El digivice de la amistad
Por: Lince
Capítulo 4: El torneo de cartas
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Por unos momentos, Takato y Rika permanecieron ahí en silencio, sólo mirando el piso y sin saber qué decir o hacer. Takato parecía nervioso pero también se veía de cierta forma, feliz; tal vez por volver a encontrarse con Rika, tal vez por sentir esa sensación en su estómago nuevamente; como si volara, como si de pronto nada en el mundo tuviera importancia más que el estar allí con ella. El chico salió de su ensueño cuando se percató de que Rika volvía a sentarse en el suelo, como resignándose a hablar con el chico Matsuki.
–¿Umh, Rika? –murmuró Takato lentamente mientras se acercaba con cautela a donde se encontraba la pelirroja y se sentaba frente a ella.
La chica levantó la vista y sonrió débilmente.
–Hola, "Goggles". –susurró Rika observando los lentes que Takato llevaba en la cabeza. –¿También te escapaste de clases?
Takato meneó la cabeza y se ajustó los visores. Sonrió ligeramente al escuchar de nuevo el viejo apodo que Rika siempre le había dirigido a causa de sus lentes.
–Sí, es que tuve algunos problemas con Guilmon y... ¡¿Te escapaste de clases?! –preguntó atónito.
Rika se encogió de hombros y se cruzó de brazos.
–¿Eso importa? –respondió molesta.
–¡No!, no es eso. –dijo Matsuki con rapidez. –Lo que pasa es que pensé que tú ya no hacías esas cosas... –susurró.
La chica arqueó una ceja.
–¿A qué te refieres?
–Bueno... este... tu sabes... –balbuceó él.
Rika miraba a Takato fijamente, y eso lo ponía sumamente nervioso. Tragó saliva. ¿Porqué de pronto sentía la garganta tan seca¿y por qué Rika tenía esa mirada tan extraña? No era la que el chico había visto en ella últimamente. No. Era diferente, la que él recordaba haberle visto cuando eran niños. Una mirada fría y penetrante.
–¿Y bien? –se impacientó Rika. –¿De qué rayos estás hablando, Goggles¿Vas a quedarte ahí balbuceando? Termina, anda. –gruñó.
Takato la miró sorprendido, sin saber que hacer. ¿Acaso había hecho algo malo?
–Rika, oye... yo...
De pronto Takato jadeó cuando le cayó encima un aturdido dinosaurio rojo. El chico cedió ante el peso y cayó de cara al suelo con los ojos dándole vueltas. Guilmon meneaba la cola y se reía mientras miraba a Renamon, quién también se reía. Al parecer habían estado peleando entre ellos y la zorra había lanzado al enorme reptil con demasiada fuerza a través de los arbustos.
–¡Guilmon! –jadeó el chico. –¡Quítateme de encima! –gritó tratando de salir del peso de su compañero
–Lo siento Takato. –respondió el digimon, levantándose de inmediato y liberando al sofocado Tamer.
–Lo lamento, fue mi culpa. –susurró Renamon inclinando la cabeza. –Yo me encargo. –pronunció mientras le daba un zape al dinosaurio y le susurraba algo en el oído.
Takato arqueó las cejas cuando vio que Guilmon se sorprendía y que después lo miraba a él de forma extraña, y esbozando una sonrisa.
–¿Guilmon? –murmuró El tamer.
–Vuelvo enseguida, Takato. –respondió el digimon sonriendo con todos los dientes. –No me tardo. –y desapareció de la vista junto con Renamon.
El chico parpadeó incrédulo y suspiró. ¿Qué rayos estaba sucediendo últimamente? Parecía que todo el mundo se estaba volviendo loco.
–¿Estás bien? –susurró una voz a sus espaldas.
Takato se volvió y miró a Rika que lo veía divertida, sus ojos habían vuelto a mirarlo con ternura, y el chico se sonrojó.
–No pasa nada. –respondió él. –Guilmon me sorprendió. En realidad yo quería preguntarte si tú estabas bien. –susurró.
Rika se sonrojó igual que el chico y desvió la mirada mientras asentía con la cabeza.
–Pues a mi no me lo parecía. –dijo Takato de forma suspicaz. –¿Te pasó algo malo?
–No. –mintió ella. –Perdona.
–Rika, sé que algo te está molestando. Hace años que te conozco¿Qué clase de amigo sería si no me diera cuenta de que algo te sucede? –sonrió él.
–B- bueno, este... es que yo... –balbuceó Rika pasándose los dedos por el cabello.
–¿Ajá?... –apremió el chico.
Rika se estremecía internamente. Algo no estaba bien. ¡Sus labios se estaban moviendo sin que ella pudiera controlarlos!, la obligarían a decir algo sobre lo que todavía no estaba muy segura... pero es que... Takato estaba tan cerca, y le sonreía tan tiernamente... Sacudió la cabeza. ¿Pero qué diablos le estaba pasando?
Tranquila... no vayas a hacer ninguna tontería Pensó para si misma.
