Instintos
Cap. 5.
En la entrada del poblado Hilde y un grupo de hombres del Clan, estaban esperando si aparecían sus hermanos estaba muy preocupada por ellos, hacía varias horas que Rashid había salido alertado por Hilde en busca de los jóvenes y hasta ahora no tenían noticias de lo que había ocurrido con ellos. En la zona del lago secreto no había rastro de ellos ni de los supuestos extraños que habían oído Duo cuando se estaban bañando. Empezaba a estar muy preocupada ¿y si les había pasado algo malo? ¿y si esos extraños habían atacado a Quatre y a Duo?, o peor aun, ¿si les habían secuestrado?. - Dios mío, que nos les hayan pasado nada. – rezaba Hilde, caminando de un lado al otro. - Alguien se acerca – exclamó uno de los vigilantes. - ¿Puedes ver a alguien? – preguntó esperanzada Hilde. - No muy bien, aún están lejos, son dos hombre montados en dos tifris, no no son cuatro en total, los del primer tigris están derechos pero en el tigris siguiente parece que uno de ellos esté herido, esta recargado en el otro. Comentó el vigilante. - Dios mío, no puede ser- grito alertando a los demás otro de los vigilantes – parece parece que son Quatre y Duo con dos extraños. - ¿Quatre y Duo? – miró preocupada Hilde. - Si a si es y parece que es Duo quien esta herido – argumentó el mismo vigilante.
Hilde no esperó a que le dijesen nada más, salió corriendo en dirección a los tigris que se acercaban. Por otro lado uno de los vigilantes fue a avisar al Jefe Nazca de la aparición de sus dos hijos. Quatre se giró de repente en dirección a donde se dirigía Hilde corriendo, pudo notar el dolor y la preocupación que Hilde estaba sintiendo en esos momentos.
- ¡Hilde! – dijo sorprendido y asustado al ver como su hermana venía corriendo hacia ellos. - ¿Hilde? – preguntó extrañado Trowa al ver la cara de angustia de Quatre. - Es mi hermana, viene corriendo hacia aquí y está muy preocupada, tiene que haber ocurrido algo, espero que no sea nada malo. - Tranquilo Quatre, no te preocupes, nosotros os ayudaremos en todo lo posible, te lo prometo – dijo Trowa haciendo que su tigris Barton corriera más rápido al encuentro de la hermana de Quatre. – Heero rápido, Quatre cree que ha ocurrido algo en su Clan, debemos ayudarlo, corre volvamos rápido a su poblado. - Hn.- fue la única repuesta de Heero, avanzando más rápido con Zero.
Al llegar a la altura de la muchacha. - ¡Quatre, Duo! que os ha pasado – pregunto alarmada Hilde conteniendo las lágrimas que se le acumulaban en los ojos. - ¡Hilde, por Dios, que a pasado, donde está padre, ¿a ocurrido algo grave en el poblado? – dijo Quatre angustiado aún montado en Barton siendo sujeto por el brazo de Trowa. - ¿En el poblado?- preguntó extrañada – No no ha pasado nada, donde os habíais metido, estaba muy preocupada por vosotros, dijisteis que tardarías un momento es regresar y lleváis varias horas fuera, snif, snif, Rashid lleva horas buscándoos y no parecías por ningún lado, snif snif. - Hilde no llores – dijo Quatre bajando del tigris para abrazar a su hermana. – no ha pasado nada, tranquila, ahora os lo explicaremos todo ssssshhhh. Tranquila, estamos bien. - Y... y Duo, está herido, que le ha pasado. - No tranquila Duo esta bien – dijo Quatre haciendo que Hilde mirara hacia el otro tigris que se acercaba – él está bien, es solo que se quedó dormido, jejeje, ya sabes se duerme encima de una piedra, solo está cansado. - Pero porque habéis tardado tanto, snif ¿quién son ellos? – preguntó mirando a los dos jóvenes que les acompañaban. - Ellos... e ellos son Trowa y Heero del Clan Heavyarms, los encontramos en el lago, pero tranquila son gente de fiar, quieren hablar con El Jefe Nazca. - ¿El Jefe Nazca? ¿por qué le llamas así a...? - Ahora te lo explico todo – interrumpió Quatre a su hermana – será mejor que vayamos al poblado, puedo sentir que padre está preocupado, vamos Trowa Heero – se volvió a verlos. - Hn. – fue la repuesta de ambos. - Duo, despierta – Dijo Quatre acercándose a Duo. - Mmmmmm, déjame un ratito más Quatre, mmmmm. estoy durmiendo muy a gusto aquí, está muy calentito y ... – murmuró Duo sin haberse despertado del todo, pensando que estaba en su lecho. - Eh! despierta, perezoso, que nos soy tu cama para que ronronees y acurruques en mi como su fueras un felino – dijo sonrojado y sorprendido Heero por el comentario de Duo. - Mmmmm desde cuando mis pieles habla y se mueven tanto.- dijo Duo aún dormido. - ¿Tus pieles?, ¡despierrrtaaaa! gandul no soy una cosa, muchacho del demonio. - Aaaaahhhhhh – gritó asustado por el grito de Heero, pero que pero que a a sucedido, yo ... yo estaba durmiendo muy a gusto cuando ... – se cayó al darse cuenta que todos le estaban mirando conteniendo la risa y viendo la cara roja de Heero que lo miraba entre sorprendido y enfadado. - O o lo siento, yo pensaba que estaba en mi cama y no encima de ti – se defendió Duo totalmente rojo al percatarse de la situación tan vergonzosa que había protagonizado. – lo siento. - Duo eres un caso – dijo Hilde secándose las lágrimas y sonriendo a la vez. - ¡Hilde, porque lloras, para algo! – exclamó Duo saltando del lomo del tigris de Heero al ver a su hermana llorando. - No te preocupes, es solo un malentendido, padre esta muy preocupado al ver que no regresabais. - Bueno esto... creo que se nos hizo un poco tarde, será mejor que vaya a hablar con él. – dijo Duo.
Al llegar al poblado el Jefe Nazca los esperaba junto con su esposa, se sorprendió al ver llegar a sus dos hijos junto a dos extranjeros. - Duo hijo estas bien – le dijo acercándose a Duo – me han dicho que estabas herido. - Errrr, no no padre estoy bien lo que ocurre es que me quedé dormido sobre Heero pero no estoy herido, jejeje – dijo avergonzado mirando a su padre mientras ponía la mano detrás de la cabeza. - ¿Dormido? ¿Heero? ¿quiénes son estos muchachos Heavyarms? – preguntó sorprendido el Jefe Nazca. - Bueno... verás es que estaba muy cansado y bueno, jejeje me quedé dormido, jejeje, aaahhh Heero es... bueno él... – señalado a Heero, es un guerrero del Clan Heavyarms que quiere hablar contigo. - Hijo mío eres de lo que no hay. - ¿Hijo?, ¿el Jefe Nazca es tu padre? – exclamaron los dos jóvenes Heavyarms mirando a Duo. - Eso quiere decir que Quatre también es... – dijo sorprendido Trowa mirando a Quatre. - Si yo también – dijo Quatre bajando la mirada, se sentía avergonzado por no haberles dicho quienes eran de verdad. - ¡Se puede saber porque demonios no nos lo dijeron – se enfadó Heero. - Es que... – intento hablar Duo ante la atenta mirada de su padre y su madre. - Verás joven – dijo el Jefe Nazca con voz enérgica– no es conveniente que digan a extraños quienes son, les podrían traer problemas por ello, por eso no se lo dijeron, tenían que estar seguros de sus intenciones. - Yo lo siento, no queríamos ofenderle, Jefe Nazca, mi compañero es un poco temperamental – dijo Trowa mirando seriamente a Heero. - Y bien, veo que sois del Clan Heavyarms, a que se debe que el Jefe Yuki mande a dos de sus hombres a mi clan. - ¿Conoce a mi padre? – dijo curioso Trowa. - ¿tu padre? – dijeron sorprendidos Duo y Quatre. - Err, pues si, nosotros tampoco les dijimos quienes éramos en realidad, todos pensábamos que éramos miembros ordinarios de nuestros clanes, jejeje. - Así que tú eres el joven Trowa, menuda sorpresa, jajaja. Tu padre me hablaba de ti y de tu inseparable primo que debe de ser este joven verdad. - Jejeje, si así es.- contestó Trowa. - Vaya vaya, cuanto has crecido – le dijo acercándose para abrazar a Trowa – la última vez que te vi no superabas la altura de mis rodillas, jajaja, además en los últimos Festivales del Sol siempre lograbas escapar para que tu padre no te buscase una prometida, jajaja. - Pues vera jejeje – dijo Trowa totalmente ruborizado al ver como parecía conocerle bastante bien. - Padre, por favor, no avergüences más a Trowa – intentó defender Quatre a Trowa al ver lo cortado que estaba. - Venga cariño deja a chicos, no les hagas pasar un mal rato, ya no son tan niños para que los trates así – dijo cogiendo a su marido del brazo para que soltase a Trowa – Hola ¿Trowa? No es así, mi nombre es Yuiren y soy la madre de Duo, Quatre, es un honor tener al hijo de nuestro gran amigo Yuki, por favor venid, será mejor que entremos a la cabaña, estaremos más cómodos. - Gracias señora Yuiren – dijo Trowa. - De nada hijo y por favor no me llames señora, me hace sentir muy mayor. - De acuerdo señ... quiero decir Yuiren. - Eso esta mejor Trowa. - Bien, entonces vayamos a la cabaña, según dijo Duo estos jóvenes han venido a hablar conmigo, ¿no?. - Si, así es padre - dijo Duo.
Todos los integrantes de la familia del Jefe Nazca se dirigieron a la cabaña del Jefe del Clan, una vez allí Trowa y Heero pusieron al corriente de los movimientos sospechosos del Clan del Norte y sobre la hipotética alianza que El Jefe Peacecraf y El Jefe Chang del Clan del Norte podrían tener y el pequeño accidente de Quatre, alegando un descuido por parte de éste. Durante la reunión del Jefe Nazca con el heredero del Jefe Yuki, Rashid y el grupo de hombres que había partido en busca de Duo y Quatre ya había llegado al poblado y fue informado del regreso de ambos jóvenes y se diría hacia la cabaña del Jefe del Clan. - Pues eso son los informes que nos han dado nuestros hombres, que han estado observando al Clan del Norte hasta ahora – decía Heero muy seriamente al Jefe Nazca. - Has hecho bien en estar al tanto de ese Clan joven Heero – alabó Nazca a Heero – es gente no se mueve porque si, tiene que tener un motivo y el hecho que se estén en tierras del Jefe Peacecraf no me sorprendería, ya todo el mundo sabe nuestra rivalidad aunque llevemos varios años en paz, lo que me extraña es que si tiene intención de volver a atacarnos con ayuda del Clan del Norte, porque insiste en llevar a cabo el compromiso de matrimonio. - ¿Compromiso de matrimonio?¿Qué compromiso? ¿Y con Quien? – preguntó Trowa. - Debido a un pacto hecho hace tiempo y por motivos que ya os contaré, uno de los hijos del Jefe Peacecraf debe casarse con Quatre o Duo? – dijo Nazca tristemente viendo a sus hijos como agachaban la mirada al mencionar el maldito compromiso. - ¡Duo o Quatre tienen que casarse! – gritaron Trowa y Heero a la vez. - A sí es, de esta manera nuestro Clan podrá vivir en paz, no habrá necesidad de pelear por disputas del pasado – comentó Duo en un tono de voz triste y si ánimos – seré yo quien tome esa responsabilidad, para Quatre sería muy duro. - ¡Eso es una estupidez! – se quejó Heero – tiene que haber una manera de arreglar las cosas sin que tengáis que casaros. - Vaya Heero parece que te preocupas por mí, digo por nosotros – se burló Duo. - No seas baka creído, lo digo por.. porque no es gusto que te impongan a alguien que no has elegido tú. - Eso lo sabemos, pero es mi deber velar por mi Clan. - Esto no tiene sentido – interrumpió Trowa, si quieren atacaros, ¿para qué quieren a Duo o a Quatre?. No es lógico a no ser que lo que quieras es... - Que quiera ¿qué? – preguntó Quatre con miedo a la posible repuesta. - A que lo que quiera es ver sufrir al hijo de su enemigo. Una vez que estén casado ni tu padre ni nadie podrá interferir en ese matrimonio. – dijo seriamente Heero - Suena duro, ahora lo veo claro, he sido un estúpido al no darme cuenta, pero aunque... – hizo una pausa Nazca – aunque supiera que Duo estuviera siendo maltratado o incluso..., si supiera que ha sido ultrajado con o sin el consentimiento del heredero Peacecraf... no podría hacer nada. Según nuestras leyes, Duo pasaría a ser propiedad del heredero de Peacecraf. - Esa basura de Peacecraf – comentó furioso Heero – conociendo como conozco a ese loco, estoy seguro que habrá convencido a su hijo Millardo para que sea él quien lleve su venganza a cabo, ese Millardo es un hombre sin escrúpulos, además estoy seguro que no acabará aquí, seguro que tiene pensado algo más. - Padre, no puedes permitir que eso suceda, Duo no puedes aceptar ese compromiso – miraba preocupado a su padre y hermano. - Quatre tiene razón, padre no puedes consentir que hagan daño a Duo. – dijo Hilde - Quatre tranquilo – dijo Trowa – no permitiremos que hagan daño a Duo, verdad Heero. - Tendremos que pensar en algo – dijo Heero – si tiene pensado atacaros podría querer atacar a otros clanes solo por ambición. Tenemos a varios hombres de nuestro clan observando los alrededores del clan Peacecraf, en cuanto descubran algo sospechoso se nos comunicará enseguida a través de nuestros susakos. - Me parece bien Heero – comento Nazca – pero vuestros hombres llamarán mucho la atención si los encuentran, vuestros tatuajes os delatan y sospecharán si os ven merodeando por la zona. Será mejor que vayan algunos hombres de nuestro Clan. Tenemos la excusa perfecta si nos descubriesen. - ¿La excusa perfecta, padre?. - Si Duo, estoy en todo derecho de investigar el Clan y la zona donde vivirá mi hijo una vez que se case, porque estoy seguro que querrá llevarte a su Clan. - Si es verdad, es una buena oportunidad de poder infiltrarse sin llamar la atención – dijo Trowa. - Bien pues así será, haré que se preparen para salir varios hombres de mi confianza, en dos días estarán en el Clan Peacecraf, - concluyó el Jefe Nazca - tendrán que averiguar lo que ocurre antes de que acabe el Festival, para después será demasiado tarde para reaccionar y poder evitar el compromiso. - Trowa – se dirigió Heero a su primo – escribiré a nuestros hombres para que ayuden a los hombres del Jefe Nazca para que den apoyo en las pesquisas. Aunque nos pudieran descubrir o identificar por nuestros tatuajes, estoy seguro que nuestros hombres no se dejaran ver. Podrán ayudarles en cualquier cosa y están mejor preparados por si hubiera algún enfrentamiento, no olvidemos que son de los mejores guerreros del Clan. - Me parece bien Heero – dijo Trowa – sé el apoyo de sus hombres Jefe Nazca ¿ Le parece bien? - Muy bien joven Trowa, que así sea, pero ahora, Duo, Quatre, llevar a Trowa y a Heero a la cabaña que utilizarán su Clan para El Festival y que descansen, podéis quedaros hasta el Festival, seréis nuestros invitados - Si padre – dijeron sus hijos a la vez, poniéndose de pie para mostrarles a sus invitados la cabaña asignada para ellos. - Si necesitan cualquier cosa no duden en decírselo a cualquiera de mis hijos, ahora descansen pronto anochecerá, ya os avisaran cuando la cena esté lista. - Errrrr, gracias Jefe Nazca es muy amable por la invitación, no queremos molestar ya que tenéis mucho trabajo con el Festival y no queremos incomodar. - No digas tonterías Trowa, además pronto comenzaran a llegar los miembros de los demás clanes. Y el que el joven Heero y tú estéis aquí me tranquiliza si ocurriese algo de improvisto y yo estuviese ocupado con cualquier cosa del Festival, el saber que estáis con mis hijos me una cierta tranquilidad, sé que los protegeréis de cualquiera que quisiera hacerles daño. No es así. - Por supuesto Jefe Nazca, si podemos ayudarle en lo que sea estaremos muy complacidos. - Gracias Trowa y además os considero como parte de mi familia, por algo sois el hijo y el sobrino de mi gran amigo Yuki. - Si, jejeje, es verdad – dijo un poco avergonzado Trowa. - Bien muchachos ir a descansar.
