Hola! Después de tanto tiempo (perdón por el retraso.... otra vez ¬¬). Espero que les guste este capítulo, por lo pronto es bastante mas largo que el anterior (bueno, cualquier cosa es mas larga que el capítulo anterior, perdón por eso también ¬¬). Pero es que quiero terminar con el tema del recuerdo y comenzar con la trama (si... esa cosa rara que puse en el summary. No puedo creer que lleve 6 capítulos y todavía no empecé a contar la historia). Bueno, los dejo con el capi. Pero antes... contestación a reviews.

Asil Black: "Caminaba a paso lento por el centro del pueblo. Todavía resonaban en su cabeza las palabras de su padre: ´Tienes un mes para encontrar una esposa, o ya sabes´ . El plazo vencía esa misma tarde. A pesar de su aspecto (cabello rubio claro, cuerpo de infarto, ojos azules, labios finos, pálida piel) y su posición (mas galeones que en la cuenta suiza de Voldemort), no había logrado encontrar una mujer de su agrado.

Fue entonces que la vio. Era perfecta. Tenía una escopeta en las manos y apuntaba a un mago con ella. Se acercó y pudo escuchar parte de la conversación: ´Anda, desembucha donde esta Hermione´- ¡Esa personalidad! ¡Ese carácter!. Quería conocerla, pero no se animó a hablar con ella. Lo intimidaba un poco. Entonces pensó en hablar con la persona que la acompañaba para que se la presentase, pero, para frustración suya, dijo: ´Yo no vengo con ella´.

Se fue sin pronunciar palabra. Sabía lo que pasaría. Solo esperaba que esa tal Pansy Parkinson fuese linda." . PD: Me encantó tu review. Se nota?.

Kingdom Shrine: Ya esta, ahora se devela el misterio. Tampoco fue para tanto, o si? jeje, me gusta ser mala. Draco es muy valiente (a pesar de que en las películas no lo parezca mucho ¬¬, sobre todo en la 3... es indignante!!) y si, en todos lados sale parecido no?. Es que da para eso (y volviendo con el tema... Cuarón se podría pasar por un par de fics, a ver si aprende algo). Hermione?. No se, no se... (para más información sobre su paradero, leer un poco mas abajo). Ya hace mil que me dejaron el review, pero aprovecho para preguntar: ¿cómo les fue con las notas del Colegio?. ¿Quedaron morenas al final?. Jeje, gracias niñas por el mensaje. Espero que les guste este capi. Bye!!

Goi Izarra: Nooooo me mates porfis!! Vos pensá así: soy la única que sabe como sigue la historia (bueno, como ya he dicho en otra oportunidad... yo y SuperSantix... pero el crío ese no habla ni bajo la Maldición Cruciatus... lo tengo bien entrenado jeje) entonces, si me matas, pues obvio que se termina el cuento (este y Through time jeje). Ademas.... quiero vivir!!. Y por cierto... como te fue en el médico?. Te tienen que operar al final?. Niña, espero que te guste el capitulo, y que recuperes todas las funciones de tu PC (u ordenador, pero no me acostumbro a decirle así). Muxutxus!!.

Kisuna: Hola!! Perdón por el capi anterior... es que tuve que cortarlo ahí, no me quedaba otra. Sinceramente no me gustaba como quedaba si lo terminaba en otra parte (a pesar de que ya tenía escrita la continuación de esa escena, que es el principio de este capítulo). Espero que te guste este capi. Por cierto, ya me leí el capi 4 de tu historia, y me quede MUY INTRIGADA!!. No puedo creer que lo cortaras ahí!! (y después me dicen a mí que los dejo con la intriga Já!). Bueno niña, espero que actualices pronto y te dejo muchos besos!! Cuidate!.

Polly: Hola!! Si, yo todavía no puedo creer que subí un capi tan cortito, pero es que no tuve opción!. Espero que este compense un poco el anterior. A mi también me gustan las historias largas, por eso trato de que los capis sean lo mas largos posibles, aunque a veces no se pueda. Gracias por seguir con la historia, espero que te guste este capítulo. Te dejo muchos besos!! Cuidate.

Lira Garbo: Primero y principal: Hola niña!!. No creo que te imagines como me puse cuando leí tu review (si le preguntas a los que estaban al lado mío cuando eso pasó, te van a decir que me puse insoportable... y tienen razón ¬¬). Sabés que me fascina como escribis, y que me encantan todas tus historias, así que me emocioné mucho al leer tu mensaje. Mil gracias por pasar por aquí. Y me alegro que te haya gustado. Espero que te guste como sigue, y de nuevo, gracias por leerla. Bueno nena, te dejo muchos besos. Bye!!

