Instintos

Cap. 12

El poblado Peacecraf estaba en completo silencio, todos miembros de ese Clan estaban descansando las escasa horas que les quedaban para el amanecer.

-Uuuuuaaaaarrrrgggggg, uuuuuaaaaaarrrrgggggg – se oyó de pronto el fuerte graznido (no e como decirlo, jeje) de un suzako, despertando a todo el mundo - uuuuaaarrrrrggggggg.

Ante tal escándalo salieron varios de los hombres del Clan para comprobar lo que estaba sucediendo. -Maldito pájaro del demonio – maldijo Ryota saliendo de su cabaña acomodándose la piel de su cintura y frotándose los ojos con sueño – ¿de quien demonio es ese pajarraco?, que alguien lo calle o lo frío en la hoguera. -Tranquilo Ryota – dijo Hana igual de molesto pero intentando calamar a su compañero – ese suzako parece de Peacecraf-sama y lleva un mensaje – dijo acercándose al ave. -Maldita sea, solo he podido dormir varias horas y solo quedan tres o cuatro para que amanezca, ¿qué habrá pasado? – le preguntó al ver como Hana se acercaba al ave y retiraba el mensaje de la pata sin complicación - ¿qué dice Hana? – le preguntó al ver la cara seria de su amigo al comprender lo que ponía. -Ryota – dijo serio mirándole – tenemos que ponernos en machar ya. -¿Qué?. -Peacecraf-sama nos ordena que vayamos al Clan de Los Lagos con la mayor cantidad de hombre para combatir. -¿Eso significa que...? – dijo incrédulo. -Sí, entramos en combate – termino su frase – tenemos que estar antes del amanecer cerca de la colina que hay a l Norte del poblado. -¿¡Al amanecer?!, pero eso es muy poco tiempo. -Lo sé, por eso nos tenemos que dar prisa. -Mierda – se quejó – hay que darnos prisa, jeje – se rió – no pienso perderme la fiesta, iré a buscar a ese trenzado para que vea la masacre de su pueblo, jeje. -Estás enfermo Ryota – se quejó. -Sí ¿y que?, soy eficiente, ¿no?, eso es lo que cuenta – dijo dirigiéndose a la cabaña donde supuestamente estaba Duo. -Bien – dijo mirando a los hombres que se había acercado – Yumi, Tatsu, preparada las armas – ordenó – Yamato, Ikashi, Noma y Kogure, reclutar a todo hombre que pueda luchar los quiero aquí en diez minutos. -Sí señor – dijeron antes de salir corriendo. -Bien, Miaka, Sunami – llamó a dos mujeres que también estaban allí cerca, preparar a los tigris y algo de alimento, lo justo, tenemos que salir dentro de media hora, rápido – ordenó. -Sí. Hana – dijeron las mujeres. -Creo que todo está listo – comentó Hana – es la hora de la verdad.

-Eh tú despierta – dijo Ryota antes de entrar a la cabaña – hoy será tu día de suerte, jeje, te has ganado ver como aniquilamos a... Maldición, ¿dónde está ese niñato? – dijo furioso al ver las cuerdas rotas en el suelo y no ver a Duo por ningún lado – esto lo vas a pagar cuando te encuentre – advirtió saliendo de la cabaña para informar la desaparición del trenzado a su compañero.

-Hana, Hana, donde te has metido – gritó al comprobar que éste no se encontraba en su cabaña. -Ey, ey, tranquilo – respondió Hana que venía caminando hacia su cabaña – no grites, ¿qué pasa?, ¿decidiste dejara a tu juguetito aquí? – se burló al ver la cara de enfado – o no quiso venir. -Cierra la boca, Hana, el chico a desaparecido – dijo molesto. -¿Desaparecido?, ahora comprendo – dijo molesto. -¿El que comprendes? – pregunto curioso. -El guerrero Heavyarms también ha desaparecido y Relena también. -Ese miserable, lo más seguro que se la llevara como rehén – gruño. -Es posible, pero ya no podemos hacer nada, no sabemos desde cuando ha huido, lo primordial ahora es salir cuanto antes hacia Los Lagos, luego ya informaremos a Peacecraf-sama de la desaparición de su hija. -De acuerdo, ¿está todo listo? – preguntó. -Si está casi todo, dentro de pronto saldremos – le anunció. -¿Con cuantos efectivos contamos? – preguntó. -Con 150 guerreros y 30 guerreras. -No son muchos pero podremos arreglarnos – comentó. -Hana-sama, Ryota-sama, - interrumpió un guerrero que se acercó a ellos corriendo – los hombres ya están listos, en cuanto den la orden podemos salir. -Bien eso me gusta – dijo Ryota – nos vamos – dijo a Hana sonriendo – quiero acabar con este asunto cuanto antes, dejé pendiente un asunto con cierto trenzado. -No te das por vencido, eh Ryota – se rió. -Jamás – dijo sonriendo de forma maniaca. -Pues vamos. ¡Todos en sus puestos! – ordenó Hana alzando la voz - ¡Adelaaaaante!.

El ruido de los tigris y los murmullos de un grupo considerable de hombres puso en alerta al campamento Chang. Dark y Akagi, los hombres encargados de la vigilancia al ver el movimiento del Clan Peacecraf corrieron a avisar a Tiang-li.

-¡Tiang-li-sama! ¡Tiang-li-sama! – llamaron con insistencia desde fuera de su tienda – rápido Tiang-li-sama.

-Ummmm, ¿que es ese escándalo Tiang-li? – preguntó medio dormida a su amante. -Maldición, ¿es que uno no puede descansar? – dijo de mal humor mirando hacia la entrada de la tienda - ¡Ya voy! ¡Ya voy diablos! – gritó – espérame aquí – dijo besándola a Relena que descansaba sobre su pecho. -Mmmm, no tardes, no quiero estar sola – le rodeó con los brazos el cuello para besarle de nuevo. -No tardaré preciosa – le sonrió levantándose para recoger sus pieles para vestirse y salir.

-¿Se puede saber que es este escándalo? – preguntó enfadado cuando salió de la tienda. -Sentimos molestar pero es importante – habló Dark nervioso. -Son los hombres de Peacecraf se ha movilizado y se dirigen hacia Los Lagos, van armados y no creo que vayan con buenas intenciones. -¡Mierda! – dijo Tiang-li para salir corriendo hacia el puesto de vigilancia para ver como seguían desfilando los hombres de Peacecraf – ¿Cuantos son? – preguntó. -Creo que sobre unos doscientos, más o menos. -Esto no me gusta – dijo Tiang-li – levanta a los hombres, que te preparen para ir tras ellos, que se armen bien, yo iré ha avisar a Wufei-sama. -Si señor – dijeron para dirigirse de nuevo al campamento.

Tiang-li entró en la tienda de Wufei sin llamar, no había tiempo para formalismos, sin perder tiempo se acercó a la cama y despertó a Wufei evitando no despertar a Hilde que dormía abrazada a Wufei y sobre su pecho. Al principio Wufei estuvo a punto de gritarlo por la intromisión a Tiang-li pero al ver la cara de preocupación desistió en hacerlo.