A los pocos minutos después los muchachos de dirigían a la cabaña asignada para el Clan Heavyarms. Todos iban en silencio, cada uno pensando en sus propios dilemas internos. La cabaña de los Heavyarms no estaba muy lejos de la cabaña del Jefe Nazca, tan solo a unos 300 metros de distancia. Una vez que llegaron Duo y Quatre les enseñó la cabaña y el río cercano para que pudieran refrescarse si lo querían.
- Esta es vuestra cabaña, si necesitáis cualquier cosa decírnoslo, estaremos en la cabaña que estaba junto la cabaña de nuestro padre – comentó Duo. - Hn – respondió Heero. - En cuanto la cena es... este lista ... mandarán a avisaros – dijo sonrojado Quatre intentando no mirar a Trowa a los ojos. - Bien, estoces hasta la cena – dijo Trowa sin apartar la vista de Quatre. - Has... hasta la cena – se despidió Quatre. - Hasta la cena chicos – dijo alegremente Duo, retirándose hacia su cabaña.
Trowa se quedó en la entrada de la cabaña hasta que perdió de vista a los dos chico, luego se dirigió al interior para intentar descansar un poco, aún sabiendo que no podría conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en su chico de cabellos rubios y ojos celestes.
- Sabes, Heero, ya he encontrado lo que andaba buscando. -¿Ehhhh? De que hablas Trowa. - ¿De que hablo?, ¿pues de que voy hablar?, de mi persona especial. Jamás pensé que sentiría esto por nadie y menos por un hombre. - ¿Un hombre? No estarás hablando de ese chico rubio, ¿no?. - ¿Te sorprende?..., ¿te sorprende que me haya interesado tan rápido por alguien que acabo de conocer? o ¿que sea un hombre?. - La verdad no me sorprende que sea un hombre aunque hubiese jurado que acabarías con una mujer, lo que me sorprende, es que estés tan seguro, que sea ese chico rubio la persona que buscabas, hace solo cuatro horas que lo conoces. - Primero ese chico rubio al que refieres se llama Quatre y segundo lo que sentí al conocerlo, tan solo al estrecharle la mano, fue algo que hizo que mi interior se estremeciera como nunca me había pasado con nadie. - Eso solo puede ser atracción física, el que te sientas atraído sexualmente hacia él no significa que le ames, es demasiado pronto. - Vaaa, que sabrás tú Heero tu solo piensas nunca siente, eres demasiado matemático para entender algo así. En una cosa tienes razón, puede que sea demasiado pronto para amarlo completamente y que me sienta atraído sexualmente hacia él pero estoy absolutamente seguro que es eso y algo más, algo más profundo que todo eso, lo siento dentro de mí. Es Quatre la persona con la que quiero parar el resto de mi vida y voy a pelear por él, si es preciso. - De acuerdo, si estas tan seguro te apoyaré. Con lo que aprecia el Jefe Nazca a tu padre no creo que haya ningún problema si le propones un compromiso entre vosotros. - Espero que no haya ningún problema al respecto pero aunque no me acepte como su yerno pienso llevármelo de todas maneras. - Vaya Trowa ahora si que me sorprendes hablando de esa manera, jajajaja, si te oyera tu padre le da un ataque – se rió Heero al escuchar la ocurrencia de su primo – en menudo lío te meterías por secuestrar al hijo menor del Jefe Nazca, eso habría que verlo, jajaja. - Si, si tu ríete pero lo digo muy enserio – dijo seriamente Trowa intentando que su primo dejase de burlarse de él – además creo que tú harías lo mismo si se tratase de Duo, ¿no primito?. - ¿Quuueeee? De que demonios estas hablando – dijo Heero seriamente dejando de reír al oír el comentario de Trowa. - ¡Jajaja! – se reía ahora Trowa – crees que no me di cuenta de cómo mirabas a Duo cuando iba contigo sobre Zero o como la sujetabas para que no cayese o incluso como lo hacías enfadar para poder seguir discutiendo y así poder seguir hablando con él, jajajaja, que iluso eres hasta Quatre se dio cuenta, jajajaja. - Eso no es verdad – dijo muy sonrojado Heero, intentando argumentar algo, de lo cual no estaba muy seguro. - Claro que es verdad Heero, jajaja – jamás te había visto perder los estribos con alguien y él lo a conseguido y tan solo en cinco minutos, jajajaja. Por mucho que me lo niegues o te lo niegues sabes que es verdad. Así que no me digas lo que sentir respecto a Quatre, cuando tú mismo sientes lo mismo por Duo. - Arrrggggghhh, cállate Trowa, déjame en paz me voy a dormir un rato, no me molestes si no es para avisarme que la cena esta lista, adiós – dijo Heero enfadado dirigiéndose a la zona de descanso de la cabaña refunfuñado cosas que Trowa no llegaba a entender mientras este se reía solo en la cabaña.
En otra cabaña. En la zona de descanso dos hermanos hablaban mientras estaba estirados descansando.
- ¿Aun te duele el tobillo Quatre? - Un poco pero pronto me pasará, no te preocupes Duo. - Siento lo ocurrido, no pensé que te impresionaría tanto mi broma... Te gusta mucho, ¿verdad?. - Eeerrrrrr, gustarme ¿quién? – dijo Quatre sonrojado poniéndose cada vez más nervioso. - No intentes disimular conmigo Quatre, te conozco muy bien y sé que te gusta Trowa, se te nota mucho hermanito, jejejeje. - Se me nota... quiero decir no.. no es verdad yo... - No te preocupes, me parece genial, Trowa se ve un chico encantador además estoy seguro que te cuidaría muy bien, es perfecto para ti y tu también le gustas, también me di cuenta de eso. - Pero no puede ser, yo... yo tengo que quedarme contigo no puedo tener una relación con nadie mientras tú... tú estés metido en este problema por mi culpa, snif snif... yo yo soy a quien Millardo quiere, snif snif, serás desgraciado por el resto de tu vida, snif. ¿como quieres que sea feliz si sé que he condenado a mi hermano a la infelicidad para siempre? Buaaaaaaaa. - Eh, eh, shhhhh, no llores Quatre no digas tonterías, sssssssshhhhhhh – abrazó a su hermano para consolarlo – esto no es tu culpa, venga no llores, sabes que me rompes el corazón al verte así, te quiero mucho Quatre, la decisión de ser yo el que cumpla ese compromiso es solo mía. - --Ya verás que todo saldrá bien. - Pero no es gusto, snif snif, porque nos tiene que pasar esto, no tenemos derecho a ser felices. - Claro que si Q-chan, ya verás como lo seremos, de una forma o de otro lo seremos. Prométeme que si Trowa te propone que seas su pareja, lo aceptaras. - Pero... - Nada de pero, prométeme que serás feliz, incluso si me ocurriera algo, prométeme que al menos tú y nuestras hermanas harán todo lo posible para ser felices, al menos vosotros – sigo esto último en un susurro abrazando fuertemente a su hermano- ¿me lo prometes?. - Si, snif snif, te lo prometo Duo. - Así me gusta Q-chan, ya verás todo saldrá bien – intentó autoconvencerse – y ahora alegra esa carita si Trowa te ve así se irá corriendo y habrás perdido a un hombre muy especial, jejejeje. - Jejeje, si es verdad, estoy horrible, jejeje, será mejor que descansemos un poco antes de la cena. - Si, uuaaaaaaaaaahhhhhhh (bostezo) estoy muerto, demasiadas emociones para un día eh Q-chan, jeje. - Si, uuuuuaaaaaaaaahhhhh (bostezo), es mismo te podría decir yo, jejeje. - ¿A que te refieres? - A Heero a quien me voy a referir, sé que te gusta hacer rabiar a la gente, pero con Heero creo que a sido algo diferente, como te lo diría... te gusto demasiado discutir con él. - Arrrrgggg, ese hombre me saca de quicio se cree que es el súper hombre, el guerrero perfecto. - Si ya sé, y por eso te quedaste dormido en sus brazos mientras veníamos hacía aquí. - Pero si yo me duermo en cualquier sitio, Q-chan. - Si te duermes en cualquier sitio uuuuuuuuuuuuuaaaaaaaaahhhh- bostezo mientras hablaba – siempre y cuando te sientes en un sitio a gusto pero nunca te habías dormido encima de alguien, jejeje. - Si, si lo que tu digas uuuuuuuuuuuaaaaaaaaaahhhhhh, ahora tengo sueño ya hablaremos de eso más tarde, buenas noches Q-chan. - Jejeje, buenas noches Duo.
En unos de los poblados cercanos al poblado del Jefe Nazca, dentro del Clan de Los Lagos. Unos jóvenes hablaban delante de una cabaña propiedad de uno de ellos.
- Vaya Millardo, cuanto tiempo que no nos veíamos o más bien cuanto tiempo que no me buscabas, ¿no?. - Veo que sigues igual que siempre querido Omi, no me has echado de menos – le dijo Millardo sensualmente a un joven de piel morena con unos ojos color chocolate que hacían juego con su larga trenzada cabellera. Era un joven atractivo de esbelta figura y facciones finas. - Echarte de menos, porque debería, solo bienes cuando buscas información o cuando tus demás amantes están ocupados y no pueden atenderte cuando su gentileza lo requiere. - Uuuuu, veo que ni chico preferido esta enfadado, lo siento – dijo haciendo el intento de acercarse a abrazarlo. - ¿Tu chico preferido?, ¡Ja!, no me hagas reír, no soy nada tuyo Millardo, desde siempre lo he tenido muy claro, no soy tan estúpido para creerme tus palabras. - Sigues enfadado por lo de la última vez Omi, lo siento mucho, ya te lo dije, tenía cosa que hacer. - Si ya lo sé, me lo dijisteis la última vez, pero no tenías tanta prisa para marcharte hasta que conseguiste meterte en mi cama. - Ya te lo expliqué, recordé que mi padre me esperaba en el poblado para algo urgente, sino sabes que me hubiese quedado contigo. - No digas estupideces, sé que no fuiste con tu padre, no me mientas, no creas que soy tan inocente, he tenido un gran maestro en desconfianza y malicia en cuanto a beneficio propio. - Pero si te digo la verdad, fui... - Fuiste a verte con una amante tuya de tu clan, tu guerrera inseparable, no me mientas desgraciado te vi con mis propios ojos, maldito... - Me seguistes – interrumpió sorprendido Millardo al ver como se enfurecía cada vez más su amante. - ¡Sí! Te seguí, me advirtieron centenares de veces, la clase de escoria que eres, pero yo no quise creerlos, que estúpido que he sido durante tanto tiempo, pero al final tuve que comprobarlo cor mis propios ojos, me dolió mucho al principio pero luego me alegre de haberlo descubierto. - Omi, yo... lo siento mucho nunca mi intención ha sido hacerte daño, me gustas mucho pero... - Pero no lo suficiente para retenerte, lo sé y no me importa, ya no. Te ame mucho Millardo luego ese amor se convirtió en odio y ahora... - ¿Y ahora que? - Ahora no lo sé, por un lado te odio por lo que me hiciste pero por otro lado... - Déjame compensarte, Omi. - No, para sufrir más, no gracias. - Pero Omi, tenia muchas ganas de estar contigo. - Si quieres acostarte con alguien búscate a otro de mi no conseguirás nada más. – se giró para adentrarse en su cabaña.
Millardo estaba sorprendido por el extraño comportamiento de Omi, éste siempre había sido bastante inseguro y muy manejable, pero ahora se veía firme en decisiones, la traición y los engaños que había provocado en el joven muchacho lo habían afectado mucho, le habían hecho madurar, ya lo era el joven inocente que con palabras dulces caía a sus pies, ese joven se había convertido en un hombre. En un primer momento se sintió mal por ser él el causante de dicho cambio en el carácter de su chico pero después lo pensó mejor, ese nuevo carácter le atraía, quería saber hasta donde podría llegar con el nuevo Omi. Así que decidió seguir al muchacho hacia el interior de su cabaña, encontrándolo en la zona de descanso sentado al lado de su cama mientras afilaba en una piedra el cuchillo de caza que llevaría para el Festival del Sol. - Omi, lo siento – dijo acercándose al joven y arrodillándose a su altura – me he comportado como un baka, admito que me encontraste con Noin, pero no fue planeado tuve que ir a mi poblado por un asunto de mi padre, Noin estaba allí y por una cosa y otra ocurrió, yo... - No tienes que darme explicaciones Millardo, no soy tu esposo ni pretendo serlo, ahórrate las excusas, no me interesan. - Esta bien, solo he venido porque quería verte solo es eso, no pienso forzarte a nada que tu no desees que pase, jamás te he forzado ha hacer nada, lo sabes. - Eso lo sé, pero me extraña, solo querías verme, pues ya me has visto ahora márchate – se levantó para preparar el fuego para calentar su cena. - Puedo pedirte un último favor, Omi. - Depende de lo que sea – de contestó desconfiado. - Puedo quedarme esta noche a dormir aquí, llevo todo el día de viaje y estoy reventado, puedo dormir en la otra punta de la cabaña, te prometo que no intentaré nada, te lo juró. - ¿Dormir aquí?...- hizo una pausa mientras se lo pensaba – esta bien dormirás al lado del fuego pero como intentes algo te echo, ¿de acuerdo?. - De acuerdo. Déjame ayudarte con la cena.