AlejaM.: Hola!! Sinceramente... me asustó tu review O.O. No me había dado cuenta las inclinaciones homicidas de las lectoras de Fanfiction. Menos mal que aclaraste... que vivo para terminar con la historia (de repente me dan ganas de hacerla eterna jeje). En serio... gracias por el mensaje, y ahora si que me podes echar en cara que tardé en actualizar... la verdad que me pasé un poco. Perdón!!. Te dejo muchos besos, espero que te guste como sigue la historia. Por cierto... solucionaste el problema con la casilla o Hotmail se sigue haciendo el gracioso??. Besos!!

Subanempujen.... y como siga, en fin ¡¡¡SuperSantix!!! ¬¬: Ja ja ja...muy gracioso. ¡¡Te voy a matar nene!!. Podría empezar con la tercer guerra mundial por ese review... pero la verdad, la tercera ya la tenemos apartada no?.Quizás la 4ta... o por ahí. Y dale... que si no te gusta como quedo el capi, es culpa tuya también (repartimos las culpas, me quedo con el crédito obviamente jeje) que para algo sos mi Beta Tester (aunque ultimamente me tenés algo abandonada, snif snif.. maldito juego del demonio!). Ya... es demasiado. Chau! (me enojé!).

Sweet-ally: (Alicia verdad?) Hola! Gracias por pasar por aquí también, y dejarme un review. Me alegro que te guste la historia y espero que también te guste este capi. Te dejo muchos besos!!. Bye!

Mía: Hola!! (Tenés el mismo nombre que la "protagonista" de mi otro fic :P). Gracias por el mensaje y por leer mi historia. Ojalá te guste la continuación. Te mando muchos saludos!! Cuidate. Chauz!!

Lakesys, §lytherin Of The §hadows
"Miembro de la Orden Draconiana".


Disclaimer: Las pinturas son de Rowling, el cuadro es mío .

Capítulo V

o§o§o

Hermione se movía frenéticamente en el abrazo del hombre que la tenía sujeta. Estaba desesperada. Y si se agregaba el hecho de que el mago a quien ella había atacado, se había levantado y caminaba rápidamente en su dirección, la situación empeoraba aún más. Intentó volver a gritar, pero sólo se escuchó un gemido ahogado. Una vez delante de ella, el hombre levantó ambas manos para tomar el rostro de la Gryffindor e inmovilizarlo. Hermione cerró los ojos. No quería ni imaginarse lo que harían con ella.

- ¿Quieres calmarte?. - preguntó el mago - No estamos aquí para hacerte daño. Somos Aurores. - Luego de una pausa, agregó. - Ahora, mírame por favor. - Abrió los ojos y miró a quien estaba delante suyo. Debía ser unos pocos años mayor que ella. Tenía el cabello rubio y su piel era pálida, casi tanto como Malfoy. Sus ojos eran de un color celeste muy claro, y sus labios estaban curvados en una sonrisa. La mejilla derecha presentaba un corte algo profundo, que sangraba manchando su túnica negra. Pasados unos minutos, en los que esperó a que ella se calmara un poco, continuó hablando. - Piénsalo sólo por un segundo. Si fuéramos Mortífagos ya hubiésemos acabado contigo. Créeme, usar las maldiciones imperdonables para un seguidor del Señor Tenebroso es un recurso casi de rutina. No hubiera dudado en usarlas contra ti, ¿no lo crees?. - Hermione no contestó a pesar de que el mago que a sus espaldas había quitado la mano de su boca, y aunque aún la sostenía, no lo hacía con la misma fuerza que al principio. - Estas muy sugestionada, lo sé. La mente puede jugarnos malas pasadas cuando más vulnerables nos sentimos. - Hermione bajó la vista dolida por las palabras de aquel hombre. - Zack, ya déjala, no creo que sea necesario que la sigas sosteniendo. -

Cuando el hombre la soltó, se separó un poco de él y se giró para mirarlo. Parecía mucho mayor que el otro. Tenía el pelo de un color caoba muy oscuro, igual que sus ojos, y la túnica negra que vestía hacía resaltar la palidez de su piel. Como un reflejo, se fijó en el brazo izquierdo y recordó algo. Levantó una mano para señalar el antebrazo del mago.

- Tiene el tatuaje. Tiene la marca en el brazo. - Dijo, y en su voz, aunque estaba algo mas calmada, se notaba aún un rastro de nerviosismo.

El hombre se quitó rápidamente el guante y levantó la manga de la túnica. Un dragón negro estaba plasmado en su piel. Hermione abrió los ojos asombrada.

