Buenas gente!! 4to capítulo de Juego de Espejos. Bastante mas largo. De nuevo, gracias a todos los que pasan por aquí, dejen o no review. Espero que les guste como sigue esta historia. Tengo que aclarar que hay un pequeño spoiler del 5to libro casi al final. No es la gran cosa, pero preferí aclarar para que después no recibir quejas.
Contestación a Reviews:
Kingdom Shrine: Hola niñas!!...estoy mas que contenta de que les haya gustado la historia. Gracias por pasarse por aquí. Espero que les guste la continuación... y yo estoy esperando el siguiente capi de su historia, así que... a ver cuando actualizan!! ;). Se cuidan. Besos.
Sly-Tom: Pesada? Jamás!!. Si, bastante tierno, no lo pude evitar. Este es un poco así también, pero ya se viene una parte mas dramática. A ver, a ver... ¿querés saber si ellos terminan juntos?. No voy a contar el final (no quiero que dejen de leer), pero la historia es un Romance/Drama...seguramente algo va a pasar... pero el final esta bastante lejos, todo puede ocurrir. Sólo yo lo se (bueno... yo y Super Santix ¬¬, pero el tampoco cuenta nada ). Muchos Besos.
aSIL bLACK: Bon jour. Merci beaucoup de passer par ici. Au revoir. :P
AleJa M.: Perdón por el retraso (aunque no fue tanto) pero es que estoy en época de exámenes, y se complica un poco escribir cuando tengo cargo de conciencia por no estar estudiando, jeje. Dios, estoy más que lejos de escribir como la gran JK Rowling (y es grande solo porque es la creadora de Draco :P). Lástima que JK no quiera juntar a Draco con Herms... a mi también me encanta esa pareja. ¿Solucionaste el problema de la casilla?. Espero que si, y si no, demándalos niña!!. Salgo de testigo si quieres jeje. Te mando muchos besos!
NiTa: Gracias. Muy halagada que te guste el fic. Aquí tienes el 4to capi (algo mas larguito que el anterior), espero que te guste también. ByeBye!!
Goi Izarra: Hola niña!! te gustó la escena? Me alegro . Me parece que me quedo un poco cursi, pero bueh. Yo también quiero!!. En esa escena están plasmadas todas mis frustraciones con cierto rubio platinado. En no me acuerdo donde leí de una asociación, el nombre era así: B.D.E.P.H.I. (Brujas Dañadas Emocionalmente Por Hombres Inexistentes). Por lo menos a mí me mandan derechito ahí!!. jeje. No para presionar (nah... te parece nada mas :P) pero... cuándo actualizas tu fic?? Estoy muuuy intrigada. Espero que te guste este capítulo. Y no te desveles mucho!. Besos!!!
Jenny Anderson: Hola!! Mil gracias por tus palabras. En serio. Me alienta mucho saber que les gusta. Más ganas me dan de seguir. Espero no demorarme con la actualización. Pero es que empiezo con exámenes...de todas maneras, siempre me hago de un ratito para escribir. Te mando muchos besos!!
SuperSantix: Gracias nene... estoy más vieja!! 22...no será mucho che?. Bueno... estas perdonado. Ya no importa cuando me dejes el review...:D. Gracias por ayudarme tanto (que haría sin vos!!). Bytes! (Die Enemigo de la Orden Die).
Lakesys, Slytherin Of The Shadows
"Miembro de la Orden Draconiana"
Disclaimer: Las pinturas son de Rowling, el cuadro es mío .
Capítulo III
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Un rayo plateado le dio de lleno en la cara, haciéndola removerse en el lugar. Lentamente abrió los ojos, y miró a su alrededor. Tuvo que esperar unos momentos para que sus ojos se acostumbraran a la penumbra.