–¿Rika? –llamó Takato sacándola de su ensimismamiento.
–¿Uh? –soltó la chica mirando los ojos de Matsuki y sintiendo que se perdía dentro de ellos. Sus labios comenzaron a formar palabras en su boca. –Takato yo...
¡Aaargh¿por qué¡No! Pensó Rika.
–...quería decirte... que yo...
¡No puedo hacerlo¡No¿¡Por qué a mí!?
Takato la veía como si estuviera en una especie de trance y sólo movía lentamente la cabeza, como si la animara a seguir adelante. Rika de pronto reaccionó, cerró los ojos y apretó los puños.
–¡Tuve una discusión con Juri! –gritó.
Matsuki jadeó y se cayó al suelo. Obviamente él esperaba escuchar otra cosa de los labios de la pelirroja, y la declaración lo tomó por sorpresa.
–¡No lo puedo creer! –susurró Takato cuando se recuperó. –¿Y cómo pasó?... ¿Rika?
Rika parecía seguir repasando un montón de ideas diferentes en su cabeza, ante la desconcertada cara del joven Matsuki; sin embargo, de inmediato recuperó la compostura apartando la vista de ese chico que la ponía tan nerviosa.
–Jamás pensé que sucedería algo así. –murmuró Rika con tristeza. –Es extraño.
Takato la miró sorprendido. Sabía que Juri y ella se habían vuelto muy unidas desde los eventos en el Digimundo y todo eso, pero nunca pensó que llegaría a ver a la pelirroja en un estado como ese, abatida y pensativa por una simple discusión con una amiga. El chico sonrió ligeramente. Realmente Rika había aprendido a valorar ese sentimiento y era por eso que le dolía tanto. Antes, ni remotamente le habría importado el hecho de que Katou la odiara; pero ahora las cosas eran muy diferentes. Matsuki apoyó su mano en el hombro de la chica Nonaka y guiñó un ojo.
–Todo se va a solucionar, Rika. –la animó. –Ya lo verás.
–Mmmm... no lo sé. –murmuró la pelirroja mientras giraba en sus dedos la carta que Juri le había lanzado.
–¿Esa es de ella? –preguntó Takato arqueando las cejas cuando vio el dibujo que se presentaba en la parte delantera de la tarjeta.
–Más o menos. –contestó Rika con simpleza. –¿Te acuerdas cuando le enseñé a Juri a jugar con las cartas?
–Cómo olvidarlo. –se sonrió Takato cruzándose de brazos. –Fue cuando Vikaralmon llegó a la ciudad. Recuerdo que Juri se encontraba muy triste porque no había logrado convertirse en Tamer de Leomon, y entonces nos pidió que le enseñáramos a jugar, mostrándonos una enorme colección de cartas de Digimon; fue cuando tú te ofreciste a enseñarle¿no?
–Así es. –corroboró Rika. –Juri tenía una colección muy buena de tarjetas de digimons pero no tenía muchas cartas opcionales. –recordó con nostalgia. –Así que le regalé una de las mías... Esta misma. –le dijo a Takato mostrándole la cara de la digicarta.
–Entonces se trata de algo serio si es que ha regresado a ti. –observó el chico.
–Muy serio. –pronunció la pelirroja con lentitud. –Juri va a retarme en el torneo de Tamers catódicos del sábado.
Takato jadeó sorprendido y miró a Rika boquiabierto. ¿Qué motivaría a Juri a lanzar un desafío como ese?
–¿P- pero que vas a hacer? –balbuceó él.
Rika se puso de pie y se cruzó de brazos mientras cerraba los ojos. ¿Qué era lo que iba a hacer? Rika sabía que eran muy raras las ocasiones en las que Juri se enojaba, y ya no digamos con ella, por lo que todo debería tratarse de un error ¿Pero cómo arreglarlo todo? Su orgullo le impedía ofrecer una disculpa directa, porque después de todo ella no había hecho nada malo. Juri no le dirigiría la palabra el resto de la semana y ella tampoco lo haría... ¿Pero y si lograban entablar una conversación indirectamente? Se mordió la uña nerviosamente. ¿Qué probabilidades tenía Juri de llegar a un enfrentamiento contra ella en alguna ronda eliminatoria? Muy pocas. ¿Y en alguna etapa más adelante¿En cuartos o en semifinales? Tal vez... ¿Pero y aún así¿Hablaría con ella en esos momentos?...
–¿Rika? –la llamó Takato, sacándola de sus pensamientos. –Si no lo haces, jamás vas a averiguarlo.
Ella le sonrió y asintió con la cabeza al momento de tenderle la mano a Takato y ayudarlo a levantarse.
–Tienes razón, Goggles. –dijo Rika decidida. –La enfrentaré, y aclararemos todo entonces. Confío en que Juri logrará alcanzarme.
–¡Así se habla! –sonrió el chico de manera entusiasta. –¿Ya ves¿Qué es lo que harías sin mí? –bromeó él rodeándola con un brazo.