-¿Qué ha ocurrido? – preguntó en voz baja para no despertar a Hilde. -Problemas –dijo secamente – los hombres de Peacecraf de ha movilizado y planean atacar Los Lagos esta noche. -¿¡Que!? – se le escapó el grito, sentándose en la cama de golpe provocando que Hilde se despertara de repente. -¿Qué ocurre? – preguntó medio dormida. -Tranquila princesa, duérmete de nuevo – le sonrió acariciándole la mejilla – tengo que arreglar un asunto importante, me temo que no podré quedarme toda la noche contigo princesa. -¿Pero...? – no pudo decir nada más, se sonrojó de pies a cabeza al notar como su brazo descansaba sobre el estómago desnudo de Wufei y sus piernas aún seguían enlazadas con las suyas – yo... yo.. lo siento – dijo avergonzada separándose rápidamente del cuerpo caliente de Wufei. -Espera – le sonrió a Hilde – Tiang-li – llamó a su subordinado – prepáralo todo y espérame fuera. -Ya se está preparando todo, le espero fuero – le dijo saliendo de la tienda. -Mira Hilde – la llamó – siento tenerme que irme ahora pero ha surgido un imprevisto y tengo que irme. -¿Te vas? -Sí – la miró con dulzura. -¿Me dejas sola aquí? – pregunto preocupada. -No estarás sola, dejaré a dos hombres de confianza para que se queden contigo y te lleven a mi Clan. -¿Pero me prometiste que me llevarías a mi poblado? – le reprochó. -Sí lo sé, y pienso cumplirlo, pero ahora no es el mejor momento Hilde – dijo serio. -¿Qué ha pasado? – preguntó nerviosa. -Nada, tranquila – intentó tranquilizarla. -No Wufei, no soy tonta, si te vas es por algo importante, sino me llevarías contigo, ¿ha pasado algo con mi gente?, cuéntamelo, por favor – rogó. -Princesa, eres demasiado lista, jeje , esta bien, te lo diré pero no quiero que te asustes y que te preocupes. -Ahora si que me estás asustando – le dijo Hilde. -Los hombres de Peacecraf-sama se dirigen a tu Clan sin muy buenas intenciones. -¿¡Que ¡? Eso es horrible – se asustó Hilde. -Tranquila, nosotros iremos a ayudarles, mi gente son guerreros cualificados y con la ayuda de los Heavyarms y tu gente no habrá problema. -Pero no todos los guerreros de Yuki-sama esta en mi poblado, además les pillarán de sorpresa. -Lo sé, pero podrán aguantar hasta que lleguemos. -Llévame contigo, Wufei, quiero ayudar – le rogó. -Ni loco – dijo enfadado – como me pide eso, te saque de tu poblado para no exponerte ¿y me pides que te lleve?. -Pero son mi gente – habló con tristeza. -Y tú mi futura esposa – le dijo – no te llevaré, no pienso exponerte al peligro – la abrazó tiernamente. -Pero... pero – empezó a sollozar . -Sssshhhh, tranquila, eso es demasiado peligroso – le susurró al oído. -Por eso mismo – le miró a los ojos aún abrazados – también es peligroso para ti. -¿Te preocupa lo que me pase? – pregunto entre sorprendido y alegre. -Si – susurró sin apenas voz pero lo suficientemente fuerte para que lo oyera Wufei. -Me alegra saber que te preocupas por mí – le habló con dulzura y luego la beso tiernamente en los labios – estaré bien y regresaré por ti. -Prométemelo – le exigió con lágrimas en los ojos. -Te lo prometo – le dijo volviéndola a besar, pero esta vez con más pasión – tengo que irme – dijo al romper el beso – sino no podré contenerme más – dijo sonriendo. -No olvides tu promesa – dijo ruborizada mientras se apartaba del cuerpo de su futuro esposo para dejarle levantarse de la cama. -No lo olvidaré – le sonrió poniéndose de pie mostrando su bien formado cuerpo completamente desnudo el cual daba síntomas evidentes de la reacción que le produjo el último beso apasionado que había disfrutado con Hilde.

Hilde al ver es cuerpo perfecto de Wufei y su reacción ante el beso que reflejaba su cuerpo, se avergonzó desviando la vista hacia otro punto de la habitación. Wufei ya se estaba vistiendo con sus pieles cuando notó con gracia la reacción de Hilde al ver su desnudez y se acercó a ella sujetándola de la barbilla para que le mirase a la cara.

-No te avergüences Hilde por verme desnudo – le sonrió – soy tuyo y tú eres mía, no hay nada de malo. -Yo... – no sabía que decir. -El deseo no es malo – le hizo saber a la chica – es un instinto natural del hombre, no te avergüences de él. Yo no lo hago, sabes que te deseo con todo mi alma y con cada parte de mi cuerpo. El deseo es una manifestación del amor. -Es que no estoy acostumbrada a... -Lo sé, y me alegra que sea así, cuando todo esto acabe, iré a buscarte, te haré mi esposa y te haré mía, tenlo por seguro. -No dudo que lo hagas – se sonrió tímidamente – tienes que regresa sano y salvo, me lo has prometido. -Te lo prometo – la besó.

Hilde aún iba vestida por lo que salió de la tienda junto a Wufei, allí le esperaba Tiang-li y varios de sus hombres esperando sus órdenes.

-Wufei-sama – llamó Tiang-li a su jefe visiblemente nervioso – tengo que decirle una cosa. -¿Sí, de que se trata? – preguntó curioso, ya que muy pocas veces había visto a su compañero nervioso por algo. -Verás, sé que no ha sido buena idea pero... -Tiang-li al grano, no tenemos tiempo que perder – exigió Wufei. -Si, se trata de Relena Peacecraf, para abreviar le diré que me la encontré en su poblado y antes de que me delatase me la lleve al campamento y la hice mía. -¿¡Que!?, te has vuelto loco, ella es la hija de nuestro enemigo – gritó furioso. -Lo sé, pero una cosa llegó a la otra y... -Por todos los Dioses, Tiang-li, será que no hay mujeres en el mundo y tuviste que escoger a esa arpía – dijo molesto pero más tranquilo. -Fue ella quien me avisó de Uds – comentó Hilde. -Perfecto – gruño Wufei – esa chica juega con el bando que le interesa en ese momento. -Lo sé Wufei-sama pero ya no dará problemas – intentó defenderse. -Eso espero – dijo dudoso – por su bien y el nuestro, eso espero. ¿Dónde está ahora?. -En mi cabaña – respondió. -Bien, ve con ella y dile que dos de nuestros hombres la llevarán a ella y a Hilde a nuestro Clan, allí nos esperaran hasta que esté todo solucionado, Ah! y no le comentes nada sobre su gente, no quiero más sorpresas. -Sí Wufei-sama. -Yusuke – llamó a uno de sus hombres - ¿están todo los hombres listos? -Sí, Wufei-sama. -Bien, en cuanto regrese Tiang-li partiremos – ordenó a los suyos. -Sí, señor – gritaron sus hombres.

-¿Ha ocurrido algo? – preguntó preocupada Relena al ver entrar a Tiang-li a la tienda. -Relena, levántate y vístete – le ordenó. -¿Qué pasa? – volvió a preguntar. -Nada haz lo que te digo – dijo molesto. -Te dije que no sería tu esclava, no puedes tratarme así, o me dices que pasa o no me muevo de aquí – dijo enfadada tapándose con las pieles de la cama. -No hay tiempo para explicaciones Relena, levántate y vístete – se acercó a ella para levantarla de golpe quedando desnuda ante él. -Ere un maldito cerdo – le gritó dándole una bofetada – no soy tú mujerzuela – dijo conteniendo las lágrimas – estoy harta que todo me digan lo que tengo que hacer y que nadie tome en consideración lo que yo digo y siento – dijo poniéndose a llorar. -Mierda Relena, te he dicho que no hay tiempo para eso, por favor, no te estoy tratando como una mujerzuela, si así fuera, te aseguro que no estaría aquí para llevarte a un lugar seguro. -¿A un lugar seguro? ¿por qué?- pregunto preocupada. -Mira solo te puedo decir que aquí estas en peligro por eso, iras con Hilde, la hija de Nazca y unos hombres a nuestro Clan, allí esperaras a que yo regrese. -¿Con Hilde? ¿qué hace aquí? –preguntó sorprendida. -Lo mismo que tú – la miró – Wufei-sama quiere hacerla su esposa. -Entiendo – sonrió secándose las lágrimas. -Venga vístete, toma – le dijo extendiéndole unas pieles – usa estas las tuyas no creo que te sirvan – le sonrió al encontrar las pieles de la chica completamente rotas. -Eres un bruto – sonrió también - ¿por cuánto tiempo estarás fuera? – preguntó. -No lo sé exacto, supongo que varios días – le hablaba mientras veía como se acomodaba Relena las pieles para cubrir su desnudez. -Tengo que confesarte que no me gusta estar con esos brutos que llamas compañeros. -Tranquila, no te harán nada, hice saber que eres mi mujer, nadie se atrevería a ponerte un dedo encima – le dijo para tranquilizarla. -Vendrás por mí, ¿verdad? – pregunto preocupada. -Claro que si – le respondió acercándose a ella para abrazarla – eres mi mujer – la besó – además tengo que criar a nuestro hijo, no voy a dejar que lo críe un Peacecraf. -¿Nuestro hijo? – preguntó sorprendida. -Sí, acaso dudas de mi hombría – le sonrió – creo que cumplí muy bien con mi deber anoche, no crees. -Sí supongo que sí, jeje. No solo cumpliste una vez sino varias – le dedicó una gran sonrisa. -Y si a sí no fuera – le susurró cerca de los labios – podemos remediarlo a la vuelta. -Claro cuando tu quieras – le abrazo fuertemente sonriéndole. -Bien vamos, nos están esperando – dijo cogiéndola de la mano para salir los dos de la tienda.

