Instintos

Cap. 9

Un nuevo día había comenzado, el sol lucía brillante y los habitantes del poblado Shina se levantaba algunos mejores que otros. En la cabaña de los invitados los primeros en levantarse fueron Quatre, Trowa y Heero, después de asearse se dirigieron hacia la cabaña-comedor para desayunar, tan pronto como se levantasen los demás y desayunasen partirían hacia en poblado de Los Lagos. Habían pasado una hora cuando el resto de los chicos de despertaron y fueron a desayunar, el desayuno fue en abundancia. Hilde con ayuda de Duo después de desayunar y sin haber visto a los demás fueron a buscar los vestidos para la ceremonia de dentro de dos días mientras los demás preparaban los tigris para el viaje. - Quatre, Trowa – los llamó Hilde tras regresar de la cabaña del jefe Mioyan – tengo que contaros una cosa. - Dime Hilde – contestó Trowa. - Verás... – dijo un poco temerosa por la reacción del chico al saber lo que les tenía que decir – yo anoche... - ¿Sí? – dijo curioso Quatre al ver tan nerviosa a su hermana. - Yo... anoche estuve hablando con Wufei-san. - ¿Y? – preguntó Trowa. - Estuvimos hablando de mí y de él y... bueno... yo le invité a venir a ver el Festival del Sol. - ¿Queee? – grito sorprendido Quatre - ¿sabes lo que acabas de hacer? - Es que... yo no creo que sea un salvaje del Norte Quatre, conmigo se ha comportado muy correctamente, no es un bárbaro como esos que dicen. - Hilde – interrumpió Trowa – no quiero que te enfades pero creo que no estas siendo objetiva. - ¿Objetiva? - Si, a ti te gusta Wufei y no quieres hacerte a la idea que pudiese ser nuestro enemigo. - No... no es eso Trowa, yo. - No pasa nada, lo hecho hecho está, mirándolo de otra manera así lo podremos controlar más. - Pero esos será muy arriesgado – comentó Quatre. - Si, pero es la única solución por ahora, el negarle la invitación de Hilde levantaría más sospechas. - Lo siento – dijo apenada Hilde – pero no creí que fuera peligroso, el se ha comportado muy bien conmigo. - Puede que esté fingiendo, no has pensado eso Hilde – le dijo Trowa. - No creo, se ve que es sincero, no me mentiría. - Pero no lo conoces – le recriminó Quatre. - Sé que casi no lo conozco pero sé que no me haría daño. - Bueno..., eso ya no tiene importancia – dijo Trowa – será mejor que nos vallamos al poblado cuanto antes, quedaros aquí hasta que regrese, ir cargado los tigris con los trajes y la bebida para el viaje mientras yo iré a ver si Miwa puede viajar, sino lo tendremos que dejara aquí para que se recupere. - De acuerdo nosotros prepararemos los animales para el viaje – dijo Quatre. - Muy buenos días – saludó Duo a sus hermanos con una enorme sonrisa - ¿verdad que hoy hace un día hermoso?. - Vaya Duo si que estas contento esta mañana – dijo Quatre sonriéndole. - ¿Verdad que es extraño Quatre? – preguntó Hilde – cuando fui a despertarlo esta mañana se levantó de inmediato y sin rechistar y además ha estado sonriente toda la mañana, hacía días que se le veía tan contento. - Quizás anoche le ocurrió algo importante – comentó mirando con Duo se sonrojaba a más no poder - ¿me equivoco Duo? – dijo con picardía, en cuanto lo vio pudo notar que Duo estaba realmente feliz, el haber pasado la noche con Heero le había hecho enormemente feliz. - Yo... no me ha... pasado nada... porque los dices – intentó disimular cosa que no consiguió. - ¿Seguro? – preguntó Hilde adivinando el porque de la reacción de Duo. - Cla... claro que estoy seguro. - Bueno, bueno, será mejor que nos apresuremos debemos partir cuanto antes – comentó Quatre. - Esto... Q-chan has visto a... – intentó preguntar a Quatre sin mostrar nerviosismo. - ¿A Heero? – interrumpió a Duo viendo como éste asentía – está allí – dijo señalando a su tigris Zero que se encontraba un poco alejados de ellos. - Gracias Q-chan, no tardo ahora vengo y os ayudo – dijo alejándose hacia Heero sonriente. - Q-chan ¿Esos dos...? – preguntó sorprendida Hilde - Sí, por fin esos dos se han arreglado, jeje.

- Bu... buenos días He-chan – dijo Duo acercándose nervioso a Heero - ¿has dormido bien? - Hn. -¿Ocurre algo? – preguntó preocupado al ver como intentaba no mirarle a la cara y por el rostro serio de Heero. - No ocurre nada, apártate – dijo secamente empujando a un lado a Duo – tengo cosas que hacer. - Pe... pero... ¿he hecho algo malo? ¿estás enfadado conmigo? – preguntó Duo, algo dentro de él intuía que algo andaba mal. - Quieres callarte y salir del medio – chilló Heero llamando la atención de Quatre y Hilde. Heero se sentía muy mal por tratarlo de esa manera pero era necesario, le dolía el alma, deseaba poder decirle que la noche pasada fue la mejor de su vida pero no podía, tenía que apartarlo de su lado, tratarlo fríamente para que todo saliese con él planeaba. Lo ocurrido la noche anterior no debió haber sucedido, solo empeoraría las cosa y haría que Duo sufriera más como ahora pero la verdad es que no se pudo contener, lo deseaba tanto que perdió el control y ahora pagaría por las consecuencias de sus actos. - Yo... – Duo intentó hablar, las lágrimas se le estaban acumulando en los ojos y la voz se negaba a salir de su boca - ¿qué pasa Heero? ¿he dicho algo que te enfadara? ¿yo pensé que lo de anoche había sido especial? ¿Qué tú y yo...? - Qué tu y yo ¿qué? – se giró dejando de hacer lo que estaba haciendo – tú y yo nada. - ¿Co...cómo que nada? yo pensé que después de lo de anoche nosotros... - Pues déjame decirte que pensar no es tu fuerte, entre tú y yo no hay nada lo siento, debí habértelo advertido antes, no puedo perder el tiempo con hombres, yo necesito descendencia lo demás no me interesa – dijo seriamente a Duo queriéndose morir al escuchar su propias palabras, se estaba portando como un cerdo pero era necesario. - ¿Me lo tendrías que haber advertido, snif? ¿descendencia, snif? ¿perder el tiempo con hombres? - Si eso es lo que dije, deja de repetir las cosa como un pajarraco. - Maldito seas – dijo en apenas un susurro con la cabeza agachada para evitar que Heero pudiese ver las abundantes lágrimas que le caían por la cara – como has podido hacerme esto. - ¿Qué dice Duo? no puedo oírte. - ¡CO... COMO HAS PODIDO! – chilló sorprendiéndole levantado la cara para enfrentarlo – ¡COMO HAS PODIDO MALDITO MISERABLE, YO... YO ME ENTREGE A TI, TE DIJE QUE TE AMABA TE ABRÍ MI CORAZÓN... snif, Y... Y TÚ ME HAS USADO COMO UN CUALQUIERA, TE HA BURLADO DE MI!. - ¡YO NO TE PEDÍ NADA, TÚ LO ACEPTASTE SIN RESITIRTE! – intentó parecer convincente. - ¿QUÉ NO ME RESISTÍ?, MALDITASEO HEERO YO TE AMO, COMO PODÍA HACERLO, ME HICISTE PENSAR QUE TÚ TAMBIEN ME AMABAS. - El amor no tiene nada que ver – dijo seriamente – fue solo sexo, creí que lo sabías. - ¿Qué EL AMOR NO TIENE NADA QUE VER, QUE SOLO FUE SEXO? ERES... – hablaba entrecortadamente a causa del llanto – TE HAS APROVECHADO DE MI HEERO Y NO INTENTES PONER EXCUSAS, ERES PEOR QUE MILLARDO. - ¡¿MILLARDO?!, a mi no me compares con ese – dijo enfurecido agarrado a Duo por el brazo. - ¡NO ME TOQUES! – gritó soltándose del agarre de un tirón – PUES SI ERES IGUAL O MEJOR DICHO PEOR QUE ÉL, snif, ÉL ALMENOS HA IDO CON LA VERDAD POR DELANTE, SÉ QUE SOLO ME QUIERE PARA HERIR A MI PADRE, ALMENOS SÉ QUE EL NO SIENTE NADA POR MÍ, EN CAMBIO TÚ... ME HAS ENGAÑADO, ME ECHO CREER QUE ERA ESPECIAL PARA TI, te entregué mi alma, mi corazón y mi cuerpo y tú los has hecho pedazos. - Duo yo no... – intentó disculparse por lo que había dicho, el verlo en ese estado le esta carcomiendo de alma. - No te esfuerces Heero – habló ya sin gritos – ya he comprendido, tranquilo no te molestaré más... si tu intención pasártelo bien y divertirte conmigo te felicito, lo has conseguido. Será mejor que volvamos al poblado cuanto antes. - ¿Cómo has podido hacerle esto a mi hermano?, Plaf – se oyó la bofetada que Hilde le propinó a Heero, ya que habían podido oír toda la conversación y se había acercado rápidamente al no poder contener más la rabia – maldito cerdo, eres despreciable. - Duo, ven vámonos – dijo Quatre al acercarse a su hermano que lloraba y llevárselo de ahí – Hilde vámonos, esperaremos fuera. - ¿Qué ha ocurrido aquí? – preguntó extrañado Trowa al ver las expresiones de los rostros de todos ellos. - Pregúntaselo a tú querido primo – le respondió Hilde con acidez mirando con odio a Heero. - Heero, ¿qué ha pasado?, ¿por qué Duo esta llorando, así... ? - Olvídame Trowa – dijo subiendo a Zero para pasar corriendo entre ellos y salir del establo para esperar que se pusieran en marcha. - ¿Quatre? – preguntó a su prometido al no conseguir respuesta de su primo.

