Ola. Weno… se k no he ido muy rápida subiendo el siguiente capi… xo… n serio k no he podido; entre los entrenos, las clases, los deberes, los exámenes @_@ no tenía nada d tiempo para escribir. ¬¬ con dcir k el capi está escrito en horas d quimica… (como mi profe lea esto algun dia… O_O) ¬¬ xo ya no podré hacerlo… asta ahora he podido xk mi profe dl año pasado me maxacó muxo en el variable ^^ y lo k emos exo asta ahora ya lo sabia… bueno, + o -… a parté e tenido una crisis bastante fuerte… xo; bueno ^^ eso no importa…

Reviews: muxas gracias!!!! *_* en serio me habías subido el ánimo un montón! ^^ os kiero ^^

Varie-de-Fanel: gracias ^^ x supuesto k la continuaré ^O^ U_U xo va a ir lenta; lo siento

Cristal Melody: de nuevo: LO SIENTO!!! ;_; en verdad te gustó? ^^ genial ^^ si, bueno… Harry… espera a ver lo k tengo en mente xa el próximo capi XD

Bella: lamento k no sea pronto xo akí está

Sâru: te han contado el 5º enterito? O_O menudas amigas más bocazas… d nuevo: siento k no sea pronto T_T

Dadaiiro: wapisima!!!! K tal? Ya no se k pensar sobre Sirius @_@ cuando me deprimo pienso k no volverá… y cuando estoy muy alegre pienso k seguro k vuelve… y cuando estoy normal no se k pensar Ô_ô tengo en mente bastantes cosas k agrandarán la parte de "Harry-cabreado-con-todo-el-mundo" XDD me voy a divertir muxo escribiendo ^^ O_O n serio, me desahogo escribiendo este fic… s genial; es como una terapia… en cuanto a las vistas… XD vas a ver lo k se avecina en el próximo capi ^^ y razón en k se han acabado las lágrimas… o eso creo ^^ muxos bsos!

Kat Basted: wapa!!!!! Jeje ^^ ya veremos si Harry supera esta depresión de caballo ^^ XDD ya verás, me voy a divertir ^^ moles petonets!!! Ens veiem! ^^

Herms Malfoy: ola! ^^ te izo llorar? N serio? *_* oh! Me alegras ^^ keria transmitir desesperación ^^ lo conseguí? N cuanto a Sirius… no estoy segura… dpende d mi estado d animo (si estoy alegre: él está vivo; si estoy depre: él está m****o; si estoy normal: no se k pensar) eso si: VIVA SIRIUS!!!

Anna kyouyama15: vuelvo a decir: no estoy segura en el tema referente a Sirius. Siento no tener actualización rápida, d veras… oye, x curiosidad… eres catalana? ^^ lo digo x Anna con 2 n ^^

Ithae: gracias!!!! ^_^ akí tienes la continuación… U_U en serio k siento k aya tardado tanto…

_: ok, akí lo tienes ^^ siento aberte exo espeerar

Pekenyita: wapisima!!!! K tal estàs? Spero k els exàmens t'hàgin anat molt bé!!! ^^ i molta sort si encara et queda algun ^^ akesta setmana jo en tinc 4 o 5! T_T i d'akí uns mes començo globals :$ ja se k actualitzo molt lenta T_T és la meva creu… n fi ^^ XDD preparat xk el Harry està MOLT cabrejat ! XDD ^^ Moles petons!!!!!!

Blackspirit: crisis d identidad se tiene a los 30?! O_O voy a matar a kien me lo dijo ¬¬ ^^ siento haber tardado tanto ^^ muxos bsos!

Ah! Y dar las gracias a DianaPotter por el mail ^^ me izo muxa ilu ^^ muxas gracias ^^

Ahora si os dejo con el 2º capi… Enjoy it! ^^

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Oscuridad

Inmediatamente, Remus cogió a Harry en sus brazos, y saliendo como una exhalación de la casa, se fue directo a la de Arabella Figg. Porque… aunque Arabella fuera un squib… estaba conectada a la red Flu, ¿verdad? Por suerte, Arabella estaba en casa, y su chimenea conectada a la red Flu (Dumbledore la había conectado desde el mismo día en que Harry fue a vivir a Privet Drive, por si algún día había alguna emergencia).

