Capítulo Dos: Reacción en Cadena
Lily miró el pergamino con algo de desconfianza, analizando perfectamente la caligrafía. Esa letra definitivamente era la de James Potter, no podía tener duda después de que el profesor Flitwick le había pedido que revisará las tareas de castigo que le había impuesto a algunos alumnos, y la más larga de todas había sido la de Potter, pero costaba tanto creer que él hubiese escrito esas palabras por si mismo. Tenía que ser una broma estúpida más.
Viendo que ya no encontraba nada nuevo en la carta, la pelirroja dobló el pedazo de papel y se lo metió en el bolsillo de la túnica mientras abandonaba la sala común y se dirigía a su siguiente clase. Mientras caminaba por los pasillos, se encontró con una de esas personas con las que no siempre es muy bueno toparse, pues aunque unas veces te puede resultar conveniente, otras más representan una puñalada, visto literalmente, claro.
- Evans – dijo una voz chillona – espera ahí, que te tengo que decir algo
- ¿Puede ser rápido y mientras caminamos?, tengo prisa – contestó visiblemente incómoda, pero eso no lo notó Rita Skeeter, y si lo hizo, no le importó.
- Pues verás, dicen que James Potter se te ha declarado – Lily paró en seco y se giró para verla directo a la cara
- ¿Tú cómo sabes eso? – preguntó, algo exaltada
- ¿Entonces es cierto? – una sonrisa que no transmitía ni un poco de confianza se formó en los labios de Rita Skeeter y un brillo extraño se vislumbró en sus ojos. Lily comprendió entonces que había caído en una trampa del meticheo.
- Ehm, sí, pero ya sabes… propiamente no, solo se trata de ése idiota siempre acosándome, pidiéndome una cita y diciendo cuanto es que supuestamente le gusto – la pelirroja hablo lo más naturalmente que le fue posible, teniendo clavadas en la cabeza las palabras de la carta.
- Ya veo – la Hufflepuff la miro profundamente, como tratando de pasar a través de ella, decidiendo si creerle o no, pero a final de cuentas la dejo. Después de todo, no le importaba demasiado la verdad. Para Rita Skeeter la verdad no era más que una herramienta de partida para algo mucho mejor: el chisme exagerado – pues te dejo, entonces – le dijo tras un momento. Se arregló los lentes y se fue por donde llegó.
Lily dio un suspiro de tranquilidad al verla alejarse y se dio cuenta de que había dejado caer sus libros cuando Rita le mencionó la declaración de Potter. Seguro que eso no había sido una reacción a su favor, pero decidió olvidarse de ello, después de todo, tenía mejores cosas en que pensar que en chismes… empezando por la clase para la cual ya iba tarde.
La chica se quedó en medio del pasillo durante un par de minutos que, hundida en sus pensamientos, no notó siquiera pasar, pero de repente el recuerdo de su clase de transformaciones le golpeó la cabeza. Lily se levantó del piso, acabando de recoger todas sus cosas de manera apresurada y echó a correr. Tuvo mala suerte, pues con tanta prisa no se fijó en las escaleras y su pie quedó atorado en un escalón de trampa que olvidó saltar. Se quedó ahí forcejeando durante unos diez minutos, hasta que algún Dios escuchó sus plegarias y un grupo de tercer año perteneciente a Hufflepuff pasó por ahí mientras se dirigían a otra clase y la ayudaron a safarse. Ya iba veinte minutos tarde a una clase de una hora, pero encima esa clase era transformaciones, la cual, si hay que ser sinceros, no se le daba muy bien que digamos, y sumando que la maestra que la impartía era McGonagall, no daba algo bueno. Minerva McGonagall era una excelente instructora, eso no podía negarse, pero también era bastante recta y estricta, además de ser la jefa de la casa de Lily, por lo cual la tenía especialmente bajo la mira.
