Ola! Lo se, lo se ;_; he tardado muxo. Xo no ha sido mi culpa. Tengo 2 excusas MUY buenas ¬¬

1º - ff me censuró x subir una encuesta ¬¬ y estuve 2 semanas sin poder subir capi

un  par de días antes d k se acabara la censura… ¬¬* mi ordenador decidió tomarse vacaciones. X lo k lo tuve k llevar a la tienda después d k se hubiera comido TODO los arxivos k abía en "Mis documentos" (obviamente la historia tb; x lo k tuve k rescribir el capi en horas d clase y pasarlo este fin de semana como pude)

bueno, y ya está.

Contestaré reviews:

Dadaiiro: sto… XD poz zi jeje ^^ más o menos s lo k kiero k aga antes d volver a Hogwarts XDD ya verás wapisima; sigue leyendo. Muxos bsos!!!

Herms Malfoy: Ola! ^^' el humor d Harry, dices? Sto… jeje ^^ me gusta Harry cabreado… le da carácter, no crees?

FeÑa: gracias ^^ sto… si digo k lo siento muxo, me creerías? Bsos

GaRrY: Gracias ^O^

Elentari: Siento haber tardado!!!!

Ithae: Si! Soy d Catalunya!! Barcelona ^^ y tu? XD es k lo dl follonero kdaba genial ahí! XD ¬¬ sobre Funge… lo k le espera XDDD sigue leyendo y gracias!

Pekenyita: wapa!!! K tal? Jeje XDD es k lo del follonero uff! Es k sem va apareixer i vais dir: "Això ho he de posar XDD" T_T argh… el dijous començo els globals!! ;_; no vull!!!!!!!!! ;_; en fi… ¬¬ odio el batxillerat!!!!!!! (m sembla k akest es el meu lema d'akest any XDD) i trankila k no abandono el fic ^^ ja tu vaig dir… xo s k casi no tinc temps!!!! ;_; n fi, ^^ espero k t'agradi

Sâru: XD ya verás como reacciona Harry! XDD este chico tiene muxo carácter!!! … y muxo mal genio!!! ^^ disfrutalo ^^

Blackspirit: k tal? Si… desgraciadamente la sanidad en este pais es un asco… eres d Madrid? Yo d Barcelona ^^ bueno, espero k te guste el capi

^^ bueno, ya sabéis; a disfrutar dl capi ^^ k personalmente me ha gustado XD y ya sabéis… R/R

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Corre

Genial. Lo que le faltaba. Que una de las enfermeras entrara a la habitación mientras los médicos acababan de chequearlo preguntando si faltaba mucho, que el señor ministro estaba esperando fuera. Bien… ¡pues que entrara! Se iba a enterar. No sabía como lo había hecho, pero en los diez o veinte segundos que tardaron los médicos en venir, había conseguido hacer que su varita volviera a su mano. Y ahora estaba escondida en el bolsillo lateral de su pantalón. Le iba a decir cuatro de frescas. Si el idiota ese le hubiese creído… si hubiera retirado a los dementores de Azkaban… si hubiera puesto vigilancia en Azkaban… Bellatrix Lestrange nunca hubiera escapado de allí. Y ese pensamiento si que le encendió. 'Entra y vas a saber lo que te espera, Cornelius Fudge'.

Los médicos tardaron cinco minutos más en acabar de comprobar que el señor Potter estuviera perfectamente (dentro de lo que cabía esperar en ese momento, claro está). Y cuando abrieron la puerta para salir, Harry pudo escuchar la voz del director hablando con el ministro. '¡NOOOO!' si estaba Dumbledore delante seguro que no le daría la oportunidad de hechizar al otro hombre. Maldición.

–Cornelius, te repito que no es una buena idea que entres ahora a ver a Harry. No sabemos como va a reaccionar –el director estaba hablando cansinamente, como quien ha repetido la misma canción una vez tras otra, y aun así, no ha conseguido hacerse entender… lo cual no se alejaba mucho de lo que ocurría.

–Y yo te repito que tú no eres nadie para impedirme que entre –su voz de gallito desplumado se elevaba y taladraba de mala manera las mentes de los que le oían, provocándoles dolor de cabeza. 'Vale, que entre pero que se calle' debía estar pensando más de uno.

