El digivice de la amistad
Por: Lince
Capítulo 6: El llamado del Digimundo
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–¿Qué rayos es este sitio? –murmuró una figura larga, vestida toda de negro y con alas que sobrevolaba los límites de la región norte del mundo digital. Aterrizó en un risco que le permitía observar el paisaje ennegrecido que se extendía a lo lejos y entornó sus ojos tratando de comprenderlo. Cruzó sus largos brazos y miró la oscuridad de manera pensativa. –Algo no está bien en la frontera. –siseó entre dientes. –Una fuerza diferente está a punto de levantarse...
–¡Beelzemon! –gritó Antyramon que se acercaba hacia él a grandes saltos. –¿Has visto a Clarusmon?
El digimon meneó la cabeza y apoyó una mano en su cintura.
–¿Para qué vienes a buscarlo aquí? –respondió con hastío. –¿Qué no está con Shinlonmon?
–Precisamente ha sido Shinlonmon quién me pidió que lo buscara. –explicó el deva, encogiéndose de hombros. –Al parecer se necesitan sus habilidades en la región del dios Sutsemon. Una sombra oscura está creciendo en los límites de la puerta sur, y continúa extendiéndose...
Beelzemon se giró lentamente y levantó uno de sus largos dedos mientras señalaba el horizonte.
–¿Es acaso algo como eso? –inquirió analíticamente.
Antyramon miró la niebla oscura que se levantaba lentamente muy por delante de ellos y asintió con la cabeza.
–Es como esa... –susurró entornando los ojos. –Beelzemon¿qué es lo que está pasando?
Beelzemon gruñó ligeramente y desenfundó una pistola larga con la que apuntó a la lejanía. Apretó el gatillo en varias ocasiones y las balas estallaron en al aire sin entrar en la niebla siquiera, como si una pared invisible se encontrara entre los digimons y la negrura.
Antyramon parpadeó sorprendido y miró a Beelzemon con los ojos completamente abiertos.
–No puede ser… –susurró débilmente mientras fruncía un poco el ceño. –¿Beelzemon, es acaso esta niebla un nuevo enemigo?
–No lo sé, Antyramon… –siseó él, al guardar su revolver mientras entornaba los ojos y cruzaba sus brazos. –Pero tengo un mal presentimiento de todo esto… probablemente de inicio una nueva lucha.
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–¡RIKA! –gritaron Henry y Takato al unísono cuando Rapidmon lanzó su ataque contra la pelirroja que yacía en el suelo.
Rika maldijo y se apresuró a salir de entre los escombros que la rodeaban lo más aprisa que pudo. El temor de perder la vida le dio de pronto las fuerzas necesarias para levantarse y olvidarse del dolor al ponerse de pie, para olvidarse de las lágrimas en sus ojos y obligarse a ver. Los mísiles del digimon impactaron en el suelo y explotaron en el pavimento, Rika saltó como un gato, aprovechando la confusión y la humareda para escapar y reunirse con sus amigos; pero el efecto momentáneo de la adrenalina en su cuerpo parecía haberse terminado a medio camino. La chica se estremeció de pronto cuando volvió a invadirla esa punzada que aumentó en intensidad y se convirtió de improviso en algo insoportable. Apretando los dientes y acelerando el paso llegó tambaleándose a un camión estacionado y se refugió tras él, recargándose contra una enorme llanta. Miró su pierna derecha y desvió la mirada de inmediato, respirando aceleradamente.
–¡Maldición! –ladró ella, sintiendo unas terribles ganas de llorar al sentirse invadida por la desesperación de saberse indefensa. –¡Está rota¡Rota!
El humo se disipó, y como Rapidmon no vio rastros de la humana, decidió embestir contra Taomon y WarGrowlmon, quienes se encontraban peleando a unos cuantos metros de distancia ocasionando estragos por doquier.
–¡Rayos, rayos, rayos! –gruñía Takato, apretando los dientes de rabia. No podía creer que todo eso estuviera pasando. Miró a Rika que jadeaba desde su escondite. Tan cerca y tan lejos estaba de ellos que de improviso el chico Matsuki sintió un impulso socarrón de lanzarse hacia ella y traerla consigo; sin embargo no era tan fácil, los digimons necesitaban tan solo una pequeña excusa para aplastarlos a todos en un solo instante, y aventurarse a hacer algo sin pensar en las consecuencias no podía ser algo que terminara de buena manera. El simple pensamiento lo hizo sentir aún peor.