La mala suerte de la pelirroja se hizo presente una vez más cuando, estando a un pasillo del aula de clase, se le cruzó Peeves por el camino, tirándole los libros al suelo otra vez y mojándola de paso con unos globos de agua. Ya era media hora la que llevaba de retraso y ya con una mano en la perilla de la puerta se planteó seriamente la posibilidad de no entrar, saltarse la clase. No pasaría nada, muchos alumnos se saltaban clases de vez en cuando, solo tenían que tener cuidado de no acumular demasiadas faltas, y dado que esta sería su primera falta en seis años y medio, ¿qué podía pasar?, nada, si no fuera por lo mal que se le daban las transformaciones…
- Lo siento, yo… - empezó tímidamente, mostrando la cabeza tras la puerta del aula, pero la profesora McGonagall interrumpió.
- ¿A que se debe este deliberado retraso en mi clase, Señorita Evans? – dijo la maestra con su voz usual firme
- Es que... tuve algunos percances de camino aquí, lo siento mucho – la pelirroja se disculpó, sintiendo las miradas de todo el grupo sobre ella y agradeciendo a Dios que esa clase la compartían con Ravenclaw, no con Slytherin. McGonagall notó sus ropas algo mojadas y lanzó un suspiro.
- Muy bien, tras esta interrupción quedan veinte minutos de clase. Váyase, Señorita Evans, estos minutos no le servirán de nada, y agradezco que al menos halla intentado llegar en vez de elegir solo saltarse la clase. Déjeme su tarea.
La tarea. Lily buscó entre sus cosas el ensayo de setenta centímetros que había estado redactado con esmero los últimos dos días, pero no lo encontró. Debía haberse perdido en medio de alguno de sus desafortunados incidentes. La pelirroja resopló con enfado, maldiciendo la mala suerte que le había perseguido aquel día. No le quedaba de otra más que soltarle a McGonagall la verdad y rezarle a cualquier Dios dispuesto a escucharla que no la castigaran.
- Esto… la tarea, creo que yo… la perdí, ¡pero le juro que sí la había hecho, profesora! – explicó Lily de manera rápida. La profesora la miró duramente un momento y suspiró.
- Retírense todos ya. Señorita Evans, hablaremos un momento.
Todos en el aula de transformaciones salieron agradecidos de que la case se les hubiese acortado, exceptuando a James Potter, quien más bien estaba aliviado de ver a Lily, no por que la clase le molestará, después de todo, era su asignatura favorita. El jugador estrella de Gryffindor se le quedó mirando a la pelirroja hasta que alcanzó la puerta y no le quedó más que retirarse con Sirius, Peter y Remus, quienes por supuesto lo notaron y no hicieron más que sonreír resignados. Ya se habían hecho a la idea de que Lily Evans acaparaba demasiado los sentidos de su líder, y lo cierto era que no les molestaba del todo.
Una vez desalojado el salón, Lily se preparó para lo que pudiese venir. McGonagall la invitó a tomar asiento cerca de ella, lo cual le hizo pensar que se encontraba en más problemas de los que en realidad tenía. La profesora volvió a soltar un suspiro y comenzó a hablar.
- Mira, Lily – la chica se sorprendió de la profesora usara su nombre, pero eso de paso la tranquilizó un poco – sé que te esfuerzas por mejorar en mi materia, y yo he tratado de apoyarte, pero comprenderás que como maestra de todos los cursos y subdirectora del colegio no me sobran ni tiempo ni energía para esto. Eres excelente alumna, muy dedicada, y vas bien con todas las asignaturas… menos la mía. También sé que recibes ayuda de tus amigas siempre que pueden dártela, pero me temo que tú necesitas un poco más que eso.
Lily miró a los ojos a su maestra. No estaba molesta, más bien mostraba una total comprensión. A pesar de su mirada severa, era imposible sentirse nerviosa con ese ligero e inusual toque en esta, de modo la Gryffindor relajó todo su cuerpo que hasta el momento había estado tensionado con los nervios. No estaba en problemas, después de todo, o al menos no unos muy graves.