Al cabo de unas horas los dos jóvenes se preparaban para ir a dormir, durante el transcurso de la cena no hablaron mucho, solo de antiguas anécdotas que había vivido juntos y cosa sin importancia, la situación se había suavizado bastante, Omi ya no estaba a la defensiva y Millardo quería aprovechar la ocasión para volver a tener a su Omi entre sus brazos, sentía una debilidad especial por ese chico, aun sin saberlo.
- Buenas noche Millardo, si necesitas algo me avisas. - Eeehhh, si vale, buenas noches Omi y piensa en mi cuando duermas – le dijo con malicia viendo como aun hacia sonrojar al muchacho.
Omi se dirigió hacia su cama con la intención de acostarse, se sentó en su cama pero no se recostó, esperaría que se acostara Millardo, no le perdería de vista hasta que no se quedara dormido, no se fiaba de él. Al ver que Omi no le quitaba la vista de encima decidió llevar a cabo su plan de seducción. Estiró la piel que Omi anteriormente le había dado para dormir, y la puso junto al fuego, en un lado donde Omi tuviese una perfecta visión de lo que haría. Primero se quito la cinta ornamental de la frente, dejando libre su cabellera rubia, después de manera sensual y muy lentamente se fue quitando los brazaletes de cuero de los brazos, piernas y tobillos. De manera que Omi no se diera cuenta Millardo le iba observando de reojo comprobando que su chico no perdía detalle de los movimientos eróticos que hacía, pudo comprobar que el rostro de Omi estaba rojo y su respiración empezaba a acelerarse. Sabía como excitar a su amante y esto solo era el principio. Una vez que deshizo de todos los ornamentos, comenzó a desatarse la cuerda de cuero que sujetaba la piel de la cintura. Omi estaba estático aunque tu cabeza le decía que todo aquello era una trampa para caer otra vez en los brazos de Millardo, otras partes de su cuerpo reaccionabas de manera contraria. La temperatura de su cuerpo empezaba a ser sofocante, Millardo sabía muy bien como excitarlo hasta el extremo, siempre de una manera o otra hacía que se excitase hasta que él era quien pedía que lo poseyera. Estaba hechizado por la belleza de Millardo, por mucho rencor u odio que sintiera por él no podía negar que aún le atraía mucho, deseaba volver a entregarse nuevamente a él. Millardo al ver que seguía siendo observado, se giró levemente de espaldas a Omi aunque aún tuviese buena visión de su perfil y parte delantera e insinuando su espalda y trasero. Cuando consiguió desatar la cuerda de cuero la dejo caer al suelo viendo como la piel de su cintura caía resbalando por sus piernas firmes hasta la piel del suelo. Omi no podía articular palabra, estaba absorto ante la imagen del Millardo desnudo ante él apenas unos metros de distancia. Su erección ya era bastante notoria e intentaba que Millardo no se diera cuenta de ella. La situación se le escapaba de las manos, si esto seguía así no podría contenerse por mucho, hacía muchos meses que no tenía contacto sexual con nadie y el comportamiento de Millardo no ayudaba demasiado. En un intento por calmarse se estiró en su cama y se tapó hasta la cabeza, tenía que dejar de mirarlo o le saltaría encima. Al ver la reacción de Omi sonrió, el plan le estaba saliendo a la perfección, sabía que Omi estaba a punto de pedirle que se metiera con él en la cama, solo faltaba el toque final. De saco que trajo en el viaje sacó un tope con un ungüento blanquecino con un olor mentolado que pronto se esparciría por toda la cabaña. Ese ungüento se utilizaba para los golpes o incluso para friegas para aliviar los dolores musculares. Cuando lo tubo en sus manos comenzó a extenderlo por todo el cuerpo, de los brazos hasta las piernas con un masaje circular lento, de vez en cuando soltaba un pequeño gemido con la intención que lo oyese Omi de esta manera excitarlo más. Sin poder contenerse Omi de manera lenta se giró para poder ver de reojo lo que hacía Millardo. Lo que vio lo dejó más aturdido que una estampida de Yuaks, allí los pies del fuego Millardo desnudo completamente se extendía sensualmente el ungüento por todo su cuerpo. La piel de Millardo brillaba intensamente gracias a la crema de su piel y la iluminación del fuego. Tenía los ojos casi cerrados con una expresión entre dolorosa y placentera. Restregaba sus manos por todo el cuerpo desde sus brazos, pecho, abdomen saltado a sus muslos y piernas, así varias veces hasta que en una de ellas se detuvo en sus partes íntimas. Omi estaba apunto de explotar, ya todo le daba igual solo quería sentir el placer que solo Millardo le hacía sentir, sin darse cuenta Omi comenzó a acariciarse lentamente, era tanta la excitación que le dolía terriblemente por los meses de abstinencia. Por otro lado Millardo viendo como un movimiento sospechoso se realizaba bajo la piel de su amante, decidió apresurar su actuación, no quería que Omi se divirtiera solo, sabía que a Omi no le quedaría mucho para llegar a su orgasmo. Millardo comenzó a masturbarse descaradamente girándose para que Omi tuviese un vista completa de sus actos, gemía descaradamente y ya no se escondía para mira a los ojos de Omi, la excitación era tal que la razón se les nubló ambos. Omi se giró quedan bocaarriba mirando fijamente a Millardo a los ojos, ya no quería esconderse, había vuelto a caer en la trampa de Millardo pero le daba igual. Los dos se seguían masturbando sin despegar sus miradas y gimiendo a la vez, habiendo que se excitaran por los gemidos del otro. Había ganado, Millardo lo supo con tan solo ver la mirada de deseo que tenía Omi, se fue acercado lentamente a la cama de Omi, si hasta ahora no había dicho nada por cortar la situación sabía que ahora aunque quisiera no podría contenerse, los dos estaban demasiado excitados para hacerlo. Millardo se acercó hasta quedar a la altura de la cabeza de Omi y se dispuso a besarle en los labios, necesitaba volver a sentir y a saborear esos labios tan dulces.
- Omi..., no sabes... cuanto te deseo. - Eres... eres... un maldito desgraciado. – era tanta la excitación que no podía hablar, en un arranque de pasión, se lanzó al cuello de Millardo, para atrapar los labios de Millardo con los suyos en un beso lleno de pasión y lujuria descontrolada.
Millardo era quien dominaba la situación, el beso cada vez se hacía más feroz, había una lucha por el dominio, las lenguas de ambos recorrían cada rincón de sus bocas mientras que sus manos recorrían el cuerpo del otro con un hambre que en ese momento no encontraba como saciarse. Mientras se besaban Millardo llevó sus manos para podes aflojar del todo la piel que cubría la cintura de Omi ya que éste no llego a quitársela del todo cundo se acostó en su cama. Entre bese y beso se podían oír los gemidos de los dos, tan solo se separaron cuando comenzó a faltarles el aire para respirar.
- Déjame... ahahah – jadeaba – compensarte... por todo lo que te hecho hasta ahora..., si quieres... ahahaha, luego no te molestaré más... - Sabes... ahahaha, ya no te creo nada.... pero ya no me importa... te necesito ahora... Millardo sonrió, había conseguido que Omi cediese, se volvió recostar en la cama arrastrando a Omi consigo quedando él encima de Omi. Antes que Omi pudiese volver ha hablar, atrapó de nuevo sus labios, fue un beso más intenso que el anterior, la lengua de Millardo recorría toda la boca de Omi, cuando estuvo saciado recorrió con besos y pequeños mordiscos la zona de su boca resbalando por la barbilla y por su cuello. Se dedicó a succionar la zona entre el cuello y el hombro de Omi haciendo que se estremeciera de placer, mientras sus manos recorrían toda la espalda hasta llegar a sus nalgas, apretándolas contra si mismo para tener un mayor contacto con la entrepierna de se amante. La tensión entre ellos era mayor, instintivamente Omi se refregaba más contra el cuerpo de Millardo y este aprovechaba para acariciar y estimular más presa. Fue descendiendo con la lengua desde la clavícula hacia el pecho de Omi, mientras estimulaba con una mano el pezón izquierdo hasta hacerlo endurecer con la boca trataba el otro pezón, lo mordía levemente mientras de vez un cuando lo succionaba hasta dejarlo lo más sensible a sus caricias, una vez conseguido le devolvió en mismo trato al otro pezón. Omi cada vez gemía más alto y se retorcía entre sus brazos, intentaba decir algo pero no se le podía entender nada. Al notar que sus pezones estaban lo suficiente receptivo volvió a descender por el centro de su vientre mientras que con sus manos acariciaba la parte interna de sus muslos sin llegar a la zona más sensible provocando que Omi se desesperase más a cada minuto que pasaba.
- Aaaaaaaaahhhhhhhhh Millardo no juegues más conmigo aaaaaaaahhhhhhh, quiero aaaaaahhh sentirte ya aaaaaaaaahhhhhhh, tómame. - No seas impaciente encanto, mmmmmmmm, esto es parte de la diversión. - El oír como gemía y le pedía que lo tomase lo estaba volviendo loco, hasta ahora jamás Omi había estado tan receptivo con sus caricias, le estaba costando controlarse. Se dedicó a pasar la lengua por el ombligo de Omi jugueteando con él, sus manos ya se acercaban peligrosamente a la entrepierna de su amante. Las manos de Omi se enterraron en la larga cabellera rubia de Millardo, le acariciaba e intentaba guiar los movimientos de la lengua de Millardo hacia el centro de su cuerpo. - Desear que te devore, precioso, mmmmmmm - Aaaahhhhh Mi... Millardo... no pares ahora... sigue... quiero... quiero aaaahhhh, que me la chupes, aaaahhhhh.... - ¿Quieres que te chupe? Eres un niño muy malo, mira como estas, jamás te había visto tan excitado, mmmmm, te ves delicioso. - Millardo, aaaaahhhhh... hazlo por favor, te necesito... aaaaahhhhh. - Esta bien lo haré pero luego no te quejes, mmmm.
Sin más preámbulo se dirigí a la entrepierna de Omi, primero jugueteo con la lengua, la pasaba desde la punta del glande hasta la base, así varias veces ensalivándola bien, luego se dedico a pasar la lengua por todo el glande, lo recorría con delicadeza, se lo metía en la boca para luego sacarlo haciendo una pequeña presión en el glande. Omi se retorcía de placer, sin previo aviso deslizo todo el miembro de Omi en el interior de su boca, lo succionaba con fuerza pero sin hacerle daño mientras que con su mano derecha se ayudaba para masturbarlo con mayor intensidad, con la otra mano le acariciaba las nalgas.
- ¡Aaaaaaaaaahhhhhhh, Millardo eres... eres fantástico.... aaaaaahhhhhhhhh!
Los movimientos de su boca eran cada vez más rápidos y más profundo, si seguía con ese ritmo Omi se correría enseguida. Podía sentir la piel suave del miembro de Omi en sus labios, tenía un sabor dulce, era exquisito, el ritmo se estaba volviendo sofocante para ambos, Omi no paraba de gemir y de retorcerse. Antes que Omi llegase al clímax Millardo se aparto del miembro endurecido de Omi, oyendo un gruñido de frustración por parte de su amante, ante él tenía una imagen maravillosa, su amante tendido sobre unas pieles totalmente desnudo, sonrojado por el calor y la excitación, cubierto por una fina capa de sudor y las piernas semiflexionadas, observándole fijamente y con su miembro brillante por su propia saliva y por el liquido que segregaba Omi. Era hermoso.
- Ven – le dijo Omi a Millardo, extendiendo su mano para que se acercase y se tumbase a su lado – ahora me toca a mí devorarte – le comentó con una sonrisa malévola.
Una vez tumbado se sentó sobre la cadera de Millardo frotándose intencionadamente sobre el miembro endurecido y dolorido de Millardo. Mientras se frotaba se inclino para besar los labios de su amante, recorría con su lengua toda su boca haciendo el mismo recorrido que anteriormente Millardo había hecho en él. Succionó con tan intensidad en le cuello de Millardo que incluso le dejó un chupetón provocado los gemidos de los dos hombres. Dejó un camino marcado por su saliva desde el cuello de Millardo hasta sus pezones, allí se dedico a endurecerlos con sus dedos y con su lengua. La necesidad de llegar a la etapa que ambos deseaban se estaba volviendo una tortura para los dos. Las manos de Millardo sujetaban la cintura de Omi guiando lo movimiento de frotación de sus entrepiernas, sus respiraciones y sus latidos eran cada vez más acelerados. Omi se fue deslizando hacia abajo para poder atrapar con su boca el miembro erguido de Millardo, una vez lo tubo delante de sus labios no espero ni un minuto más, se lo introdujo por completo en su boca, oyendo como reacción por parte de Millardo un gran gemido que le fue imposible contener.
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhh... Ommmiiiiiiii... aaaaahhhhhh!
La succión de Omi era intensa y profunda, quería volver a saborear el sabor tan especial de Millardo en su boca, lo deseaba y mucho. Omi estaba haciendo un trabajo magnífico, si seguía así acabaría pronto y esa no era su intención, sin que se diera cuenta y con un poco de trabajo, por las sensaciones que estaba sintiendo, Millardo consiguió que Omi se girarse sin dejar de hacer lo que estaba haciendo y lo colocó encima de él en posición 69, y sin preámbulo se volvió a introducir el pene de Omi en la boca, succionado con la misma intensidad que Omi se lo hacía a él. Estuvieron en esa posición durante varios minutos más. En un momento dado Millardo alargo la mano para poder coger el frasco con el ungüento que se había frotado todo el cuerpo anteriormente, mientras con la ayuda de su otra mano y luego con su lengua se dedicó a preparar la entrada de su pequeño. Ya no aguantaba más, sino lo hacía ahora sería demasiado tarde. Primero introdujo un dedo ensalivado, al introducirlo pudo notar como se tensaba el cuerpo encima de él, inició un pequeño masaje interno para tratar de relajarlo y así poder continuar con la preparación, una vez se había relajado Omi prosiguió con un segundo dedo, encontrando un poco de resistencia, sería mejor utilizar el ungüento, ayudaría a lubricar la zona, no quería lastimarlo. Volvió a introducir los dos dedos pero ahora con el lubricarte, los dedos entraron sin dificultad, podía oír los gemidos de placer y dolor de Omi, esos gemidos eran como música para sus oídos. Empezó con un movimiento lento, empujaba y sacaba los dedos lentamente con un movimiento casi circular, así lo estuvo habiendo mientras iba introduciendo un tercer dedo. Omi había dejado de masturbar oralmente a Millardo, cosa que agradeció sino hubiese llegado al clímax precipitadamente, y se dedicaba a gemir y a sentir lo que Millardo le hacía. Ya estaba preparado para la mejor parte, Millardo hizo girar a Omi para tumbarlo en las pieles, una vez tumbado se posicionó entre las piernas de Omi para poder penetrarlo sin hacerle demasiado daño, pero antes de hacerlo le miró a los ojos.