El licántropo llamó al timbre al borde de un ataque de nervios y procurando que el joven enfebrecido en sus brazos no se le cayera.

La mujer mayor le abrió, y sus ojos se abrieron de la sorpresa al ver la escena.

–¡Remus! –exclamó– ¿Qué ocurre?

–Harry tuvo un descontrol, hay que llevarlo a San Mungo; ¿estás conectada a la red flu?

–Si, vamos pasa –le indicó echándose a un lado y con la voz temblándole.

Rápidamente Arabella subió a su habitación y bajó con una cajita de madera; la abrió y cogió un puñado de polvos flu, y mientras los echaba en la chimenea, gritaba:

–Al hospital San Mungo.

En el momento en que las llamas empezaron a crepitar con su característico color verde, Remus entró en ellas sin dudarlo aferrando a Harry más cerca de su pecho.

Al salir de la chimenea, tropezando ligeramente pero luchando para no caer al suelo, y evitar lastimar al muchacho que permanecía inconsciente en sus brazos; la ceniza le cubría el pelo y se había adherido a su capa, de la misma forma que lo había hecho con las ropas del chico. La sala del hospital donde se encontraban las chimeneas conectadas a la red flu, estaba prácticamente vacía; cosa que el licántropo agradeció; un par de enfermeras estaban hablando con un paciente, pero cuando notaron su llegada en seguida se giraron a él. y en cuanto Remus les habló y ellas se dieron cuenta de quien era el muchacho, lo guiaron rápidamente por el hospital hasta llevarlo casi a la sala de personal (donde habían un par de doctores tomando un café).

Ambos hombres, de unos 28-29 años (se notaba que hacía poco que habían acabado la carrera, y que posiblemente la habían estudiado juntos), se sobresaltaron ante la intrusión de ambas enfermeras seguidas de un hombre que cargaba en brazos a un adolescente.

–¿Saben que está prohibido entrar en esta sala? –preguntó uno de ellos, visiblemente enfadado porque alguien había decidido fastidiar su par de horas libres.

El otro doctor estaba a punto de secundar a su amigo, cuando una de las enfermeras habló: –¡Pero se trata de Harry Potter! Está ardiendo y puede encontrarse en shock.

Los hombres se paralizaron un momento ante el nombramiento de "Harry Potter", se dirigieron veloces al hombre que sostenía el cuerpo inconsciente. Sin un momento que perder, indicaron a Remus que les siguiera hasta la habitación al final del pasillo.

Los cafés a medio terminar, quedaron olvidados en la sala de personal. Uno de ellos había volcado, y su contenido se escapaba por la mesa; bañando la superficie de la mesa hasta acabar goteando por el borde de la misma, formando un charco en las baldosas blancas.

Ambos doctores indicaron que estirara a Harry en la cama que había en el centro de la habitación, y empezaron a examinar al chico. Al cabo de unos segundos estos empezaron a demandarles a las dos enfermeras que les pasaran un montón de potes y tarritos con distintas pociones. Mientras Remus seguía allí, de pie, mirando firmemente lo que ocurría en la habitación como si él no estuviera. Tenía la sensación de estar viendo todo aquello desde algún lugar muy remoto. Hasta que un toque en su hombro lo hizo volver (mentalmente) a la sala.

Una de las enfermeras le pedía que abandonara la habitación, él intentó argumentar algo para que le permitieran seguir, pero la enfermera no se dejó convencer, arguyendo que los médicos necesitaban concentrarse. Por lo que al cabo de nada, Remus se encontró de nuevo en el pasillo, solo y observando la puerta blanca que lo separaba de Harry.

Harry.

Pensar en el chico le dolía… nadie merecía pasar lo que él estaba pasando. Y en su cabeza una frase se repetía: "Sirius… ¿Por qué no estás aquí? Harry te necesita".

No pensaba pasarse todo el rato delante de la puerta, por lo que decidió ir a mandar una lechuza a Dumbledore y a los Weasley; quienes, en su opinión también merecían saber que tal estaba Harry. De manera que se dio la vuelta y lentamente empezó a caminar, en busca de alguna lechuza.