Sentía frío y calor al mismo tiempo. Desde la ventana que se encontraba a un lado de la chimenea, ahora apagada, se podían ver gracias a la luz de la luna, suaves copos de nieve que caían gráciles, cubriéndolo todo a su paso. Era una vista hermosa, pero los recuerdos de la noche anterior comenzaron a irrumpir en su mente de una forma tan violenta, que no pudo reprimir un sollozo. Volteó el rostro para ocultarlo de la luz, pero al hacerlo, notó un calor extraño que la envolvía. Se separó un poco y pudo ver donde se encontraba. La escena tenía un halo de irrealidad, casi mística. Alrededor de su cuerpo estaban los brazos de Draco, sosteniéndola suave pero firmemente. Su cara estaba vuelta hacia el lado contrario al que se encontraba ella, dando una vista perfecta de la blanca piel de su cuello. El pecho del rubio subía y bajaba siguiendo el ritmo pausado que marcaba su respiración. Siempre se había asombrado del tono pálido que tenía el Slytherin, por lo cual podría pasar perfectamente como un vampiro. Levantó una mano, y con un dedo trazó un camino desde la base del cuello hasta su rostro. Como respuesta al contacto, Draco se volvió, aún dormido, sonriendo de una manera que dejó estática a la Gryffindor. "Si hasta parece un ángel" pensó. Luego recordó la actitud que había tenido anoche para con ella, y sólo pudo pensar en que quizás lo había catalogado mal. Siempre pensó que él la odiaba, pero si fuera cierto, no hubiese actuado como lo hizo, no?. Ahora sí que no sabía que pensar. Cierto. Él le había hecho la vida imposible por seis años consecutivos, y no eran siete de pura casualidad. Pero eran unos niños cuando comenzaron con sus enfrentamientos. Quizás, solo quizás, habían madurado lo suficiente como para olvidarse por completo de esas tonterías. Quizás, solo quizás, podrían tener la posibilidad de conocerse mejor. Quizás, solo quizás, podrían llegar a ser... amigos?. Quizás... quizás era mejor pensar esas cosas en otro momento, porque delante de ella, dos ojos grises se encontraban mirándola fijamente.
Por increíble que parezca, hasta ese momento no se había percatado de la posición en la que se encontraban. Sí. Había notado que estaba sobre él, pero no podía recordar cómo había llegado hasta ahí. Sin embargo, no era eso lo que más le extrañaba, ni tampoco el hecho de que él no estaba sorprendido. Lo más raro de todo era que ninguno de los dos parecía querer moverse.
El rubio fue el encargado de romper el silencio.
- ¿Cómo te sientes? - Preguntó, mientras alargaba una mano hasta su varita, que descansaba a un costado. Con un suave murmullo, acompañado con un movimiento de su muñeca, pronunció un hechizo para encender nuevamente la chimenea.
- Definitivamente he estado mejor - Respondió ella, mirando cómo las llamas del fuego envolvían con ferocidad los leños.
Involuntariamente acercó una mano hacia su cuello, y tirando suavemente de una fina cadena de plata, logró sacar una medalla del tamaño de una moneda. Deslizó uno de sus dedos sobre la superficie, donde estaban grabadas las iniciales HG, e inmediatamente se alzó una imagen. Era una especie de holograma, que mostraba a dos personas adultas, abrazadas y sonrientes. Eran sus padres. Ella se encontraba en el medio de los dos, y parecía tener unos dos años menos que ahora. Esa medalla había sido el primer regalo mágico que le habían hecho sus padres, cuando entró a Hogwarts. Generalmente las imágenes de estos objetos tenían algún tipo de movimiento, pero no en este caso, por ser de una foto Muggle.
Draco miraba con interés la imagen. La mujer era muy parecida a la Gryffindor. Tenía la misma maraña de pelo castaño, los mismos rasgos, pero, a diferencia de ella, lucía unos brillantes ojos azules. El hombre era un poco mas alto que su mujer, tenía el pelo negro y lacio, muy corto. Indudablemente Hermione había heredado el color miel de sus ojos. Ambos estaban vestidos con ropas típicamente muggles, contrastando notablemente con la túnica que usaba la chica.
