Hola!!! Ya he vuelto! Aquí está un nuevo capítulo, además es algo más largo que los anteriores, así que espero que esteis contentos. Como siempre, ninguno de los personajes de Harry Potter es mío y no escribo esto con afán de lucro. Bueno no sé que más decir. Contesto reviews:

Beka de Kerry: me alegro de que te guste, y no te preocupes, ya he subido otro capítulo de mi otra historia (aunque no sé como ha quedado, ya me lo dirás)

Strega-in-progress: hola!! Gracias por tu review. La verdad es que algo loca si que me vuelvo con las dos historias, no es la primera vez que meto a un personaje donde no es :P Espero que te siga gustando el fic y que me envies más reviews.

Barbi_black: Gracias por la nota!! Me alegro de que te sigas entreteniendo conmigo. Creo que el capitulo de hoy te gustará. Ya me lo dirás.

Sara Fénix Black: ¿en serio te gustó lo de los niños? Me has animado mucho, y creo que cada vez le cojo más soltura a esto de tratar a Harry&Co. Espero que te guste el capitulo.

Bueno, sin más os dejo con el siguiente capitulo de "ángeles entre nosotros".

Capítulo 4- Ananke Dumbledore

Los hermanos Weasley no salían de su asombro. Aquella muchacha risueña que había sido su madre se abrazaba con fuerza a la hija de Albus Dumbledore. Parecían grandes amigas. De hecho, todo el grupo parecía llevarse muy bien. Justo al lado de Molly Weasley estaba un chico rubio de ojos verdes y mirada socarrona que parecía intentar seducir a la cámara, mientras su brazo se apoyaba en el hombro de una joven de rasgos asiáticos y pelo muy largo que echaba la lengua. Al lado de la hija del director había un muchacho de aspecto sombrío; era un chico alto de complexión delgada, dotado de cierto toque de elegancia que Harry solo había visto hasta el momento en Sirius; era moreno y sus ojos negros miraban a la cámara totalmente serio, como desafiándola, solo apartando su vista de ella para mirar de reojo a la rubia a su lado.

-Aquí pone algo- anunció Hermione de repente- Grupo de fiestas y eventos, año 1973, K.M, F.L, M.F, A.D, M.R.

-¿Grupo de fiestas y eventos?- dijo Ron arrugando la nariz extrañado- ¿Qué es eso?

-Leí algo en un libro- comentó Hermione- Hace muchos años se elegía cada año a un grupo de alumnos que eran los encargados de organizar todas las fiestas del colegio. Se decidió que los profesores se encargaran de eso cuando un año los alumnos intentaron utilizar al calamar gigante de tiovivo y medio colegio quedó esparcido en un radio de 2 Km a la redonda.

Todos rieron con ganas ante la ocurrencia; todos menos Neville, que observaba la foto con detenimiento, pero no con asombro, sino con nostalgia.

-Neville- preguntó Harry- ¿te ocurre algo?

Pero el muchacho no contestó. Con su mano temblorosa acarició el cristal y posó un dedo sobre uno de los miembros de la foto. El joven rubio pareció divertido ante la visión de un dedo enorme acercándose a su cabeza. Entonces Harry se dio cuenta.

-F.L... Frank Longbottom- al fin reconoció al hombre que abrazado a su mujer Alice (tan parecida a su hijo) lo saludó desde la foto de la Orden del Fénix que Moody le había enseñado un año antes- Es tu padre...

-Parece feliz ¿verdad?- preguntó Neville compungido. La tristeza se había extendido por el grupo. Todos permanecieron en silencio.

-Sí, Neville- dijo finalmente Ginny, apoyando una mano en el hombro del muchacho- Lo parece.

-Será mejor que regresemos a la torre antes de que regresen Sirius y el profesor Lupin- sugirió Ron- No creo que encontremos nada más aquí.

-Pero al menos- dijo Harry mientras regresaban a la sala común de Gryffindor- Hemos encontrado una pista. Tu madre tiene que saber algo de la hija de Dumbledore.

-Sí- añadió la menor de los Weasley- Tenemos que conseguir que mamá venga a vernos.