- Hazlo... Millardo, quiero que lo haga – le dijo imaginando lo que podría estar pensando – esta vez te pido yo que lo hagas. - Muy bien pequeño, quiero volver a sentirte, mmmm, esta vez no pienso marcharme podremos estar toda la noche juntos.
Sin decir nada más y con ayuda de su mano guió su miembro hacia la entrada de Omi, penetrándole lentamente.
- ¡Aaaaaaaahhhhhhhhhh, Millardo!
Millardo empujaba lentamente para después retirarse parte del recorrido avanzado para después volver a empujar un poco más, así lo estuvo haciendo hasta que se introdujo completamente en Omi.
- ¡Aaaaaaaahhhhh! – dijeron los dos a la vez.
El calor interno que desprendía Omi estaba volviendo loco a Millardo, se quedó un momento quieto para que Omi se pudiese amoldar a su intrusión, después inició un vaivén lento aumentando la intensidad y la profundidad según sus cuerpos lo reclamasen. Las sensaciones que recorrían los cuerpos de los dos amantes se volvían cada vez más intensas, Millardo arremetía más fuerte, los brazos de Omi se aferraban a la espalda de Millardo con firmeza mientras que sus piernas rodeaban la cintura del rubio haciendo presión para una penetración más profunda. En toda la cabaña solo se podían oír los gemidos ahogados en el placer que sentían.
- Aaaaaaaaahhhh..., siiiiiiiii...., sigue no pares Millardo..., aaaaaaahhhhh..., más siiiiigueeeee. - Aaaaaaaaahhhhh..., Ooooommmiiiiii, eres maravillosoooo, aaaaahhhhh, asssiiiiiii, ooooohhhh. - Aaaaaaahhhhhh, Mi... Millardo, esta.... aaaaahhhhh, esta vez,... será la... la última vez, aaahhh. - No... aaahhhh, no digas nada más, aaaahhhh, por favor, aaaaaahhhhhh, ssssshhhhh solo siente.
Las embestidas eran cada vez más rápidas, no tardarían en llegar al clímax, el placer los desbordaban. Los movimientos se volvieron más salvajes, más irregulares, se devoraban mutuamente. Bebían de los labios del otro, sus lenguas luchaban en una guerra sin cuartel, apenas podían respirar. En un momento dado se escuchó un gran alarido de placer por parte de ambos, hubo tal concentración de sensaciones, de placer contenido que sus cuerpos no pudieron contener más la situación. Millardo inundó las entrañas de Omi con su semen mientras que Omi roció los vientres de ambos con su semilla. Después de tal erupción de placer, se quedaron inmóviles intentando regularizar sus latidos y respiración. Poco a poco Millardo fue saliendo de Omi para queda acostado a su lado mientras lo abrazada y lo acurrucaba contra su pecho, para poder descansar los dos en la tranquilidad de la noche. Una vez pasada la tormenta y vuelta la cordura a la mente de Omi se dio cuento de lo que había hecho, había vuelto a caer en las garras de su "ex amante".
- "He sido un baka, me prometí no volver con él y mírame, aquí estoy de nuevo, baka, baka, baka. No soy capaz de resistirme pero esto tiene que acabar ya" – pensaba Omi mientras descansaba en los brazos de Millardo. - ¿Ocurre algo?, Omi. - No nada, solo estaba pensando – le contestó separándose de él. - Si no ocurre nada, ¿por qué te levantas?. - Tienes razón, me pasa algo y ¿quieres saber que es, que me pasa?. - Claro que quiero saber que te pasa – dijo Millardo extrañado por el tono irónico que utilizó Omi. - Pues verás, lo que me pasa se llama Millardo. - ¿Millardo? ¿a que te refieres? - Pues verás, lo que ocurre es que estoy harto que me busques solo para acostarte conmigo, ya no soy el chico inocente al que puedes engañar... - De que estas hablando, esta vez no te he engañado... - Tu lo has dicho – le interrumpió Omi – esta vez, pero eso ya da igual. En esta ocasión sabía a lo que me exponía y lo he aceptado, no puedo negar que aún me gustas, me atraes demasiado. - Entonces, ¿cual es el problema?. - No voy a ser tu juguete más Millardo, sé que me utilizar y ya no me importa, fui un baka al pensar que podríamos llegar a ser algo más, que te interesaba no solo sexualmente. - Y no es así, me interesas Omi de verdad, reconozco que me he portado muy mal contigo pero puedo cambiar, me gustas mucho yo... - No Millardo no te esfuerces, sé lo de tu compromiso con los hijos del Jefe Nazca – dijo agachando la cabeza para no verle la cara. - Yo..., yo Omi... es mi padre él me a obligado a... - Te he dicho que no te esfuerces – le interrumpió – a ti nadie te puede obligar a nada. Eres demasiado independiente para que te obliguen ha hacer algo así, si lo haces es porque sacas algo de todo esto y no me interesa saberlo. - Tienes que darme una oportunidad, podemos arreglar esta situación para poder seguir viéndonos... - Ja, solo te preocupa que podamos seguir viéndonos, eres patético, hasta ahora no me había dado cuenta, es que no te estas oyendo, parece que estés pidiendo limosna – se burló Omi dolido, las conversaciones se estaba volviendo más acalorada con cada comentario hiriente de cada uno, sobretodo por parte de Omi. - Creo que te estas pasando de listo – comenzaba a enfadarse, las cosas no estaban saliendo como él quería – no olvides con quien estas hablado muchacho. - O sí, por supuesto mi señor – dijo irónicamente mientras salía de la cama recogiendo sus pieles para vestirse – ha sido una grosería por mi parte Peacecraf-sama. Sabes una cosa Millardo en el fondo me das lástima. - ¡¿Lástima?! – gritó exasperado levantándose de la cama y recogiendo también su vestimenta. - Si lástima, porque si sigues con esa forma de tratar a tus amantes y a los que te rodean, te quedarás solo. No todo el mundo tiene la paciencia para soportar tus desaires y más aún, nadie tiene "la necesidad" de aguantar "tus caprichos"- dijo recalcando las últimas palabras mirándolo fijamente. - Tu no eres nadie para hablarme de esa manera- le dijo enfurecido agarrándole de una muñeca mientras lo miraba fijamente, intentando asustarle. - Tus amenazas ya no me asustan Millardo. Puedes quedarte a dormir en mi cabaña – dijo soltándose de su agarre y comenzando a caminar hacia la salida de la cabaña, parándose en la entrada y girándose para acabar de hablar – tómalo como mi último favor yo me marcho, será mejor así. Ah! Por cierto no quiero quitarte el mérito, lo de hace un rato estuvo genial aunque me temo que no se volverá a repetir. Adiós Millardo y cuídate. – se marchó. - Maldita sea – hablaba solo maldiciendo la situación – como es posible que me pase esto, ese condenado de Omi, como se ha atrevido a despreciarme de esa manera, arrrrggggghhh. Donde demonios he puesto la bolsa con mis cosas, mierda.
Millardo se vistió lo más rápido posible, quería irse de allí lo más rápido que pudiera, era la primera vez en su vida que un amante lo trataba de esa manera y no le gustó para nada. Ahora sabía como se sentían sus víctimas cuando él las trataba tan fríamente como Omi lo había tratado a él. Y lo que más le dolía de todo era que en el fondo le gustaba Omi, más que cualquiera, pero lo había perdido por su comportamiento altivo y sin escrúpulos. Una vez recogido todas sus pertenencias se disponía a marcharse del poblado de Omi, se iría al poblado del Clan del Jefe Nazca, necesitaba averiguar si todo ese lío del compromiso valía la pena, tendría que haber algo bueno en todo esto que le compensase los dolores de cabeza que le estaban provocando. Salió de la cabaña maldiciendo por dentro, no podía dejar de pensar en todo lo que le había dicho Omi, "...si sigues con esa forma de tratar a tus amantes y a los que te rodean, te quedarás solo"..., - ¡Ja!, estupideces – iba caminando dirección a donde se encontraba su Rex (animal prehistórico parecido al dinosaurio Rex pero de menor tamaño, utilizado para carga y transporte ágil y veloz) que estaba atado, descansando justo los demás saurios, cerca del riachuelo que rodeaba el poblando. Cargó su animal con sus cosas y se dispuso a marcharse cuando. - Vaya, vaya que tenemos aquí, si es el todopoderoso Millardo Peacecraf, se puede saber que hacer tan lejos de tu poblado, jajajaja- dijo una voz irónica a sus espaldas haciendo que se girara. - Tú, que haces aquí, tendrías que estar en Los Picos Blancos, Noin no habló contigo, alguien te podría reconocer. - Tranquilo, tranquilo no te sulfures, parece que uno de tus amantes no ha querido jugar contigo esta noche, pareces un poquito... como lo diría... un poquito tenso – dijo la voz con burla. - Cierra la boca grandísimo baka – re respondió con una mira asesina. - Jajajajaja, vaya esto es nuevo, jajajaja, creo que he acertado, jajajaja.... - Te he dicho que te calles – le dijo amenazante acercándose para intentar aunque fuese a golpes borrar la risa burlona que tenía en la cara. - Venga, jaja – intentó contener la risa – venga hombre, solo fue una broma, no tenía intención burlarme de ti. - Seguro que si – se calmó volviendo hacia su Rex para poder marcharse – no me vas a decir que haces aquí, te arriesgas mucho al estar aquí. - No te preocupes, dudo que alguien pueda reconocerme sin ver mis emblemas, recuerda que nadie que este vivo, me ha visto para reconocerme o saber quien soy, a no ser que sea mi gente o mis aliados, claro esta. - Puede que tengas razón, pero no quiero correr riesgos, si se supiera que tu clan y mi clan se ha aliado para destruir en clan del Jefe Nazca, estaríamos en problemas. - No lo creo, pero bueno, solo he venido para ver si hay algo interesante por aquí antes de arrasar el territorio de Los Lagos, tu me entiendes, ¿no?. - Ja! puedo imaginármelo, por aquí se encuentran las mayores bellezas de toda la región si es ha eso a que te refieres. - Acertaste, amigo mío, pero y tú, que hacer por aquí, no tendrías que estar preparando tu compromiso con el hijo de Nazca. Aunque no entiendo porque tienes que casarte con él si lo que quieres es destruirlo a él y a su familia. - Si, tienes razón pero tenía que arreglar un asunto pendiente. - ¿Un asunto pendiente en este pequeño poblado?, ¿no querrás decir con algún amante pendiente?. - Jejeje, si tienes razón, ya sabes como son estas cosa, es lo malo de ser un hombre tan solicitado además que lo del compromiso lo hago por mi padre, a mi no me interesa los problemas que tenga con ese clan. - Bueno eso ya lo sabrás tú lo que haces, nosotros nos marchamos, queremos pasar por un poblado de aquí cerca antes que amanezca. - ¿Pasareis por el poblado de Nazca?. - Lo más seguro que sí. Es bueno evaluar a mis enemigos antes de atacar, cuanto más información tengamos de ellos más fácil será vencerlos. - ¿No te reconocerán? - No creo, conozco al Jefe Nazca y a sus hombres de oídas, jamás nos hemos enfrentado, nuestros clanes no han tenido ninguna confrontación directa, solo una vez y de eso hace más de setenta años, cuando mi abuelo era el Jefe de mi Clan, por eso dudo que alguien nos pueda reconocer. - Bueno de todas maneras será mejor que no os vean, yo me voy directo a ver a mi futuro esposo, tengo curiosidad por conocerlo. Sin necesitáis cualquier cosa hacérselo saber a Noin, yo me quedaré en le Clan del Jefe Nazca hasta que finalice el Festival del Sol, con la excusa de querer conocer a mi esposo, así aprovecharé para ver como está la situación allí y que necesitaríamos para poder acabar con ellos, ya sabes que comen, que beben, la organización que tienen, los con que cuentan, etc. - Me parece bien pero eso déjanoslo a nosotros estamos más acostumbrados ha hacer ese tipo de trabajo, no nos gustaría que por hacerte el machito estropearas el plan. - No te preocupes listillo, sé lo que hago. - Eso espero, no me gustaría tener que deshacerme de un buen aliado, por estropearme una buena recompensa. - Me estas amenazando. - No, solo te advierto, bueno, nosotros nos marchamos, hasta pronto don Juan. – se burló riéndose, mientras se alejaba rápidamente hacia los poblanos cercamos. - Maldito %&$"ª&%$··- murmuraba para si mismo, mientras se preparaba para marcarse.
Cerca de allí en una cabaña cercana al arroyo un joven escondido en las sombras de la noche no daba crédito a lo que acababa de oír.
- No puede ser, no me lo puedo creer, sabía que eras mentiroso y calculador pero esto... esto es demasiado, no voy a permitir que destruyas a mi gente, tengo que avisar de inmediato al Jefe Nazca. Millardo pagarás por esto y por lo que me has hecho. Me has utilizado – lloraba en silencio para no ser descubierto.
Omi corría a toda prisa hacia su cabaña, tenía que preparar sus cosas lo antes posible, tenía que llegar antes que Millardo y avisar de las intenciones que tenía el Clan Peacecraf respecto al compromiso y del inminente ataque por parte de los nuevos aliados del clan Peacecraf. Al cabo de varios minutos Omi ya corría velozmente hacia el poblado del Jefe Nazca, con su Rex por los senderos y atajos que conocía desde que era pequeño, con un poco de suerte llegaría antes que él y si no esperaría el momento adecuado para informar de lo sucedido al Jefe Nazca, seguro que él sabría que hacer y como castigar al desgraciado de Millardo por intentar destruir a su clan.
Continuará...
Este es otro de mis capítulos, espero que les haya gustado. Un saludo hasta pronto. Los personajes de Gundam Wing no me pertenecen, no obstante incluiré algún que otro personaje según valla transcurriendo en la trama de la historia. Advertencias: Escenas: Cómicas, Angs., Lemon Yaoi., según capítulos. Época: La historia transcurre en la prehistoria, antes de cualquier época de civilización moderna.
chipitaeresmas.com
Cap. 5.
