Disclaimer: Las pinturas son de Rowling, el cuadro es mío .

Prólogo

Sus pasos retumbaban en el pasillo desierto. La cena se había alargado más de lo que había calculado. Sin duda se desvelaría.

- ¡Maldición! – Dijo en un susurro cuando cayeron al suelo las llaves de su departamento. Instintivamente acercó una mano hacia su varita, pero pronto recordó que en ese lugar no podía realizarse magia. Se agachó y comenzó a tantear a su alrededor, buscándolas. La luz de ese pasillo no funcionaba aún, lo cual le dificultaba enormemente su tarea. - ¡Maldición, maldición! – continuaba, cuando por fin las encontró.

Buscaba la llave correcta mientras daba los últimos pasos que la separaban de su puerta. Se disponía a activar la llave en la cerradura mágica, pero se detuvo al oír voces que venían de adentro. Sin duda su compañero había "ligado" esa noche, pensaba, mientras una risa indudablemente femenina confirmaba sus sospechas. "Es todo un Don Juan", pensó con una sonrisa cómplice en sus labios. En el tiempo que llevaban viviendo juntos había llegado a acostumbrarse al interminable desfile de señoritas que pasaban por la vida de su compañero. Nunca veía dos veces a la misma. Siempre era por una noche, o tarde, o mañana, eso no importaba, pero sólo una vez. Ninguna parecía dejar huella alguna en la memoria del muchacho. Ella le había reprochado algo, poco después que se mudara, en defensa de sus "víctimas", pero la respuesta de él había sido contundente: "ellas lo saben y lo aceptan, así que mi conciencia está tranquila". Nunca más tocaron el tema.

Las voces cada vez se escuchaban más fuerte, por lo que dedujo que se acercaban a la chimenea, que estaba cerca de la puerta de entrada. Se recostó contra el marco, dispuesta a esperar. No quería pasar por una situación incómoda nuevamente. Luego de unos momentos, se escuchaba la voz de la mujer pronunciando una dirección que no llegó a entender, y el ruido de las llamas. Se había ido.

Ahora sí, activó la llave y entró a su departamento.

Era un lugar lo suficientemente amplio para los dos. Ocupaba un piso entero de uno de los edificios más grandes de la zona, justo en el límite entre el mundo Mágico y el Muggle. La mayoría de los ocupantes eran jóvenes que estudiaban alguna carrera en la Universidad Mágica de Londres. Era el tercer año de su carrera y el segundo que llevaba viviendo allí. Su primer año lo cursó en uno de los dormitorios estudiantiles, pero era harto incómodo estudiar en ese ambiente. Eso fue lo que la decidió a mudarse con su actual compañero, que al igual que ella, estudiaba medimagia. Compartían todas las materias desde el inicio de sus respectivas carreras, y además, un pasado en común: Hogwarts. Al encontrarse en clases, no tardaron en estudiar juntos, y al final del año, él le propuso que fuese a vivir a su departamento. Sin pensarlo dos veces, abandonó su escueta habitación en la Universidad junto con sus ruidosas ocupantes, para trasladarse al que sería su nuevo hogar.

A pesar del hecho de que Voldemort había sido derrotado finalmente por Harry Potter hacia dos años, tuvieron que proteger el lugar con una serie de encantamientos (entre ellos, el encantamiento Fidelio) y complejos hechizos de Magia Antigua, para que no pudiesen ser ubicados. Aún muchos Mortífagos estaban en libertad, y dado el pasado de ambos, eran un blanco perfecto para una venganza. Esta situación traía ciertos inconvenientes a la vida cotidiana. Para empezar, la red Flú solo servía para abandonar el departamento, por lo cual, la única manera de llegar allí era apareciéndose en el Hall del edificio, y subir mediante un ascensor mágico, el cual solo llegaría a destino si sus ocupantes conocían la ubicación exacta del departamento. De otra manera, se podía estar durante horas inspeccionando el lugar sin lograr encontrarlo. La imposibilidad de realizar magia en los pasillos era otra de las molestas consecuencias.

Una vez dentro, se encontró cara a cara con él.

Debía admitirlo. Era realmente lindo, pero no entendía cómo sus acompañantes se dejaban usar de la forma en que lo hacían, sólo por eso. Ella no lo haría. Prefería las cosas más "tradicionales". Eso fue lo que la llevó a salir con su actual novio. Estaban juntos hacia cosa de un año y se llevaban bien, aunque la relación no era tan pasional como parecían los encuentros de su compañero, se sentía cómoda. Se profesaban un cariño mutuo, tenían muchas cosas en común. Eso era más importante para ella. Por lo menos, era lo que le gustaba creer.