Todo estaba listo para partir, por desgracia Miwa tendría que quedarse en el poblado para que se le curasen las heridas sufridas por el ataque del reptil. La caravana de partida estaba lista, después de asignar los sitios donde irían. Quatre irían con Trowa en su tigris Barton, Hilde irían con Wufei tras negarse a viajar con Heero, Duo por obvias razones viajaría con Tiang-li y Heero iría solo como los demás hombres que acompañaron a Trowa y Heero en la vigilancia de los alrededores del poblado antes de tener que desplazarse hasta aquí. El ambiente era tenso, todo permanecían callados, excepto por los comentarios que se podían oír de vez en cuando de parte de Trowa y Quatre o Wufei y Hilde. Heero estuvo todo el rato distante y callado, le dolía como había acabado el asunto, sobretodo se sentía escoria por tener que tratar a Duo como lo había tratado. Pese al reclamo y las amenazas de Trowa y la pelea que ocasionó al enfrentarse a su primo, optó por no decirle la verdad de su comportamiento a su primo, si quería que su plan funcionase nadie podía saber la verdad. El viaje de regreso fue sin incidentes y en varias horas ya habían llegado antes de comer. Hilde después de entregar los trajes ceremoniales fue a presentar a Wufei y a Tiang-li al Jefe Nazca no sin antes explicarle la situación y las sospechas de Trowa y Heero referente a ellos, llegando a la conclusión que deberían seguir haciendo pensar a estos chico que ellos no eran los hijos del Jefe Nazca y lo que era más difícil, evitar que tanto Wufei y Tiang-li no se cruzaran con Millardo y los Peacecraf que pudiesen haber por allí, por eso Hilde fue la encargada de mantener a esos dos lejos del Clan Peacecraf. Nada más llegar Duo se encerró en su cabaña durante todo el día, sin salir ni siquiera a comer cosa que extrañó su padre, que al preguntar por el motivo de la ausencia en el comedor de su hijo mayor, Quatre tubo que disculparlo alegando que Duo se encontraba enfermo y cansado. A Wufei y a Tiang-li se les preparó una cabaña alejada de la del Clan Peacecraf, para evitar que se encontraran se les preparó un pequeño comedor dentro de la cabaña asignada para los nómadas siendo Hilde la anfitriona junto con varias jóvenes de compañía para que no se sintieran apartados, poniendo como excusa que el comedor central estaba lleno debido a la gran afluencia de visitantes para el Festival del Sol. En día transcurrió tranquilo, todos se encargaron de sus tareas, los preparativos estaban todos listos en Festival comenzaría pasado mañana, Hilde se dedicó a enseñar los alrededores y las costumbres del Festival a los dos nómadas, Quatre y Trowa ayudaban a ultimar los últimos detalles para su boda y Heero preparaba la vigilancia para esos días con la ayuda del Jefe Nazca, el Jefe Yuki y su padre. La tarea de Hilde era más o menos sencilla, podía entretener bien a Wufei, el problema era Tiang-li, él intentaba dejar solo a la pareja cosa que intentaba evitar Hilde a toda costa, pero gracias a la visita de Haruka (la chica con la que bailó la noche de la boda del hijo del jefe Mioyan) pudo tener más ocupado a hombretón. Pasearon, fueron a montar a su tigris a los cerros, fueron a bañarse a los lagos, todo parecía ir bien, llegaron a llevarse bien entre ellos, por un momento olvidaron el motivo del porque estaban allí. La víspera del Festival se volvió muy ajetreada para todos en el poblado, Duo seguía sin salir de su cabaña, no quería ver a nadie, se sentía dolido y traicionado, en numerosas ocasión tanto Hilde como Quatre o incluso Yune fueron a ver e intentar animar a Duo sin poder conseguirlo, solo consiguieron que Duo aceptase cenar con ellos esa noche, para no levantar sospechas a su padre por lo ocurrido con Heero. Se acercaba la hora de la cena y todos estaba listos para asistir, como la última noche Hilde y Haruka se encargarían de atender a los invitados nómadas en su cabaña mientras los demás miembros se reunían en el comedor central. - Vaya, por fin puedo encontrarte – habló una joven al guerrero Heavyarms – llevo varios días aquí y ni siquiera te has molestado a saludarme – habló coqueteando con el joven que estaba cerca de los establos. - He estado muy ocupado. - Te encuentro igual que la última vez que nos vimos. Sigues igual de callado. No tienes excusa, sabías que yo estaría aquí y que quería verte y no me has buscado – dijo melosamente acercándose para pasarle los brazos por el cuello en forma de abrazo y evitando que el joven siguiese haciendo lo que estaba realizando. - ¿Por qué razón debería buscarte? – dijo serio pero sin apartar a la muchacha y mirándola a los ojos. - Ya lo sabes, te lo dije la última vez que nos vimos, me gustas mucho y si tu quisieras... te lo daría todo, sabes que soy la hija del Jefe Peacecraf. - Lo sé Relena pero no quiero nada, ahora déjame estoy ocupado y tengo que llegar pronto para la cena. - ¿Ocupado? ¿limpiando a esta bestia? – dijo con desaprobación y cierta repulsión – hay gente que puede hacerlo por ti, si estuvieras conmigo no tendrías que rebajarte para hacer esas tareas de servidumbre. - Vigila como hablas de Zero, él es mi responsabilidad y no me rebajo para nada, me gusta ocuparme de él, es el único del que puedo confiar. - De acuerdo no te enfades, no volveré ha hablar mal de tu tigris, pero volviendo a lo de antes quiero que pasemos más tiempo juntos, en el Festival anterior siempre estabas muy ocupado y casi no pudimos estar juntos – dijo cerrando más el abrazo al cuello de Heero. - ...Ahora no quizás más tarde – dijo Heero separándola un poco de su cuerpo, dentro de él odiaba esa situación, no es que odiase a esa muchacha simplemente no le gustaba, pensaba que era una caprichosa y malcriada pero para que sus planes funcionasen ella era principal. No le gustaba jugar con la gente, jamás lo había hecho pero esta vez sería la excepción, había mucho en juego. - ¿En serio? – dijo sorprendida, al fin su persistencia parecía que funcionaba - ¿por qué no me acompañas a cenar, a mi padre le gustaría conocerte? Venga cena conmigo, luego no te molestaré más. - No. - Venga por favor – suplicó. - Está bien pero luego tendré cosa que hacer. - Perfecto, venga vamos que la cena tiene que estar apunto de comenzar.

Todos estaban ya en el comedor preparados para otra suculenta cena Duo también estaba presente gracias a la insistencia de sus hermanos, tan solo faltaba Heero, la hija del Jefe Peacecraf y algún que otro asistente. La cena comenzó sin esperar a los ausentes. El Jefe Nazca con su familia presidían la mesa estando a su derecha el Clan Heavyarms y a su izquierda el Clan Peacecraf. Trowa y Quatre quedaron el uno al lado del otro.

- ¿Dónde está Heero? – preguntó Quatre extrañado ante su ausencia – siempre es puntual, ¿le habrá pasado algo? - No te preocupes por mi primo, seguro que estará haciendo cualquier cosa, ese #"%$·&$· - dijo enfadado con su primo. - No sé que habrá pasado entre mi hermano y él, creí que se había solucionado todo entre ellos – dijo en voz baja ya que Duo se sentaba a su lado y no quería que lo oyese. - Yo también, aunque me pelee con él no me quiso decir el motivo por el cual se comportó de esa manera tan... tan. - ¿Inapropiada? – dijo acabando su frase. - Si lo quieres decir de esa manera yo lo llamaría mejor de otra forma no tan delicada. - Puede que sí, pero ahora me preocupa Duo, jamás lo había visto de esa forma. - Maldito Heero, y eso que le advertí que Millardo quería humillarlo y en vez de ayudarlo el muy canalla lo ha humillado él. - Me temo que tienes razón, jamás pensé que él sería capaz de hacer una cosa así. - No sabes como lo siento, me avergüenzo de él, si yo no lo hubiese dejado solo con él... - No te preocupes, yo pensé igual que tú, los dos nos equivocamos, es extraño mi don nunca me había fallado hasta ahora, yo creí sentir que el realmente le amaba. - No sé pero a mi todo esto no me huele bien, tiene que haber una razón, Heero no es de los que se comportan así, no puede haber cambiado de la noche a la mañana... - Trowa – interrumpió Quatre sorprendido ante la aparición de los ausentes restantes a la cena – ¿es no es Heero? Y... - ¿Ocurre algo? – dijo extrañado por la voz sorprendida de su prometido que le indicaba que mirase hacia la entrada del comedor - ¿Pero que demonios? – dijo enfadado al notar como Heero entraba al comedor abrazado por Relena Peacecraf – ¿se ha vuelto loco?.