Ya estaban todo fuera de sus tiendas, Wufei asignó a dos de sus hombres para acompañar a Hilde y a Relena al Clan. Todo estaba preparado para salir de inmediato. Los hombres de Peacecraf les llevaban ya una ventaja de un poco menos de una hora, así que tenían que darse prisa. Antes de partir Wufei esperó a que el grupo que llevaría a las chicas saliese sin ningún contratiempo, después de verlas marchar, se subieron a sus tigris y emprendieron la marcha hacia Los Lagos, con suerte llegaría al comienzo de la batalla, esperaba que pudiesen aguantar al menos hasta que ellos llegasen.

Trowa y Quatre paseaban por la orilla del lago cerca de donde días atrás se realizó la ofrenda floral a los Dioses. Iban cogidos de la mano, conversando alegremente y planeando el futuro que les depararía juntos dentro de poco. A pesar del poco tiempo que se conocían habían llegado a enamorarse el uno por el otro de una manera apasionada. Trowa amaba la tranquilidad y la inocencia de su pequeño ángel rubio y su belleza casi irreal y Quatre amaba la fortaleza y la valentía que poseía su adorado guerrero de ojos verdes, se atraían el uno al otro con devoción y adoración. Iban caminando sin percatarse del ambiente que les rodeaba, fueron caminando hasta que llegaron al lago donde que vieron por primera vez. Seguían hablando y caminando pero esta vez abrazados de forma cariñosa, hasta que Trowa se detuvo haciendo detener a Quatre también.

-¿Ocurre algo Trowa? – pregunto preocupado. -No, tranquilo – le sonrió – gírate y mira el lago, le comentó a Quatre mostrando una sonrisa. -Oh! Trowa – se maravilló Quatre al observar lo que le mencionaba Trowa – es precioso, nunca había visto el lago así.

Ante ellos se apreciaba el lago iluminado suavemente por los rayos de la luna, lo suficiente para ver con más o menos claridad. En sus aguas cristalinas y serenas, aún descansaban las ofrendas florares frescas que se habían utilizado días atrás para la ceremonia de apertura al Festival, flotaban los ramilletes sobre las aguan inundando de una fragancia suave y penetrante y lo más maravilloso de todo era que allí junto las flores revoloteaban una especie de luciérnagas que desprendía una luz verdosa dando una sensación mágica del lugar. Los ojos de Quatre observaban la escena con ensoñación, las luces, los olores, los murmullos de los animalillos del bosque, todo en conjunto hacía la escena casi irreal.

-Trowa, esto es precioso – comentó dejándose abrazar por la espalde por Trowa – parece un sueño, estar aquí en un lugar tan bonito y contigo. -Pues no lo es, es real y me tienes a mí para comprobarlo – le dijo al oído mientras lo giraba para quedar uno al frente delo otro. -Trowa – se abrazó fuertemente a su cuerpo – tengo miedo. -¿Miedo, porque? – preguntó separándose un poco para mirarle a la cara. -Tengo un mal presentimiento, siento dentro de mí, sensaciones muy confusas. -Explícamelo – le sonrió para tranquilizarlo – si algo te preocupa quiero saberlo, entre los dos encontraremos la solución. -Es todo tan confuso... normalmente puedo sentir los sentimientos de la gente de mí alrededor con nitidez y facilidad, pero ahora... Me confunden, sé que Duo y Hilde están bien aunque preocupados por algo, siento ira por parte de Heero, mis padres y los tuyos están preocupados, supongo que en una situación así es normal, pero lo que realmente me confunde son una sensaciones que interfieren en todas las demás. -¿Qué sientes?, intenta definirlo – miró preocupado a su prometido. Son sensaciones diversas, por un lado, impaciencia, alegría y exaltación que se mezclan con miedo y preocupación, pero también puedo sentir maldad y avaricia, no se es todo tan confuso. -Puede que lo que sientas es la pelea que dentro de poco de avecinará. No quiero que te preocupes por eso ahora, yo estoy aquí para protegerte, no dejaré que nadie te haga daño. -No quiero que nadie luche – dijo tristemente – no quiero que luches Trowa, tengo miedo, miedo de perderte, no lo soportaría si te pasase algo. -Tranquilo- lo volvió a abrazar fuertemente – no me pasará nada pero me temo que será necesario, haré todo lo que esté en mi mano para protegerte, eres mi vida y tampoco soportaría perderte. -Abrázame – pidió Quatre – abrázame fuerte – te quiero, te quiero mucho. -Yo también – le sonrió – estando tú conmigo soy el hombre más feliz del mundo. -Yo también – le dedicó un de sus mejores sonrisas – te amo – le dijo acercándose tímidamente para besarlo.

El beso suave a su inicio se fue volviendo cada vez más intenso y hambriento, sus lenguas se debatían en una lucha sin cuartel, querían demostrar en ese beso too lo que sentían el uno por el otro. La respiración de ambos de fue acelerando igual que sus corazones y sus ansias de más contacto. Muy a su pesar tuvieron que romper el beso por falta de aire, durante un tiempo de estuvieron observando en silencio, admirando los rasgos de uno a otro, deleitándose con el rostro sonrojado de cada uno.

-Trowa – dijo Quatre rompiendo el silencio – hazme el amor – dijo tímidamente. -Qua... Quatre – intentó hablar Trowa ante la sorpresa de la petición - ¿qué has dicho? – preguntó incrédulo. -Que me hagas el amor – sonrió al ver la cara de sorpresa de su prometido. -Yo..., verás... ¿estas seguro? – pudo preguntar al fin. -Sí – digo en un susurro – es que no me deseas – preguntó triste. -No, si, no..., quiero decir, si, si que te deseo es que, bueno, la última vez me digites que querías que fuera especial, había pensado esperar a la boda, pero... arggghh, no se ni lo que digo, yo... -Jeje – se rió Quatre – creo que te he pillado desprevenido, no te esperabas que te lo pidiese, ¿no?. -Pues la verdad es que no me lo hubiera imaginado – le sonrió acariciándole la mejilla. -En serio quiero hacerlo ahora, estoy listo, este sitio es perfecto, aquí fue donde nos conocimos por primera vez, además es mi lugar preferido, está hermoso y estoy contigo, ¿qué más puedo pedir?. -Tienes razón mi amor – le besó con ternura – haré que no te arrepientas de esto. -Lo sé – le sonrió sujetándose de su cuello saltado sobre él para rodearle con las piernas en la cintura.

