A todos debo sinceramente una gran disculpa... Entiendo que en estos momentos muchos de ustedes pueden estar pensando barbaridades de mí pero no los culpo, les doy la razón. Hoy ya casi un año de estar prácticamente desaparecida, según dice mi profile mi última actualización fue el 27 de julio de 2003 y siento de verdad el no haberles dado por lo menos una explicación antes. Espero me perdonen y entiendan, no fue mi intención. Han pasado cosas que en su momento volvieron mi vida de cabeza, no pude controlarlo, tantos cambios, desilusiones, despedidas, decepciones... no quiero hablar al respecto pero me gustaría su comprensión, no fue nada fácil para mí sentirme en un instante tan perdida sin nada que me impulsara a seguir avanzando. Lo seguiría estando de no ser por Dios y mis padres que me dieron todo su apoyo y ahora es el momento para empezar de nuevo, desde cero, dejando todos los malos sucesos atrás y con el solo objetivo de cumplir mis ilusiones, las cuales haré todo lo posible para que no se queden en la sola palabra.
Y este es uno de mis primeros pasos: el seguir escribiendo. Como una forma de mostrarme a mí misma, de expresar quién realmente soy, pues la escritura transciende más allá de ese mundo construido con palabras e imaginación. No dejaré de escribir, nunca, porque se ha convertido en parte de mí y disfruto hacerlo y compartirlo con todas aquellas personas que gustan de la lectura.
A todos les doy mis mejores deseos y de todo corazón les agradezco y les doy un consejo: valoren lo que tienen y valórense a sí mismos, siempre; no decaigan por más difíciles que sean los obstáculos y si acaso llegase a suceder confíen, busquen una mano amiga, la soledad nunca es buena.
Andrea.
0-0-0-0-0-0-0 ------ Cambio de época.
-'-'-'-'-'-'-'-'-'- ------ Cambio de escena.
Summary: Un reino próspero, un castillo, un rey y una hermosa princesa algo ¿Caprichosa o sensata?... dejar el lujoso palacio para convertirse en una aldeana común es una idea realmente descabellada que cambiará su vida drásticamente. El destino viene siendo más que una realidad... ¿Crees en él?...
Disclaimer: Todo de pinta de Rowling no es mío, sólo uno que otro personaje ¡Vamos! No es para demandar, es sólo entretención mía y suya -
UNA ILUSION, UN DESTINO
Por Annia
4
Nubes blancas recorrían el azul cielo vagando al compás de un aire gitano, moviéndose lentamente, aunándose casi con sincronía, formándose, transformándose y disolviéndose a la vez. El sol perfilaba aquellos copos blancos y el aire que se respiraba infundía tranquilidad y alegría. Era un perfecto día para salir, y los estudiantes de Hogwarts que disfrutaban en esos momentos de tiempo libre, por supuesto que no iban a omitir este detalle. Los que tenían esa suerte, descansaban en el patio principal o simplemente paseaban por los terrenos.
Dos jóvenes en particular se encontraban bien alejados de los deambulantes, allí, los dos, parados frente a frente bajo la sombra de un árbol, mirándose fijamente como si en cualquier momento uno de los dos fuera a salir corriendo. Si buscaban privacidad la tenían a pedido de mano, no había ni un alma más por los alrededores.
El joven de cabello azabache no despegaba su mirada esmeralda de la joven pelirroja delante de sí, parecía nervioso y dudaba en hablar. Al notar esto, ella largó un suspiro y se recostó de espaldas en el tronco cruzándose de brazos.
- ¿Y bien? – indagó la chica de ojos azules ligeramente incómoda por el silencio de su acompañante.
- No me apresures, Gin – replicó él avergonzado.
- Está bien, Harry – suspiró de nuevo, hizo una pausa y continuó con un ligero gesto de cansancio - ¿Querías decirme algo? -
La pregunta puso más nervioso al chico y ella esbozó una sonrisa mientras lo tomaba de una mano para darle tranquilidad – Adelante, dímelo -
- Yo... – él levantó la cabeza para observarla y tomo aire, su gesto se frunció decidido – yo... lo que sucede es que tú... bueno yo... es que verás... yo... quería decirte algo importante... – el arqueo de su cejas fue cediendo lentamente haciendo que Harry se maldijera por no poder decir lo que pensaba.
Ginny lo miró con una ceja levantada, ¿Iría él a terminar la oración algún día? Desvió su vista, todo esto la estaba cohibiendo demasiado y la hacía sentir como estúpida, ¡Esa era la palabra! Definitivamente...
- Sí, Harry, ya me habías dicho que era algo importante, sólo dilo – soltó la pelirroja tratando de alentarlo pero Harry percibió un ligero desdén en el tono de voz, eso lo molestó un poco pero no dijo nada.
1, 2, 3... aire, él podía hacerlo, él podía.
- Bien, verás, es que yo... yo he notado que, que somos muy buenos... amigos, sí eso, y... quiero que sepas que eres una persona muy importante para mí y... – dudó un poco. Ginny movió las manos para animarlo – sí, eso, yo te tengo un afecto muy especial y... creo que tú también a mí, sí, porque ambos somos amigos, y hemos pasado tiempo juntos y... bueno, lo que en realidad quería decirte es que... ya sabes, tú eres mi amiga, yo soy tu amigo y ambos nos queremos como amigos y... – la pelirroja volvía a alzar de nuevo su ceja con una expresión ilegible, estaba creyendo seriamente que podría pasar horas y horas allí si a Harry Potter no se le ocurría soltar de una buena vez lo que quería decir – ... y quería decirte que tú... es que eres muy... bueno, en realidad soy yo el que... – el chico movía sus brazos como tratando de poder explicarse – pensaba que tú querías... porque yo... tú eres muy agradable y también que tú me gu... um, me gus... eeh, sí, tú sabes, es que tú eres especial y me gu... y me gu... y por eso somos buenos amigos, porque eres una amiga muy importante y yo q... -
- ¡HARRY! – lo paró de golpe Virginia Weasley con gran impaciencia y fastidio, él la miró avergonzado e inclinó la cabeza - ¡Vamos Harry, no es tan difícil! ¡Le has dado más vueltas al asunto que a una rueda! – continuó exaltada.
- ¡Pero es que no es fácil! – reclamó indignado él intentando defenderse.
- ¡Sólo tienes que decirlo y ya! – gimió la chica agotada.
- ¡Pero... pero... pero...! ¡Dios, qué fastidio! – se quejó Harry descontento – No puedes decir "Sólo hazlo", ya te dije, no es fácil, no creo que sepas de esto, nunca te le has declarado a alguien, no estás enamorada – soltó un poco molesto cruzándose de brazos.
Virginia volteó a verlo con ojos centelleantes por unos segundos y luego se giró, la sensación de tener un nudo en la garganta la estaba acosando. Tragó fuerte. Hizo un esfuerzo para no dejar salir un quejido y habló a continuación, con la vista no fija en él.
- Eres un Gryffindor, tienes el valor, sólo debes aprovecharlo... Cho te aceptará, no tienes porqué temer, eres un buen chico, si la quieres sólo dícelo. Me pediste ayuda en eso y aquí estoy, pero no creo que esté funcionando -
A Harry se le pasó el malhumor instantáneamente y ahora de nuevo estaba avergonzado.
- Lo siento Gin... verás es que, bueno, ya sabes, soy muy tímido para estas cosas – suspiró resignado – Te pedí que me ayudaras a declarármele a Cho y por eso estás aquí, perdona por las molestias, soy un cabezota, deberías estar aprovechando este bonito día en vez de estar soportando mis desvaríos románticos – confesó incómodo.
La pelirroja soltó una risilla por esto último, que más da, no podía enfadarse con él.
- Descuida Harry, es un favor el que te estoy haciendo – le dijo con una sonrisa – bueno, confieso que me cansan un poco tus balbuceos sin sentido pero no es nada que no se pueda mejorar – añadió divertida. Harry no pudo evitar reírse – bueno, ya basta de tanta habladuría, no pienso gastarme todo el día en este cuento, anda, con fuerza, decidido, sólo tienes que decir... - la chica puso una cómica expresión seria, se aclaró la garganta e imitando la voz de un chico continuó - "Cho, te quiero" – un ligero estremecimiento recorrió su cuerpo - ¿Ya ves? Eso es todo, ya lo sabes, tú haces de Harry, yo de Cho, nada de titubeos, al grano – expuso como regañándolo.
- Ya – declaró el joven divertido y asintiendo con la cabeza.
- Muy bien, entonces comenzamos de nuevo – puso ella especial retintín en lo último. Se quedó pensativa un momento y una sonrisa traviesa cruzó su rostro – Oye, pero que esta vez sea en serio, con tanta demora voy a considerar el cobrar honorarios –
Ante esto ambos prorrumpieron en risas. Cuando logró calmarse un poco Harry le rodeó los hombros con un brazo y la estrechó contra sí agradecido.
- Eres la mejor – dijo guiñándole un ojo a su amiga.
- Lo s – concluyó ella halándose el cuello con aires de grandeza y luego dejando escapar una risita.
Ginny no intentó separarse de él, era una de las pocas veces que podía estar tan cerca suyo y no pensaba desaprovecharla. Levantó su cabeza para respirar hondamente el aire fresco que se deslizaba en todo su entorno y su mirada se quedó fija en las blancas nubes que pasaban por el cielo. Aquella tenía la forma de un conejito, la de allá asemejaba un osito de felpa, una más atrás no se definía entre una manta o una almohada y la que estaba a su izquierda curiosamente formaba una cicatriz en forma de rayo. Se quedó más tiempo viendo a esta nubecilla, podía percibir que empezaba a cambiar de forma y ahora se ensanchaba, seguía anchándose y se alargaba en una punta... ¿Qué forma tenía ya? ¿Una piedra? ¿Una hoja?... ¿Una mano? Sí, era una mano, humana precisamente. Extrañada notó que la mano en el cielo comenzó a moverse, o mejor dicho a agitarse... ¿Agitarse? ¿Acaso una nube podía agitarse? ¿Las nubes podían cambiar de color? Bueno, ésta lo estaba haciendo, se pintaba de un color piel... esperen un momento, ¿Una nube de color piel que se agitaba? ¿Era "eso" en realidad una nube?.
- ¡Ginny! -
- ¡¿Q-qué-qué...?! – la pelirroja dio un respingo y giró su cabeza de un lado a otro confundida. Un tajante frío la envolvió y desconcertada se percató que se había quedado de pie, en mitad de camino hacia el castillo de Hogwarts, mirando fijamente un grueso árbol.
Una figura se posó delante suyo con un gesto de cansancio. El chico era un poco más alto, se recostaba ligeramente sobre la escoba que tenía en su mano izquierda y llevaba una sucia y mojada túnica de quidditch, al igual que ella.
- ¿Qué sucede? – preguntó quien antes la había despertado bruscamente de su ensoñación.
La joven dio un paso atrás cohibida y frunció el ceño.
- Nada Ron – respondió a secas.
Su hermano la miró suspicaz guardando silencio.
- Vamos, los demás nos esperan – dijo el pelirrojo después de unos segundos tomando a su hermana del hombro sobreprotectoramente. Ella se sacudió soltando algo como "Puedo ir sola", haciendo que él desistiera conociendo el genio de la chica – anda, hay que apresurarnos, como está el cielo de seguro habrá tormenta – dijo él con precaución.
- Tienes razón – murmuró ella pensativa mirando ligeramente al cielo, éste estaba de un color negro-grisáceo y varios truenos retumbaban en la lejanía. Sonrió ligeramente, tal como en su reciente recuerdo, las nubes tomaban formas curiosas. Su sonrisa desapareció y un halo de tristeza pasó veloz por su rostro.
Virginia vio a Ron emprender de nuevo el camino hacia el castillo pero ella no se inmutó en seguirlo. Se quedó atrás, perdiendo su mirada otra vez en el árbol en el que otrora había acompañado a Harry. Se maldijo al haber recordado precisamente aquel día, no había sido uno de los más felices. Una densa sensación se posó en su estómago, se sintió enferma rememorando al Harry de quince años, muerto de los nervios, intentando declarársele fingiendo que ella era Cho, como habían acordado previamente; él, intentando confesarle sus sentimientos a una chica imaginaria que la pelirroja personificaba, palabras que por más que quisiera no iban dirigidas a ella. Eso fue peor que verlo luego con la verdadera Chang.
Ginny sonrió débilmente, le parecía irónico el pensar que el chico ojiverde y la joven de rasgos orientales estaban juntos en esos momentos gracias a ella. Hace un año exactamente Harry y la pelirroja se habían convertido en grandes amigos, incluso en confidentes. En ese entonces guardó la ilusión de lograr al fin cautivar el corazón del Niño que Vivió, ilusión que se vio rota cuando él le confesó que todavía sentía un gran cariño por la buscadora del equipo de Ravenclaw. Pero Harry confiaba en Virginia, le pedía su ayuda y ella, ella no pudo negársela. Comprometiéndose a ayudarle fue como persuadió a Chang para que prestase atención a su amigo y el joven pudo al fin declarársele.
Suspiró. Era para que ya lo hubiera superado... ¿A quién quería engañar? Maldijo por dentro. Por más que lo deseara no se podía quitar a Potter de la cabeza. Y bien sabía que no tenía ninguna oportunidad.
- ¡Ginny! – otro grito por parte de su hermano.
La chica soltó un bufido - ¡Voy! – dio una última mirada al árbol y arrastrando los pies se dirigió a Ron mientras otro trueno se escuchaba y las nubes se desgarraban dejando caer miles de gotas de lluvia.
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Hermione Granger se apoyaba cansada contra el respaldar de uno de los sillones de la Sala Común de Gryffindor, observando al chico de cara sonrosada que tenía un gesto indescifrable mientras ponía exagerada atención a un libro sobre su regazo. La chica levantó una ceja, se acomodó un poco mejor y miró fugazmente hacia la entrada del retrato. Se volvió decepcionada. El joven a su lado pestañeó y se irguió poniendo una cara de tremenda confusión rascándose la nuca, impotente le dirigió una mirada de súplica a la chica.
- Está bien Nille – suspiró ella – pero que sea la última – añadió con un ligero gemido.
Neville Longbottom le sonrió ampliamente agradecido. No se podía negar que Nille, como le decían de cariño, había crecido y mejorado mucho su apariencia física, incluso a varias chicas les parecía muy encantador; sólo que a pesar de los años, en ocasiones seguía siendo olvidadizo y le costaba trabajo algunos encantamientos y materias. Hermione y él habían quedado como pareja en un trabajo de Pociones, el chico nunca había sido muy bueno en esa materia y el tema que trataban mezclaba algo de Aritmancia, cosa de la que no tenía ni idea. Era por eso que habían estado trabajando toda la tarde, bueno, aunque la mayoría del tiempo se iba en explicaciones por parte de Hermione, precisamente lo que veían ahora la chica se lo había tenido que explicar al joven como unas seis veces y él aún no parecía entender.
La puerta del retrato se abrió minutos después dejando pasar a 5 jóvenes que arrastraban los pies agotados y manchaban el piso con el agua-barro que destilaba de sus túnicas rojo escarlata. Colin Creevey, de sexto año, y su hermano Dennis, de cuarto, se despidieron y abandonaron la Sala Común junto a otro chico, que Hermione creía se apellidaba Feexnez. Por su parte, una joven de sexto, de cabello castaño claro, que a veces veía hablar con Ginny, atendía unas últimas indicaciones por parte de Harry antes de irse hacia los dormitorios de chicas y el joven de ojos verdes a pesar de su cansancio se dirigió hacia Hermione y Neville sonriéndoles.
- Hola – saludó el chico quedándose de pie y examinando lo que estaban haciendo - ¿Muy ocupados? – preguntó sonriendo.
- Algo – respondió Hermione encogiéndose de hombros mientras Neville asentía resignado - ¿Y cómo les fue? Veo que estuvieron entrenando duro – añadió la joven castaña mirando con ligero asco la túnica embarrada y sudada. Harry soltó una risilla por la expresión que había puesto su amiga, sabía que siempre le desagradaba verlos así después de una práctica de quidditch.
- Te ves graciosa cuando pones esa cara Herm – dijo divertido. Ella lo vio reprobadoramente y bufó.
- Deberías ir a asearte – sentenció frunciendo el ceño. Neville y Harry intercambiaron miradas y ambos ahogaron las ganas de reír sin que ella lo notara – Por cierto, ¿Dónde están los otros? – preguntó Granger curiosa y ligeramente preocupada.
Harry iba a responder cuando la entrada volvió a abrirse e ingresaron Ron y Ginny en el mismo estado que los demás. Hermione suprimió un respiro de alivio y se mordió el labio cuando quiso sonreírle al pelirrojo, recordándose que habían discutido.
- ¿Qué tal? ¿Agotados? – saludó Neville cuando ambos hermanos Weasley se acercaron.
- Ni que lo digas – se quejó Ron recostándose en el sillón donde estaba sentada Hermione, haciendo que la chica se inclinara hacia un lado – Casi no terminamos, si no fuera porque la tormenta se avecina "este" nos tendría todavía en el campo – dijo señalando con la cabeza a Harry.
- Hay que practicar duro, queremos ganar la Copa de Quidditch – contestó el aludido cruzándose de brazos – además no soy ningún "este" – le reclamó a su amigo.
- Ya lo s – dijo Ron moviendo la mano para restarle importancia – pero ya te pareces a Wood, oye, eres el capitán y todo eso pero por lo menos danos un descanso – continuó con ligera súplica en su voz.