Takato levantó la vista nuevamente, justo cuando un ataque de WarGrowmon sacudió toda la zona, el chico pudo percatarse del gesto de dolor que Rika reprimía en un esfuerzo de permanecer oculta, y sintió que ya no podía quedarse ahí, solo mirando por más tiempo. Miró de reojo a Henry, quién asintió con la cabeza y dirigió su vista hacia los monstruos digitales, que acercaban su batalla peligrosamente hacia el sitio en el que Rika se encontraba. En pleno conocimiento de que la Tamer no podía moverse y que necesitaba alejarse de la zona de fuego lo antes posible, antes de que algo peor ocurriera, decidieron intervenir.
–Takato, yo me encargaré de distraerlos. –Propuso Henry de repente. –Tú ve por Rika.
Matsuki negó con la cabeza. Sintiendo que esa vena de orgullo suyo le impediría permitir que fuera Wong el único héroe y no él. No permitiría por nada del mundo que lo hicieran menos, y menos frente a Rika.
–¡No¡Es demasiado peligroso que te enfrentes tú solo contra todos ellos! –Se rehusó el Tamer al enderezarse de pronto y levantarse por completo con nuevos bríos. –Recuerda que ellos han superado los poderes de la última etapa. ¡Te matarán sí intentas atacarlos directamente!
Henry arqueó las cejas ante la actitud de su amigo y esbozó una sonrisa comprensiva.
–Te dije que me encargaría de distraerlos, Takato. No que iba a pelear.
El chico de los goggles lo miró fijamente, asintió conforme y lentamente comenzó a abandonar su escondite junto con su amigo.
Al salir, se separaron de inmediato y corrieron por diferentes direcciones.
Suerte, Henry... pensó Takato al mirarlo de reojo.
El chico Wong corrió lo más aprisa que jamás pensó que podría correr, y evitando que los enormes digimons lo vieran, se detuvo junto a un automóvil, se agachó y recogió un puñado de arena de entre los escombros del suelo.
Solo espero que funcione rogó el Tamer.
Takato esperaba tras un buzón de correo a que Henry alejara un poco a los digimons del lugar en el que se encontraba Rika para poder actuar, mientras se preguntaba qué diablos tenía planeado hacer Wong.
Henry se levantó de improviso y pateó el cristal delantero del auto, rompiéndolo en mil pedazos y activando la alarma del coche.
Los monstruos enfurecidos detuvieron la pelea y se percataron del muchacho de cabello azul que ya había emprendido la huída.
¡Corre Henry¡No vayas a detenerte por nada del mundo! pensaba el Tamer de ojos grises mientras escuchaba las pisadas del furioso WarGrowmon siguiéndolo.
¡Ahora es cuando! se animó Takato, corriendo hacia su amiga a toda velocidad.
Rika miraba con nerviosismo cómo Takato se acercaba hacia ella, y rogaba con todas sus fuerzas que no los descubrieran, al mismo tiempo que también temía por la seguridad de su amigo Henry, quién le parecía que se estaba arriesgando demasiado.
En esos momentos Wong se percató de que Rapidmon se aproximaba.
Lo supuse, él es el más veloz de todos y es el único que puede atraparme en estos momentos
El Digimon del tipo vacuna desapareció en el aire y volvió a aparecer justo frente a su Tamer, preparado para atacar.
–¡Eso es lo qué tú crees! –gritó Henry, mientras le lanzaba la arena a Rapidmon directo en los ojos.
El Digimon se detuvo y gritó furioso tratando en vano de recuperar la visión, sacudía la cabeza y lanzaba proyectiles en todas direcciones. Varios de estos estallaron en WarGrowmon quien cayó de espaldas al suelo provocando un gran estruendo. Takato y Rika veían boquiabiertos que el digimon tipo virus yacía en el suelo, y se preguntaron por un momento si se encontraría ya fuera de combate. Sin embargo, el dinosaurio androide se levantó gruñendo salvajemente y le propinó varios puñetazos al enceguecido Rapidmon de-evolucionándolo a Terriermon y dejándolo fuera de combate casi instantáneamente.
Henry, que se había escabullido por un aparador roto y miraba todo desde el interior de una tienda de deportes vacía, jadeó cuando vio que WarGrowmon se preparaba para asestarle el golpe final al inconsciente digimon.
–¡No¡Terriermon! –murmuró el Tamer cerrando los ojos.
–¡Funshi zen! –gritó Taomon.