- Me compraron esta medalla sin siquiera saber cómo funcionaba. Estuve dos años buscando en la biblioteca el hechizo para colocar la imagen. Resultó ser magia antigua. - Hermione sonrió apenas, sin apartar la vista de la imagen de sus padres. Draco la miraba ahora a ella, escuchando atentamente la historia que le relataba la chica. - Aún recuerdo el día que recibí la carta que decía que era una bruja. Estaba en mi habitación cuando llegó la lechuza. Bajé corriendo las escaleras, saltándome algunos escalones, lo que me valió un regaño de mi madre. Cuando les mostré la carta, no podían creerlo. De hecho no lo hicieron hasta que llegamos al Callejón Diagon y vieron todo ellos mismos. Era todo tan extraño para mí, pero al mismo tiempo me sentía parte de todo eso. Era la primera vez que sentía que me encontraba en MI lugar. Nunca me había sentido a gusto entre mis compañeros del colegio Muggle. Las cosas extrañas que pasaban alrededor mío hicieron que me ganara fama de "rara", y eso me llevó a refugiarme en los libros. En cambio, cuando llegué a Hogwarts, era una más, igual a todos, bueno... casi - agregó tristemente recordando el mote de sangre-sucia que el mismo chico que estaba con ella le había puesto en su segundo año. - De haber sabido que sus muertes - dijo señalando las figuras de sus padres - sería culpa mía y de mi magia, hubiese quemado con ganas esa maldita carta. - Unas lágrimas comenzaron a caer desde sus ojos, pero las limpió rápidamente con el dorso de la mano.
Él nunca se había parado a pensar en la sorpresa que les había podido ocasionar a los hijos de muggles el enterarse, a los once años, que en realidad eran magos. Toda su vida había tenido educación mágica, por lo tanto, la llegada de la carta de Hogwarts fue algo casi sin importancia para él. Era lo que se esperaba, ni más ni menos. ¿Cómo hubiese actuado él de haber estado en el lugar de la castaña?. ¿Cómo hubiese reaccionado si de repente le dijeran que en realidad no pertenecía al mundo que él pensaba, sino a otro del cual no tenía ni siquiera idea de que existía?. ¿Y si encima usaban eso para burlarse de él?. No tenía por costumbre poner en práctica la empatía, pero le bastaba lo que había escuchado para concluir que no hubiese sido algo muy agradable. Diablos. Otra vez le estaba pinchando la conciencia.
Hermione escondió nuevamente la medalla entre sus ropas. Ya había dejado de llorar, pero tenía los ojos rojos, y un poco hinchados, fijos en un punto, con la mirada perdida.
Draco sacudió levemente la cabeza, tratando de quitar esos pensamientos de su mente. No era tiempo de pensar en el pasado. Lo hecho, hecho estaba. No lo podía cambiar, así que no valía la pena mortificarse por eso ahora. En ese momento, la chica necesitaba el apoyo de alguien, y si por esas casualidades de la vida, le tocaba ser ese alguien, pues que así sea. De todas formas, hacía tiempo que se había dado cuenta que le agradaba la compañía de la Gryffindor.
La fría luz de la luna había sido reemplazada hacía rato por la cálida del sol. De golpe recordó que no se había desecho del periódico, por lo que pasó su mirada por la sala, buscándolo. Pero no estaba allí. En cambio, había un sobre cerrado junto al olvidado caldero que había usado para la poción. Tenía un sello de lacre rojo, y se podía distinguir el escudo de Hogwarts.
Levantó la mano que aún sostenía su varita y dijo:
- ¡Accio sobre! - El sobre voló hasta su mano. Leyó el remitente "Srta. Hermione Granger". Ésta, que había sido apartada de sus pensamientos por la voz del chico, lo miraba con curiosidad. - Ten, es para ti. - dijo, mientras se lo tendía. Hermione lo tomó y lo abrió cuidadosamente. Una pequeña llave plateada se deslizó hasta alcanzar su mano. Cuando retiró el pergamino del sobre, pudo leer el nombre del emisario.
- Es de Dumbledore - la voz le salió en un susurro, pero él escuchó perfectamente.
Draco ya se imaginaba el contenido de la carta, y supuso que la castaña preferiría leerlo sola. Por lo tanto, sujetó a la chica y se levantó. Hermione, que no se esperaba esto, abrió los ojos sorprendida, olvidándose por un momento de la carta. Draco se giró, y la sentó delicadamente en el sillón. Al notar la cara de desconcierto que le ofrecía la chica, se excusó.
- Voy a las cocinas a buscar algo para comer. Vuelvo en unos minutos. - Hermione comprendió perfectamente las intenciones del rubio, y lo agradeció en silencio. Asintió con la cabeza, al mismo tiempo que le sonreía. Draco le devolvió la sonrisa, se giró y salió por el retrato.
Una vez sola, se dispuso a leer la carta, ya sin sonreír.