Ginny soltó una risita – No le hagas caso – dijo a Harry divertida. Ron la fulminó con la mirada – Oh, vamos Ron, eres el único que se queja, si no entrenamos no estaremos listos – le replicó. El pelirrojo rezongó pero no dijo más.
Neville se incorporó de su asiento desperezándose y miró su reloj de pulsera.
- Bueno chicos, yo voy bajando, ya es la hora de cenar – dijo.
- Es cierto – observó Hermione confirmando la hora – el tiempo se pasa volando ¿Verdad?
- Ya lo creo – asintió Harry – Bien, supongo que iré a ducharme primero, vayan adelantándose –
- Te acompaño – determinó Ron y ambos subieron a su dormitorio.
- Yo los imitar – dijo Ginny viéndose las ropas con una ceja alzada – No te preocupes Herm – añadió cuando la aludida hizo el gesto de quedarse a esperarla – baja con Neville, los veo luego – y sonriendo se fue hacia las escaleras de caracol.
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Oyó un trueno rimbombante y afuera, un relámpago iluminó los terrenos de Hogwarts. Los pasos se detuvieron en un instante y la cara pálida del joven se reflejó contra una de las ventanas del pasillo.
"Habrá tormenta" pensó indiferente. Un flequillo rubio cayó sobre su cara y él lo devolvió a su sitio con sutileza. Su vista seguía perdida en los terrenos, instintivamente buscó la delimitación del Bosque Prohibido, aquel lugar siempre le había llamado la atención de una u otra forma. Otro relámpago se dibujó en el cielo y él pudo ver las copas de los árboles meciéndose ante la intemperie, azotadas por el furioso viento. De repente un incisivo frío le recorrió desde la punta de los pies y pasó implacable por su espina dorsal haciéndolo estremecer como nunca antes algo lo había hecho. Creyó que había terminado cuando percibió como si el metal de una espada se posara sobre su garganta y bajara lentamente por su pecho. Se sintió turbado, ¿Qué había sido todo eso?
Un trueno volvió a retumbar y ahora fue un rayo el que le siguió.
- Potter – murmuró inconscientemente. Al percatarse de ello su expresión cambió radicalmente, el ceño fruncido, los labios tensos y sus ojos destilando odio puro – Imbécil – escupió tras unos segundos y retomó su camino.
Llegó pronto al vestíbulo. Estaba desierto y silencioso, el único ruido lejano se escuchaba detrás de la gran puerta que conducía al Gran Comedor. El sonido de pasos apresurados llamó de pronto su atención, se volteó hacia la gran escalera de mármol y pudo ver cómo una chica pelirroja bajaba con prisa pero elegantemente. Se notaba que acababa de tomar una ducha pues su piel se veía fresca, traía poco maquillaje y su cabello estaba húmedo.
Descubrió sorprendido y con desagrado que no había dejado de mirarla, más aún al saber de quién se trataba. La chica llegó hasta el último escalón y se percató de la presencia de él. Su ceño se frunció al instante y lo vio prevenida. Dio un paso hacia su derecha pero el joven también lo dio al mismo tiempo, incómoda dio otro paso a su izquierda y se repitió el suceso.
- ¿Puedes quitarte de mi camino Malfoy? – preguntó irritada.
- ¿Qué te hace pensar que lo haré Weasley? – cuestionó él desdeñosamente.
Virginia dio un bufido e intentó pasarlo yendo de nuevo a su derecha.
- Apártate – sentenció fríamente cuando el rubio se puso delante de ella.
Draco dibujó una sonrisa burlona – Olvidaste decir "Por favor" -
- No me digas – replicó la joven con sarcasmo.
- Era de esperarse – comentó despectivamente – siendo una Weasley no tienes modales -
El rostro de ella se encendió por la ira y cerró los puños intentando contenerse, no se rebajaría ante el Slytherin.
- Ah, ya veo, ni siquiera tienes el valor de defenderte – dijo Malfoy sonriendo cínicamente – no, es que no tienes ningún valor -
- Cállate – profirió conteniendo su furia y avanzó firme hacia su izquierda.
Draco de nuevo le cerró el camino. Le parecía infantil y estúpido lo que estaba haciendo pero por alguna razón no le importó. Ella se detuvo impotente al no poder pasar, se mordió el labio y lo intentó hacia el otro lado pero el rubio seguía con su juego.
Virginia perdió la paciencia, dio un paso hacia delante y cuando él quiso impedirle pasar lo empujó con fuerza con su hombro y sin voltearse atravesó rápidamente la poca distancia que había a las puertas para luego abrirlas y entrar al comedor.
Él se quedó allí, asombrado de que ella hubiera podido hacerlo a un lado. De inmediato sintió repulsión ¿Cómo esa pobretona se había atrevido? Y sin embargo, cuando se sacudió el brazo donde habían tenido contacto, mirándolo con repudio, no pudo evitar estremecerse y experimentar una sensación de déjà vu.
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El austero hombre de cabellos negros de aspecto grasiento se encontraba sentado en la mesa de profesores mirando una y otra vez su plato de comida sin ninguna intención de degustarlo. Su rostro sin ninguna emoción, frío como el hielo, y un extraño brillo tiñendo sus profundos ojos oscuros esa noche.
- Has estado muy callado Severus –
El profesor de Pociones distrajo sus pensamientos y se giró con su característica gélida mirada hacia un sonriente Albus Dumbledore que lo observaba ligeramente divertido.
- Si me conoces no debes de extrañarte Albus – le replicó al director seriamente y volviendo su atención a su cena con un claro gesto de no querer continuar con esa insulsa conversación.
- Dime Severus, ¿Qué es lo que te tiene tan pensativo? Hace una semana te noto as – Dumbledore no se rindió fácilmente, conocía muy bien a su pupilo como este mismo decía. Sonrió ante la cara de fastidio de Snape.
- Es algo sin relevancia -
- ¿Alguien te preocupa? -
- No te esfuerces Albus -
- Entonces sí es alguien – sonrió – Creo que deberías decirme de quién se trata –
Snape gruñó exasperado, ¡¿Es que el viejo no entendía lo que es "¡Basta!"?! Además ¿Qué demonios estaba insinuando? – No sé de qué me hablas – contestó fríamente.
- Y yo creo que sí – Dumbledore le miró atentamente con ese brillo de picardía en sus ojos azules. Vio al profesor gruñir enojado y su sonrisa se acentuó. Iba a continuar cuando un ruido desvió su atención hacia las puertas del Gran Comedor para ver a una pelirroja dirigirse afanada a su mesa de Gryffindor – Oh, por cierto Severus – Albus decidió cambiar de tema - ¿Por qué no fuiste esta tarde a mi despacho? -
El aludido levantó una ceja, Albus era impredecible – No lo vi necesario –
- Oh, claro que lo era. Fue una reunión muy interesante, aunque lo hubiera sido más si hubieras estado -
- No quiero pensar en lo que para ti significa "interesante", pero la perspectiva de encontrarme rodeado de leones no me llamó mucho la atención – el tono de ácido sarcasmo.
- Vamos Severus, los Gryffindors no somos tan malos – Dumbledore sonreía.
- Observa a Black – espetó Snape irónicamente casi en murmullos.
- Estoy seguro que Sirius se habría comportado – susurró Albus y el hombre a su lado bufó por el comentario – Oh, sí, podríamos demostrarlo, yo creo que un día de estos los dos se pueden reunir a tomar el té y conversar libremente para limpiar asperezas, ¿Tú que opinas Severus? – el aludido lo miró aterrado como diciendo "¡¿Estás loco?!". Dumbledore sonrió y continuó con voz normal – Ah, verdad, se me había olvidado comentarte que ya no hay necesidad de conseguir más pañuelos, nuestro fénix está en buenas manos -
La expresión aterrada de Severus Snape por la idea de compartir tiempo con Sirius Black, se tornó inmediatamente en una aturdida e ilegible ante las últimas palabras del director de Hogwarts. Muy atrás había quedado su rostro siempre serio e inexpresivo.
Dumbledore comprendió que el hombre de cabellos negros había entendido perfectamente el significado tras sus palabras. En sus labios dibujó una enigmática sonrisa.
- Es una buena noticia ¿Cierto? – el director hizo una pequeña pausa y su expresión, antes cómplice, cambió a la del Albus de siempre, con su amplia sonrisa y aire de picardía bailando en sus ojos, sorprendiendo al maestro de pociones. Dumbledore tronó sus dedos como si hubiera recordado algo de repente y habló emocionado – ¡Casi lo olvido también! Oh, es que siempre soy tan despistado – se le escapó una risa – Disculpa si interrumpo nuestra conversación Severus, debo dar un anuncio importante a nuestro alumnado -
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- Habías tardado – le dijo Harry apenas llegó a la mesa de Gryffindor y se sentó a su lado. El chico había dejado de sobarse levemente la cabeza y le dirigió una sonrisa.
- Sí, lo siento, tuve... un inconveniente – respondió Virginia forzando una sonrisa. Cho saludaba a Harry desde su mesa y éste hacía lo mismo.
- ¿Qué clase de inconveniente? – preguntó él cuando volteó a mirarla.
- Nada importante – contestó Ginny tomando un poco de jugo de calabaza.
- Lo hiciste muy bien hoy – comentó el chico como para decir algo.
- ¿Uh? -
- En el campo, con la quaffle – aclaró.
- Oh... eh, sí, gracias – un ligero rubor cubrió sus mejillas – pero no fue nada, sólo suerte – añadió modesta.
- Sí claro, y por suerte alguien va a pasar por los aros seis tiros seguidos – replicó irónicamente mientras le sonreía. La pelirroja ahora sí se sonrojó visiblemente.
- Supongo que Ron estaba hoy distraído – repuso alzándose de hombros.
- ¿Yo qué? – intervino el aludido con curiosidad, él y Hermione acababan de parar de discutir como siempre.
- Nada – dijo Ginny restándole importancia – ¿Me pasas el salero?... gracias... –
- Harry, ¿Qué sucede? – preguntó Hermione y Virginia vio que el chico se frotaba de nuevo la cabeza.
- ¿Uh? Descuida, sólo me duele un poco la cabeza pero no es nada – contestó el joven cerrando los ojos – ¡Es verdad! no es nada, de seguro es el cansancio, nada que tenga que ver con la cicatriz – añadió cuando Ron y Hermione lo miraron horrorizados.
Virginia para su sorpresa sólo lo veía con la ceja alzada – A ver... – dijo, puso sus manos sobre la cabeza del chico y presionó fuertemente con sus dedos. Harry hizo una mueca e intentó zafarse pero ella ya había retirado las manos. Iba a reclamarle cuando sorprendido se dio cuenta que ya no sentía ningún dolor.
- ¿Qué ocurre? – indagó Hermione desconcertada por el comportamiento de su amiga.
- Oye ¿Cómo hiciste eso? – preguntó a su vez Harry a Ginny.
- ¿Hacer qué? – intervino Ron.
- Ya no tengo jaqueca – explicó el de ojos verdes.
- Aah, he leído que si presionas ciertos puntos estratégicos se te quita el dolor de cabeza – comentó Hermione haciéndose la entendida.
- Me lo tienes que enseñar Gin – dijo sonriendo Harry - ¿Cómo los sabías? -
La chica se quedó pensativa y terminó encogiéndose de hombros levemente – No lo s – respondió confundida – bueno, supongo que lo habré aprendido en alguna parte – añadió. Virginia sólo atinó a asentir y sonreír aún desconcertada cuando el joven Potter le dio las gracias.
- Oye, Ron, ¿Mañana podrías... -
Virginia no escuchó más de lo que dijo Harry, no le tomó importancia y se dedicó a comer su cena. Vio a Hermione que parecía hacer lo mismo y prefirió no iniciar una conversación. De pronto, uno de los camarones fritos que comía se le atascó en la garganta y tuvo rápidamente que tomar jugo a tragos. Se dio unos golpecitos en el pecho cuando volvió a tomar aire y depositó su vaso sobre la mesa, agitando el poco de líquido naranja que quedaba en éste. Se quedó viendo las ondas que hacía cuando tuvo un ligero vahído, sacudió fuertemente su cabeza y ya no escuchó más, fue como si fuera cubierta en una cúpula de cristal y no pudiera oír nada a su alrededor. Ni siquiera levantó su vista, seguía fija en el jugo, las ondas se agitaron y repentinamente una figura cruzó la superficie líquida tomando la forma de un fénix que se disolvió tan rápido como había aparecido.
El ruido de conversaciones, platos y cubiertos volvió a invadir sus oídos dándole la impresión de que se hubiera desconectado del mundo por unos cuantos segundos. Parpadeó confusamente y miró de nuevo su vaso con jugo de calabaza. No había ninguna figura, nada, las ondas habían parado.
- ¡... y entonces cayó de bruces sobre el caldero! – Ron terminó su frase y ambos, Harry y él, prorrumpieron en sonoras carcajadas.
Virginia los vio desconcertada. Se sumió en sus pensamientos, ¿Qué había sucedido? De seguro era su imaginación, estaba tan cansada luego de esa práctica de quidditch que probablemente se había quedado momentáneamente dormida.
- Escuchen – interrumpió Hermione con aprensión – Dumbledore dará un anuncio –
El Gran Comedor quedó de pronto en silencio, salvo uno que otro murmullo que se opacaron justo a tiempo. El director de Hogwarts, parado a la mitad de la mesa de profesores, se aclaró la garganta y sonriendo habló con voz pausada y calma, como lo hacía normalmente.
- Disculpen la interrupción, pero tengo un importante anuncio que hacerles – Dumbledore se veía radiante y a todos se les pasó por la cabeza una idea loca del porqué se dirigía a ellos. Harry, Ron, Hermione y Ginny se miraron confundidos entre sí, Dumbledore no había insinuado nada cuando se reunieron aquella tarde – Como ya saben, estamos en la segunda semana de octubre y pronto será Halloween – hizo una pausa y continuó – Este año he pensado en hacer algo diferente al banquete tradicional, así que atendiendo a algunas sugerencias tanto de alumnos como de profesores, se decidió que en esta ocasión se hará una celebración especial, esto es una fiesta de disfraces – el director sonrió ampliamente y varios murmullos de entusiasmo se escucharon por todos lados. Dumbledore esperó un minuto y luego pidió silencio – Todos podrán asistir por supuesto y elegirán la vestimenta que mejor les parezca, para eso no hay límites. Eso es todo, continúen cenando – y sin decir más Dumbledore tomó asiento mientras todo el Gran Comedor estallaba en múltiples comentarios.
- ¿Una fiesta? – inquirió Ron no muy seguro de si estar alegre o no.
- ¿Por qué Dumbledore no nos comentó nada antes? – preguntó Harry frunciendo el ceño.
- Supongo que habrá querido darnos la sorpresa como a todos, sabes que no está de acuerdo con los favoritismos – sugirió Hermione sonriendo y alzándose de hombros.
- Yo pienso que será divertido – intervino Ginny curvando sus labios e inclinándose hacia delante mientras se apoyaba en la mesa. Su hermano la miró incrédulo – Piénsalo Ron, es sólo una fiesta, por lo menos no es un baile como el de hace 3 años en el que tenías que llevar obligatoriamente pareja – replicó con obviedad.
El desconcierto pasó por la cara de Ron tan rápidamente que casi no se notó, por el contrario, su rostro se vio un poco más tranquilo y sonrió – Oye, no lo había pensado – respondió como un niño haciendo que su hermana rodara los ojos como no creyendo que fuera tan tonto. Este gesto hizo que el pelirrojo se ofendiera.
- ¿Qué insinúas con eso, jovencita? – preguntó retadoramente.
- Que no tienes cerebro – contestó ella burlonamente. Ron iba a replicar cuando Virginia lo dejó con la palabra en la boca cambiando repentinamente de tema – Oigan, este fin de semana tenemos salida a Hogsmeade, ¿Qué les parece si allí alquilamos nuestros disfraces? He oído de una tienda donde se pueden conseguir a buen precio – sugirió alegremente.
- No es mala idea – aceptó Harry contagiándosele un poco la emoción de la chica.
- Sí, tienen razón – apoyó Hermione sonriente – también yo he oído de ese local, lo bueno es que los motivos son variados, hay tanto muggles como personajes mágicos, creo que será divertido después de todo – añadió.
Conversaciones como esa se repetían en todo el Gran Comedor. Muchos aceptaron que esta vez Dumbledore había tenido una buena idea, no era nada descabellada como tantas otras. De este modo transcurrió el tiempo y pronto, la mayoría de los alumnos se retiró a sus Salas Comunes. El cuarteto de Gryffindor se demoró un poco más, primero esperando a Harry quien era acorralado por Cho melosamente para darle "las buenas noches" y segundo, persuadiendo a Ron para que los acompañara, el pelirrojo refunfuñaba tercamente y aún seguía molesto con su hermana.
- Ron, ¡Ya déjate de tonterías! – fue la tajante réplica de Hermione quien lo cogió del brazo y lo arrastro consigo sin esperar su consentimiento, a lo que, a pesar de sus protestas, Ron no opuso resistencia.
- Parece que a la única que le hace caso es a Hermione – comentó Harry desconcertado mirando a Ginny al lado suyo. Ésta se limitó a alzar una ceja.
- Créeme, lo único que sé de mi hermano es que es incomprensible – contestó la pelirroja divertida.