*************

A la mañana siguiente Harry se levantó temprano. En realidad no había podido pegar ojo en toda la noche. En parte había sido por todo lo ocurrido en el día anterior. No sabía que, pero algo en su interior le decía que aquello era importante; que descubrir qué había sido de la hija de Dumbledore era clave. Había estado dando vueltas en la cama durante horas y cuando por fin había logrado dormirse solo había tenido pesadillas. Una mazmorra oscura, un hombre gritando a una mujer, un niño acurrucado en una esquina. Pero lo peor de todo era que sabía de donde venían esos sueños; eran las mismas imágenes que había visto una vez al entrar en la mente de Snape. ¿Tendría él las mismas pesadillas todas las noches? No quería saberlo, solo quería dejar de tener aquella "conexión" con su profesor más odiado ¿Por qué no podía estar conectado con otro... con Remus por ejemplo? Al menos se pasaría las noches soñando con chocolate (N/A: en realidad no estoy muy segura de que Rowling lo describa como un adicto al chocolate, pero me gusta esa idea :P).

La puerta de la habitación que compartía con Ron y Neville se abrió, dando paso a Hermione y a Ginny.

-Buenos días Harry- saludó la mayor de las dos

-Buenos días ¿tampoco habéis dormido bien?

-Para nada- respondió Ginny conteniendo un bostezo- Al final nos hemos puesto a hablar porque solo íbamos a conseguir hacer un agujero en la cama de tanto dar vueltas.

-Suerte. Yo he tenido la mala pata de compartir habitación con dos bellos durmientes- se mofó Harry ante la vista de sus dos compañeros. Ron roncaba con una pierna fuera del colchón y Neville se tapaba la cabeza con sus sábanas. Sin embargo, a pesar de lo que había dicho, Harry sabía que Neville había tardado en dormirse hasta hacía un par de horas, pero no había querido molestarle, desde que habían vuelto del salón de los trofeos estaba muy callado y el moreno tenía la sensación de que no le apetecía hablar de lo ocurrido.

-¿Qué os parece si los despertamos y bajamos a desayunar?- sugirió Hermione.

Una hora después estaban todos listos en la sala común de Gryffindor. Salieron por el agujero de la pared y bajaron a la planta baja, donde todos debían estar ya desayunando.

Básicamente nada había cambiado del verano anterior a aquel. Los miembros de la Orden cada vez que se les acercaban sufrían repentinos ataques de mutismo o se empezaban a rascar la cabeza azorados. Ron aseguraba que Ojoloco Moody debía haber perdido un 20% del pelo desde que ellos estaban allí.

Pero una sorpresa les esperaba al llegar al Gran Comedor. Sentada a la mesa estaba justo la persona a la que querían ver.

-Mamá- gritó Ginny echando a correr hacia su madre y dándole un fuerte abrazo.

-Hola cariño, ¿cómo os va todo por aquí? Harry Cielo, me alegro de que estés bien- dijo abrazando al moreno maternalmente- Ron, ¿has vuelto a crecer? Contigo no hay quien gane para ropa. Hermione, Neville, me alegro de veros.

-Mamá, qué bien que has venido- dijo Ginny atropelladamente- Queríamos verte. Es importante.

-¿Ha ocurrido algo?- preguntó la señora Weasley visiblemente preocupada.

-No, exactamente- explicó Harry- En realidad necesitábamos hablar con usted.

-Vaya, ya estaba empezando a preocuparme. Pero me temo que eso tendrá que esperar. He venido porque Dumbledore quería verme. Es urgente.

-Pero...- intentó protestar Ron, pero alguien lo interrumpió.

-Molly... Cuanto tiempo- Sirius Black acababa de entrar en el comedor con aquel porte elegante que lo caracterizaba. Una sonrisa de oreja a oreja lucía en su cara, símbolo de que había olvidado sus antiguas rencillas con la madre de los Weasley.

-Sirius...- musitó la mujer. Al principio Harry pensó que iba a ser fría con él, pero pronto su rostro emocionado dejó entrever unas lágrimas- Me alegré tanto cuando me dijeron que estabas vivo. ¿Cómo te encuentras?

