El conocimiento del Amor por Hermione Granger.

-¿Crees que ocurrirá pronto?-ya está, ya lo he hecho, he logrado materializar mis dudas en una pregunta acorde con la tensión y la impotencia que hay en la sala. Harry me mira perturbado con la pregunta, no sabe si va para él. En realidad no va para nadie, va para el aire y para lograr apagar el silencio atronador que invade la sala y todo mi cuerpo. ¿Por qué? ¿Por qué yo? ¿Por qué nosotros? ¿Por qué ellos? ¿Qué hemos hecho? ¿Qué terrible pecado cometimos para vernos ahora en este lugar, en estas condiciones, en estos aprietos? -No lo sé- Esa no es una respuesta. Deseo respuestas ciertas, verdaderas, concretas. Que me digan que mañana lucharemos. Que esté preparada. Ojalá pudiera ocultarme en un libro. Observo a Harry. No tienen brillo ya sus ojos verdes ni sus manos calor. Parece ido completamente. Piensa en Cho, lo sé porque sus ojos están opacos, sin muestras de vida o de cualquier otra cosa. Un duro golpe, sin duda, demasiados golpes a la vez. Ginny también parece muerta por una causa que nos es a todos desconocida, pero que debe ser grave. Juega con su cabello mientras se muerde el labio inferior, descoloridas sus facciones y desganada de la vida. Sus ojos marrones y su gracia natural, aquella que embriagó tantos corazones, se esfumaron con el viento de este mes de Mayo. Los demás hacen cosas para matar el tiempo, y yo ya me he leído todos los libros interesantes de la biblioteca. "Historia de Hogwarts" me espera en mi cuarto para luchar contra el insomnio que sufro desde hace meses. Mentiría si dijera que no es sólo el miedo lo que no me deja dormir, sino el amor que ya no puedo controlar. Ese amor que me está quemando el alma y que me deja sin fuerzas ni armas para luchar contra la vida. Contra el día a día, contra las dificultades de la vida, contra el dolor que está a flor de piel.

Y el Amor está enfrente mía, observando por la ventana el anochecer de otra noche, con una vida diferente en la cabeza, pues en ella yo no tengo cabida. Ni en su corazón. Hace tiempo que dejamos de conversar, tiempo que dejamos de comportarnos como los amigos inseparables que éramos porque no supimos afrontar nuestros sentimientos...

No, más bien porque él no fue capaz de entender mis sentimientos.

No fue capaz de darse cuenta de que podíamos seguir siendo amigos. Y él cada vez más distante, y él cada vez más extraño. Y yo cada vez más nerviosa en su presencia, cuando me miraba y me taladraba con esos ojos tan azules, me temblaban las manos y las piernas con tu sonrisa mitad de niño mitad de adulto, con el pelo cortado muy corto.

Y ya no aguanto más, quiero acercarte a mí, decirte que no te preocupes por nada, amarte en silencio como siempre he hecho. El amor ya no importa, ahora prefiero tu amistad.

Sigues con la mirada clavada en el cielo. ¿Qué piensas, duende?

-Espero que sea pronto-declara de repente Seamus cogiéndonos por sorpresa a todos-Prefiero enfrentarme a una bandada de Mortífagos antes que este no hacer nada.

Parvati lo mira con reproche. No creo que a ella le guste la idea.

Respiro una vez, otra, otra. Hermione, coge valor para lo que estás pensando en hacer y no te arrepientas después. Vamos, Hermione, tu puedes, eres una Griffindor. Tienes valor, tienes valor.

Me levanto con suavidad del sillón y voy hacia ti. Ni siquiera te das cuenta de que estoy ahí, perdido como estás en tus cavilaciones. Una mano apoyada en el mentón, la otra cayendo distraídamente por encima de tus pantalones. Se acelera mi pulso, pequeños temblores se apoderan de mi y ya no se qué hacer.

Cierras los ojos. ¿Sabes que estoy aquí? ¿Me sientes? No, no lo creo.

Bien allá voy.

Una caricia en la mano lánguida y clavas tu pupila azul en mí. Me miras asustado al principio, y yo deseo huir, pero tú me acercas con la mano y haces que la otra deje tu mentón para ponerla en el alféizar.

Me miras con culpabilidad.

No, tú no tienes la culpa de todo esto, así que no me mires así. La culpable aquí soy yo, por no poder dejar de quererte y por hacer que mis sentimientos se interpongan entre nosotros.

Nunca más, te lo prometo. Nunca más.

-Voy a dar una vuelta.

La voz de Ginny, lenta, suave, casi imperceptible, me distrae de una forma amable de mis pensamientos. Sus graves ojos color chocolate miran hacia el suelo mientras sobre el camisón blanco se pone su capa verde botella.

Noto como Harry me mira y yo hago lo mismo. Está angustiado, al igual que yo. Ambos no sabemos qué hacer con ella. No habla, casi no come.

-Te acompaño-digo, en un amago de saber qué le ocurre a ella también.

-No-niega con la cabeza a la vez- Prefiero que no vengas, Hermione.

¿Por qué? Pasa por mi lado dejando su olor característico. Intento centrarme en Ron, pero él también se va a dormir, silencioso, sin pronunciar una sola palabra, un solo vocablo. Una frase esperanzadora.

Nada. Y yo me hundo en un pozo cada vez más profundo, más oscuro.

Miro hacia la ventana, ya nada queda de lo que quise. A veces pienso si mis enemigos tenían razón. Este no es mi sitio.

Y nada me queda ya aquí.

Como si alguien escuchara mi lamento sordo y mudo, siento que me tocan el hombro. Miro hacia el intruso y me encuentro con dos esmeraldas y una tierna sonrisa.

Sí. Todavía me quedan razones para seguir aquí.

Se que tiene miedo, lo noto en sus ojos. No temas, yo estoy contigo. Yo nunca te dejaré. Quizá no haya un sentimiento tan fuerte como el amor entre nosotros, pero la amistad es fuerte. Y esa amistad hará que siempre esté a tu lado.

-Todos estamos contigo, Harry-le susurro mirándole a sus ojos cautivadores. Hunde las manos en mi pelo y aspira el aroma de mi colonia. Siempre hace eso cuando está triste o preocupado.

-Y yo cuidaré de todos vosotros, Hermione-me contesta con una sonrisa triste.

Aprieto su mano con fuerza y él me da una abrazo tímido que esconde demasiadas emociones.

No debo llorar, sé que no debo, pero no es tan fácil decirlo como hacerlo.

Me separo y le deseo las buenas noches. Él me besa la frente.

-Todo saldrá bien-me susurra al oído-Te lo prometo.

Ojalá sea así.

Ojalá el Amor puedo con todo.

Lo único que siento es haber conocido sólo las mieles del Desamor.