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El jadeo constante que emanaba de su boca se confundía entre el bramar del viento sin rumbo, la torrencial lluvia que azotaba su rostro y cuerpo sin compasión, y el eco de sus pasos que se alejaban rápidamente por los solitarios callejones del centro de Hannover, salpicando estelas de agua a la par de sus fuertes pisadas. El hombre de gabardina negra avanzaba sin dudar sorteando el laberinto de calles protegido por la noche sin luna y la gutural presencia de la tormenta que se había desgarrado hacía no más dos horas. Corría como si su vida dependiera de ello pero el agotamiento se advertía en su cuerpo. Vio de repente un resquicio delante suyo en la unión de dos grandes muros, vaciló unos momentos pero no pudiendo más se dirigió allí. Inhalando dificultosamente se recostó contra la pared, extenuado y con múltiples temblores recorriéndolo, mientras su mano derecha se aferraba con fuerza a su costado intentando retener el agudo dolor que sentía. Se observó: sangraba.
El tronar de los cielos se acentuó y él echó su cabeza hacia atrás escapándosele un suspiro. Dejó que las gotas de lluvia rodaran por su rostro, deslizándose por sus oscuros ojos y mojando más su rubio cabello. Gimió...
Pasaron unos minutos mientras el hombre recuperaba un poco sus energías, se irguió lentamente y aguzó sus sentidos; al estar seguro, respiró hondamente y con precaución continuó su camino, esta vez sin correr pero con paso ligero. Sería medianoche cuando salió de los oscuros callejones y llegó a un vecindario algo modesto iluminado sólo con dos farolas a lo largo de la calle, no había nadie a la vista pero el sujeto caminó sigilosamente poniendo marcada atención a la numeración de las casas. Se detuvo abruptamente cuando divisó el Nº 20, curvando ligeramente sus labios fue detrás de la vivienda y tocó a la puerta trasera; inmediatamente una franja de luz se dejó ver por la rendija inferior y un hombre de cabellos y ojos negros acudió al llamado. Al ver a su visitante inesperado, la alegría surcó su rostro seguida por la preocupación y sostuvo al sujeto de la gabardina hablándole en un marcado alemán. El de cabellos rubios sólo atinó a sonreír y tras decir un simple "Guten Tag" cayó desmayado en brazos del otro.
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- Espérame, ya vengo – anunció Hermione y se dirigió hacia unos alumnos de primero con la obligación de ejercer su labor de prefecta.
Virginia la vio alejarse agradeciendo en silencio que ella no tuviera la placa "P" porque no le gustaría estar como su amiga pendiente de lo que hacen todos los alumnos, eso sería estresante. Con un sutil movimiento tensó sus hombros para relajar su cuerpo, se sentó más cómodamente en la silla y se desinteresó del pergamino que tenía en sus manos poniendo curiosa atención a un rincón de la Sala Común. En eso estaba cuando percibió que alguien se sentaba en el sillón al frente suyo, se trataba de Feexnez, su compañero de clase quien le sonreía un poco tímido.
- Hola Adam – lo saludó la pelirroja cortésmente correspondiéndole la sonrisa.
- ¿Te interrumpo? – indagó el muchacho no muy seguro.
- ¿Eh? No, para nada – Ginny lo miró con extrañeza pero el chico acentuó la curva de sus labios ya más tranquilo – Dime, ¿Te puedo ayudar en algo? – añadió ella.
- Oh, descuida, no es eso – se apresuró a decir Adam nervioso – este... ¿Y qué piensas del anunció de Dumbledore esta noche? – preguntó para entablar una conversación. La pelirroja se desconcertó pero soltó una risilla.
- Una muy buena idea ¿No crees? – contestó alegre la chica – la verdad nunca he asistido a una fiesta de disfraces pero supongo que será emocionante – añadió riéndose.
- He oído que las de los muggles son muy divertidas – comentó Adam más animado.
- Entonces ésta lo será aún más – concluyó ella con una sutil sonrisa.
El chico se la quedó viendo durante unos segundos mostrándose dubitativo ante decir o no lo que quería, pero intentando no mirarla al rostro continuó:
- Oye... eh, Ginny, me preguntaba ¿Dónde pensabas conseguir el disfraz? – indagó – porque, verás, conozco un local en Hogsmeade donde se pueden alquilarlos. Este fin de semana hay salida al pueblo y... bueno, quizá podríamos ir juntos a probarnos los trajes, ¿Qué opinas? – sugirió el muchacho mientras sus mejillas se encendían lentamente.
A su pesar la pelirroja se vio incómoda, ¿Qué estaba esperando Adam?. Bueno, él era un buen chico pero... debía aceptar que no le llamaba mucho la atención esa propuesta, aunque Adam no le desagradara siempre prefería ir con su hermano, Harry y Hermione. Además, algo le decía que para Adam era más que ir a probarse unos disfraces... Y aún así se sentiría mal negándose, él se veía muy animado. Entonces ¿Qué podía hacer? Sus ojos recorrieron rápidamente la estancia buscando sacar un rápido pretexto o algo similar que le impidiera responder pero nada parecía servirle; y el chico mientras tanto la miraba inquisidoramente esperando saber si aceptaba o no ir con él. Al descubrir la joven finalmente la excusa que buscaba nada menos que en la carta que tenía en su mano, no supo si aliviarse o sentirse fastidiada al recordar su contenido.
- Lo siento Adam pero creo que no podré ir – terminó diciendo un poco resignada.
- ¿Uh? Pero...– el muchacho disimuló al máximo su sorpresa y desilusión pero falló en el intento – es decir, ¿No puedes? – se corrigió inmediatamente, no quería que ella se diera cuenta que le afectaba.
- Bueno... es que ese día estaré cumpliendo un castigo – trató de explicarse la chica mientras le pasaba el pergamino para que él lo leyera.
- Oh... ya veo... – asintió él acongojado después de hacerlo – será una lástima pero... habrán otras ocasiones ¿verdad? – añadió fingiendo una sonrisa.
- En una próxima visita podré acompañarte ¿Qué dices? – propuso Ginny para arreglar un poco las cosas.
- Eso... estaría muy bien – dijo el muchacho alegrándose. A continuación pasaron unos segundos de incómodo silencio – Bueno yo... tengo que terminar algunos deberes así que creo que subiré a mi habitación – continuó para desembarazarse – Hasta mañana – se despidió amablemente.
La pelirroja hizo como si quisiera añadir algo más pero en vez de eso le sonrió y asintió con un gesto. Se arrinconó más contra el sillón en el que estaba para no mirar más al muchacho, quien ya subía las escaleras en caracol observándola de reojo. Poco le importó, su atención se vio prontamente eclipsada por el mismo detalle en el rincón de la Sala que antes le había hecho distraerse totalmente del mundo. Duró unos minutos contemplándolo hasta que un cuerpo le obstruyó el alcance de su vista y la hizo sobresaltarse considerablemente.
Hermione se posó delante suyo con una sonrisa burlona y Virginia supo que se había perdido en la luna de nuevo. Respiró hondo y volteó hacia su amiga con expresión de ligera culpa – Hermy, no vuelvas a hacer eso, casi me da un paro del susto – reclamó avergonzada.
- Lo siento, pero por lo visto no te puedo dejar sola, ¿De qué hablabas con Feexnez? – preguntó la castaña con curiosidad.
- Oh, sólo quería que lo acompañara este sábado a Hogsmeade para alquilar disfraces – explicó la pelirroja sin mucho interés – pero pues, ya sabes, con el "grandioso" contenido de esta carta me resulta imposible – añadió con ligero fastidio señalando el pergamino en su mano.
- Me doy cuenta, y ni me lo recuerdes – comentó Hermione con el mismo tono. Ahora es que venía a acordarse del famoso castigo que McGonagall les había puesto con intervención de Madam Pince por lo del desastre en la biblioteca. La noticia les había llegado apenas entraron en la Sala Común después de la cena – aunque, tengo que aceptar que no pensé que nos privarían de la salida al pueblo – opinó algo decepcionada.
- Tampoco yo pero ahí lo tienes, sin mencionar el trabajo de limpieza que nos asignaron – dijo Ginny rodando los ojos – Vaya, y eso que teníamos planes; nos toca esperar hasta la próxima semana que es la otra salida, Dumbledore la programó por la fiesta -
- Contentémonos con eso. Lo que sí me alivia es que el castigo será con Hagrid – comentó Hermione un poco más animada.
- ¿Te alivia? – cuestionó su amiga dudosa. No era que tuviera algo en contra del semigigante, pero recordaba cómo era trabajar con él y sus hermosas criaturitas. No se sentía muy aliviada que digamos.
- Bueno, sé que Hagrid a veces es impredecible, pero no creo que sea tan duro con nosotros ni muchos menos nos ponga algo peligroso – repuso la castaña tratando de sonar convincente.
- Eso espero – opinó Gin divertida por el tono de su amiga e imaginando lo que se les venía.
La conversación de las chicas fue interrumpida momentáneamente por tres chicos de tercero que se correteaban por toda la Sala tirando de vez en cuando pequeñas pepitas que al caer al suelo despedían chispitas de colores.
- ¿No los detendrás? – preguntó la pelirroja intrigada pues Hermione ni se inmutaba ante tal alboroto.
- Desde quinto a séptimo año hay 3 prefectos en total, ¿Por qué soy yo siempre la que tiene que atender los problemas? – dijo la chica frunciendo el ceño – ¿Ya ves? Ahí están los otros dos, ya detuvieron a ese trío – completó satisfecha.
Virginia sólo atinó a soltar una risilla, Hermione rara vez sacaba a la luz esos ataques de rebeldía – Dominas bien la situación – le dijo guiñándole un ojo a lo que la chica de cabello enmarañado le correspondió con una sonrisa.
- Por supuesto que la domino – afirmó simulando aires de autosuficiencia – claro, yo no ando como tú siempre en la luna – continuó con mofa.
- ¡Hey! No siempre – apeló la pelirroja riendo.
- Ya, pero lo admites – repuso satisfecha – No imagino en qué es que piensas, o no, mejor, sí lo sé. Primero con Feexnez que te tuvo que despertar de tu ensoñación para que le hablaras; sí, no me hagas esa cara que me di cuenta; y apenas ese chico subió a su habitación de nuevo volviste a despegar de Tierra con "él", si no te bajo de las nubes seguro que luego tengo que traer una toalla y limpiar la baba que tirabas por verlo – bufó Hermione muy divertida.
Ginny infló los ojos y miró hacia el suelo como si quisiera comprobar lo que la chica le había dicho – Oye, eso no es gracioso, no estaba babeando – reclamó ligeramente enfadada. Hermione soltó una carcajada.
- Ya, disculpa, pero como no dejabas de mirar hacia él con la mirada perdida, incluso ahora lo estás haciendo – contestó la joven castaña señalando con la cabeza hacia un grupo de 5 chicos que hablaban animadamente en el rincón opuesto. Virginia se sonrojó visiblemente.
- No digas tonterías 'Mione -
La aludida se le quedó viendo aún con una sonrisa y se sentó junto a su amiga en el cómodo sofá frente a la chimenea.
- Vamos, no puedes disimularlo conmigo – le dijo a la pelirroja en tono comprensivo pasándole un nudillo por la mejilla – por más que lo niegues sé que lo sigues queriendo –
Ginny guardó silencio y volteó a ver a uno de los chicos del grupito en el rincón, uno de cabello azabache. El recuerdo de aquel día bajo la sombra del árbol recorrió veloz por su mente. Por unos instantes un halo de tristeza cruzó su rostro mas sacudió su cabeza y miró a su amiga sonriendo.
- Eso ya quedó atrás Herm... – dijo haciendo acopio de fuerzas – Además, hay muchos chicos en Hogwarts, no puedo centrarme en uno solo. Una querida amiga me lo dijo una vez – añadió más animada y con tono cómplice.
Hermione le sonrió y luego se quedó pensativa unos segundos mirando hacia el mismo lugar que la otra chica.
- ¿En qué pensabas? – preguntó de repente – cuando estabas perdida en las nubes – aclaró ante la confundida mirada de la menor de los Weasley.
- Oh... no, no era nada... – respondió restándole importancia – en serio, sólo recordaba... cosas – completó cuando Hermione la miró con reproche.
- Sé que Harry es mi amigo y respeto sus decisiones, pero... no sé, creo que siempre preferiría que fueras tú quien estuviera con él – soltó la castaña luego de unos segundos con un gesto indefinido. La pelirroja la vio sorprendida y soltó una risita.
- ¿De qué estás hablando? – Hermione simplemente se encogió de hombros.
- Pues eso... Cho, se puede decir que es una buena chica pero aún no entiendo lo que ve Harry en ella – contestó con voz práctica, dudó un momento y continuó – tuviste mucho valor al haberlo ayudado con Chang... – Ginny evitó su mirada.
- Lo hice porque soy su amiga y él confío en mí, prefiero ser eso que una simple desconocida. Muchas veces, en la amistad se requiere de sacrificios... – expuso Virginia sensatamente mientras luchaba por aplacar esa puntada de dolor que empezaba a sentir. Sacudió ligeramente su cabeza como queriendo decir "¡No más!" y esbozó una sonrisa para asegurarse a ella misma – Y en cuanto a lo otro, sí, definitivamente no sé lo que Harry encuentra de atractivo en Chang, en muchas ocasiones me parece antipática, pedante, celosa, atrevida e infantil – comentó en modo de desquite.
- Olvidaste lo hipócrita, vanidosa y petulante – bufó Hermione y ambas chicas prorrumpieron en risas. Pasaron varios segundos hasta que se calmaron aunque una que otra risilla se les escapara.
- ¿No te cae bien verdad? – preguntó la pelirroja a su amiga en modo cómplice – Jejeje, me gustaría seguir dándole "mejores" calificativos pero ay de nosotras si nos escucha Harry -
- ¿Escuchar qué? – intervino una voz grave muy conocida por ambas chicas que hizo palidecer a la que acababa de hablar.
- Este... yo... – Ginny empezó a balbucear, la había cogido totalmente desprevenida.
- Nada importante – se apresuró a decir Hermione para sacar a su amiga de tal situación comprometedora – es en serio y no me mires así Harry, sólo hablábamos de tonterías – continuó al ver la cara de incredulidad del chico.
- Hazle caso amigo, sus temas no son nada interesantes, ella misma lo ha dicho – comentó Ron Weasley con ligero desdén y aburrimiento, inmiscuyéndose en la conversación.
- Por supuesto Ronald, qué esperabas si hablábamos de ti – arremetió molesta la hermana del pelirrojo haciendo marcado acento en el nombre de éste.
- Oye, espera, espera, no empieces – sentenció el muchacho que no olvidaba que su hermana ya lo había sacado de quicio en el Gran Comedor - ¿Y cómo es eso que hablaban de mí? – la pelirroja frunció el ceño, Ron definitivamente era un impertinente. Apretó sus labios y luego sonrió burlonamente.
- Es muy simple, le recordaba a Hermione el papelón que hiciste poco después de salir de la biblioteca esta mañana – expuso Virginia acomodándose en el sillón mientras la aludida en esos momentos no sabía si divertirse por el ridículo que estaba haciendo Ron o sonrojarse por la escena citada por su amiga. La pelirroja sabía que Hermione bien podría ahorcarla por lo que estaba diciendo pero hace mucho que quería confrontar a Ron de esa manera – fue muy divertido ¿No lo crees hermano? Lo que sí me sorprendió fue el que tuvieras el valor de hacerlo, aunque siempre podrías tener un poco más de tacto, a ninguna chica le gusta que la besen así sólo para callarla. Primero, fue sin su consentimiento; segundo, es tu mejor amiga; y tercero, no es nada para ti ¿O sí? ¿Te gustaría que lo fuera? –
Ron estaba mudo y rojo como su cabello, ¿Cómo se atrevía su hermana a hablarle así y sobre todo delante de Hermione?. Alcanzó a mirar a ésta y no pudo definir bien su expresión, pero sí distinguió una pequeña sonrisa, ¿Qué significa? ¿Se estaba burlando también de él? ¿O tenía que ver con la última pregunta que le había hecho Ginny? ¡Pero qué estaba pensando! Hermione ni loca se fijaría en él y además se había enojado bastante porque la besó, ¡Casi lo aniquila! Bueno, aceptaba que lo hizo sin permiso y sólo era su amiga pero a él casi no le había disgustado, ¿A ella sí, tanto? No creía que besara tan mal. "¡Ya, pero ese no es el punto!", se reprendió a sí mismo, sabía que actuó mal pero preferiría que su hermana no se lo estuviera restregando en la cara.
Ginny por su parte, pareció darse cuenta que Ron había entendido porque decidió aligerar un poco el tono de su voz – Está bien, no respondas, pero Hermione y yo conversábamos y opinamos que le debes una disculpa y claro, avisar la próxima vez que quieras besarla – esto último lo añadió para liberar tensión, lo que pareció funcionar porque tanto Hermione como Ron soltaron una risilla, y Harry que había preferido callar le sonrió divertido.
- Ya, ya, tienes razón – comenzó Ron luego de unos segundos y apenado se giró hacia Hermione – Oye, Hermy, yo... este... siento haberte besado de esa manera, no tenía ningún derecho y... yo... Aggh, sabes que no soy bueno para esto, entiendo que estés molesta conmigo pero ¿Me disculpas? – habló al fin reuniendo fuerzas para vencer el orgullo.