–¿Qué? –contestó Rika indignada. –¡Pero si tú eres el que trae goggles puestos! –sonrió ella mientras jalaba los lentes y se reía con el chico.
En eso estaban los dos cuando se petrificaron al escuchar un par de risitas provenientes de los arbustos que se encontraban frente a ellos.
–¡Tenías razón¡Sí¡Shhh¡Pero, cállate!, jijijiji, nos van a encontrar. –se escuchó.
Rika arqueó una ceja y se separó de Takato poniéndose de puntillas para tratar de ver por sobre el matorral, pero sin conseguirlo.
–Takato... –susurró Rika. –¿Qué fue eso?
Matsuki se sonrojó y se pasó la mano por la nuca.
–Creo que ya sé de lo que se trata. –murmuró él como respuesta.
El chico dio unos cuantos pasos hacia adelante y miró hacia arriba, hacia los árboles. Resopló al vislumbrar un par de colas que colgaban de una rama.
–¡Oigan, ustedes. Bajen de ahí! –ordenó Takato dando un par de patadas al grueso tronco.
De inmediato se escuchó un grito y un rasgar de madera cuando Guilmon cayó al suelo. Movía las orejas como si fueran pequeñas alas, y miraba a su Tamer esbozando, lo que él creía, que era una mirada de inocencia. Seguido del dinosaurio cayó Renamon con suavidad y elegancia, sonriendo ligeramente y tosiendo disimuladamente, miró de reojo el rubor colorado que se manifestaba en las mejillas de su compañera. Por un momento nadie hizo nada hasta que Takato se arremangó las mangas.
–¡Guilmon! –gritó el chico. –¿Estaban espiando¿Qué diablos les pasa últimamente?
–A nosotros nada, Takato¿Y a ustedes? –sonrió el dinosaurio con voz melosa.
Takato se sonrojó más que antes y se abalanzó sobre su camarada.
–¡Me las vas a pagar! –rugió, comenzando a perseguir al digimon del tipo virus, el cuál solo se reía. Guilmon esquivó a su Tamer una y otra vez, y finalmente excavó con velocidad en la tierra, ocultándose en un túnel y perdiéndose de vista. Takato resopló derrotado y se jaló de los cabellos con desesperación. –¡Guilmon!
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–¿Henry, sucede algo malo?
Gummymon había vuelto a ser Terriermon hacía algunas horas, y brincoteaba en la cama de su Tamer mientras lo veía ceñudo, sentado frente a la computadora.
–¡Oh! No es nada, Terriermon. –respondió en voz baja. Es solo que estaba pensando algunas cosas.
Wong miró el suelo pensativo y el digimon del tipo vacuna arqueó sus pequeñas cejas.
–¿Henry sabes algo? No es para que te sientas mal, ni nada, pero creo que intentas ganar una batalla que hace tiempo está decidida.
El chico abrió los ojos sorprendido y se sonrojó ligeramente, intentando ocultarlo, se puso a teclear en la computadora una serie de instrucciones que luego recorrió con la vista en silencio.
–¿Te refieres a Rika? –comentó tranquilamente.
El digimon se sentó sobre una almohada y comenzó a mordisquear uno de los bocadillos que Henry le había dejado en un plato sobre la cama.
–Verás, es que aún no puedo entenderlo. ¿Cuál es la relación que hay entre ustedes? –preguntó Terriermon con la boca llena.
Henry lo pensó unos momentos. ¿Qué relación había entre él y Rika? Se habían convertido en buenos amigos desde que iniciaron sus aventuras como Tamers; bromeaban y charlaban juntos, incluso habían llegado a salir por ahí ellos dos solos; pero hasta ahora su relación seguía siendo la misma: de buenos amigos. El chico Wong ya no sabía a qué método recurrir para llamar la atención de la pelirroja, parecía que simplemente no se percataba de los sentimientos del joven de ojos grisáceos que se desvivía por ella. Suspiró y meneó la cabeza.
–Es complicado, Terriermon. –suspiró. –Muy complicado.
–Pero ella no parece ser muy complicada cuando platica con Takato. –observó el digimon.
Henry frunció el ceño ligeramente. Terriermon acababa de tocar una llaga. ¿Cómo era posible que Takato siempre estuviera tan cerca de Rika? maldito pensó él. Parecía que siempre estaba buscando una oportunidad para coquetearle, tomándola de la mano y sonriéndole de esa forma tan idiota... De pronto sintió que algo caía sobre sus cabeza.
–Momantai, Henry. –susurró Terriermon. –Tómalo con calma...
El chico se sonrió y sujetó a su camarada de las orejas, haciéndole cosquillas con los dedos, y forcejeando con él hasta que lo dejó en la mesa junto a su computadora.
–Quiero mostrarte algo, orejón. –sonrió Henry, cerrando la ventana que tenía abierta en la computadora, y sacando un disco de su empaque e insertándolo en la maquina.