Y sin esperar una palabra más el ministro se dirigió a la habitación antes ni siquiera de que los médicos les dijeran que podían entrar a verle.

Harry que miraba en dirección a la puerta, preguntándose quien sería el primero en entrar, y quien más entraría a verlo; cuando la figura pomposa y prepotente del ministro apareció por la puerta, el giró la cabeza, y volvió a observar el extremo opuesto de la habitación. Que también era blanco. Seguro que después de esta odiaría el blanco. Le empezaba a gustar más el negro. Iba más con su personalidad.

Pudo escuchar el sonido de más pasos entrando en la habitación. ¿Pero en que diablos estaban pensando? ¿Acaso creían que eso era un museo o qué? Ya le estaban empezando a cabrear.

La sala permaneció en silencio. Todos se habían quedado en la parte de la sala que no era accesible a la vista de Harry. Seguro que estaban esperando a que él se girara y dijera algo; lo que fuera. Pero que al menos les mirara. Bien, pues ya podían ir consiguiendo sillas para todos porque iban a tener que esperar MUCHO.

Podía escuchar el fru-fru de alguna que otra túnica cuando alguno de sus dueños se movía un poco para cambiar de posición. Sonrió internamente. ¿Cómo se sentían siendo ignorados? Tal y como ellos habían hecho el verano anterior durante un mes entero.

Snape maldecía interiormente. Como si estar rodeado de gryffindors preocupados por Potter no fuera más que suficiente, encima estaba en esa maldita habitación de hospital, con el patético ministro de magia inglés, con el director de Hogwarts, esperando a que el maldito Potter se decidiera a mirarlos… Albus se las iba a pagar.

Albus Dumbledore masajeaba sus sienes con delicadeza. Este silencio le estaba empezando a cansar, y estaba haciendo que todos se pusieran nerviosos. Dirigió una mirada a su profesor de pociones. Quien le devolvió una mirada de advertencia. Ese silencio empezaba a hacer perder los nervios de Snape. Por la actitud que había llevado Harry todo el verano, y lo que Tonks le informó; dedujo que con Remus la cosa no había variado mucho… y el muchacho no parecía dispuesto a dirigirles la palabra en mucho tiempo. Tendrían que ser ellos, pues, los que le dijeran algo. Pero tenía muy claro que le primero que le hablara a Harry se llevaría unas palabras no demasiado amables como respuesta.

El tiempo seguía pasando; y para alivio de Snape, que ya empezaba a pensar seriamente en aturdirle a él y poder largarse de esa habitación tranquilamente; el director habló:

–Harry –el muchacho le ignoró, por lo que decidió continuar–; me gustaría que me dijeras como te encuentras.

Harry no contestó. Y cuando parecía que ya no lo haría, su voz ronca y rota, resonó por la habitación:

–Creía que me había dicho que entendía perfectamente como me sentía y que sabía que estaba sintiendo.

Dumbledore frunció el ceño; parecía que Harry estaba bastante más que molesto.

Desde su sitio, el ministro sonrió tontamente de satisfacción. Iluso. No sabía que también había pastel para él.

Los Weasley, por su parte, bastante conmocionados, no sabían que hacer o que decir para ayudar. Nunca habían escuchado a Harry hablando con ese tono.

El director decidió que era mejor no hacer enojar más al muchacho. Aunque tampoco es que lo vaya a conseguir de este modo, ¿no?:

–Y también creo recordar que tú dijiste que yo no sabía nada y que no tenía ni la más mínima idea de lo que pasaba por tu mente.

Harry tomó esto (obviamente) como un reto. Pero el director había conseguido captar su atención. Se giró lentamente y enfrentó sus ojos esmeralda (ahora más bien mortecinos y fríos) con los poderosos azules del hombre mayor. La cara de Harry era una completa más cara de indiferencia. Cosa que sorprendió a los presentes; incluido Dumbledore, que no había podido llegar a imaginar ese extremo en el cambio de carácter del niño.

Dumbledore se llevó una mano a la frente, desviando su mirada de la del chico. El cual aprovechó para deslizar su mirada vagamente y observar a TODOS y cada uno de los presentes que se encontraban en esa habitación. Se sorprendió un poco de ver allí a Snape; pero no dejó que sus ojos o su cara mostraran expresión alguna. El profesor de pociones le devolvía la mirada con odio. Sonrió internamente. 'Yo también te quiero, Snape' pensó irónicamente. Decidió mover su mirada del hombre, o sería el primero en tener el honor de ser maldecido.