-Bien- replicó el animago, un poco incómodo ante aquella muestra de afecto. Pronto también apareció Lupin.

-Hola Molly- saludó- venimos a buscarte. La reunión va a empezar.

Los niños se miraron significativamente. Seguramente Dumbledore quería ver a la madre de Ron y Ginny por la misma razón que ellos. Molly Weasley sabía algo del paradero de la hija de Albus Dumbledore. Tenía que ser eso. Y ellos tenían que saber lo que se diría en aquella reunión. Sin embargo, sus miradas cómplices fueron captadas por Sirius.

-Harry- le dijo tomando a su ahijado por el hombro- Seguramente estaréis aburridos de estar encerrados en el castillo sin poder salir. ¿Por qué no vais a dar una vuelta? A Hogsmeade, por ejemplo.

-No te preocupes Sirius, estamos bien- respondió Ron con una sonrisa que pretendía ser inocente. Pero debieron suponer que precisamente a Sirius Black no lo podrían engañar.

-Insisto. Os vendrá bien el aire fresco.

-Pero yo no puedo salir del castillo. Es peligroso- intentó Harry.

-No te preocupes, ahora mismo Hogsmeade es el pueblo con más aurores por metro cuadrado de todo el país. Además, id a "las tres escobas", avisaremos a Rosmerta y habrá un par de aurores vigilándoos.

-Profesor Lupin- hizo un último intento Hermione- Usted qué opina.

Remus Lupin era de las personas más prudentes que conocían. Seguramente él se negaría.

-Me parece una gran idea. Lleváis demasiado tiempo encerrados.

Así que sin más opciones los cinco chicos se dirigieron a Hogsmeade, escoltados por dos aurores.

-¬¬ Menudo momento ha escogido Lupin para ponerse liberal- refunfuñaba Ginny.

-Diría que nos conocen demasiado bien- suspiró Hermione.

**************

Sirius, Remus y Molly caminaban por los pasillos de Hogwarts en dirección al despacho del director.

-¿Creéis que será prudente realmente que los chicos salgan del castillo?- preguntaba la mujer preocupada.

-Más prudente que se queden seguro.

-Estoy seguro de que los chicos han adivinado el motivo de esta reunión, y no pararían hasta averiguar lo que se tratase en ella. Así que cuanto más lejos mejor- aseguró Black.

-Pues deben ser más listos que yo- replicó la pelirroja- porque yo no tengo la menor idea de por qué estoy aquí.

-Bueno- dijo Remus- lo averiguarás enseguida.

Habían llegado a la estatua de piedra que daba paso al despacho de Albus Dumbledore. Al entrar en el despacho vieron que Minerva McGonagall, Severus Snape y el propio Albus Dumbledore los estaban esperando. El director y la profesora de Transformaciones estaban sentados en sendas sillas, mientras Snape se apoyaba con los brazos cruzados contra la pared.

-Hola Molly, bienvenida.

-Profesor Dumbledore ¿Podría explicarme que hago aquí?

-Ven, siéntate aquí. Verás... necesito hablar contigo de algo...

-Dígame, ya sabe que estoy a su disposición.

-Es sobre Ananke.

De repente el rostro de la señora Weasley se endureció, el director lo esperaba. Lo mismo había pasado las otras veces que le había pedido ayuda para aquello, hacía ya muchos años. Molly siempre lo había culpado de todo lo ocurrido, y no perdonaba que no hubiese sabido comprender a su hija ni aceptar a Dred (como ellos llamaban a Mordred). A pesar de ello, en los demás aspectos, siempre lo había tratado con normalidad. Era como si para ella Dumbledore no fuera el padre de su querida Ananke.

-Profesor, ya sabe...

-Sí, sé que hace 25 años juraste solemnemente a mi hija no darme pistas de su paradero, a menos que ella dijese lo contrario, pero esta vez es distinto.