El ataque golpeó al dinosaurio robot y éste se abalanzó contra el digimon zorro. Al parecer, ambos digimons comenzaban ahora una nueva pelea desde lejos, para obtener la información de Terriermon.
Henry respiró aliviado y desde su lugar trataba de observar si sus amigos habían logrado escapar.
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–¿Aún no lo han encontrado? –inquirió Shinlonmon mientras dirigía la vista hacia los digimons que lo miraban desde el suelo. –¿No hay señales de Clarusmon?
–No, gran Shinlonmon. –respondió un Garudamon que recién aterrizaba y plegaba sus alas. –El gran Bayoumon afirma que hace algunas horas que Clarusmon abandonó su zona.
Shinlonmon gruñó ligeramente y estiró su cuello, meneó la cabeza y suspiró. Lo único que quedaba por hacer entonces era esperar.
–Confiemos entonces de que llegue pronto. –susurró el dragón azul con algo de resignación en la voz.
–¿Es por la niebla, señor? –preguntó un Boltmon respetuosamente, pero sin dejar de mostrar preocupación. –¿Es que corremos peligro ya?
Shinlonmon observó a los digimons reunidos que le dirigían miradas ansiosas y sonrió ligeramente.
–No, Boltmon. –respondió la bestia sagrada de forma suave. –La niebla aún no representa un peligro inminente y permanece todavía bajo cierto control. Clarusmon debe cumplir en estos momentos un favor que debo pedirle y que no puede esperar mucho.
Los digimons se miraron los unos a los otros de forma extrañada, como si trataran de preguntarse qué podía ser más urgente que la bruma que comenzaba a cernirse sobre su propio mundo; sin embargo el desorden duró muy poco ya que un destello brillante se acercaba al lugar, partiendo la oscuridad del horizonte ennegrecido.
–¡Ha llegado! –gritó una Angewomon, haciendo que los que estaban distraídos levantaran la mirada y observaran junto a todos los otros el trayecto de la luz que se aproximaba cada vez más a ellos.
–Es un alivio. –susurró Shinlonmon en voz baja.
Una vez que el haz luminoso se acercó lo suficiente, todos los presentes pudieron divisar que aquello era una gran cantidad de diginomos que reían y flotaban ligeramente por el aire. Sobrevolaron por unos momentos alrededor del dragón azul y luego se dispersaron, dejando ver que entre ellos había viajado un digimon de forma humanoide, vestido de blanco y púrpura que sostenía en su mano un báculo dorado que resplandecía intensamente. El recién llegado se inclinó frente a Shinlonmon y dirigió hacia él su mirada misteriosa de color esmeralda.
–Disculpe mi tardanza, Shinlonmon. –le dijo en un suave susurro, para después ponerse de pie mientras se encogía de hombros. La máscara de metal que llevaba puesta resplandeció con luz propia e hizo visible la insignia peculiar que marcaba su frente. Sacudió una cabellera larga y blanca que mostraba unas puntas violáceas, y suspiró. –Despejar la zona oeste me tomó más tiempo del que pensé.
–Clarusmon, has hecho una gran labor. –Le dijo Shinlonmon de manera orgullosa. –Realmente una muy buena. –De pronto miró de soslayo al resto de los digimons que estaban presentes y tosió cortésmente. –Ven, quiero que te acerques un poco más.
–Sí, señor. –respondió el digimon, dando un salto y flotando ligeramente hacia un risco cercano a la altura del dios dragón y comenzando a hablar quedamente. –Lamentablemente debo informarle que la niebla negra está comenzando a cubrir más terreno que el que yo puedo abarcar. No podremos resistir por mucho tiempo de seguir así.
–Mmm… me temo que tendremos que preocuparnos por eso después, Clarusmon. –murmuró Shinlonmon. –Tengo otro trabajo para ti.
Clarusmon apoyó ambas manos en la punta de su báculo e inclinó la cabeza de manera extrañada.
–¿Otro trabajo, señor? –murmuró. –¿y de qué podría tratarse? Pensé que la bruma era nuestra prioridad.
Shinlonmon asintió con la cabeza y luego lo miró fijamente.
–Lo sé. Pero necesito que auxilies a unos viejos amigos que necesitan de ti… –pronunció al dirigirle una mirada significativa que el digimon blanco captó de inmediato.