En la entrada del poblado Hilde y un grupo de hombres del Clan, estaban esperando si aparecían sus hermanos estaba muy preocupada por ellos, hacía varias horas que Rashid había salido alertado por Hilde en busca de los jóvenes y hasta ahora no tenían noticias de lo que había ocurrido con ellos. En la zona del lago secreto no había rastro de ellos ni de los supuestos extraños que habían oído Duo cuando se estaban bañando. Empezaba a estar muy preocupada ¿y si les había pasado algo malo? ¿y si esos extraños habían atacado a Quatre y a Duo?, o peor aun, ¿si les habían secuestrado?. - Dios mío, que nos les hayan pasado nada. – rezaba Hilde, caminando de un lado al otro. - Alguien se acerca – exclamó uno de los vigilantes. - ¿Puedes ver a alguien? – preguntó esperanzada Hilde. - No muy bien, aún están lejos, son dos hombre montados en dos tifris, no no son cuatro en total, los del primer tigris están derechos pero en el tigris siguiente parece que uno de ellos esté herido, esta recargado en el otro. Comentó el vigilante. - Dios mío, no puede ser- grito alertando a los demás otro de los vigilantes – parece parece que son Quatre y Duo con dos extraños. - ¿Quatre y Duo? – miró preocupada Hilde. - Si a si es y parece que es Duo quien esta herido – argumentó el mismo vigilante.
Hilde no esperó a que le dijesen nada más, salió corriendo en dirección a los tigris que se acercaban. Por otro lado uno de los vigilantes fue a avisar al Jefe Nazca de la aparición de sus dos hijos. Quatre se giró de repente en dirección a donde se dirigía Hilde corriendo, pudo notar el dolor y la preocupación que Hilde estaba sintiendo en esos momentos.
- ¡Hilde! – dijo sorprendido y asustado al ver como su hermana venía corriendo hacia ellos. - ¿Hilde? – preguntó extrañado Trowa al ver la cara de angustia de Quatre. - Es mi hermana, viene corriendo hacia aquí y está muy preocupada, tiene que haber ocurrido algo, espero que no sea nada malo. - Tranquilo Quatre, no te preocupes, nosotros os ayudaremos en todo lo posible, te lo prometo – dijo Trowa haciendo que su tigris Barton corriera más rápido al encuentro de la hermana de Quatre. – Heero rápido, Quatre cree que ha ocurrido algo en su Clan, debemos ayudarlo, corre volvamos rápido a su poblado. - Hn.- fue la única repuesta de Heero, avanzando más rápido con Zero.
Al llegar a la altura de la muchacha. - ¡Quatre, Duo! que os ha pasado – pregunto alarmada Hilde conteniendo las lágrimas que se le acumulaban en los ojos. - ¡Hilde, por Dios, que a pasado, donde está padre, ¿a ocurrido algo grave en el poblado? – dijo Quatre angustiado aún montado en Barton siendo sujeto por el brazo de Trowa. - ¿En el poblado?- preguntó extrañada – No no ha pasado nada, donde os habíais metido, estaba muy preocupada por vosotros, dijisteis que tardarías un momento es regresar y lleváis varias horas fuera, snif, snif, Rashid lleva horas buscándoos y no parecías por ningún lado, snif snif. - Hilde no llores – dijo Quatre bajando del tigris para abrazar a su hermana. – no ha pasado nada, tranquila, ahora os lo explicaremos todo ssssshhhh. Tranquila, estamos bien. - Y... y Duo, está herido, que le ha pasado. - No tranquila Duo esta bien – dijo Quatre haciendo que Hilde mirara hacia el otro tigris que se acercaba – él está bien, es solo que se quedó dormido, jejeje, ya sabes se duerme encima de una piedra, solo está cansado. - Pero porque habéis tardado tanto, snif ¿quién son ellos? – preguntó mirando a los dos jóvenes que les acompañaban. - Ellos... e ellos son Trowa y Heero del Clan Heavyarms, los encontramos en el lago, pero tranquila son gente de fiar, quieren hablar con El Jefe Nazca. - ¿El Jefe Nazca? ¿por qué le llamas así a...? - Ahora te lo explico todo – interrumpió Quatre a su hermana – será mejor que vayamos al poblado, puedo sentir que padre está preocupado, vamos Trowa Heero – se volvió a verlos. - Hn. – fue la repuesta de ambos. - Duo, despierta – Dijo Quatre acercándose a Duo. - Mmmmmm, déjame un ratito más Quatre, mmmmm. estoy durmiendo muy a gusto aquí, está muy calentito y ... – murmuró Duo sin haberse despertado del todo, pensando que estaba en su lecho. - Eh! despierta, perezoso, que nos soy tu cama para que ronronees y acurruques en mi como su fueras un felino – dijo sonrojado y sorprendido Heero por el comentario de Duo. - Mmmmm desde cuando mis pieles habla y se mueven tanto.- dijo Duo aún dormido. - ¿Tus pieles?, ¡despierrrtaaaa! gandul no soy una cosa, muchacho del demonio. - Aaaaahhhhhh – gritó asustado por el grito de Heero, pero que pero que a a sucedido, yo ... yo estaba durmiendo muy a gusto cuando ... – se cayó al darse cuenta que todos le estaban mirando conteniendo la risa y viendo la cara roja de Heero que lo miraba entre sorprendido y enfadado. - O o lo siento, yo pensaba que estaba en mi cama y no encima de ti – se defendió Duo totalmente rojo al percatarse de la situación tan vergonzosa que había protagonizado. – lo siento. - Duo eres un caso – dijo Hilde secándose las lágrimas y sonriendo a la vez. - ¡Hilde, porque lloras, para algo! – exclamó Duo saltando del lomo del tigris de Heero al ver a su hermana llorando. - No te preocupes, es solo un malentendido, padre esta muy preocupado al ver que no regresabais. - Bueno esto... creo que se nos hizo un poco tarde, será mejor que vaya a hablar con él. – dijo Duo.
Al llegar al poblado el Jefe Nazca los esperaba junto con su esposa, se sorprendió al ver llegar a sus dos hijos junto a dos extranjeros. - Duo hijo estas bien – le dijo acercándose a Duo – me han dicho que estabas herido. - Errrr, no no padre estoy bien lo que ocurre es que me quedé dormido sobre Heero pero no estoy herido, jejeje – dijo avergonzado mirando a su padre mientras ponía la mano detrás de la cabeza. - ¿Dormido? ¿Heero? ¿quiénes son estos muchachos Heavyarms? – preguntó sorprendido el Jefe Nazca. - Bueno... verás es que estaba muy cansado y bueno, jejeje me quedé dormido, jejeje, aaahhh Heero es... bueno él... – señalado a Heero, es un guerrero del Clan Heavyarms que quiere hablar contigo. - Hijo mío eres de lo que no hay. - ¿Hijo?, ¿el Jefe Nazca es tu padre? – exclamaron los dos jóvenes Heavyarms mirando a Duo. - Eso quiere decir que Quatre también es... – dijo sorprendido Trowa mirando a Quatre. - Si yo también – dijo Quatre bajando la mirada, se sentía avergonzado por no haberles dicho quienes eran de verdad. - ¡Se puede saber porque demonios no nos lo dijeron – se enfadó Heero. - Es que... – intento hablar Duo ante la atenta mirada de su padre y su madre. - Verás joven – dijo el Jefe Nazca con voz enérgica– no es conveniente que digan a extraños quienes son, les podrían traer problemas por ello, por eso no se lo dijeron, tenían que estar seguros de sus intenciones. - Yo lo siento, no queríamos ofenderle, Jefe Nazca, mi compañero es un poco temperamental – dijo Trowa mirando seriamente a Heero. - Y bien, veo que sois del Clan Heavyarms, a que se debe que el Jefe Yuki mande a dos de sus hombres a mi clan. - ¿Conoce a mi padre? – dijo curioso Trowa. - ¿tu padre? – dijeron sorprendidos Duo y Quatre. - Err, pues si, nosotros tampoco les dijimos quienes éramos en realidad, todos pensábamos que éramos miembros ordinarios de nuestros clanes, jejeje. - Así que tú eres el joven Trowa, menuda sorpresa, jajaja. Tu padre me hablaba de ti y de tu inseparable primo que debe de ser este joven verdad. - Jejeje, si así es.- contestó Trowa. - Vaya vaya, cuanto has crecido – le dijo acercándose para abrazar a Trowa – la última vez que te vi no superabas la altura de mis rodillas, jajaja, además en los últimos Festivales del Sol siempre lograbas escapar para que tu padre no te buscase una prometida, jajaja. - Pues vera jejeje – dijo Trowa totalmente ruborizado al ver como parecía conocerle bastante bien. - Padre, por favor, no avergüences más a Trowa – intentó defender Quatre a Trowa al ver lo cortado que estaba. - Venga cariño deja a chicos, no les hagas pasar un mal rato, ya no son tan niños para que los trates así – dijo cogiendo a su marido del brazo para que soltase a Trowa – Hola ¿Trowa? No es así, mi nombre es Yuiren y soy la madre de Duo, Quatre, es un honor tener al hijo de nuestro gran amigo Yuki, por favor venid, será mejor que entremos a la cabaña, estaremos más cómodos. - Gracias señora Yuiren – dijo Trowa. - De nada hijo y por favor no me llames señora, me hace sentir muy mayor. - De acuerdo señ... quiero decir Yuiren. - Eso esta mejor Trowa. - Bien, entonces vayamos a la cabaña, según dijo Duo estos jóvenes han venido a hablar conmigo, ¿no?. - Si, así es padre - dijo Duo.
Todos los integrantes de la familia del Jefe Nazca se dirigieron a la cabaña del Jefe del Clan, una vez allí Trowa y Heero pusieron al corriente de los movimientos sospechosos del Clan del Norte y sobre la hipotética alianza que El Jefe Peacecraf y El Jefe Chang del Clan del Norte podrían tener y el pequeño accidente de Quatre, alegando un descuido por parte de éste. Durante la reunión del Jefe Nazca con el heredero del Jefe Yuki, Rashid y el grupo de hombres que había partido en busca de Duo y Quatre ya había llegado al poblado y fue informado del regreso de ambos jóvenes y se diría hacia la cabaña del Jefe del Clan. - Pues eso son los informes que nos han dado nuestros hombres, que han estado observando al Clan del Norte hasta ahora – decía Heero muy seriamente al Jefe Nazca. - Has hecho bien en estar al tanto de ese Clan joven Heero – alabó Nazca a Heero – es gente no se mueve porque si, tiene que tener un motivo y el hecho que se estén en tierras del Jefe Peacecraf no me sorprendería, ya todo el mundo sabe nuestra rivalidad aunque llevemos varios años en paz, lo que me extraña es que si tiene intención de volver a atacarnos con ayuda del Clan del Norte, porque insiste en llevar a cabo el compromiso de matrimonio. - ¿Compromiso de matrimonio?¿Qué compromiso? ¿Y con Quien? – preguntó Trowa. - Debido a un pacto hecho hace tiempo y por motivos que ya os contaré, uno de los hijos del Jefe Peacecraf debe casarse con Quatre o Duo? – dijo Nazca tristemente viendo a sus hijos como agachaban la mirada al mencionar el maldito compromiso. - ¡Duo o Quatre tienen que casarse! – gritaron Trowa y Heero a la vez. - A sí es, de esta manera nuestro Clan podrá vivir en paz, no habrá necesidad de pelear por disputas del pasado – comentó Duo en un tono de voz triste y si ánimos – seré yo quien tome esa responsabilidad, para Quatre sería muy duro. - ¡Eso es una estupidez! – se quejó Heero – tiene que haber una manera de arreglar las cosas sin que tengáis que casaros. - Vaya Heero parece que te preocupas por mí, digo por nosotros – se burló Duo. - No seas baka creído, lo digo por.. porque no es gusto que te impongan a alguien que no has elegido tú. - Eso lo sabemos, pero es mi deber velar por mi Clan. - Esto no tiene sentido – interrumpió Trowa, si quieren atacaros, ¿para qué quieren a Duo o a Quatre?. No es lógico a no ser que lo que quieras es... - Que quiera ¿qué? – preguntó Quatre con miedo a la posible repuesta. - A que lo que quiera es ver sufrir al hijo de su enemigo. Una vez que estén casado ni tu padre ni nadie podrá interferir en ese matrimonio. – dijo seriamente Heero - Suena duro, ahora lo veo claro, he sido un estúpido al no darme cuenta, pero aunque... – hizo una pausa Nazca – aunque supiera que Duo estuviera siendo maltratado o incluso..., si supiera que ha sido ultrajado con o sin el consentimiento del heredero Peacecraf... no podría hacer nada. Según nuestras leyes, Duo pasaría a ser propiedad del heredero de Peacecraf. - Esa basura de Peacecraf – comentó furioso Heero – conociendo como conozco a ese loco, estoy seguro que habrá convencido a su hijo Millardo para que sea él quien lleve su venganza a cabo, ese Millardo es un hombre sin escrúpulos, además estoy seguro que no acabará aquí, seguro que tiene pensado algo más. - Padre, no puedes permitir que eso suceda, Duo no puedes aceptar ese compromiso – miraba preocupado a su padre y hermano. - Quatre tiene razón, padre no puedes consentir que hagan daño a Duo. – dijo Hilde - Quatre tranquilo – dijo Trowa – no permitiremos que hagan daño a Duo, verdad Heero. - Tendremos que pensar en algo – dijo Heero – si tiene pensado atacaros podría querer atacar a otros clanes solo por ambición. Tenemos a varios hombres de nuestro clan observando los alrededores del clan Peacecraf, en cuanto descubran algo sospechoso se nos comunicará enseguida a través de nuestros susakos. - Me parece bien Heero – comento Nazca – pero vuestros hombres llamarán mucho la atención si los encuentran, vuestros tatuajes os delatan y sospecharán si os ven merodeando por la zona. Será mejor que vayan algunos hombres de nuestro Clan. Tenemos la excusa perfecta si nos descubriesen. - ¿La excusa perfecta, padre?. - Si Duo, estoy en todo derecho de investigar el Clan y la zona donde vivirá mi hijo una vez que se case, porque estoy seguro que querrá llevarte a su Clan. - Si es verdad, es una buena oportunidad de poder infiltrarse sin llamar la atención – dijo Trowa. - Bien pues así será, haré que se preparen para salir varios hombres de mi confianza, en dos días estarán en el Clan Peacecraf, - concluyó el Jefe Nazca - tendrán que averiguar lo que ocurre antes de que acabe el Festival, para después será demasiado tarde para reaccionar y poder evitar el compromiso. - Trowa – se dirigió Heero a su primo – escribiré a nuestros hombres para que ayuden a los hombres del Jefe Nazca para que den apoyo en las pesquisas. Aunque nos pudieran descubrir o identificar por nuestros tatuajes, estoy seguro que nuestros hombres no se dejaran ver. Podrán ayudarles en cualquier cosa y están mejor preparados por si hubiera algún enfrentamiento, no olvidemos que son de los mejores guerreros del Clan. - Me parece bien Heero – dijo Trowa – sé el apoyo de sus hombres Jefe Nazca ¿ Le parece bien? - Muy bien joven Trowa, que así sea, pero ahora, Duo, Quatre, llevar a Trowa y a Heero a la cabaña que utilizarán su Clan para El Festival y que descansen, podéis quedaros hasta el Festival, seréis nuestros invitados - Si padre – dijeron sus hijos a la vez, poniéndose de pie para mostrarles a sus invitados la cabaña asignada para ellos. - Si necesitan cualquier cosa no duden en decírselo a cualquiera de mis hijos, ahora descansen pronto anochecerá, ya os avisaran cuando la cena esté lista. - Errrrr, gracias Jefe Nazca es muy amable por la invitación, no queremos molestar ya que tenéis mucho trabajo con el Festival y no queremos incomodar. - No digas tonterías Trowa, además pronto comenzaran a llegar los miembros de los demás clanes. Y el que el joven Heero y tú estéis aquí me tranquiliza si ocurriese algo de improvisto y yo estuviese ocupado con cualquier cosa del Festival, el saber que estáis con mis hijos me una cierta tranquilidad, sé que los protegeréis de cualquiera que quisiera hacerles daño. No es así. - Por supuesto Jefe Nazca, si podemos ayudarle en lo que sea estaremos muy complacidos. - Gracias Trowa y además os considero como parte de mi familia, por algo sois el hijo y el sobrino de mi gran amigo Yuki. - Si, jejeje, es verdad – dijo un poco avergonzado Trowa. - Bien muchachos ir a descansar.
