Nota previa: Para entender de mejor forma esta historia es recomendable leer primero el one short de "Es una promesa". Arigatou

Promesas pasadas

Por Kary

Capitulo XXIV:

Marcas de ayer

Siento que te conozco hace tiempo

De otro milenio, de otro cielo

Dime, si me recuerdas aun

Solo con tocar tus manos puedo revelarte mi alma

Dime si reconoces mi voz

Ye ye ye ye ye ye ye

Ye ye ye ye ye ye ye

Siento que me desnudas la mente

Cuando me besas la frente

Dime si traigo marcas de ayer

Solo con tocar tus manos puedo revelarte mi alma

Dime si reconoces mi voz

Ye ye ye ye ye ye ye

Ye ye ye ye ye ye ye

Siento que te conozco

Siento que me recuerdas

Dime si reconoces mi voz

Ye ye ye ye ye ye ye

Ye ye ye ye ye ye ye

Siento que te conozco

Siento que me recuerdas

Dime si reconoces mi voz

Adriana Mezzadri

Advertencia: Lenguaje fuerte. Sin quejas.

~*

El cumpleaños de Kaoru pasó muy por debajo de la mesa por parte de todos, incluso de la misma Kaoru que con lo ocupada que estaba apenas sabía la fecha que era.

Su cumpleaños era el 10 de octubre, segundo día de celebración del Takayama Matsuri por lo que desde siempre lo había celebrado entre desfiles de carrozas esplendidas que parecían pinturas y que pasaban por las calles o se veían por la televisión ya que la fiesta se celebraba en el Santuario Hachimangu, aunque eso no significaba que no se pudiese observar alguno que otro desfile por las calles y parques de Tokio.

Esa fiesta siempre les recordaba a los que conocían a la joven Kamiya cuando era el día de su cumpleaños.

Pero este año Kaoru no había tenido intenciones de celebrar nada, no con el extenso y espeso horario de trabajo que cargaba sobre sus hombros, y no era solo ella, todos sus conocidos desde el vecino de la esquina hasta su novio parecían haber entrado en un abismo de caos, en el que las horas se reducían a minutos que corrían a la velocidad de la luz mientras el universo parecía estar rotando de forma contraria y volviendo las vidas de todos un desastre.

La emoción de Misao por el inicio de las clases universitarias se convirtió pronto en un estrés que le provocaba dolores de cabeza y un mal humor que ahuyentaba hasta a las moscas, solo los instantes de compañía de Aoshi o los momentos en que él la pasaba buscando 'casualmente' por la universidad lograban sacarle una sonrisa a la muchacha que normalmente era conocida por su alegría y que ahora estaba apagada.

El hecho de que su prima Magdalia estuviese finalmente hospitalizada contribuía al ambiente de tensión, nervios, tristeza y desolación que existía  en la casa y que se había extendido como una sombra entre todos los allegados a las muchachas.

Megumi era la que parecía haber caído en un estado de depresión y tensión total, ya casi no hablaba con nadie ni decía alguno de sus comentarios sarcásticos sino que se encerraba en su habitación y se enfrascaba en pesados libros de los que nadie podía entender siquiera el titulo, si hablaba era para criticar y gritar hasta que la garganta le doliera, así la discusión fuese por una mancha de té en el mantel; luego se iba a su habitación y con un portazo se encerraba nuevamente, a veces alguna de la muchachas que pasaba por el corredor podía oírla llorar pero nunca decían nada. Había dejado de comer y de cocinar, por lo que todas habían comenzado a sufrir los efectos de la comida de Kaoru.

Incluso había dejado de pelear con Sanosuke, ya ni siquiera le hablaba o le prestaba atención. Simplemente después de la universidad y de la clínica llegaba y se encerraba en el estudio que había pertenecido a su padre, con las cortinas apagando la luz del sol que entraba por los vitrales y con Daisuke Ishimi a su lado. Éste llegaba con ella a horas del mediodía luego de asistir a la universidad y se iba muy tarde en la noche, bajo la mirada fiera y molesta de Sanosuke.

Megumi había olvidado todas las responsabilidades que tenía y se había dedicado simplemente a buscarle una solución, un remedio a la enfermedad de su prima. Se estaba obsesionando peligrosamente.

Con la completa reclusión de Megumi en su obsesión por encontrarle una solución a una enfermedad que había sido investigada hasta el cansancio por médicos profesionales desde hacía más de cien años la vida de Kaoru se convirtió en un desastre completo.

Tenía que despertarse a las cuatro de la madrugada para preparar los ramos que estaban encargados (los cuales dejaron de lucir como flores salidas del edén para verse como flores cortadas de cualquier jardín) y hacer las tarjetas correspondientes mientras dejaba una lista muy detallada a Sanosuke de lo que debía hacer mientras ella no estaba, a las siete de la mañana corría a hacer un desayuno que casi siempre consistía en tostadas quemadas y un jugo de naranja muy amargo (desayunos tradicionales como la sopa de miso, el arroz y el pescado se habían convertido solo en sueños lejanos) y luego volaba con las pequeñas Ayame y Susume para llevarlas hasta el preescolar, tenía suerte si llegaba luego de tantos problemas a sus clases sin que le cerraran la puerta en la nariz.

Misao solía hacer el almuerzo porque llegaba temprano, trataba sin mucho éxito, de convencer a Megumi de que comiera algo pero siempre terminaba con una reprimenda de su hermana mayor y una excusa más para estar de mal humor, luego se encerraba a estudiar y a cumplir con las obligaciones que tenía, estaba un rato en la floristería supervisando que Sanosuke no dejase la tienda sola lo cual pasaba de forma seguida.

Kenshin apenas podía respirar con el trabajo que tenía, su padre se había ido nuevamente de viaje dejándole las responsabilidades de las empresas que comprendían su patrimonio, y aunque Tomoe lo había ayudado las primeras semanas su ayuda se esfumó con la noticia de su embarazo. El doctor le había dicho que era un embarazo riesgoso y por lo tanto tenía que mantener un reposo total y no podía pasar por estrés. Y la oficina no era especialmente un campo de rosas llenas de tranquilidad.  

Él seguía escapándose de las reuniones para ver a Kaoru y ayudarla un poco en la casa, pero era casi imposible, el día en que se dio cuenta que tenía más de una semana y media sin verla y que era su cumpleaños, despachó a todos los empleados del banco temprano y salió a buscar a la joven Kamiya.