–Entiendo… –susurró sorprendidamente al sujetar su báculo con fuerza. –Si es que ellos peligran, entonces iré…
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Takato miraba con aprensión el extraño ángulo en el que se encontraba la pierna de Rika, que parecía completamente inanimada desde la rodilla hasta el pie, y miró de reojo a la pelirroja quién se veía más pálida que de costumbre y sudaba frío. El Tamer no estaba muy seguro de si debía mover a la muchacha; pero no había alternativa. Se inclinó frente a ella y pasó saliva.
–Déjame ayudarte. –le dijo al tomarla de la mano y alzarla despacio, cuidando de no lastimarla. –Habrá que movernos hasta un sitio más seguro.
–L-lo sé. –respondió Rika sabiendo que si permanecían ahí se convertirían en un blanco fácil para algún ataque. Se levantó penosamente y se apoyó en la puerta del vehículo que le había servido de refugio, mirando al preocupado Takato y temblando ligeramente. –Vámonos de aquí, Goggles. –susurró apretando los dientes. –Que todavía no te hemos hecho fiesta por tu victoria en el torneo…
Takato le sonrió ligeramente, la miró pensativo y de improviso rodeó su cintura con su brazo para ayudarla a disminuir el peso sobre su pierna. Rika sintió que se sonrojaba cuando se aferró al torso del joven Matsuki para apoyarse y dirigió la vista hacia el suelo sintiendo que se moría de la vergüenza.
–...Takato...
–Voy a sacarte de aquí. –pronunció el Tamer decididamente, aunque si bien su cara se había puesto algo roja.
El chico de goggles se llevó a su amiga, alejándose de la zona de guerra, a la vez que buscaban con la mirada algún sitio que pudiera resultar más seguro. Divisaron una calleja angosta que podía servirles, y lograron ocultarse tras un contenedor de basura, desde donde se asomaban con cautela para apreciar mejor lo que sucedía; sin embargo, ambos Tamers vieron con terror que su compañero Henry acababa de ser descubierto por el peligroso WarGrowmon.
–¡Maldición¿Cómo rayos lo supo? –gruñó el Tamer.
Henry se salió de su escondite justo cando WarGrowmon lo atravesaba con su garra, y entonces Wong comenzó una carrera para escapar del enorme dinosaurio, divisó los restos de una pared y la saltó, ocultándose tras ella. El dinosaurio se detuvo de improviso y movió la cabeza de un lado hacia otro. Los Tamers resoplaron aliviados al ver que el androide había perdido a Henry de vista; pero WarGrowmon olfateó ligeramente y dio un paso hacia atrás mientras los orificios de su pecho se iluminaban. Henry maldijo y se echó a correr de inmediato, miró por sobre su hombro; pero al volverse chocó contra Taomon que le había cerrado el paso. El chico cayó de bruces al suelo y jadeó completamente aterrorizado al verse atrapado de esa forma. Fue entonces que llegaron a sus oídos esas palabras:
¡Cañones Atómicos!
Fue como si el tiempo transcurriera en cámara lenta. Henry miraba cómo los lásers de WarGrowmon se dirigían hacia él, Takato gritaba frenético que todo debía de ser una pesadilla; y Rika negaba con la cabeza mientras veía todo y apretaba los puños con rabia.
El chico Wong decidió que no quería mirar lo que se aproximaba y se resignó a recibir el golpe. Sin embargo…
–¡Om! –se escuchó que gritaron.
Henry abrió los ojos y jadeó al ver a Taomon de pie frente a él utilizando su escudo mágico para anular el ataque.
Takato parpadeó sorprendido, y Rika sólo miró la escena confundida. WarGrowmon rugió enfurecido y comenzó a golpear el suelo y los autos más cercanos.
–Increíble… ¡Taomon recuperó el control! –susurró Takato, mirando a Rika de reojo. –¿Qué fue lo que hiciste? –le preguntó de repente.
–Yo… no lo sé. –balbuceó ella como única respuesta. Estaba igual de impresionada que su amigo.
Los Tamers miraron a Taomon como si no comprendieran muy bien lo que pasaba. El Digimon del tipo información levantó a Henry, recogió a Terriermon y flotó hacia Takato y Rika quienes todavía parecían extrañados. Taomon dejó a Henry en el suelo y se dirigió a Rika. La chica arqueó las cejas y posó la mirada en los ojos azules del enorme digimon, que ahora parecía tranquilo y dócil.
–...¿Taomon?... –susurró la Tamer.
–Sí… Te escucho, Rika. –contestó el digimon, inclinando la cabeza.