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En los pasillos todavía no había nadie, lo cual era lógico por dos motivos: primero, estaban en vacaciones, y segundo, nadie en su sano juicio estaría paseándose por allí a las 7 de la mañana. Bajó algunas escaleras y cruzó varios pasillos hasta llegar al cuadro que buscaba. Le hizo las correspondientes cosquillas a la pera, y entró en la cocina. Solía ir allí los fines de semana muy temprano a desayunar, antes de salir a su entrenamiento de Quidditch, por lo tanto los elfos estaban acostumbrados a verlo. Sin necesidad de decir nada, ya estaban preparando un abundante desayuno sobre una de las mesas. Al verlos, se apresuró a decir:
- No comeré aquí. Lo llevaré a mi torre - y pensando en Hermione agregó - y que sea doble.
A los 5 minutos estaba saliendo del lugar, cargado con un gran paquete en los brazos.
Cuando estaba justo por llegar a la última esquina antes de su torre, escuchó detrás de él una voz, que sólo podía pertenecer a una persona.
- Señor Malfoy, veo que ha madrugado esta mañana - Draco se volteó para hacerle frente al Director de Hogwarts. Recordó el sobre en la mesa esa mañana, y supuso que el anciano ya estaba enterado.
- Si señor - contestó con voz seria. Notó su mirada posarse en el paquete que cargaba, así que agregó - Estaba llevando el desayuno a Hermione - Dumbledore sonrió cuando lo oyó referirse a la chica por su nombre de pila, pero la borró inmediatamente al escuchar el resto de la frase. - No creo que se sienta de ánimos como para bajar al Gran Comedor.
- Ciertamente no, es usted muy considerado. - Draco sólo inclinó su cabeza a modo de respuesta, y se disponía a marcharse, pero Dumbledore continuó hablando. - Me alegro de haberlo encontrado. Hay algo que quería decirle. La señorita Granger viajará a Londres en unas horas para el funeral de sus padres. Pero como estará usted enterado, toda su familia es Muggle, y no está al tanto de su condición de bruja. Eso quiere decir que no podrán venir por ella. Y como es poco conveniente que haga un viaje de estas características ella sola, he dispuesto todo para que usted la acompañe.
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Hermione había terminado de leer la carta hacía un buen rato. De haber sido otro momento, seguramente habría tomado mal el hecho de que fuese precisamente Draco Malfoy quien la acompañara al funeral de sus padres. Pero en vista de los últimos acontecimientos, ese detalle paso poco menos que desapercibido.
Estaba parada delante de la ventana, mirando sin ver el paisaje nevado que se alzaba delante de ella. Desde allí se podía ver el lago, casi congelado gracias a las temperaturas glaciales de esa época del año.
No sabía de donde iba a sacar fuerzas para enfrentarse a todo eso. Seguramente su familia estaría destrozada. Ni siquiera se imaginaban el motivo verdadero de la tragedia. Sus padres nunca les contaron que ella era en realidad una bruja, y que no asistía a un internado para Señoritas en Escocia, como les habían hecho creer, sino a un Colegio de Magia y Hechicería. Jamás lo aceptarían. Esa era su cruz por ser una sangre impura. Dumbledore convenientemente le había indicado en la carta la "versión Muggle oficial" de lo sucedido la noche anterior. Como en todos los casos en que un ataque mágico se produce en un barrio Muggle, los Aurores se encargaron de modificar la memoria de todos los testigos, borrar toda evidencia que pueda resultar comprometedora, y de formular una historia acorde con la situación, para hacerla circular en los medios. Ataques terroristas, accidentes, asesinos seriales, lo que sea necesario según el caso.
Un ruido a sus espaldas le indicó que su compañero había vuelto. Traía un paquete, el cual se apresuraba a abrir. Pronto la mesa se encontraba provista de un surtido de alimentos, los cuales se veían realmente deliciosos.
- Traje para ambos. Falta aún para la hora del desayuno, pero será mejor que nos apresuremos. Debemos estar listos en aproximadamente una hora. - Hermione asintió levemente, y se acercó a la mesa. Draco le tendía una gran taza de café negro, la cual comenzó a tomar mientras comía una tostada. No había notado el hambre que tenía. La noche anterior no había cenado, puesto que se quedó en su sala común para terminar el ensayo de Pociones.
Ninguno de los dos hablaba. El silencio era solo interrumpido por el suave tintineo de las tazas contra la mesa, o el viento, que se abría camino veloz entre los árboles cubiertos de nieve, liberando a su paso la pesada carga depositada en las hojas.