Trowa sujetó fuertemente a Quatre para que no se cayera y se acercó cerca de la orilla en un pequeño saliente de tierra que estaba cubierto de hierba y florecillas silvestres. Con mucho cuidado fue depositando a Quatre sobre la hierba quedando sobre él sin romper el ardiente beso que compartían desde que le prometió no hacerle arrepentir de su petición. Mientras disfrutaban del beso las manos de ambos no perdieron tiempo en profesarse caricias y atenciones afectuosas. Sus sonrojos eran evidentes, se querían devorar con la mirada. En un descuido por parte de Trowa, Quatre aprovecho para situarse sobre el cuerpo de su prometido para ser él el que producieses las caricias a su pareja. Después de beber de la sedienta boca de Trowa, fue descendiendo de su boca a su oído, donde estuvo jugando con su lóbulo durante un rato, luego descendió por su cuello llenándolo de caricias húmedas y leves mordidas para más tarde bajar por su pecho hasta la altura de sus pezones para acariciarlos con su lengua y torturarlos deliciosamente, provocando que Trowa gimiera de placer teniéndose que sujetar las caderas de su ángel rubio para tenerlas ocupadas en algo controlándose para no tirarse encima de él y poseerlo como deseaba en ese momento. La sensación de poder que sintió Quatre ante Trowa le agradó, le gustaba proporcionarle placer y si en su mano estaba la posibilidad de satisfacer a su hombre lo haría. Ese pensamiento le hizo sonreír, sin dejar de acariciar con su boca los pezones sensibles de Trowa, se recostó sobre él quedando sentado sobre sus caderas, la excitación que crecía dentro de él mismo le hacía comportarse de una manera que jamás pensó que haría. Con malicia y ante su propia necesidad y la de Trowa, comenzó a frotarse contra la hombría de su prometido arrancándole más gemidos de placer. La temperatura de sus cuerpos aumentaba rápidamente igual que su respiración se volvía más acelerada e irregular. Trowa deseaba abalanzarse sobre él para saciar sus necesidades, pero prefirió dejar a Quatre que actuase como más cómodamente se sintiera. Las atenciones de Quatre le habían dado muy buenos resultados, podía notar el miembro erecto bajo su propio cuerpo, sin pensárselo más introdujo su mano por la piel que cubría la intimidad de Trowa hasta llegar al centro de su deseo, una vez la tubo entre su mano comenzó a acariciarla y ha estimularla para tortura de Trowa.

-Aaaaaaaaahhhhhhhh!!!!!!! Quatreeeee!!!!!! – gimió – me estás volviendo loco – se incorporó un poco para poder atrapar los labios del rubio con los suyos. -¿Te... te gusta? – le preguntó entrecortadamente ante su propia excitación. -¿Tú que crees? – le contestó sin fuerza para hablar, solo para sentir.

De la misma manera indiscreta que llegó la mano de Quatre al miembro endurecido de Trowa fue retirada ante el gemido de protesta de Trowa por la interrupción de la caricia. Pero antes de que pudiera decir nada para protestar Quatre se lanzó a sus labios de nuevo para volverlo a tumbar sobre la hierba. Lentamente se retiró de Trowa para quedar de rodillas entre sus piernas. Sus miradas no se separaron en ningún momento y con mucho cuidado Quatre acercó sus manos a la cintura de Trowa para poder liberar a su cuerpo de las prisiones de las pieles que le cubrían. Primero desapareció la piel de la cintura desatando las cuerdas que ataban las perneras de piel para posteriormente deslizarlas por las esbeltas y fuertes piernas de Trowa, retirando lentamente dichas pieles acompañadas de caricias a lo largo de sus piernas. Después le retiró las sandalias de piel quedando totalmente expuesto y desnudo para él. Quatre no podía creer el atractivo y sensualidad que poseía Trowa. Ante la mirada suplicante del de ojos verdes Quatre decidió darle el alivio que imploraba con su mirada. Poniéndose de pie y bajo la atenta mirada de Trowa, Quatre se llevó sus propias manos a la piel que cubría su cintura y en un abrir y cerrar de ojos ésta cayó al suelo ante la mirada sorprendida de Trowa. Ahí delante de él se le exponía la criatura más bella que jamás haya visto, de pie y completamente desnuda y con visibles muestras de excitación en su cuerpo. Sin perder más tiempo Quatre se volvió a sentar sobre las caderas desnudas de Trowa volviendo a reiniciar los roces entre sus miembros hambrientos por atenciones. Trowa no pudo contenerse y volvió a besar ferozmente los labios dulces y carnosos de su pequeño. -Quatre, aaahhhhh!!!!, no puedo controlarme más – le dijo entre jadeos, acariciando con sus manos el cuerpo de su niño y mientras movía sus caderas en busca de más contacto. -Ahhhh!!!! Mmmmmm!!!! No te contengas Trowa, hazme tuyo, te deseo, aaahhhh!!!!!!!!. -No quiero hacerte daño, mmmmmm – gimió. Al ver que Trowa no se atrevería por miedo ha hacerle daño. Quatre tomó otra vez la iniciativa, con su mano cogió la hombría para guiarla hacia su entrada, al sentir el primer contacto de la piel caliente de Trowa con su cuerpo se tensó, lo deseaba aunque aún tenía lago de miedo. Una vez que se tranquilizó y se acercó lo suficiente al cuerpo de Trowa para apoyar el miembro en su orificio comenzó a descender lentamente sintiendo como la carme de Trowa se abría paso dentro de él. Una vez la cabeza estuvo dentro se detuvo para acoplarse perfectamente sin sentir dolor.

-Quatre, si te duele mucho lo dejamos- dijo preocupado al notar signos de dolor en el rostro de su ángel. -No, no quiero seguir, lo deseo – miró a Trowa para sonreírle.

Una vez que desapareció el dolor, siguió descendiendo su cuerpo por el miembro de Trowa hasta estar completamente dentro.

-Aaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!! – gimieron los dos al sentir una placer indescriptible al compartir sus cuerpos.

Tras unos segundos que estuvieron inmóviles, Quatre comenzó a moverse lentamente, se besaban y se acariciaban, se profesaban amor mutuo el uno al otro, las envestidas de Trowa era suave y lentas pero conforme sus cuerpos pedían así aumentaban el ritmo. Ambos jadeaban y gemían a la vez. Bebían del uno al otro, deban y recibían mutuamente, en sus cuerpos se iba acumulando las sensaciones y la lujuria y deseo hacía que se movieran sin sentido aparente, hasta que las sensaciones les desbordaron en un torrente de placer, llegando los dos al clímax a la vez, el solo placer por satisfacer a su prometido y su propia placer producido por Trowa hizo que Quatre llegase al orgasmo sin necesidad de estimularse. Las fuertes sensaciones vividas hizo que ambos cayesen rendidos sobre el pasto, sin romper el contacto íntimo se abrazaron para descansar después de una sesión maravillosa de amor, quedándose profundamente dormidos.

Todo estaba listo, a su orden atacarían, faltaba muy poco para el amanecer. Los habitantes de Los Lagos ajenos a la desgracia que estaban a punto de protagonizar dormían plácidamente. Peacecraf junto con los hombres que tenían en ese momento en el poblado estaba aportados alrededor de las cabañas principales.

-Nazca es mío – informó Peacecraf-sama a sus hombres – con los demás hacer lo que queráis. -Treize – llamó a la sobra misteriosa – encárgate del resto de su familia. -Sí, Peacecraf-sama . -Todos preparados – avisó Peacecraf a sus hombres.

Cuando Peacecraf-sama estuvo a punto de dar la orden de ataque, un ruido proveniente del bosque le interrumpió, ese movimiento del bosque se acercaba cada vez más y de pronto ante el asombro de Peacecraf y los suyos, una gran tigris salió de entre los arbustos a toda velocidad, en el iban dos jóvenes que no pudo distinguir bien.

-¡NOS ATACAN! – se oyó que gritaba uno de los jóvenes del tigris dando la voz de alarma -¡NOS ATACAN!¡NOS ATACAN!

Ante tal escándalo los miembros del Clan de Los Lagos se despertaron sorprendidos. Heero con Duo y su tigris corrieron hacia la cabaña de Nazca.

-¡PADRE, NOS ATACAN! – gritó Duo a duras penas, las heridas de su cuerpo le imposibilitaban demasiado. -¿Qué está ocurriendo? – salió Nazca corriendo de su cabaña con una lanza en las manos, al ver el estado de su hijo corrió a su encuentro. -¡Duo, por todos los Dioses , ¿qué te ha pasado?! – preguntó preocupado. -No hay tiempo Jefe Nazca – dijo Heero bajando rápidamente de Zero con Duo en sus brazos – de la alarma. Peacecraf esta apostado ahí detrás, está armado y va a tacar de un momento a otro. -Pero... intentó hablar Nazca. -No hay tiempo padre. Da la alarma – exigió preocupado Duo. -Yuiren – grito Nazca a su mujer – da la alarma. -Voy – salió corriendo asustada.