–¡Oye! –respondió el digimon palpándose las orejas. –No están tan grandes.
–Sí, como digas. Chécate esto.
Terriermon observó con curiosidad la pantalla y luego sonrió cuando vio un montón de imágenes que se le hicieron muy familiares. Eran fotografías, en ellas se veía un grupo de niños y digimons, cargados con mochilas y parados junto a un estandarte; el paisaje que se veía detrás parecía desértico y de tono rojizo, pequeñas esferas rosadas rodaban por un suelo polvoso...
–¡Somos nosotros cuando viajamos al Digimundo! –soltó el digimon emocionado. –¡Pensé que esas fotos se habían perdido! –dijo él haciendo memoria, mientras veía una foto en la que Juri y Rika se encontraban sentadas frente al estandarte de Digimon Tamers que Takato había dibujado una noche anterior, ese día hace 6 años.
–Je, logré recuperar estas fotos de la cámara de Kenta. –explicó el chico dándose aires. –Me costó mucho trabajo, pero creo que valen la pena.
El digimon del tipo vacuna sonreía mientras más imágenes pasaban por la pantalla. Parecían ser de tiempo después de haber acabado con el D-Leepa. En unas se veía a Takato, Henry, Juri, Kazu y Kenta graduándose de la primaria, en otras se les veía a todos de vacaciones en la playa, en otras, en la fiesta de la secundaria. Terriermon se carcajeó en una en la que Henry tenía la cara llena de betún, resultado de haber mordido su pastel en su catorceavo cumpleaños. Rika y Ryo saludando en el torneo de cartas... Henry y los demás en un parque de diversiones... Todo el tiempo que había pasado para ellos se encontraba en esas imágenes. El desarrollo de su amistad y sus vivencias juntos. Terriermon miró a Henry contento y se posó sobre su hombro.
–Parece que se han vuelto muy unidos. –le dijo con suavidad. –Deberían continuar siéndolo...
Henry se levantó de su lugar y sacó un montón de tarjetas del bolsillo interior de su chaleco, las miró pensativo.
–Me temo que eso se sabrá hasta el sábado, Terriermon. –murmuró el chico. –Tengo algunas cosas que pienso aclarar ese día... –Henry recogió el plato vacío que se había quedado sobre la cama y salió de la habitación. –Iré a traer algo de beber. –informó con simpleza antes de cerrar la puerta.
Terriermon meneó la cabeza y regresó su vista hacia el monitor de la computadora, en el que ahora se veía una fotografía reciente de Rika y Juri en un viaje escolar, las dos sonreían y posaban para la cámara saludando al fotógrafo. (que sin duda se había tratado del chico Wong) El digimon miró la imagen por unos momentos y luego suspiró.
–Henry, eres tan distraído. –susurró quedamente, sentándose frente a la pantalla y continuando con el recorrido de fotos.
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–Aquí tiene su orden. –se apresuró a decir Juri, acercando un plato con comida a un hombre corpulento que leía el periódico en una de las mesas del restaurante de la familia Katou. –¿Se le ofrece alguna otra cosa?
–Me gustaría un poco más de bebida. –respondió éste, señalando su vaso casi vacío.
–De inmediato. –sonrió Juri llevándose el vaso con ella y dirigiéndose hacia la barra. –Papá llénalo. –pidió la chica al señor Katou quién estaba volteando un trozo de carne en una enorme parrilla de metal.
–Aquí tienes. –le dijo el hombre al devolverse el vaso lleno. –¿Podrías llevar este par de órdenes para la mesa 6?
–Ajá. –contestó ella poniéndolo todo en una charola y regresando con cuidado hacia donde estaban los clientes.
Juri resopló agotada cuando terminó su turno y fue reemplazada por su hermano algunas horas más tarde. Tenía que subir a hacer los deberes, y además tenía muchas cosas en qué pensar. A veces deseaba que el negocio tuviera más personas que pudieran ayudar; así todo resultaría más sencillo. Suspiró al recordar que los deseos no eran más que fantasías irrealizables en las que había creído de niña, y que no se cumplían; jamás olvidaría lo doloroso que fue saber que su madre jamás podría regresar de la muerte, de la misma forma en la que ella no podría volver a ser nunca la Tamer de Leomon. Entró a su habitación y se tiró en la cama abrazando su almohada. ¿Cómo lograr sobrellevar la tristeza de perder a un ser que era importante y que se ha ido? Pensó en si le podría preguntar a Rika cómo es que ella había logrado manejar el divorcio de sus padres; pero luego recordó que había peleado con la pelirroja. Arrojó la almohada al suelo y gruñó molesta. Nada de esto habría pasado si Rika no hubiera intentado pasarse de lista. Como si no fuera obvio el hecho de que le gustaba Henry... Ella siempre tuvo presente que a su amiga le gustaba Takato y por eso le había dejado el camino libre con él. ¿Cómo Rika podía ser tan tonta en ese aspecto? Pero ya podría darle su merecido en el torneo del sábado.