- Mmmm... – la castaña se le quedó viendo dudosa, ¿Podría ella también vencer el orgullo? Por unos momentos el pelirrojo creyó que tendría que esperar mucho para que su amistad con Hermione fuera la misma de antes – Claro que te perdono Ron – habló ella ablandando el ceño lo que hizo que el muchacho sonriera aliviado. Hermione también sonrió – Por esta vez hagamos de cuenta que fue sólo "una medida desesperada" como tú la llamaste; sí Ron, te escuché; pero quiero que tengas algo en mente: ¡Ni se te ocurra volver a hacerlo! – advirtió tornando el entrecejo fruncido – no con esa excusa, recuérdalo – aclaró la chica sosteniéndole la mirada y Ron asintió con la misma expresión, dudando si había escuchado bien lo último dicho por la chica.
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T... c... ac... ti... El sonido se oía lejano, vago en el espacio, con un ritmo perdido y monótono que intentaba identificar pero que su mente cansada se negaba hacerlo. Ti… ac… tic… a… Ahora se aproximaba y se hacía más claro, intentó moverse pero sintió como si mil pesas lo sujetaran; trató de nuevo y luego deseó no haberlo hecho, su cuerpo reaccionó al movimiento y pudo sentirlo, el dolor agudo de su costado que se desplegaba a todas sus extremidades entumecidas y contusionadas. Tic… t… tac… tic… tac… El sonido empezaba a tomar forma a la par que recuperaba un poco su movilidad y hacía un esfuerzo para despejar su mente. Percibió tranquilidad, el dolor seguía allí pero ahora sentía que ya no estaba en peligro.
¿Peligro?… sí, el fracaso conllevaba a éste siendo su vida como era, y él había fracasado, sentía vergüenza por sí mismo... ¿Entonces por qué no había muerto?... Tic tac… tic… tac… tic tac… tic… ac… tic tac. Más claro cada vez, se trataba de un reloj sin duda; un Tic tac hipnotizante al correr de sus manecillas... ¿Un reloj? Tiempo... ¿Cuánto tiempo había pasado?
Debía saberlo. Sintió la necesidad de despertar y sus párpados pesados se abrieron casi imperceptiblemente. Poca luz había en la estancia donde se encontraba y sin embargo su brillo lo cegó al instante. Cerró sus ojos con furia y esperó, sólo después se atrevió a abrirlos de nuevo hasta comprobar que la luz no le hacía daño. Se incorporó fatigosamente mientras el dolor en su costado parecía no menguar y con un poco de trabajo más se sentó en lo que estaba seguro era una cama. De inmediato sintió la punzante jaqueca, presionó su mano sobre la frente como para contenerla y recorrió su vista por la habitación. Era un cuarto sencillo pero con un toque de elegancia en su decoración, un armario, un escritorio, un diván, la lámpara prendida en la mesita de noche, las cortinas de la ventana abierta meciéndose al compás del viento y el inconfundible Tic tac del reloj en la pared.
Un largo suspiro escapó de su boca, aún estaba cansado, hacía muchas noches que no dormía lo suficiente. Y es que no podía, su misión estaba primero. ¿La misión? Él había fracasado, de milagro estaba vivo, en este caso ¿En dónde diablos quedaba la misión?. Un escalofrío recorrió su cuerpo, la brisa que entraba por la ventana le empezaba a afectar. Era comprensible pues advirtió que ya no tenía su gabardina negra – ésta estaba colocada sobre un perchero -, y su ropa tampoco era la misma, se la habían cambiado, ahora vestía pantalones marrón y una camisa color crema.
Su cuerpo estaba débil y su mente perturbada. La jaqueca, ahora disminuida a punzas de dolor al azar, no le ayudaba a aclarar sus pensamientos, ni siquiera reconocía el lugar donde estaba.
- Wo bin ich?' – soltó en un susurro impotente el hombre rubio de aproximadamente 40 años. ('¿Dónde estoy?)
La pregunta hubiera sido dirigida al vacío de no ser por el ruido de la puerta abriéndose. Un hombre de cabellos y ojos negros, al parecer de la misma edad que el otro, interrumpió en la habitación con sumo cuidado procurando no molestar al ocupante. Cual fue su sorpresa al verlo despierto, calló por unos segundos y luego una sonrisa de alivio cruzó su rostro. Al ver esto, el hombre en la cama sintió como si sus temores se hubieran desvanecido de un momento a otro y recobrando de repente la cordura en su mente, sus labios se curvaron sonriendo con gratitud.
- Guten Tag Freund' – dijo con lentitud en un alemán con particular acento, se notaba que era extranjero. ('Hola amigo)
- Hola, me alegra que hayas despertado – el recién llegado le correspondió al saludo, esta vez en inglés, y acercó una silla a la cama para sentarse – Veo que estás más descansado, Wie fühlen Sie sich?' - se le escapó al hombre que si bien hablaba inglés por su amigo, el alemán era su idioma natal. ('¿Cómo te sientes?)
- Besser', gracias Brad – respondió el otro sonriendo. ('Mejor)
- Vaya amigo, nos diste un gran susto – el aludido rió mientras despelucaba el cabello rubio del otro. Dejó de hacerlo y luego de unos segundos su rostro se tornó serio adoptando una expresión no muy común en él – Me alegra que estés bien, Moyra y yo nos preocupamos mucho cuando llegaste en ese estado – el de cabellos rubios se le quedó viendo fijamente, sabía muy bien lo que había querido decir tras esas palabras. Apretó los puños y ladeó su cabeza evitando la mirada del hombre.
- Siento haberlos alarmado – hizo una pausa y continuó con voz firme – Realmente agradezco lo que Moyra y tú han hecho por mí, estaré bien, descuida -
El de cabellos negros lo vio seriamente – Lo sé todo Jack -
El aludido alzó la vista sorprendido y dándose cuenta de su torpeza intentó disimular lo más que pudo - ¿Qué es todo para ti? – preguntó con cautela.
- Tu misión ha fracasado, los mortífagos del eje supieron de tu condición de espía, un ataque se llevó a cabo hace unas horas en el centro de Hannover y esta noche estuviste a punto de morir, creo que eso es todo – Brad Shellter habló pausadamente respondiendo a su amigo. El rubio abrió la boca como intentando decir algo pero se arrepintió, apretó los labios y su expresión fue de resignación y derrota.
- Faltaba muy poco Brad... en unos días más hubiera convencido a esos malditos mortífagos para desplazarnos a la frontera y entonces nuestros aliados estarían listos para atacarlos... pero fue mi imprudencia la que me venció, un "error en los cálculos", creí que podría adelantar esa ofensiva e hice mis planes. Con lo que yo no contaba era que Luxther, ese estúpido, desconfiaba de mí; se aseguró de todos mis movimientos y finalmente descubrió que no era un mortífago como él. Fui un imbécil al no prestarle más atención, pero Luxther sabía todo, la única opción que tenía era deshacerme de él – el hombre rubio hizo una pausa y cerró los ojos – Aunque no lo creas de mí Brad ingenié varias formas de aniquilarlo, no podía permitir que divulgara mi secreto, y hace dos días se presentó la oportunidad perfecta: en la fábrica en la que nos reuníamos al anochecer se produjo una fuga de gas y luego el incendio nos cogió desprevenidos. Luxther se había quedado atrás mientras todos escapábamos, cuando advertimos su ausencia me ofrecí para ir a ayudarlo. Una viga lo había apresado fuertemente y sangraba, me dio a entender que no podía desaparecerse porque no encontraba su varita. Sin poder contenerme le apliqué el hechizo de desarme que lo lanzó a varios metros contra la pared y luego lo abandoné confiando en que las llamas matarían la evidencia. Sencillamente les dije a los otros que no había encontrado a su compañero -
- ¿Cómo se enteraron entonces los mortífagos de ti? – Brad cuestionó intrigado – Luxther ya estaba calcinado – Jack Hanson sonrió irónicamente.
- Eso fue lo que creí -
- ¿Vivo? -
- Sí, me sorprendió al igual que a ti. No sé cómo demonios lo hizo pero eso fue mi fracaso, me confié. Hace 3 horas apareció en nuestro escondite y no dudó en divulgar que yo era un espía de Dumbledore. Quisieron matarme, como era de esperarse, en estos momentos ni yo mismo recuerdo cómo pero logré escapar. Me persiguieron así que me interné en los callejones para perderlos. Como ves, dio resultado y el resto, supongo ya lo imaginas, vagué por las calles buscando tu casa y aquí estoy... -
- Nos sorprendió mucho cuando llegaste, a esas horas y herido de esa manera, tuviste suerte Jack... Pero tranquilízate, aquí estás a salvo – repuso Brad afablemente. El rubio y él eran los mejores amigos desde pequeños y nunca se habían negado ayuda el uno al otro. Esta vez tampoco lo haría.
Jack le sonrió en modo de respuesta. Pasaron unos minutos antes que hablara.
- Tuve miedo Brad... allá, en la oscuridad de la noche y la muerte acechándome... aún lo siento... – decía con la mirada perdida. Brad tomó su mano para reconfortarlo y se sobresaltó ligeramente al comprobar que la piel del otro estaba helada.
- Debes calmarte – Shellter se veía preocupado.
De pronto un ruido los distrajo a ambos y vieron como una mujer con el cabello castaño recogido en una coleta entraba al cuarto hablando en susurros.
- Brad, tenemos qu... – sus ojos se abrieron como platos sin terminar la frase y luego sonriendo alegremente gritó con efusividad - ¡Jack!
El aludido quedó inmediatamente cubierto por el fuerte abrazo de ella, sin poder moverse.
- Jack, si sigues abrazando así a mi esposa creo que me pondré celoso – bromeó el pelinegro haciendo que el rubio riera y delicadamente apartara a la mujer de sí.
- Tan afectuosa como siempre 'Yra – la saludó el rubio riendo.
- Ya me conoces – le guiñó el ojo - y por favor nada de "'Yra", soy Moyra, ¿Cuántas veces te lo he dicho? – añadió divertida
- Si mal no recuerdo se lo repites desde primer año en Hogwarts – intervino Brad soltando una risilla.
- Ya, ya – dijo el rubio en tono conciliador y sonrió – Moyra, que alegría verte de nuevo -
- Igualmente, ¿Te sientes mejor? –
Jack asintió – Con tus cuidados eso es seguro -
- Danke' - sonrió ella – Bueno, déjame ver cómo sigue tu herida... ¿A qué esperas? Quítate la camisa – Moyra se sentó al lado de él haciendo que se sonrojara pero con una mirada firme de ella hizo lo que le pidió. La joven mujer observó el vendaje y lo deshizo comprobando que la herida había dejado de sangrar. Asintió satisfecha y sacó su varita invocando otro vendaje, recitó otro hechizo y el rubio pudo colocarse de nuevo la camisa – Pronto sanará, menos mal que el corte no es profundo, ¿Con qué te lo hiciste? - ('Gracias)
- Fue un Cruciatus que logré esquivar, bueno, casi – contestó él y se recostó en la cama soltando un suspiro.
Moyra le miró comprensivamente y sonrió – Siempre has tenido suerte para estas situaciones difíciles – Jack le devolvió el gesto y con curiosidad vio cómo ella se levantó, fue hasta el escritorio y sacó de uno de los cajones un sobre amarillo, el cual se lo entregó con una amplia sonrisa – Estaba esperando a verte para dártelo. Ella quiso decirte unas cuantas palabras y yo me comprometí a traértelas de regreso a Alemania. Y te digo de una vez, por cierto, ¡En Francia estaba haciendo un frío que ni te imaginas! -
El hombre rubio se quedó sorprendido al escuchar a su vieja amiga y con un gesto indescifrable se quedó viendo el sobre en sus manos. Una sola letra: L. Grabada en el lugar del remitente. Sólo verla y un aire cálido lo reconfortó haciendo que una tímida y serena sonrisa se escapara de sus labios.
- Moyra, es mejor que nos retiremos y le dejemos descansar ¿No crees? – opinó Brad sensatamente.
Su esposa le dio la razón. Ambos se encaminaron a la puerta pero el hombre rubio los detuvo.
- Espera Brad – frunció el entrecejo. El aludido le hizo una seña a su esposa para que los dejara solos, la expresión de ella mostró claramente que no estaba de acuerdo pero ante la insistencia de su marido salió del cuarto y cerró la puerta tras de sí. Entonces Hanson continuó – Brad, ¿Qué ha dicho Dumbledore? Estoy seguro que hablaste con él y te enteraste de mi situación -
- También fue lógica. En cuanto a él, no habló mucho, estaba preocupado por ti y me pidió que te cuidara, aunque no tenía necesidad de decírmelo porque de todos modos lo haría -
- ¿Eso es todo? – cuestionó incrédulo y su amigo dudó un poco antes de responder.
- Nos informó que los ataques mortífagos han avanzado considerablemente en blancos aleatorios, por eso no hemos podido realizar una buena ofensiva. Por ahora, la Orden del Fénix tiene la situación bajo control pero no sabemos por cuanto tiempo más. Todos estamos en constante alarma, como sabrás Voldemort aún se mantiene oculto. Mientras, nuestras filas de aliados se están recuperando y la orden es avanzar hacia el norte, creo que Dumbledore tiene un nuevo plan porque hay una gran convención de aurores en Inglaterra. La oficina ha delegado a 5 de nosotros para ir, los demás se quedan cubriendo el perímetro de toda Alemania -
- ¿Tú estás entre esos 5? -
- No amigo – rió Brad – No me gustaría estar en esa comitiva, además no quiero dejar a Moyra sola. Sin embargo... sé de alguien que sí debe ir a Inglaterra – añadió ahora con seriedad. Jack entendió inmediatamente que se refería a él.
- ¿Por qué? – indagó.
- John te ha llamado -
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Un largo bostezo escapó de su boca apenas entró en el cuarto oscuro. No lo pudo evitar, estaba agotada. Definitivamente ese día le había tocado de todo, se levantó tarde, el incidente en la biblioteca, Harry andando con Cho, su patronus en DCAO, la visita de Sirius, el entrenamiento de quidditch, el encuentro con Malfoy, el anuncio de la fiesta de Dumbledore, las riñas con su hermano, el comunicado del castigo y la charla con sus amigos en la Sala Común hasta altas horas de la noche. En resumen, ya había agotado todas sus reservas de energía, no veía la hora en que se recostara en la cama.
Virginia Weasley caminó como una autómata hasta su cama tratando de no hacer ruido, de todas sus compañeras de cuarto ella era la única que estaba despierta a esas horas, ya pasaba de medianoche. Sacó la pijama del baúl, se cambió rápidamente y se tumbó sobre el colchón relajando su cuerpo. Minutos después, contrariada se dio cuenta que no podía dormir, se movía de un lado a otro intranquila y suspiraba fastidiada.
- ¡Estupendo! – exclamó irónicamente.
Se volteó de lado descansando su vista en el paisaje fuera de su ventana, la tormenta aún no amainaba y sin embargo podía ver claramente las mecidas copas de los árboles del bosque prohibido. Suspiró de nuevo. No cayó en los brazos de Morfeo pero sus pensamientos empezaron a mezclarse, vagando en tonterías y perdiéndose en recuerdos. Uno en particular se situó en su mente y no desapareció.
------ Flash Back ------
- Lo verás pronto Harry, no te preocupes, cuando menos lo pienses Sirius estará delante de ti – afirmó un animoso Ron reconfortando a su amigo. El cuarteto de Gryffindor no había parado de conversar y ahora, sin saber ninguno cómo, el tema desembocó en la visita de Sirius esa tarde y lo tanto que el chico de ojos verdes extrañaba a su padrino.
- Sí, tienes razón... – aceptó Harry – No debería comportarme así, lo siento, después de todo Sirius tiene una misión como miembro de la Orden y es muy importante que la cumpla – dijo sensatamente.
- Así es, ¡Ánimo! – exclamó con alegría Virginia golpeándole suave en un hombro en forma de cariño. Con esto, el muchacho rió y le sonrió a la pelirroja afablemente.
- Uggg, por lo menos Sirius está ocupado – fue el quejido de Ron mientras se estiraba en el sillón.
- No empieces Ronald, sí está ocupado pero su deber es peligroso – acotó Hermione.
- Sabes perfectamente a lo que me refiero Herm, Dumbledore cree que no servimos para esto, no nos deja encargados de ninguna misión, nos ocultan cosas... ¡aggh! Me siento como un imbécil cruzado de manos sin hacer nada -
- Ya cálmate hermano, no creas, a mí también me desagrada que para unas cosas no nos tomen en cuenta pero no es que no sirvamos para eso como tú dices sino que para algunas cuestiones no estamos preparados. Creo que empiezo a entender a Dumbledore, ¿Crees que él se arriesgaría a que formáramos parte de una misión que estuviera muy por encima de nuestras habilidades siendo las probabilidades de salir airosos 1 en 10000? – puntualizó Ginny con un semblante serio y preocupado acaparando la atención de los tres Gryffindors.
El chico de ojos verdes asintió dándole la razón a su amiga – Esto no podemos tomarlo a la ligera. También me siento inútil pero antes tenemos suerte de ser considerados miembros provisionales de la Orden -
- Ya, entiendo el punto – aceptó el pelirrojo – sin embargo eso no quita que últimamente Dumbledore y los otros se estén comportando extrañamente, nos están ocultando algo serio -
- He notado que en los recientes días ha habido mucho movimiento en los cuarteles, me atrevo a pensar que están haciendo un tipo de congregación o algo así...– intervino Hermione pensativa - Esto es serio como dices Ron, tiene que ver con las misiones, eso es seguro... y hablando de misiones ¿No creen que la de Remus es extraña? -
- Bueno, si lo dices por la forma en que Dumbledore le pidió ese "favor" creo que sí – dijo Harry dubitativo.