En el momento que se oyó el cuerno de alarma, las voces y los gritos de guerra de los Peacecraf se oyeron por todo el poblado. A partir de ese momento todo fue confusión, gritos por todas parte, sangre y perdidas de vidas por todos lados. Los hombres de Nazca a duras penas pudieron correr a coger sus armas para protegerse, las mujeres y niños corrían hacia el bosque con la intención de confundirse con la vegetación. Yuiren, Yune y Duo, se encerraron en la cabaña por orden de Nazca, igual que Megumi y Kaori, gracias a la ayuda del Clan Heavyarms, pudieron resistir el ataque sorpresa. Los hombres de ambos bandos luchaban ferozmente, por un lado los atacantes solo les importaban las órdenes de su superior "acabar con el Clan de Nazca" y por el otro los atacados "proteger a los suyos". Las bajas iban aumentando conforme pasaban los minutos. Heero peleaba duramente para evitar que nadie se acercara a la cabaña donde la familia junto a su madre y tía se habían refugiado, el jefe Nazca se las veía con el Jefe Peacecraf, el Jefe Yuki luchaba con Treize y Touya se las veía con la guerrera Noin.

-Maldito desgraciado – insultó nazca a Peacecraf – te has vuelto loco, pagarás por esto, debí haberte matado hace años, cuando tuve la oportunidad -Creo que ya es demasiado tarde para eso – se burló – esquivando los golpes de lanza de Nazca con su espada de hueso afilado – por fin mi venganza se cumplirá – amenazó – acabaré contigo y con tu familia como tu acabaste con mi mujer. -Estás demente, Laria jamás fue tu esposa, era mía, ¿lo entiendes? – dijo furioso atacando con mayor fuerza. -Eso fue por tu culpa tu me la arrebataste – dijo lleno de ira. -Estás loco, no sabes lo que dices – volvió a atacar – esta vez será tu final, le aseguró Nazca. -Calla, dijo molesto, seré yo quien acabe contigo – aseguró Peacecraf.

La pelea entre ambos Jefes se volvió extremadamente violenta, el odio que sentían los estaba llevando a la destrucción. Por otro lado Heero se vio obligado a alejarse de cabaña al ver que su padre tenía problemas con varios atacantes que se le enfrentaban a la vez. Al ver esto Treize aprovecho el descuido de Heero y en un ataque que sorprendió a Yuki, lo derribó pudiendo escabullirse hacia su objetivo final. Yuki sangraba abundantemente por un costado, la respiración se le aceleró y el corazón parecía que se le iba salir.

-¡Heero! – gritó Yuki con sus últimas fuerza – Heero. -¡Tío! - gritó al percatarse de la situación y salió corriendo hacia Yuki deshaciéndose rápidamente de su contrincante. -La cabaña, cof, cof, - dijo señalado la cabaña de Nazca – uno de los hombres de Peacecraf a conseguido llegar a ella. -¿¡Queee!? – exclamó con horror. -Ve rápido – le ordenó.

Corrió rápido hacia allí odiándose por la estupidez que había cometido, había dejado indefensa la cabaña donde estaba su razón de vivir. Rogaba porque pudiera llegar a tiempo, sin tener que lamentar nada. Al acercarse pudo oír la voz de Duo que amenazaba a alguien para proteger a las que estaban en su interior.

-Aléjate – gritó Duo a su agresor. -Lo siento – habló Treize – no es personal, solo cumplo órdenes. -Como puede seguir las órdenes de ese loco – gritó poniéndose delante de las mujeres con los brazos extendidos para protegerlas del Peacecraf. -No cuestiono las órdenes solo las acató – dijo seriamente – para subir de categoría en el poder debes obedecer. -¿Poder? ¿qué poder? Para cuando esto acabe no quedará nada para gobernar. -Lo siento, tengo que hacerlo – se abalanzó sobre Duo con el cuchillo en la mano. -Noooooo!!!!!!!!! – se oyó un grito.

Duo abrió los ojos ante la sorpresa, ahí delante de él se había interpuesto su hermana Yune recibiendo la puñalada sobre el hombro derecho.

-Yuneeeee!!!!!!!!!!! – gritaron todos al ver como había protegido a su hermano.

En ese momento entraba Heero que al ver la escena se tiró furioso sobre Trieze que lo tumbó al no esperar el ataque. -Maldito hijo de perra – exclamó furioso Heero – es una mujer indefensa – gritó golpeando al estar encima de Treize una y otra vez sin parar – eres escoria. -Heero – exclamó Duo al ver sorprendido como Heero golpeaba sin piedad aun Treize casi inconsciente. -Basta – gritó Megumi a su hijo – ya es suficiente Heero, estamos bien. Heero al oír la voz de su madre salió del trance en que se encontraba y vio al Treize casi inconsciente, se levantó y se acercó a Duo. -¿Estas bien? – le preguntó con preocupación - ¿estáis todos bien? -Si estamos bien, pero Yune...- dijo viendo a su hermana sentada en el suelo sujetándose el hombro herido. -Déjame verla – se acercó a ella para mirarle el hombro – no es grave ha tenido suerte. -¿Qué está ocurriendo fuera? – pregunto Yuiren. -Será mejor que se queden aquí dentro, las cosas no pintan muy bien aún.

Las cosa parecían equilibradas pero de pronto, grito de guerra de volvieron a oír cerca del poblado. La situación se estaba volviendo complicada, los hombres de Peacecraf no se conformaban con atacar a los guerreros, entraban en las casas saqueando y matando a quien se pusiera delante y no satisfechos con estos quemaban las casa asaltadas para no dejar rastro de ellas. Con horror el Jefe Nazca vio como un gran número de hombres de Peacecraf hacían entrada en el poblado, arrasando con lo poco que quedaba.

-Éste será tu fin – se rió Peacecraf al ver la cara de preocupación de su adversario – acabaré con todos, jajaja. -¡Estas loco! – gritó - ¡detén esta matanza! – le exigió . -¿Por qué debería de hacerlo? – se burló. -Mi gente no tiene la culpa de nuestros problemas, solucionemos esto tu y yo. -¿Y dejar de ver como sufres por tu gente?, jaja -Estas loco – dijo volviendo ha atacarlo.

El Jefe Yuki se levantó del suelo como pudo, estaba perdiendo mucha sangre pero no se daría por vencido, haciendo acopio de todas sus fuerzas, volvió a coger su espada para enfrentarse a los nuevos atacantes. Touya ya se había deshecho de la guerrera Noin, dejándola fuera de combate pero sin llegar a matarla. Las nuevas fuerzas de Peacecraf, formaron una nueva línea de ataque, que a la orden de Hana atacaron sin piedad. Heero al oír nuevos gritos de guerra de levantó y salió de la cabaña para comprobar que estaba sucediendo, al ver a más hombres de Peacecraf volvió a entrar.

-Duo quédate aquí y no salgas para nada, toma – le entregó varios cuchillos que le había arrebatado a varios guerreros Peacecraf- si entra alguien no dudes y mátalo, ¿entendistes? -¿Qué pasa?- pregunto al ver la cara de preocupación. -No pasa nada, haz lo que te he dicho? Yuiren, vende la herida de Yune – dijo mirando a la esposa de Nazca – Mama, tía Kaori, cuando Kaori acabe cura a Yune, vayan a esconderse al fondo de la cabaña, quédense en silencio, y pase lo que pase y oigan lo que oigan no salgan de aquí, ¿de acuerdo. -¿Pero que pasa hijo? – preguntó asustada su madre. -Tranquila hagan lo que les dije – Heero se acercó hacia donde esta Treize inconsciente – Duo pásame esa cuerda – señaló hacia un lado de la cabaña – ataré a éste para que no de problemas, si se mueve mátalo. -Pero Heero – dijo alarmado Duo – no puedes pedirme una cosa así. -Mira Duo – se acercó al trenzado una vez inmovilizado a Treize – comprende una cosa, estamos en medio de una guerra, eres el heredero de Nazca, compórtate como tal. -Pero no hay necesidad... -Si la hay, Duo, o es él o es tu familia decide – dijo seriamente. -Confío en ti sé que puedes hacer – se acercó a Duo con una mirada más suave – es necesario – le dijo besándole suavemente en los labios – me quedaría contigo pero es necesario que ayude a tu padre ahí fuera, las cosas están empeorando. -Yo quiero ayudarte – le dijo en forma de suplica. -Lo sé, por eso te quedarás aquí a proteger a nuestras madres. -De acuerdo, ve con cuidado – se abrazó a él para besarlo de nuevo. -Lo tendré – dijo sonriendo y salió de la cabaña – no abrir la puerta a nadie.