–Ya lo verás. –murmuró. –No te resultará tan fácil vencerme.
Juri sonrió y saltó de la cama para recoger algo de su escritorio. Un grueso fajo de tarjetas que desparramó y que recorrió con la vista.
–Mejor comenzar a armar mi estrategia desde ahora. –observó mientras cogía dos cartas y las miraba meticulosamente comparándolas con una tercera. –Rika es una contrincante de cuidado... quién sabe a qué métodos recurra para...
Al pensar en el estilo de juego de la pelirroja, la boca de Juri se torció en una sonrisa de satisfacción. ¡Se conocía a la perfección todas sus jugadas! No podía creérselo. Aunque no era de extrañarse. Después de todo había practicado con ella centenares de veces y había aprendido lo suficiente como para planear un contra ataque e incluso para ganar. Katou recogió todas sus cartas y las arrojó sobre la cama emocionada. Se sentó frente a ellas y se dispuso a seleccionar las mejores. En eso se entretuvo un rato hasta que un pensamiento necio, pero coherente, comenzó a flotar por su mente.
¿Pero por qué estás haciendo todo esto¿No te has puesto a pensar que es un poco precipitado?
–Claro que no. –respondió socarronamente. –es solo lo justo.
¿Justo, por qué? No sabes lo que sucedió exactamente ¿Cómo podrías hacer justicia por algo de lo que no tienes idea?
–...
¿No serán acaso celos enfermizos¿Envidia¿No admitir que nunca tuviste oportunidad con Henry?
–¡No¡No es eso!
¿Entonces qué es?
–No lo sé... supongo que... es cierto... me molesta que él no se de cuenta por pensar en ella.
¿Pero Rika que culpa tiene¿Acaso no es tu mejor amiga? Ella ni siquiera sabe que Henry te gusta...
–...
¿Por qué no hablas con ella¿Por qué no arreglas las cosas?
–¡Porque ya no puedo hacerlo! ... –gimió desesperada. –Ella ya no va a hablarme y yo tampoco lo voy a hacer... –frunció el ceño y se mordió el labio.
¿Qué vas a hacer Juri? susurró la voz, comenzando a desaparecer.
–¿Qué vas a hacer, Juri? –repitió la joven cerrando los ojos. –¿Qué vas a hacer?
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–¡Qué voy a hacer! No puedo seguir con esto¡Me voy a volver loca!
Rika daba vueltas por su habitación como fiera enjaulada. Renamon se encontraba sentada en la alfombra y solo seguía a su Tamer con la mirada. Sonrió ligeramente, resultaba extrañamente divertido verla tan alterada.
–Juri me odia, Henry ha estado muy raro, el profesor va a reprenderme mañana por haberme salido de su clase, sin mencionar que ignoro cuál fue la tarea; he estado como estúpida balbuceándole quién sabe qué cosas a Takato por días, quien por cierto también ha estado muy extraño; y encima, Guilmon y tú se traen algo sospechoso. –gruñó girándose hacia Renamon. –¡Y quita esa sonrisa de tu cara!
La zorra parpadeó varias veces. Rika resoplaba y apretaba los puños como si hubiera estado esperando el día entero para sacar todo eso de dentro de sí misma. Renamon sacudió la cabeza y de pronto se tiró al suelo partida de la risa.
–¡Rika, me matas! –se carcajeó ella. –¡Quién te viera ahora tan expresiva!
La pelirroja piso fuerte en el suelo y se frotó las manos.
–¡Ya estuvo bien! –se lanzó hacia Renamon más esta la detuvo empujándola con un dedo.
Ahora fue Rika quien parpadeó confundida, miró a la zorra que había recuperado su semblante serio y que lucía de forma imponente de pie frente a ella. De pronto Renamon le sonrió y se sentó frente a la pelirroja como si nada.
–No ha cambiado tu viejo temperamento. –observó la zorra. –Aunque ahora lo expresas con más naturalidad, eso es bueno. Antes te guardabas muchas cosas, y he de decir que era preocupante.
–¿Qué? –soltó Rika señalándose a sí misma. –¿Crees que soy complicada?
Renamon soltó una risita y apoyó su pata en el hombro de su camarada.
–Complicadísima. –le susurró para después sonreírle con todos los dientes. –Debo decirte que pensé que eras una chica más perspicaz. No puedo creer que resultaras tan distraída. –comentó cruzándose de brazos.
–¿De qué hablas? –inquirió Rika arqueando una ceja. –A ti es a quién no reconozco últimamente. –murmuró defendiéndose.
Rika había tenido la extraña impresión, desde que salieron del parque Chuo, de que Renamon y Guilmon eran algo más de lo que decían en realidad. La miró a los ojos profundamente y buscó en su cara peluda algún signo de culpabilidad que pudiera probar sus sospechas. Renamon pareció darse cuenta porque desvió la mirada de inmediato, y añadió casualmente:
–Solo aprendí a relajarme un poco, es todo. –respondió Renamon encogiéndose de hombros. –¿Te disgusta?