Pero ahora si se cabreó.

Y su máscara no lo pudo ocultar.

Tampoco que esta vez lo quisiera ocultar.

Y no pasó desapercibido.

Entornó los ojos en actitud amenazante.

Después de todo lo que el director debía de haberle dicho. Después de todo lo que ese hombre había hecho… no, mejor; después de TODO lo que NO había hecho y seguro que todavía seguía sin hacer.

Después de TODOS los problemas que su estupidez e incompetencia habían ocasionado… ¡y ese hombre estaba allí! Mirando a Dumbledore con una sonrisa de satisfacción, arrogante y prepotente. Y Harry suponía que era porqué había visto que tampoco le hacía mucha gracia tener que hablar con el director de Hogwarts, Albus Dumbledore.

Pero esa sonrisa… le sacaba de sus casillas.

Se iba a enterar.

Abandonó su tono lacónico por uno frío y mordaz.

Esto había sido la mecha que precedía a la explosión. Y la mecha estaba encendida. Y muchos notaron el cambio de humor que se originaba en Harry. Sobretodo Albus Dumbledore. Pero el ministro no; estaba demasiado ocupado sonriendo arrogantemente.

–¿Se puede saber que demonios está haciendo aquí?

El hombre se movió un poco nervioso ante el tono de voz y esos ojos que lo miraban amenazantes.

–Harry, estoy aquí en nombre de la comunidad mágica…

–Me da igual –cortó de malas maneras.

–¿Qué? –preguntó aturdido el ministro.

–Que me da igual; me importa una mierda –la señora Weasley se quedó horrorizada; Harry siempre había sido un muchacho muy educado–. Me importa una p*** mierda cualquier cosa que usted pueda o tenga que decirme –mientras había hablado, su cuerpo se había tensado en estado de alerta.

Fudge estaba estupefacto; y por su parte, Dumbledore estaba serio y preparado para frenar los instintos asesinos del chico.

El ministro hizo un par de intentos y balbució un par de incongruencias antes de decir algo; e intentó recuperar la compostura y la dignidad.

–Pero Harry…

–No quiero peros. Es usted un idiota.

Ahora si que los presentes aguantaron la respiración. Fudge se estaba poniendo rojo de ira. Y Harry seguía retando con la mirada a todo aquél que se la dirigiera. Por tanto Dumbledore decidió intervenir antes de que saltaran las maldiciones.

–Harry –dijo con voz autoritaria.

–¿Qué? –contestó rudamente.

–Contrólate –ahora fue turno de Dumbledore de mirar al joven de forma reprobatoria.

Pero Harry no se dejó intimidar.

–¿Y que ocurre si no quiero controlarme? –preguntó con malicia y una sonrisa poco usual en él.

–Harry –repitió.

–Ya se cual es mi nombre –dijo abandonando su sonrisa irónica y remplazándola por una cara de enfado calmado–, y estoy harto de que me lo gasten.

Se estuvieron observando en silencio por un rato.

El ministro necesitaba recuperar la situación a su favor. Así que creyendo que decía algo inteligente… acabó de cargarse la situación.

–Verás, Harry; el ministerio lamenta mucho lo ocurrido al final del curso pasado –Harry cerró los puños en señal de rabia a las palabras del ministro.

–Cornelius no sigas –le advirtió Dumbledore viendo más o menos donde acabaría todo eso.

–¡Te repito de nuevo que tu no eres nadie para decirme que me calle! –su voz perforaba la mente de Harry; pero sus pensamientos volvían a recordar esa tarde fatal–. Puedo hacer lo que me de la gana; por algo soy el ministro –y como ministro que era tenía que meter la pata más al fondo–. La muerte de Black fue un lamentable incidente; su expediente…

–Cállese –era la voz más contenido que habían oído nunca. Se notaba que quien la hubiera dicho estaba temblando.

Dumbledore cerró los ojos y suspiró; sabiendo lo que se avecinaba. Ya está. Lo habían echo. Y esta vez todos los que tenían algo que ver con ese incidente estaban aquí. Prometía ser una buena bronca.