Fue extraño. Rika tuvo la impresión de que su camarada había reaccionado justo en el momento en el que había deseado con todas sus fuerzas poder hacer algo por Henry. Fue como si ese pensamiento hubiera sacado a Taomon del trance de la carta roja. Pero¿por qué¿cómo? No tenía sentido alguno.
La pelirroja sacudió la cabeza y se dirigió con cuidado hacia su camarada.
–...¿Tú... escuchaste mí deseo...? –le preguntó titubeante.
Taomon asintió con algo de tristeza. No dijo nada más, sólo levantó la vista hacia WarGrowmon y suspiró.
–Rika... necesito que me ayudes. –pidió. –Yo... no podré derrotar a WarGrowmon si no me apoyas en esta batalla.
–¿Qué? –soltó ella.
–Tenemos que liberarlo… –murmuró Taomon, mirándola a los ojos. –Debemos hacerlo… Hay que pelear…
La pelirroja arqueó las cejas y miró a su compañera con sorpresa. Y sin embargo, sonrió con admiración, ya que su camarada, al igual que ella misma, trataba fervientemente de ayudar a un amigo sin importar lo que pasara.
–…Taomon… –susurró Rika al desprender el digivice azul de su cinturón y mirarlo por unos momentos. Resopló decidida y le sonrió a su compañera. –Cuenta conmigo. –le dijo, levantando el pulgar y guiñando un ojo.
Henry negó con la cabeza y le cerró el paso a la chica.
–No puedes hacer eso Rika, es demasiado arriesgado enfrentarse directamente a WarGrowmon en estos momentos, y mucho más en tu condición.
Henry tenía razón, Rika apenas y podía mantenerse en pie por sí misma; y ya no digamos pelear. Pero si algo era cierto también era que no podían permitir que WarGrowmon continuara destrozando todo lo que había a su paso; Takato no parecía ser capaz de poder controlar a su enorme dinosaurio; y Terriermon se encontraba inconsciente en brazos de su Tamer. Rika parecía ser la única opción que quedaba en esos momentos, ahora que contaba con un digimon leal y en etapa Ultimate. Tenían posibilidades de contraatacar. Rika dudó un instante. No quería lastimar al digimon de Takato, y por la expresión que notó en su camarada, Taomon tampoco quería hacerlo. En ese pequeño intervalo de duda, Takato la tomó de los hombros y la miró fijamente.
–Hazlo, Rika. –murmuró el chico, sonriendo ligeramente e infundiéndole ánimo a su amiga. –Sé que puedes hacerlo. Ayuda a WarGrowmon, por favor.
–Takato... –susurró Rika, sintiendo que de pronto podía aplastar a un digimon de etapa Mega como si fuera una cucaracha.
Ambos se miraron unos instantes, y de pronto WarGrowmon rugió llamando la atención de los Tamers. Todos se giraron y miraron a Rika de reojo, quien se apartó el fleco de la cara y levantó la vista hacia su adversario.
–Está bien… Vamos a sacudir este lugar… –siseó. –¡Taomon!
Los dos chicos sujetaron a Rika para que ésta se sostuviera en pie sin problemas, mientras Taomon flotaba hacía la batalla.
–No vayas a esforzarte demasiado. –murmuró Takato algo preocupado.
–Ten cuidado. –le dijo Henry.
La chica asintió con la cabeza, apretó su digivice con fuerza y tanteó con los dedos su bolsillo de cartas.
–¡Cambio de carta! –pronunció. –¡Conexión S de súper velocidad!
Taomon flotó con rapidez y giró en torno a WarGrowmon, que rugía y agitaba los brazos como si tratara de espantar a una pequeña mosca. Pero la zorra lo esquivó con habilidad y le lanzó varios pergaminos que explotaron en la cara del dinosaurio y lo empujaron hacia atrás.
–¡Eso! –soltaron Henry y Takato, mientras Rika sonreía y preparaba otra carta opcional.
WarGrowmon sacudió la cabeza y blandió sus enormes hachas con las que se propuso atacar directamente a Taomon, quién flotaba frente a él.
–¡Om! –gritó el digimon al formar su escudo mágico, conteniendo el ataque, hasta que el androide del tipo virus brilló momentáneamente y golpeó con fuerza a Taomon, que se estrelló en un edificio cercano.
En el suelo, los Tamers jadearon cuando al mismo tiempo un golpe invisible empujaba a Rika, y arrastraba con ella a Takato y a Henry, que cayeron al suelo unos sobre otros, parpadeando sorprendidamente.
–¿Qué rayos fue eso? –jadeó Takato al desembarazarse de debajo de todos y tenderle la mano a Rika para ayudarla a levantarse.