Rika arqueó la ceja al escuchar la declaración, y abrió la boca de forma intermitente.
–No... bueno... no sé... –dijo la pelirroja pasándose la mano por el brazo. –Es que... como que todavía no me puedo hacer a la idea... –comentó algo cohibida, percatándose de la situación.
–¿De qué? –preguntó la zorra con desconcierto.
–Bueno... de que tú y Guilmon... bueno, digo... –comentó Rika mirando hacia otra parte. –¿Ustedes son?... –No sabía como decirlo. ¿Cómo se le pregunta a un digimon camarada si tiene una relación más estrecha con otro digimon? La sola idea se le hacía extraña. ¿Era posible? Nunca se le había ocurrido pensar en eso; ni siquiera cuando uno de los devas se le había declarado abiertamente a la zorra hacía años. La pelirroja se dio cuenta de que le estaba dando demasiadas vueltas al asunto y de que estaba poniendo nerviosa a su compañera, tosió cortésmente y tomó aire. –¿Acaso son pareja o algo así?
Renamon se puso de pie de un salto y se giró con rapidez dándole la espalda a su Tamer, cruzándose de brazos nuevamente y moviendo la cola con nerviosismo.
–Creo que esa, Rika. –pronunció la zorra con lentitud. –es una pregunta demasiado personal.
La pelirroja se sonrió al notar que los pelos de la punta de la cola de Renamon se erizaban.
–No me lo puedo creer. –susurró Rika ahogando una risita.
Renamon se giró y gruñó molesta.
–Bueno¿Podrías por favor ponerte a aclarar tu vida amorosa en vez de escudriñar en la mía?
Rika se puso roja como un tomate y se tiró al suelo ahogada de la risa.
–¡Ja, ja, ja¡Acabas de admitirlo! –se carcajeó dando puñetazos al suelo. –¡Lo sabía¡Lo sabía!
Renamon se erizó aún más, respiró hondo, y giró los ojos como resignándose.
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–¿A poco Renamon y tú son pareja? –soltó Takato incrédulo. –¡Quién te viera, picarón! –sonrió el chico, dándole un codazo en el costado al dinosaurio.
Takato y Guilmon se encontraban en la habitación del Tamer de goggles. Habían tenido que utilizar una carta de alas blancas para que el digimon pudiera entrar por la ventana a hurtadillas, porque tenían mucho de qué hablar. Takato después de atrapar a su camarada en el parque, lo había interrogado y lo había hecho confesar muchas cosas; entre ellas el hecho de que Renamon y él estuvieran tan juntos todo el tiempo. Algo que sin duda, lo había tomado desprevenido.
–Guilmon al principio no sabía lo que sentía por Renamon. –explicó el dinosaurio esbozando una sonrisa y rascándose la nuca. –Resultaba algo complicado, porque era muy difícil el hablarle y resultaba muy misteriosa para mí. –el digimon bajó la mirada y meneó la cola. –Pero eso es lo que me gusta de ella... –admitió. –Es como si al mirar sus ojos viajara a otro mundo... el suyo, que solo me muestra a mi... ¿Entiendes a qué me refiero, Takato?
El chico asintió con la cabeza y se sentó en su cama jugueteando con sus lentes.
–Creo que te entiendo. –suspiró. –Me he sentido extraño con Rika, últimamente.
Guilmon batió las orejas y se sentó junto a su Tamer, emocionado. Era justo como Renamon se lo había dicho.
–¿Y qué es lo que sientes, Takato?
El chico parpadeó y miró a su amigo. ¿Qué cómo se sentía? Pues... extraño. ¿Qué era tan difícil de entender? Es que no podía describirlo de otra forma. Era emocionante. Era como si tuviera la necesidad de ver a Rika y de estar ahí con ella, junto a ella. Takato había pasado los últimos años descubriendo que la pelirroja era una chica fascinante. Era impredecible, bonita, enigmática, lista, valiente, testaruda... ¿Por qué estaba enumerando todo eso? Matsuki se sonrió. Acababa de darse cuenta. La quería, pero no como a una simple amiga; sino como algo más. Quería estar siempre a su lado, formar parte de su felicidad y de su tristeza, y que ella se sintiera de la misma forma hacia él. Se había enamorado de la joven de mirada de color amatista. Por fin lo había comprendido. El chico miró al dinosaurio que estaba sentado a su lado y le sonrió agradecido.
–¿Renamon y tú lo planearon? –inquirió él.
–Digamos que teníamos que hacer que se dieran cuenta de lo que sienten, Takato. –contestó Guilmon. –Podría decirse que fue un pequeño empujón. Los sentimientos pueden ser todo un lío cuando no se ordenan adecuadamente.
Takato se recostó y miró hacia el techo. No tenía idea de que los digimons tuvieran esa clase de emociones tan profundas, pensó en cómo de nuevo se encontraba aprendiendo de su compañero digital como cuando era un niño. El muchacho reflexionó un poco y se dio cuenta de que realmente le faltaba mucho por comprender de esas criaturas tan sorprendentes.
