La cena se prolongó hasta muy entrada la noche, entre risas y anécdotas de cada uno de los invitados, y concluyó cuando el fuego azulastro de la chimenea empezó a apagarse.

Los invitados poco a poco fueron saliendo del comedor a medida que cada uno se sentía cansado y al cabo de las horas sólo quedaron Elrond y Glorfindel, en frente de las brasas incandescentes.

-Es ya tarde Glorfindel, puedes quedarte a dormir esta noche aquí y mañana volver a tu casa.

-Te lo agradezco pero preferiría no quedarme esta noche, tengo algunos asuntos pendientes de hacer todavía.

-Como quieras.

Elrond se levantó de su silla y fue hacia la puerta: -Creo que yo también me voy a dormir. Buenas noches. Por cierto ¡bonita camisa!

-Buenas noches.

Y después de sonreír los ojos de Glorfindel se perdieron en el calor de los restos del fuego, recordando momentos pasados.

CARMENCHU!!!