Por otra parte, dentro de la habitación, los medimagos seguían revisando a Harry.

* * *

No había pasado más de una hora, cuando Dumbledore llegó al hospital seguido de Snape.

–Albus.

–Remus –dijo el director–, ¿Cómo está Harry?

–Aun no lo se –contestó–, ha estado ahí dentro desde que lo he traído.

El anciano guardó silencio unos instantes. Y en sus ojos se notó una profunda preocupación por el chico.

–¿Has avisado a alguien más? –preguntó Snape desde atrás.

–A los Weasley y a Hermione; ellos también estaban muy preocupados por Harry.

–Y con motivos –añadido el anciano en voz baja. Aunque ambos, Remus y Snape, le oyeron perfectamente.

La puerta blanca que conducía a la habitación de Harry se abrió lentamente, casi con pereza; y de ella salió uno de los medimagos con su bata blanca casi inmaculada. Y los tres adultos se dirigieron a él.

–No se preocupen –añadió rápidamente al ver la mirada preocupada de Dumbledore y Remus–. Está extremadamente exhausto; ahora está durmiendo y posiblemente no despertará hasta esta noche o mañana por la mañana. Si quieren entrar a verle, aconsejaría que esperaran al menos un par de horas; más que nada asegurarnos que esté profundamente dormido y no puedan despertarlo con su sola presencia.

–Está bien, doctor –respondió el anciano director de Hogwarts–; gracias por todo.

–No hay de que –les sonrió tranquilizadoramente–; mi colega y yo estaremos en la sala de personal por si necesitan algo; y las enfermeras saldrán en unos minutos cuando acaben de hacer las últimas comprobaciones.

Y con una última inclinación de cabeza, el médico se fue seguido de su colega, y entraron sin prisas en el interior de la sala de personal.

Los tres adultos se quedaron en silencio; cada uno perdido en sus propios pensamientos. Hasta que al final el director habló.

–Tal vez deberíamos ir a sentarnos y esperar un par de horas antes de entrar a ver que tal se encuentra Harry.

–Pero Albus…

–Remus, se muy bien como te sientes; pero los médicos tienen razón. Volveremos en un par de horas.

El licántropo aceptó. Y los tres hombres se fueron a una sala que les indicaron las enfermeras cuando salían de la habitación del chico.

La sala era cuadrada. Totalmente blanca, siguiendo la tónica de lo poco que habían visto del hospital. El mobiliario era una mesa rectangular en la que cabían unas seis personas, y unas cuantas sillas desperdigadas por toda la habitación. Con un movimiento de su varita, Albus Dumbledore aplegó tres de las sillas alrededor de la mesa. Los hombres se sentaron en ella y se dispusieron a esperar el paso de las dos horas, en silencio.

Seguían sin decir palabra. Estaban tan absortos en ellos mismos que no atendían a que el tiempo seguía pasando.

Los segundos eran sucedidos por los minutos, los cuales corrían muy despacio. En la sala, sólo el crujir de las telas del licántropo que se movían prácticamente al compás de su nerviosismo. Y con cada movimiento despedían un poco del hollín que había en ellas; llevando al límite la paciencia del irascible profesor de pociones.

–¿Quieres hacer el favor de sacudir el hollín de tu túnica y tu pelo de una vez por todas, Lupin? –preguntó airado al cabo de unos minutos cuando había un cerco de hollín rodeando al ex profesor de defensa.

Remus clavó su mirada en la fría y negra de su compañero.

Dumbledore salió de sus pensamientos para observar a ambos adultos.

Después de cabecear y vacilar un poco…

–Si, claro –dijo de pronto–; lo siento, Severus –atinó a decir mientras se levantaba y sacudía sus ropas enérgicamente.

Dumbledore hizo un amago de levantarse.

–¿Dónde vas, Albus? –el licántropo podía estar nervioso y desesperado pero seguía alerta; por algo era parte de la Orden del Fénix.

–Voy a ver si yo han llegado los Weasley –anunció–, creo que sería mejor hacerlos pasar aquí, también; hay suficiente sitio para todos.