- Además no sabemos de qué se trata, Dumbledore se aseguró de que no oyéramos lo que le pedía a Moony – añadió Ginny. Ante este comentario, Hermione y Ron no pudieron más que intercambiar miradas cómplices - ¿Qué? – indagó la pelirroja extrañada por la actitud de aquellos.
- En realidad sí conocemos el favor que tiene que hacer Remus – apuntó la castaña en modo de respuesta.
- ¿Y cuál es? – Harry estaba desconcertado.
- Es muy simple – comenzó Ron.
- Dumbledore le pidió a Remus que... – le siguió Hermione.
- ... estuviera a cargo... -
- ... del "Proyecto Fénix" y se asegurara... -
- ... que John contactara a un viejo amigo – concluyó el pelirrojo en forma enigmática.
- ¿Cómo? – se les escapó a la vez a Harry y Ginny.
- Eso – puntualizó la chica de cabello enmarañado como diciendo "¡Duh! ¿Acaso no entendieron?"
- ¿Están seguros? ¿Cómo rayos se enteraron? – indagó la menor de los Weasley.
- Es en serio – replicó Ron con autosuficiencia – Logramos acercarnos lo suficiente y escuchar, así fue como supimos. Nos pareció extraño desde el principio -
- ¿Qué significará? Ya saben, lo del proyecto – cuestionó el de cabello azabache frunciendo el entrecejo – y ¿A alguien se le ocurre quién es John? Remus nunca nos ha hablado de él... -
Los cuatro se miraron detenidamente estando conscientes que ninguno sabía las respuestas.
------ Fin del Flash Back ------
Las respuestas… ¿Quién realmente las conocía?
Su vista siguió contemplando las gotas de lluvia tras su ventana...
Tormenta. Agua. Frío. Viento huracanado. Más frío. Palpitar. Oscuridad. Miedo.
Tiritó. Se arropó más con las cobijas. El cabello de fuego se desordenó contra la almohada. Sintió su cabeza pesada, sus pensamientos vagando en un mundo desconocido. Las dudas, preguntas sin respuesta, la mecían en un vaivén aturdidor.
Frío de hielo en sus huesos. Se arropó aún más. Sintió sus labios resecos y los relamió. Sabor amargo, sabor a hiel. Palpitar. Ruido. Bramar de truenos. Gota tras gota. Impetuosa lluvia. Golpe y golpe contra la ventana.
¡Confía...!
Una voz... ¿Qué fue?... La vista perdida en la ventana. Más lluvia. Gotas. Una figura... ¿Qué era?... sus ojos, sus alas...
¡Cree...!
Un pálpito. Frío. Colapso. Total oscuridad...
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Las hojas del frondoso árbol se mecían tranquilamente al compás del viento. Una y otra vez las hojitas iban de un lado a otro, en un vaivén sereno y cálido, generando una atmósfera de sosiego. El pichoncito de plumaje azul la sentía y brincaba alegre en el borde de su nido construido en una de las más altas ramas del árbol, mientras su mamá cuidaba de los otros pichoncitos que recién despertaban de su pequeña siesta.
De repente, el pichoncito obviando las advertencias de su madre se dejó llevar por el fresco viento, estirando sus alitas y moviéndolas de arriba abajo. ¡Estaba seguro que esta vez sí iba a poder volar! El osado pichoncito fue impulsado por el viento pero cuando éste cesó su fuerza, la pequeña ave sintió la nada bajo sus paticas y aunque batió desesperado sus alas notó con horror que caía. Su madre, en el nido, no se percató a tiempo de la suerte de su hijo, alterada hizo hasta lo imposible por alcanzarlo pero el pichoncito ya estaba cerca de chocar contra el suelo inerte. La madre dejó escapar un canto de alivio cuando una renovada corriente de aire arremetió contra el pichoncito y lo salvó temporalmente de la muerte segura lanzándolo contra uno de los balcones de la mansión que asemejaba un palacio en miniatura.
Pero el pichoncito aún no estaba a salvo, si su madre no lo alcanzaba se estrellaría contra uno de los salientes de la gran casa. El pichoncito batía sus alas a todo lo que sus fuerzas le daban, logró elevarse unos centímetros pero volvió a caer pensando definitivamente que era su fin. Y lo sería de no ser por una delicada mano que lo tomó en el aire evitando su choque. El pichoncito abrió sus ojos y la alegría volvió a su ser, ¡Seguía vivo! Ahora de nuevo daba pequeños brinquitos sobre la mano que lo había salvado.
- La próxima vez debes tener más cuidado pequeñito – le riñó una suave voz.
Una joven mujer miraba al ave con cariño mientras sonreía. Sus facciones delicadas le hacían dueña de una extraordinaria belleza, sus ojos azules eran profundos y sus cabellos eran largos y negros, recogidos a lado y lado por dos pinzas doradas. La mujer de figura estilizada y vestida elegantemente con un traje largo de color lila ajustado a su cuerpo, hacía honores a su título noble.
- Anda, ve con ella – le susurró al pichoncito, quien abrazaba a su madre para luego montarse en la espalda de ella y volar de vuelta a su nido.
La mujer, luego de asegurarse que el pajarito hubiera llegado a su rama en el árbol, se giró y entró a la habitación de la que había salido por un poco de aire fresco. Ésta, por su disposición, se trataba de un despacho, decorado y tapizado sobriamente, con muebles, una pared llena de estantes con libros y un escritorio en el que se veían varios papeles, cartas, pergaminos, entre otros. Caminó con soltura hasta la silla del escritorio, se sentó tras éste y retomó los documentos que antes leía, adoptando una expresión seria.
Unos minutos después un golpe en la puerta la distraería de nuevo de su lectura. Con un "Adelante" de parte de ella, la puerta se abrió dando paso a una joven criada, de ojos negros y cabellos castaños que aparentaba unos 23 años de edad.
- Oh, Lady Anne, con su permiso, espero no estarle causando molestias – dijo la criada como saludo. Se notaba inquieta pero emocionada.
La mujer sonrió para tranquilizarla – Descuida Margie – dejó a un lado las hojas de papel – ¿Hay algo que necesites decirme? -
- Oh, sí, claro, dos cosas. La primera es que afortunadamente el joven Alex ya tomó su medicina – dijo Margie alegremente. Lady Anne la miró divertida y le hizo un gesto significativo – Uh, sí, bueno, me costó algo de trabajo, se escabullía muy rápido, pero ya sabe usted cómo es el joven – continuó Margie con tono de cansancio – Oh, Lady Anne, ¡Él detesta su medicina! Pero con razón, no lo culpo, ¡Uggh! ¡Es horrible! Un día la probé un poquito para mostrarle al joven que no había nada de malo en tomarla pero es todo lo contrario, y... – Margie se detuvo abruptamente dándose cuenta de su imprudencia – Este, oh, mil disculpas milady, yo sé que eso no es de mi incumbencia, yo... -
Anne alzó su mano en un gesto para que se detuviera mientras le sonreía. Conocía muy bien a Margie, disfrutaba de su compañía y ya se había acostumbrado a su carisma y elocuencia, aunque su criada no lo creyera y se disculpara frecuentemente por hablar de más.
- No hay cuidado Margie. Mejor déjame agradecerte por encargarte del cuidado de Alex mientras estoy ocupada en estos documentos importantes, conozco demasiado a mi hijo y sé todos los inconvenientes que te ocasiona – señaló la mujer amablemente y la aludida agradeció con su semblante el que su ama fuera tan comprensiva.
- Sabe que lo hago con gusto milady pues me agrada servirle tanto a usted como al joven –
- Gracias Margie. Ahora dime, ¿Cuál es el segundo punto que querías tratar? -
La criada se sobresaltó como si apenas lo recordara y se apresuró a responder ampliando su sonrisa – Oh, son muy buenas noticias milady, ¡Ha llegado un mensajero de mi señor trayéndole una carta! -
El rostro sorprendido de la mujer de cabellos negros se apreció en su totalidad mientras se paraba de su silla con un rápido pero elegante movimiento. Esto hizo que Margie buscara dentro de sus bolsillos emocionada y cuando al fin encontró el sobre que buscaba se lo extendió a su señora, quien lo tomó al instante. Anne descubrió la carta en el interior y mientras leía su sonrisa iba desapareciendo.
- ¿Sucede algo mi señora? -
- No es nada Margie – la mujer recobró su compostura y le sonrió – Prepara la habitación de mi esposo, él llegará al anochecer -
- ¡Oh, eso es grandioso milady! – la joven criada no cabía en sí de la alegría – Al joven Alex le encantará saber que Lord Deutsch vendrá, ¡Extraña tanto a su padre! –
- Nadie sabrá de esto Margie, ni siquiera Alex, yo misma se lo comunicaré en la noche ¿Me has entendido? – la criada se extrañó por el tono repentinamente serio de su señora pero asintió – Ahora ve con él y cuídale, su salud aún es delicada - Margie se despidió con una leve venia.
Los azules ojos recorrieron una vez más la carta tomándose más tiempo en leerla. Fingió sonreír, el sentimiento de preocupación no se alejaba de su ser. Tenía un pálpito y... ella nunca se equivocaba...
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Aquellos ojos negros, penetraban cada rincón que su vista alcanzaba, vigilantes, acechando. Parada sobre el alfeizar de una ventana, el ave negra contemplaba una habitación vacía, una cómoda de madera barnizada y una gran cama con doseles rojos. Guardó su posición como esperando que el ocupante regresara pero pronto comprendió que eso no iba a suceder. Picoteó dos veces la ventana y elevó su mirada al cielo mientras graznaba. Un sutil batir de sus alas y el cuervo sobrevoló el muro del castillo, rodeándolo por completo y dirigiéndose al terreno llano que antecedía al jardín real al otro lado del palacio. Allí estaría seguro. Se posó sobre una estatua humana de piedra, miró a ambos lados y picoteó la estatua, parecía ser ese su estilo de marcar territorio. Otro graznido y se dispuso a ponerse cómodo sin lograrlo pues con un rápido reflejo evitó un brusco movimiento a su lado provocado por un brazo que intentó golpearlo. El cuervo graznó furioso y se alejó volando.
- ¡Lezzh! ¡Cómo pueden permitir a estos animalejos aquí! Dan escalofríos cada vez que los veo – habló irritada una voz femenina.
La joven, que aparentaba unos 17 años, echó su largo cabello rubio oscuro hacia atrás mostrándose satisfecha. Unos mechones adornaron su rostro cuando dirigió su mirada color miel hacia el palacio que se alzaba ante sí y una sonrisa traviesa bailó en sus labios. La chica llevaba puesto un vestido algo viejo y sucio, y en su espalda una capa color café en el mismo estado y una mochila terciada. Se recostó un poco sobre la estatua donde antes había estado el cuervo, de verdad que estaba cansada, un viaje desde Ipswich no era muy corto que digamos. ¡Pero había valido la pena! Eso no lo negaba.
- Vaya, esta cosa sí que es grande – dijo para sí contemplando el palacio real. Cuando llegó a Londres lo primero que se propuso fue ir a verlo y, debía admitir, le fue fácil entrar. Había rodeado los altos muros que rodeaban el castillo y había encontrado uno perfecto por donde subir, aunque definitivamente nunca se habría imaginado que el castillo y sus inmediaciones fueran tan extensas. Tuvo que recorrer un amplio jardín, luego una especie de mausoleo, luego otro hermoso jardín cubierto de flores, figuras moldeadas con las hojas de árboles y arbustos, y un laberinto del mismo estilo.
Se quedó maravillada observando tanta belleza, elegancia y ostentosidad, y ahora se encontraba en el terreno verde y llano adornado con estatuas, arcos, caminos de tierra que se unían haciendo figuras y una gran fuente en el centro vertiendo el grácil líquido cristalino. Podría pasarse horas y horas contemplando aquel sublime paisaje.
Unas pisadas sobre la grama la alertaron de repente. "Oh, oh..." fue su pensamiento al ver a cuatro guardias en uniforme rojo y blanco, y armados con dagas y espadas, dirigiéndose hacia ella. Con cara de circunstancias, la muchacha se fue deslizando calladamente por detrás de la estatua rogando, a quien quisiera escucharla, que los mamarrachos rojos no se le fueran a acercar. Estaba frita si la pillaban. Pero los guardias seguían avanzando conversando animadamente entre ellos. ¡Debía esconderse y rápido! Un pasito, otro, que no te vean...
- ¡¿Quién está ahí?! – preguntó alerta un guardia al oír el crujir de hojas.
¡Aich! ¿¡Lezzh!, por qué a mí?, se quejó la chica maldiciendo internamente.
- ¿Quién eres tú? ¡Responde! – exclamó serio un segundo guardia dirigiéndose a ella. En un descuido la chica se había dejado ver de ellos.
- Oigan, chicos, esperen, no se sulfuren – comenzó ella encarándolos mientras sonreía inocentemente.
- ¡Responde! ¡Es una orden! – habló un tercer guardia.
La chica rió nerviosa – Pero qué mal genio, ¿Saben? Deben cuidarse, podrían sufrir del hígado. Además creo que deberían ver sus modales, no está bien hablarle así a una chica, es un pequeño consejito, claro, no cuesta nada y ¡Oh, cielos! ¡El Rey! – la muchacha señaló sorprendida hacia atrás de los guardias haciendo que estos voltearan inmediatamente. Para cuando estos se dieron cuenta que los había engañado ella ya les llevaba unos metros de ventaja - ¡Lezzh! ¡Si son tontos! – se decía sonriendo burlonamente.
- ¡Ugggh! ¡Atrápenla!
- ¡Den la alarma, hay una intrusa en el castillo! -
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El rostro siempre amable y alegre de Albert Brennan, el hombre de 70 años, de ojos grises y cabello canoso, se veía ahora opacado por la preocupación al contemplar a su rey. El anciano no podía evitarlo pues apreciaba a su señor tanto casi como un padre a un hijo, el hombre había sido el encargado de su educación y compañía desde que David Williams, la magnánima figura real, era un pequeño niño de 10 años. Aún continuaba a su lado, ahora con el título de consejero real, fiel como siempre, y no podía hacer caso omiso a la nueva situación de su señor.
Y es que la tristeza y el desasosiego no abandonaban el semblante del rey desde la partida de su hija. Albert conocía muy bien lo que esa expresión significaba pues él mismo la había sufrido: soledad. Su esposa había muerto muy joven y sin hijos el hombre de sangre noble se sintió devastado; no fue hasta ser contratado en el palacio real para ser el tutor del joven príncipe que las sombras del pasado pudieron al fin desaparecer para dar paso a un cariñoso y esperanzado hombre, quien se dedicó a proteger al pequeño David y brindarle su amor ilimitado.
Sabía que su rey ya había sufrido de una gran pérdida años antes y con la muerte de la reina parte de su feliz carácter se fue. Ahora la ausencia de la joven princesa, aunque fuera temporal, lo estaba afectando más de lo que Albert imaginó en un principio. No culpaba a la joven pues en parte podía comprender el que quisiera "respirar aire fresco" viajando a otra ciudad, distanciarse de su palacio y responsabilidades, encontrarse a sí misma; también había estado presente cuando su princesa crecía y siempre había notado su carácter rebelde y liberal, que no sabía si se lo imaginaba o es que a veces parecía como un pájaro afligido por no poder volar fuera de su jaula. Albert suspiró. Él también estaría triste si tuviera una hija y no pudiera verla por varios meses.
- ¿Mi señor? – intentó llamar la atención de su rey, quien observaba detenidamente un mapa de Inglaterra expuesto sobre su escritorio en su despacho, o eso parecía pues su mente estaba a miles de kilómetros de distancia – Su majestad, por favor, escúcheme – insistió.
El hombre de roja cabellera pareció despertar de su letargo y se giró hacia el anciano – Lo siento Albert, ¿Me decías? -
- Estábamos analizando el comportamiento de las cosechas en todo el reino, majestad. Dedujimos que, afortunadamente, la época de lluvias llegó justo a tiempo, generando una excelente producción en las tierras fértiles. Para cuando llegue el invierno cada pueblo del reino estará abastecido de las provisiones necesarias – explicó el anciano pacientemente.
- Esa es una muy buena noticia – habló el regente mientras le sonreía.
- Pero presumo que no me había prestado atención anteriormente ¿No es verdad, majestad? – el viejo sonrió con amabilidad.
- Discúlpame Albert, estoy cansado simplemente – el rey se mostró apenado, sólo frente a Albert era capaz de dejar ver tal debilidad.
El sonriente anciano negó con la cabeza – Descuide mi señor, será mejor que dejemos estos asuntos para otra ocasión. Por ahora, sólo la princesa ocupa su mente. No, majestad, no se sorprenda, yo lo entiendo, se preocupa por ella pero es natural pues es su hija. Mantenga la calma mi señor, le entristece su ausencia pero piense que es por el bien de la princesa, ella misma se lo dijo; además está en buenas manos, Lord Henry no lo defraudará y la cuidará hasta con su vida. No se preocupe. Si en algo le puede ayudar este humilde anciano con gusto lo hará, lo he acompañado siempre majestad, sabe que cuenta con mi apoyo -
El rey calló por unos momentos ante tan emotivas palabras. Una sincera sonrisa se escapó de sus labios. Albert, su incondicional amigo, tenía razón.
