida se desplomó en la cama, ahogando su rostro en la almohada. Allí ahogó un enorme grito que llevaba reprimiendo desde que saltó fuera del coche de Touya.

Al tranquilizarse un poco más, se reincorporó de su cama. A tientas en la oscuridad buscó la perilla que abría la puerta de su balcón, haciéndola girar. Desde allí podría contemplarse el hermoso firmamento.

-Oh por dios…- suspiró, llevándose una mano al rostro.

Sintió el corazón encogerse cuando miró hacia el frente. Desde su balcón podía contemplarse claramente el auto de Touya Kinomoto, que aún estaba estacionado frente a la entrada de su casa.

[CONTINUARÁ]

Ya les debía la continuación de este fanfic ¿no es así?

La verdad lamento muchísimo la tardanza, les prometo no tardar tanto para el capítulo seis, promesa solemne.

Espero les haya gustado, ya tenía que haber un poco de acción entre Touya y Tomoyo, porque creo que era eso lo que todos queríamos ¿no? Veremos qué pasa a partir del "beso robado", ahora ambos tendrán que reflexionar mucho sobre qué es lo que cada uno desea del otro.

En fin, deseo dedicarle este capítulo a Yukiko, por apoyarme desde un principio con esta historia, y porque ha sabido ganarse un trocito de mi corazón.

Para comentarios escribir a meiko[at]wings[dot]distant-sky[dot]org

Ya saben, el at se sustituye por la arroba, y el dot por un punto. Kisses y hasta el siguiente capítulo.