-¿En qué?- preguntó bruscamente, siempre que trataban aquel tema pasaba lo mismo- ¿En que ahora va a utilizar a la Orden para encontrarla? Si en todos estos años no ha dado señales de vida será por algo. Y si ella no quiere verlo, yo no voy a imponérselo. Hice una promesa, y moriré antes que traicionar a Ananke y Dred.

Todos los presentes se quedaron asombrados. Molly Weasley siempre había sido una mujer temperamental, pero con el director siempre era dulce y amable. Estaba incluso más enfadada que aquella vez que discutió con Sirius por contarle a Harry noticias de Voldemort.

-Escúchame Molly- replico Dumbledore, levantándose de su silla de golpe y hablando de forma severa, como nadie había visto antes dirigirse a un miembro de la Orden, o sus alumnos- Es posible que Voldemort esté buscando también a Ananke y a Mordred. Si no hacemos algo, puede encontrarlos antes que nosotros. Así que tu eliges si prefieres que mi hija se reencuentre con su padre, o con su suegro- después su rostro se suavizó- Por favor. No te pediría ayuda si pudiese hacerlo yo solo. Pero llevo 25 años buscando y nunca he sido capaz de encontrarla. Eres mi única esperanza. Por favor.

Molly había permanecido mirando hacia la ventana, testaruda, durante todo el rato que Dumbledore había estado hablando, pero las últimas palabras del anciano hicieron que girase la cara para mirarle a los ojos, suplicantes. Finalmente su rostro se ablandó.

-Está bien- todos respiraron aliviados- se lo contaré.

*************

Harry y sus amigos llegaron a "las tres escobas". Su enfado ya se había disipado en parte, aunque no se habían dado por vencidos en lo de descubrir lo que estaba pasando con Dumbledore. Pero qué le iban a hacer, iban a tener que pasar allí toda la mañana, así que mejor tomárselo con buen humor. Después de todo, estar en las tres escobas no era lo mismo que estar encerrados en la sala común.

Los cinco amigos se instalaron en una mesa. La verdad era que desde lo ocurrido el año anterior en el Ministerio había surgido una extraña conexión entre todos ellos, incluida Luna Lovegood (aunque la chica siempre pertenecería a otro planeta). Sentían que había una confianza que hasta el momento solo había compartido el trío de Gryffindor, y aunque estos tres seguían siendo los mejores amigos, no dudaban en compartir sus aventuras con los otros dos.

Estaban esperando escuchar a Rosmerta acercarse con su taconeo de siempre a tomarles nota; era una señora muy graciosa, bastante cotilla, pero simpática. Sin embargo, no fue ella la que apareció. Ante ellos se puso un hombre alto, de hombros muy anchos, moreno y de ojos extrañamente violetas. A pesar de medir casi dos metros de alto por 1,5 de ancho (N/A: demasiado exagerado?? :P) su aspecto era bonachón y su sonrisa resplandecía cuando se les acercó.

-¿Qué va a ser chicos?- pero ninguno de los cinco contestó, estaban demasiado atónitos ante el imponente camarero- Me llamo Dan, Dan McEnrrow. Soy nuevo aquí.

-Ya me he dado cuenta- musitó Ron todavía sorprendido.

-Perdónanos- se disculpó Harry- Es que estamos acostumbrados a Rosmerta.

-Tranquilos, no sois los primeros que reaccionan así. Pero Rosmerta últimamente se ha visto un poco apurada y me pidió ayuda. Entonces ¿qué vais a tomar?

-Cerveza de mantequilla para todos creo- contestó el moreno, mirando a sus amigos por si había alguna objeción. Tanto Ron como Neville le dieron a entender que estaban de acuerdo, pero cuando se volvió hacia Hermione y Ginny, vio que las chicas todavía observaban de arriba abajo a Dan, con una extraña sonrisita tonta. Como nadie dijo nada, el hombre se dio la vuelta y se fue, dando zancadas.

-¿Os traigo un cubo? ¬¬- murmuró molesto Ron

-¿uh? ¿Decías?- preguntó Hermione saliendo de su trance al fin.

-Nada, que me gusta el Ruso ¬¬.