Todas las miradas se dirigieron a la pareja que acababa de entrar. A Duo se le detuvo el corazón, si antes se sentía mal, ahora quería morirse, allí delante de él se encontraba un serio Heero que estaba siendo abrazado felizmente por la hija de su enemigo, en ningún momento sus miradas se cruzaron. A más de uno les sorprendió la acción de Heero nadie se esperaba que ha Heero le llegase a interesar la hija del Jefe Peacecraf, los murmullos y comentarios no tardaron en oírse. - Vaya hijo ya era hora que llegases – dijo seriamente Touya haciendo notar su disconformidad por el actuar de su hijo – sabes perfectamente que aquí estas de invitado, que menos que muestres tu respeto, al Jefe Nazca y a su familia, llegando pronto, ¿no crees?. - Lo siento padre, no volverá a ocurrir – dijo mirando a su padre seriamente, sabía lo que estarían pensando todos, para ellos su comportamiento se podría llegar a tachar de traición. - Espero que no vuelva a ocurrir, siéntate que la cena ya empezó. - Perdone que me entrometa Touya-sama, la culpa del retraso a sido mía, lo siento mucho no volverá ocurrir. Por otro lado quería pedirle permiso para que Heero pudiese cenar junto a mí y mi familia, ¿sería posible? – dijo lo más formal posible, haciendo una reverencia. - Er... me sorprende tu petición jovencita, no sabía que mi hijo tuviese algún tipo de relación contigo... ¿puedo saber el motivo de la invitación a mi hijo? - Por supuesto Touya-sama, es porque a mi padre le gustaría conocer a mí... - A tú ¿qué? – preguntó intrigado. - A... – intentó decir Relena mirando a Heero por si objetaba algo – a mi novio. - ¡Tú novio! – exclamó el padre de Heero – Heero ¿qué significa esto? – dijo intentando no parecer enfadado. Miró a su hijo que permaneció impasible. - No sé porque te sorprendes padre, siempre me has dicho que busque pareja, ¿hay algo de malo? – intentó mantener la calma, las cosa se empezaban a salir de control. - Eh... no... claro que no hijo, solo me sorprendiste, será mejor que tomes asiento con tú novia no es bueno hacer esperar a novia, ves, luego hablaremos – dijo molesto. - Con permiso, padre, madre... – habló Heero – con permiso, Jefe Nazca – se dirigió a Nazca mirándole a los ojos, intentando disculparse por su comportamiento, a través de su mirada. - Puedes ir tranquilo – dijo serio el Jefe Nazca, dándole a entender que había comprendido su disculpa. - Gracias – le respondió Heero tras una reverencia, volviéndose hacia Relena que lo observaba, no antes de dirigirle una mirada a Duo, viéndole con el rostro agachado ocultando su tristeza y las ganas de llorar.

La cena fue bastante tranquila, después de ese incidente, Heero se vio obligado a conversar con Relena y su padre, y a escuchar los comentarios poco acertados de Millardo referente a las actividades que tenía planeadas para su prometido para cuando haya acabado el Festival. El pequeño martirio que tubo que soportar Heero no fue nada comparado con el martirio interno que soportaba Duo, siendo aumentado su pesar, por los comentarios que oía de Touya- sama y el Jefe Yuki, sobre la nueva pareja de Heero. Tan pronto acabó de cenar, pidió permiso a su padre para ausentarse de la mesa alegando malestar y cansancio. Trowa y Quatre no podían dar crédito a lo que estaba sucediendo, la conducta de Heero era muy sospechosa. Al finalizar la cena todos se retiraron para descansar ya que al día siguiente empezaría el Festival y debían descansar. Cada uno regresó a las cabañas asignadas para ellos, todo excepto uno cuantos que esperaban una conversación pendiente.

- Bueno – dijo Relena para despedirse de Heero – a sido una velada muy agradable. Me gustaría que pudiésemos repetirla aunque preferiría que estuviéramos solos – dijo insinuándose mientras se acercaba a Heero para abrazarlo. - En otra ocasión, quizás – dijo Heero intentando evitar que Relena le abrazara pero viendo que aún quedaba gente del Clan Peacecraf y de su Clan entre ellos su padre y el Jefe Nazca le siguió la corriente. - Espero que así sea – susurró al abrazarle para después besarle un los labios – buenas noche mi amor. - Buenas noches Relena – dijo serio, fijándose como su padre y el Jefe Nazca le observaban. Ya solo quedaban ellos, esperó un rato más hasta que su padre y los demás salieran del comedor para marcharse y dirigirse a la cabaña asignada para él.

- Heero, tenemos que hablar - se oyó la voz seria de su padre - ¿ se puede saber que estas tramando? – le preguntó furioso cuando vio que nadie podía verlos hablar, ya que esperó que saliera su hijo que fue uno de los últimos. - No tramo nada padre. - Estas seguro, sabes perfectamente en la situación que estamos, ¿tengo que recordarte quien eres y que estamos haciendo aquí? ¿tengo que recordarte quienes son los enemigos y quienes los aliados?. - No padre no tienes que recordármelo, sé lo que hago. - Maldita sea Heero, no te entiendo, jamás hubiera pensado que por una mujer tú nos podrías... - Traicionar – acabó la frase por su padre – pueda que lo parezca pero una cosa ten por seguro, soy un Heavyarms padre y jamás traicionaré a mi sangre y a ni pueblo. Solo puedo decirte una cosa, a partir de ahora puede que sucedan cosa extrañas en mi, solo quiero que hagas lo que tengas que hacer, aunque sea en mi contra. - Pero hijo que quieres decirme, explícamelo – preguntó preocupado. - Lo siento padre pero no puedo, si me disculpas me retiro – dijo antes de marcharse sin dar tiempo a que su padre pudiese decir nada.

El poblado quedó en silencio, parecía que todo el mundo estuviera ya dormido, hacía varias horas que había finalizado la cena y todo era calma. Entre la oscuridad de la noche a través de los reflejos de la luna, una sombra se deslizaba silenciosa entre las cabañas en dirección a la cabaña del Shaman, esa sombra era sumamente silenciosa y pasada desapercibida por cualquier zona gracias a su indumentaria oscura, el único reflejo que se le podía distinguir era en brillo de un afilado cuchillo de marfil que llevaba en su mano. La sombra tenía una misión que cumplir y esa noche era la noche indicada, estaba todo planeado, tan solo tenía que encontrar a su víctima y acabar con ella, así de simple, así de fácil. En esa noche de luna llena la sombra asesina no era la única que rondaba el poblado, alguien más no podía dormir, saliendo a observar las estrella para pasar su insomnio. En el paseo nocturno se dio cuenta que una sombra extraña acechaba la noche y se dispuso a seguirla y si hacía falta a interceptarla. - ¿Tú? – dijo sorprendido al descubrir la identidad de la sombra - ¿qué haces aquí? – exigió saber - ¿y que haces con ese cuchillo?. - Mi señor, me ha asustado, creía que no había nadie – dijo sorprendido la sombra al verse descubierta. - Me temo que como espía no sirves, te descubrí antes de que lograras tu objetivo, ¿qué estás tramando? – preguntó empezándose a enfadar. - Tengo ordenes concretas de Peacecraf-sama, tengo una misión que cumplir. - Maldita sea, no te di órdenes concretas sobre los movimientos de mi padre – dijo enfurecido. - Lo siento Millardo-sama pero se me ordenó que cumpliera mi misión de inmediato, que ya se le había informado... - Informado, ¿de qué? – interrumpió - Se me ha ordenado acabar con un miembro de un poblado del Clan de Los Lagos, Millardo-sama. - ¿Y se puede saber porque? – dijo agarrando a la sombra del brazo para encararla. - Hemos podido averiguar que esa persona os vio hablar, en el poblado cercano al acantilado, con Wufei-sama y uno de sus hombres. Al parecer escuchó vuestra conversación y es el único que puede reconocer a Wufei-sama y delatar nuestros planes. - ¡Eso es imposible! – dijo enfurecido – cuando vi a Wufei no había nadie, además Wufei no está aquí para que puedan reconocerlo. - Me temo que eso no es cierto Millardo-sama, Wufei si que está aquí, lleva dos días en el poblado, creo que ese espía del poblado del acantilado les a puesto en sobre aviso porque han tenido a Wufei-sama y a su compañero muy ocupado lejos de los demás visitantes al Festival. Pero creo que Wufei-sama no está al corriente de quien son sus anfitriones en verdad, a Wufei-sama se le ve muy interesado en la hija mayor del Jefe Nazca. - Entonces, si ese espía puede delatar a Wufei hay que hacer algo al respecto, debo ponerme en contacto con Wufei, no podemos precipitar las cosa todavía quedan asuntos que aún se tienen que solventar, ¿sabes la identidad del espía y donde esta ahora mismo? - Si, Millardo-sama, se encuentra en la cabaña del Shaman y su nombre no estamos seguros, creo que se llama, Omi. - ¿¡Omi!? – intentó ocultar su sorpresa al reconocer es nombre – y dices que es del poblado que está cerca del acantilado. - Así es, señor, ¿ocurre algo? - No... no ocurre nada, dices que está en la cabaña del Shaman, ¿está allí por alguna cosa en especial?. - Según hemos averiguado, está gravemente herido... - ¿Herido? – preguntó sorprendido, evitando que se le notase la preocupación por el joven. - Si, tubo un accidente cuando se dirigía hacia aquí, los hombres de Nazca lo encontraron y lo trajeron aquí para curarlo. Por eso es la oportunidad de acabar con él así lo ordenó Peacecraf-sama, tiene que morir esta noche sino su padre mandará a cualquier otro que lo haga. - ¡No! – gritó impidiendo que se marchara para acabar con el espía. - ¿No?, pero debemos... - Yo me encargo – puso de excusa para evitar que lo asesinaran – pero Millardo-sama el trabajo sucio siempre lo he hecho yo, no es necesario que lo hagas... - He dicho que yo me encargo – dijo tajantemente – regresa con mi padre ahora mismo y que nadie te vea, lo que menos interesa ahora es que alguien nos pueda descubrir - De acuerdo Millardo-sama así lo haré, pero ten cuidado. - A por cierto Noin, que sea la última vez que no me avisas de algo que trame mi padre, la próxima vez lo pagarás con tú vida, ¿me entendistes?. - Eeehh... sí, Millardo-sama, lo entendí, no volverá a ocurrir – dijo seriamente, a pesar de haber sido la amante ocasional del Millardo sabía que no tenía ningún trato de favoritismo, ella era una guerrero más de su Clan y debía acatar las órdenes de él, sino podría perder la vida, sin ningún tipo de miramiento por parte de él.