Sanosuke era el que más tranquilo se veía, pero quien pasaba más de diez minutos cerca de él se daba cuenta de que era todo lo contrario. La tensión, la culpa y un raro vació en el estomago que se le formó el día en que la ambulancia se llevo a Magdalia ha la clínica del doctor Gensai había aumentado con las horas de incertidumbre. Verla pálida como un papel, inconsciente y vulnerable a todos los males le había oprimido el corazón de tal forma que aun podía escucharlo estrujarse dentro de él.

Nunca había esperado que eso pasara. Jamás, aunque desde un principio sabía que la enfermedad de Magdalia era terminal nunca se había imaginado verla en ese estado, y mucho menos ver a Megumi llorando.

Había llegado a pensar que las lágrimas no formaban parte de la cultura de esa mujer, pero todo cambió cuando la vio sentarse derrotada en el sofá de la sala, con las lágrimas corriendo por su rostro, aun así ni un solo sollozo había dejado su garganta.

Sanosuke solía ir dos o tres veces al día a ver a Magdalia a la clínica, la encontraba despierta alguna que otra vez, rodeada de maquinas y cables que confirmaban su estado, con una enfermera que pasaba cada siete minutos para verificar su estabilidad y una maquina de oxigeno que la ayudaba a vivir.

No podía creer como es que un día ella estaba bien, enferma si, pero sonriendo, hablando, cantándole a las flores y cocinando exquisitamente y al otro estuviese al borde de la muerte. Y todo por una maldita enfermedad. Él no era como Megumi que se encerraba frustrada para investigar cosas que ya se sabían, y que ella ya sabía de sobra. No, a él simplemente le habían dicho el nombre de la enfermedad, sus síntomas, sus causas, sus consecuencias y si había alguna forma de curación que para él era lo más importante.

Se impresionó al saber que la enfermedad de la muchacha era heredada, que su madre había muerto de lo mismo cuando ella era muy pequeña, y por más análisis, previsiones o cuidados que habían tomado desde que ella podía recordar, el legado de su enfermedad no se había rendido y en los últimos meses la había azotado con toda su crueldad.

No eran muchas las posibilidades, pero el Doctor Gensai los había tranquilizado con que aun quedaba una luz entre tanta oscuridad, un largo y extenuante tratamiento era su única salida. " se salvaba ó se moría.

Shougo Amakusa había volado al instante en un vuelo privado cuando recibió la llamada de Megumi diciéndole lo que le había pasado a Magdalia. Sanosuke tampoco había dejado de impresionarse cuando supo que ambos hermanos eran dueños de una de las empresas más importantes de perfumes del país y que tenían tanto dinero como Japón tenía piedras.

Tres semanas después de que Magdalia fuese hospitalizada Shougo le comunicó a sus primas que tenía pensado llevarse a su hermana a los Estados Unidos, donde existía un nuevo método para tratar la enfermedad de la muchacha en el estado avanzado en que ya se encontraba.

Megumi gritó y lloró tanto que Sanosuke se asusto y llegó a pensar que la mujer zorro se había vuelto completamente loca. Al final él había tenido que llevársela cargándola como si fuera una bolsa de papas sobre su hombro, mientras ella le gritaba groserías que harían sonrojar hasta a un marinero y completamente fuera de su carácter. Después de que ella hubiese gritado y lo hubiese golpeado hasta desahogarse simplemente se sentó en el piso del corredor a llorar desconsoladamente.

Sanosuke la abrazo hasta que se calmó, completamente impresionado de aquella parte sensible que Megumi había mostrado en los últimos días.

El mismo día que Kaoru cumplió años, Shougo traslado a Magdalia a una clínica privada en Estados Unidos, en un vuelo privado con escala obligatoria en Paris, y aunque la muchacha apenas podía abrir los ojos de tantos sedantes que traía consigo logró murmurarle algunas palabras a Megumi  y le dio su crucifijo a Sanosuke.

Él simplemente lo guardó en su bolsillo y días después lo vieron llevándolo puesto. Megumi no mencionó nada hasta años después…

Todos esperaban volver a verla.

Tanto Sano como Megumi habían permanecido taciturnos por el resto del día, felicitando a Kaoru de tanto en tanto sin recordar que ya lo habían hecho.

A horas del almuerzo cuando Sanosuke había salido a comprar por encargo de Megumi cintas rojas (las cuales sobraban en los estantes) llegó Daisuke Ishimi invitando a su colega a un restaurante francés para levantarle los ánimos.

Misao y Kaoru la habían obligado prácticamente a ir, así que ella se puso una camisa más presentable, se amarro el cabello en una cola alta, se pintó los labios y salió.

Cuando Sanosuke llegó con treinta y cinco bolsas de globos rojos, en vez de las cintas, y se enteró de que Megumi había salido maldijo hasta a las hormigas y se enfurruñó toda la tarde sentado en una de las silla atendiendo el teléfono de la mala gana e ignorando a los clientes para el estrés de Kaoru.  

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

Kaoru no había esperado que Kenshin se apareciera tan temprano en la floristería sin haber llamado antes. Verlo le pareció un sueño. No era raro puesto que tenía más de una semana sin verlo, se veía más delgado y cansado de lo normal y Kaoru se preguntó quien era el jefe sin corazón de su pobre pelirrojo que no lo dejaba descansar lo debido.

El olor de su colonia y el aroma masculino que lo caracterizaba lleno su nariz cuando lo abrazo con fuerza.

- ¡Kenshin!- dijo alegremente Kaoru aun abrazada fuertemente a él – Te he extrañado mucho-

Kenshin sonrió suavemente aspirando el olor a jazmín de su pelo – Yo también- murmuró besándola en la frente.

- Voy a vomitar- murmuró de mal humor Sanosuke parándose de la silla en la que tenía rato sentado y saliendo de la tienda. Kaoru se dio cuenta que solo era un excusa para salir y ver si Megumi regresaba, pero ella se había ido hacia menos de una hora.

- No le hagas caso- dijo Kaoru demasiado contenta para amargarse, dejó de abrazar al pelirrojo y entrelazo su mano con la de él- Megumi salió con un muchacho sin que él se enterara y está de mal humor, además la salida de Magdalia también lo tiene mal-

- Siento no haber podido estar contigo- dijo Kenshin jugando con sus dedos

- No te preocupes- sonrió Kaoru

- Por cierto, feliz cumpleaños- le dijo Kenshin abrazándola por la espalda y besándola en la mejilla.