- Lo siento, yo... - pero el hombre no la dejó continuar.

- No estabas muy errada, niña. - Luego de decir eso, el hombre acercó su brazo hacia la chica, al tiempo que le decía - Si miras bien, podrás ver lo que hay debajo del dragón. - Hermione agudizó la vista, pero la forma del animal seguía allí. Fue cuando entrecerró los ojos, que vio claramente una calavera con lengua de serpiente. La Marca Tenebrosa. Nuevamente asustada, retrocedió un paso, para mirar al hombre parado delante de ella. Seguía tan impasible como se había mostrado todo ese tiempo, pero ahora había un dejo de tristeza en su mirada. - No es algo de lo que me enorgullezca, pero no puedo cambiar el pasado. - Se volvió a colocar el guante negro y acomodó la manga de la túnica, ocultando el tatuaje.

Hermione no sabía que decir. Se había equivocado terriblemente al juzgarlos de forma tan apresurada como mortífagos, y la imagen del mago sangrando adelante de ella no la hacía sentir mucho mejor. Pero éste, notando la mirada culpable de la chica en su rostro, se apresuró a restarle importancia al asunto.

- Debo admitir que tienes un buen brazo. - Dijo llevándose mano a la cara, que se impregnó al instante de sangre. El comentario hizo ruborizar a la Gryffindor, pero aún así seguía sintiéndose culpable. - No te preocupes, en serio. Es solamente un rasguño, nada importante. - A Hermione no le convencieron con esas palabras, pero no dijo nada. Llevó su mano derecha hacia uno de los bolsillos del pantalón para tomar un pequeño pañuelo blanco, que ofreció al Auror, quien se lo aplicó firmemente sobre la herida para detener la hemorragia. Estaba por agradecerle el gesto a la chica cuando escuchó una voz a sus espaldas.

- ¿Hamilton, Hudson, que hacen aquí?. - Tanto el Auror como Hermione se voltearon para ver a la persona que había hablado. Un muchacho de pelo castaño oscuro, enfundado en una túnica gris, estaba bajando los dos escalones de la entrada de la casa. Ella no lo conocía, pero se relajó enormemente al ver que Draco salía también. Sin pensar en lo que hacía, se apresuró a colocarse al lado del Slytherin cuando éste llegó hasta donde se encontraban.

- Thalen, tanto tiempo sin vernos. - En ese momento, Dave reparó en la mejilla del Auror, y no pudo reprimir un gesto de sorpresa.

- ¿Qué ha sucedido aquí?. - preguntó alarmado, mientras miraba alrededor, como si quisiera encontrar una banda de mortífagos al cruzar la calle.

- No te inquietes Dave, fue un malentendido. - Inmediatamente envió una significativa mirada hacia donde estaba Hermione. Dave lo miró serio por un momento, hasta que comenzó a reírse sonoramente.

- ¡No puedo creerlo!. ¡El gran Ashur Hamilton, la nueva promesa del cuerpo de Aurores, el niño mimado del Ministerio, fue vapuleado por una estudiante de 7mo curso!. - Hizo como que se enjugaba una inexistente lágrima con la manga de su túnica, mientras negaba con la cabeza. - Merlín!, que le falta ver al mundo. - Suspiró burlón.- ¿Y qué hechizo utilizó? ¿Un Rictusempra? - Le preguntó, intentando no volver a romper a carcajadas con la imagen mental del Auror retorciéndose en el suelo por efectos del hechizo.

La Gryffindor lo miraba atentamente. Ese hombre le hacía recordar vivamente a Hagrid con esa actitud tan despreocupada. Draco por su parte no prestaba mayor atención a la conversación. Miraba inquieto a Hermione, recorriéndola con la vista para cerciorarse de que se encontrara bien. Al no notar nada extraño, se relajó.

- ¡Fue un Desmaius! - Contestó Ashur indignado. - Y uno muy fuerte. - Agregó mientras se llevaba la mano hacia el pecho, donde había impactado el conjuro.

Dave estaba por sucumbir a un nuevo ataque de risa, cuando el otro Auror, que se había mantenido al margen hasta ese momento, hizo acto de presencia.

- Lamento interrumpir la charla tan divertida que están manteniendo - dijo con voz glacial. - Pero no me parece en absoluto correcto que estemos aquí perdiendo el tiempo. Por si no recuerdan, todos tenemos algo que hacer.

Ashur y Dave se miraron entre ellos.