Como si algo le hubiera avisado que algo andaba mal, Quatre se despertó sobresaltado, al motar el movimiento brusco del rubio Trowa se despertó también.

-¿Qué ocurre, Quatre? – le preguntó al ver la cara de terror de su prometido. -El.. el ...poblado – intentó decir pero sus nervios no le dejaban – están atacando el poblado – dijo poniéndose de golpe de pie. -¿¡Que!? – exclamó sorprendido. -¡Trowa! – grito señalando hacia donde estaba el poblado – ¡fuego, el poblado está ardiendo! -Maldición – maldijo Trowa levantándose rápidamente como Quatre para comprobar lo que el rubio decía – no puede ser, por todos los Dioses. Rápido Quatre vístete, tenemos que ir inmediatamente a ayudar. Sin perder tiempo Trowa y Quatre se vistieron y salieron corriendo hacia el poblado, conforme se acercaban oían los gritos de mujeres y niños y a los atacantes que gritaba y se burlaban con maldad. Quatre no pudo soportar la visión y comenzó a llorar desconsolado temiendo por su familia. Trowa al ver la reacción de su pequeño, corrió al lado de el para abrazarlo y consolarlo como pudo, al ver el estado en que se encontraba se detuvo para intentar calmar a su prometido. -Quatre, tranquilízate, no es el momento para derrumbarse – dijo preocupado. -Mi familia... mi familia – repetía una y otra vez. -Tú familia esta bien. Tu padre y el mío se habrán ocupado de eso. -Pero yo... -Quatre, mírame, - le cogió del rostro para que lo mirase – tienes que ser fuerte, ahora más que nunca. En el estado en que estás no podrás luchar, por eso quédate aquí, dentro del bosque podrás pasar desapercibido, toma – le entrego un cuchillo- no dudes en usarlo. -Pero no me dejes solo – lloraba asustado. -Quatre mi amor tengo que ayudar a tu padre, quédate aquí cuando todo acabe vendré a buscarte. -Pero... -Nada de pero, mira, aquí estarás seguro, yo iré a buscar a Barton para dejarlo suelto para que venga aquí, si las cosa empeoran súbete a él y vete a mi poblado. -¡Nooo!, no me iré sin ti y sin mi familia – dijo abrazándose a él. -Quatre, ¿confías en mi? – le preguntó. -Si... si confío. -Bien te prometo que volveré, pase lo que pase, iré a buscarte, ni la muerte me podrá separar de ti, ¿me oyes?. -Si pero. -Quatre, haz lo que te he dicho sino no estaré tranquilo, ¿me lo prometes? -Te lo prometo. -Ahora, quédate aquí – le besó. -Ve con cuidado – le gritó al verlo alejarse hacia el poblado.

Las fuerza de contención de los hombres de Nazca estaba siendo reducidas, de no ocurrir un milagro acabarían con ellos en poco roto. -¿¡Trowa!? – gritó Heero al verlo corriendo hacia ellos - ¿dónde diablos te habías metido? – preguntó furioso -¿dónde está Quatre? -¿¡Heero!? – gritó igual de sorprendido al encontrarse con su primo - ¿qué haces aquí?. -Tú que crees – ironizó mientras seguía peleando con uno de los guerreros de Peacecraf. -¿Quieres prestarme más atención? – dijo molesto el Peacecraf – estás luchando conmigo baka. -¡Cállate! – le dijo más furiosa aún – ¡Toma¡ - le gritó a Trowa lanzándole una espada que estaba en el suelo al ver desarmado a su primo- haz algo. -Por supuesto – dijo sonriendo – Por cierto , Quatre esta en un lugar seguro, voy por Barton para que vaya con él- dijo pasando corriendo por su lado. -¡Trowa! – le gritó para que le escuchara – libera a todo los tigris, ellos irán a proteger a los que han podido huir. -De acuerdo – le respondió gritando. -¡Hana- sama! ¡Ryota-sama! – gritó el guerrero que luchaba con Heero – haya que seguir a los ti... -¡Cállate! – gruñó Heero al intuir lo que pretendía hacer al informar sobre lo que acababa de oír – no dejaré que informes sobre nuestros planes – y con un golpe certero de su espada hirió mortalmente a su contrincante.

Hana y Ryota peleaban con los hombres de Nazca, sobre todo Ryota disfrutaba la pelea al matar con saña a sus oponentes. Al acabar con los atacantes que tenía cerca levantó la vista en busca de la persona que quería encontrar para desquitarse con él. Ahí a unos metros de él estaba esa persona, con sigilo se fue acercando por la espalda a ella hasta situarse detrás de ella.

-¡Heeroooooo, detrás de ti! – le alertó la voz de Duo que había salido de la cabaña ante la incertidumbre de no saber que pasaba . En un rápido movimiento Heero pudo esquivar por los pelos la agresión a traición de un de los Peacecraf. -Vaya, vaya – se burló la voz del nuevo atacante – eres bueno, tan bueno como para robarme mi juguete, jeje – se rió. -¿Juguete? ¿a que te refieres, desgraciado. -Vaya, no lo imaginas, te creía más listo. Me refiero a ese – dijo señalando a Duo mientras se relamía los labios con lujuria. -¿¡TÚ!? – gritó al reconocer al tipo. -Jeje, veo que ya sabes quien soy, jeje, debo confesarte que me enfurecí al saber que te lo habías llevado, pero pensándolo mejor, lo disfrutaré más cuando te venza y me divierta con él delante de ti, jajaja – se rió. -¡Maldito hijo de perra! ¡te mataré! – gritó lanzándose al ataque.

Duo vio con horror como peleaba Heero con su agresor, los golpes de Heero eran impresionantes, estaba realmente furioso y se le veía las ganas me destrozarlo. Duo temía por Heero y sin pensarlo se decidió a ayudarlo a pesar de sus golpes. Volvió a entrar a la cabaña para coger su cuchillo y su arco con flechas.

-Duo – llamó a su hijo - ¿a dónde vas? Heero dijo que nos quedáramos aquí. -Lo sé, madre pero tengo que ayudarlo – dijo decidido – quedaros aquí, toma madre el cuchillo. Lo siento madre pero tengo que hacerlo, no puedo estar sin hacer nada. -Duo cariño – se acercó a su hijo – ve con cuidado, sé que los Dioses te protegerán. -Eso espero – sonrió para salir corriendo fuera de la cabaña.

Al salir fuera de la cabaña Heero seguía luchando encarnizadamente. Su gente aguantaba los ataques como podía. Sin tiempo que perder sacó su arco y empezó a dispara flechas sobre los hombres de Peacecraf que los superaban en número. Había preferido utilizar el arco porque una batalla cuerpo a cuerpo no lo soportaría. En un momento de desconcierto Duo pudo ver como caía el Jefe Yuki al suelo, estaba inconsciente y estaba lleno de sangre, con miedo corrió a auxiliarle, parecía que ya era demasiado tarde, el gran esfuerzo que hizo para seguir luchando herido acabó por vencerlo.

-Noooooo!!!!! Padre- gritó Trowa mientras luchaba con los hombres de Peacecraf, hacía un rato que había regresado de establo después de haber soltado a los tigris y había visto como herían de gravedad a su padre – noooooooooo aguanta – gritaba mientras corría en dirección a su padre. Duo y Trowa llegaron junto a Yuki y lo resisaron, con preocupación vieron que al Jefe Yuki le quedaban pocos minutos de vida.