–Iré yo –se ofreció Remus rápidamente–; necesito moverme.

–No, Remus –dijo el director–; preferiría que te quedaras aquí e intentaras calmarte para cuando Harry despertara.

Éste iba a protestar; pero Dumbledore le dirigió una mirada que claramente decía: "por favor, quédate aquí".

El hombre-lobo volvió a sentarse y el director Salió da la sala en busca de la familia Weasley. Dejando tras de si, un silencio aun más tenso si cabe imaginar.

Lupin se volvió a sentar en la silla que había estado ocupando anteriormente. Apoyó los codos sobre la mesa y enterró la cabeza entre sus manos.

Durante el poco tiempo que Dumbledore estuvo ausente, ni una sola palabra fue pronunciada en esa sala. Pues no había nadie capaz d consolar a Lupin; estaba Snape, claro… ¿pero desde cuando un Slytherin se dedica a consolar a un Gryffindor? ¡A uno de los merodeadores! Ni hablar. De modo que se cruzó de brazos y se armó de paciencia para esperar la vuelta de Dumbledore.

Cuando Snape se preguntaba mentalmente por décima vez consecutiva "¿Qué demonios hacia él allí?" y "¿Por qué se había dejado arrastrar por Albus?", el director volvió a entrar a la sala. Acompañado de un destacamento de pelirrojos. Genial. Más gryffindors.

Y por si fuera poco parecían los gryffindors más deprimidos y desgraciados de toda la historia de Hogwarts. Y de nuevo se preguntó: "¡¿Cómo diablos acabó aquí?!".

Dumbledore se sentó de nuevo en la silla que previamente había colocado al lado de la mesa. Y se dispuso a esperar sentado al lado de un disgustado Snape.

Las conversaciones parecían cortadas en esa sala; pero los murmullos estaban presentes. Los Weasley hablando en voz baja entre ellos; sobretodo entre los hijos, y los más jóvenes; los más cercanos a Potter. Ron era el que parecía más nervioso de todos.

Por su parte, Remus Lupin seguía en la misma posición que había adoptado a la salida del director. Codos sobre la mesa y la cara escondida tras las manos. Perdido en sus pensamientos, el licántropo parecía no haber sido consciente de la vuelta del director y de la entrada de la familia Weasley a la habitación.

La relativa clama solo era rota por los sollozos de Molly Weasley; que contribuían a aumentar la perdida de los nervios y el mal humor del irascible profesor de pociones. '¡¿Pero que demonios hacía tanta gente allí, cuando Potter se despertaría al día siguiente?!' y lo peor sería que Albus no le dejaría marcharse de ese infierno. ¿Cuánto llevaban allí? Por lo pronto unas dos horas desde que habían llegado. 'Genial' pensó amargamente.

Al cabo de un poco llegó uno de los dos Weasley que faltaban a tan conmovedora reunión.

Arthur Weasley entró fatigado y respirando trabajosamente. Parecía haber venido corriendo desde el ministerio; cosa poco probable ya que ahí tenían chimeneas conectadas a la Red Flu. Por tanto el señor Weasley había salido corriendo de la chimenea y como había podido llegó a la sala.

–Albus –se dirigió aun con la voz entrecortada–. El ministro va a venir dentro de poco. Quiere saber como está Harry.

Dumbledore frunció el entrecejo. Lo último que necesitaban cuando Harry se despertara era tener a Fudge revoloteando alrededor del chico. El adolescente estaba enfadado, eso lo tenía muy claro… su despacho lo probó al final del curso anterior. Y estaba seguro que Harry no se había calmado… el chico estaba resentido, ¡por el amor de Dios! ¿Qué tenía Fudge en la cabeza? ¿Lechuzas? … bueno, si… probablemente, pero… tenía que hablar con él y convencerlo de que no era una buena idea que Harry lo viera cuando despertara.

–Gracias por informarme, Arthur; ahora mismo voy a esperar delante de la habitación de Harry.

–¿Vas a impedírselo? –le preguntó el señor Weasley.