–Algo me golpeó. –respondió la pelirroja frotándose el costado y poniéndose de pie.
–Como has recuperado el control de Taomon como su Tamer, probablemente has recuperado también la unión que tenías con ella. –murmuró Henry seriamente al levantarse. –Ahora tienes que cuidar a tu digimon o de lo contrario tú también saldrás lastimada… Sin mencionar que WarGrowmon se vuelve más fuerte a cada minuto. Rika, estás bajo reloj.
–Genial, entonces esto va a ser todo un panquecito. –resopló Rika de mal humor, sacando una carta y deslizándola por su digivice. –¡Cambio de carta, Recarga de energía!
Taomon se levantó prontamente y trazó un símbolo con sus dedos, el cuál sujetó y lanzó con fuerza. WarGrowmon gruñó dolorosamente al recibir el impacto en los ojos y se dio la vuelta. Taomon se elevó un poco e intentó un nuevo ataque con pergaminos; pero el dinosaurio volvió a girarse y atacó a Taomon con su enorme cola. En el suelo, Rika volvía a ser empujada y sujetada por sus amigos, mientras la pelirroja sacudía la cabeza y apretaba los dientes.
–¡Muy bien, esto ya es personal! –murmuró al enderezarse y rebuscar en su bolsillo. –¡Cambio de carta¡Manual de entrenamiento de la luz!
Taomon brilló momentáneamente y sacó de su manga el enorme pincel que utilizaba para atacar.
–¡Funshi zen! –gritó al terminar de dibujar con la tinta y enviando su ataque a golpear fuertemente a WarGrowmon, quién cayó de espaldas al suelo y logró darle un manotazo a Taomon antes de tocar el suelo.
–¡Rayos! –siseó Rika al recuperarse del golpe y volver la vista hacia la pelea. –Ay, no… –soltó de improviso.
Los Tamers clavaron la mirada en WarGrowmon, quien preparaba el ataque de sus cañones a manera de contraataque.
–¡Taomon, usa tu escudo! –gritó Rika. –Necesito que me des un poco más de tiempo.
La zorra asintió y se preparó a recibir el ataque, mientras que su Tamer preparaba un nuevo cambio de carta.
–¡Cambio de carta! –anunció. –Fuerza FX, ofensiva amarilla.
Taomon brilló ligeramente, pero nada más ocurrió. Luego activó su escudo mágico cuando WarGrowmon disparó sus lásers y chocaron contra las paredes invisibles, que la iban empujando hacia atrás poco a poco. Henry miró a la pelirroja de reojo y apretó los dientes cuando una fuerza transparente comenzaba a empujarlos a ellos también. El chico plantó los pies en el suelo con fuerza y trató de hacerse escuchar por sobre el estruendo de la lucha.
–Rika, el último cambio de carta no surtió ningún efecto¡Saca a Taomon de ahí! –le sugirió a la chica.
–¡Ungh¡No!, todavía me falta una tirada. –gruñó Rika, tratando de avanzar hacia delante y profiriendo un alarido cuando su pierna crujió y le hizo perder el balance momentáneamente. –¡Aún no! –se aferró con terquedad, hasta que Matsuki la sujetó del hombro.
–¡Basta, Rika, es demasiado! –gritó Takato dándose cuenta de que su amiga estaba ya en muy malas condiciones. –¡Detente, por favor! –le suplicó. Más la Tamer no parecía escuchar lo que le decían. Meneaba la cabeza mientras jadeaba, y temblaba ligeramente. Cerca de ahí, Taomon resoplaba de forma agotada mientras mantenía activo su escudo invisible. Digimon y Tamer, parecían encontrarse al borde de la inconsciencia; pero seguían de pie, ante el asombro de Takato y Henry. –Rika…
–No, Goggles… –lo cortó ella de pronto. –Sí algo he aprendido de ti, es que jamás hay que darse por vencidos… y que una batalla no se termina hasta que el Tamer cae y deja de apoyar a su camarada… Ahora es momento de que tú aprendas de mí… En las cartas, la estrategia siempre es la que cuenta, te lo dije antes… yo jamás cambio una carta a lo tonto, y ahora mismo lo vas a ver. –susurró al sacar una tarjeta de su bolsillo y observarla por unos instantes. –Esta es mi última movida… –pronunció en voz baja. –¡Taomon! –gritó Rika con una fuerza salida de quien sabe donde. En ese momento, la muchacha sujetó su digivice y sostuvo la carta en alto. –¡Cambio de carta! –anunció la Tamer deslizando la tarjeta por la ranura de su digivice. –¡Carta Device¡Dispositivo de la torre!