Pese a lo que todo el mundo podía pensar de él, Millardo estaba preocupada por alguien que no era él mismo, el saber que su padre había puesto precio a la cabeza al espía del poblado del acantilado el cual podía desbaratar sus planes, no lo dejaba tranquilo. De haber sido otra persona no se habría ni inmutado pero se trataba de Omi, a pesar de todo lo ocurrido entre ellos, Millardo no podía dejar de pensar en él, por primera vez en su vida Omi había llegado más a él que nadie más. En un principio pensó que se trataba de un capricho y rabieta de niño mimado que quería algo que no podía tener, pero poco a poco se dio cuenta que no era así, de la atracción física que sintió en un principio al conocerle por casualidad paso a la curiosidad de conocerlo, luego a la necesidad de estar con él y el deseo de tenerlo solo para él. De vez en cuando iba a verlo para pasar una buena noche con él, pero con el paso del tiempo esa necesidad de verlo se fue haciendo una obsesión cosa que intentó olvidar teniendo a un sin fin de amantes pero no lo consiguió. Sin proponérselo se enamoró de Omi, del único que lo trato sin querer nada a cambio, lo trato como el hombre llamado Millardo no como el hijo de un importante Clan, a pesar de saber que era tratado mal e injustamente él siempre le recibía alegre y cariñosamente hasta la última vez que se vieron. Le dolió, más que cualquier herida que le hubiesen ocasionada en una batalla, le dolió el corazón y en el alma la manera tan fría y cínica que se había comportado Omi, quizás se lo merecía, era su castigo por tanto sufrimiento que le había causado pero le dolió ya que Omi jamás se había comportado así con él. A pesar que ahora le pudiese odiar él quería protegerlo, lo amaba y no permitiría que nadie lo dañase, no permitiría que su padre acabase con la única persona que le había hecho un ser humano. Sin pensárselo más se dirigió hacia la cabaña del Shaman, tenía que poner a Omi a salvo de su padre, por primera vez en su vida no pensó en las consecuencias, se olvidó de su compromiso, de la lucha de su padre, de sus obligaciones como heredero, todo le daba igual, su única prioridad era salvar a Omi. Al entrar a la cabaña del Shaman todo estaba a oscuras pero gracias a la luz de la luna pudo distinguir a varias personas dormidas junto a un pequeño fuego. Al acercarse a la primera persona pudo reconocerlo como el Shaman, iba a acercarse a la otra persona cuando notó que el Shaman despertada, a presentir que iba a ser descubierto se giró en dirección al Shaman y antes que se despertase del todo le presionó en un punto del cuello para dejarlo inconsciente por un rato, estando el Shaman fuera de combate el acercarse a Omi le sería mucho más fácil y sin peligro que fuera descubierto por alguien. Se acercó silenciosamente a Omi comprobando como parte de su cabeza igual que su brazo derecho y parte del pecho estaba vendada, esto le preocupó pero al verlo que dormía tranquilamente de relajó un poco. Pese a sus heridas para Millardo la vista de Omi dormido placidamente le parecía hermosa, se acercó quedando de rodillas al lado del chico y sin pensarlo se agachó para depositar un beso tierno en los labios del durmiente, este no se inmutó seguía durmiendo tranquilamente cosa que le provocó una sonrisa a Millardo. Al ver que no se despertaba pasó una de sus manos por la cara, una caricia suave llena de sentimiento, pudo sentir como Omi se movió intranquilo murmurando palabras que no podía entender, la necesidad de despertarlo para poder abrazarlo de nuevo y confesarle sus verdaderos sentimientos le estaba atormentado. Tenía miedo al rechazo, por primera vez el valiente y despiadado Millardo Peacecraf tenía miedo de un pequeño joven de ojos preciosos que no tenía ni la cuarta parte de fuerza que él poseía, pero si tenía miedo de su rechazo. - Omi – susurró dulcemente acercándose a su oído – Omi despierta, necesito hablar contigo. - Mmmm – dijo Omi al despertarse poco a poco, frotándose los ojos. - Omi. - Mmmm, ¿Millardo? ¡¿Tú?! – gritó al ver quien se trataba pero Millardo logró taparle la boca para evitar ser escuchado. - Sssshhhhh, no grites, tranquilo Omi no voy ha hacerte daño. - Mmmmm – intentó chillar pero la mano sobre su boca lo impedía. - No chilles por favor – rogó Millardo suplicándole con la mirada – solo quiero hablar contigo, tienes que escucharme es importante. - Mmmmm. - Omi, aunque sea por última vez confía en mi, prométeme que no chillarás cuando te destape la boca – dijo preocupado viendo como Omi asentía con la cabeza. - Bien. - ¿Qué... que haces aquí? ¿qué quieres de mí?. - Yo... no se como empezar, lo primero de todo es que tienes que marcharte de aquí, tienes que dejar el poblado cuanto antes. -¿ Marcharme?, no pienso irme, no sabiendo lo que vas hacer, maldito bastardo – acusó enfadado. - Tienes que hacerlo Omi es por tu bien, debes creerme. - ¿Creerte?, ja, jamás volveré a creer en tus mentiras, no te saldrás con la tuyo, nada de lo que me digas me hará cambiar de opinión, te aprovechaste de mí, solo estabas conmigo por interés, me usastes. - No te use, Omi tienes que creerme, sé que me he portado contigo como un cerdo, te engañaba con cualquiera, jamás tuve en cuenta tus sentimientos pero ahora es diferente... - ¿¡Diferente?! ¿en que? Tú no te preocupas por nadie excepto por ti mismo y ahora bienes con que me vaya por mi bien. Si te preocupa que haya avisado al Jefe Nazca de tus tretas llegas tarde Millardo, el Jefe Nazca está enterado de todo, no te vas a salir con la tuya. - Maldita sea Omi escúchame – gritó desesperado – todo eso ya no me importa me oyes – dijo cogiéndole de los brazos para que lo mirase a la cara – ya no me interesa en absoluto, lo única que me importas eres tú, tienes que creerme. - ¡No me engañes! – dijo nervioso – no puedo creerte Millardo, no después de tantas mentiras. - Omi por todos los Dioses, tienes que confiar en mi solo esta vez si luego no resulta como esperabas no volveré a molestarte, pero confía en mi, una vez más – habló bajando cada vez más el tono de su voz. - Dame un motivo Millardo, dame un motivo para que te crea. - No hay mucho tiempo para eso ahora – dijo preocupado. - Un motivo Millardo – exigió sin vacilación. - Esta bien, te lo diré, mi padre quiere matarte – dijo sin tapujos. - ¿Matarme? – preguntó sorprendido. - No se como pero a descubierto que tú puedes delatar al Jefe del Clan del Norte, el aliado de mi padre, se enteró que nos escuchastes en tú poblado y quiere matarte antes de que le delates. - ¿Se ha enterado? ¿sabe que soy yo? – preguntó nervioso - ¿desde cuando? - Eso no importa, hace un rato estaba paseando por aquí porque no podía dormir y descubrí a la guerrera Noin que venía a matarte, por suerte pude convencerla para que no lo hiciera diciéndole que yo me haría cargo de eso, al principio no sabía que se trataba de ti, tenía que evitar que te matara. - ¿Por... porque lo has hecho?. Si esa guerrera de tu Clan que además es tú amante me mata, no habría ningún problema para tus planes, ¿por qué me has avisado?. - Es que no lo entiendes, no te voy a negar que Noin fue mi amante pero no significa nada para mí. - Igual que yo, ¿no? – le comentó tristemente. - No, te equivocas, puede que no me creas incluso que te cueste entenderlo pero yo... - ¿Tú que?, no me irás a decir que me quieres, porque no te creería. - Pues así es Omi – dijo sorprendiendo a Omi que se le quedó con los ojos abiertos y sin decir palabra – te quiero y por eso he venido a avisarte, aquí corres peligro, sé que mi padre intentará matarte, mandará a más hombres para hacerlo y no quiero que eso ocurra. - ... – Omi no salía de su asombro, la mirada decidida y cristalina de Millardo decía que no metía, por muy retorcida que fuese la mente de Millardo no podía utilizar una treta como esta. - Tienes que creerme Omi, si no me crees al decirte que te quiero créeme al menos al decirte que mi padre quiere matarte. Te he confesado lo de Noin y mis sentimientos hacia ti, incluso no te negaré que lo que oíste en tu poblado era cierto, lo admito, mi padre tiene intención de destruir tu Clan y yo al principio estaba de acuerdo pero ya no, no si te tengo que perder, no me importa el poder ni las riquezas, no me importa los demás hombre y mujeres, solo me importas tú, puede que sea muy tarde para esto y a lo mejor me odias y no me perdonarás jamás lo que te hice pero... por favor, tienes que marcharte de aquí, no quiero que mueras. - ¿Y tú que harás?- preguntó preocupado. - Yo... intentaré evitar todo esto aunque no sé si podré, cuento con varios leales con ellos supongo que podré impedir la lucha que mi padre quiere realizar. - Habla con el Jefe Nazca, si se lo explicas el te ayudará, de todas maneras él se convertirá en tu suegro dentro de poco – dijo dolido. - No puedo hacer eso, si descubro los planes ahora puede que adelante la pelea, antes tengo que saber las intenciones del Jefe del Norte, si le convexo a que no se involucre todo será más fácil, por ahora no puedo involucrar más al Jefe Nazca y su familia, mientras que piensen que aún soy su enemigo más alejados de mí y mi padre estarán. - ¿Entonces piensas quedarte aquí? ¿Te casarás con Duo? - Tengo que quedarme para encubrir tu huída y sobre Duo, si puedo evitarlo lo haré. - Te vas ha arriesgar por mí – dijo mirándole a la cara que se encontraba agachada. - Ya te dije que si – dijo mirándole fijamente – por ti es por lo que hago todo esto – se acercó a Omi para besarlo en los labios pero este se lo impidió girando el rostro. - Lo siento Millardo, pero entiende que me cuesta creerte. - Te entiendo – dijo apenas audible – espero que algún día me perdones – le miró con lágrimas en los ojos. - Eso el tiempo lo dirá, pero por ahora será mejor hacerte caso – dijo levantándose pero sus piernas no le sostuvieron y volvió a caer, pero gracias a Millardo evitó que se golpeará sosteniéndole en sus brazos. - ¿Estas bien?, me he enterado que tuvistes un accidente. - Si estoy bien es solo que tengo algunos mareos pero enseguida se me pasa. - Ve apóyate en mi, te ayudaré a salir – dijo llevándole hacia la salida de la cabaña. - Oh! Dios mío, esta muerto – se preocupó Omi al ver al Shaman desmayado. - No, no te preocupes está solo desmayado, tuve que hacerlo para que no me descubriera. Venga debemos darnos prisa, te llevaré al establo allí cogeré uno de nuestros tigris para que te lleve al poblado Yoky, allí mi padre no te buscará y estarás seguro. - ¿Y que voy ha hacer allí?, no conozco a nadie, será mejor que regrese a mi poblado. - No, no puedes ir a tu poblado, mi padre te buscará allí, en el poblado Yoky estarás a salvo. - Pero... - No te preocupes – dijo llegando al establo – espérame aquí, diré a Kaede que te acompañe y que te proteja, con él no tendrás ningún problema. - ¿Kaede?¿quién es? - Es uno de mis hombres de confianza, puedes confiar en él, cuando todo esto acabe iré a buscarte para que regreses a tu poblado, te lo prometo. - ¿Estás seguro? – dijo preocupado. - Sí, tranquilo – le sonrió – te lo prometo.