A los pocos minutos después los muchachos de dirigían a la cabaña asignada para el Clan Heavyarms. Todos iban en silencio, cada uno pensando en sus propios dilemas internos. La cabaña de los Heavyarms no estaba muy lejos de la cabaña del Jefe Nazca, tan solo a unos 300 metros de distancia. Una vez que llegaron Duo y Quatre les enseñó la cabaña y el río cercano para que pudieran refrescarse si lo querían.
- Esta es vuestra cabaña, si necesitáis cualquier cosa decírnoslo, estaremos en la cabaña que estaba junto la cabaña de nuestro padre – comentó Duo. - Hn – respondió Heero. - En cuanto la cena es... este lista ... mandarán a avisaros – dijo sonrojado Quatre intentando no mirar a Trowa a los ojos. - Bien, estoces hasta la cena – dijo Trowa sin apartar la vista de Quatre. - Has... hasta la cena – se despidió Quatre. - Hasta la cena chicos – dijo alegremente Duo, retirándose hacia su cabaña.
Trowa se quedó en la entrada de la cabaña hasta que perdió de vista a los dos chico, luego se dirigió al interior para intentar descansar un poco, aún sabiendo que no podría conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en su chico de cabellos rubios y ojos celestes.
- Sabes, Heero, ya he encontrado lo que andaba buscando. -¿Ehhhh? De que hablas Trowa. - ¿De que hablo?, ¿pues de que voy hablar?, de mi persona especial. Jamás pensé que sentiría esto por nadie y menos por un hombre. - ¿Un hombre? No estarás hablando de ese chico rubio, ¿no?. - ¿Te sorprende?..., ¿te sorprende que me haya interesado tan rápido por alguien que acabo de conocer? o ¿que sea un hombre?. - La verdad no me sorprende que sea un hombre aunque hubiese jurado que acabarías con una mujer, lo que me sorprende, es que estés tan seguro, que sea ese chico rubio la persona que buscabas, hace solo cuatro horas que lo conoces. - Primero ese chico rubio al que refieres se llama Quatre y segundo lo que sentí al conocerlo, tan solo al estrecharle la mano, fue algo que hizo que mi interior se estremeciera como nunca me había pasado con nadie. - Eso solo puede ser atracción física, el que te sientas atraído sexualmente hacia él no significa que le ames, es demasiado pronto. - Vaaa, que sabrás tú Heero tu solo piensas nunca siente, eres demasiado matemático para entender algo así. En una cosa tienes razón, puede que sea demasiado pronto para amarlo completamente y que me sienta atraído sexualmente hacia él pero estoy absolutamente seguro que es eso y algo más, algo más profundo que todo eso, lo siento dentro de mí. Es Quatre la persona con la que quiero parar el resto de mi vida y voy a pelear por él, si es preciso. - De acuerdo, si estas tan seguro te apoyaré. Con lo que aprecia el Jefe Nazca a tu padre no creo que haya ningún problema si le propones un compromiso entre vosotros. - Espero que no haya ningún problema al respecto pero aunque no me acepte como su yerno pienso llevármelo de todas maneras. - Vaya Trowa ahora si que me sorprendes hablando de esa manera, jajajaja, si te oyera tu padre le da un ataque – se rió Heero al escuchar la ocurrencia de su primo – en menudo lío te meterías por secuestrar al hijo menor del Jefe Nazca, eso habría que verlo, jajaja. - Si, si tu ríete pero lo digo muy enserio – dijo seriamente Trowa intentando que su primo dejase de burlarse de él – además creo que tú harías lo mismo si se tratase de Duo, ¿no primito?. - ¿Quuueeee? De que demonios estas hablando – dijo Heero seriamente dejando de reír al oír el comentario de Trowa. - ¡Jajaja! – se reía ahora Trowa – crees que no me di cuenta de cómo mirabas a Duo cuando iba contigo sobre Zero o como la sujetabas para que no cayese o incluso como lo hacías enfadar para poder seguir discutiendo y así poder seguir hablando con él, jajajaja, que iluso eres hasta Quatre se dio cuenta, jajajaja. - Eso no es verdad – dijo muy sonrojado Heero, intentando argumentar algo, de lo cual no estaba muy seguro. - Claro que es verdad Heero, jajaja – jamás te había visto perder los estribos con alguien y él lo a conseguido y tan solo en cinco minutos, jajajaja. Por mucho que me lo niegues o te lo niegues sabes que es verdad. Así que no me digas lo que sentir respecto a Quatre, cuando tú mismo sientes lo mismo por Duo. - Arrrggggghhh, cállate Trowa, déjame en paz me voy a dormir un rato, no me molestes si no es para avisarme que la cena esta lista, adiós – dijo Heero enfadado dirigiéndose a la zona de descanso de la cabaña refunfuñado cosas que Trowa no llegaba a entender mientras este se reía solo en la cabaña.
En otra cabaña. En la zona de descanso dos hermanos hablaban mientras estaba estirados descansando.
- ¿Aun te duele el tobillo Quatre? - Un poco pero pronto me pasará, no te preocupes Duo. - Siento lo ocurrido, no pensé que te impresionaría tanto mi broma... Te gusta mucho, ¿verdad?. - Eeerrrrrr, gustarme ¿quién? – dijo Quatre sonrojado poniéndose cada vez más nervioso. - No intentes disimular conmigo Quatre, te conozco muy bien y sé que te gusta Trowa, se te nota mucho hermanito, jejejeje. - Se me nota... quiero decir no.. no es verdad yo... - No te preocupes, me parece genial, Trowa se ve un chico encantador además estoy seguro que te cuidaría muy bien, es perfecto para ti y tu también le gustas, también me di cuenta de eso. - Pero no puede ser, yo... yo tengo que quedarme contigo no puedo tener una relación con nadie mientras tú... tú estés metido en este problema por mi culpa, snif snif... yo yo soy a quien Millardo quiere, snif snif, serás desgraciado por el resto de tu vida, snif. ¿como quieres que sea feliz si sé que he condenado a mi hermano a la infelicidad para siempre? Buaaaaaaaa. - Eh, eh, shhhhh, no llores Quatre no digas tonterías, sssssssshhhhhhh – abrazó a su hermano para consolarlo – esto no es tu culpa, venga no llores, sabes que me rompes el corazón al verte así, te quiero mucho Quatre, la decisión de ser yo el que cumpla ese compromiso es solo mía. - --Ya verás que todo saldrá bien. - Pero no es gusto, snif snif, porque nos tiene que pasar esto, no tenemos derecho a ser felices. - Claro que si Q-chan, ya verás como lo seremos, de una forma o de otro lo seremos. Prométeme que si Trowa te propone que seas su pareja, lo aceptaras. - Pero... - Nada de pero, prométeme que serás feliz, incluso si me ocurriera algo, prométeme que al menos tú y nuestras hermanas harán todo lo posible para ser felices, al menos vosotros – sigo esto último en un susurro abrazando fuertemente a su hermano- ¿me lo prometes?. - Si, snif snif, te lo prometo Duo. - Así me gusta Q-chan, ya verás todo saldrá bien – intentó autoconvencerse – y ahora alegra esa carita si Trowa te ve así se irá corriendo y habrás perdido a un hombre muy especial, jejejeje. - Jejeje, si es verdad, estoy horrible, jejeje, será mejor que descansemos un poco antes de la cena. - Si, uuaaaaaaaaaahhhhhhh (bostezo) estoy muerto, demasiadas emociones para un día eh Q-chan, jeje. - Si, uuuuuaaaaaaaaahhhhh (bostezo), es mismo te podría decir yo, jejeje. - ¿A que te refieres? - A Heero a quien me voy a referir, sé que te gusta hacer rabiar a la gente, pero con Heero creo que a sido algo diferente, como te lo diría... te gusto demasiado discutir con él. - Arrrrgggg, ese hombre me saca de quicio se cree que es el súper hombre, el guerrero perfecto. - Si ya sé, y por eso te quedaste dormido en sus brazos mientras veníamos hacía aquí. - Pero si yo me duermo en cualquier sitio, Q-chan. - Si te duermes en cualquier sitio uuuuuuuuuuuuuaaaaaaaaahhhh- bostezo mientras hablaba – siempre y cuando te sientes en un sitio a gusto pero nunca te habías dormido encima de alguien, jejeje. - Si, si lo que tu digas uuuuuuuuuuuaaaaaaaaaahhhhhh, ahora tengo sueño ya hablaremos de eso más tarde, buenas noches Q-chan. - Jejeje, buenas noches Duo.
En unos de los poblados cercanos al poblado del Jefe Nazca, dentro del Clan de Los Lagos. Unos jóvenes hablaban delante de una cabaña propiedad de uno de ellos.
- Vaya Millardo, cuanto tiempo que no nos veíamos o más bien cuanto tiempo que no me buscabas, ¿no?. - Veo que sigues igual que siempre querido Omi, no me has echado de menos – le dijo Millardo sensualmente a un joven de piel morena con unos ojos color chocolate que hacían juego con su larga trenzada cabellera. Era un joven atractivo de esbelta figura y facciones finas. - Echarte de menos, porque debería, solo bienes cuando buscas información o cuando tus demás amantes están ocupados y no pueden atenderte cuando su gentileza lo requiere. - Uuuuu, veo que ni chico preferido esta enfadado, lo siento – dijo haciendo el intento de acercarse a abrazarlo. - ¿Tu chico preferido?, ¡Ja!, no me hagas reír, no soy nada tuyo Millardo, desde siempre lo he tenido muy claro, no soy tan estúpido para creerme tus palabras. - Sigues enfadado por lo de la última vez Omi, lo siento mucho, ya te lo dije, tenía cosa que hacer. - Si ya lo sé, me lo dijisteis la última vez, pero no tenías tanta prisa para marcharte hasta que conseguiste meterte en mi cama. - Ya te lo expliqué, recordé que mi padre me esperaba en el poblado para algo urgente, sino sabes que me hubiese quedado contigo. - No digas estupideces, sé que no fuiste con tu padre, no me mientas, no creas que soy tan inocente, he tenido un gran maestro en desconfianza y malicia en cuanto a beneficio propio. - Pero si te digo la verdad, fui... - Fuiste a verte con una amante tuya de tu clan, tu guerrera inseparable, no me mientas desgraciado te vi con mis propios ojos, maldito... - Me seguistes – interrumpió sorprendido Millardo al ver como se enfurecía cada vez más su amante. - ¡Sí! Te seguí, me advirtieron centenares de veces, la clase de escoria que eres, pero yo no quise creerlos, que estúpido que he sido durante tanto tiempo, pero al final tuve que comprobarlo cor mis propios ojos, me dolió mucho al principio pero luego me alegre de haberlo descubierto. - Omi, yo... lo siento mucho nunca mi intención ha sido hacerte daño, me gustas mucho pero... - Pero no lo suficiente para retenerte, lo sé y no me importa, ya no. Te ame mucho Millardo luego ese amor se convirtió en odio y ahora... - ¿Y ahora que? - Ahora no lo sé, por un lado te odio por lo que me hiciste pero por otro lado... - Déjame compensarte, Omi. - No, para sufrir más, no gracias. - Pero Omi, tenia muchas ganas de estar contigo. - Si quieres acostarte con alguien búscate a otro de mi no conseguirás nada más. – se giró para adentrarse en su cabaña.
Millardo estaba sorprendido por el extraño comportamiento de Omi, éste siempre había sido bastante inseguro y muy manejable, pero ahora se veía firme en decisiones, la traición y los engaños que había provocado en el joven muchacho lo habían afectado mucho, le habían hecho madurar, ya lo era el joven inocente que con palabras dulces caía a sus pies, ese joven se había convertido en un hombre. En un primer momento se sintió mal por ser él el causante de dicho cambio en el carácter de su chico pero después lo pensó mejor, ese nuevo carácter le atraía, quería saber hasta donde podría llegar con el nuevo Omi. Así que decidió seguir al muchacho hacia el interior de su cabaña, encontrándolo en la zona de descanso sentado al lado de su cama mientras afilaba en una piedra el cuchillo de caza que llevaría para el Festival del Sol. - Omi, lo siento – dijo acercándose al joven y arrodillándose a su altura – me he comportado como un baka, admito que me encontraste con Noin, pero no fue planeado tuve que ir a mi poblado por un asunto de mi padre, Noin estaba allí y por una cosa y otra ocurrió, yo... - No tienes que darme explicaciones Millardo, no soy tu esposo ni pretendo serlo, ahórrate las excusas, no me interesan. - Esta bien, solo he venido porque quería verte solo es eso, no pienso forzarte a nada que tu no desees que pase, jamás te he forzado ha hacer nada, lo sabes. - Eso lo sé, pero me extraña, solo querías verme, pues ya me has visto ahora márchate – se levantó para preparar el fuego para calentar su cena. - Puedo pedirte un último favor, Omi. - Depende de lo que sea – de contestó desconfiado. - Puedo quedarme esta noche a dormir aquí, llevo todo el día de viaje y estoy reventado, puedo dormir en la otra punta de la cabaña, te prometo que no intentaré nada, te lo juró. - ¿Dormir aquí?...- hizo una pausa mientras se lo pensaba – esta bien dormirás al lado del fuego pero como intentes algo te echo, ¿de acuerdo?. - De acuerdo. Déjame ayudarte con la cena.