- Entonces… ¿qué se supone que debo hacer? – se aventuró a preguntar Lily
- Tomar asesorias – respondió simplemente – te asignaré un tutor para que te ayude por las tardes con tus tareas y a practicar lo visto en clase, y si por alguna razón no le dejo deberes al grupo, te dejaré algunos a ti. Espero no tomes esto como un castigo, por que no lo es, lo hago por tu bien.
- Lo entiendo – Lily lanzó un suspiro de resignación. Ahora nunca se libraría de tener deberes de la materia que más odiaba, pero al menos tendría ayuda, y estaba dispuesta a dar lo mejor de ella misma para mejorar. Esa era ella, Lily Evans, una de las mejores alumnas de Hogwarts, decidida a vencer cada obstáculo que se le presentara.
- Me alegro que así sea. Ahora bien… hoy mismo hablaré con James Potter para que inicien cuando antes - fue con estas palabras que Lily se sobresaltó, levantando de golpe la cabeza y ensanchando un poco los ojos.
- ¿¡Potter!?
- Por supuesto. Entiendo que es un alborotador, pero es el mejor alumno en transformaciones que tengo en todos los cursos, y es de hecho mejor que sea de tu propia casa y curso quien te ayude. Sé de la no muy buena relación que llevan ustedes dos, pero en esto no hay vuelta de hoja, señorita Evans. Puede retirarse ya, en cuanto pueda le avisaré cuando empezará a verse con el señor Potter en la biblioteca.
La maestra de transformaciones no dejo lugar a queja alguna, así que su alumna tomo sus libros y salió del aula resignada a que no podría hacer nada.
Lily no pasó una comida muy agradable gracias a esto. Estaba sentada en la mesa de Gryffindor, rodeada del mismo grupo de chicas que siempre comían con ella y con las que solía pasar gran parte de su tiempo libre. Todas ellas eran sus compañeras de curso de Gryffindor, y se llevaba muy bien con todas, aunque tenía mejor amistad particularmente con cuatro de ellas: Marie Hamilton, Alisa Winchester, Miriam March y Karen Taylor.
- ¡Mujer!, ¿cómo te fue con McGonagall?, te ha de haber puesto como chancla por el retraso y la tarea – dijo Miriam. Su voz era algo tosca y hablaba escandalosamente, pero eso era una de las cosas que la hacían ella.
- No tanto como eso… pero tengo un tutor para la materia, y es Potter – soltó la pelirroja con algo de fastidio
- Mi pregunta es si logrará ayudarte en algo antes de que le arrojes un tintero – comentó Alisa, y todas rieron, aún ante la seria posibilidad de que eso pasara. Lily solo soltó otro suspiro de enfado.
Para la mayor molestia de la pelirroja, cuatro personas entraron entonces al gran comedor, y tan solo localizar la llamativa cabeza de Lily, uno de ellos se dirigió a la parte de la mesa en que estaba sentada con sus amigas. Los otros tres no lo siguieron, sabían que los alcanzaría en un momento.
- Ehem… Evans – comenzó James, para llamar su atención – ya sabrás que McGonagall quiere que te asesore para su clase, siendo yo el mejor alumno que tiene, así es que vengo a avisarte que te veo mañana en la biblioteca a las 6:00 pm – estuvo a punto de retirarse, dando las cosas por entendidas, cuando la voz de Lily lo detuvo.
- ¿Qué te hace pensar que estoy libre a esa hora, Potter?, al menos deberías preguntarme si estoy de acuerdo, ¿no crees? – James la miró. Normalmente no se detenía a ver si las personas estaban de acuerdo o no con él, a menos que se tratara de Sirius o Remus que eran los únicos que de vez en cuando le refutaban algo (Peter siempre pensaba que la ideas de James eran las mejores), pero eso no era lo único por que se retiraba rápido, si no por que quería hablar con Lily acerca de su carta antes de hablar acerca de cualquier otra cosa.