Al cabo de unos minutos Millardo regresó con Kaede, le explicó la situación y le ordenó que protegiera a Omi pase lo que pase. Se preparó un solo tigris para que pudiesen partir ya que Omi no estaba en condiciones para viajar solo, también se preparó una bolsa con comida y bebida, el poblado Yoky estaba a dos días de allí. - Bueno ya está todo listo – dijo Millardo al ver como Kaede y Omi estaban ya montados en el tigris – marcharos ya y Kaede no seas muy brusco en el viaje, Omi esta herido. - Si Millardo-sama – respondió el joven guerrero. - Bien marcharos e ir con cuidado no debéis levantar sospechas, protégelo Kaede, es muy importante para mí. - Claro señor, lo trataré como si fuera mi esposa – se rió el joven moreno - Que no me entere yo – le siguió la broma Millardo – si le tocas un pelo te cortaré las manos. - No se preocupe, las aprecio demasiado, jeje, su chico está en buenas manos. - Lo sé por eso te lo encargué a ti – le agradeció Millardo viendo como Omi estaba sonrojado por los comentarios de Kaede. - Venga marcharos ya. - Hasta luego Millardo- sama – azotó al tigris para que se pusiera en marcha. - ¡Espera! – gritó Omi – Millardo. - Sí, ¿ocurre algo? – dijo acercándose hasta el tigris y los dos jóvenes. - Esto... yo – no sabía como agradecerle lo que estaba haciendo por él – yo... – se agachó de repente hasta llegar a los labios de Millardo y besarle fugazmente – gracias – le dijo sonriendo. - De nada – sonrió tocándose los labios. - Te estaré esperado, me lo prometiste – dijo antes de notar como el tigris se ponía en marcha. - Te lo prometí y lo cumpliré – le respondió parado cerca de la entrada del establo.

Se quedó allí hasta que los perdió de vista, luego se dirigió a su cabaña para descansar, quedaban pocas horas de oscuridad y pronto amanecería.

Faltaban pocos más se media hora para que los primeros rayos de sol se viesen en el cielo y ya la gran mayoría de los habitantes del poblado ya estaba levantados y listos para la primera ceremonia de iniciación al Festival. Todos y cada uno de ellos incluidos los visitantes que participaría en el Festival lucían la vestimenta típica formada por largas pieles blancas finamente curtidas que cubrían de la cadera hasta los pies, y en pecho en el caso de las mujeres, brazaletes de piel blanca que adornaba los brazos (altura de los sobacos) y un turbante blanco en forma de gorro que cubría la cabeza siendo sujetada con una cinta banca con filigranas doradas con motivos religiosos que rodeaba la frente para caer por los costados de la cara hasta la altura de los hombros. En las muñecas como en el cuello era ornamentado con collares y pulseras de cuentas de piedras pulidas y huesos tallados con gran belleza. Todo estaba detallado y realizado para la ocasión, cada uno llevaba las mejores galas que poseía para esa ceremonia. Los nervios estaban presentes en ese amanecer, para algunos por el deseo de volver a participar en esa ceremonia, para otros por ser la primera vez. Poco a poco todos se fueron reuniendo en el centro del altar preparado para la ocasión, allí el Shaman ultimaba los últimos detalles e ubicaba a los miembros del Clan y a los visitantes. La familia del Jefe Nazca estaba preparada para dirigirse hacia el altar, todos como el resto de los partícipes a la ceremonia de Iniciación, estaban vestidos con las galas ceremoniales, para esa ocasión y como en todos los Festival a los que asistían, los miembros del Clan de Los Lagos tanto hombres como mujeres se soltaban el cabello para dejarlo caer libremente por su espalda. - Bueno, - dijo el Jefe Nazca - es hora de marcharnos, la ceremonia va empezar dentro de poco. - Estoy un poco nerviosa – comentó Yuiren, la esposa de Nazca – espero que salga todo bien. - No te preocupes cariño – comentó Nazca a su esposa para tranquilizarla – te has esforzado mucho para que salga bien – dijo besándola tiernamente – todo saldrá de maravilla. - Eso espero cariño. Duo, - se dirigió a uno de sus hijos - ¿te encuentras bien?, tienes mala cara – preguntó preocupada al ver la cara de tristeza y de cansancio. - Me encuentro bien – sonrió para disimular su malestar – es solo que no dormí muy bien. - Llevas varios días mal, Duo – intervino su padre – debería verte el Shaman. - ¡No!... – dijo sobresaltado – no es necesario, estoy bien, en serio, padre. - De acuerdo, si tú lo dices tendré que creerte. Jovencita – dijo a su hija mayor que veía como se alejaba en dirección contraria al altar – ¿se puede saber a donde vas? - Ah! padre... es que... tengo que hacer una cosa antes de la ceremonia – intentó excusarse. - Pero la ceremonia a ha empezar – dijo preocupada Yuiren a su hija. - Tú madre tiene razón Hilde, tendrás que dejarlo para después, debemos irnos ya. - Es solo un minuto, marchar sin mí, enseguida os alcanzo, no tardaré.