- Lindas horas de llegar Granger. - Le dijo él, con una sonrisa en los labios, sacándola de golpe de sus pensamientos.- Te desvelarás, y mañana te quedarás dormida, y no voy a esperarte. Llegarás tarde sola.

- Sabes que no lo haré, además, nunca llegue tarde y no voy a empezar justo ahora, Malfoy. - Le contestó divertida, mientras se quitaba la capa para colgarla en el armario junto a la puerta. Habían logrado llevarse muy bien, pero nunca dejaron la costumbre de llamarse por los apellidos. Cambiar a esta altura una tradición de diez años, sonaba mas bien a una herejía. Los nombres los dejaban para ocasiones "especiales".

- ¿Y, cómo te fue? - preguntó Draco, entrando ya a la sala. Tenía una mesa pequeña en el medio, rodeada de varios sillones tapizados en cuero negro. Una amplia chimenea se ubicaba en uno de los extremos, y en el otro, un mueble-bar de considerable tamaño exhibía una gran variedad de bebidas, en su mayoría de origen mágico. El Sly tomó un par de copas, vertiendo en su interior un líquido de color azul zafiro. Le alcanzó una a la castaña, quien se sentaba en esos momentos en uno de los confortables sillones.

- Bien... como siempre. - contestó con desgano, dándole un pequeño trago a la bebida, la cual era dulce y bastante suave. Justo lo que necesitaba.

- Oh, Granger, conozco ese gesto - Draco se había parado delante de ella, y la miraba directamente, a pesar que ella mantenía los ojos en su copa - y no me augura nada bueno. - Ella levantó su mirada para cruzarla con la gris de él. Odiaba que fuera capaz de leer en ella de esa forma.

- Estoy cansada, eso es todo. - Mintió. Bajó nuevamente sus ojos, no podía sostenerle la mirada. Sabía perfectamente que no lo había engañado, pero no tenía ánimos como para contestar un interrogatorio. Lo mejor sería irse a dormir. Ya le contaría todo en otro momento. Siempre lo hacía. - Será mejor que vayamos a dormir. Tenemos clases por la mañana.- Dicho esto, devolvió la copa al rubio, y se levantó.- Buenas noches.

- Que descanses.- La siguió con la mirada hasta que se perdió de vista, luego de subir las escaleras que daban a los dormitorios. Ya averiguaría lo que pasaba con su amiga. "Siempre lo hago"- pensó, mientras se acercaba nuevamente al bar, para servirse algo un poco mas fuerte.

Eran ya las dos de la mañana y todavía no podía conciliar el sueño. Daba vueltas y más vueltas en la cama, pero le era imposible sacar esos pensamientos de su cabeza. Resignada se levantó de la cama, dispuesta a prepararse un té. Por ahí eso le ayudaba a relajarse. "Si, eso es lo que necesito" pensó, mientras tomaba su bata y se encaminaba a la puerta.

Muy despacio, salió de su habitación. No debía hacer el más mínimo ruido si no quería despertarlo. Bien sabía que Draco tenía el sueño muy ligero. Lentamente, pasó frente a la puerta cerrada de la habitación del Slytherin, y llegó hasta las escaleras. Bajó sin siquiera prender una luz. Podía atravesar el departamento totalmente a oscuras, sin tropezarse con nada. Lo conocía a la perfección. Cuando llegó a la puerta de la cocina, la abrió lo más delicadamente que pudo, y una vez dentro, se recostó levemente en contra la puerta ya cerrada. Lo había logrado. Una sonrisa triunfal apareció en su rostro. Pero la borró automáticamente, cuando escuchó una voz que le decía:

- ¿Por qué tardaste tanto? - De repente, se encendieron las luces del lugar, para mostrar un muchacho sentado tranquilamente detrás de la mesa, con varios mechones de cabello rubio platino cayendo desprolijos sobre la frente, envuelto en una bata de seda negra, que la miraba burlón. Delante de él había dos humeantes tazas de té.

Hermione puso los ojos en blanco. ¿Cómo demonios lo hacía?. No tenía idea.

- Muy bien - dijo mientras tomaba asiento delante de él. - tú ganas.