-Ah... qué bien- replicó distraída la joven.

Harry y Neville no pudieron evitar reír ante la escena. Ron se puso rojo hasta las orejas y torció la cara molesto, mientras las chicas, al darse cuenta del motivo de las carcajadas de sus amigos, se unían a las risas, algo avergonzadas.

***********

-Se lo diré.

Ante las palabras de Molly todos se inclinaron hacia delante en sus sillas, como para oír mejor; incluso Severus Snape abandonó la pared para acercarse al grupo, apoyando las manos sobre la mesa del director.

-Hace 25 años Ananke y Dred se presentaron en mi casa....

***FLASHBACK***

-Dred, Ananke, ¿qué hacéis aquí?- una joven Molly Weasley recibió a sus dos amigos sonriente, pero su rostro se tornó serio al ver las marcas de haber llorado en los ojos de su amiga- ¿Qué ha ocurrido?- la rubia comenzó a llorar de nuevo.

-Es el profesor Dumbledore- explicó Dred mientras abrazaba a su novia- Se opone a nuestra relación.

La pelirroja abrió la boca con sorpresa. De todos los seres del planeta, Dumbledore era del que menos se habría esperado aquella reacción.

-Ananke ha roto relaciones con su padre- concluyó él.

-Dios mío... y qué vais a hacer.

-Nos vamos a marchar Molly- dijo Ananke, ya más calmada.

-¿Qué?

-Mi padre cada día está más violento- continuó Dred- Si se entera de nuestra relación... Ananke estará perdida. Es la hija de su peor enemigo.

-Ya no- interrumpió ella sombría. Y las lágrimas volvieron a asomar en sus azules ojos- Hemos venido a despedirnos.

-Pero no podéis marcharos así, desaparecer de repente!!- exclamó Molly- Al menos decidme a donde iréis.

-Te pondríamos en peligro Molly.

-No me importa Dred. Sois dos de mis mejores amigos y no voy a permitir que desaparezcáis así de mi vida. Ni loca.

-Está bien- cedió Ananke- te lo diré. Pero júrame que aunque te lo suplique, nunca le dirás nada a mi padre.

***FIN DEL FLASHBACK***

-Me dijo que irían a vivir a un pequeño apartamento en Manchester. Me pidieron que no intentase comunicarme con ellos; iban a poner todo tipo de hechizos para proteger su rastro. Ni las lechuzas podrían encontrarlos y cambiarían de nombre. Un año después recibí una foto muggle. Estaba en blanco, pero la foto era de una bonita iglesia de la ciudad. Supongo que allí se casaron.

Dumbledore pareció respirar tranquilo por primera vez en mucho tiempo. Después de tantos años, al menos tenía una pista de donde podría estar su hija.

-Vayamos a esa iglesia- sugirió Remus- Quizás allí tengan alguna dirección.

Todos se pusieron en pie, pero el director los detuvo.

-Minerva, prefiero que te quedes al cargo de todo. Y tú, Severus, no puedes arriesgarte a que te vean con nosotros. Sería peligroso.

-Está bien- aceptó el profesor de pociones a regañadientes.

-Sirius...

-Profesor Dumbledore, vamos a acompañarle. Ahora que me dan por muerto no hay tanto peligro. Ya estuve bastante quieto el año pasado.

Así que finalmente, Sirius, Remus, Molly Weasley y Dumbledore abandonaron el castillo en dirección a una pequeña iglesia de Manchester, en busca de una dirección.

*************

La pequeña iglesia resultó ser una hermosa construcción románica hecha en piedra, muy sencilla, pero de gran belleza (N/A: que conste que de arte no sé demasiado, soy de ciencias, así que literalmente me lo he inventado). Parecía que con el paso de los años nada había cambiado en aquel edificio. Se había conservado bien.

Una vez dentro la cosa no cambiaba. Realmente era un sitio acogedor.

-Un hermoso lugar para casarse- murmuró Dumbledore.

-Sí- afirmó Molly- Ananke siempre tuvo muy buen gusto para estas cosas. Era la principal encargada de los eventos en nuestro curso.