Ella sonrió felizmente, sintiendo su corazón calentarse con sus palabras, escucharlas por teléfono no tenían comparación a que se las dijera suavecito y cerca de su oído, con su cuerpo tibio abrazándola…

Dios como lo había extrañado… un día más sin verlo y se habría vuelto loca… ¿Acaso era amor? Si, estaba enamorada ya era hora de admitirlo.

- Veamos- dijo Kenshin viendo su reloj, aun la tenía abrazada por la espalda- Tienes quince minutos para estar lista-

- ¿Lista? ¿Lista para que?- pregunto Kaoru dándose la vuelta y viéndolo confundida

- Que mujer tan curiosa- dijo Kenshin pellizcándole la nariz suavemente- Solo ve a cambiarte, yo te espero aquí-

Kaoru le sacó la lengua algo molesta por no saber las intenciones del pelirrojo, cruzó la puerta que iba a su casa y se escuchó su voz llamar con fuerza a Misao.

Kenshin sonrió suavemente cuando Kaoru desapareció por la puerta, y se volvió ligeramente hacía la puerta de vidrio que daba a la calle, Sanosuke estaba apoyado de la pared con los brazos cruzados y un ceño enfadado; cuando se dio cuenta del escrutinio del pelirrojo soltó un gruñido y entró a la tienda.

- ¿Qué miras?- preguntó rudamente Sano

- Nada- dijo Kenshin inocentemente metiéndose las manos en los bolsillos de sus pantalones elegantes – Solo estaba pensando-

- Piensas demasiado Kenshin- murmuro Sanosuke sentándose nuevamente en la silla cerca del mostrador

- Y tú Sanosuke piensas muy poco- le retorció Kenshin apaciblemente.

- ¿Qué quieres decir?- preguntó Sano frunciendo el ceño molestamente, no estaba de humor para nadie y mucho menos para Kenshin con sus sermones extraños y filosóficos.

- Que en vez de enfadarte porque ella se fue, pienses en como hacer para levantarle los ánimos, Kaoru me comento que estaba muy deprimida-

- No se de que estas hablando Kenshin- dijo Sano rodando los ojos y revolviendo su propio pelo

- Sano te conozco, no puedes ocultarlo de mí- Kenshin sonrió, sintiéndose de repente muy sabio

- Oh cállate idiota- murmuró Sanosuke y luego trató de juntar todo el sarcasmo que tenía para hablar- Que recuerde tu eres el de los problemas existenciales-

- Puede ser- dijo Kenshin fastidiado y con una gota rodándole por la cabeza- Pero no soy el único por lo visto- Sano apartó la vista deliberadamente del pelirrojo y Kenshin medio sonrió- ¿Por qué no aceptas que te gusta Megumi-san y que te da celos verla con otro hombre?

La expresión de Sano fue como si se hubiese comido tres limones la vez.

- ¡No digas idioteces!- grito Sanosuke parándose de golpe, algunas flores se movieron con el viento que provocó- ¡¿De donde sacaste la idea de que me gusta esa zorra estúpida?! ¡¿Y que yo tengo celos?! ¡¡Por todos los dioses primero le tendría celos a un calamar que al idiota cuatro ojos!! ¡¿Y quien tendría celos por esa bruja?! ¡¡Además a mi NO me gusta esa mujer!!

- Sanosuke…- dijo Kenshin dándole una mirada que hablaba claramente, Sano carraspeo ásperamente y evitó su mirada.

- Bueno, si me gusta ¡tengo ojos ne!- gritó de repente Sano- ¡Pero el que me guste no significa que este enamorado de ella!

Kenshin lo miro fijamente – Yo nunca dije que estabas enamorado de Megumi-san. Eso, lo dijiste tú-

El color bajo del rostro de Sanosuke con esa simple aclaración.  

- ¡Kenshin! ¡Ya estoy lista!- Kaoru camino alegremente, llevando su cartera y una chaqueta en la mano

- Oro. ¡Kaoru no han pasado ni diez minutos!- dijo Kenshin viéndola sorprendido, Ya estaba completamente arreglada.

- ¿Qué? ¿Estoy mal? ¿Debo ponerme algo mejor? ¡Estoy fea! ¡No debí hacerle caso a Misao! ¿Se me ven mal estas sandalias? ¡No son altas! ¿Qué me pongo ahora? ¡Voy a cambiarme!- balbuceó Kaoru rápidamente viéndose de arriba a bajo.

- Iie, iie Kaoru- dijo Kenshin agarrándola de la muñeca- Estas perfecta así-

- ¿sou?- pregunto ella con los ojos brillantes.

- Hai- le respondió Kenshin con una sonrisa. Ella estaba vestida de una forma semi-formal, tenía puesto un pantalón negro pegado a las caderas y una camisa de botones con las mangas largas, de color blanco con rayas verticales rosadas, había abandonado sus lazos y ahora su cabello caía como cascada negra sobre su espalda, tenía un sombra leve de rosado en sus ojos y sus labios brillaban con el labial transparente. Kenshin de repente quiso besarla.

- ¿Nos vamos entonces?- preguntó Kaoru revisando que su cartera tuviese todo lo necesario.

- ¿ah? Si, vamos- dijo Kenshin saliendo de su atontamiento y tomándola de la mano para salir de la tienda.

- Adiós Sanosuke, Misao viene ahora- dijo distraídamente Kaoru

- Piensa un rato- le dijo Kenshin al muchacho que parecía alumbrado- nos vemos amigo-

El pelirrojo y la pelinegra salieron de la floristería agarrados de las manos y Misao llegó cantando escandalosamente algo sobre las vueltas de la vida, el teléfono sonó irritablemente y tres clientes entraron a la tienda exigiendo ser atendidos, Misao gritó varias cosas y un choque se oyó a la lejanía. Aun así, Sanosuke Sagara no se dio cuenta de que el mundo también giraba fuera de sus pensamientos.

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

Kaoru se sentó cohibidamente en la silla elegante y miró a su alrededor casi con miedo. Hotaru Aoi era sin duda alguna el restaurante más importante y costoso de todo el Japón, sus enormes puertas habían estado abiertas por más de medio siglo recibiendo a las personas que podían darse el lujo de pagarlo.

Kaoru siempre había querido conocerlo, desde que era pequeña y sus padres celebraban sus aniversarios allí, pero luego de sus muertes y de que ellas quedaran casi en la quiebra ese deseo se había convertido en un sueño lejano.