–¿Qué has dicho? –exclamó con su voz pomposa.

–Que se calle –Harry temblaba de rabia. Tenía sendos puños apretados.

–A mi no me puede mandar callar nadie; y menos un mocoso que…

–¡QUE SE CALLE! –se había medio incorporado en la cama. Ahora estaba sentado, mirando fieramente al ministro.

Harry respiraba mal. Estaba harto de que lo trataran como a un idiota.

Estaba harto de que lo trataran de esta forma; de que todo el rato le preguntaran como estaba… ¡¿Qué acaso no estaba claro o que?! ¿Cómo esperaban que se encontrara? ¡¿Bien?! Vale, pues lo sentía; no estaba bien, y toda esta atención no hacía más que molestarlo más. ¡Que le dejaran tranquilo! ¿Es que no lo veían? No quería hablar con nadie; no quería que se preocuparan por él… ¡Sólo quería maldecir a todos los que le dijeran que le entendían! Porqué no podían… ellos no habían perdido a ningún familiar… ¡A la mierda con todos! Como ese tipo vuelva a abrir la boca…

–Harry, por favor –dijo la voz conciliadora de Dumbledore–; cálmate.

–No me da la gana –desafió al director.

Todos seguían aturdidos (¿como no?). No sabían que decir.

Uno de ellos se estaba deprimiendo cada vez más: Remus. Estaba con la mirada perdida en un punto indefinido del suelo.

Otro de ellos estaba empezando a perder la paciencia (¿adivinan quién?). le encantaba que todo el mundo se diera cuenta que Potter no era el buen niño que todo el mundo creía; desde el momento que lo había visto por primera vez, supo que sería como su padre: un arrogante insufrible.

Pero esto ya no tenía gracia.

Estaba perdiendo su preciado tiempo, escuchando como el niño Potter berreaba.

Y lo que más le fastidiaba era que nadie le decía que cerrara la boca. Increíble. Gruñó. Y Potter se giró hacia él. Por lo visto al mocoso le hacía tanta ilusión tenerlo ahí, como a él estar ahí. Genial. ¿Potter desafiándole con la mirada? Bien. Se divertiría un rato. Todos estaban tan impactados y choqueados que seguro no se darían cuenta si él mismo se encargaba de enseñarle a calmarse y controlarse.

Fijó sus ojos negros en los esmeralda que le miraban retadores. ¿De que nuevo capítulo de la vida de Potter se enteraría ahora?

El chico notó el primer impacto que el profesor de pociones le mandó. Tensó la mandíbula; esta vez no se dejaría vencer, aguantaría. 'Vamos, Harry, concéntrate. Haz que se entere de quien eres'.

Harry se dio cuenta que en estos momentos le sería imposible vaciar la mente; y estaba seguro que Snape también se había dado cuenta; ¡estaba perdiendo el control! Bien, si no podía vaciar su mente, la protegería; crearía una pantalla que impidiera la entrada de Snape en su mente y sus pensamientos y recuerdos.

De modo que…

Snape se sorprendió. ¿Pero que demonios? Eso si que no se lo había esperado. Potter se las había arreglado para controlar oclumancia.

Maldición.

Harry sonrió abiertamente; había notado el estado de sorpresa en el que Snape había entrado.

Estaba tan pendiente de torturar mentalmente a Snape, que no se dio cuenta que todos se habían quedado extrañados ante su enigmática sonrisa. El único que parecía saber que estaba ocurriendo era Dumbledore; quien había seguido su mirada hasta llegar al hombre, y estaba notando cierta incomodidad en el maestro de pociones… creía que Snape le había dicho que Harry era un desastre en oclumancia… ¿Qué estaba ocurriendo? Notó como el enfado a hacer mella en el hombre. Más les valía que les hiciera romper el contacto visual antes de que esto se les fuera de las manos.

Apenas se hubo movido, el profesor de pociones parpadeó un par de veces.

Severus Snape había roto el contacto visual con Harry Potter.

El hombre no había quitado la vista del chico aun después de parpadear.

Harry se había vuelto a poner serio, aunque aun había un rastro burlón en sus facciones.

En pocos segundos, esa media sonrisa irónica y sarcástica volvió a sus labios mientras con su voz ronca murmuraba 'Snivellus'.