-Hablando de eso, profesor- dijo Sirius- todavía no entiendo por qué canceló el grupo de fiestas y eventos.

-Después de vuestro año vi que la cosa se había desmadrado un poco.

-No fue para tanto ^^- el director levantó una ceja en gesto de incredulidad.

-¿Que no fue para tanto? Nos pasamos todo el día de Halloween recogiendo a alumnos de los campos de alrededor de la escuela.

Un cura salió de pronto de una puerta, que debía dar a la sacristía. Era un hombre ya entrado en años para un muggle, tenía el pelo blanco coronado por una pequeña calva y una barriga creciente asomaba bajo su sotana. Al verlos se acercó sonriente.

-Buenas tardes.

-Buenas tardes, padre- respondió Remus. Habían decidido que fuera él el que hablara.

-¿Han venido a rezar?

-En realidad estamos buscando a unas personas y nos preguntábamos si podría ayudarnos.

-¿Yo? ¿Cómo podría...?

-Creemos que se casaron aquí, hace casi 25 años. Quizás la iglesia guarda algún documento.

-¿Hace 25 años? ¿En el 79, puede ser?

-Sí!!- exclamó Molly- fue ese año. Hacia el mes de julio, creo.

El párroco sonrió- Entonces creo que podré ayudarles. Aquel fue mi primer año en esta iglesia y me acuerdo especialmente de las primeras bodas que oficié.

-Necesitamos obtener una dirección para buscarlos- apremió Remus.

-Me temo que solo guardo los registros de los últimos 15 años- todos se desilusionaron- Pero creo recordar a aquella pareja. Ella era una hermosa joven rubia, con unos ojos azules preciosos y él un chico un tanto reservado, moreno y de ojos negros.

-Ellos son!!- dijo Dumbledore emocionado. Su hija realmente se había casado aquel año.

-Los recuerdo bien. Ananke y Dred Grey, una pareja encantadora.

Así que aquel era su nuevo apellido: Grey. Y por lo que se veía el hijo de Voldemort había abandonado su nombre original. Pero pese a saber su nombre ¿cómo podrían encontrarlos?

-Yo no sé donde viven. Pero la señora Darmooth, que viene cada tarde a limpiar la iglesia, era su casera. Quizás ella pueda decirles si todavía viven por aquí.

Los cuatro se sentaron entonces pacientemente a esperar a que la tal señora Darmooth apareciera. A Dumbledore lo volvía a invadir la nostalgia. Se había perdido uno de los momentos más especiales de la vida de su hija, así como los últimos 25 años, durante los que sin duda habrían ocurrido importantes cosas. Pero le compensaría por todo aquel tiempo, y le demostraría lo mucho que la quería y como apreciaba a su marido.

Finalmente, hacia las 5 de la tarde una anciana encorvada por los años entró en la iglesia. Llevaba un moño alto y gafas gruesas cubrían sus ojos azules.

-Se... Señora Darmooth?- preguntó Remus.

-¿Sí?

************

Cuatro personas se aparecieron en un pequeño barrio de la ciudad de Brighton. En realidad el matrimonio Grey había escogido bien el lugar donde vivir. Era un barrio totalmente muggle, en la ciudad con el índice más bajo de magos de todo el país. La señora Darmooth les había explicado que apenas unos meses después de casarse, Ananke y Dred habían decidido mudarse de casa. Allí Dred había conseguido un puesto de trabajo como agente de seguridad, y habían encontrado una casa bastante acomodada por un módico precio. Dumbledore pensó divertido lo que diría Voldemort si supiera que su hijo trabajaba como guardia de seguridad en un centro comercial muggle. Pensó con lástima que aquella situación había sido culpa suya.

El barrio resultó ser una típica zona residencial inglesa, con sus pequeñas casas de dos pisos apiñadas, todas iguales de modo que para distinguirlas casi siempre era necesario fijarse en el número. La señora Darmooth no había sido capaz de especificar más la dirección, así que Dumbledore, Molly, Remus y Sirius pasearon la vista arriba y abajo en busca de alguna pista.