Y ahora estaba allí, sentada como una de las tantas personas adineradas que tomaban cafés de más de treinta dólares, junto a Kenshin. Hasta sonaba extraño en su mente.

Las paredes eran de un azul tan oscuro que parecía negro y los techos tan altos que se perdían de la vista, de ellos caían por todo el restaurante que era enorme, pequeñas hileras de espejos pequeños que brillaban hermosamente. Mirar hacía arriba era como mirar una noche estrellada. También revoloteaban en el ambiente diminutas luces verdes, a las que la mano de Kaoru traspasó cuando intento tocarlas. Ella sentía de repente como si estuviese viviendo ese sueño de las luciérnagas, era tan parecido el ambiente que incluso se estaba preparando para ver al pelirrojo con la cruz en la mejilla, al contrario un pelirrojo sonriente y sin marcas fue lo único que vio. Sonrió para tranquilizarse.

Las mesas eran pequeñas, con manteles de seda color gris y velas de llama azul que brillaban dentro de vasijas de cristal. Había enormes vitrales que daban a un jardín oscuro y verde.

- Creo que me siento fuera de lugar- murmuró para si misma, las personas estaban vestidas exquisitamente, las mujeres sino llevaban elegantes vestidos de fiesta vestían con finos kimonos y los hombres en trajes con corbatas o trajes tradicionales. Comparada con ellos Kaoru se sentía vestida en harapos.

- ¿Por qué dices eso?- le pregunto Kenshin algo confundido.

- ¿Acaso no ves a las personas?- le preguntó ella en un cuchicheo, como con miedo de hablar muy alto – Me siento como indigente, debiste haberme dicho que íbamos a venir a un lugar tan elegante, ahora todo me deben ver como una extraterrestre-

- Claro que no- dijo Kenshin riendo ligeramente –Estas bien así- él tampoco estaba muy elegante, simplemente tenía una camisa de vestir blanca, con los primeros tres botones abiertos y un pantalón negro, su cabello era lo que más llamaba la atención aunque Kaoru se las había arreglado para convertirlo en una larga trenza. Ella se había vestido a la par de Kenshin, para no estar ni mejor ni peor ya que no sabía a donde la iba a llevar, pero nunca se imagino esto.

- ¿Estas seguro de que no van a venir a sacarnos? Ellos deben tener derecho de admisión- dijo Kaoru mirando a los costados con temor

- No te preocupes koi, nadie nos sacará de aquí ni nada- dijo Kenshin viendo el menú. Obviamente que nadie los sacaría, todos allí sabían quien era él y además, su padre era uno de los dueños de ese restaurante ¿Quién se iba a atrever a sacarlos?

- Bueno si tu lo dices- dijo Kaoru tímidamente ¿Acaso Kenshin se había ganado la lotería? Que ella supiese su sueldo de empleado común y corriente no le daba para darse ese tipo de lujos. Agarró el menú y comenzó a ver la lista de platos en busca del más bueno, bonito y barato.  

Kaoru casi se cayó de la silla al ver los precios. Kami con lo que costaba un entremés podía comprar el mercado completo y con lujos de un mes.

- ¿Kenshin?- preguntó en un susurro tímido- ¿Cómo se supone que vamos a pagar esto?

- ¿oro?- preguntó Kenshin inocentemente con ojos anchos, aunque luego sonrió también con timidez – No te preocupes por eso Kaoru. ¿Ya elegiste algo? Y voy a pedir Sashimi-

- Quiero Sukiyaki- dijo ella suavemente. Cuando el mesero recogió el pedido les sirvió un vino francés de noventa años, el color rojo del licor llenó las copas de cristal con elegancia.

Una melodía suave y casi triste se escuchaba en el ambiente mientras las personas conversaban en voz baja, cada quien en su mesa, cada quien en su mundo.

- Quiero darte algo Kaoru- dijo Kenshin de repente sacando a la pelinegra de su ensueño.

- ¿Algo más?- preguntó ella extrañada, si Kenshin le daba otra cosa que no fuese un caramelo iba a comenzara pensar en cosas raras… aunque su familia tenía dinero después de todo…

- Hai- Kaoru estaba sentada a su lado así que él simplemente la atrajo con silla más cerca de si agarrándola por la cintura, luego pasó largo rato buscando en los bolsillos de su pantalón y en el de su camisa hasta que encontró lo que buscaba.

Kaoru abrió la boca impresionada, era una de las cosas más bonitas que había visto.  Frente a sus ojos Kenshin le mostraba una hermosa gargantilla fina de oro, tenía un dije de oro blanco del tamaño de una moneda mediana en forma de jazmín con seis pétalos, en el centro brillaba luminosamente un diamante pequeño.

- Oh Kenshin es hermoso- murmuro Kaoru viéndolo embelezada cuando el pelirrojo se lo colocó en el cuello

- Me alegra que te guste, cuando lo vi pensé en ti, eres como una flor- dijo Kenshin sonriendo y haciéndola sonrojar. Había entrado en la joyería sin muchas expectativas porque Kaoru no era una muchacha que usara joyas como su hermana pero cuando vio la gargantilla en la vitrina le pareció verla a ella, incluso olerla. El jazmín siempre le recordaría a su dulce Kaoru.

- Pero debe haber costado muchísimo Kenshin- dijo ella sintiéndose nuevamente cohibida.

- Claro que no- murmuro Kenshin agarrando su copa de vino y tomando distraídamente.

Kaoru detectó la mentira al instante – Claro que si. ¡Kenshin dime!-

Ella jamás supo cuanto le había costado al pelirrojo su regalo de cumpleaños pero siempre pensó que solo con el diamante podría comprarse dos automóviles. Y estaba en lo correcto. 

- Kenshin- dijo ella al rato llamando la atención del pelirrojo - A veces siento como si te conociera desde hace mucho tiempo - dijo ella suavemente acariciando el borde de su copa. Hacía tanto tiempo que quería sacarse esa espina de su mente – Siento como si te hubiera visto en algún lugar que ahora no puedo recordar -

- ¿hu?- pregunto Kenshin tragando su comida bruscamente y ahogándose. Kaoru rió ligeramente y le dio golpecitos en la espalda mientras el tomaba agua - ¿De que hablas?- le pregunto él luego de dejar de toser

- No sé, creo que son solo tonterías mías pero siempre que te veo siento que te conozco- dijo Kaoru tímidamente- Como si ya supiera tus mañas desde siempre y las cosas que vas a contestar frente a alguna situación ¿no te parece algo extraño?-

- No- dijo el respirando tranquilamente. Por un momento había pensado que lo había visto alguna vez en alguna revista o algo así, pero parecía que no era eso de lo que ella hablaba –A mi también me pasa lo mismo- dijo él simplemente y Kaoru sintió como si todo lo que había comido se le revolviera en el estómago.

