Lo encontró por fin, después de tanto buscarle en una colina de los prados
que seguían paralelos al río, al sur de Rivendel, sentado, mirando al
infinito y con los ojos rojos.
-¿Elroyënath...?- dijo suavemente Glorfindel cuando llegó a su lado, para no alarmarle.
La voz le sonó ronca y grave: -Dime.
-No... nada... quería asegurarme de que estabas bien...
Elroyënath rodeó sus rodillas con los brazos todavía sin mirarle: -Estoy bien, gracias. ç Glorfindel se sentó lentamente a su lado, realmente sentía en su corazón lo que aquel chico estaba viviendo, él ya lo había vivido.
-¿Sabes?- le dijo mientras posaba como Elroyënath su mirar en el horizonte: -Cuando Lithriel se marchó yo también quise morir...
Elroyënath empezó a respirar entrecortada y profundamente: -Tal vez sea lo mejor...- respondió sin mirarle: -Si muriera no tendrías porque estar aquí, recordándome por lo cual sufriste tanto una vez...
Glorfindel le puso su mano en el hombro: -No, Elroyënath, yo estoy aquí para decirte que lo que descubrí más tarde fue que siempre hay un motivo por el que vivir.
Elroyënath le miró por fin y en sus rostro se distinguieron las gotas de sus lágrimas: -¿Pero cual...? ¡¿Cual es mi motivo ahora por el que vivir si ella ya no esta...?!
-Mi motivo fuiste tú.
Elroyënath no le comprendió y Glorfindel le miró a los ojos plateados: -Cuando tu naciste comprendí que no todo se reside en una persona a la que amar en el mundo. Vi la alegría de tu padre y de tu madre, ellos se querían pero te querían a ti de la misma manera con la que se amaban el uno al otro.
"Ella se ha ido pero aquí tienes todavía gente que te necesita, gente que te quiere y gente a la que debes amar. No es el fin de todo Elroyënath, porque después de cada día llega la noche y, aunque el sol se valla en ella brillan estrellas y después de cada noche vuelve el alba.
Elroyënath le abrazó, había necesitado hacerlo durante mucho tiempo, tener un pilar donde apoyarse, un cimiento sobre el que llorar y aclarar sus dudas, alguien que le sirviera de padre: -¿Y ahora que he de hacer Glorfindel...?
-Ve a casa y cuida de tus hermanos cuando ninguno más lo haga porque te lo agradecerán, ellos también necesitan a alguien que les comprenda.
El viento que abanicaba la suave brisa les dio en la cara aquella tarde y todo fue a partir de aquel entonces como una vuelta a empezar, como un sol que vuelve a aparecer en el horizonte después de una noche oscura.
CARMENCHU!!!
-¿Elroyënath...?- dijo suavemente Glorfindel cuando llegó a su lado, para no alarmarle.
La voz le sonó ronca y grave: -Dime.
-No... nada... quería asegurarme de que estabas bien...
Elroyënath rodeó sus rodillas con los brazos todavía sin mirarle: -Estoy bien, gracias. ç Glorfindel se sentó lentamente a su lado, realmente sentía en su corazón lo que aquel chico estaba viviendo, él ya lo había vivido.
-¿Sabes?- le dijo mientras posaba como Elroyënath su mirar en el horizonte: -Cuando Lithriel se marchó yo también quise morir...
Elroyënath empezó a respirar entrecortada y profundamente: -Tal vez sea lo mejor...- respondió sin mirarle: -Si muriera no tendrías porque estar aquí, recordándome por lo cual sufriste tanto una vez...
Glorfindel le puso su mano en el hombro: -No, Elroyënath, yo estoy aquí para decirte que lo que descubrí más tarde fue que siempre hay un motivo por el que vivir.
Elroyënath le miró por fin y en sus rostro se distinguieron las gotas de sus lágrimas: -¿Pero cual...? ¡¿Cual es mi motivo ahora por el que vivir si ella ya no esta...?!
-Mi motivo fuiste tú.
Elroyënath no le comprendió y Glorfindel le miró a los ojos plateados: -Cuando tu naciste comprendí que no todo se reside en una persona a la que amar en el mundo. Vi la alegría de tu padre y de tu madre, ellos se querían pero te querían a ti de la misma manera con la que se amaban el uno al otro.
"Ella se ha ido pero aquí tienes todavía gente que te necesita, gente que te quiere y gente a la que debes amar. No es el fin de todo Elroyënath, porque después de cada día llega la noche y, aunque el sol se valla en ella brillan estrellas y después de cada noche vuelve el alba.
Elroyënath le abrazó, había necesitado hacerlo durante mucho tiempo, tener un pilar donde apoyarse, un cimiento sobre el que llorar y aclarar sus dudas, alguien que le sirviera de padre: -¿Y ahora que he de hacer Glorfindel...?
-Ve a casa y cuida de tus hermanos cuando ninguno más lo haga porque te lo agradecerán, ellos también necesitan a alguien que les comprenda.
El viento que abanicaba la suave brisa les dio en la cara aquella tarde y todo fue a partir de aquel entonces como una vuelta a empezar, como un sol que vuelve a aparecer en el horizonte después de una noche oscura.
CARMENCHU!!!
