Legolas tiritaba en la cama, con los ojos cerrados, y se movía muy a
menudo, no pudiendo conciliar el sueño, pero tampoco pudiendo estar del
todo despierto.
La fiebre le repiqueteaba en la sien y sudor colaba por su frente. No había dormido en toda la noche y el cansancio y su temperatura corporal le hacían delirar. A veces hablaba solo, con alguien inexistente.
-Mamá...- decía en susurros: -te he echado de menos... dile a papá que venga, quiero que me de un beso antes de dormirme...
Thranduil le oprimía la mano cerca de la cama mientras por sus mejillas a veces corrían lagrimas.
Glorfindel le había estado cuidando todos los días, no se había movido del lateral de la cama y le cambiaba la gasa con agua fría, cada cierto tiempo que llevaba en la frente, para que la fiebre le bajase.
-Lo siento, de verdad que lo siento muchísimo...
-No ha sido culpa tuya... son niños.
-No debí haberles dejado que se marcharan hacia los rápidos...
Legolas volvía a hablar en sueños: -¡Papá! ¡Enséñame a tirar con arco! ¡Juntos no habrá quien nos gane!
Los ojos de Thranduil se empañaron viendo a su hijo enfermo.
-Tener un hijo es motivo de alegría, el mayor que te puedes imaginar, pero piensa en lo doloroso que sería perderle...
Glorfindel se sintió muy mal, hubiera querido morir en aquel instante.
-No dejaré que le pase nada.
Y Glorfindel también agarró la mano de Legolas como si así pudiera ayudarle a salir de la enfermedad.
____________________________________________________________________________ _____________________________________
-¡Ya no tiene fiebre!
Los cuidados de Glorfindel y la medicina élfica le habían ayudado a superar la enfermedad poco a poco y ahora Legolas podía dormir placidamente en la cama.
-¡Sí mira, toca! ¡Ya no esta caliente!
Glorfindel no había sentido tanta alegría en su vida.
Thranduil consiguió esbozar un sonrisa después de mucho tiempo de angustia y dolor.
Elrond les miraba a los pies de la cama y si no hubiera tenido las cejas fruncidas como muy a menudo se pudiera haber dicho que estaba también sonriendo.
Alguien llamó a la puerta tímidamente y una niña asomó la cabeza por la rendija de la puerta semiabierta.
-¿Legolas ya esta curado?
Glorfindel fue hacia ella y la cogió contento entre sus manos dándola un beso: -¡Sí! ¡Ya esta bueno!
La niña sonrió: ¿Y dentro de poco podremos volver a jugar con él?
-¡Claro que sí!
Elrond habló desde los pies de la cama: -Pero antes tienes que dejarle dormir un rato y que descanse, porque si no se pondrá peor.
-Tu papá tiene razón a si que no hagas ruido ¿vale?
Arwen susurró: -Vale.
Y salió corriendo de la habitación para decírselo a sus hermanos.
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Legolas despertó unas horas después y por la ventana entraba aire fresco.
Su padre le miraba sentado en el borde de la cama: -Aiya mi principito.
Legolas le abrazó fuertemente, como si llevara muchos años sin verle: -¡Aiya papá!
Glorfindel estaba allí cerca y le revolvió el pelo de la cabeza: -¿Cómo estas?
-¡Muy bien!- pero se tocó la tripa: -Bueno... tengo un poco de hambre...
Elrohir estaba al otro lado de la cama: -¡No te preocupes! ¡Elladan y yo te hemos hecho una tarta! ¡Nos ha ayudado mi mamá, sabe cocinar muy bien!
-¡Y yo te he hecho un dibujo!- Arwen estaba a los pies de la cama, junto a su padre, y le enseñó a Legolas un dibujo de un sol amarillo.
-¡Gracias!- Legolas sonrió contento: -¡Sois muy buenos conmigo! ¡Os he echado de menos!