El pasado se proyecta hacia el futuro a través del callejón del presente.

- Pero no debe ser nada importante- dijo él mirando como sus ojos se habían convertido en piscinas de preocupación – Tal vez esas cosas les pasan a las personas que se quieren-

Kaoru sonrió tímidamente sintiendo las mejillas sonrojarse. Eso había sido dulce.

Tal vez era cierto… tal vez esas cosas les pasaban a las personas que se querían.

La cena transcurrió tranquilamente, entre frases lindas y platicas casuales, entre risas felices y miradas enamoradas. De vez en cuando alguna persona se acercaba para saludar a Kenshin respetuosamente, lo cual confundía un poco a la joven Kamiya.

Cuando la cena llegó a su fin ambos caminaron agarrados de las manos y recibiendo algunas miradas reprobatorias por esta acción, aunque a ellos no les importó.

Al salir por el pasillo rojo un trueno gigantesco los recibió retumbando en la noche seguido de la lluvia que comenzó a caer con fuerza.

- Que frió- murmuró Kaoru y Kenshin le ayudo a ponerse su chaqueta negra – Es raro pero ¿sabes? Siempre llueve en mi cumpleaños, creí que este año sería diferente pero veo que no, bueno después de todo el invierno se acerca-

Kenshin solo se quedó observando la lluvia…

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

Cuando Megumi se bajo del automóvil era tarde, era tardísimo y llovía a cantaros, por eso se extrañó de ver la floristería con las luces prendidas y aun abierta.  

- Muchas gracias por todo Daisuke-san- dijo Megumi suavemente al muchacho que sonreía desde el puesto de piloto en su automóvil blanco.

- Fue un placer para mi Megumi-san- dijo el muchacho sonriendo- Espero que pueda acompañarme otro día a cenar nuevamente, conozco un restaurante de comida italiana que es muy bueno-

- Seguramente- dijo Megumi con una sonrisa bastante falsa. No había pasado una noche mala, el restaurante había sido bueno y elegante, la comida había estado excelente y no podía quejarse de la música o de la compañía, si le preguntaban a ella todo había sido perfecto. Todo menos una cosa: se había aburrido como ostra.

Kami, si volvía a oír en las próximas veinticuatro horas algo relacionado a la genética se tiraría por un puente.

- Gracias por prestarme tu paraguas- dijo Megumi preparándose para salir- El lunes te lo devuelvo, arigatou-

- Esta bien, Oyasumi nasai- dijo Daisuke suavemente

- Oyasumi nasai- se despidió Megumi bajando del automóvil. La lluvia golpeaba fuertemente contra el paraguas pero Megumi no apresuró el paso porque no se mojaba. Frunciendo el ceño entró a la floristería en vez de a su casa, cerró el paraguas delicadamente y al entrar… su nariz chocó contra el cuello de Sanosuke.  A pesar de su propia altura ella tenía que inclinar ligeramente  su barbilla para que su mirada se encontrara con la suya. Definitivamente se veía ferozmente sexy cuando estaba enfadado.

- Hola- dijo ella alejándose un poco de él y dejando el paraguas a un lado - ¿Por qué esta abierta la tienda todavía?- preguntó ella pero no obtuvo respuesta.

Sanosuke la observó salvajemente por un momento, con la frente tensa y los puños cerrados, explotó en menos tiempo de lo pensado -¡¡¿Sabes que hora es?!!- preguntó en un grito feroz que hizo estremecer a las flores, Megumi se volteó a verlo con una ceja alzada.

- ¿Perdón?- preguntó ella algo ofendida por el grito pero confundida a su vez por su explosión repentina.

- ¡¡Son las doce y media de la noche!! ¡Las malditas doce y media y tú acabas de llegar!- gritó fuertemente Sanosuke.

- ¿Y?- preguntó ella cruzando sus brazos y esperando una buena excusa del muchacho. Lo que recibió casi hace que la vena de su frente explotara.

- ¡¿Y?! ¡¿Te parece que es una hora decente para llegar de quien sabe donde con un don nadie?! ¡¡Estas loca mujer!! ¡Además mira como estas vestida!-

- ¡¿Cómo estoy vestida?!- gritó ella enfadada, prácticamente le había dicho que era una cualquiera cuando estaba vestida decente y elegantemente, tenía un pantalón blanco y una camisa negra manga larga sin escote o botones pero fina, el cabello se lo había amarrado en una cola alta y este caía largamente hasta su cintura. Sanosuke no tenía motivos para decirle esas cosas -¡Además! ¡¿Quién te crees para decirme esas cosas?! ¡Primero que soy una mujer libre y adulta que puede hacer lo que quiera con su vida y segundo que tú no eres mi padre para decirme a que horas debo o no debo llegar! -

- ¡Pues por mi está bien lo que hagas idiota! ¡Pero has dejado abandonada todas tus otras responsabilidades! ¡Lo mejor sería que dejarás de coquetear con cualquier tipo que se te cruza por el camino y cumplas con tus deberes!- gritó él dejando gotear el sarcasmo en su voz como veneno.

Megumi tuvo ganas de golpearlo, de golpearlo tan fuerte que ni siquiera podría pararse de su cama en semanas. Era algo incoherente e imposible, pero ella sentía tanta rabia que incluso podría haberlo logrado, a cambio su expresión se puso tan helada que Sano incluso sintió frío.

- Eres un cretino- le dijo ella suavemente pero luego comenzó a gritar -¡Eres un estúpido cerdo, un egoísta que solo piensa en si mismo! ¡Todo siempre tiene que girar en torno a ti ¿no?! ¡Pues no! ¡Tengo mi vida Sanosuke y tú no estas incluido en ella! ¡Deja de tratar de controlarla! ¡Deja de meterte en mis asuntos!- tomo una respiración y en un arranque de rabia tiró al suelo varios papeles que estaban apilados en el mostrador- ¡Si me voy con cualquiera por ahí es mi problema! ¡Si se me antoja llegar luego de tres días es mi maldito problema no el tuyo!-

- ¡Claro que es mi problema!- gritó Sanosuke pateando la silla en la que había estado sentado todo el día, está cayó estruendosamente al suelo.