Draco estaba sumido en sus propios pensamientos. Conocía el mundo Muggle lo suficiente como para no inquietarse, pero Dumbledore le había advertido de la presencia de Potter y Wesleay en el funeral. Podía prever perfectamente la reacción que tendrían ellos en cuanto lo vieran aparecer con Hermione. En condiciones normales, un enfrentamiento con ese par no le afectaría en lo más mínimo, es más, disfrutaría el ponerlos en ridículo. Pero no era una situación normal, por lo cual tendría que armarse de toda su paciencia, la cual no era mucha por cierto, para evitarle a la Gryffindor el mal trago. No entendía muy bien el motivo de este sentimiento de protección que le inspiraba Hermione, aunque tampoco se lo cuestionaba demasiado. Aún recordaba el gesto de Dumbledore cuando aceptó sin mas acompañarla al funeral. Seguramente el viejo se esperaba un escándalo de su parte, y luego de responderle tan calmado, se quedó mirándolo seriamente. El Slytherin sonrió al recordarlo. Si hay algo que no se podía decir de Draco Malfoy, es que fuese predecible.
Cuando terminaron con sus respectivos desayunos, cada uno se dirigió a su habitación para alistarse para el viaje. Aproximadamente veinte minutos mas tarde, Draco bajaba las escaleras hacia la sala común. Vestía una camisa de seda negra y un pantalón de vestir, también negro. No era su estilo usar ropas muggles, pero en este caso no había otra opción. Tenía aún el pelo mojado, por lo que le caían algunos mechones sobre el rostro. Un pequeño bolso flotaba ceremoniosamente detrás de él.
Se detuvo delante de la ventana, y se recostó levemente contra la chimenea. El paisaje que tenía delante de él era realmente sublime. Esa era una de las pocas cosas que extrañaría una vez finalizado el curso. Francamente no se sentía muy ligado al colegio. No había hecho amigos allí. La mayoría de las personas que se intentaban acercar a él, sólo lo hacían por interés, ya sea por su dinero o su posición social. Se daba perfecta cuenta de eso, y, para ser sincero, no le quitaba el sueño en absoluto. Las únicas personas cercanas a él en ese lugar, Pansy Parkinson y Blaise Zabinni, eran sus amigos desde la infancia, pero no compartían más que su pasado. Pansy era demasiado superflua como para interesarse en algo mas allá de ropa o maquillaje. Y con respecto a Blaise, si bien era bastante inteligente, prefería dedicar su tiempo a conquistar a la mitad de la población femenina de Hogwarts, antes que "desperdiciarlo" en cuestiones algo mas intelectuales. En lo que a estudio se refería, se había acostumbrado a arreglárselas por su cuenta, por lo menos hasta que llegó su séptimo curso, y la convivencia con Hermione Granger. Tenía que admitir que la castaña era una de las pocas personas con las que podía mantener una conversación interesante, y como si eso fuera poco, además tenían intereses comunes. ¿Podría ser amigo alguna vez de la Gryffindor?. Eso era algo que sólo el tiempo diría.
Miró de reojo el reloj de la sala. Diez para las nueve. Filch los esperaba a las nueve en el hall del Castillo, para acompañarlos hasta los carruajes, y la Gryffindor no bajaba aún. ¨Mujeres¨ pensó fastidiado. Pero no pudo evitar inquietarse. Hermione no era de la clase de personas que se permitían retraso alguno. Siempre llegaba puntual a todos lados. Giró sobre sus talones para mirar la puerta de la castaña. Las iniciales de ella incrustadas en la madera brillaban tenuemente. La idea de que ella hubiese cometido alguna locura se instaló en su mente. ¨No¨- se dijo - ¨ella nunca haría algo as¨. Se giró una vez mas para quedar frente a la ventana. Tenía una mano posada en el marco, y tamborilleaba nerviosamente los dedos contra el cristal. ¨¿O si? ¨
Antes de poder contestarse a si mismo, escuchó detrás de él los pasos de la chica, que, en ese momento, bajaba presurosa la escalera.