Nada más la palabra fue dicha; varias cosas ocurrieron:

-los que nunca la habían oído se quedaron como si se hubieran perdido algo (lo cual era bastante cierto)

-Remus levantó la cabeza y miró a Snape, luego a Harry y luego rápidamente a Snape de nuevo; se levantó de la silla y se abalanzó sobre Snape.

-Severus se puso blanco (se entiende que más de lo normal), luego se puso rojo de enfado, sacó su varita de su túnica, y antes de poder maldecir a Potter, Lupin se abalanzaba sobre él para detener sus acciones.

Ambos hombres se enfrascaron en una especie de pelea. Uno intentando librarse del otro; y ese otro tratando por todos los medios que ese uno no se le escapara.

Finalmente, ante las caras horrorizadas de todos, Lupin fue capaz de reducir a Snape (no literalmente, vale?) y con la ayuda de Hill y Charlie inmovilizarlo.

Cuando se levantaron, se dieron cuenta que el sonido que producía esa ¿alguien me dirá algún día que es eso? Hacía.

Se giraron hacia la cama del chico. Y, ¡oh! Sorpresa.

Harry ya no estaba sentado en su cama.

Y, ¡oh! Vaya… la puerta no estaba cerrada.

Y, ¡Oh! Si… Harry Potter corría por el hospital con sólo unos pantalones largos. Ni camiseta, ni zapatos que cubrieran sus pies y su tórax expuestos al aire.

¡Oh! Pero claro, Harry Potter conservaba su varita; cosa que ninguno de los presentes en la sala sabía.

¡Oh! Bien… la cosa prometía ser interesante.

–¡Arthur! –ordenó Dumbledore– avisa a los doctores y las enfermeras, ¡Harry no debe salir de San Mungo!

Todos salieron atropelladamente de la habitación en busca de Potter. Bueno, Snape salió por si podía encontrarlo primero y maldecidlo un poco para bajarle los humos.

Había salido de la habitación tranquilamente, dejando la puerta abierta con la esperanza que entrara mucha gente a ver que ocurría y tardaran más en notar su ausencia. Había caminado despacio cinco metros, y como impelido por un resorte había echado a correr como alma que lleva el diablo. Sus pies descalzos resonando en el pasillo vacío.

Había girado sin disminuir su velocidad, derrapando y resbalando de manera que se apoyó sobre su mano e hizo fuerza con ella hacia arriba con tal de no caerse.

Había bajado unas escaleras y ahora estaba atravesando el lateral, de lo que parecía, una sala de espera.

Había unos bancos llenos de gente, que al oír los sonidos de sus pisadas levantaban la cabeza rápidamente sólo para ver como la figura de un adolescente en pantalones largos, corría como si en eso le fuera la vida.

Cruzó la sala sin detenerse.

Una niña pequeña de unos seis o siete años, tiró hacia debajo de la manga de la túnica de su madre.

–Mamá, era Harry Potter, ¿verdad? –preguntó toda ilusionada.

–¿Harry Potter? Preguntó alguien más de la sala.

–¿Qué hace Harry Potter aquí?

El pánico empezó a cundir.

–¡Seguro que lo han atacado los seguidores de El-que-no-debe-ser-nombrado! –chilló una voz asustada.

–¡Quien-no-debe-ser-nombrado!

–¿Mortífagos?

En un par de minutos alguien formuló la pregunta que todos temían en estos momentos…

–¿Pero por que corre?

El silencio invadió la sala después de que la pregunta fuera formulada. Y como la calma que precede la tormenta; el pánico se apoderó de ellos, provocando que una parte del personal tuviera que ir a contenerlos y calmarlos. Y de paso, que los pasillos que ahora recorría Harry estuvieran más vacíos, y por consiguiente menos vigilados.

Dumbledore avisó rápidamente a los doctores; los cuales avisaron rápidamente para que cualquier posible vía de escape del hospital fuera bloqueada y vigilada.

Dos pisos por debajo del director, un muchacho con el pelo negro y revuelto, empezaba a comprender que cada vez le resultaría más difícil escapar. Por lo que no tenía mucho sentido esperar más.