- Buenos días, Jefe Nazca, señora Yuiren, Duo, Quatre, Hilde, Yune. - Buenos días, querido Trowa – se adelantó Yuiren a saludarlo – pero te he dicho que me llamaras Yuiren. – mientras hablaban Hilde aprovechó para escabullirse sin ser notada. - Buenos días Trowa – hablo Nazca – ve que ya estás preparado, deberías estar con tu padre en el altar. - No se preocupe, ellos ya están allí, yo solo quise venir a buscar a Quatre para poder ir juntos. - Oooohh!!, que romántico – suspiró Yuiren – no te parece lindo cariño. - Yuiren, deja de avergonzar a los muchachos – le comentó a su esposa al ver los rostros sonrojados de su hijo y Trowa. - Es que es tan bonito que se preocupe de esta manera Trowa por mi pequeño, aún no me hago a la idea. - Madre por favor – dijo avergonzado – ya no soy un niño – Bue... buenos días Trowa, gracias por venir a buscarme – le dijo sonriendo. - Madre, padre – interrumpió Duo, la escena de enamorados no le estaba sentando muy bien – yo me adelanto su no os importa. - ¿Eh? claro hijo – le contentó dudosa al notar el comportamiento extraño de Duo. - ¿Estas bien?- preguntó preocupado Quatre al ver pasar a Duo por su lado. - Si estoy bien Q-chan, no te preocupes, solo estoy un poco susceptible – le susurró para que solo lo oyera él sonriéndole para tranquilizar a su hermano. - De acuerdo, nos vemos ahora. - Si, nos vemos. Hasta ahora Trowa. – se despidió del joven Heavyarms. - ¿ Y Hilde? – preguntó Nazca. - Hay por todos los Dioses esta muchacha siempre se sale con la suya – comentó Yuiren – me recuerda a alguien – bromeó mirando a su esposo. - ¿A mí?, que va, jeje. - Padre, al final vamos a llegar tarde – comentó Yune al darse cuenta que llevaba un rato hablando sin moverse de la entrada de la cabaña. - Tienes razón, preciosa, si no es por ti no se haríamos toda la familia – se rió Nazca - venga vámonos – así se dirigieron hacia el altar. - Estas precioso – se acercó al oído de Quatre para susurrarle – pareces un ángel. - Gra... gracias – se ruborizó por el halago – tú también te ves fantástico - dijo mirando hacia delante para ver como sus padres y su hermana Yune se adelantaban a ellos. - Me imaginé que lucirías maravilloso con el traje ceremonial, pero no tanto – hizo detener a Quatre para mirarle a la cara sosteniéndole por la barbilla. - Yo... Trowa no sé que decir... tú también estas muy atractivo, creo que yo no me sentiré muy bien en la ceremonia – dijo bajando un poco la cabeza. - ¿Por qué, no te sientes bien? – preguntó preocupado levantándole la cara para verle a los ojos. - No.. no es eso... es que... estoy seguro que todo querrán estar contigo. - ¿Conmigo? No te entiendo. - Es que aún no entiendo como siendo tan guapo y fuerte quieras estar conmigo, podrías tener a cualquiera. - ¿Tienes miedo que pueda encontrar a otra persona mejor que tú? - Si – dijo en un susurro. - Sabes Quatre, no existe nadie mejor que tú – le dijo besándolo suavemente – solo me interesas tú. - Oh Trowa – se abrazó a su prometido – te quiero tanto que me aterra que me abandones. - Eso no ocurrirá nunca – volvió a besarlo – será mejor que vayamos hacia la ceremonia sino tú padre me matará por hacerte perder tiempo. - Jeje, si vayamos.

El sol aún no salía, pero faltaba ya muy poco, solo disponía de unos pocos minutos, desde que se levantó estuvo dándole vueltas al asunto, le costó mucho decidirse pero por fin había tomado una decisión y era el momento de hacérselo saber. Estaba nerviosa y temía la reacción que pudiese tener al decirle la verdad, durante esos dos últimos días habían sido los más felices de su vida, sin hace varios meses le hubiesen contado que se enamoraría de un desconocido y que arriesgaría hasta su propia vida y la de su Clan por estar con él no lo hubiese creído. Aún tenía dudas de la identidad real pero ya no le daba importancia, le había demostrado que era una persona con principios, honesta y cariñosa, bajo ese coqueteo medio en broma medio en serio podía sentir que habían sentimientos verdaderos, sabía que ocultada algo pero no podía juzgarlo ya que ella misma también ocultaba un secreto, seguramente con la confianza y el tiempo él llegaría a decirle la verdad. Pero por ahora le tocaba a ella ser sincera. Esta delante de su cabaña y parecía que aún dormían, no se escuchaba ningún ruido, en la noche anterior no le comentó que la ceremonia de iniciación al Festival era al alba, no quería que descubriera quien era en realidad ni tampoco que se encontrara con los Peacecraf, pero ahora tenía que decírselo quería decírselo ella antes de que lo descubriera él. Se acercó a la puerta y tocó suavemente, no quería despertar Tiang-li. Volvió a tocar pero no escuchó nada por eso se decidió a entrar. Todo estaba oscuro pero gracias la luz de la luna pudo distinguir la figura corpulenta de Tiang-li que descansaba en el fondo de la cabaña y un poco más cerca de la puerta estaba Wufei aparentemente dormido. Sin hacer ruido se acercó a Wufei quedando de rodillas junto a él. Estaba dormido profundamente, a simple vista la ropa que solía llevar no la llevaba puesta al menos el chaleco de piel, solo se podía apreciar la venda que cubría su brazo derecho, estaba cubierto por una gruesa piel que evitaba que pasara frío mientras dormía, los pantalones no los podía ver ya que de cintura para abajo esta tapado por esa piel. Hilde se lo quedó mirando, le parecía sumamente atractivo, era fuerte, sus músculos así lo hacían verse, de facciones duras pero sutiles a la vez, su piel morena bronceada por el sol y esos cabellos largos que le caían por los hombros ahora desnudos, sin darse cuenta su cuerpo se fue acercando lentamente al de Wufei, alargó su mano para acaricia el rostro dormido de Wufei cuando sin darse cuenta en un rápido movimiento por parte de Wufei se vio atrapada bajo el cuerpo de Wufei, éste reaccionó involuntariamente, tenía una mano sobre la boca de Hilde para evitar que chillara su agresor y con la otra amenazaba con un cuchillo en el cuello, que obtuvo de debajo de la piel que hacía de almohada. Hilde estaba muy asustada, no espero esa reacción por parte de Wufei, pensaba que la iba a matar. Tras la sorpresa inicial Wufei se espabiló de golpe al reconocer a la muchacha que estuvo a punto de matar, levantándose de inmediato para liberar de su agarre asesino a la chica asustada. - ¡¿Hilde?!, no te había reconocido ¿qué haces aquí? ¿ocurre algo?. - Yo... lo siento, sé que no tendría que haber venido pero... – se calló al darse cuenta que Wufei estaba de pie junto a ella y completamente desnudo. - ¿Qué pasa Hilde? ¿por qué no me hablas? – le dijo acercándose a ella preocupado. - Wu... Wu... Wufei, estas... - ¿Qué te pasa, contéstame?- grito preocupado. - ¡Por todo los Dioses Wufei, estas desnudo! ¡Tápate! – le dijo exaltada intentando ocultar su sonrojo y nerviosismo a la vez que le lanzaba una piel de la cama para que se cubriera. - Ah! es eso, me has asustado, princesa, pensé que había ocurrido algo grave, lo que ocurre es que yo siempre duermo así, discúlpame. - Deberías mostrar algo de recato ¿no crees? Esa no es manera de recibir a una señorita – dijo intentando parecer ofendida, pero en el fondo agradeció a los Dioses por poder haber visto a Wufei en su mayor esplendor. - Discúlpame princesa pero si me hubieras avisado que vendrías a verme te hubiera recibido de otra manera – sonrió sensualmente. - Yo... te espero fuera, tengo que hablar contigo pero primero vístete, o conseguirás que me dé un infarto – al percatarse de lo que había dicho se tapó la boca, saliendo rápidamente hacia fuera para ocultar el color rojo de su cara.