Hermione se había vestido apresuradamente con unos pantalones vaqueros y una polera azul. Una carta de sus amigos le había ocasionado perder la noción del tiempo, y estaba ya con retraso. Ella no tenía por costumbre llegar tarde, por lo que se sentía un poco apenada. Al ver al Slytherin esperándola, se sonrojó levemente. Se acomodó un poco con los dedos su enmarañado cabello, en un gesto nervioso, al tiempo que se disculpaba.
- Lo siento, no quise hacerte esperar - Draco se volvió para encararla - sólo que...- comenzó a excusarse, pero la voz del chico la interrumpió.
-No necesitas darme explicaciones. Ahórratelas para Filch.- Hermione asintió, aún con las mejillas sonrosadas. - Si ya estas lista, será mejor que vayamos. - Hermione volvió a asentir, y se encaminó hacia el retrato de la sala, seguida por él.
Una vez en el pasillo, comenzaron a caminar, en silencio, uno al lado del otro. Algunos alumnos se encontraban deambulando por allí, los cuales seguramente se dirigían al Gran Comedor. La mayoría de ellos, al pasar junto a los Premios Anuales, le dedicaban una fugaz mirada de lástima a la Gryffindor. Sin duda alguna, el rumor de lo acontecido a sus padres se había esparcido por todo el Colegio. Hermione mantenía la vista fija en la punta de sus zapatos. No soportaba esas miradas.
El camino hasta el Hall se hizo eterno para ella. Una vez allí, pudieron ver a Filch esperando junto a la puerta de entrada, acompañado únicamente por su gata. Hermione, que se esperaba un buen regaño de su parte por la demora, se sorprendió enormemente cuando el celador de Hogwarts, siendo como era tan poco paciente con los alumnos, se limitó a pronunciar un suave "lo siento mucho, pequeña", girándose luego hacia los terrenos del colegio, seguido de ellos dos. Allí estaba listo para partir, uno de los majestuosos carruajes. Al igual que en las ocasiones que siguieron a su aventura en 5to curso, recordó con tristeza el viaje que tuvo que realizar en uno de los Testral. Todavía eran invisibles para ella (y esperaba que lo siguiesen siendo). Interiormente se preguntó si el rubio podía verlos, pero no se animó a preguntarle, quizás por la mirada ausente que opacaba la mirada del Slytherin en ese momento.
Una vez que ocuparon sus asientos, se encaminaron velozmente a través de los terrenos nevados, en dirección al pueblo mágico.
En el transcurso del viaje, un silencio inquebrantable reinó hasta que ellos llegaron a la ciudad. Sus calles, cubiertas por una fina capa de nieve, parecían desoladas. Las vacaciones de los estudiantes, junto con el clima poco propicio, eran los responsables de la falta de actividad en el lugar. Ninguno de ellos había visto jamás esta cara de la comúnmente alegre Hogsmeade. Pasados algunos minutos, Hermione pudo divisar a la distancia la pequeña casa de la que hablaba Dumbledore en la carta.
Durante todo el camino, la castaña no pudo evitar sentirse extrañamente intranquila. Sus ojos escudriñaban entre las sombras, tratando de encontrar la causa de esa sensación. Pero nada parecía fuera de lo normal. Miró por un momento al chico que la acompañaba, pero el Sly no demostraba ningún tipo de incomodidad. "Deben ser ideas mías" - Se dijo a si misma, poco convencida.
Ya delante de la puerta, la chica sacó la llave plateada que había estado en el sobre del Director. La introdujo en la oxidada cerradura, que cedió al instante. Hermione entró, seguida por Draco.
La vieja madera del suelo rechinaba con cada uno de sus pasos. Las ventanas estaban cerradas, por lo que todo estaba a oscuras. La Gryffindor sacó la varita y pronunció un suave "Lumos". Prácticamente no había ningún mueble que adornara la diminuta estancia en la que se encontraban, y parecía que nadie había entrado allí por años. Solo una pequeña mesa, en un estado casi lamentable, se alzaba en el centro del lugar. Sobre ésta, descansaba una esfera translúcida, con un velado resplandor plateado. Su traslador.
Se acercaron hasta allí, y tocaron con una mano la esfera. Aún faltaban unos instantes antes de que se activara. En ese momento, la voz de Hermione resonó en la habitación, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos desde Hogwarts.
- Pensarás que estoy loca, pero tengo la extraña sensación de que allí afuera... - Pero fue interrumpida por el Slytherin.
- Lo sé. No estamos solos.
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