- Aunque duela admitirlo, Zack tiene razón. Dave, llévate a los muchachos de una vez. Ya llevan demasiado retraso. -

o§o§o

Era una calle tranquila en las afueras de Londres. Los numerosos árboles que rodeaban la acera habían perdido todas las hojas gracias al invierno, y dejaban vislumbrar a través de sus ramas desnudas un cielo azul claro, sin nubes. No había nevado, y la temperatura, si bien era algo baja, resultaba agradable para esa fecha.

Las paredes de un color blanco inmaculado de la capilla resaltaban claramente en aquel paisaje. Era bastante sencilla, con un pequeño cerco verde al frente, delimitando la entrada, pero no poseía ninguna reja u otro elemento que impidiera su entrada. En la torre mayor, justo debajo de la Cruz, se podía ver una gran campana de bronce, que en ese momento repicaba solemnemente, indicando las once de la mañana.

Hermione miraba las inmensas puertas de roble, sin animarse a entrar. Hasta ese momento, una especie de inercia fue la que la había llevado hasta ahí, pero ahora, la imagen que tenía delante de ella provocó que se golpeara duramente con la realidad.

Sus padres estaban muertos. Muertos.

Draco estaba a su lado, esperando pacientemente a que la chica se decidiera a entrar. Hacía unos cinco minutos que Dave los había dejado delante de aquella Capilla, lugar donde se realizaría el funeral. Después de tomar el traslador en Hogsmeade hacia el Caldero Chorreante, el Auror los había llevado hacia la zona Muggle de Londres, donde los esperaba un auto del Ministerio que Dumbledore había conseguido gracias a sus influencias y la ayuda de Arthur Weasley. Luego de conducir por espacio de media hora, habían llegado hasta ese lugar y tras asegurarles que los estarían vigilando, Dave se había marchado en el mismo vehículo.

Draco posó una mano sobre el hombro de la castaña, quien pareció salir en ese momento de un trance, comprendiendo que no podía seguir evitando ese momento tan temido para ella. Le dedicó una mirada fugaz, y comenzó a caminar hacia la entrada.

Los inmensos ventanales de aquella Capilla la hacían muy luminosa en su interior, y provocaban que pareciera más grande de lo que en realidad era. Un camino central de alfombra color granate, que separaba las dos hileras de bancos de madera pulida, terminaba en un gran altar, en donde estaban ubicados dos ataúdes rodeados de grandes coronas de flores. Sobre uno de ellos descansaba una fotografía, que mostraba los rostros alguna vez sonriente de aquel matrimonio.

Un rumor sordo se escuchó en el lugar cuando Hermione hizo su aparición en el umbral de la puerta, provocando que las personas que se encontraban en ese momento ocupando los asientos de las filas delanteras, giraran para verla. Hacia la izquierda del lugar se podía ver un grupo bastante numeroso y compacto de cabezas pelirrojas, junto con un chico de cabello negro azabache bastante desordenado.

Con paso vacilante, se encaminó hacia el altar, mirando fijamente la fotografía de sus padres, e ignorando por completo las miradas acuosas y lastimeras que le dedicaban en ese momento todos los presentes.

Pero sintiendo una mirada gris clavada en la nuca, que no la dejó sola en ningún momento, a pesar de estar alejada de ella.

o§o§o

Todo estaba igual a como ella lo recordaba.

El living siempre tan cálido, con sus sillones de pana color café, la pequeña mesa ratona, la biblioteca de madera, la gran chimenea de piedra, delante de la cual, en todos los inviernos de su niñez, se acostaba a tomar chocolate caliente y leer un buen libro.

Las imágenes parecían cobrar vida en ese escenario tan familiar. Podía verlos aún. Podía ver a su padre sentado cómodamente en el sillón, con el periódico en las manos y los pies sobre el canto de la mesita, leyendo con el ceño fruncido las noticias del día. Podía ver a su madre caminando de un lado a otro, ordenando todos los juguetes que su hija dejaba tirados por ahí, mientras la escuchaba pacientemente, una y otra vez, relatar la última historia que había leído de su vasta colección infantil.

Casi estaba esperando ver a su padre entrar por la puerta que da a la cocina, o a su madre bajando la escalera de los dormitorios. Casi estaba esperando despertarse para darse cuenta de que todo aquello no era más que una horrible pesadilla.

Pero eso no sucedió, porque todo era real.

Draco la veía recorrer la sala en absoluto silencio. No podia jactarse de saber o entender a ciencia cierta lo que ella sentía en esos momentos. Él nunca estuvo ni cerca de la situación en que la Gryffindor se encontraba. Pero prefería no interrumpir ese momento, por lo que se dedico a mirar el lugar.