- ¡No lo es! ¡No es tú problema lo que yo haga o la gente con la que salga!- gritó Megumi completamente molesta- ¡¿Qué es lo que te molesta?! ¡¿Qué salga con personas divertidas y no este aquí para ser tu juguete?! ¡¿Acaso crees que solo soy eso?! ¡Una marioneta con la que puedes jugar si un día se te provoca y dejarla en la esquina sucia si no!-

- ¡No digas estupideces! ¡Yo nunca he pensado eso tonta!- gritó Sanosuke apretando los puños ¿Cómo podía ella pensar eso de él? ¿Cómo podía pensar que él la veía de esa forma?

- ¡Pues entonces no se que piensas! ¡Lo intentó y lo intentó y no puedo comprenderlo!- dijo Megumi sintiendo la tensión de tantos días centrarse en sus ojos como lagrimas, pero ella no lloraría… no frente a Sanosuke por lo menos - ¡No se que pasa por tú cabeza cuando estas conmigo! ¡No se que pasa por ella cuando yo no estoy! ¡Y no se que demonios pasa en esa cosa que tienes por cerebro para creer que soy de tu propiedad!

- ¡Estas diciendo estupideces!- Sano apretó los puños con fuerza -¡Yo soy el que no te entiende! ¡Un día estas llorando porque Magdalia se esta muriendo y a las horas te vas por ahí con un idiota! ¡Esa es tú forma de estar triste ¿no?!-

Ese había sido un grave error, Sanosuke había tocado la tecla prohibida y había sobrepasado una línea que no tenía que pasar.

Los ojos de Megumi se llenaron de lagrimas rápidamente y sus uñas penetraron la piel de las palmas de sus manos con fuerza, su cuerpo tembló por completo y cuando habló su voz sonaba tétrica y dolorosa. Sanosuke lo sintió de inmediato y quiso pedirle disculpas he incluso arrodillarse si era necesario, pero no lo hizo. El orgullo es un mal consejero.

- Eres un maldito- dijo ella sin dejar caer las lagrimas que habían cristalizado y puesto sus ojos rojos he hinchados – No tienes derecho a decirme eso ¡Tú no sabes por lo que yo he pasado! ¡No tienes la maldita idea de cómo me siento! ¡¿Quién te crees para juzgarme?!-

- ¡Yo no te estoy juzgando!- gritó Sanosuke sintiendo su rabia subir a flote nuevamente.

- ¡¿Ah no?! ¡¿Ah no?!- Megumi alzó los brazos - ¡Entonces dime que estas haciendo! ¡Dime cual es tú maldito problema! ¡Dímelo porque no te entiendo!-

- ¡¿Quieres saber cual es mi problema?!- pregunto Sanosuke con los ojos furiosos agarrándola por el brazo y empujándola con brusquedad contra la pared. Megumi no hizo ni una mueca de dolor al golpe que había recibido su cuerpo, simplemente lo miró a los ojos con fiereza y determinación, necesitaba saber lo que le pasaba, necesitaba que le gritase cualquier cosa que volviera a prender la llama de rabia que se estaba apagando con su cercanía.

- ¡Si! ¡Quiero saberlo ya!- gritó ella pero su grito se apagó cuando vio el puño de Sanosuke acercarse a gran velocidad hacia su rostro, cerró los ojos con fuerza pero el golpe nunca llegó… impactó contra la pared detrás de ella, a solo centímetros de su oreja derecha. El golpe retumbó en toda la tienda y se escuchó más fuerte que los truenos y la lluvia que caía esa noche.

Nadie habló, nadie se movió. Megumi permaneció con los ojos cerrados y escuchó a la pared resquebrajarse cuando Sano apartó su puño de ella, también escuchó su corazón latir con fuerza y la respiración pesada del muchacho que tenía enfrente, cerca de su cuerpo.

Tampoco abrió los ojos cuando sintió la respiración caliente de Sanosuke en su cuello, ni cuando él escondió su cabeza allí.

Sanosuke fue quien rompió el silencio un largo rato después, sin moverse ninguno de los dos en todo ese tiempo… sin siquiera pensar.

- Mi problema eres tú Megumi- dijo él suavemente, tanto que ella tardó en comprender que era la voz del castaño la que hablaba, y la estaba llamando por su nombre… pocas veces lo hacía – Mi problema es que te amo y que no sé como demonios vivir con este sentimiento, mi problema es que odio verte con otro idiota que no sea yo- Sano sonrió irónicamente aunque ella no pudo verlo – Mi problema es que te me has metido muy dentro mujer-

Megumi abrió los ojos tan grandes como dos platos de té y sintió como si mariposas de plomo volarán en su estómago cuando la realidad de sus palabras penetró en la muralla de su mente, un nudo en su garganta se formo rápidamente.

- Mi problema- continuó Sano sin verla, sin apartar la cara de su cuello – Es que nunca había querido a una mujer tanto como te quiero a ti, y eso… eso no me agrada maldita sea, no estoy acostumbrado a sentir estas cosas y me cuesta aceptarlo-

Sano se apartó suavemente de su cuello y la miró a los ojos, pasando una mano una mano suavemente por su mejilla le habló como nunca lo había hecho, como ella siempre había soñado secretamente que lo hiciera.

- Se que a veces soy un cretino, un cerdo y un egoísta. Tienes razón kitsune, pero es que no puedo evitarlo si se trata de ti- dijo él suavemente y Megumi sonrió solo un poco para tranquilizarlo y a su vez tranquilizarse. De repente todo se había puesto patas arriba y las palabras habían comenzado a perder su sentido.

Ella abrió la boca para contestarle con tranquilidad, pero un grito fuerte fue lo que le salió.

- ¡Eres un idiota!- le gritó Megumi con los ojos llorosos.

- ¡¿Nani?!- preguntó Sanosuke alejándose de golpe con los ojos abiertos como platos, sintiendo sus palabras como un balde de agua fría rompiendo el hechizo del momento -¡¿Y ahora que te pasa tonta?! ¡Te digo que te amo y lo único que puedes responder es que soy un idiota! ¡¿Te volviste loca?!-

- Eres un idiota- repitió Megumi ahogando un sollozo y agarrando entre las suyas, la mano del muchacho que había estado acariciando su rostro. Sus nudillos estaban rojos e hinchados y la sangre fluía de ellos cayendo por sus dedos hasta su palma, Sano miró el líquido rojo como hipnotizado… no se había dado cuenta de que había estado sangrando.