La última ventana que había mirado, le había indicado que estaba en el segundo o tercer piso; no estaba muy seguro. Sólo deseó que esas ventanas fueran auténticas; y no como las del ministerio de magia (las cuales eran sólo una ilusión); y deseó que no tuvieran ningún hechizo para evitar que se rompieran.

Sabía que la puerta principal, y las chimeneas seguro que también, estarían muy vigiladas; por lo que no sería fácil volver a Privet Drive a recoger todas sus pertenencias (las cuales no eran demasiadas). Así que se le ocurrió una idea. Tan descabellada y estúpida le pareció. Que supuso que sólo se le habría ocurrido a él.

Se metió de nuevo en las escaleras y asomándose cada dos pasos por si venía alguien fue bajando.

Hasta que un cartel en el que ponía "Primera planta – Consultas" le hizo dibujar una sonrisa en la cara.

Salió con cuidado. Allí estaba lo que buscaba. La ventana. La rompería y saltaría por ella. Esperaba que la primera planta fuera realmente la primera planta… y que si no lo era no fuera muy alto…

Se acercó a la ventana…

¿y eso era primera planta? Vale.

Muy alto.

Se desechaba la idea. Aunque quizás fuera sólo un hechizo, y una vez rota la ventana vería que se encontraba a ran de suelo.

Maldijo en voz baja.

Tendría que pensar en otra cosa. Pero no tuvo tiempo. Una voz le llamó.

Y para más, una voz conocida. Una voz muy conocida.

–¡Harry! Me alegro de verte –Hermione Granger estaba al final del pasillo.

La miró, clavando sus ojos en ella.

Ella se sorprendió y paró de acercarse a él.

Durante unos instantes no se movieron; Hermione tratando de pensar en algo que pudiera estar pasando.

En el momento que Harry vio que ella volvía a abrir la boca para decir algo, decidió que no podía y NO QUERÍA perder el tiempo en ese lugar.

Se giró y entró en las escaleras.

Tuvo que correr escaleras arriba. Porque de alguna manera que no entendía, Snape subía por ellas desde la planta baja; y le estaba pisando los talones.

Tendría que sacar su varita; pero no quería. Hacerlo significaría llamar más la atención (lo que era sinónimo de más gente persiguiéndolo).

Aunque con la mirada con la que Snape le perseguía… no le daba muchas opciones a escoger.

Hermione se había quedado parada. Pero aun más sorprendida cuando después de acercarse corriendo, había visto al profesor de pociones, varita en mano, persiguiendo a su amigo.

–¿Pero que demonios? –no pudo acabar la frase. Cuando se giró se dio de bruces con alguien. Y ambos acabaron en el suelo.

–¡Remus! –exclamó ella aun desde el suelo.

–Hermione, ¿has visto a Harry? –no sabía porqué preguntaba; la chica acababa de llegar… era imposible que hubiera visto a Harry…

–Si –contestó ella– acaba de…

–Claro, acabas de llegar y –se paró, las palabras de Hermione le acababan de entrar en la mente; frunció el ceño, y mirándola atentamente (aun desde el suelo), inquirió– ¿Qué? ¿Dónde? ¿Cuándo?

–Acaba de subir por las escaleras –explicó–; y el profesor Snape ha subido corriendo tras él.

–¡¿Severus?! –exclamó de golpe; la cara de Snape tratando de matar a Harry cuando éste le llamó "Snivellus" aun estaba muy fresca en su memoria. Demasiado fresca y todo.

–Remus, ¿Qué ocurre? –preguntó la chica levantándose del suelo.

El licántropo se levantó de golpe, sin contestar, y tan rápido como pudo corrió escaleras arriba mientras le gritaba ala chica '¡Avisa a Dumbledore!'

Hermione no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba ocurriendo. Decidió hacer lo que Remus le había dicho.

Fue a recepción y dio el aviso. Que Harry Potter subía escaleras arriba perseguido por Snape y Lupin; y por favor, que avisaran al profesor Dumbledore.

Mientras tanto, Harry seguía subiendo escaleras arriba, seguido muy de cerca por Snape, el cual era seguido de notan cerca, por Lupin.

La mente de Harry volvió a trabajar a marchas forzadas. Se estaba cansando y sabía que subir era un gran error; cuanto más arriba, más atrapado se encontraba.