- Entonces… ¿a qué hora te parece?
- Supongo que sí podré desocuparme a las 6:00 pm… pero agradecería que me tomarás más en cuenta en el futuro, que no todo gira alrededor tuyo, y si vas a "ayudarme", apréndete eso.
- ¡Si soy yo el que te hace el favor! – soltó James de repente, algo molesto por la actitud áspera de la muchacha
- Solo por que McGonagall te manda hacerlo, y yo lo acepto por la misma razón. Ya hemos quedado en la hora, así que retírate y permíteme tener una comida decente.
James no replicó. Si algo tenía Lily, era que por más fría y grosera que fuese con él, sencillamente no podía odiarla o molestarse con ella ni siquiera un cuarto de lo que a ella parecía molestarle él. Sencillamente era imposible odiar ese largo cabello rojo, esa piel de porcelana, esos ojos esmeraldas, si hasta sus pecas color canela le parecían hermosas, además, Lily no era así todo el tiempo.
Seguro que ella creía que escondía muy bien algunas cosas que no le gustaba mostrar, pero él sí que se daba cuenta. Había visto tantas veces como la pelirroja se esforzaba por suprimir sonrisas ante los resultados de sus bromas y como lo animaba silenciosa, tan solo con la mirada, en los partidos de quidditch. Lily no podía odiarlo del todo, estaba seguro de eso, y la verdad es que su suposición tenía un poco de cierto. Contrario a lo que decía todo el tiempo y a lo que quería ella demostrar, no era precisamente que Evans odiase a Potter, más bien, no le caía bien.
El día siguió su curso normal, solo que con una pelirroja mal humorada. Quizá si tan solo no hubiese tenido tan mala suerte ese día antes de llegar a transformaciones, a McGonagall no se le habría ocurrido ponerle tutor, o si no hubiese perdido la tarea, o si… nada, era obvio que ella necesitaba ayuda, y James Potter era indicado para dársela. Malditas transformaciones.
Esa misma noche, Lily fue la primera en llegar al dormitorio. Lo único que quería era dormir temprano, olvidarse de todo lo que le había salido mal ése día, borrar los errores para comenzar de nuevo a la siguiente mañana, pero un rastro del día cayó de el bolsillo de la túnica que acababa de quitarse. Era el pedazo de pergamino que había recibido por la mañana, el mismo que había sido supuestamente enviado por James diciéndole que "la amaba". Lily no se creía si quiera que la carta fuese realmente de él. Lo de los rumores era cierto… al menos la mitad del colegio comenzaba a cuchichear acerca del interés por ella que James Potter no se molestaba nunca es esconder, un interés que ni ella misma entendía. "Salgamos juntos, Evans", "¿Qué tal una cita, Evans?", "Dame una oportunidad. Evans". ¿Qué demonios quería obtener acosándola así?, pero viendo las cosas detenidamente… ese día había sido diferente. James Potter no se acercó a ella más que a la hora de la comida. ¿Estaba evitándola? En medio de pensamientos que iban sumándose y volviéndose más confusos, Lily se quedó dormida.
Notas: Ya esta. Quizá no quedó muy largo, pero prefiero dejar los capítulos extensos para después, que por ahora sólo vamos empezando. Sé que me centré mucho en Lily y los demás apenas y fueron mencionados, pero nadie se preocupe, eso va cambiar.
Por cierto, no sé para cuando estará el siguiente capítulo, ya que mis padres decidieron de improvisto enviarme a Monterrey (sólo de vacaciones), pero estimo que tendrán que esperar entre una semana y media y dos, a menos que estando allá me haga de una computadora.
En fin, no me queda más que agradecerle a todos los que hallan leído esto, y particularmente a quienes dejaron un review nn No voy a responderlos aquí por que no me gusta acaparar mucho espacio, pero si gustan ver las respuestas a ellos, copien y peguen ésta URL en la barra de direcciones: http:uriko.rebyrth.net/cosas/reviews.htm
Uriko