Megumi lo llevó de la mano hasta donde estaba la silla tirada en el suelo, la levantó lo hizo sentar y buscó el botiquín de primeros auxilios que ahora utilizaba casi semanalmente para curar al muchacho que había vuelto su vida al revés.

Limpió la herida del muchacho en silencio, Sano simplemente se quedó callado sin quejarse del ardor del alcohol en su piel rota y ambos sin entenderlo sintieron un viejo deja'vu, se vieron en esa misma situación, en ese mismo silencio y se sintió tan bien que ambos cerraron los ojos para disfrutar de ese sentimiento de calma y tranquilidad.

Sano observó el desastre que habían hecho, algunos pétalos y hojas estaban tiradas en el suelo como si un huracán hubiese pasado por la tienda, dos cuadros se habían caído por la fuerza del golpe que le había dado a la pared… y la pared, oh si la pared tenía un enorme cráter donde Sanosuke la había golpeado y estaba manchada de sangre, además tenía varias grietas, algunas tan grandes que iban desde el techo hasta el suelo.

Sanosuke trago pesadamente… Jou-chan iba a matarlo.

Megumi aplicó varias vendas a la mano izquierda de Sanosuke sintiéndose cómoda a pesar de todo lo que había pasado… Kami él la amaba… a su raro y molesto modo pero la amaba…

Y ella también lo amaba…

- ¿Entonces? ¿No vas ha decirme nada?- preguntó Sano con la cabeza baja - ¿Te vas a quedar callada para siempre?-

Megumi acarició su mano, revolvió maternalmente su cabello y lo besó castamente en la mejilla, luego habló con una voz tan suave y tranquila que no parecía pertenecer a ella con su carácter seco y ácido – Todo está bien, no te preocupes-

Megumi sonrió suavemente, con eso él tenía que entenderlo… tenía que entender que ella lo amaba también.

Sanosuke la miró por un segundo fijamente - ¿Qué diablos significa eso? ¿Qué si? ¿Qué no? ¿Qué no te importa? ¿Qué mierda? ¡Habla bien mujer!- dijo exaltado.

Megumi rodó los ojos cansadamente… este era Sanosuke… él no entendía ni con indirectas ni con palabras… él simplemente actuaba por impulsos.

- Imbécil- murmuró ella antes de abrazarlo y besarlo tan profunda y febrilmente que a él no le quedarían dudas de sus sentimientos. Él le respondió con avidez y alegría demostrándole con sus besos la sinceridad de sus palabras.

Y afuera llovió… llovi

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

Cuando Kenshin prendió la luz de su apartamento Kaoru pudo vislumbrar el ambiente detalladamente. Era una sala grande, con los pisos de madera fina y las paredes pintadas de amarillo y blanco, los muebles eran de cuero negro y estaban en la mitad de la sala cerca de una mesa de cristal con una lámpara extraña de cuatro bombillos, habían algunos cuadros elegantes en las paredes y una enorme biblioteca en todo el frente de la sala, a simple vista Kaoru calculó que el apartamento tenía como mínimo tres habitaciones y dos baños, más la cocina y el comedor.

- Es bonito tú apartamento- comentó ella mirando una fotografía de Kenshin con su hermana Tomoe. No podía creer como después de tantos meses estando juntos y conociéndose ella aun no conociera su apartamento.

- Gracias. En realidad Tomoe fue quien lo acomodó, si fuese por mi seguiría teniendo solo una cama, una mesa, la cocina y un televisor- dijo Kenshin entrando a uno de los cuartos.

Kaoru rió ligeramente – Eso no lo dudo- dijo estremeciéndose del frío.

- Toma- le dijo Kenshin tirándole una toalla limpia. Kaoru la agarró ágilmente y se la pasó por la espalda para secarse. Por lo menos ahora se sentía segura y tranquila… tenía horas sintiéndose observada…

Tanto ella como Kenshin estaban empapados de pies a cabeza, a fuera la llovía caía como pocas veces. La radio había anunciado un estado de alerta por la fuerza con la que llovía, las gotas caían con tanta crueldad contra el suelo que había sido imposible seguir manejando así y como el apartamento de Kenshin estaba más cerca de donde estaban que el de Kaoru habían decidido ir para allá y esperar a que escampara, el único problema había sido que Kenshin había olvidado el control para abrir el estacionamiento y cuando se había bajado a abrirlo manualmente… se encontró con que la puerta había sufrido un daño eléctrico por la lluvia. Y eso que pagaba miles en el condominio.

Al final había tenido que dejar el automóvil estacionado en la calle y ellos dos habían tenido que bajar y caminar hasta la entrada mojándose como si hubiesen caminado calles y avenidas bajo una inundación. 

- Kami eso afuera es un diluvio- murmuró Kaoru viendo por el ventanal que había en el apartamento, estaban en un decimoquinto piso así que prácticamente podía ver a todo Tokio y sus luces en esa noche tan turbulenta.

- Si- dijo Kenshin viéndola tranquilamente, quería que la sonrisa que ella tenía en el rostro nunca se le borrara, su sonrisa siempre llenaba su cuerpo de calor y lo hacía sentirse tranquilo… era como estar en casa. Su sonrisa siempre le daba la bienvenida, por eso aun no le había dicho la verdad en toda la noche, pero de hoy no pasaba a que ella lo supiese… - ¿quieres tomar algo?- le preguntó de repente

- No, gracias- dijo ella dejando de ver el paisaje oscuro para sentarse en el sofá negro de cuero.

Un silencio suave se situó entre ellos cuando ¡plop! La luz se fue…

- ¿Qué paso?- preguntó ella asustada, mirando a todos lados pero sin distinguir nada

- Se fue la luz- dijo él – Voy a buscar velas, no te muevas-

Kaoru sonrió suavemente cuando oyó a Kenshin chocar contra algo y luego maldecir groseramente. Luego de unos minutos una vela blanca se prendió frente a sus ojos y el rostro claroscuro de Kenshin apareció.

- ¿Estas bien?- le preguntó y Kaoru no pudo dejar de rodar sus ojos… ¿Por qué Kenshin tenía esa manía de preguntarle siempre si estaba bien? A veces se sentía como una muñeca de porcelana vacía he idiota, una que se podía romper fácilmente.

- Hai Kenshin, daijoubu ka- dijo ella comenzando a secar su pelo con la toalla. Él se sentó a su lado en silencio, viéndola fijamente.