–¿Vas a decírselo? –preguntó Guilmon en un susurro.
El chico volteó hacia la ventana y miró el cielo nocturno, estrellado. ¿Podría hacerlo¿Y qué pensaría Rika al respecto?
–Creo que lo haré. –pronunció decidido. –Voy a decirle cómo me siento.
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Los días que restaban para el fin de semana se pasaron como si alguien se hubiera encargado de acelerar el tiempo. Los Tamers se encontraban tan ajetreados con sus pensamientos que no se percataban muy bien de lo que ocurría a su alrededor: Juri parecía retraída y molesta la mayor parte del tiempo, y evitaba a Rika lo más que podía; Henry murmuraba para sí mismo, por los nervios, palabras en chino que nadie entendía; Rika se encontraba tan aturdida que continuamente chocaba con la gente en los pasillos, y ni siquiera reaccionó cuando el profesor le dejó un montón de trabajo extra por salirse de clases el martes. A Takato se le veía silencioso la mayor parte del tiempo, y cada vez que coincidía con Rika en los pasillos se ponía colorado y se echaba a correr en dirección opuesta inventando que llegaba tarde a su siguiente clase; lo que dejaba a la pelirroja, extrañada y confundida. Cuando a la mañana del sábado, Rika se despertó temprano, con el estómago revuelto por los nervios, y se guardó sus cartas en el bolsillo de su cinto; pensó en lo rápido que se había llegado el plazo de la competencia. Jamás había sentido una ansiedad como esa frente a un torneo, y por un momento se sintió como una tonta al verse actuar de esa manera. Salió a dar una vuelta por el jardín, el aire fresco de la mañana la despertó por completo e hizo que se olvidara momentáneamente del evento en el que participaría en algunas horas. Clavó los ojos en la tranquila laguna que hacía ondas frente a ella, y suspiró. Por un momento pensó en las palabras que Renamon le había dicho la noche anterior y frunció el ceño ligeramente. Ya más entrada la mañana, y sin ganas de almorzar, salió de su casa y se encaminó rumbo al torneo.
El centro de convenciones se encontraba a reventar de gente, por supuesto Rika ya estaba acostumbrada, hacía años que había visto escenas como esa, antes; se encaminó a registrarse en la entrada (haciendo caso omiso de los cuchicheos y las miradas curiosas de otros participantes, que sin duda la habían reconocido como la Reina Digimon.) Tomó su número de competidora, que era el 67, y entró en el edificio; se sentó en una banca de madera, suspirando sonoramente.
–¿Nerviosa la Reina Digimon? –susurró alguien tras ella.
–Ya te gustaría. –respondió secamente, girándose. –¿Tú estás bien, Henry?
El chico sonrió y se sentó junto a Rika.
–Me siento de maravilla. –contestó él. –Un poco nervioso, debo admitir, pero genial.
–Que bien. No vayas a desconcentrarte. –sonrió la pelirroja sintiéndose mejor. –espero verte en las rondas finales.
–Ahí estaré. –prometió Wong.
–¿Has visto a Juri por aquí? –preguntó Rika como sin darle mucha importancia.
–Eh, no. Aún no. –respondió despistadamente. –En realidad llegué temprano para ver si podía encontrar a Ryo, pero no lo he visto por ninguna parte.
–¿Ryo? –pronunció Rika como si hubiera escuchado el nombre de un insecto raro. –Ese cobarde no va a venir. Recibí un correo electrónico suyo la otra noche, parece que tiene exámenes o algo así. Lo que se inventa para rehuirme. Debe haberse dado cuenta por fin de que no tenía la más mínima oportunidad contra mi técnica superior...
Henry se sonrió al ver ese brillo orgulloso en los ojos de la pelirroja, y se acercó un poco más hacia ella.
–Rika¿sabes? Me gustaría decirte algo importante. Yo...
–¿Takato? –soltó Rika levantándose del asiento y mirando al chico alto de goggles que se aproximaba hacia ellos con sus cartas en una mano y con un número de participante en la otra.
–¿Qué? –gruñó Henry rechinando los dientes y levantándose el también.
Rika se adelantó y saludó a Matsuki, que parecía algo apenado.
–¡Takato! –balbuceó Rika sin podérselo creer. –¿Pero qué rayos estás haciendo aquí?
El chico sonrió y se encogió de hombros.
–Bueno, como todos ustedes decidieron entrar al torneo; pues yo no me podía quedar atrás. –dijo mostrándoles su número. –Además... así resulta más interesante ¿no?
–Sí e-eso creo... Takato. –respondió ella algo sorprendida y ruborizándose un poco.