- Te lo agradezco -
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¡Oh, sí! ¡Los había logrado perder de vista! Una sonrisa de autosuficiencia apareció en su rostro. Era la mejor, sin duda alguna. La joven rubia se escabulló por la pared y cruzó la puerta que tenía delante para encontrarse con por lo menos 50 personas, hombres y mujeres con delantales blancos, hablando, riendo y corriendo de un lado a otro ocupados en la preparación de los manjares del palacio real. Nadie pareció haber notado su presencia en la inmensa cocina repleta de mesas, estantes, utensilios y comida, así que fue deslizándose poco a poco arrimada a la pared tratando se no llamar la atención.
- ¡Wow! – se le escapó en murmullos y se relamió gustosa cuando vio frente a sí la mesa de los postres.
- ¡Vamos pequeña! ¡No te quedes ahí! – le habló una señora regordeta llevando un platón en sus brazos y la chica rubia palideció - ¡Vamos mi niña! No me dejas pasar – la chica dio un suspiro de alivio al ver a la señora sonreír amablemente y le abrió paso mientras le ayudaba a sostener el platón – Oh, muchas gracias, ¡Sí que estaba pesado! – y la señora se fue a continuar su labor no sin antes regalarle otra sonrisa a la joven.
- ¡Qué señora tan amable! ¡Lezzh! – dijo alegremente y sin perder más tiempo la muchacha se comió dos postres, estaba hambrienta - ¡Yumm! ¡Esto está delicioso! -
Un gran alboroto la distrajo a la mitad de un cuarto postre. Se volteó extrañada y rió nerviosa: 6 guardias estaban en la entrada a la cocina mirando desesperadamente de un lado a otro.
- Será mejor que nos apuremos... – murmuró para sí la joven dirigiéndose a la puerta más cercana.
- ¡Ahí está! ¡Es la intrusa! -
- ¡Lezzh! ¡Maldición! -
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¿Acaso estaba soñando? No... no estaba siendo engañada por una fantasía apócrifa de su subconsciente... esto era real, todo lo que estaba viviendo y contemplando en esos momentos era real. Virginia Williams sonrió sinceramente, como muy pocas veces lo hacía, mientras cerraba los ojos y aspiraba el aire de la libertad. El viento chocaba en su rostro níveo dándole la sensación de estar flotando, se sentía feliz. Abrió sus párpados y vio ante sí al pueblo de Londres, la fastuosa aldea que tantas veces había contemplado desde su balcón; le parecía tan lejana entonces, rodeada por colinas verdes, las mansiones de los cortesanos en las afueras, las modestas y grandes casas de los plebeyos en el centro, la plaza empedrada, la iglesia, y las cientos de calles de suelo natural, transitadas por los numerosos aldeanos, plebeyos y cortesanos, hombres y mujeres, niños y niñas, haciendo sus tareas cotidianas, paseando, caminando, en un general ambiente de animosidad.
Instintivamente se aferró más a la chica delante suyo mientras veía pasar todo a sus ojos al ritmo marchante del corcel negro que montaba junto con sus dos nuevos conocidos.
- ... maravilloso... – dejó escapar entusiasmada la joven pelirroja.
- Estoy segura que te encantará Londres Virginia, ya lo verás – le habló la pelicastaña volteándose y sonriéndole ampliamente – Ya estoy ansiosa por mostrarte el pueblo, es muy bonito ¿Sabes? ¡Ah! ¡Y mira! – señaló con su mano – ¿Ves ese castillo en lo alto de la colina allá al frente? Es el palacio real, allí viven el rey y la princesa, ¿No es hermoso? Dicen que el castillo es inmenso, con un montón de lujosas habitaciones, de preciosos salones, comedores gigantes con todos los manjares que puedas desear y un jardín magnífico decorado con arcos y flores... – decía Melissa soñadoramente - ¿No sería maravilloso vivir allí? -
- ... eso creo... -
Pero Melissa no advirtió el tono incómodo y sin emoción de la muchacha extranjera - ¿Tú que opinas Zach? – preguntó distraídamente.
- Pienso que no tiene nada de extraordinario –
- ¿Por qué lo dices? – Melissa lo vio extrañada, Virginia prestó suma atención.
Zach se alzó de hombros – Pueden ser geniales tantos lujos hasta un cierto punto, el resto del tiempo me sentiría acorralado. Eso es lo malo de ser rico, se tienen tantas cosas y a la vez tantas exigencias, protocolo y responsabilidades. Piensa cómo deben vivir en ese castillo, rara vez salen, no me extrañaría que en vez de hogar les parezca una cárcel -
Melissa se sorprendió y frunció el ceño – Um, nunca lo había visto de ese modo... tal vez tengas razón -
Virginia desvió su vista.
- ... no sabes cuánto... – fue el imperceptible murmullo de la princesa.
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- ¡Qué pena! Ya empiezo a extrañar la presencia de su alteza – decía una criada pelinegra mientras doblaba unas sábanas y las guardaba en el armario destinado para ello – Incluso el ambiente se siente distinto y no es para más, mister Albert me ha dicho que el rey se encuentra muy triste, eso me preocupa – suspiró resignada – Ojalá la princesa regrese pronto de Oxford, eso alegraría de nuevo el castillo, y ¡Oh! ¡Sí! Ella tocaría esas hermosas melodías de piano que tanto nos gustan, sería maravilloso, ¿No lo crees Alice? -
La aludida se sobresaltó y miró a su interlocutora algo incómoda.
- Eeeh, por supuesto Grace, yo también espero que milady vuelva pronto – inmediatamente desvió su mirada. "Si supieran que ni siquiera ha abandonado Londres... oh, cielos, todavía me parece una locura...", pensó inquieta.
- Por cierto Alice, tú eres la criada personal de su alteza ¿Verdad? ¿Qué harás ahora que ella no está? ¿Te han dado otras tareas? -
- Mmm, mister Albert no me ha comentado nada todavía, pero por lo pronto puedo ayudarles con el arreglo de las habitaciones del castillo -
- Bueno, creo que el señor Brennan no tardará mucho en darte otra ocupación, pero te agradezco que nos ayudes en estos momentos, unas manos de más no hacen daño – dijo Grace sonriente – Ven, ya terminamos aquí, ¿Te parece si vamos a las cocinas un rato? Me muero de hambre -
- Vamos pues – rió Alice.
Ambas se encaminaron a través de los pasillos conversando animadamente. Lo seguirían haciendo de no ser por un extraño ruido que se escuchó repentinamente, seguido de numerosas pisadas que se alejaban. Grace y Alice se miraron sorprendidas y como siguiendo un impulso corrieron hacia la dirección de donde provenían.
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La joven rubia caminaba tranquilamente por los pasillos del palacio observando todo a su alrededor con el asombro y la emoción coronando su rostro. Hacía unos cuantos minutos había logrado perder de vista a los 6 guardias que la perseguían y sin saber cómo sus pasos la llevaron piso arriba a los pasillos que comunicaban a las numerosas habitaciones del castillo.
- ¡Whao! ¡Qué lujo! – decía sin poder creérselo - ¡Qué suerte tiene Aly viviendo aquí! -
La chica daba vueltas sobre sí emocionada, corría y paraba, abría puertas sin descanso, observaba maravillada, las volvía a cerrar. Parecía una chiquilla con un juguete nuevo. Rió. Tenía que reconocer que a veces se comportaba como una niña.
Unos pasos para atrás. Un golpe. Un estruendo. Oh oh. Se volteó aterrada para darse cuenta que había tirado un jarrón gigante que se vía muy, pero muy lujoso. ¿Eh, costaría mucho? No pudo cavilar más, los 6 guardias estaban detrás suyo. Era imposible que no oyeran el desastre. Les sonrió traviesamente.
- ¿Ups? -
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- ¿Qué ha sido ese ruido? – David Williams se giró extrañado frunciendo el ceño.
Albert Brennan a su lado se vio confundido – No lo sé majestad, ¿Sucederá algo malo? -
El rey guardó silencio. Se encaminó decidido hacia delante siguiendo el sonido de muchas pisadas. Si no se equivocaba se dirigían hacia las escaleras que daban al salón principal del palacio.
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¡Uff! ¿Cuándo iba a aprender? ¡Estaba haciendo mucho escándalo! ¿Terminaría en graves problemas? La rubia corría como si su vida dependiera de ello, encontró delante suyo unas grandes escaleras y no dudó ni un segundo en bajarlas llegando a un salón inmenso que no estaba segura de poder cruzar completamente, los guardias ya estaban en sus talones. ¡Esa puerta! Si la atravesaba se libraría de los mamarrachos. Volteó a ver a sus espaldas y vio a uno de los guardias casi agarrarle de la capa. Dio un pequeño salto. Giró su vista al frente.
La muchacha frenó en seco. 4 guardias la esperaban.
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El rey de Inglaterra llegó al inicio de las escaleras principales, seguido de su fiel consejero, para encontrarse con una escena que lo sorprendió de sobremanera. Abajo, en el salón, una jovencita rubia se debatía entre los brazos de 4 guardias que intentaban sujetarla mientras otros 6 alrededor se veían indecisos en si intervenir o no. La muchachita les estaba causando problemas a sus compañeros.
Unos pasos a sus espaldas lo distrajeron momentáneamente y el rey vio acercándose a dos criadas corriendo que se pararon agotadas a su lado.
- Su majestad, ¿Qué está ocurriendo? Oímos un ruido y luego muchas pisadas – dijo una de ellas preocupada, la reconoció como Alice, la criada personal de su hija.
El rey no contestó, sólo se limitó a indicarles con la cabeza lo que estaba sucediendo en el salón principal.
- ¡Hey! ¡Suéltenme! ¡Lezzh, yo no he hecho nada malo! ¡Oigan, mamarrachos! ¡Demonios, ya déjenme! ¡¿Qué no me oyeron?! – gritaba la rubia a todo pulmón irritada.
- ¡¡YA BASTA!! -
Silencio inmediato. La chica dejó de retorcerse y todos miraron hacia donde provenía la autoritaria voz. El rey bajó las escaleras bajo la atenta mirada de los presentes. Atrás suyo, un anciano y dos criadas le seguían.
- ¿Qué ocurre aquí? – habló el rey con voz fría.
Los 10 guardias adoptaron una posición firme observando a su regente y la muchacha rápido se arrodilló inclinando su cabeza en sumisión. La verdad nunca había visto al rey en persona pero por la actitud de los mamarrachos dedujo enseguida quién era el hombre de rojos cabellos. Además, se dijo, no por nada llevaba esa distinguida corona.
- Con su permiso de hablar, su majestad, esta joven se introdujo ilícitamente al castillo – comenzó un guardia – Es una intrusa, su alteza, y creemos que con malos propósitos -
- ¡Eso no es verdad! – lo interrumpió la aludida. El rey la miró atentamente - lo siento su majestad – volvió a inclinar su cabeza.
David calló mientras la observaba con el ceño fruncido. Albert se adelantó – Mi señor, deberíamos preguntar su identidad y escuchar sus razones ¿No lo cree? -
Hubo un momento de silencio. Grace, invadida por su curiosidad, aprovechó esto para jalar de la mano a Alice y se adelantaron para ver mejor quién era la muchacha que había causado tal alboroto. Alice quedó situada a un lado de su rey y al ver a la chica palideció notoriamente.
- ¡Oh, no! Emi... – no pudo evitar pronunciar aterrada en voz alta. David se volteó a verla.
- ¿Conoce a esa joven Alice? -
Al oír ese nombre la rubia alzó su cabeza sorprendida. Ojos miel se encontraron con sus gemelos. El rostro de la muchacha rubia se relajó ligeramente y rió nerviosa mirando a la joven de cabellos castaños y ondulados.
- ¿Aly? Hola hermana... -
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A pesar de su sencillez la casa le parecía muy acogedora, y estaba arreglada y en buen estado teniendo en cuenta que la habitaban dos hombres, como ya el chico prepotente de mirada esmeralda le había explicado. Hacía unos pocos minutos habían llegado, entrando por la parte trasera de la casa pues ahí estaba el pequeño establo en el que vivía Nathcore, el corcel negro al que ya le había cogido cariño, y al parecer éste también a ella.
Ahora ya habían dejado atrás los dormitorios, la sala de estar y el taller del padrino. A Virginia Williams no le agradó del todo el seguir en compañía del odioso muchacho pero ante la insistencia de Melissa accedió, por alguna razón su nueva amiga no deseaba irse todavía y logró convencer al chico para hacerle un tour a su "invitada" por toda la casa.
- Por aquí chica de Bristol -
Esta bien, respira, profundamente. Es sólo un chiquillo inmaduro que aún sigue resentido y se ha ensañado contigo. Fuiste educada para no perder el control incluso en las situaciones extremas.
- Y esta, pelirroja, es la puerta a la cocina -
Esto ya era suficiente.
- Tengo nombre – lo fulminó con la mirada.
- Y yo también ¿No es excelente? -
- Te estás comportando como un infante. Tu orgullo no te da el derecho de ser insolente -
- Eres irritante -
- ¿No te enseñaron el ser respetuoso? ¿Y más con una dama? -
- Para mí eres una chiquilla – la miró desdeñosamente.
- Cuida tus palabras – entrecerró aún más los ojos.
- ¿Es eso una amenaza? – sonrió burlonamente.
Ella se cruzó de brazos – Podría serlo. Aún no me conoces -
- Ni que quisiera -
- No lo vales -
- ¡Ya basta ustedes dos! -
Pelirroja y ojos verdes se giraron extrañados para ver a Melissa bufando enojada frente a la puerta de la cocina.
- Él empez – se defendió Virginia exasperada. Sabía muy bien que su comportamiento no era el adecuado para una princesa pero simplemente no podía evitarlo estando junto a Zachary Mkerler.
- ¡No lo hice! -
- ¡Zach, basta! ¿Por qué te comportas así? Virginia no te ha hecho nada malo, ¿Aún insistes en eso de tu orgullo? ¡Por favor! – Melissa podría aceptar ante su diario que sentía una fuerte atracción por ese chico pero definitivamente a veces no podía entender su actitud - Oigan chicos, no discutan más, no hace más de una hora que se conocen, deberían intentar llevarse bien – añadió esperanzada.
- Tu propuesta es noble Melissa, no obstante la tendré en cuenta cuando él haya madurado y sea capaz de sostener una conversación civilizada – refirió la princesa recobrando su digno porte.
- ¿Qué estás insinuand...? –
La réplica del furioso chico quedó a medias cuando los tres oyeron un ruido y luego un intenso olor a quemado salió por entre las rendijas de la puerta. Zach se apresuró a entrar y las chicas lo siguieron para encontrarse con una densa humareda que cubría casi toda la cocina.
- ¿Thomas? – preguntó inseguro el ojiverde cuando al disiparse el humo vio aparecer al hombre en cuestión llevando un delantal blanco, un gorrito de chef y todo cubierto de harina y lo que sea que estuviera preparando.
- ¡Zach! ¡Hola! ¿Cuándo llegaste? – habló el hombre con una radiante sonrisa y sus ojos azules brillando de alegría.
- Hace unos minutos – respondió el chico desconcertado.
- Oh, ya veo, ¡Ah! ¡Hola Melissa! ¡Y...! Eh, ¿Tú quién eres? – se sacudió un poco el delantal y se aproximó a las jóvenes. La princesa le sonrió amigablemente.
– Virginia Shelton – dijo con distinción mientras le extendía el dorso de su mano para luego corregirse rápidamente - el besar el dorso de la mano sólo era una costumbre entre cortesanos -. Pero el hombre ignoró esto y tomando delicadamente la mano de la joven termino dándole un beso cortés en sentido simbólico de su presentación.
- Un gusto en conocerla bella joven, mi nombre es Thomas Neihgeels – refirió contento guiñándole un ojo y haciendo una reverencia.
Virginia decidió seguir el pequeño juego y con toda la elegancia de su posición hizo una sutil venia a la par que movía su falda – El gusto es mío noble caballero – ambos rieron con ganas.
- No te veía en esas Thomas – Zach no sabía si extrañarse o burlarse por la escena. Su padrino le hizo un gesto de "Te sorprendería" pero cambió en un instante a uno de preocupación, se había quedado observando al muchacho - ¿Qué...? -
- ¿Te peleaste? – lo interrumpió el hombre frunciendo el ceño y tomándole el rostro a su ahijado quien tenía dos moretones. El chico iba a replicar pero Thomas lo calló con la mirada y empezó a palparle el torso en busca de heridas. Cuando llegó a la altura del estómago el chico dejó escapar un gemido de dolor – Lo sabía, ¿Por qué ha sido la pelea esta vez? -
- Stevens – masculló el de cabello azabache como si eso lo explicara todo – No te preocupes, pude manejarlo – desvió la vista de su padrino.
- ¡Ese muchacho! ¿Por qué te dejaste provocar? Y lo más importante ¿Por qué seguiste con la pelea? -
- No lo hice y ya déjate de preocupar – dijo cortante.
- Zach, es tu padrino, tiene todo el derecho – Melissa intentó menguar la tensión.
- Melissa, no quiero hablar al respecto – si alguien hacía un comentario más le iba a colmar la paciencia: estaba irascible, no era su día y la presencia de la pelirroja que lo había humillado y la jaqueca que regresaba no ayudaban en absoluto.