Kaoru se dio cuenta pronto de su escrutinio - ¿Qué ves? ¿Tengo algo?- le pregunto con el ceño fruncido

- Se te transparenta todo- dijo él con inocencia señalando su ropa mojada. A Kaoru la sangre le subió a la cabeza de un golpe.

- ¡Hentai!- le gritó tirándole la toalla mojada a la cabeza. Kenshin murmuró un oro confundido antes de reírse suavemente. 

- Gomen nasai Kaoru-chan, fue una broma- dijo él sonriendo. Kaoru soltó un bufido.

- ¡Mou Kenshin!- dijo dándole la espalda.

- No te enfades Kaoru- dijo Kenshin abrazándola por la espalda, Kaoru fingió ignorarlo y Kenshin no dispuesto a ser ignorado comenzó a hacerle cosquillas, conocía su punto débil, el que era más fuerte que los dulces. Kaoru chilló locamente, revolviéndose en el sofá pidiendo clemencia y tirando los cojines al suelo.

- ¡Ya! ¡Kenshin basta!- gritó entre risas y jadeos, comenzando a sentir como el frío comenzaba a alejarse de su cuerpo aunque tenia aun la ropa completamente mojada. Kenshin solo se detuvo cuando notó que estaba montando sobre su estómago y que la tenía a poco centímetros de él. Kaoru también lo notó.

Era lindo que la besara, siempre lo era y siempre lo sería, sentir su boca caliente en contacto con la suya podía crear un hueco en su estómago que siempre se llenaba con cientos de mariposas que revoloteaban dándole cosquillas. Kami, lo quería tanto… nunca había pensado en querer de esa forma a alguien, pero allí estaba Kenshin con sus paranoias por la seguridad y su amabilidad de siempre.

Él era la única persona con la que siempre quería estar, y se había dado cuenta de eso hacía solo un segundo cuando al verlo, se había preguntado si el color de cabello de sus hijos sería tan rojo como el suyo si algún día tenían niños.

Lo amaba demasiado… tanto que le daba miedo, era un sentimiento nuevo y diferente a cualquier otro que podía haber sentido en su vida pero como le daba miedo también le daba curiosidad y le causaba emoción.

Era como una montaña rusa, como cuando al principio tienes miedo de subir porque no sabes con lo que te se vas a encontrar, pero la curiosidad te motiva y cuando el viaje comienza gritas de emoción a la par del latido de tu corazón, y no importan las subidas o las bajadas con las que te puedas encontrar mientras tengas a alguien en quien confiar para agarrarle la mano, y que sabes que no te dejará caer.

Ella sabía que Kenshin jamás la dejaría caer… él jamás le soltaría la mano.

- Kaoru- dijo Kenshin dejando de besarla y mirándola a los ojos, le dio un beso suave en la frente y apoyó la suya en ella – Quiero decirte algo importante- dijo él con los ojos brillantes por la decisión.

- Te amo-  lo interrumpió Kaoru sin pensarlo, sin siquiera haber escuchado sus palabras segundos antes. Los ojos de Kenshin se abrieron grandemente y las palabras que tenía en su mente y que había ensayado por tantos meses se borraron en una fracción de segundo como el aire, dejando solo una voz molestamente conocida.

Cuando abrió la boca para decirle algo sus palabras se tragaron en el beso que Kaoru le dio, y la parte de su mente que lo molestaba se rindió calladamente al calor del cuerpo de la muchacha que tanto quería.

Ella simplemente acababa de decirle que lo amaba…

_________________________________________________     

Notas de la autora:

Bueno un capitulo extra largo para celebrar varias cosas, la primera es para celebrar la cantidad de mensajes que he recibido desde que comencé esta historia hace más de un año y la segunda razón es también para celebrar que quedan solo dos capítulos para que Promesas Pasadas llegue a su final, si, me duele pero algún día tenía que pasar.

Pues mi tiempo es tan reducido que incluso he pasado semanas sin abrir mi correo y este capítulo se ha escrito en servilletas, papeles de cuadernos, mesas, pupitres y cosas que ni se imaginan.  Mucho amor lo sé… ¬¬ y sé que algunos querían ver algo más hot pero simplemente no salió. Lo siento…

Bueno ahora que se acerca el final espero sus comentarios con más entusiasmo!!

gaby (hyatt): ^_^ jeje espero que este capitulo también te guste, de Sayo pues sabremos que fue de ella…

Roxy: Gracias pequeñaaa…

AsUmi: ^^ bueno aquí estoy después de tardarme tanto como siempre… mmm… pues ya viene en el próximo capitulo… lo prometo al 100% 

Sumire-chan: jaja que bien que guardes un tiempo para leer mi historia, humildemente te lo agradezco ¡¡Pero tienes que darme tus opiniones!! Si no, no vale ^_~

Ai8: jaja si es verdad Kenshin jode mucho…

Fanática Dragón: jeje claro, ya he comenzado a escribir… solo dos líneas ¬_¬ pero algo es algo

Megumi Sagara: Si te gusto el capitulo anterior estoy casi segura que te gusto este, solo falta que tu me des tu opinión ^ ^

Y-Yukiko-Y: Woo me siento realizada al saber que alguien comprende ahora aunque sea un poco a Magdalia.

Si, en ese momento ambos se dieron cuenta de las cosas, pero al leerlo me di cuenta de que faltaba cerrar esa declaración silenciosa con palabras. Jeje si, pobre Kaoru, aunque no se puede decir que Kenshin no ha intentado decírselo, pero es verdad cuando se entere que todos los sabían… ahyy… Y Bueno Misao y Aoshi tendrán lo suyo en el próximo capitulo, pero aviso que no será un final de hadas. Y Gracias!!!!!

Sakura: jeje perdón, bueno el próximo capitulo te va a gustar si lo que quieres es K/K

Mari de los Angeles: Gracias por todo lo que me dices, en verdad me halagas ^^ 

Hitokiri Battousai:  Hola!! Jeje si todos queremos un final feliz… aunque no siempre son así :p

asuka02:  Pues que bien que te guste!! Me alegro muchooo. Si bueno la historia esta basada con un final alterno diferente al de las ovas, eso se puede observar en el one-short. ¡¡Gracias!!

Demi-san: tiempo sin verte amiga!! Gracias!!    

Mer: Pues me imagino que de este capitulo te gustó el m/S o por lo menos eso espero. Tiempo sin verte amiga ¡gracias!

Gracias a todos!!!! Y no olviden dejarme sus mensajes que son muy importantes para mi!!!

Kary

Ja ne