Se oía mucho murmullo de gentes por el pasillo iluminado por farolillos de
llamas azules. Se empezaban a reunirse para la cena en la casa de Elrond.
Glorfindel estaba invitado aquella noche a cenar, podía quedarse siempre que quisiera en aquella casa, y comenzó a caminar por el amplio pasillo de columnas de mármol hacia el comedor.
Algo le carcomía la mente, le preocupaba el hecho de que los niños de aquella casa pensaran que él tenía un preferido entre ellos. Le preocupaba haber despertado envidia en las mentes limpias de aquellos niños, envidia hacía un hermano. Supo que tenía que hacer algo.
Llegó al descansillo de unas altas escaleras, pero no bajó por ellas, dio la vuelta y volvió a recorrer el pasillo donde se encontraba la habitación de Arwen, pero esta vez con un paso más decidido y veloz.
Pasó la habitación de la niña, y muchas columnas y tapices, paso tras todas las luces frías de la noche que mutaban a través de los cristales de colores de las vidrieras y llegó al final, a una puerta dorada de insignias de plata.
Se detuvo un momento ante ella y tocó su madera retocada con los nudillos, llamando a la puerta: -¿Elroyënath? Soy Glorfindel.
Una voz distante al otro lado de la puerta: -Adelante.
Glorfindel giró el pomo lenta y cuidadosamente y asomó su cabeza por la puerta semiabierta.
-Pasa- Elroyënath estaba sentado en un escritorio, rodeado de papeles, absorto mientras rellenaba pergaminos con escritura élfica.
Glorfindel entró y cerró la puerta tras de sí, sin hacer ruido.
-¿Co... como esta Elladan?
Elroyënath no le miró, siguió encima de sus papeles escribiendo con su pluma: -Se le pasará.
-¿Crees que debería hablar con él?
-No.- dijo rápidamente pero sereno: -No ahora. Mañana será mejor.
Mojó la pluma en el tintero.
-Gracias.
-No hay de que.- Elroyënath siguió escribiendo.
-Hasta mañana.- salió de la boca trémula de Glorfindel mientras abría la puerta, todavía incomodo por lo que había provocado aquella noche, mientras los hijos de Elrond cenaban.
-Namarië.
CARMENCHU!!!
P.D. gracias por los reviews!!! Os kiero muuuuucho!!! MUUUUUUAK!!! Dejarme más que me encantan!!!! Esta parte en un pokillo cortita y rollo pork no pasa na... pero ya veremos k pasa luego... jejejeje oye.... una pregunta: el papi de Legolas se llama Tharanduil o me lo estoy inventando??? Contestar pliiis!!! BESOS!!!
Glorfindel estaba invitado aquella noche a cenar, podía quedarse siempre que quisiera en aquella casa, y comenzó a caminar por el amplio pasillo de columnas de mármol hacia el comedor.
Algo le carcomía la mente, le preocupaba el hecho de que los niños de aquella casa pensaran que él tenía un preferido entre ellos. Le preocupaba haber despertado envidia en las mentes limpias de aquellos niños, envidia hacía un hermano. Supo que tenía que hacer algo.
Llegó al descansillo de unas altas escaleras, pero no bajó por ellas, dio la vuelta y volvió a recorrer el pasillo donde se encontraba la habitación de Arwen, pero esta vez con un paso más decidido y veloz.
Pasó la habitación de la niña, y muchas columnas y tapices, paso tras todas las luces frías de la noche que mutaban a través de los cristales de colores de las vidrieras y llegó al final, a una puerta dorada de insignias de plata.
Se detuvo un momento ante ella y tocó su madera retocada con los nudillos, llamando a la puerta: -¿Elroyënath? Soy Glorfindel.
Una voz distante al otro lado de la puerta: -Adelante.
Glorfindel giró el pomo lenta y cuidadosamente y asomó su cabeza por la puerta semiabierta.
-Pasa- Elroyënath estaba sentado en un escritorio, rodeado de papeles, absorto mientras rellenaba pergaminos con escritura élfica.
Glorfindel entró y cerró la puerta tras de sí, sin hacer ruido.
-¿Co... como esta Elladan?
Elroyënath no le miró, siguió encima de sus papeles escribiendo con su pluma: -Se le pasará.
-¿Crees que debería hablar con él?
-No.- dijo rápidamente pero sereno: -No ahora. Mañana será mejor.
Mojó la pluma en el tintero.
-Gracias.
-No hay de que.- Elroyënath siguió escribiendo.
-Hasta mañana.- salió de la boca trémula de Glorfindel mientras abría la puerta, todavía incomodo por lo que había provocado aquella noche, mientras los hijos de Elrond cenaban.
-Namarië.
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