Al poco rato Wufei salió ya vestido, se quedó un rato observado sin que Hilde se diese cuenta que estaba siendo observada, parecía nerviosa por algo, caminaba de un lado al otro frotándose las manos y jugando con un mechón de su larga cabellera. - Y bien, ya estoy aquí, de que querías hablarme a estas horas tan intempestivas – se burló Wufei al notar como la había sobresaltado ya que estaba sumergida en sus propios pensamientos. - Yo... lamento haberte despertado así, estuve picando en tu puerta pero nadie contestaba. - Déjame decirte – la interrumpió acercándose a ella para abrazarla por la cintura y levantarle la barbilla para que lo mirase a los ojos – que si siempre me despiertas estando tan bella como ahora no me importaría levantarme tan temprano. - Yo... – intentó hablar pero el nerviosismo la invadía y la imagen de Wufei desnudo ante ella no se le quitaba de la cabeza. - Estás preciosa – la besó en la frente – pareces un ángel, es la primera vez que te veo con el pelo suelto y me encanta además... – hizo una pausa para acercar su cara al cuello de Hilde para olerla – hoy hueles de maravilla, hueles a flores silvestres. - Wufei, lo que tengo que decirte... es importante – dijo tristemente agachando la cara para romper el contacto visual con él – dentro de unos minutos empieza la ceremonia de iniciación al Festival del Sol. - ¡Ah!, es eso no tendrías que preocuparte, no hacía falta que vinieras a contármelo. - No... no es eso, Wufei lo que ocurre... - Aaarrrgggg! – se oyó una voz que se desperezaba detrás de ellos y que los interrumpió en el momento crucial. - Buenos días Tiang-li – saludó sonriendo al hombretón que salía de la cabaña frotándose los ojos. - Se puede saber porque nos levantamos tan temprano, aún es de noche y tengo sueño – dijo entre enfadado y dormido. - Lo siento Tiang-li – se disculpó Wufei sonriendo y sin soltar aún a Hilde de la cintura – no quisimos despertarte. - Si, #€&="# - refunfuñó Tiang-li – estos enamorados de hoy en día solo piensan en ellos. - Jajajaja – se rió a carcajadas por el enfado de su compañero y por el sonrojo que le produjo es apreciación a Hilde – de veras que lo siento será la última vez. - Wufei – llamó Hilde para que le prestase atención – me tengo que ir y quería... – intentó hablar pero la atenta mirada burlona de Tiang-li sobre ellos la intimidaba un poco. - Tranquila Hilde, Tiang-li es de confianza, jaja. - Es que... quería decirte que yo... soy... - ¡¿No estarás casada ni nada parecido?! – preguntó preocupado. - No, no estoy casada es que... quería decirte que soy la hija de... - Oh gracias a los Dioses! – se escuchó otra voy que los interrumpía pero esta vez de una chica – Hilde, eres tú ¿verdad?. - ¿Re... Relena? ¿qué haces aquí? – se separó sorprendida de Wufei, el temor que la descubriera se hizo presente, no sabía si se conocían o no - Oh! Querida, menos mal que encuentro a alguien conocido, resulta que fui a dar una vuelta antes de la ceremonia y no se como volver, jeje. Por cierto, ¿no me presentas a estos chicos tan apuestos? – le dijo mirando fijamente a los dos jóvenes que estaban junto a Hilde. - Ah! perdona Relena ellos son dos amigos Wufei y Tiang-li, son viajeros y están aquí para participar en el Festival. - Encantada de conoceros chicos, Tiang-li – se acercó a Tiang-li para tomarse de los antebrazos en forma de saludo y luego besarse en las mejillas, luego se dirigió a Wufei para repetir el saludo – encantada de conocerte Wufei – le saludo sin dejarle de mirar a los ojos, al acercarse para darle los dos besos le susurró flojito para que solo pudiera oírlo él – mi hermano Millardo te busca, búscalo después de la ceremonia – será mejor que vayamos hacia la ceremonia Hilde, tú padre y el mío se molestarán si llegamos tarde. - Err... si tienes razón Relena, será mejor que nos vayamos – dijo triste, el tiempo se le había acabado y no le había podido decir la verdad, tendría que esperar a más tarde. - Por cierto muchachos, ¿no nos hemos visto antes? – preguntó Relena con malicia. - Creo que no – respondió tranquilo Wufei – yo jamás olvido una cara. - Supongo que tienes razón, buenos nosotras nos vamos, espero poder vernos en otra ocasión. - Si, jeje, seguro – se rió Wufei, viéndolas como se alejaban de ellos. - Esa mujer, es peor que un dolor de tripas – comentó Tiang-li a Wufei, mostrando enfado – si estuviera en mis manos se iba a enterar, a esa la pongo yo en vereda, jeje. - Creo que sería demasiado bueno para ella, jajaja no que ha querido decir con eso, me da mala espina esa chico, con ella no se puede saber en que bando esta. - Es muy simple Wufei – contestó a Wufei – esta de su propio bando, solo piensa en sus interese y en el provecho que puede sacar de las cosas. - Espero que no nos delate, no sé que sacaría con eso. - No lo sé, a las mujeres no las entiendo, por cierto que pasa con Hilde. - ¿Qué pasa?, a que te refieres. - Por tú comportamiento, creo que te has encaprichado con ella, te la llevaras, antes de la lucha. - Tiang-li, eres un mulo. - ¿?. - No estoy encaprichado de ella. Tenemos que irnos la ceremonia va ha empezar. - ¿A no? Pues lo disimulas muy bien – preguntó sorprendido, él había creído que le gustaba la chica. - No estoy encaprichado, estoy enamorado de ella – le dijo poniéndose en marcha para dirigirse al altar del poblado, quedándose parado en el sitio un muy sorprendido Tiang-li con los ojos y boca abiertos como platos. - ¿Ena... enamorado? – no lo podía creer, él siempre creyó que Wufei-sama era un hombre sin sentimientos que solo buscaba placer y poder – esto pinta mal – murmuró para él.

Un poco más alejado de Wufei y Tiang-li, llegando casi al altar, Hilde y Relena hablaban de cosas sin importancia. - ¡Ahora me acuerdo! – gritó Relena sorprendiendo a Hilde – sabía que lo había visto antes. - ¿A quien? – preguntó nerviosa. - A esos chicos Wufei y Tiang-li, me dijiste que eran viajeros, ¿no?. - Sí, así es. - Pues me temo que no te has dicho la verdad – dijo con malicia, Relena disfrutaba creando problemas y viendo como Hilde tenía algún tipo de relación medio secreta con Wufei no perdería la oportunidad de hacer sufrir a los hijos del Jefe Nazca, los causantes de la locura de su padre. - ¿Por qué dices eso Relena? – la cosa empezaba a preocuparle en serio. - No sé si estás al corriente o no, pero se sabe el rumor que gente de un Clan bárbaro está por aquí para buscar chicos y chicas jóvenes y bonitas para secuestrarlos y luego venderlos – suelen aparecen en los poblados haciéndose pasar por viajeros, curanderos, etc... – una vez que se establecen en un poblado se hacen amigos de algún miembro de ese poblado o incluso seducen a alguien para que les de información sobre las riquezas de poblado o sobre jóvenes que estén disponibles. - ¿Estas diciendo que Wufei-san y Tiang-li-san son de ese Clan Bárbaro? – preguntó asustada. - Me temo que si, y por tu bien deberías alejarte de ellos. En mi poblado ha habido desapariciones por lo mismo, en una ocasión mi hermano los estuvo persiguiendo, pues una prima mía desapareció, seguí a mi hermano hasta las tierras del Norte y allí vi como mi hermano se enfrentó a ese Clan, y los vi, estoy segura eran ellos, yo tampoco olvido una cara – le contó ocultando la malicia de sus palabras, sabiendo que la mentira que le había contado le afectaría profundamente, tenía el presentimiento que Hilde se había enamorado de su enemigo. - Lo que estas diciendo Relena es una acusación muy grave – habló conteniendo su miedo y pena – tienes que tener alguna prueba de ello. - Prueba no tengo, pero estoy segura que tú la encontraras. - ¿A que te refieres?. - Te doy la oportunidad de que compruebes que te digo la verdad, después de la ceremonia vuelve a su cabaña, estoy segura que entre sus cosas encontrarás sus emblemas y estandartes escondidos. - ¿Me estás pidiendo que registre sus cosas? – le dijo sorprendida por la insinuación. - Eres tú quien quiere prueba, no creo que desconfíen de ti, a Wufei se le ve que le gustas mucho, ¿sabes cual es el emblema del Clan del Norte? - Si – contestó sin ánimos. No quería pensar en la posibilidad que Trowa mencionó sobre la pertenencia de Wufei y Tiang-li al Clan de Norte, intentaba no pensar en ella pero ahora tenía la posibilidad de descubrirlo todo, por un lado una parte de ella quería seguir ocultando ese echo pero otra parte de ella lucha por saber la verdad. - El emblema del Clan del Norte es un dragón y además los miembros varones de ese Clan lo llevan tatuado en su brazo derecho, ¿no te parece sospechoso que tanto Wufei como Tiang-li tengan justamente ese brazo vendado? - ¿Puede... puede que sea una coincidencia? – intentó convencerse ella misma conteniendo las lágrimas. - Puede que si y puede que no, en tus manos está descubrirlo, lamento haber sido yo quien te desilusionara querida, pero me preocupo por ti. - Te lo agradezco Relena – dijo no muy convincente. - Bueno olvida ahora todo eso, mira ahí están nuestras familias, debes disimular no es necesario que los preocupemos, ¿no?. - Si tienes razón, me marcho, mi familia me está esperando, hasta luego Relena. - Hasta luego querida – sonrió dándose la vuelta para dirigirse con su Clan – has caído como una tonta, jeje, esto se pondrá interesante.