No se asemejaba en nada a la Mansión Malfoy, pero aún así era bonita. Siempre pensó que era por haberse criado en un lugar tan grande, pero le gustaban mucho las casas pequeñas. Le parecía que eran mucho mas cálidas que las grandes habitaciones a las que estaba acostumbrado, con paredes extremadamete altas, grandes arañas de cristal en el techo, muebles antiquísimos y cientos de cuadros de antepasados lejanos de los que, en su mayoría, no sabía ni el nombre. Sin duda alguna, prefería esa casa.

Se acercó sigilosamente hacia un rincón, donde en una larga repisa descansaban varios portarretratos con una secuencia de fotografías.

Una pareja joven sosteniendo un bebé, pequeño y rosado. Una niña de aproximadamente un año, seria y sola, mirando directamente a la cámara. Muchas personas rodeando una Hermione vestida por completo de rosa y con un sombrero muy colorido sobre su pelo enmarañado, soplando las cuatro velitas ubicadas en una torta de merengue. Con seis años, vistiendo el uniforme de un colegio Muggle de Londres, mostrando en una sonrisa neviosa, unos incisivos un poco mas grandes que lo normal. Un primer plano de tres personas: en un extremo una mujer de ojos azules y cabello enrulado marrón, en el otro extremo un hombre de pelo negro y profundos ojos color miel, y justo en el medio, una niña de nueve años, con el pelo de su madre y los ojos de su padre. Una chica de once años, con los ojos llenos de lágrimas, mostrando un sobre amarillo escrito con tinta verde esmeralda y un sello en lacre rojo. Hermione con un vestido de verano negro, junto a su madre, y de fondo la Torre Eiffel. Una bonita muchacha de catorce años, en una habitación decorada totalmente de rojo, con el pelo marrón liso y sujeto en un rodete, que lucía una vaporosa túnica añil y una sonrisa de perfectos dientes en el rostro. Y finalmente, la fotografía que Draco había visto en la medalla de Hermione esa misma mañana.

De no haber sido porque una mano tomó la última fotografía, Draco no se hubiese percatado de la presencia de la chica a su lado.

Hermione miró un momento la foto que sostenía en su mano, y alzó la vista a las demás, recorriendolas una a una.

- Se nota que soy hija única, ¿verdad?. - Dibujó una media sonrisa melancólica en sus labios. Luego devolvió el marco a su lugar, y sin esperar respuesta, dijo: - Ven, te mostraré donde dormirás esta noche.

Cruzó la sala seguida por Draco, y subió ágilmente la escalera. Un pasillo largo los recibió arriba, donde las paredes totalmente blancas daban la impresión de amplitud al lugar. Estaba bien iluminado, y se veían tres puertas de madera. Una a cada lado del pasillo, justo a la mitad, y una al fondo. La Gryffindor señaló la puerta de la izquierda, y mientras acortaba la distancia que la separaba de ésta y la abría, le indicó que era su habitación, y que allí pasaría la noche.

Al mismo tiempo, parecía y no parecía ser la habitación que hubiera esperado de la Gryffindor. Por un lado, esperaba la típica habitación de una adolescente, con muchos osos sobre la cama y fotos de artistas famosos (muggles por supuesto) colgados en las paredes. Pero por otro lado, hubiera creído que sería un lugar repleto de libros, cuadernos y demás. Pero en definitiva, era una mezcla de las dos.

Las paredes estaban pintadas de un color malva muy claro, y la alfombra era del mismo color, sólo que un tono mas subido. Una de las paredes, justo frente a él, estaba ocupada casi por completo por una gran ventana corrediza, desde donde se accedía al balcón. Las cortinas eran blancas, para permitir el paso de la luz. Un montón de almohadones de diferentes tonos de violeta estaban esparcidos en el suelo, en una de las esquinas del cuarto, así como también sobre la cama, que era doble plaza con doseles blancos. A cada lado de la cama había una pequeña mesita de luz, con una lámpara de noche, y en una de ellas, un pequeño aparato alargado que Draco no supo identificar. Justo al lado de la puerta, a la derecha, había un gran escritorio con una biblioteca en alzada, repleta de libros, varios de los cuales pudo reconocer como libros de cursos anteriores de Hogwarts. A la izquierda se veían las puertas de un armario cerrado, donde había pegado un dibujo inmenso de un dragón, y a continuación la puerta de entrada al baño.

En ese momento se escuchó en la habitación un extraño sonido. Bueno, extraño para él, porque Hermione se encaminó con decisión hacia el aparato aquel sobre la mesita, tomándolo con una mano para llevarse una parte de él hacia el rostro.