Un aura brillante cubrió a Taomon, que rechazó el ataque de WarGrowmon, y le hizo frente nuevamente; preparando su golpe final.
–¡Funshi zen! –gritó, mientras el dinosaurio trataba en vano de interceptar el golpe que impactó de lleno en su pecho y lo tiró al suelo, de-evolucionándolo a Guilmon de manera casi inmediata. La zorra resopló y bajó a tierra para comprobar si el lagarto rojo se encontraba bien.
Rika suspiró, mientras recuperaba el aliento y sonrió satisfecha al levantar la mirada hacia la de Takato, que la miró aliviado.
–Por supuesto… –murmuró Henry al sujetarse la barbilla. –El dispositivo de la torre permite que el ataque aumente 10 veces si la ofensiva del digimon es de color amarillo. Esa fue una buena movida contra WarGrowmon… pero si mal no recuerdo, en el juego… –siseó, frunciendo el entrecejo y cayendo en la cuenta de todo. –¡Rika!
En ese instante, Taomon recibió una descarga que también recibió Rika, y que empujó a la chica hacía atrás antes de que se desplomara en brazos de Takato, quién la atrapó preocupado.
–¿Henry? –susurró Takato.
–Usar la carta device del dispositivo de la torre, significa sacrificar algunos puntos de energía. –explicó Wong, acercándose hacia la pelirroja que temblaba ligeramente en brazos de Matsuki.
–Estoy bien, estoy bien. –decía ella, tratando de enderezarse (cosa que Takato no le permitía). –¿Renamon está bien¿Y Guilmon… cómo se encuentran?
Henry observó desde su sitio que Taomon acababa de de-evolucionar a Renamon y que caía al suelo, inconsciente. Takato arqueó las cejas, se inclinó e hizo que Rika se sentara y se recargara contra la pared, mientras se quedaba junto a ella.
–Ellos están bien. –le dijo. –aunque no podría decir lo mismo de ti. Eres un desastre, Rika Nonaka.
–Está… bien, Goggles. –susurró Rika, sonriéndole un tanto agotada. –Ese es el contra-efecto que se tiene al usar esa carta... es más fácil cuando se usa en el juego ¿sabes?, ahí no se siente el golpe.
–No... no debí permitir que hicieras esta locura. –murmuró Takato, apretando los puños. –Si tan solo yo…
Rika apoyó su mano en la del Tamer de Goggles, que la miró sorprendido.
–Takato, yo quise hacerlo… –lo frenó la chica tranquilamente. –Cuando éramos niños, tú peleabas mucho por nosotros; aunque los enemigos a veces parecieran imposibles de vencer. Siempre fuiste el más valiente de nosotros tres… y aunque nunca te lo dije, siempre lo he pensado…
Henry desvió la mirada en ese instante y permaneció pensativo, sólo mirando hacia el suelo.
–Rika, no hables de esa forma. –sonrió Takato, ruborizándose un poco. –¿No ves lo nerviosos que nos pones a Henry y a mí? Recuerda que tenemos una fiesta pendiente.
–Cierto… –sonrió ella. –No podría faltar a algo como eso… Y ni crean que se librarán de mi tan fácil.
–Claro, Rika. –sonrió Henry al volverse y sonreír como si nada. –Compraremos pizza y armaremos escándalo en casa de Takato hasta que los vecinos se harten de nosotros. Haremos un relajo como en ninguna otra fiesta… No te la puedes perder.
–Además, tienes que bailar conmigo. –le dijo el Tamer de goggles. –Aunque lo tengas que hacer con muletas.
–Ajá… –sonrió Rika, sintiendo que de pronto se adormecía y cerraba los ojos lentamente. –Te prometo bailar todo el día contigo, Goggles. Cuanto quieras…
Matsuki la miró fijamente y dibujó una media sonrisa que se notó un poco apagada.
–Sí… Todo va a estar bien. –le dijo a ella y a sí mismo. –Todo se va a solucionar, ya lo verás. Sólo quédate aquí con nosotros. Aguanta un poco.