-Duo regresa con los demás ellos te necesitan – dijo con seriedad aguantando las lágrimas. -Estás seguro – preguntó preocupado. -Sí tranquilo, yo me encargo de mi padre, ahora ve. -De acuerdo – dijo dirigiéndose de nuevo al campo de batalla. -Padre – susurró Trowa. -Hijo, no te preocupes por mí, cof cof, vuelve con los demás, te necesitan. -Pero padre estas mal herido, si madre se enterase que te dejé aquí solo me mataría – intentó bromear. -Je, seguro que si – sonrió – ahora será el nuevo Jefe del Clan, sé que me harás sentir orgulloso de ti, lo único que siento es no poder estar en tu boda. -No digas eso, estarás ya lo verás, te pondrás bien. -No hijo, esta vez no – intentó hablar pero las fuerzas le abandonaban. -Padre, padre, contéstame – con cuidado cogió a su padre en brazos y lo llevó a una de las cabañas que quedaban en pie para dejar a su padre sobre el lecho para que reposara. -Descansa padre, descansa – lloraba sin poder controlar sus lágrimas.

Pero ya no hubo más respuesta. Con gran dolor Trowa salió de la cabaña sin querer contener las lágrimas, para volver al campo de batalla, pagarían con sangre la pérdida de su padre.

Los gritos de fuera hacía que las mujeres estuvieran cada vez más nerviosas, llevaba mucho tiempo peleando, no sabían cuanto con exactitud pero les pareció horas. Treize que hasta ese momento estuvo inconsciente comenzó a moverse, con miedo las mujeres vieron como se reincorporaba a duras penas para quedar sentado apoyado sobre una de las paredes de la cabaña, al hacerlo, cayó de nuevo boca arriba al perder el equilibrio y por las ataduras que le hizo Heero, al estar boca arriba una fuerte tos provocada por la acumulación de sangre por los golpes que recibió del Heavyarms, provocó que comenzara a ahogarse. Al ver como se ahogaba el joven en su propia sangre estuvieron tentadas a ayudarlo pero por miedo a que les atacaran no se movieron de donde estaban.

-Yune, ¿a dónde vas? – preguntó asustada a su hija que se levantó y se dirigió al joven agonizante. -Yune- gritó Kaori al ver que se acercaba al chico – no vayas puede ser peligroso. -Lo siento madre – dijo segura de sí misma – pero no puedo mirar como muere una persona delante de mí sin hacer nada. -Pero hija, estuvo a punto de matarte – le dijo preocupada. -Lo se era su deber – dijo acercándose al joven sosteniéndolo semi sentado para que pudiera escupir la sangre sin ahogarse - pero de toda maneras voy a ayudarlo.

Treize siguió tosiendo pero ésta vez sin ahogarse, una vez que le cesó la tos, respiró profundamente, hasta volver a tranquilizarse, estuvo a punto de morir de la manera más vergonzosa posible. Estuvo varios minutos con los ojos cerrados controlando su respiración hasta que poco a poco notó como alguien le sujetaba para que no se cayera. Intentó abrir los ojos enfocando la vista nublada hasta que pudo enfocar la silueta de alguien. Al principio no reconoció a quien pertenecía ese rostro tan hermoso que estaba delante de él pero al rato descubrió con sorpresa que era la muchacha que había apuñalado por accidente hacía un rato. -¿Estás bien? – preguntó la joven al ver la cara de sorpresa del joven moreno. -¿Por... porque me has... ayudado? Soy tu enemigo. -Lo eres porque el loco de tu Jefe de Clan lo ha querido – le comentó con una leve sonrisa – nosotros no tenemos nada en vuestra contra. -¿No te entiendo? Deberías odiarme por lo que estuve a punto de hacer y en cambio me ayudas – dijo confundido. -Ya te lo he dicho, yo no me considero tu enemiga – cogió un paño que había allí cerca y se dispuso a limpiarle la cara manchada de sangre. -Yune – le llamó su madre – déjalo ya, puede ser peligroso no te confíes. -Tranquila mama, está atado, aunque en las condiciones que le dejó Heero no creo que tenga fuerza para atacarnos – rió dulcemente. -Yo... – intentó hablar Treize – auch! – se quejó cuando Yune pasó el paño por el labio partido. -Lo siento – dijo dulcemente – pero esta echo un asco – sonrió. -Su pongo que si – intentó sonreír pero el dolor de su labio, frustró su sonrisa – yo... yo estoy... en deuda contigo – se atrevió a decir desviando su mirada del rostro de la chica. -¿En deuda? ¿por qué? – preguntó sorprendida. -Me has salvado la vida, por eso estoy en deuda contigo – dijo sonrojado – mi vida te pertenece. -Yo... yo, no sé que decir – balbuceó sorprendida. -Es una de las reglas de los guerreros – intervino Megumi que se había acercado a los jóvenes – sabes lo que eso significa – se dirigió al joven sentado en el suelo. -Sí, lo sé bien – respondió seriamente Treize. -¿Lo cumplirás? – preguntó Megumi agachándose a su altura para verlo a los ojos. -¿De que se trata tía Megumi? – preguntó de forma cariñosa a la madre de Heero. -Para un guerrero, el código del honor y su palabra es algo esencial, todo se rige bajo unas reglas de comportamiento, una de ellas, es que si en un enfrentamiento un guerrero salva la vida a otro, el primero estará en deuda con éste hasta que el otro decida el pago por su deuda. -¿Pero yo no soy una guerrero? – dijo confundida. -Lo sabemos, pero tuvistes su vida en tus manos, te pertenece ese derecho. Puedes pedirle cualquier cosa como pago por su deuda. -Pero yo no quiero nada. No lo he hecho para sacar provecho, eso es absurdo – dijo molesta a Megumi. -Yo no lo veo así – comentó el joven, soy un guerrero y me rijo por un código, para deshacer mi deuda puedo pedirte "reverse". -¿Reverse?, ¿que es eso? – preguntó confusa. -Que le des la revancha, que te enfrentes a él para salvar su honor. -¡Pero eso es una locura! – gritó Yune – yo no sé luchar, me mataría. -Por eso... – aclaró Treize – te pido que fijes mi pago para saldar mi deuda. Puedes tomar mi vida. -¡No!, no lo haré – dijo nerviosa – yo..., de acuerdo. ¿Harás cualquier cosa que te pida? -Sí. -Bien , si es así, como pago a tu deuda, no interferirás en esta lucha. -¿¡Que¡? – dijeron las mujeres. -Me pides que traiciones a mi gente. -Dijistes que harías lo que te pidiera – le dijo manteniendo su postura. -Ya sabes – habló Megumi, sonriendo – aceptas o... -¿O que? – preguntó sorprendida Yuiren al ver como Kaori y Megumi sonreían al ver la cara de desconcierto del joven Treize. -O.. – hizo un pausa Megumi sonriendo más ampliamente - ... o matas o casas. -¿Matas o casas? – preguntaron Yuiren y Yune a la vez. -Yo... – quiso hablar pero el nerviosismo y el sonrojo se lo impidió. -¿Aceptas? – preguntó Kaori, estaba convencida que aceptaría porque la opción de matar la había rechazado al no pedir reverse y la opción de casar, no creía que la aceptase. -¿Y bien? – preguntó con impaciencia Megumi. -¿Qué significa matar o casar? – preguntó con insistencia Yune a Megumi. -Muy simple pequeña, o te mata o se casa contigo, jeje. -¿¡QUEEEEEEE!? – gritaron Yuiren y Yune – Eso es una locura. -¿Qué dices joven? – se rió Megumi. -Acepto – dijo bajando la cabeza – no intervendré. -Eso está mejor, ahora esperaremos que nuestros hombres solucionen lo de fuera – habló Kaori. -Pueden desatarme, les doy mi palabra que no les haré nada, pero es que se me están durmiendo los brazos y las piernas. -Creo que no deberíamos hacerlo dijo Yuiren. -No te preocupes – se acercó Megumi para desatar a Treize – nos ha dado su palabra además está desarmado y yo aún se como se usa esto – dijo mostrando el cuchillo – como intentes algo – le advirtió – no dudaré en matarte. -No se preocupe siempre cumplo con mi palabra.