- ¿Hola? - Preguntó la Gryffindor, mientras envolvía su dedo índice en el cable retorcido que colgaba desde un extremo del instrumento, desenroscándolo después, para volver a repetir la operación una y otra vez, a medida que la conversación avanzaba.

Y Draco comprendió. Luego de dejar el bolso sobre la cama, salió del cuarto en dirección a la sala.

o§o§o

Había pasado una mala noche.

Luego de una larga charla telefónica con un muy alterado Harry, que no dejaba de preguntar el motivo de la presencia de cierto rubio Slytherin en el funeral, había llamado a un local de comidas a domicilio que utilizaba con frecuencia en el verano, cuando sus padres viajaban a alguna coferencia o simposio sobre odontología, generalmente en ciudades algo alejadas, y que los obligaban a permanecer fuera de su hogar por un par de días.

Durante el tiempo que duró la cena, habían mantenido varios temas de conversación, entre ellos, el futuro de ambos.

- Si me dieran a elegir, por supuesto que iría a la Universidad Mágica de Londres. Sin duda es la mejor opción. Pero es algo costosa, y no puedo permitírmela. Me tendré que conformar con el Instituto Público de Medimagia. - Decía Hermione, mientras tomaba una nueva porción de pizza de la fuente y le daba un buen mordisco. Draco la miraba serio. Sinceramente, no la entendía.

- Sabes más que bien que posees el intelecto suficiente como para conseguir una beca. El Ministerio de Magia seguramente financiaría con los ojos cerrados tu formación. Por supuesto que no lo harían por ser almas caritativas, porque no lo son. Pero saben que sería una inversión muy provechosa. - Hacía por lo menos diez minutos que estaban discutiendo de lo mismo.

- No lo se...- Fue la respuesta de la Gryffindor.

Hermione se levantó del sillón que ocupaba para pararse adelante de la chimenea encendida, mirando fijamente las llamas. No había podido alejar de su mente el motivo por el cual estaban muertos sus padres. No podía dejar de culparse a si misma por eso. Y en ese momento cometió el error de pensar en voz alta.

- Quizás deba olvidarme de todo. - Draco frunció el ceño. "¿De qué demonios está hablando?" pensó. - Quizás deba aceptar de una vez que ése no es mi mundo. Quizás, de haberlo aceptado a tiempo, no hubiese pasado lo que pasó. - Hermione giró sobre sus talones, y se encontró con la mirada glacial del Slytherin.

- No puedo creer que les des la razón a ellos. - Dijo Draco con una voz tan fría que hizo estremecer a la chica. - Pensé que eras mas inteligente, Granger. Pero parece que me equivoqué. Si realmente piensas así, no haces otra cosa que admitir que lo que te hicieron está bien. Que la equivocada eres tú, cuando en realidad son ellos. - Hermione se quedó petrificada por esas palabras. Sin pensar en el calibre de las palabras que estaba por utilizar, le contestó.

- Es irónico que justamente tú seas quien me diga eso. - Draco la fulminó con la vista, pero no dijo nada. Se levantó y comenzó a caminar hacia la escalera, bajo la mirada de ella. A mitad de camino se volteó, como arrepintiéndose de su silencio.

- Y me hablas de ironía, cuando tú tendrías que saber mejor que nadie que los hijos no son iguales a los padres. - Y sin agregar nada más, subió a la habitación.

Ella permaneció unos minutos en su lugar, pensando en la conversación que había sostenido con Draco. Sabía que él tenía razón. Por supuesto que lo sabía. Pero no entendía por qué sentía esa necesidad de escucharlo. No servía de nada que la parte racional de su cerebro se lo estuviese repitiendo todo el tiempo. Necesitaba escucharlo de otra persona.

Y lo escuchó. De él.

Siguió el mismo camino que había realizado el rubio momentos antes. Cuando llegó al pasillo de la planta alta, se paró un momento frente a la puerta de su habitación, que ahora ocupaba él, pensando en la posibilidad de disculparse por sus palabras. Pero, quizás por cobardía, quizás por sentido común, decidió hacerlo por la mañana.

Siguió su camino hasta llegar a la puerta al final del pasillo. Esa era la habitación de sus padres. Abrió lentamente la puerta para entrar, y luego la cerró a sus espaldas. Caminó por el cuarto en penumbras casi con reverencia. Se sentó a los pies de la cama y recorrió con la vista el lugar. Y en ese momento, la máscara que se había puesto para afrontar todo, se rompió como si se tratase del más delicado cristal, dejando salir todo el dolor que llevaba en su interior hacía ya más de veinticuatro horas.

Ahora estaba sola.

