Thranduil llevaba a un niño en brazos, las pequeñas manos alrededor de su cuello y una melena todavía no muy larga pero rubia como la arena de una playa volaba con el viento en el rostro del elfito.

Glorfindel se levantó del banco de piedra del jardín de Elrond al verles llegar. El señor de Rivendel iba detrás de ellos y Elrohir y Arwen jugaban con las flores del prado, cercano al río.

Thranduil dejó al niño en el suelo. No era mucho más alto que Arwen, casi de la altura de Elrohir y sus ojos azules todavía somnolientos por el cansancio del largo viaje realizado desde su casa.

-Este es mi hijo Legolas.- dijo Thranduil orgulloso.

Glorfindel se agachó hasta tener su cabeza a la altura del niño y sonrió: -¡Aiya, Legolas!

Legolas le miró tímidamente echándose el pelo detrás de las orejas puntiagudas: -Aiya...

Le acercó la mano: -Yo soy Glorfindel.

El niño le dio la mano fuertemente y agitando mucho el brazo, contento de hacer lo que hacían los mayores, y le sonrió.

-¡Elrohir! ¡Arwen!

Los niños dejaron de jugar al otro lado del jardín y fueron corriendo hacia los árboles desde donde les llamaba su padre.

Arwen iba con su osito en la mano y al llegar se abrazó fuertemente a una pierna de Elrond: -¡Papá!

-Aiya, princesa.- y a Elrond, bajo su máscara siempre seria se le vio sonreír débilmente.

Elrohir apareció un poco después y se sorprendió de ver a un niño extraño en su jardín. Estaba acostumbrado a ver elfos mayores, amigos de su padre, pero no a ver niños desconocidos.

-¿Y este quien es?

Glorfindel se puso las manos a la espalda y sonrió como solía hacerlo.

Thranduil le dio a su hijo una palmada en la espalda. Legolas miró de reojo a su padre y luego a Elrohir y convencido habló: -Me llamo Legolas y este es mi papá.

Arwen le miró al soltarse de la pierna de su padre y se puso contenta: -¿Quieres jugar con nosotros?

-¡Sí!

-¡Ven!

Elrohir le cogió de la mano y fueron los tres corriendo hacia el prado, cerca del río.

-¿Verdad que se parece a mí?

Glorfindel seguía sonriendo, con los labios y los ojos: -¡Es tu viva imagen!

Y Thranduil sonrió más alegremente que nunca.

CARMENCHU!!!