Una voz de mujer, la voz más hermosa que existía, un grito de mujer y sangre sobre el rostro de Aragorn.

Una figura blanca acababa de caer al suelo, una flecha en su pecho, sangre, mucha sangre.

Glorfindel intentaba abrirse paso entre la gente que ocupaba el patio, empujó y rasgó incluso las ropas de la gente que allí había en su intento de llegar al centro del lugar, de donde acababa de provenir el grito. Elevó la voz mientras intentaba avanzar: -¡Te lo dije Elrond! ¡Te dije que no podías hacerlo! ¡Pero cada día te pareces más a un hombre mortal! ¡Nunca escuchas!

Legolas corrió hacia el centro del patio.

Elrond se había quedado paralizado después de haber perdido los nervios como lo había hecho, acababa de disparar una flecha con el arco que Legolas había dejado caer, antes de decir que no podía matar a Aragorn, su amigo.

Glorfindel apareció por fin el centro del patio donde hojas ambarinas de otoño cubrían el suelo.

Arwen yacía en el suelo, una flecha en su pecho, sangre que colaba por su vestido blanco y Aragorn ileso, con las manos atadas a la espalda, de rodillas a su lado. Arwen se había interpuesto para que la flecha no llegara a herir al hombre.

Elrond perdió las fuerzas y calló de rodillas al suelo de hojas y mármol blanco del patio de marfil, plata y alabastro, acababa de dispara a su hija.

Glorfindel se arrodilló cerca de Arwen. La cara de ella expresaba dolor, un fuerte y agudo dolor mezclado con angustia. De sus ojos salían lagrimas y gemía.

Aragorn acercó su mejilla a la de Arwen, no pudiendo utilizar las manos atadas, y sintió las lagrimas calientes y una respiración intercalada cada vez más cerca:- Arwen...

-¡Arwen tengo que sacártela!

Arwen no podía casi abrir la boca:-¿Qué...?- le dolió solo susurrar.

-¡Arwen tengo que sacarte la flecha!- Legolas tenía una nota muy profunda de desesperación en la voz.

Cogió decidido la flecha cerca de la herida de donde brotaba sangre. Arwen gimió.

-Arwen, va a dolerte, va a dolerte mucho. Pero hay que sacártela.

Aragorn reaccionó mientras acariciaba con ternura y amor el pómulo húmedo de lagrimas de Arwen con su mejilla:-¿Sabes como hacerlo?

-Sí.- sobraban las palabras, había que hacerlo todo rápidamente.

Legolas apretó más fuertemente la mano en la flecha decidido a tirar de ella:-¿Preparada?

Arwen lloraba de dolor, lagrimas salían de sus bellos ojos grises:- No por favor...

Legolas estaba desesperado, casi tanto como Glorfindel a su lado y apretó con todas sus fuerza la flecha en el interior de su mano:-¿Preparada?

-Arwen, no te pasará nada, no dejaré que te pase nada.- Aragorn la quería y la miraba con el amor más profundo que nadie podía tener hacia una persona.

Arwen le miró e intentó sonreír aún sumergida en su profundo dolor. Aragorn sabía lo que ella quería decir, se lo había dicho con los ojos, con aquellos preciosos ojos grisáceos y pronunció las palabras por ella:- Hazlo Legolas.

Un grito desgarró el aire, abrasó el agua, secó la hierba, mató a la luz y acabó con la vida, un grito de mujer.

Legolas tenía la flecha en la mano.

-¡Glorfindel dame un pañuelo largo!

Muchas lagrimas mojaban el rostro de Arwen y cada vez salían más de sus ojos.

-¿Por...por qué... por qué lo hiciste?- se escuchó salir de los labios de Aragorn mientras la miraba con ternura, calmándola con sus ojos verdes.

Arwen susurró:- Por... que... te quiero...-dolor y amor entremezclados en su mirar de nube.

Glorfindel le dio a Legolas la cinta de seda larga que llevaba a modo de cinturón en la cadera. Legolas volvió a hablar, aún con desesperación: -Aprieta aquí.

Puso los dedos de Glorfindel en la herida que chorreaba sangre caliente de Arwen. A Arwen le salieron densas lagrimas de los ojos.

Legolas empezó a atar alrededor del pecho de Arwen con sumo cuidado el pañuelo de Glorfindel, mientras este intentaba que Arwen no perdiera más sangre.

-Glorfindel, cuando yo te diga la sueltas.- la voz de Legolas temblaba.

Glorfindel afirmó también temblando.

-¡Ya!

Glorfindel quitó rápidamente los dedos de la herida de Arwen y Legolas ató el pañuelo con un fuerte nudo, intentando que la herida coagulara.

-Servirá.

Glorfindel, comprendiendo, cogió a Arwen en brazos con cuidado pero sin perder un tiempo precioso y empezó a alejarse por el patio hacia la puerta. Legolas también se levantó. Arwen susurró débil:- Aragorn...

Legolas le ayudó a ponerse en pie y con un cuchillo que llevaba al cinturón le cortó las cuerdas que le oprimían las muñecas:- Ven, ella te necesita.

Aragorn se levantó y corrió a coger la mano que Arwen le tendía casi sin fuerzas. Legolas fue detrás y salieron del patio en el que empezó a llover.

Y Elrond emanó lagrimas como su hija emanaba sangre, desde el centro del patio, donde el sol del amanecer se había cubierto por nubes y lluvia de rocío.

CARMENCHU!!!

P.D. que mala soy!!! QUE MALA!!! JAJAJAJA GOLLUM MALOOO!! JAJAJAJA