Y el grito de Remus pidiendo que avisaran a Dumbledore aun le resonaba en los oídos. Y seguro que el hombrelobo le volvía a seguir. ¿Por que no lo entendían? ¡Sólo quería que le dejaran solo!

Oh, vaya… tragó saliva.

Estaba en el último piso. Ahora no podía echarse atrás. Saldría de las escaleras e intentaría despistarlos por la planta.

Ya encontraría otra salida, o si no… siempre podía confiar en tener tiempo de volver sobre sus pasos.

Aunque lo dudaba.

Salió como pudo del hueco de las escaleras.

Iba descalzo y el suelo resbalaba.

Derrapó.

¡Maldición! ¡Tenía los pies hechos polvo!

Corrió por el largo pasillo que había ante él. Pasillo que no le hacía mucha gracia, por cierto. Pues como te atacaran por ambos extremos estabas perdido. ¡no había donde ocultarse!

Escuchó a Snape maldiciendo tras él. Y al segundo siguiente un rayo rojo pasó rozando su oreja derecha.

Genial. ¡Snape intentaba aturdirlo!

Lógico a fin de cuentas. Lo cual no debería sorprenderle después de haberle hecho enfadar de esa manera.

Bueno, pues daba igual; él no se dejaría pillar.

Giró a la derecha cuando el pasillo por fin se acababa.

Se cogió a la pared para no caer y de paso darse impulso. Dio un par de pasos más rápidos.

Y se estrelló contra algo duro.

Cayó de espaldas al suelo.

Cuando creía que Snape le machacaría; vio "que" o más bien "quien", era la persona que había detenido su carrera; después de cerca de treinta minutos de haber abandonado la habitación.

Albus Dumbledore estaba enfrente suyo. De pie. En estos momentos había desviado su vista de Harry para cruzarla con la del profesor de pociones. El cual asintió de mala gana, y casi echando chispas, volvió sobre sus pasos; donde se cruzó con un muy preocupado Remus Lupin; quien se había quedado parado en medio del pasillo. Había guardado su varita y volvía a tener las manos en los bolsillos mientras, cabizbajo y mirando al suelo, echaba miradas furtivas al chico.

Harry seguía en el suelo, mirando desafiante al director.

–Harry, ¿Por qué no volvemos a tu habitación? –le preguntó amablemente.

–¿Cree que me hubiera escapado si pensara volver? –dijo con sarcasmo.

–Y… ¿Por qué no quieres volver? –inquirió aparentando curiosidad.

–Porque no me da la gana.

Se quedaron observando en silencio.

Los segundos pasaban, pero a ambos parecía no importarles en absoluto.

–Remus –dijo Dumbledore, cuando notó que éste estaba a punto de volver a hablarle al chico– avisa a los médicos y vuelve a l habitación.

Remus iba a decirle algo, a protestarle que no, que él no se movería del lado de Harry.

–Por favor, Remus –dijo con voz cansada, aunque sin despegar sus ojos del chico (por si a éste se le ocurría volver a echa a correr y pirarse)–; avisa a los médicos.

Se dio la vuelta y marchó. Dejando al anciano y al niño frente a frente.

–Harry –empezó Dumbledore con tono conciliador. Pero el chico no le dejó acabar.

–Que me da igual. –replicó– ¿no me ha oído antes? No quiero saber nada de nadie.

Se quedó en silencio observando al chico.

Harry seguía en el suelo, pero ambos sabían que se levantaría en cualquier momento y echaría a correr tan lejos de todos como pudiera.

Pero Dumbledore no era tonto; al menos no más de lo que aparentaba; y cualquier posible salida que Harry pudiera usar seguía muy vigilada.

Harry lo sabía.

Y Dumbledore sabía que él lo sabía.

El director sólo tenía una idea en mente: hacer regresar a Harry a su habitación para que pudieran tener una charla con Snape; y ¿por que no? Tal vez con más de uno.

Pero Harry no parecía dispuesto a nada; y menos a eso.

Así que con gran pesar, y antes de que le muchacho se diera cuenta; Dumbledore había murmurado unas palabras y Harry caía al suelo mientras todo a su alrededor se iba oscureciendo.

Antes de que la oscuridad fuera total, sintió como unos brazos frenaban su caída; y sin que pudiera hacer nada por evitarlo, lo abrazaban y lo cogían en brazos con sumo cuidado.