–Si, Harry necesita estar solo en estos momentos. Aunque esté dormido estoy seguro que puede notar lo que ocurre a su alrededor… y no creo que le haga mucha gracia ver a Fudge –y diciendo esto se levantó, intercambió unas palabras en voz baja con Arthur, quien asintió con la cabeza un par de veces y ambos hombres abandonaron la habitación.

La sala se llenó de murmullos y exclamaciones contra el ministro.

–Maldito Fudge –comentó Ron. Y todos le dieron la razón. Incluso Snape tuvo que admitir que el maldito Weasley tenía razón.

Dumbledore fue aprisa a la habitación que ocupaba el dormido Harry; el señor Weasley había vuelto a la sala de las chimeneas para esperar la llegada del distinguido ministro de magia, Cornelius Fudge.

El director de Hogwarts suspiró de descanso cuando observó que el ministro aun no había llegado a la habitación del muchacho.

Fudge salió de la chimenea arrogantemente, se sacudió un poco del hollín que se había adherido a su chaqueta verde y con una mano cogió su sombrero de hongo y con la otra le dio un par de golpecitos para quitarle el hollín; se lo volvió a poner y se dirigió a la habitación del señor Potter. Caminando arrogantemente, con la cabeza alta y el pecho hacia fuera. Parecía un pollito con el plumaje alborotado.

El director seguía esperando la llegada del ministro frente a la puerta de la habitación ocupada por el señor Potter. El cansancio se notaba en sus ancianas facciones. Se sacó sus gafas de medialuna y con el índice y el pulgar hizo presión en el inicio del puente de la nariz, en un vago intento de masajearla y aclarar sus ideas.

Dio un largo suspiro y volvió a colocar sus gafas donde habían estado momentos antes.

Un repiqueteó le hizo mirar de nuevo el final del pasillo. El ministro de magia venía alzando la cabeza en signo de orgullo. Este hombre nunca aprendería; después de la que se organizó con El Profeta a finales del curso anterior, cuando por fin reconoció que Lord Voldemort, "efectivamente, había vuelto…" ¡y ni que el hombre tuviera comisión del Lord! Había pasado un mes, y a parte de reconocer la vuelta del Lord Oscuro, ¡No había hecho nada! Pero tenía que ponerle buena cara al hombre; después de todo seguía siendo el ministro de magia, y por tanto el máximo representante de la comunidad mágica inglesa. ¿Quién diablos le había escogido para semejante cargo? Ah, si… fue prácticamente él mismo cuando rechazó el puesto que le ofrecieron.

–Cornelius –nada en la voz del director daba a entrever su estado de ánimo y su aborrecimiento hacia el hombre.

–¡Albus! –el hombre pareció sorprendido– ¿Qué haces aquí? –pregunta estúpida por su parte, ¿Qué creía que hacía allí? ¿ir de pesca? ¡vamos! Era Harry Potter quien estaba en *esa* cama, dentro de *esa* habitación; además de que él sabía mucho más de lo que le ocurría al chico de lo que el ministro llegaría a saber en toda su vida.

–Creo que es obvio –contestó con voz calmosa–; lo que no es tanto es lo que *tú* estás haciendo aquí.

–Soy el ministro de magia –('por desgracia' pensó Dumbledore); dijo como si eso lo explicara todo.

–Que seas el ministro de magia no explica porqué estás aquí.

–No hay nada ni nadie que me impida venir a ver a los enfermos. ¡y no tengo que dar explicaciones de lo que hago o dejo de hacer a nadie! –contestó haciéndose el importante.

–Que seas el ministro no significa que puedas hacer lo que quieras –contradijo Dumbledore con un tono de voz que no admitía réplica posible.

El ministro se quedó indefenso ante esos ojos azules que lo miraban duramente tras las ya tan conocidas, gafas en forma de medialuna. Y reaccionó de la forma más fácil. Devolviendo la pregunta (N/A: detalle xa los k ven "Una altre cosa" *y desde las gradas el follonero salta: "El recurso fácil, señor ministro; el recurso fácil"* ^^ ya, lo siento xo es k XD me lo imaginó ahí)

–¿Y que hay de ti, Dumbledore? –preguntó triunfante– ¿Desde cuando vienes a ver a los enfermos?