- Pues deberías – bufó al oír la voz calmada e indiferente de la pelirroja – Descuide señor Neihgeels, el joven aquí presente se encuentra bien. Sólo fue un altercado menor del que fue víctima injustamente, no fue el causante de la pelea y habría podido defenderse si dos gigantes no lo tuvieran apresado. Afortunadamente todo se solucionó, pienso, solamente, que necesita compresas frías y un buen descanso. Sólo que a estas alturas no ha prestado atención a ninguno de mis consejos ni dignado a un simple "Gracias" o "Disculpa" – dijo esto último resentida girándose hacia el chico quien la veía con sorpresa.
- Eh, Melissa ¿Podrías explicarme qué realmente sucedió? – susurró Thomas a la chica desconcertado viendo como los otros dos se fulminaban con la mirada.
Melissa soltó una risita y se dispuso a contarle al hombre lo acontecido hora atrás, la emboscada de Mike Stevens, la pelea y cómo Virginia Shelton había venido en su ayuda, narrando embelesada la habilidad de la pelirroja con la espada, a lo que el hombre soltó un "¡Whao!" prestando suma atención. A la pregunta del hombre del por qué le daba la impresión que a su ahijado no parecía agradarle la otra joven, Melissa le respondió con un simple "¡Puro orgullo!" y Thomas comprendió a la perfección, conocía muy bien a Zach.
- ¡Muy bien! Ya que se me ha aclarado todo el asunto ¿Qué les parece si comemos un poco? – sugirió Neihgeels para saldar toda discusión, los otros tres levantaron una ceja.
- No me digas que de verdad hiciste algo con esos 7 kilos de harina que me mandaste a comprar -
- ¡Pues ya ves que sí! Y Zach, no me mires de ese modo, yo también sé cocinar – el aludido se llevó la mano al rostro mientras su padrino sonreía – Ahora todos se me van inmediatamente al comedor que ya les sirvo, trabajé en esto toda la mañana, ¡Ya verán! – decía dándoles pequeños empujones.
Desconcertados los adolescentes le hicieron caso y salieron de la cocina para sentarse a la mesa del comedor.
- ¿Está preparando postres? -
La pelirroja oyó el murmullo inquieto de Melissa y el asentimiento trágico del muchacho. Virginia no entendió las caras de angustia de los otros aunque no tuvo tiempo de pensar en ello puesto que inmediatamente entró en la escena el que sabía era el padrino del ojiverde con una gran bandeja llena de pastelillos, bizcochos, galletas, masitas, hojaldres, rellenos, pancitos, pequeñas tartas, y toda una variedad de postres más. Se veían deliciosos y ahora recordaba que no había comida nada desde la mañana.
Thomas dejó toda la merienda sobre la mesa aguardando emocionado a que su ahijado e invitadas la probaran. Pasaron unos segundos de incómodo silencio y al hombre se le borró la sonrisa.
Zach tosió con disimulo – Eeeh, Thomas, verás, es que de verdad no tengo apetito, lo siento – intentó sonreír fingidamente.
- Este... yo tampoco, perdona... – ahora fue Melissa la que habló apenada.
El apuesto hombre de cabellos negros levantó una ceja sin comprender advirtiéndose la decepción en su rostro. A Zach y Melissa no les gustó para nada esto pero es que no podían arriesgarse una vez más. Ambos recordaban muy bien que el padrino de ojos azules podría ser muy bueno en la cocina pero cuando se trataba de postres y todas sus variedades no había esfuerzo que valiera. La última vez que probaron los pastelitos del hombre tuvieron que guardar cama un día entero por el terrible dolor de estómago.
Al ver la negativa Thomas ya se disponía triste a llevarse todos sus postres cuando ante su sorpresa y la mirada aterrada de los otros dos jóvenes, la pequeña pelirroja tomó en sus manos uno de los pastelitos y probó un pedazo. Los tres pares de ojos expectantes no perdían de vista el rostro concentrado de la joven que mordía lentamente el pedacito de pastel y contuvieron el aliento cuando ella volteó a ver al adulto. Poco a poco una sonrisita se dejó ver en los tiernos labios.
- Realmente exquisito –
- ¿Uh? ¿En serio lo crees? – el hombre se veía radiante. Zach y Melissa intercambiaron miradas sorprendidos y con valor tomaron cada uno un bizcocho para luego asentir alegres al hombre después de probarlos.
- Por supuesto señor Neihgeels, no hay duda - la princesa respondió al mayor sonriéndole dulcemente y siguió engullendo con gusto el pastelito.
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- ¡Eres una chica muy bonita! – habló el pequeño de 12 años correteando alrededor de las dos muchachas.
- ¡Jimmy! Por favor no empieces con eso -
- ¿Y porqué no puedo? Yo solamente estoy diciendo que es bonita y agradable ¿Qué hay de malo en eso? A Virginia no le molesta, ¿Verdad que no, Gin? – el chiquillo le guiñaba el ojo a su nueva amiga.
- No, pero la próxima vez debes ser más delicado al lanzar piropos a una chica Jimmy, si quieres conquistar a una por ejemplo háblale sutilmente y halágala con cortesía, ese es un buen comienzo – contestó la princesa amablemente divertida por las palabras del pequeño.
- ¡Claro! Buen punto, debo tenerlo en cuenta para decírselo a ese chico ¿No es verdad hermana? – inquirió con mirada maliciosa – Oye, Gin, tú sí que das buenos consejos – y el chico se adelantó unos pasos para evitar la mirada furiosa de Melissa Ashton.
- ¡Uggh! – resopló la joven - Perdona su imprudencia, no sé a qué horas te cogió tanta confianza para darte ese diminutivo -
- En realidad no importa. No te enfades Melissa y tenle paciencia, es sólo un niño -
- ¡Ja! Sólo te ha mostrado su carita buena, créeme, en realidad es insoportable -
- Pero lo quieres -
Melissa la vio exasperada y gimió asintiendo con la cabeza. Hacía por lo menos dos horas que habían salido Virginia y ella de la casa de Zach cargadas cada una con una porción de pastelillos después de un alegre "¡Vuelvan pronto!" de Thomas y un último intercambio de duras miradas por parte del ojiverde y la pelirroja. Minutos después se encontraban en la casa de la joven Ashton siendo Virginia presentada a la familia de ésta.
- Bueno, no hay muchas comodidades que podamos ofrecerte pero sé bienvenida en esta casa – había dicho Lorraine Ashton, dándole un gentil abrazo maternal.
Luego de asignarle una habitación a la nueva huésped y tomar el almuerzo en la casa, Melissa había insistido en llevar a Virginia a conocer el pueblo pero no imaginó que el diablillo que tenía como hermano se empeñaría en acompañarlas. Así había transcurrido el tiempo para las adolescentes y el pequeño, conversando, conociéndose y paseando por las calles pueblerinas para total gusto de la pelirroja, quien se maravillaba con cada casa, camino, construcción, lugar, adorno, tienda y persona que se encontraba. Y Melissa disfrutaba viéndola, en poco tiempo y ya la consideraba una gran amiga, habían descubierto que tenían muchas cosas en común además de la edad. Asimismo, había algo que le llamaba la atención de la pelirroja, tal vez eran sus gestos demasiado elegantes para una plebeya, o la forma sutil de caminar, o la gracia de sus palabras tan cultas; si no le pareciera imposible, creería que la que andaba a su lado era una noble cortesana en vez de una campesina. Esto la hacía fascinarse y al mismo tiempo sentirse inferior, pero luego miraba a la joven y se convencía que se trataba de una simple chica como ella, sólo que bien podría haber sido muy bien educada.
- De verdad, te agradezco el que me hayas hospedado en tu casa Melissa – la voz de la muchacha la hizo regresar a la realidad. Le sonrió.
- No hay de qué, pero ya te dije que fue un gusto, a papá y a mamá le agradaste un resto ¿Sabes? Además hubieras tardado siglos en encontrar un buen cuarto, no podría permitir que después de lo que hiciste por nosotros te quedaras con cualquiera. Era mi casa o la de Zach, después de todo – dijo divertida.
- Gracias, pero si lo dices de ese modo prefiero tu casa -
- Oye, ¿En serio no te agrada para nada? -
- ¿Quién? ¿El chico soy-insolente-y-desagradecido? -
- Ese mismo – rió – Creo que deberías darle una oportunidad, sólo está sentido por no poder haber hecho nada mientras Stevens le golpeaba, quería ayudarme y tampoco pudo, el hecho de que llegaras y te deshicieras de ese rubio con tanta facilidad le hizo sentirse inútil -
- Entiendo tu punto y en cierto modo lo comprendo a él, pero se está dejando llevar por un orgullo sin sentido -
- Lo sé, pero ya se le pasará, verás que si lo conoces te va a agradar -
- Eso lo dudo pero lo intentaré. Aunque ya me debe dos -
- Una salvada y un dolor de cabeza – enumeró la pelicastaña – tiene mucho que agradecerte. Descuida, de eso me encargo yo, le sacaré las gracias aunque sea lo último que haga –
Y ambas estallaron en risas que fueron opacadas al instante por un terrible bullicio calle arriba. Con asombro vieron a un gran tumulto de gente asustada que corría en dirección de ellas haciéndose hacia a un lado lo más rápido que podían.
- ¿Pero qué…? – las palabras quedaron en el aire cuando Melissa advirtió la razón de tal agitación: un gran caballo marrón galopaba desbocado por la calle llevando a rastras una maltratada carreta llena de sandías y el que parecía ser el dueño la perseguía corriendo a la vez que gritaba jadeando "¡Cuidado! ¡Apártense! ¡Alguien que me ayude a pararlo!". Pero nadie se atrevía, el caballo relinchaba y seguía su camino sin control, su velocidad mermada apenas por la carga que arrastraba. Melissa se volteó con miedo - ¡Jimmy! ¿Dónde estás? – su hermano apareció asustado al lado de ella y con un brusco movimiento la chica lo cogió a él y a la joven pelirroja llevándolos fuera del camino de la bestia.
Virginia se dejó empujar por su amiga sin dejar de pensar que lo que estaba pasando era aterrador. ¿Por qué nadie hacía nada? Bueno, tenían razón, era muy peligroso acordonar a un caballo en ese estado y más cuando lleva carga. Sólo que cuando se trataba de esos animales ella… ¡Uggh, maldición! ¡No podía soportarlo! Tenía que hacer algo al respecto… Su mente sopesó rápidamente todas las posibilidades que tenía, error, se acababa el tiempo, todas le parecían suicidas… el caballo terminaría estrellándose contra algo causando un horrible accidente a menos que…
La chica reparó entonces en la casa que tenía a sus espaldas: un gran balcón se extendía en el segundo piso justo encima de la calle y debajo de él una especie de carpa lo cubría y sus extremos eran sujetados por cuerdas que pasaban por un pilote horizontal y caían tensas hasta amarrarse en la parte baja de unos postes que llegaban a tierra, seguramente la carpa era utilizada para impedir que la humedad se concentrara en la madera del balcón y se corroyera. Con sigilo la pelirroja se acercó a los postes y comenzó a desamarrar las cuerdas de la carpa, si sus cálculos eran correctos, al soltarla caería sobre el caballo y eso quizás podría detener su carrera. Lo hizo rápido sin que nadie lo advirtiera, la gente del pueblo estaba más pendiente de la bestia, corrían y le abrían camino, unos cuantos intentaron colocar obstáculos pero el caballo los esquivó y otros, más prudentes fueron a buscar ayuda.
Ya casi estaba, un último nudo. La princesa vio al caballo a unos cuantos metros de su posición y decidió que este era el momento. Con fuerza tiró de las cuerdas que por la tensión subieron inmediatamente liberando la carpa.
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- Por lo que me has contado me gustaría conocerla, ¡Vaya! Esa chica sí que tiene agallas, es que enfrentarse de esa manera a Stevens y dejarlo en ridículo saliendo airosa… ¡Es genial! ¡Me hubiera gustado estar presente para verle su puñetera cara reventar de la furia! – el pelirrojo sucumbió en una sonora carcajada.
- Ya, fue suficiente, con eso me estás echando en cara que no pude darle su merecido a ese estúpido – Zach bufó indignado con las manos en los bolsillos.
- Sip, la que lo hizo fue ella -
- ¡Daniel! -
- Ya, ya, está bien, ¡Qué carácter! Vamos Zach, por lo menos debiste agradecerle a la chica el que evitara que esos idiotas te siguieran dando una paliza -
- Ajá, Daniel, yo también te quiero -
- Ahórrate el sarcasmo, a mí no me puedes negar que de no haber ella llegado ahora mismo ni siquiera podrías pararte -
- ¡No fue mi culpa! Esos gorilas no me soltaban y esa horrible jaqueca no me dejaba actuar -
- Bien, pero aun así sigo creyendo que tu orgullo está de más en esta ocasión -
- ¿Tú también? ¡Aggh! Thomas no ha dejado de repetírmelo -
El pelirrojo rió divertido – ¡Ja! Zach, si sigues así esa chica de Bristol va volver tu vida de cabeza. Por cierto ¿De verdad fue ella la que te quitó la jaqueca que tenías así como así? -
Zach gruñó. Ahora también le debía esa.
------ Flash Back ------
El muchacho dejó lanzar un gemido a la par que se sostenía fuertemente la cabeza. Se había incorporado demasiado rápido de la silla y la punzada de dolor volvió.
- Zach, ¿Qué ocurre? – preguntó su padrino con voz preocupada.
- ¿Uh?, descuida, es sólo una tonta jaqueca, ya se pasar – el de ojos esmeralda se frotaba las sienes haciendo una mueca.
- ¿Hace cuánto la tienes? -
- No import… desde esta mañana – añadió ante la cara de reproche de Thomas.
- ¡¿Por qué no me lo dijiste?! – el padrino sobreprotector al ataque.
- ¡Por que no había necesidad! ¡Yo…! – Zach paró en seco, Virginia se había puesto delante de él con el ceño fruncido.
- ¿No te cansas de discutir? – bufó la joven con desdén tomando entre sus manos la cabeza del muchacho.
- ¡Aggh! ¡¿PERO QUÉ HACES?! – fue el grito de él cuando ella presionó con fuerza sus dedos. El chico quedó embobado unos segundos sobándose la cabeza.
- Ya está, la jaqueca se ha ido – resolvió la joven y le sonrió con autosuficiencia.
- ¿Qué has...? – se quedó quieto. Era verdad, ya no tenía dolor de cabeza. ¡Maldición! ¿Qué rayos había hecho ella?.
- Es una clase de técnica china, al presionar ciertos puntos de lo que tienes por cabeza alivia el dolor al instante. Muy práctico en mi opinión – fue la explicación que obtuvo de la pelirroja a su pregunta implícita.
- ¡Sensacional! Eres muy culta pequeña, ¿Algún día me lo puedes enseñar? – era la ovación de Thomas. Melissa la vio y asintió fervientemente.
Fue el turno de Zach para ver a "la chica de Bristol" con desconcierto. La ira creciendo poco a poco. ¡¿Tenía que ser buena para todo?! ¡¿Y siempre dejándolo en ridículo?! ¡Esto ya era el colmo!
La pelirroja se sentó indignada cuando ni una palabra salió de los labios de él.
------ Fin del flash back ------
- Mejor cambiemos de tema ¿Te parece? – reaccionó con tono abrupto.
- Como tú digas – el risueño pelirrojo se alzó de hombros – Estaba pensando en que... ¿Uh? – un ruido captó su atención - ¿Esos son gritos? – Daniel y Zach se miraron confusos.
Los demás transeúntes de la plaza central se quedaron extrañados al igual que ellos. Podían percibir una gran algarabía unas calles más allá. De repente vieron aparecer a por lo menos diez personas que corrían pidiendo ayuda. Los tres guardias de palacio encargados de la zona fueron inmediatamente a su encuentro y después de intercambiar unas cuantas palabras salieron en dirección del problema.
Zach Mkerler y Daniel Jansen no se lo pensaron mucho. Al instante corrían tras los guardias esperando ser de ayuda en lo que quiera que estaba pasando. Se dirigieron calle abajo atravesando corredores, unos metros más y vieron a la gente del pueblo agolpándose a lado y lado de la calle, temerosos ante un caballo desbocado arrastrando una carreta. Los guardias ya iban a intervenir cuando ante la sorpresa de todos vieron cómo una carpa se deslizaba desde un balcón, cubriendo en su caída la cabeza del sobresaltado animal haciendo que éste relinchara azorado pero detuviera su carrera sin poder ver, aunque seguía girando sobre sí mismo, dando pasos atrás y adelante totalmente desorientado.
- ¡Sosténgalo! – los guardias se abalanzaron contra la bestia y sujetaron las muy útiles cuerdas de la carpa.
Hubo un colectivo suspiro de alivio. Muchos se mostraron alegres pero otros miraban con cautela, el caballo aún se debatía en soltarse.
Una joven pelirroja sonreía entre la multitud cerca al animal.
Un niño y su perrito canela miraban curiosos a la bestia.
- Bueno, ya está controlado – la voz de Daniel se tranquilizó. A su lado Zach no quitaba la vista de los guardias y sus intentos desesperados de domar al caballo.
Todo pasó en una ráfaga de segundo. El tiempo pareció congelarse.
Una embestida del caballo. Una cuerda escapándose de las manos de uno de los guardias. Un ladrido. El perrito zafándose de las manos de su amo. El niño corriendo tras su mascota. Pequeño y canino parados justo en frente de la gran bestia. El grito de la multitud. Otro embiste del caballo, un levante de sus patas delanteras. La caída de estas...
Una joven atravesándose en su camino...