Henry podría haber golpeado a Matsuki en ese preciso instante. Lo fulminaba con la mirada, y no dejaba de pensar que había decidido entrar al torneo solo por fastidiarlo. Fingiendo que iba a comprarse algo para beber, Henry se apartó de ellos y se perdió entre la multitud. Rika y Takato se quedaron conversando un rato hasta que el torneo dio inicio y se despidieron, dirigiéndose a extremos opuestos de la sala cuando fueron llamados. La competencia resultaba sumamente agotadora y difícil, los competidores parecían haberse preparado muy bien en esta ocasión y estaban presentando buenas batallas. Aunque Rika seguía insistiendo en que no eran emocionantes. Después de un par de horas (y de un emparedado porque ya se comenzaba a sentir el hambre) Rika se sentó en una de las mesas de la cafetería a terminarse su refresco. Para su sorpresa, Takato entró al poco rato, y se dirigió hacia ella con una charola en las manos.
–Hola¿Me puedo sentar? –sonrió el chico.
–Qué pregunta. –contesto Rika devolviéndole la sonrisa. –¿Pesado el torneo? –comentó la pelirroja arqueando una ceja y mirando la bandeja de Matsuki que contenía una enorme hamburguesa, papas fritas y un refresco.
–Sí, mucho. –respondió Takato. –No me imaginaba que jugar a las cartas diera tanta hambre.
–¿Y qué tal vas? –preguntó Rika con curiosidad, meneando la cabeza al chico de goggles que le ofrecía papas fritas.
–Bien, eso creo. –murmuró. –He visto cartas muy poderosas.
–Igual yo, pero eso no importa. –susurró Rika. –Lo que cuenta es la estrategia, Takato, recuérdalo.
Después de comer, recorrieron el lugar por un rato y aprovecharon el tiempo que les quedaba de descanso para intercambiar cartas con algunos chicos que se encontraban haciendo lo mismo. Discutieron unos minutos los usos que podían darle a sus nuevas adquisiciones y se vieron pasando un rato muy agradable hasta que comenzaron a vocearse los enfrentamientos de la siguiente ronda. Takato se despidió de Rika cuando escuchó su número y se dirigió a una mesa con el número 2 marcado en un costado. Se sentó y esperó a que llegara su oponente. Jadeó al darse cuenta de que su amigo Henry se sentaba frente a él.
–Vaya, Takato. –pronunció el muchacho con una expresión hermética en el rostro. –Que estupenda oportunidad... a decir verdad, tenía muchos deseos de enfrentarte.
Takato tragó saliva. ¿Porqué lo veía Henry de esa forma¿Había hecho algo malo¿Podría ganarle?, sacudió la cabeza. Tenía que ganarle. Después de todo, su objetivo era alcanzar la ronda final. Uno de los jueces se acercó hacía ellos revisando una libreta y ajustándose las gafas.
–¿número 26 y número 79? –preguntó firmemente.
Los chicos asintieron y comenzaron a barajar sus mazos de cartas. Una vez que terminaron, ambos se miraron con fijeza.
–Por favor, empiecen. –murmuró el hombre, sentándose cerca de ellos.
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–número 67 y número 83, favor de pasar a la mesa 14. –se voceó.
Rika se sobresaltó al escuchar su número y se dirigió hacía su mesa. Echó un vistazo alrededor, buscando a Takato, y logró distinguirlo a lo lejos. Abrió los ojos con sorpresa cuando distinguió a Henry también.
–Tenía que suceder tarde o temprano. –susurró. –Me pregunto... ¿quién ganará ese combate?
–Eso no importa. –le dijo alguien a sus espaldas. –Tu batalla está de este lado.
Rika se giró lentamente y se topó con Juri frente a ella. La miró de forma inexpresiva unos momentos y luego sonrió y se sentó en su silla sin pronunciar palabra alguna.
–Si viniste después de todo, Katou. –Habló Rika, orgullosa y desafiante al mismo tiempo. –Pensé por un momento que te me habías acobardado. Creo que esto va a ser interesante. Espero que al final quedes satisfecha. –susurró sacando sus tarjetas del bolsillo y comenzando a barajarlas.
–Ya te lo dije, Nonaka. –murmuró Juri llena de confianza mientras terminaba con las cartas de su mazo. –Voy a vencerte. Solo así me sentiré satisfecha.
Rika sólo suspiró y tomó sus propias cartas de su monte. Juri, desde su extremo de la mesa, se encontraba haciendo lo mismo, cuando sonrió de pronto, reflexivamente.
–Hagámoslo interesante. –propuso la castaña. –La verdad por la victoria...
Rika arqueó las cejas como no entendiendo a lo que Katou se refería. Juri le sonrió.
–Ya te lo explicaré cuando te gane. –pronunció en un susurro bajo.
–¿Ah sí? Pues ya lo veremos. –respondió Rika, torciendo la boca en una sonrisa extraña.
–Pueden comenzar ahora. –les dijo el juez, sintiendo que interrumpía algo importante.
Las dos chicas se miraron fijamente por unos segundos, hasta que Juri (quien ganó el volado) eligió una carta y la colocó sobre el tablero.
El duelo entre las mejores amigas acababa de dar inicio.
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Continuará…