–Desde que uno de esos enfermos es uno de mis estudiantes; sin mencionar que es Harry Potter quien… –no pudo acabar la frase ya que fue cortado por le ministro con tono victorioso.

–¡Ajá! Así que sólo estás aquí para asegurarte que "el niño que vivió" está bien –afirmó más que preguntó.

–No –negó tranquilamente–; estoy aquí para asegurarme que Harry Potter, a quien aprecio mucho; hijo de Lily y James Potter; quienes fueron de mis mejores estudiantes y por supuesto, grandes amigos; estoy aquí para asegurarme que su hijo Harry se recupere pronto –siguió mirándolo con intensidad. Había sido una frase demasiado larga como para esperar que le hombre la hubiera entendido entera; pero parecía haber captado lo esencial de ella.

–Te aconsejo que te vayas, Cornelius; Harry está durmiendo ahora –hizo una pausa y continuó–; y cuando lo haga no creo que aprecie mucho tu presencia.

El director marchó tranquilamente hacia la sala; dejando tras de si a un aturdido Fudge que no sabía que responderle.

Cuando Dumbledore desapareció del pasillo, el ministro paró a una de las enfermeras que en ese momento salía de revisar al chico.

–Disculpe, señorita; ¿el señor Potter?

–Ahora está durmiendo, señor ministro –contestó educadamente–; despertará en algunas horas.

Fudge pareció pensar algo.

–Avísenme cuando despierte –ordenó más que pidió.

–Como quiera –respondió–. ¿Le acompaño a una sala de espera?

–No; volveré al ministerio. Tengo asuntos importantes que atender.

–Está bien, señor ministro –la muchacha se fue a la sala de personal; probablemente a reportar a los doctores que el señor Potter seguía profundamente dormido.

De modo que el ministro se dio la vuelta, y tan pomposamente como había llegado (aunque con el orgullo un poco pisoteado) se dirigió de nuevo a la sala de chimeneas; tenía asuntos que atender más importantes que Harry Potter; en la opinión del ministro, claro está.

Poco a poco, el tiempo se iba deslizando; tranquilamente, sin prisas pero inexorablemente.

En una de la habitaciones del hospital San Mungo; en una de las camas colocada en una habitación individual; un chico abría cansadamente sus párpados mostrando unos confusos iris color verde esmeralda.

El chico parpadeó repetidas veces, tratando de ubicarse mentalmente.

No le sirvió de nada.

No tenía ni la más mínima idea de donde se encontraba.

Espera… ¡¿Qué diablos había ocurrido?! No estaba en su habitación en Privet Drive, de eso no cabía duda alguna; tampoco que hubiera que ser muy listo o muy observador para darse cuenta de este hecho.

Estaba muy cansado, notaba dolor en todo su cuerpo; y era muy consciente de que al más mínimo movimiento el dolor que sentía no haría más que incrementar. Pero su cerebro sólo era capaz de procesar una idea: "Sal de aquí".

Era su instinto que una vez más el decía que no se confiara; que esto había pasado muchas veces y siempre acababa mal. Siempre que una parte de él le decía que se calmara, que se relajara, que no había nada que temer; otra voz le aconsejaba prudencia; que se levantara y se largara de ese lugar lo más rápido posible. Ésa era la voz de la experiencia. Y Harry ya estaba harto de que le dieran cada vez que se sentía a salvo; por lo que había optado a hacer caso de esa voz y al consejo del auror Ojoloco Moody: "Alerta permanente". Lo que necesitaba era saber donde se encontraba exactamente: analizar la situación tranquilamente y con calma.

Respiró profundamente un par de veces para volver a poner su pulso cardíaco más o menos normal y estable de nuevo; porqué ahora parecía que acabara de correr una maratón; aunque tampoco debería estar tan sorprendido; el último mes casi no había comido, ni tampoco había hecho ningún tipo de esfuerzo; no había salido de su habitación (salvo para ir al lavabo) y prácticamente no se había levantado de la cama; por lo que era normal que su cuerpo estuviera descontrolado; y su pulso cardíaco era una buena muestra de ello.

¡Ah! Si… tampoco había descansado decentemente.