Ya estando todos reunidos la ceremonia podía dar comienzo, en primer lugar y en la zona más alta del altar el Shaman empezaba a recitar los primeros versos de bienvenida a los Dioses. Más alejados de Shaman y en una posición privilegiada como organizadores del Festival se encontraba sentados en primera fila el Jefe Nazca junto a su esposa y repartido dos filas detrás de ellos estaban sus hijos. Justo detrás del Jefe Nazca estaban Duo, Quatre, Rashid, y dos consejeros, detrás más familiares y miembros del Clan, a continuación de ellos estaban sentados el Clan Heavyarms que según su rango e importancia dentro del Clan se situaban más cerca de la primeras filas, en filas de cinco, quedando El Jefe Yuki y el Guerrero Touya con sus respectivas esposa y un consejero, seguidos por Trowa, Heero y de más miembros de sucesivas filas, habiendo dos Clanes más detrás de ellos. Por el otro lado, en la otra columna justo detrás de Yuiren, la esposa del Jefe Nazca estaban Hilde, Yune y las mujeres de los consejeros principales seguidos en las demás filas sucesivas los demás miembros del Clan. En la siguiente fila se encontraban El Jefe Peacecraf, Relena, Millardo, Noin y el consejero principal, en la siguiente final se encontraban los de más miembros del mismo Clan y así sucesivamente, hasta dos Clanes más. Wufei Y Tiang-li también se habían acercado para presenciarla ceremonia, les sorprendió que todo fueran vestidos iguales, cosa que dedujeron que sería por el Festival, pero lo que más les sorprendió fue reconocer al Hilde y a sus hermanos como miembros principales del Jefe Nazca. Sabían que serían de familia importante pero no se imaginaron que serían familia directa del Nazca, estaban ocupando asientos reservados a los hijos del Jefe del Clan. Las cosa seguían complicándose, el plan de llevarse a Hilde con él se complicaba al saber que Hilde eran la hija de Nazca, todo estaba saliendo al revés, aunque se llevara a Hilde a su poblado, se enteraría de la lucha y masacre de su poblado y lo más seguro que lo odiaría por se él quien acabó con los suyos. Si no se la llevaba el Jefe Peacecraf la mataría como a los demás miembros de la familia de Nazca y eso no lo iba a permitir. Tenia que pensar en algo y rápido, se había metido dentro de la boca del lobo y en cualquier momento podía saltar la chispa que incendiase todo.

- Con los primeros rayos del sol – hablaba el Shaman – damos gracias a los Dioses por el sostenimiento que nos ofrecen. Oh! Aman Diosa Madre tierra, con tu poder no has otorgado refugio y alimentos para los hombres., Oh! Amoth Dios Padre Sol, con tu calor nos brindas fuerzas y das sustento a los hombres, animales y plantas. Oh! Bastis Diosa Hermana protectora, con tú infinito poder nos das protección a través de tus hijos y tus hermanos los animales. Nosotros tus hijos te obsequiamos con los presentes que una vez tu nos otorgastes. Oh! Dioses de gran sabiduría guíanos hacia el bien, bendice a tus hijos aquí presente dándonos fuerza, valor y prosperidad...

La plática del Shaman se extendió por casi una hora, se ofrecieron frutos exóticos, alimentos y flores preciosa, todo ello presentado en hermosas fuentes talladas en maderas nobles.

- ... Y ahora después de este acto ceremonial, y en un año especial para nuestro Clan quiero pedir una bendición especial. Este año especial sobretodo para la gran familia del Jefe Nazca – al comentar esto, un gran revuelo de murmullos que oyó por toda la zona – sé que no es normal hacer mención sobre estas cosa, en uno de mis sueños proféticos pude hablar con los Dioses, en el sueño me hicieron saber la intención de santificar las uniones que se harían este año, según las estrellas este año es un año especial para los enamorados, por ello, ruego que se acerque aquí todos aquellos jóvenes que tengan intención de unirse en el compromiso sagrado del casamiento. Acercaros al altar, sin temor ni vergüenza.

En un principio solo se oían comentarios pero nadie se atrevía a levantarse y acercarse al altar. Al que nadie quería ser el primero por vergüenza, Trowa se levanto de su sitio y se acercó a Quatre que lo miraba sorprendido y sonrojado, una vez que estuvo a su lado le extendió la mano para ayudarle a levantarse y juntos se acercaron al altar, después de ellos varias parejas más se acercaron también al altar. Duo desde su sitio rogaba internamente a los Dioses para que a Millardo no se le ocurriese ir a buscarlo pero su ruego fue en vano, cuando quiso darse cuenta, cuando levantó la vista al frente para mirar a su hermano, lo primero que vio fue la mano de Millardo extendida para ayudarle a levantarse. Duo quería morirse en ese momento, se sentía obligado a seguir con aquel compromiso, después de todo aunque él no quisiera Millardo se convertiría en su esposo, así que acepto la mano para ayudarle a levantarse, al mirarle a la cara pensó que encontraría una cara de burla, sabedor del dolor que le provocaría el tenerse que entregar a Millardo pero lo que vio en la mirada de Millardo le sorprendió, le sonreía con una sonrisa triste haciéndole entender que a él también le hacía sufrir ese falso compromiso, Millardo parecía distinto, esa altivez y aire superior había desaparecido, ahora solo transmitía tristeza y preocupación. Una vez que estuvo de pie se acercaron al altar junto con las demás parejas, esperando que el Shaman hablara. - Bien – habló el Shaman – con la gracia que se me ha concedido por la divinidad de nuestros ancestros y por las deidades de nuestros Dioses, Madre Tierra, Padre Sol, Hermanos Luna, Estrellas y seres del mundo, yo a través de la sabiduría los Dioses bendigo la unión de aquí nuestros hijos de la tierra. Acercaros – dijo colocando a las parejas una al lado de la otra – tomaros de la mano – anunció – dar Oh! Dioses ancestrales sabiduría y compresión para la vida de esposo, dar confianza y paciencia, amor y fortaleza y salud y prosperidad, bendecir este lazo que simboliza vuestra unión que os ofrecerán el día de su compromiso eterno – dijo enlazando las manos de cada pareja con luna cinta roja bordada con filigranas blancas – darles larga vida de esposo. - ¡LARGA VIDA PARA LOS ESPOSOS! – se oyeron chillar a los asistentes. - ¡Larga vida para los esposos! – repitió el Shaman – ahora ya podéis marchar, no sin antes sellar vuestro compromiso antes los Dioses.

Trowa no sabía muy bien que tenía que hacer, esa última petición del Shaman no sabía lo que significaba, y no solo él, los demás tampoco hacían nada. Al ver que no ocurría nada miró al Jefe Nazca para preguntarle lo que significada sellar su compromiso ante los Dioses, al mirarle vio como él y su esposa se reían y no eran los únicos, sus padres como los de Heero también se estaban riendo, cosa que no le sentó muy bien. - Jefe Nazca – fue a preguntarle Trowa – que signifi... - Debéis besar a vuestros prometidos, jajaja – interrumpió riéndose Nazca al ver la cara de desconcierto de los jóvenes. - ¡¿Queeeee?! – exclamaron la mayoría de los jóvenes del altar. - Eso es muchachos – comentó el Shaman sonriendo al verlos a todos sonrojados.

De esa manera cada uno tomó a su pareja para besarla apasionadamente, los últimos en besarse fueron Millardo y Duo, ninguno de los dos quería hacerlo pero tenían que aparentar, al menos un poco más. Millardo se acercó a Duo tomándolo de la cintura.

- Lo siento Omi – susurró antes de besar a Duo.

Duo estaba sorprendido a pensar que pudo notar que Millardo no quería besarlo se comportó dulce y cariñoso, fue un beso breve y tierno, parecía más un beso de hermano que de amante. Al principio pensó que Millardo se había equivocado al pronunciar su nombre pero luego se dio cuenta que no fue así, pedía perdón a su supuesto amor por tener que besarlo a él. Todo se estaba volviendo una confusión para él.

Después de esto la ceremonia se dio por terminada, tan solo falta la ofrenda floral al lago y después todo sería fiesta diversión y mucha comida y bebida hasta en anochecer. Cada uno de los participantes al Festival, los que querían participara a la ofrenda floral, se acercó al altar para coger un ramillete de flores silvestres que en forma de centro sería la ofrenda que entregarían al Dios de las aguas. Una vez que todos tuvieron su centro se colocaron en fila de dos para iniciar la marcha hacia el lago. El Shaman encabezaba la marcha seguida por la familia del Jefe Nazca y los demás Clanes. La marcha había empezado, algunos de los asistentes a la ceremonia prefirieron quedarse a completar como los demás se dirigían hacia el lago, casi todos eran mujeres o jóvenes que pretendían pedir un deseo al ofrecer su ramillete al Dios de las aguas. Heero fue uno de los que prefirieron quedarse a observar como los demás se marchaban, durante toda la ceremonia no le quitó la vista a Duo, le parecía el ser más hermoso que había visto en su vida, allí junto a Quatre vestido de blanco con su cabellera castaña suelta y esos ojos violetas tan hermosos, aunque mostraban una tristeza profunda le parecieron los ojos más bellos del mundo, se sentía mal, se odiaba por tener que alejarse de él, por tener que hacer esa farsa ante todos, se odiaba por hacer sufrir a Duo, le amaba con todo el corazón pero por ahora tenía que alejarse de él. La ceremonia por fin acabó, la ofrenda floral fue preciosa, todo el lago quedó lleno de centros que flotaban sobre el agua tranquila. Después de esto se encendieron las hogueras en el centro del pueblo para empezar con la fiesta del festival, durantes cuatro días y cuatro noches las hogueras permanecerían encendidas y la comida y la bebida no cesarían en ningún momento.