Al cabo de unas horas los dos jóvenes se preparaban para ir a dormir, durante el transcurso de la cena no hablaron mucho, solo de antiguas anécdotas que había vivido juntos y cosa sin importancia, la situación se había suavizado bastante, Omi ya no estaba a la defensiva y Millardo quería aprovechar la ocasión para volver a tener a su Omi entre sus brazos, sentía una debilidad especial por ese chico, aun sin saberlo.
- Buenas noche Millardo, si necesitas algo me avisas. - Eeehhh, si vale, buenas noches Omi y piensa en mi cuando duermas – le dijo con malicia viendo como aun hacia sonrojar al muchacho.
Omi se dirigió hacia su cama con la intención de acostarse, se sentó en su cama pero no se recostó, esperaría que se acostara Millardo, no le perdería de vista hasta que no se quedara dormido, no se fiaba de él. Al ver que Omi no le quitaba la vista de encima decidió llevar a cabo su plan de seducción. Estiró la piel que Omi anteriormente le había dado para dormir, y la puso junto al fuego, en un lado donde Omi tuviese una perfecta visión de lo que haría. Primero se quito la cinta ornamental de la frente, dejando libre su cabellera rubia, después de manera sensual y muy lentamente se fue quitando los brazaletes de cuero de los brazos, piernas y tobillos. De manera que Omi no se diera cuenta Millardo le iba observando de reojo comprobando que su chico no perdía detalle de los movimientos eróticos que hacía, pudo comprobar que el rostro de Omi estaba rojo y su respiración empezaba a acelerarse. Sabía como excitar a su amante y esto solo era el principio. Una vez que deshizo de todos los ornamentos, comenzó a desatarse la cuerda de cuero que sujetaba la piel de la cintura. Omi estaba estático aunque tu cabeza le decía que todo aquello era una trampa para caer otra vez en los brazos de Millardo, otras partes de su cuerpo reaccionabas de manera contraria. La temperatura de su cuerpo empezaba a ser sofocante, Millardo sabía muy bien como excitarlo hasta el extremo, siempre de una manera o otra hacía que se excitase hasta que él era quien pedía que lo poseyera. Estaba hechizado por la belleza de Millardo, por mucho rencor u odio que sintiera por él no podía negar que aún le atraía mucho, deseaba volver a entregarse nuevamente a él. Millardo al ver que seguía siendo observado, se giró levemente de espaldas a Omi aunque aún tuviese buena visión de su perfil y parte delantera e insinuando su espalda y trasero. Cuando consiguió desatar la cuerda de cuero la dejo caer al suelo viendo como la piel de su cintura caía resbalando por sus piernas firmes hasta la piel del suelo. Omi no podía articular palabra, estaba absorto ante la imagen del Millardo desnudo ante él apenas unos metros de distancia. Su erección ya era bastante notoria e intentaba que Millardo no se diera cuenta de ella. La situación se le escapaba de las manos, si esto seguía así no podría contenerse por mucho, hacía muchos meses que no tenía contacto sexual con nadie y el comportamiento de Millardo no ayudaba demasiado. En un intento por calmarse se estiró en su cama y se tapó hasta la cabeza, tenía que dejar de mirarlo o le saltaría encima. Al ver la reacción de Omi sonrió, el plan le estaba saliendo a la perfección, sabía que Omi estaba a punto de pedirle que se metiera con él en la cama, solo faltaba el toque final. De saco que trajo en el viaje sacó un tope con un ungüento blanquecino con un olor mentolado que pronto se esparciría por toda la cabaña. Ese ungüento se utilizaba para los golpes o incluso para friegas para aliviar los dolores musculares. Cuando lo tubo en sus manos comenzó a extenderlo por todo el cuerpo, de los brazos hasta las piernas con un masaje circular lento, de vez en cuando soltaba un pequeño gemido con la intención que lo oyese Omi de esta manera excitarlo más. Sin poder contenerse Omi de manera lenta se giró para poder ver de reojo lo que hacía Millardo. Lo que vio lo dejó más aturdido que una estampida de Yuaks, allí los pies del fuego Millardo desnudo completamente se extendía sensualmente el ungüento por todo su cuerpo. La piel de Millardo brillaba intensamente gracias a la crema de su piel y la iluminación del fuego. Tenía los ojos casi cerrados con una expresión entre dolorosa y placentera. Restregaba sus manos por todo el cuerpo desde sus brazos, pecho, abdomen saltado a sus muslos y piernas, así varias veces hasta que en una de ellas se detuvo en sus partes íntimas. Omi estaba apunto de explotar, ya todo le daba igual solo quería sentir el placer que solo Millardo le hacía sentir, sin darse cuenta Omi comenzó a acariciarse lentamente, era tanta la excitación que le dolía terriblemente por los meses de abstinencia. Por otro lado Millardo viendo como un movimiento sospechoso se realizaba bajo la piel de su amante, decidió apresurar su actuación, no quería que Omi se divirtiera solo, sabía que a Omi no le quedaría mucho para llegar a su orgasmo. Millardo comenzó a masturbarse descaradamente girándose para que Omi tuviese un vista completa de sus actos, gemía descaradamente y ya no se escondía para mira a los ojos de Omi, la excitación era tal que la razón se les nubló ambos. Omi se giró quedan bocaarriba mirando fijamente a Millardo a los ojos, ya no quería esconderse, había vuelto a caer en la trampa de Millardo pero le daba igual. Los dos se seguían masturbando sin despegar sus miradas y gimiendo a la vez, habiendo que se excitaran por los gemidos del otro. Había ganado, Millardo lo supo con tan solo ver la mirada de deseo que tenía Omi, se fue acercado lentamente a la cama de Omi, si hasta ahora no había dicho nada por cortar la situación sabía que ahora aunque quisiera no podría contenerse, los dos estaban demasiado excitados para hacerlo. Millardo se acercó hasta quedar a la altura de la cabeza de Omi y se dispuso a besarle en los labios, necesitaba volver a sentir y a saborear esos labios tan dulces.
- Omi..., no sabes... cuanto te deseo. - Eres... eres... un maldito desgraciado. – era tanta la excitación que no podía hablar, en un arranque de pasión, se lanzó al cuello de Millardo, para atrapar los labios de Millardo con los suyos en un beso lleno de pasión y lujuria descontrolada.
Millardo era quien dominaba la situación, el beso cada vez se hacía más feroz, había una lucha por el dominio, las lenguas de ambos recorrían cada rincón de sus bocas mientras que sus manos recorrían el cuerpo del otro con un hambre que en ese momento no encontraba como saciarse. Mientras se besaban Millardo llevó sus manos para podes aflojar del todo la piel que cubría la cintura de Omi ya que éste no llego a quitársela del todo cundo se acostó en su cama. Entre bese y beso se podían oír los gemidos de los dos, tan solo se separaron cuando comenzó a faltarles el aire para respirar.
- Déjame... ahahah – jadeaba – compensarte... por todo lo que te hecho hasta ahora..., si quieres... ahahaha, luego no te molestaré más... - Sabes... ahahaha, ya no te creo nada.... pero ya no me importa... te necesito ahora... Millardo sonrió, había conseguido que Omi cediese, se volvió recostar en la cama arrastrando a Omi consigo quedando él encima de Omi. Antes que Omi pudiese volver ha hablar, atrapó de nuevo sus labios, fue un beso más intenso que el anterior, la lengua de Millardo recorría toda la boca de Omi, cuando estuvo saciado recorrió con besos y pequeños mordiscos la zona de su boca resbalando por la barbilla y por su cuello. Se dedicó a succionar la zona entre el cuello y el hombro de Omi haciendo que se estremeciera de placer, mientras sus manos recorrían toda la espalda hasta llegar a sus nalgas, apretándolas contra si mismo para tener un mayor contacto con la entrepierna de se amante. La tensión entre ellos era mayor, instintivamente Omi se refregaba más contra el cuerpo de Millardo y este aprovechaba para acariciar y estimular más presa. Fue descendiendo con la lengua desde la clavícula hacia el pecho de Omi, mientras estimulaba con una mano el pezón izquierdo hasta hacerlo endurecer con la boca trataba el otro pezón, lo mordía levemente mientras de vez un cuando lo succionaba hasta dejarlo lo más sensible a sus caricias, una vez conseguido le devolvió en mismo trato al otro pezón. Omi cada vez gemía más alto y se retorcía entre sus brazos, intentaba decir algo pero no se le podía entender nada. Al notar que sus pezones estaban lo suficiente receptivo volvió a descender por el centro de su vientre mientras que con sus manos acariciaba la parte interna de sus muslos sin llegar a la zona más sensible provocando que Omi se desesperase más a cada minuto que pasaba.
- Aaaaaaaaahhhhhhhhh Millardo no juegues más conmigo aaaaaaaahhhhhhh, quiero aaaaaahhh sentirte ya aaaaaaaaahhhhhhh, tómame. - No seas impaciente encanto, mmmmmmmm, esto es parte de la diversión. - El oír como gemía y le pedía que lo tomase lo estaba volviendo loco, hasta ahora jamás Omi había estado tan receptivo con sus caricias, le estaba costando controlarse. Se dedicó a pasar la lengua por el ombligo de Omi jugueteando con él, sus manos ya se acercaban peligrosamente a la entrepierna de su amante. Las manos de Omi se enterraron en la larga cabellera rubia de Millardo, le acariciaba e intentaba guiar los movimientos de la lengua de Millardo hacia el centro de su cuerpo. - Desear que te devore, precioso, mmmmmmm - Aaaahhhhh Mi... Millardo... no pares ahora... sigue... quiero... quiero aaaahhhh, que me la chupes, aaaahhhhh.... - ¿Quieres que te chupe? Eres un niño muy malo, mira como estas, jamás te había visto tan excitado, mmmmm, te ves delicioso. - Millardo, aaaaahhhhh... hazlo por favor, te necesito... aaaaahhhhh. - Esta bien lo haré pero luego no te quejes, mmmm.
Sin más preámbulo se dirigí a la entrepierna de Omi, primero jugueteo con la lengua, la pasaba desde la punta del glande hasta la base, así varias veces ensalivándola bien, luego se dedico a pasar la lengua por todo el glande, lo recorría con delicadeza, se lo metía en la boca para luego sacarlo haciendo una pequeña presión en el glande. Omi se retorcía de placer, sin previo aviso deslizo todo el miembro de Omi en el interior de su boca, lo succionaba con fuerza pero sin hacerle daño mientras que con su mano derecha se ayudaba para masturbarlo con mayor intensidad, con la otra mano le acariciaba las nalgas.
- ¡Aaaaaaaaaahhhhhhh, Millardo eres... eres fantástico.... aaaaaahhhhhhhhh!
Los movimientos de su boca eran cada vez más rápidos y más profundo, si seguía con ese ritmo Omi se correría enseguida. Podía sentir la piel suave del miembro de Omi en sus labios, tenía un sabor dulce, era exquisito, el ritmo se estaba volviendo sofocante para ambos, Omi no paraba de gemir y de retorcerse. Antes que Omi llegase al clímax Millardo se aparto del miembro endurecido de Omi, oyendo un gruñido de frustración por parte de su amante, ante él tenía una imagen maravillosa, su amante tendido sobre unas pieles totalmente desnudo, sonrojado por el calor y la excitación, cubierto por una fina capa de sudor y las piernas semiflexionadas, observándole fijamente y con su miembro brillante por su propia saliva y por el liquido que segregaba Omi. Era hermoso.
- Ven – le dijo Omi a Millardo, extendiendo su mano para que se acercase y se tumbase a su lado – ahora me toca a mí devorarte – le comentó con una sonrisa malévola.
Una vez tumbado se sentó sobre la cadera de Millardo frotándose intencionadamente sobre el miembro endurecido y dolorido de Millardo. Mientras se frotaba se inclino para besar los labios de su amante, recorría con su lengua toda su boca haciendo el mismo recorrido que anteriormente Millardo había hecho en él. Succionó con tan intensidad en le cuello de Millardo que incluso le dejó un chupetón provocado los gemidos de los dos hombres. Dejó un camino marcado por su saliva desde el cuello de Millardo hasta sus pezones, allí se dedico a endurecerlos con sus dedos y con su lengua. La necesidad de llegar a la etapa que ambos deseaban se estaba volviendo una tortura para los dos. Las manos de Millardo sujetaban la cintura de Omi guiando lo movimiento de frotación de sus entrepiernas, sus respiraciones y sus latidos eran cada vez más acelerados. Omi se fue deslizando hacia abajo para poder atrapar con su boca el miembro erguido de Millardo, una vez lo tubo delante de sus labios no espero ni un minuto más, se lo introdujo por completo en su boca, oyendo como reacción por parte de Millardo un gran gemido que le fue imposible contener.
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhh... Ommmiiiiiiii... aaaaahhhhhh!
La succión de Omi era intensa y profunda, quería volver a saborear el sabor tan especial de Millardo en su boca, lo deseaba y mucho. Omi estaba haciendo un trabajo magnífico, si seguía así acabaría pronto y esa no era su intención, sin que se diera cuenta y con un poco de trabajo, por las sensaciones que estaba sintiendo, Millardo consiguió que Omi se girarse sin dejar de hacer lo que estaba haciendo y lo colocó encima de él en posición 69, y sin preámbulo se volvió a introducir el pene de Omi en la boca, succionado con la misma intensidad que Omi se lo hacía a él. Estuvieron en esa posición durante varios minutos más. En un momento dado Millardo alargo la mano para poder coger el frasco con el ungüento que se había frotado todo el cuerpo anteriormente, mientras con la ayuda de su otra mano y luego con su lengua se dedicó a preparar la entrada de su pequeño. Ya no aguantaba más, sino lo hacía ahora sería demasiado tarde. Primero introdujo un dedo ensalivado, al introducirlo pudo notar como se tensaba el cuerpo encima de él, inició un pequeño masaje interno para tratar de relajarlo y así poder continuar con la preparación, una vez se había relajado Omi prosiguió con un segundo dedo, encontrando un poco de resistencia, sería mejor utilizar el ungüento, ayudaría a lubricar la zona, no quería lastimarlo. Volvió a introducir los dos dedos pero ahora con el lubricarte, los dedos entraron sin dificultad, podía oír los gemidos de placer y dolor de Omi, esos gemidos eran como música para sus oídos. Empezó con un movimiento lento, empujaba y sacaba los dedos lentamente con un movimiento casi circular, así lo estuvo habiendo mientras iba introduciendo un tercer dedo. Omi había dejado de masturbar oralmente a Millardo, cosa que agradeció sino hubiese llegado al clímax precipitadamente, y se dedicaba a gemir y a sentir lo que Millardo le hacía. Ya estaba preparado para la mejor parte, Millardo hizo girar a Omi para tumbarlo en las pieles, una vez tumbado se posicionó entre las piernas de Omi para poder penetrarlo sin hacerle demasiado daño, pero antes de hacerlo le miró a los ojos.