Lentamente, y concentrándose en acallar el dolor que le pinchaba y recorría los músculos y sus tendones, fue girando el cuello; para poder conseguir una visión más amplia de la habitación (que no fuera solamente ese techo de color blanco y aburrido). Aunque pronto descubrió que no había mucho que ver, tampoco.

La habitación tenía las paredes blancas, en concordancia con el techo. Era más bien amplia. Con una única cama (la suya) en el centro de la misma. Un armario al fondo, abierto. Con un montón de tarros y potes (que Harry pensó contendrían pociones). Tres sillas desperdigadas y una mesa con ruedas (para facilitar su movilidad). Una especie de ¿máquina? En realidad no tenía ni idea de que era; se encontraba a su lado y pudo observar como de ella salía un tubito de plástico, el cual se clavaba en su antebrazo mediante una aguja. Se estremeció. ¿Pero que diablos pasaba?. El vello de sus brazos se erizó. Un escalofrío recorrió su espalda. Empezaba a recordar lo que había ocurrido.

Remus había ido a verle. Había estado intentando hablar con él, pero lo había ignorado deliberadamente. Y recordó haberse enfadado mucho. Y luego calor. Y luego… ya no recordaba nada más. Bueno, si… una gran luz que lo rodeaba… y al final sólo oscuridad.

Lo que significaba que estuviera donde estuviera Remus lo había traído; lo que venía a decir que licántropo (y vete a saber quien más) no estarían muy lejos de aquí… el problema radicaba en averiguar donde se encontraba "aquí". Tenía que salir de "aquí" cuanto antes.

Pero parecía que no tendría oportunidad de salir de donde se encontrara; al menos no inmediatamente como él había empezado a planear.

Con un chasquido metálico, la puerta se abrió lentamente.

Una enfermera, con su característico uniforme blanco. Llevaba una bandeja de metal entre sus manos. Y parecía estar haciendo malabarismos para tratar de cerrar la puerta con una mano mientras con la otra sujetaba la bandeja intentando que no acabara en el suelo. Debió sentir la mirada de Harry sobre ella; porqué una vez se dio la vuelta, su mirada se cruzó con la del chico.

Y le sonrió.

Volvió a coger la bandeja con ambas manos (por seguridad del contenido de la bandeja) y se acercó a la cama de Harry; quien ahora miraba en sentido contrario.

–¿Cómo te encuentras? –su voz era suave; aunque no tenía ninguna emoción añadida. Era una pregunta rutinaria.

Pero Harry no le contestó. No tenía ganas de hablar. Le garganta le dolía terriblemente.

La enfermera cambió el pote que llevaba por uno que había dentro de ¡¿pero  era una máquina o que?!. Cuando el recipiente estuvo colocado, le dio un par de golpecitos con el dedo y volvió a cerrar la tapa de ¿algún día descubriría que era eso, verdad?

Comprobó que la aguja siguiera clavada en su brazo derecho. Se fue hacia le otro lado de la cama; y Harry giró la cabeza (para seguir evitando la mirada directa de la enfermera), produciendo que una mueca de dolor se instalara en su cara.

La enfermera cogió su brazo izquierdo y le tomó el pulso. Luego le puso una especie de pulsera un poco más arriba de la muñeca. La dejó ahí durante unos treinta segundos (que a Harry le parecieron enormes ya que esa cosa, lo que fuera, le estaba apretando cada vez más), anotó algo en un pergamino que había hecho aparecer y le sacó la pulsera (por llamarla de alguna forma).

–Voy a ir a avisar al doctor y dentro de nada podrás ver a tus amigos –su voz era amigable. Pero la mente de Harry se paralizó en un "¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOO!!!". Sus ojos se abrieron más de la sorpresa; pero la enfermera no lo vio. Harry quería gritarle que se quedara, que se parara; que no fuera a avisar a nadie, que quería que le dejaran tranquilo; que demonios, ¡quería aturdirla para que nadie supiera que estaba despierto!

Pero en esos momentos casi no podía moverse. Y no tenía su varita. ¿Dónde demonios estaba su varita? Estaba en el bolsillo lateral de su pantalón. Ah, vale. Estaba encima de la mesa. Junto con su camiseta. ¡¿Su camiseta?! Genial. O sea que casi lo habían desnudado… suerte que no se les había ocurrido quitarle los pantalones.