Y se permitió llorar a sus padres.

o§o§o

El ruido de movimiento en la planta inferior de la casa, la hizo despertar sobresaltada. Agudizó el oído y pudo escuchar el ruido de cristales rotos, seguidos de un juramento. Era Draco.

Hermione se levantó. Estaba vestida con la misma ropa del día anterior, y cuando se miró al espejo pudo ver que bajo sus ojos había dos marcadas ojeras oscuras.

Tomó el cepillo del pelo de su madre, y comenzó a desenredarse, sin mucho éxito, su eternamente enmarañado cabello castaño. Luego de varios minutos, se dio por vencida y se encaminó a la cocina.

Y se quedó parada en la puerta, con la mano sobre la manija, mirando a Draco sin poder pronunciar una sola palabra.

Estaba preparando el desayuno.

Reaccionó cuando el chico se giró y la vio allí parada. Tomó asiento en la mesa. A juzgar por el "Buenos días" con el que la había recibido, o bien no estaba en absoluto molesto por la conversación de la noche anterior, o lo disimulaba demasiado bien.

Se inclinó más hacia la primer opción.

Hermione veía como el Slytherin manejaba con maestría todos los elementos de la cocina. Era más que evidente que esa no era la primera vez que tenia que cocinar, y aquello la impresionó muchísimo. Para ser sinceros, no era Draco Malfoy precisamente una persona de la que se esperara algo así, por lo que una vez más (ya había perdido la cuenta), quedó sumamente asombrada. Fue su curiosidad lo que la llevó a preguntarle.

- ¿Dónde aprendiste a cocinar? - Draco la miró de reojo y sonrió muy levemente. Se notaba claramente que la Gryffindor estaba impresionada por el descubrimiento de sus dotes culinarios. Una vez más, se regocijó en la idea de lo impredecible que podía llegar a ser algunas veces.

- Mis padres tienen una casa de verano en el sur de Francia. Pasé allí un mes de las últimas vacaciones. Solo. No es un lugar mágico ni tampoco muy habitado, además de que no podía usar magia, por lo tanto tuve que aprender a hacerlo así.- Draco acomodó todos los alimentos sobre la mesa, y sirvió dos tazas de cafe negro, que una muy agradecida Hermione comenzó a degustar. Definitivamente, lo necesitaba.

- ¿De vacaciones solo?. Que extraño. - Comentó la chica, sin esperar una respuesta. Pero obtuvo una.

- A veces es mejor estar solo, sobre todo cuando lo que quieres es pensar. - Y sin decir nada más, se dedicaron a desayunar.

Hermione miraba a Draco como si lo viera por primera vez en su vida. Si dos días antes le hubiesen pedido que enumerase todas las cualidades de aquel Slytherin, ella seguramente podría haber dado una lista considerablemente larga. Ahora seguro la duplicaba. No podía negar que era el mismo chico que conoció en el colegio. Su manera de hablar, sus ojos fríos, sus ademanes tan elegantes, su porte aristocrático. Todo estaba allí. Eso no había cambiado en absoluto. Pero a eso se sumaba toda una faceta que antes creía imposible en aquel rubio platinado. La había consolado cuando ella necesitaba de alguien, dejando de lado que en algún momento, no muy lejano, habían sido enemigos acérrimos. Le había ofrecido su hombro para llorar sin habérselo pedido siquiera. Y Hermione sabía que ese tipo de cosas no se olvidan facilmente.

Es más. No se olvidan nunca.

o§o§o

La llamaban La Península Oscura.

Podría haber sido perfectamente una isla, pero un angosto y largo camino, elevado varios metros por sobre el nivel del mar, la unía al continente, como negándose tercamente a perder aquella maldita porción de piedra y tierra. El agua salada, golpeando incansablemente por años contra el borde del acantilado, había llegado a erosionar la superficie hasta lograr traspasarla por completo. Si en estos momentos sigue en pie, es puramente gracias a los efectos de la magia.

Estaba ubicada en una zona absolutamente desierta del mundo mágico. Ni siquiera el Sol se dignaba a asomar sus dorados brazos por allí. Eternos nubarrones grises se arremolinaban en un cielo nunca visto, negando posibilidad alguna de vida autóctona. El viento frío cargado de salitre, acariciaba violentamente las altísimas paredes de roca negra de la prisión mágica, otorgándole un resplandor plateado, casi fantasmal.

Pero dentro de aquel lugar nadie era conciente de nada de lo que pasara afuera. Ni el sonido del mar contra las piedras, ni el viento aullando furioso entre las torres de Azkabán. Nada. Era un silencio profundo, siniestro.