- Hazlo... Millardo, quiero que lo haga – le dijo imaginando lo que podría estar pensando – esta vez te pido yo que lo hagas. - Muy bien pequeño, quiero volver a sentirte, mmmm, esta vez no pienso marcharme podremos estar toda la noche juntos.
Sin decir nada más y con ayuda de su mano guió su miembro hacia la entrada de Omi, penetrándole lentamente.
- ¡Aaaaaaaahhhhhhhhhh, Millardo!
Millardo empujaba lentamente para después retirarse parte del recorrido avanzado para después volver a empujar un poco más, así lo estuvo haciendo hasta que se introdujo completamente en Omi.
- ¡Aaaaaaaahhhhh! – dijeron los dos a la vez.
El calor interno que desprendía Omi estaba volviendo loco a Millardo, se quedó un momento quieto para que Omi se pudiese amoldar a su intrusión, después inició un vaivén lento aumentando la intensidad y la profundidad según sus cuerpos lo reclamasen. Las sensaciones que recorrían los cuerpos de los dos amantes se volvían cada vez más intensas, Millardo arremetía más fuerte, los brazos de Omi se aferraban a la espalda de Millardo con firmeza mientras que sus piernas rodeaban la cintura del rubio haciendo presión para una penetración más profunda. En toda la cabaña solo se podían oír los gemidos ahogados en el placer que sentían.
- Aaaaaaaaahhhh..., siiiiiiiii...., sigue no pares Millardo..., aaaaaaahhhhh..., más siiiiigueeeee. - Aaaaaaaaahhhhh..., Ooooommmiiiiii, eres maravillosoooo, aaaaahhhhh, asssiiiiiii, ooooohhhh. - Aaaaaaahhhhhh, Mi... Millardo, esta.... aaaaahhhhh, esta vez,... será la... la última vez, aaahhh. - No... aaahhhh, no digas nada más, aaaahhhh, por favor, aaaaaahhhhhh, ssssshhhhh solo siente.
Las embestidas eran cada vez más rápidas, no tardarían en llegar al clímax, el placer los desbordaban. Los movimientos se volvieron más salvajes, más irregulares, se devoraban mutuamente. Bebían de los labios del otro, sus lenguas luchaban en una guerra sin cuartel, apenas podían respirar. En un momento dado se escuchó un gran alarido de placer por parte de ambos, hubo tal concentración de sensaciones, de placer contenido que sus cuerpos no pudieron contener más la situación. Millardo inundó las entrañas de Omi con su semen mientras que Omi roció los vientres de ambos con su semilla. Después de tal erupción de placer, se quedaron inmóviles intentando regularizar sus latidos y respiración. Poco a poco Millardo fue saliendo de Omi para queda acostado a su lado mientras lo abrazada y lo acurrucaba contra su pecho, para poder descansar los dos en la tranquilidad de la noche. Una vez pasada la tormenta y vuelta la cordura a la mente de Omi se dio cuento de lo que había hecho, había vuelto a caer en las garras de su "ex amante".
- "He sido un baka, me prometí no volver con él y mírame, aquí estoy de nuevo, baka, baka, baka. No soy capaz de resistirme pero esto tiene que acabar ya" – pensaba Omi mientras descansaba en los brazos de Millardo. - ¿Ocurre algo?, Omi. - No nada, solo estaba pensando – le contestó separándose de él. - Si no ocurre nada, ¿por qué te levantas?. - Tienes razón, me pasa algo y ¿quieres saber que es, que me pasa?. - Claro que quiero saber que te pasa – dijo Millardo extrañado por el tono irónico que utilizó Omi. - Pues verás, lo que me pasa se llama Millardo. - ¿Millardo? ¿a que te refieres? - Pues verás, lo que ocurre es que estoy harto que me busques solo para acostarte conmigo, ya no soy el chico inocente al que puedes engañar... - De que estas hablando, esta vez no te he engañado... - Tu lo has dicho – le interrumpió Omi – esta vez, pero eso ya da igual. En esta ocasión sabía a lo que me exponía y lo he aceptado, no puedo negar que aún me gustas, me atraes demasiado. - Entonces, ¿cual es el problema?. - No voy a ser tu juguete más Millardo, sé que me utilizar y ya no me importa, fui un baka al pensar que podríamos llegar a ser algo más, que te interesaba no solo sexualmente. - Y no es así, me interesas Omi de verdad, reconozco que me he portado muy mal contigo pero puedo cambiar, me gustas mucho yo... - No Millardo no te esfuerces, sé lo de tu compromiso con los hijos del Jefe Nazca – dijo agachando la cabeza para no verle la cara. - Yo..., yo Omi... es mi padre él me a obligado a... - Te he dicho que no te esfuerces – le interrumpió – a ti nadie te puede obligar a nada. Eres demasiado independiente para que te obliguen ha hacer algo así, si lo haces es porque sacas algo de todo esto y no me interesa saberlo. - Tienes que darme una oportunidad, podemos arreglar esta situación para poder seguir viéndonos... - Ja, solo te preocupa que podamos seguir viéndonos, eres patético, hasta ahora no me había dado cuenta, es que no te estas oyendo, parece que estés pidiendo limosna – se burló Omi dolido, las conversaciones se estaba volviendo más acalorada con cada comentario hiriente de cada uno, sobretodo por parte de Omi. - Creo que te estas pasando de listo – comenzaba a enfadarse, las cosas no estaban saliendo como él quería – no olvides con quien estas hablado muchacho. - O sí, por supuesto mi señor – dijo irónicamente mientras salía de la cama recogiendo sus pieles para vestirse – ha sido una grosería por mi parte Peacecraf-sama. Sabes una cosa Millardo en el fondo me das lástima. - ¡¿Lástima?! – gritó exasperado levantándose de la cama y recogiendo también su vestimenta. - Si lástima, porque si sigues con esa forma de tratar a tus amantes y a los que te rodean, te quedarás solo. No todo el mundo tiene la paciencia para soportar tus desaires y más aún, nadie tiene "la necesidad" de aguantar "tus caprichos"- dijo recalcando las últimas palabras mirándolo fijamente. - Tu no eres nadie para hablarme de esa manera- le dijo enfurecido agarrándole de una muñeca mientras lo miraba fijamente, intentando asustarle. - Tus amenazas ya no me asustan Millardo. Puedes quedarte a dormir en mi cabaña – dijo soltándose de su agarre y comenzando a caminar hacia la salida de la cabaña, parándose en la entrada y girándose para acabar de hablar – tómalo como mi último favor yo me marcho, será mejor así. Ah! Por cierto no quiero quitarte el mérito, lo de hace un rato estuvo genial aunque me temo que no se volverá a repetir. Adiós Millardo y cuídate. – se marchó. - Maldita sea – hablaba solo maldiciendo la situación – como es posible que me pase esto, ese condenado de Omi, como se ha atrevido a despreciarme de esa manera, arrrrggggghhh. Donde demonios he puesto la bolsa con mis cosas, mierda.
Millardo se vistió lo más rápido posible, quería irse de allí lo más rápido que pudiera, era la primera vez en su vida que un amante lo trataba de esa manera y no le gustó para nada. Ahora sabía como se sentían sus víctimas cuando él las trataba tan fríamente como Omi lo había tratado a él. Y lo que más le dolía de todo era que en el fondo le gustaba Omi, más que cualquiera, pero lo había perdido por su comportamiento altivo y sin escrúpulos. Una vez recogido todas sus pertenencias se disponía a marcharse del poblado de Omi, se iría al poblado del Clan del Jefe Nazca, necesitaba averiguar si todo ese lío del compromiso valía la pena, tendría que haber algo bueno en todo esto que le compensase los dolores de cabeza que le estaban provocando. Salió de la cabaña maldiciendo por dentro, no podía dejar de pensar en todo lo que le había dicho Omi, "...si sigues con esa forma de tratar a tus amantes y a los que te rodean, te quedarás solo"..., - ¡Ja!, estupideces – iba caminando dirección a donde se encontraba su Rex (animal prehistórico parecido al dinosaurio Rex pero de menor tamaño, utilizado para carga y transporte ágil y veloz) que estaba atado, descansando justo los demás saurios, cerca del riachuelo que rodeaba el poblando. Cargó su animal con sus cosas y se dispuso a marcharse cuando. - Vaya, vaya que tenemos aquí, si es el todopoderoso Millardo Peacecraf, se puede saber que hacer tan lejos de tu poblado, jajajaja- dijo una voz irónica a sus espaldas haciendo que se girara. - Tú, que haces aquí, tendrías que estar en Los Picos Blancos, Noin no habló contigo, alguien te podría reconocer. - Tranquilo, tranquilo no te sulfures, parece que uno de tus amantes no ha querido jugar contigo esta noche, pareces un poquito... como lo diría... un poquito tenso – dijo la voz con burla. - Cierra la boca grandísimo baka – re respondió con una mira asesina. - Jajajajaja, vaya esto es nuevo, jajajaja, creo que he acertado, jajajaja.... - Te he dicho que te calles – le dijo amenazante acercándose para intentar aunque fuese a golpes borrar la risa burlona que tenía en la cara. - Venga, jaja – intentó contener la risa – venga hombre, solo fue una broma, no tenía intención burlarme de ti. - Seguro que si – se calmó volviendo hacia su Rex para poder marcharse – no me vas a decir que haces aquí, te arriesgas mucho al estar aquí. - No te preocupes, dudo que alguien pueda reconocerme sin ver mis emblemas, recuerda que nadie que este vivo, me ha visto para reconocerme o saber quien soy, a no ser que sea mi gente o mis aliados, claro esta. - Puede que tengas razón, pero no quiero correr riesgos, si se supiera que tu clan y mi clan se ha aliado para destruir en clan del Jefe Nazca, estaríamos en problemas. - No lo creo, pero bueno, solo he venido para ver si hay algo interesante por aquí antes de arrasar el territorio de Los Lagos, tu me entiendes, ¿no?. - Ja! puedo imaginármelo, por aquí se encuentran las mayores bellezas de toda la región si es ha eso a que te refieres. - Acertaste, amigo mío, pero y tú, que hacer por aquí, no tendrías que estar preparando tu compromiso con el hijo de Nazca. Aunque no entiendo porque tienes que casarte con él si lo que quieres es destruirlo a él y a su familia. - Si, tienes razón pero tenía que arreglar un asunto pendiente. - ¿Un asunto pendiente en este pequeño poblado?, ¿no querrás decir con algún amante pendiente?. - Jejeje, si tienes razón, ya sabes como son estas cosa, es lo malo de ser un hombre tan solicitado además que lo del compromiso lo hago por mi padre, a mi no me interesa los problemas que tenga con ese clan. - Bueno eso ya lo sabrás tú lo que haces, nosotros nos marchamos, queremos pasar por un poblado de aquí cerca antes que amanezca. - ¿Pasareis por el poblado de Nazca?. - Lo más seguro que sí. Es bueno evaluar a mis enemigos antes de atacar, cuanto más información tengamos de ellos más fácil será vencerlos. - ¿No te reconocerán? - No creo, conozco al Jefe Nazca y a sus hombres de oídas, jamás nos hemos enfrentado, nuestros clanes no han tenido ninguna confrontación directa, solo una vez y de eso hace más de setenta años, cuando mi abuelo era el Jefe de mi Clan, por eso dudo que alguien nos pueda reconocer. - Bueno de todas maneras será mejor que no os vean, yo me voy directo a ver a mi futuro esposo, tengo curiosidad por conocerlo. Sin necesitáis cualquier cosa hacérselo saber a Noin, yo me quedaré en le Clan del Jefe Nazca hasta que finalice el Festival del Sol, con la excusa de querer conocer a mi esposo, así aprovecharé para ver como está la situación allí y que necesitaríamos para poder acabar con ellos, ya sabes que comen, que beben, la organización que tienen, los con que cuentan, etc. - Me parece bien pero eso déjanoslo a nosotros estamos más acostumbrados ha hacer ese tipo de trabajo, no nos gustaría que por hacerte el machito estropearas el plan. - No te preocupes listillo, sé lo que hago. - Eso espero, no me gustaría tener que deshacerme de un buen aliado, por estropearme una buena recompensa. - Me estas amenazando. - No, solo te advierto, bueno, nosotros nos marchamos, hasta pronto don Juan. – se burló riéndose, mientras se alejaba rápidamente hacia los poblanos cercamos. - Maldito %&$"ª&%$··- murmuraba para si mismo, mientras se preparaba para marcarse.
Cerca de allí en una cabaña cercana al arroyo un joven escondido en las sombras de la noche no daba crédito a lo que acababa de oír.
- No puede ser, no me lo puedo creer, sabía que eras mentiroso y calculador pero esto... esto es demasiado, no voy a permitir que destruyas a mi gente, tengo que avisar de inmediato al Jefe Nazca. Millardo pagarás por esto y por lo que me has hecho. Me has utilizado – lloraba en silencio para no ser descubierto.
Omi corría a toda prisa hacia su cabaña, tenía que preparar sus cosas lo antes posible, tenía que llegar antes que Millardo y avisar de las intenciones que tenía el Clan Peacecraf respecto al compromiso y del inminente ataque por parte de los nuevos aliados del clan Peacecraf. Al cabo de varios minutos Omi ya corría velozmente hacia el poblado del Jefe Nazca, con su Rex por los senderos y atajos que conocía desde que era pequeño, con un poco de suerte llegaría antes que él y si no esperaría el momento adecuado para informar de lo sucedido al Jefe Nazca, seguro que él sabría que hacer y como castigar al desgraciado de Millardo por intentar destruir a su clan.
Continuará...
Este es otro de mis capítulos, espero que les haya gustado. Un saludo hasta pronto. Los personajes de Gundam Wing no me pertenecen, no obstante incluiré algún que otro personaje según valla transcurriendo en la trama de la historia. Advertencias: Escenas: Cómicas, Angs., Lemon Yaoi., según capítulos. Época: La historia transcurre en la prehistoria, antes de cualquier época de civilización moderna.
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