Glorfindel sonrió como solo él sabia hacer: -Sí, pero ya estas con nosotros.
CARMENCHU!!!
La fiebre le repiqueteaba en la sien y sudor colaba por su frente. No había dormido en toda la noche y el cansancio y su temperatura corporal le hacían delirar. A veces hablaba solo, con alguien inexistente.
-Mamá...- decía en susurros: -te he echado de menos... dile a papá que venga, quiero que me de un beso antes de dormirme...
Thranduil le oprimía la mano cerca de la cama mientras por sus mejillas a veces corrían lagrimas.
Glorfindel le había estado cuidando todos los días, no se había movido del lateral de la cama y le cambiaba la gasa con agua fría, cada cierto tiempo que llevaba en la frente, para que la fiebre le bajase.
-Lo siento, de verdad que lo siento muchísimo...
-No ha sido culpa tuya... son niños.
-No debí haberles dejado que se marcharan hacia los rápidos...
Legolas volvía a hablar en sueños: -¡Papá! ¡Enséñame a tirar con arco! ¡Juntos no habrá quien nos gane!
Los ojos de Thranduil se empañaron viendo a su hijo enfermo.
-Tener un hijo es motivo de alegría, el mayor que te puedes imaginar, pero piensa en lo doloroso que sería perderle...
Glorfindel se sintió muy mal, hubiera querido morir en aquel instante.
-No dejaré que le pase nada.
Y Glorfindel también agarró la mano de Legolas como si así pudiera ayudarle a salir de la enfermedad.
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-¡Ya no tiene fiebre!
Los cuidados de Glorfindel y la medicina élfica le habían ayudado a superar la enfermedad poco a poco y ahora Legolas podía dormir placidamente en la cama.
-¡Sí mira, toca! ¡Ya no esta caliente!
Glorfindel no había sentido tanta alegría en su vida.
Thranduil consiguió esbozar un sonrisa después de mucho tiempo de angustia y dolor.
Elrond les miraba a los pies de la cama y si no hubiera tenido las cejas fruncidas como muy a menudo se pudiera haber dicho que estaba también sonriendo.
Alguien llamó a la puerta tímidamente y una niña asomó la cabeza por la rendija de la puerta semiabierta.
-¿Legolas ya esta curado?
Glorfindel fue hacia ella y la cogió contento entre sus manos dándola un beso: -¡Sí! ¡Ya esta bueno!
La niña sonrió: ¿Y dentro de poco podremos volver a jugar con él?
-¡Claro que sí!
Elrond habló desde los pies de la cama: -Pero antes tienes que dejarle dormir un rato y que descanse, porque si no se pondrá peor.
-Tu papá tiene razón a si que no hagas ruido ¿vale?
Arwen susurró: -Vale.
Y salió corriendo de la habitación para decírselo a sus hermanos.
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Legolas despertó unas horas después y por la ventana entraba aire fresco.
Su padre le miraba sentado en el borde de la cama: -Aiya mi principito.
Legolas le abrazó fuertemente, como si llevara muchos años sin verle: -¡Aiya papá!
Glorfindel estaba allí cerca y le revolvió el pelo de la cabeza: -¿Cómo estas?
-¡Muy bien!- pero se tocó la tripa: -Bueno... tengo un poco de hambre...
Elrohir estaba al otro lado de la cama: -¡No te preocupes! ¡Elladan y yo te hemos hecho una tarta! ¡Nos ha ayudado mi mamá, sabe cocinar muy bien!
-¡Y yo te he hecho un dibujo!- Arwen estaba a los pies de la cama, junto a su padre, y le enseñó a Legolas un dibujo de un sol amarillo.
-¡Gracias!- Legolas sonrió contento: -¡Sois muy buenos conmigo! ¡Os he echado de menos!
Glorfindel sonrió como solo él sabia hacer: -Sí, pero ya estas con nosotros.
CARMENCHU!!!