–Lo haré…
Takato y Henry se miraron preocupadamente y decidieron esperar a que llegara Juri con algún tipo de ayuda lo antes posible. El joven Wong se encaminó a donde se encontraban Guilmon y Renamon para cerciorarse de que ninguno de los dos se encontrara a punto de volverse datos o algo así; mas resopló al comprobar que ambos se encontraban bien. Frunció el entrecejo al notar una sombra extraña en el suelo, y levantó la vista para apreciar una silueta que permanecía de pie en lo alto, parecía estar flotando por entre las nubes. La sombra maniobró con el bastón que sujetaba en su mano y lo extendió de un lado hacia el otro.
–Manto de los iluminados. –susurró.
Henry cerró los ojos cuando una luz blanca los cubrió a todos y a todo. Arqueó las cejas cuando se dio cuenta de que había recuperado la movilidad de su brazo herido, y frunció el entrecejo al escuchar una gran variedad de sonidos que logró descifrar impresionado. No podía ocurrir algo así, era demasiado irreal. Abrió los ojos cuando la luz se hizo más débil.
–Guau… –fue todo lo que alcanzó a pronunciar al recorrer la vista por los alrededores. Intentó localizar de nuevo a la sombra que había visto antes, pero ésta ya había desaparecido.
En ese momento, Juri llegó en una camioneta negra que era conducida por el señor Yamaki y al poco tiempo varios vehículos similares llegaron al lugar para asegurar la zona. Los ocupantes salieron de inmediato y corrieron hacia los jóvenes y los digimons que se encontraban dispersos. Juri corrió hacia Henry y lo miró, impresionada.
–¿Qué sucedió? –le preguntó confundida. –¿Y qué pasó en este lugar? –inquirió al recorrer con la vista la calle, los edificios y los autos que se veían en perfecto estado. –¡Yo vi cuando toda esta parte de la calle se partió en pedazos!
–Ya habrá tiempo de contar los detalles luego, Juri. –sonrió Henry al levantarse y recoger a Terriermon que estaba despertando y se estiraba en brazos de su Tamer como si acabara de dormir una buena siesta. –Hola, Terriermon. –le dijo.
–Hola, Henry. –respondió el pequeño digimon, mientras miraba hacia todas partes y parpadeaba extrañado. –¿De qué me perdí?
–De nada, amigo. –sonrió Henry, acariciándole la cabeza. –De nada absolutamente.
–Increíble. –susurró Juri con la boca abierta.
–¡Takato-kun! –llamó Yamaki acercándose al joven Matsuki e inclinándose frente a él y Rika. –¿Se encuentran bien, los dos?
–¡Señor, Yamaki! –jadeó Takato algo sorprendido. –Bueno, nosotros…
–Estamos bien. –completó Rika, enderezándose un poco y sonriendo al comprobar que su pierna estaba curada. –Perfectamente. –añadió.
–Excelente, pediré que los lleven a sus casas y avisaré a sus padres que van en camino. –susurró el hombre de gafas oscuras, poniéndose de pie y haciéndole señas a uno de los hombres de negro que lo acompañaban. –Discúlpenme un segundo. –les dijo al alejarse y reunirse con Henry y Juri.
Rika y Takato lo observaron alejarse, hasta que Takato se limpió los ojos vigorosamente y desvió la mirada hacia otro lado. La pelirroja arqueó las cejas y se puso de pie, rodeando al chico y mirándolo de frente.
–¿Takato¿Qué tienes? –le preguntó extrañada.
–Nada… sólo estoy contento. Por un momento pensé... Bueno, no importa. –murmuró el chico de goggles, esbozando una de sus sonrisas más tiernas y poniéndose de pie junto a la chica que le sonreía.
Rika meneó la cabeza y abrazó al chico Matsuki, mientras le plantaba un beso en la mejilla. Takato se puso completamente rojo ante la acción de la pelirroja; pero le sonrió de vuelta
–Gracias por preocuparte por mí, Goggles. –le susurró Rika al oído.
–N- no fue nada… –balbuceó el Tamer pasándose la mano por la nuca.
Henry que los miraba desde lejos, desvió la mirada y sonrió con tristeza.
–Supongo que he perdido... –susurró, encogiéndose de hombros.
–Momantai. –respondió Terriermon al mirar de reojo a Juri y sonreír pícaramente. –Momantai…
A unos cuantos metros de ahí, Guilmon logró levantarse lentamente con ayuda de Renamon y dirigió la mirada hacia el cielo, mientras recorría con la vista los misteriosos rayos luminosos que habían atravesado las nubes hacía unos instantes, y que ya estaban desapareciendo. Frunció el entrecejo y miró a su compañera seriamente.
–Debemos volver... –le dijo.
- - -
Continuará...