Por eso sus pasos se escuchaban a lo largo de todo el pasillo, alterando a los reclusos, que llenaban el lugar con un murmullo angustiado, nervioso, esperando que el dueño de ese sonido pasara delante de sus lugares sin detenerse. No era aquella una buena señal.

Pero los pasos cesaron delante de una celda.

Solamente había un ocupante allí, algo raro en aquel pasillo, puesto que la mayoría de los calabozos eran ocupados por diez prisioneros cada uno, a pesar de estar diseñados para cinco. Pero ése era un raro privilegio que recibían los Mortífagos en aquel antro. Los carceleron bien sabían el amplio conocimiento de Magia Negra que poseían, capaces todos ellos de manipular a cualquier persona incluso sin varita, en función de sus propios intereses. Por lo tanto, los destinaban a las peores y más pequeñas jaulas, pero siempre en absoluta soledad.

El intruso se acercó a los barrotes de acero mágico, fijando sus ojos grises en el hombre acurrucado en el suelo, quien mantenía la cabeza entre las rodillas. No levantó la vista hasta que una suave pero escalofriante risa le llamó la atención.

Una luz azulina, producto de las escasas antorchas que alumbraban el pasillo, iluminaba desde atrás la figura impasible del hombre parado contra su celda. Su rostro estaba en sombras, pero el reflejo de la luz contra su cabello platinado, soberbiamente peinado hacia atrás y recogido en una coleta, dejaban adivinar, positivamente, de quien se trataba.

Después de todo, fueron compañeros por casi veinte años.

La primera reacción de Josef VonBauren fue de algo parecido a la alegría, si alguien podía sentir eso en tan siniestro lugar. Su compañero venía a sacarlo de allí. Iba a escapar. Volvería a ser... libre.

Pero había algo que no cuadraba en la escena. Algo que desentonaba como una gota de tinta negra en una hoja blanca.

Esa risa...

La había escuchado infinidad de veces en el pasado como para poder esperar algo bueno de eso. Y no se equivocaba.

- ¿Estás disfrutando tu estancia aquí... amigo? - Cada una de las palabras que pronunciaba Lucius Malfoy, con su acostumbrada manera de hablar, arrastrando las palabras y su tono altanero, destilaba ironía pura.

El reo se levantó de su lugar lo más rápido que su cuerpo, adolorido en su totalidad por la incómoda posición a la que estaba obligado a permanecer, le permitía. Una vez frente a su compañero Mortífago, clavó en esos irises metálicos sus ojos negros, que en ese momento no podían reflejar otra cosa que un pánico absoluto. Jamás había sido el destinatario de las miradas de odio de Malfoy.

Lucius notó ese detalle, y volvió a reir, estremeciendo por completo al prisionero, que intentaba por todos los medios entender esa extraña actitud de su interlocutor. Si no estaba allí para liberarlo...

La comprensión llegó a su mente tan rápido que no pudo evitar que se reflejase en sus ojos negros. Una pregunta le martillaba en la cabeza, pidiendo desesperadamente una explicación: ¿Cómo...?.

Instintivamente se echó hacia atrás en el lugar, pero era tan estrecho que le fue imposible mantener una distancia mayor a medio metro del rubio Mortífago, quien dio un paso hacia adelante, borrando toda distancia que lo separaba de la reja.

- Con que ahora vamos recordando, eh?.- Dijo Lucius con una media sonrisa en sus labios finos, mientras negaba lentamente con la cabeza. Parecía leer la mente del prisionero. - Josef, deberías haber aprendido, despues de tantos años, que con un Malfoy no se juega. - Levantó una mano para golpear con el índice uno de los barrotes. - Sólo quería que supieras por qué. - Ahora portaba una sonrisa completa. - ¡Pero no te preocupes, amigo mío!. Te prometo que ésta no será mi única visita. -

Luego de contemplar por un momento el gesto de horror del presidiario, se dio media vuelta y comenzó a alejarse. Pero se detuvo a los pocos pasos, y se giró nuevamente hacia la celda, deshaciendo el camino realizado.

- Oh!, me olvidaba de algo. ¿No pensarías que te dejaría con eso, verdad? - Lucius chasqueó la lengua, mientras levantaba hacia Josef una de sus blancas manos. En el dedo anular lucía un anillo de plata, con una piedra gris de considerable tamaño incrustada en él. Luego de pronunciar un conjuro de Magia Negra, un finísimo hilo plateado comenzó a salir de la sien izquierda del hombre, para ingresar luego en la piedra, que brilló un momento, para despues volver a su color original.

Josef VonBauren cayó inmediatamente al suelo, mientras Lucius Malfoy se retiraba del lugar, tan sigilosamente como había entrado.

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