Se relajó. Estaba en un hospital. Y el único hospital que le conocía era San Mungo. Y San Mungo estaba bien protegido, ¿verdad?

'Si –retumbó una voz en su cabeza–, como Hogwarts'.

Tragó saliva. No quería enfrentarse a Remus. No quería enfrentarse a nadie. Si hubiera podido, hubiera ocultado su cara bajo la almohada.

La enfermera fue a avisar a los doctores, quienes rápidamente fueron a la habitación del chico; mientras una de las dos enfermeras iba a avisar al director de Hogwarts, Albus Dumbledore, que Harry Potter estaba despierto; tal y como le había pedido; y le informó que la otra enfermera estaba avisando al ministro, tal y como les había ordenado. El director frunció el entrecejo y le dio las gracias.

Todos los integrantes de la sala se levantaron; Dumbledore sabía que sería imposible hacer que no vinieran, por lo que no lo discutió; y el único que no tenía ganas de venir, era al único al que Dumbledore obligaba a ir; la cara del profesor de pociones era un auténtico poema; la rabia y la frustración por estar ahí perdiendo el tiempo eran patentes y bien visibles para Dumbledore en los ojos de Snape. Seguro que después de eso, el hombre se le estaría quejando y refunfuñando. Pero lo necesitaba ahí, no podía escoger; necesitaba que le profesor volviera a enseñarle Oclumancia al chico, y necesitaba que Harry no se lanzara sobre Snape para golpearlo; como sabía que el chico había debido pensar cientos de veces… aunque también lo había debido pensar de él y de cualquiera que hubiera tenido algo que ver (lo que fuera, aunque fuera mínimo) con la muerte de Sirius. Debía tener cuidado con que decir delante del chico. Debía decirle a Snape que no dijera nada. Pero no había tiempo; y el hombre tenía la mente muy cerrada.

Y no había tiempo. Los Weasley no iban a esperarse para ver a Harry, y Remus… bueno, de Remus no tenía ni idea; el licántropo no había abierto la boca en todo el tiempo, tampoco se había movido; se había quedado con los codos sobre la mesa, la cara entre las manos y respirando muy levemente. Y ahora se había levantado, muy lentamente; y caminaba cabizbajo ( más cabizbajo que los demás) y con las manos en los bolsillos de sus pantalones.

Los Weasley tampoco parecían esos magos alegres y traviesos de siempre. Ron Weasley tenía el pelo desordenado; como si quisiera competir con el de su mejor amigo; con ojeras; que Harry no le diera señales de vida lo estaba preocupando sobremanera. Por otra banda, la más pequeña de los Weasley tenía los ojos rojos, se notaba que había estado llorando; tal vez en silencio, si; pero ella también estaba preocupada por su amigo. Y, también estaba la señora Weasley; ella y el señor Weasley consideraban a Harry como un miembro más de su familia; ¡Que demonios! ¡Para ellos era el octavo hijo que nunca tuvieron!

Sus pasos eran lentos. Sabían que ahora los médicos estarían revisando a Harry; y que no les dejarían entrar hasta que los médicos hubieran acabado y se aseguraran que Harry estaba estable. Al menos físicamente.

Mientras en la habitación, Harry había optado por cerrar los ojos y relajarse medianamente. Más que nada porqué ahora había dos personas en esa habitación, trabajando uno en cada lado de la cama que él ocupaba; por lo que era un poco complicado ignorarlos. Y por suerte, los médicos habían callado casi inmediatamente al no haber conseguido respuestas en sus dos primeras preguntas.

Se estaban tomando con calma el camino hasta la habitación del chico; no había prisa o eso pensaban. De repente lo dicho por la enfermera retumbó en su cabeza, ¡El ministro les había ordenado avisarle nada más el chico despertara! Lo que significaba que el hombre estaría ahí, con la prensa; para que todo el mundo viera que él y el niño que vivió se llevaban muy bien.

Tenía que llegar antes de que Harry volviera a perder el control de su magia, o podrían tener problemas.

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Alegradme el dia ;_; mandadme reviews…