Una vez libre se froto las muñecas adoloridas, Megumi se encontraba en su espalda, delante de él frente la puerta estaba Yune y más alejadas estaban Yuiren y Kaori. De golpe la puerta se abrió de improviso, con un rápido movimiento Treize le arrebató el cuchillo y se tiró sobre Yune tumbándola en el suelo en el momento en que una flecha atravesó la cabaña para clavarse en la pared, antes de que nadie se diera cuenta con un rápido movimiento y aún protegiendo con su cuerpo a Yune le lanzó el cuchillo al intruso que intentó matar a la chica. Ante la sorpresa de todos se quedaron inmóviles. Megumi tras recuperarse corrió a cerrar nuevamente la puerta para evitar que alguien más entrase.

-¿Estas bien? – preguntó Treize a Yune que seguía sorprendida bajo su cuerpo. -Er... yo... si estoy bien – dijo ruborizada al notar como el joven la abrazaba protectoramente. -¿Están toda bien? – preguntó a las demás mujeres levantándose para luego ayudar a Yune a levantarse. Se acercó al cadáver y le extrajo el cuchillo clavado en le corazón – Esto es suyo – dijo sonriendo al entregarle el cuchillo a Megumi. -Er... si... gracias – dijo abochornada ante tal muestra de habilidad. -Será mejor que se alejen de la puesta y de las ventanas – comentó Treize.

A fuera las cosas se ponían cada vez peor, Nazca, Touya, Heero y los demás, estaban agotados. En un descuido por parte de Nazca que seguía luchando con el Jefe Peacecraf, consiguió herirlo cayendo al suelo. Sangraba con abundancia y le costaba respirar, al ver Peacecraf que su enemigo estaba herido sin posibilidad de darle más pelea, se acercó lentamente a él con una sonrisa diabólica.

-¡Nooooooooooooo padreeeeeeee!!!!!! – gritó Duo al ver como Peacecraf-sama le iba a dar el golpe de gracia.

Todos vieron con horror como la espada de Peacecraf se dirigía sin compasión al corazón. Quisieron evitarlo pero ninguno de ellos estaba a la distancia necesaria para evitarlo, aún así dejaron lo que estaba haciendo para correr en ayuda de su padre, Jefe o amigo, según el caso. Todo estaba perdido, Nazca al ver como la estaba de acercaba a él cerro los ojos a la espera de la estocada letal, sabía que había perdido, nada ni nadie le salvaría esta vez. Sintió como su cara se llenaba de sangre caliente y viscosa, ante lo que pudo pensar no sintió dolor alguno, su respiración siguió igual de acelerada y su corazón contra todo pronóstico siguió latiendo con la misma intensidad. Con sorpresa abrió los ojos al comprobar que la espada de Peacecraf no llegó a su pecho, ahí delante de él se encontró a Peacecraf sujetándose el pecho lleno de sangre donde una flecha certera de había dado en el corazón.

-Maldito bastardo, cof cof, - maldijo a la persona que le había disparado unos metros más alejados de ellos. -Te dije que no permitiría que hicieras de la tuyo, "padre" – dijo con desprecio un malherido -Has traicionado a tu pueblo – dijo con dificultad cayéndose de rodillas. -No padre, no he traicionado a mi pueblo, mi pueblo como tu dices no necesita a un loco como tu, ésta guerra es absurda y como una vez te dije haría lo que fuera para evitarla. -Has matado a tu propio padre – dijo con apenas aliento – prefieres perder a tu padre. -No, estás equivocado..., mi padre lo perdí hace mucho tiempo..., tú nunca te comportaste como tal, así que ahora no te quejes – dijo adolorido

Millardo montado en un tigris, detrás de él estaba Wufei con sus hombres.

-¿Tú? -se asombró Heero al ver a Wufei al verlo armado y preparado para atacar- supongo que vienes para acabar lo que ha empezado Peacecraf. -No te equivocas, vengo a unirme a vosotros- sonrió ante la cara de desconcierto – ¡Tiang-li, Dark, y demás, ataquen! , los que quieran rendirse se les respetará la vida – gritó. Millardo y Wufei se acercó al Jefe Nazca se mantenía en el suelo. También se acercaron Duo Y Touya para comprobar el estado de Nazca. Heero al ver que todo parecía que volvía a la normalidad, se dirigió hacia donde había dejado una cuenta pendiente.

-Jefe Nazca – le llamó Wufei - debemos llevarlo a que le curen -Millardo, ¿cómo? – intentó hablar Nazca. -Lo que estaba haciendo mi padre... no era lo correcto creo que me di cuenta demasiado tarde, lo siento. -¿Cómo has llegado aquí? – preguntó Touya a Millardo. -Me lo encontré por el camino – intervino Wufei – gracias a mi llegó a tiempo, ya que su estado no habría llegado ni pasado mañana – se burló. -Mi hija – habló de nuevo Nazca. -No se preocupe, está en un lugar seguro, no permitiría que a mi futura esposa le ocurriera algo, si me da su permiso – sonrió Wufei al ver la cara de sorpresa. -¿Esposa?¿ Tú eres...? -Soy Wufei Chang Jefe del Clan Chang y estoy enamorado de su hija, pero bueno no creo que ahora sea el mejor momento para contarle todos los detalles. -No, creo que no – sonrió Nazca.

Con la ayuda de Wufei y Touya llevaron a Nazca a su cabaña para que las mujeres le pudieran atender. Gracias a la ayuda del Clan de Chang, los hombres de Peacecraf fueron reducidos, quien quiso rendirse se le perdonó la vida. Todo había vuelto a la normalidad. Ahora se atendía a los heridos y se retiraban los cuerpos sin vida para poder ser enterrados dignamente. Todo estaba en tranquilidad excepto por dos hombres que no quisieron dejar su cuenta sin saldar. -Maldito hijo de perra – le gritó Heero a Ryota que seguía burlándose de él – ríete todo lo que quieras, pronto acabaré contigo, y te arrepentirás de haber puesto las manos sobre Duo. -Eso es lo que tu te crees – dijo jadeando, la pelea se le estaba haciendo larga y el agotamiento empezaba a ser un problema para él. -Morirás – dijo con sadismo Heero -Eso lo veremos – dijo lanzando sé de nuevo al ataque.

Los golpes se fueron sucediendo, hiriéndose mutuamente, Heero hacía pequeños cortes estratégicamente por todo el cuerpo de Ryota, haciendo que perdiera sangre sin causarle demasiado dolor. La pérdida continua de sangre, empezó a afectarle a Ryota, la vista se le nublaba y sus reacciones eran cada vez más lentas. Durante varios minutos Heero estuvo jugando con su adversario hasta que se casó. Con golpes certeros cortó la mano derecha de Ryota, luego le cortó en le estómago, haciendo que cayese de rodillas, con burla se acercó a él y tras mirarle con desprecio le cortó el cuello, dejando que muriese desangrándose.

-Te lo dije – le advirtió – nadie toca lo que es mío.

Sin mirar atrás Heero se alejó del cuerpo moribundo de Ryota y se fue hacia donde estaban todos. La batalla había acabado, pese a los esfuerzos y las pérdidas habían salido victoriosos. El peligro y los planes de Peacecraf sabían sido destruidos. Por fin después de mucho esfuerzos y sacrificios los sueños que tanto anhelaba él y los suyos se podrían hacer realidad. A partir de ese momento viviría por y para el amor de su vida Duo. Solos les quedaba vivir el mañana y así lo harían.

Fin. Los personajes de Gundam Wing no me pertenecen, no obstante incluiré algún que otro personaje según valla transcurriendo en la trama de la historia. Advertencias: Escenas: Cómicas, Angs., Lemon Yaoi., según capítulos. Época: La historia transcurre en la prehistoria, antes de cualquier época de civilización