El cuerpo tenso de Zach, su boca dejando escapar una exclamación de terror.
- ¡¡¡PELIRROJA!!! -
...
.....
.......
- ¡¡¡AAAAAHHHH!!! -
El grito aterrador en la habitación antes silenciosa.
- ¡¿Q-Qué?! ¡¿Qué pasó?! – la exclamación de varias voces.
Las luces se prendieron, cuatro chicas se pararon sobresaltadas de sus camas. Voltearon hacia la única que había podido gritar de esa manera: una joven pelirroja sentada en su lecho, el cabello largo cayendo desordenado por su espalda, la respiración agitada, el sudor cubriendo su rostro confundiéndose con las lágrimas que rodaban por sus mejillas, su expresión ininteligible, sus ojos azules abiertos de par en par, asustados, sin ningún brillo, sin enfocar nada.
Unos ojos miel se aterraron y una chica salió del trance. Se dirigió en zancadas hacia su compañera de cuarto, sentándose a su lado y no muy segura pasó su brazo por los hombros de la joven atrayéndola hacia sí. La pelirroja se dejó abrazar, no parecía estar consciente de su estado, jadeaba y temblaba ligeramente.
- ¿Ginny? ¿Te encuentras bien? –
No recibió respuesta. Se inclinó y unos mechones castaños y ondulados cayeron por su rostro. Repitió la pregunta y un estremecimiento de la chica en sus brazos le siguió. Miró inquieta a sus otras compañeras.
- Alyson, haz algo... – pidieron éstas con semblante preocupado.
La aludida asintió.
- De seguro fue una pesadilla Ginny, tranquila – susurró con voz dulce.
Otro estremecimiento por parte de la pelirroja, Alyson acarició con su mano el cabello de fuego. De pronto se detuvo, le había escuchado murmurar algo... Se inclinó un poco más y prestó atención. Sí, la pelirroja decía algo entre jadeos...
... miedo... ¿Por qué?...
Alyson levantó una ceja extrañada.
... lo siento... es ella... es ella...
- ¿De quién hablas Ginny? -
... no... ¿Por qué?... ¿Por... qué?... ella... tú... ¿Yo...?... eres tú...
- ¿Ginny? -
... eres... tú... ¿Quién?... ¿Quién eres?...
Los murmullos cesaron, el cuerpo desfalleció en sus brazos. Ahora Alyson sí estaba asustada.
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Nota de la Autora:
Me gustaría dedicar este capítulo especialmente a tres personas que se portaron re lindas conmigo y siento no haberles escrito antes: a Rebeca en el viejo continente, a Valeria en el polo sudamericano y a Liliana al norte de mi pais, Colombia. A ellas tres se los dedico y les mando un afectuoso saludo y un gran abrazo, gracias por todo chicas.
También quiero destacar y agradecer a Azkaban y K-mione, quienes fueron muy atentas y me dieron sus ideas, siendo las responsables del nombre del caballito de Zach.
De nuevo pido disculpas, seguramente se habían aburrido de estar esperando un nuevo capítulo. Puse todo de mí para poder terminar éste y hacerlo lo más ameno posible y largo en compensación por la espera. Ojalá no los haya defraudado.
Primero que todo quiero agradecerles por leer mi fic, significa mucho, en serio. Y por supuesto, no olvido sus maravillosos reviews, no imaginé que tuviera tantos y me emocioné por su apoyo que vale mil.
Arigato por sus comentarios que no puedo dejar de responder:
Darklade: Hola Rebeca¡ no está de más decir que tu review me dio mucho ilusión. Gracias amiga, vales oro nn. Lo que sí no tengo son palabras para disculparme contigo, seguramente debes odiarme por no haberte escrito en meses, lo siento mucho, no supe manejar la situación por la que pasaba y terminó opacándome, no quería saber de nadie. A veces me gustaría retroceder en el tiempo pero lo hecho, hecho está. Espero llegues a comprenderme, eres una gran chica, dulce y madura y no me gustaría perder tu amistad. Sólo me queda recordarte que este capítulo también va dedicado a ti así como en mi primer fic ¿Lo recuerdas? Nunca olvidaré que fuiste la primera en escribirme cuando era una chiquilla publicando una novatada. Arigato. Espero que te guste este chap, ya ni sé cómo logré terminarlo pero lo hice y ya ves el resultado, ¿Qué opinas? Intenté hacerlo más divertido y con un nuevo estilo, no es un gran cambio pero algo es algo, ¿Crees que está bien? Aún no me convenzo pero disfruté narrando las escenas, le he cogido un gran cariño a los alteregos del siglo XVIII, Virginia y Zach son mis favoritos aunque todos tienen su encanto nn. Este, dime ¿Qué es cortar el punto? No entiendo esa expresión pero estoy de acuerdo contigo en que la escena del "héroe enmascarado" como la llamas es muy entretenida. Ahora sí ya entiendo lo del guión, vaya, no creí que se fuera a ver así, y ¿Dónde está Daniel? Bueno, tendrá más participación más adelante aunque en este chap apareció un ratito. En cuanto al beso de Ron y Hermione trataré de seguirlo adelante pero le voy a ver si le doy por otro lado. Bue, como dices: ¡a escribir! Intentaré hacerlo lo más pronto que pueda, ruego para que la musa llegue a mí y el tiempo me alcance. De nuevo gracias y gomen ne. Te mando un abrazo, chau¡
Leri: ¿Cómo tas Valeria?¡ Un gomen ne no basta por haberme ausentado tanto tiempo ¿Verdad? Realmente lo siento, perdóname, también por no haberte escrito uu. Espero me comprendas. También este capitulo va dirigido a ti, lo mereces pues tengo que agradecerte mucho; dime, ¿Qué te ha parecido la historia? Ya al fin pude continuarla e intenté hacerla lo mejor posible, es difícil pues tengo que tratar con dos épocas a la vez pero ahí se va dando mientras trato de no restarle importancia a ninguna y ponerles una buena trama. Me dijiste que te había gustado el fic, me agrada mucho, al igual que tu review, fue el más largo y me emocioné de sobremanera nn. Qué bien que te gustó la escena en donde Virginia se enfrenta a Mike y tienes razón, Draco es divino así se comporte de esa manera; aunque Zach no se queda atrás, lo malo ahora es que se dejó llevar por su estúpido orgullo, ¿Sabes? No se me había pasado por la cabeza que se parecía a Van, jeje, conozco la serie de Escaflowne sólo que no me la vi completa así que no sabía de esa escena que citaste. En cuanto a tu planteamiento de la situación entre Ron y Hermione, yo también lo he pensado así, creo que ya es definitivo que ellos dos quedan juntos y eso me encantaría, así Harry se puede fijar en Ginny y queda de cuñado con su mejor amigo jeje. Por otra parte, intentaré ahora en concentrarme en actualizar "Viaje al pasado", lo he tenido abandonado. Bue, por cierto, ¿Cómo van tus clases? Ojalá bien y hayas podido recuperar la nota que me mencionaste la última vez nn. Ah, y por supuesto, sigue con tus fics porque eres una excelente escritora, cuídate¡
Azkaban: Hola¡ gomen por el retraso pero aquí me ves de nuevo. Es un gusto que te encante mi fic y gracias por tus reviews. En especial quiero agradecerte por tus sugerencias para el nombre del corcel negro, fueron muy creativas nn. Habrás notado que el nombre del caballo no coincide con ninguno que me diste, lo que sucede es que, verás, hubo otra persona que también me sugirió nombres e igualmente me pidió que la tuviera en cuenta. Estuve indecisa por lo menos media hora hasta que se me ocurrió juntar las ideas, de este modo el nombre "Nathcore" es la mezcla de Falcore y Avonath, que me gustaron mucho en un principio, y bueno, el resultado me gusta aún más. Quería preguntarte si te molesta el que haya hecho esto. Bueno, de todos modos eres parte de la autoría del nombre como lo dije en la nota de autora y gracias por esto nn. Ahora, aclarando varios de tus puntos citados en los reviews, quiero decirte que la cuestión de las edades no tiene mucha importancia que sea diferente en las dos épocas, van a ver muchas desiguales aparte de las de Virginia y Melissa, es sólo que veo necesario el cambiarlas por las circunstancias. Acerca de las parejas, bueno, soy fiel seguidora de H/G y Hr/R así que no tienes que dudar que queden juntos pero como el corazón a veces te traiciona entonces algunos personajes simplemente están equivocados de sentimientos, el que a Melissa le guste Zach es un ejemplo de ello y lo de la sonrisa de él cuando ella estaba durmiendo es porque le parece tierna y la ve como una hermana. Bueno, espero que te haya gustado este capítulo y vuelvas, nos leemos¡
K-mione: ¿Qué tal? Supongo que te cansaste de esperar por la actualización, perdona uu. Pero esperando dejar todas las dificultades atrás subo el capítulo cuarto ahora y te agradezco mil el que me hayas escrito los reviews y me dejaras sugerencias para el nombre del caballo negro nn, como lo dije en la nota de autora. Seguramente ya notaste que no coincide con ninguno que me diste y quiero aclarártelo, lo que sucede es que otra persona también fue muy atenta y me dio sus ideas, no me pareció correcto dejar a una de las dos de lado así que mezclé las sugerencias. El nombre del caballito "Nathcore" es la unión de Falcore y Avonath que me gustaron mucho. Creo que el resultado se oye bien pero espero no te moleste lo que hice. Arigato por lo que piensas de mi fic, cada día me voy esforzando más para desarrollarle una buena trama a las dos épocas sin restarles importancia a ninguna, y bueno sí me cuesta escribirlo por muchas razones aunque rara vez lo escribo a mano, no sé si ya es costumbre pero se me da más tipearlo de una vez en la computadora. Dime ¿Qué te ha parecido? Ojalá te agrade este nuevo capítulo nn nos leemos en otra ocasión¡
Alisse: Hola, me alegra que te haya gustado mi historia. Gracias por tu comentario y descuida, seguiré escribiendo, sólo disculpa por la demora. Espero no tardar tanto para el próximo capítulo. ¡Chao!
Tugui-oh: ¿Cómo estás Vannet? Tanto tiempo. Descuida, no tienes que disculparte, entiendo a que te refieres con "flojeritis aguditis", a todos nos pasa. Me alegra que te gusten los capítulos largos, espero que este te agrade, es el más extenso que he hecho y siendo sincera he batido mi record: 45 hojas de word. Pero era mi deber, después de tantos meses no podía salirles con una insignificancia ¿Verdad?. En cuanto a tu pregunta de si las parejas del pasado tendrán algo que ver con las del presente... mmm, algunas, no todas, depende de cómo se vaya desarrollando la historia. ¿Así que te encanta en dos épocas? Estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano para no descuidar ninguna de las dos y crear una buena trama para cada una; ¿Cómo las voy a unir? Bueno, se supone que las dos historias se desarrollan a parte, sin interferirse, pero hay un detalle especial que hace que tengan una relación muy estrecha, incluso en este capítulo empieza a percibirse; no puedo darte más detalles pero en los próximos capítulos se hará más evidente. Y sí, tienes razón, es mejor no tener a Virginia de enemiga, ya se lo ha demostrado a Zach, ¿Qué te parece su relación? Bueno, ojalá te haya ido bien en todos tus exámenes y gracias de nuevo. Este... ¿Tú me podrías ayudar con algo? Verás, me gustaría ser miembro de la Orden Siriusana pero no sé cómo hacerlo. Bue, nos leemos, ¡bye!.
Neftis: ¿Qué hay? Bueno, de verdad gracias por tu apreciación de mi fic, no pensé que estaba de PM, jejeje. Espero que este capítulo te guste, cielos, sí que me esforcé, intentaré continuarlo pronto pero te pediré que me tengas paciencia, por favor, aún me faltan aclarar algunas ideas para empezar el quinto. Arigato y chau¡
Hermi12: Hola, gracias por tu review. Qué bien que te parezca bonito, a mí también me encantan las historias de princesas, por eso me fascina cada vez que veo "Por siempre Cenicienta", fue principalmente por esa película que se me ocurrió la idea y pensé que sería mejor si la protagonizaran los personajes de Harry Potter, se ven muy tiernos. Bueno, en cuanto a lo que dices, digamos que el beso de Ron no fue muy propio con su personalidad pero un arrebato de vez en cuando no hace daño nn y menos cuando se trata Herm y él. Mmm... me preguntó qué dice esa tesis de la que hablas. Bue, espero que te haya gustado el capítulo y sigas presente. Chao¡
Fash: ¿Cómo estás? Arigato por tu comentario, me alegra que te guste mi fic. Tengo que admitir que es difícil narrar dos épocas al mismo tiempo pero me las estoy apañando como puedo tratando de no restarle importancia a ninguna de las dos. También soy seguidora de la pareja de Harry y Ginny, me causan gran ternura y en cuanto a Fawkes, me derrito por los fénix. Bueno, sí, H/G no tienen las cosas fáciles en ninguna de las dos tramas pero es parte del relato, por lo pronto estoy pensando en un buen final para ellos dos. Nos leemos, chau.
Nia 88: ¿Cómo tas Nia? Sí, me tardé bastante en escribir el anterior y ahora mucho más. Lo siento. Gracias por tu comentario, que te parezca tan bueno es un gran gusto. Por favor, déjame aclararte, cuando dije que eres buena escribiendo no mentía, al contrario, fue hace mucho que había leído tus fics pero me gustaron mucho, sobretodo "Recordando", Harry es re tierno allí. La verdad los leí en las primeras visitas que hice a , eso hace casi dos años, ni siquiera estaba registrada ni mucho menos se me pasaba por la cabeza publicar alguna historia. Me tengo que disculpar por no haberte escrito un review en ese entonces pero apenas empezaba a entender cómo era el funcionamiento de la página y tampoco sabía qué era un review, hasta allá llegaba mi ignorancia uuU Bue, arigato otra vez, espero que te agrade como se va desarrollando la historia. Chau¡
LuLu PoTtEr: Holas, te agradezco tu review, eres muy atenta. Este capítulo ojalá te guste, ¿Qué te parece la relación entre Zach y Virginia ahora? La chica pelea bien, no se lo neguemos, incluso de forma verbal jeje. Esa escena que citas es una de mis favoritas, siempre he dicho que contar con alguien que realmente te comprende ayuda mucho y Harry piensa que Ginny es especial para él por eso, sólo esperemos que se dé cuenta de lo importante que de verdad es ella para su persona. Bye bye¡
Phoebe25: Phoebe, tanto tiempo, arigato por tu review. Gomen ne por tardarme tanto en actualizar. Cada vez intento que el fic tenga una buena trama y creo que se está poniendo más interesante, espero que te esté gustando. También me encantan esas escenas que dices, Virginia es una buena contrincante y el caballito es un amor. A Fawkes lo adoro igualmente, propició una bonita escena entre Harry y Ginny. Bue, chaito¡
Celas: ¿Qué tal?, Bueno, gracias a ti por tu review nn es muy lindo de tu parte que me consideres así, el honor es mío. Siento por la demora del nuevo capítulo, tuve problemas que me lo impidieron pero ya pude dejarlos atrás. Ahora seguiré escribiendo y actualizaré pronto si puedo, espero que te esté gustando el fic y cómo va la trama, le estoy poniendo todo mi empeño a esta historia. Me alegra también que te encante "Flores Negras", yo le tengo mucho aprecio pues con ella me estrené como principiante. Bue, cuídate¡
Mep1: ¿Cómo vas Mep? Tienes razón, hace mucho tiempo que no actualizaba, lo siento, tuve problemas. Pero aquí me tienes de nuevo escribiendo la continuación de esta historia que espero te agrade, le estoy dando con todas para que salga decente nn Mil gracias por tu review, bueno por los dos, primero por el de "Flores Negras" que me encantó, jejeje, la verdad no había pensado en una secuela pero tendré que ver, no estoy segura porque mientras escribía este cuarto capítulo se me han ocurrido otras ideas en las que puede trabaje más adelante. En cuanto a tus fics tengo que leerlos, he estado desconectada por completo y me he perdido de mucho, cuando tenga un tiempito libre les paso una leidita ¿Vale?. Nos vemos¡
Morgana 8: Hola, ¿Cómo te ha ido? Arigato por tu comentario, es un honor que me consideres una de tus escritoras favoritas. Siento haber tardado tanto pero ya me ves de nuevo, ojalá te guste este capítulo, me costó mucho ¿Qué opinas? Ya la historia está tomando mejor forma. ¿También estas guardando este fic en tu disco? Wo, qué bien, descuida, no hay problema. Por cierto, ¿Ya te has leído el quinto libro? Lo recuerdo por tu anterior petición, por si aún quieres que te avise. Bue, nos vemos en otra ocasión¡
Moony Lovegood: Arigato, ¿Cómo estás? Lo sé, tardé demasiado pero no fue mi intención. Tuve problemas de los que no quiero ni pensar, pero ahora quiero librarme de todo eso y continuar el fic. Dime, ¿Qué te parece? ¿Te gustó el capítulo? Espero que sí, ya se percibe un poco mejor la trama. Intentaré actualizar pronto. Gracias de nuevo y chau¡
Bien, esto es todo. Nuevamente gracias por sus reviews y a todos los que han leído en esta ocasión. Ojalá que me dejen sus comentarios, sugerencias, críticas, preguntas, lo que sea, me encantaría nn
Arigato y bueno, creo que no está de mar recordar el botoncito de Go, chau¡
Annia
"Volará quien le ponga alas a sus sueños..."