-Oigan- los llamó de pronto una voz. Al darse la vuelta se encontraron con una mujer que a Remus le recordó mucho a Petunia Dursley. La misma figura escuálida, el mismo cuello ajirafado de tanto observar por encima de los setos.

-Buenas tardes- saludó Dumbledore- Estamos buscando a un matrimonio que vive en este barrio.

-¿Puedo saber por qué?- preguntó la señora. Aquello empezaba a resultar incómodo.

-Se llamaban Grey- cortó Remus. Ante la visión del licántropo la mujer pareció cambiar el foco de atención y sonrió tontamente al hombre- Ananke y Dred Grey.

La mujer arrugó la frente como intentando exprimir su cerebro, en busca de algún chisme sobre aquellas personas. De pronto, sus ojos se abrieron como platos.

-Ahora los recuerdo... Un matrimonio muy bien avenido. Dicen las malas lenguas que no tenían mucho dinero, pero nunca les vi pasar ninguna necesidad- a sus ojos asomaron lágrimas- Lo recuerdo bien... fue horrible lo que les pasó, una chica tan buena, y un hombre tan guapo. Tardé meses en dormir después de aquello.

-Qué... qué pasó?- preguntó Sirius temeroso de lo que iban a oír.

-Sería hace unos 15 años. Una mañana el cartero los encontró en el salón de su casa. Los dos muertos. Al parecer ambos murieron de un infarto, porque por lo que oí tenían el rostro desfigurado por el dolor. ¡Y con los ojos abiertos! Qué pena. Y mira que es mala suerte que dos personas que eran tan buenas terminen así. Aunque mejor que murieran los dos, se querían tanto que uno no hubiese podido vivir sin el otro.

Los minutos siguientes fueron como un sueño extraño para Dumbledore. Entre Remus y Sirius apartaron a los otros dos del jardín de la mujer. Ambos estaban en estado de shock. Después de tanto, después de tantos años buscando, resultaba que su hija llevaba muerta 15 años. Había estado preparado para todo: el rechazo, los gritos, la culpa... el desprecio, pero no para aquello. No para oír que su pequeña estaba muerta, y que ya no podía hacer nada por ayudarla.

Antes de que se marcharan, la mujer les dijo que los habían enterrado en el cementerio de aquella zona, así que, pese a que los dos merodeadores querían regresar al castillo para que descansaran, tanto el director como Molly, a la que silenciosas lágrimas resbalaban por el rostro incrédulo, insistieron en visitar sus tumbas.

El cementerio estaba en lo alto de una colina, en una parcela muy iluminada, en la que verde hierba crecía entre las tumbas. Se dispersaron por las distintas hileras en busca del matrimonio Grey. Buscaron durante un rato y finalmente vieron como Dumbledore se dejaba caer de rodillas entre dos tumbas. Y entonces pasó algo sorprendente. Por primera vez, vieron a aquel anciano siempre jovial o al menos sereno llorar. Llorar de incredulidad, llorar de rabia, llorar de dolor, porque su corazón se había partido en mil pedazos y aún así insistía en seguir latiendo, en vez de pararse, en vez de dejar que su alma volara lejos de allí, donde estuviera la única familia que había tenido, y a la que había perdido, ahora sí que para siempre.

A pesar de todo, Molly Weasley se arrodilló junto a Albus Dumbledore y le abrazó, mientras ella también lloraba.

Sirius y Remus se acercaron en silencio, sin atreverse a decir o hacer nada, porque el dolor era demasiado grande para que ellos pudieran comprenderlo, o hacer algo para aliviarlo. De pie, tras las dos personas arrodilladas, leyeron la lápida, compartida por ambas tumbas:

DRED Y ANANKE GREY

Amantes esposos, queridos amigos, amados padres.

Vuestra luz nos sigue iluminando

DEP

************

Bueno, como os habéis quedado?? La verdad es que me he sentido un poco mala persona al acabarlo. Ya os anuncio que a Dumby le va a tocar sufrir un poco en los próximos capitulos, pero si me seguís apoyando quizás sea buena y lo anime un poco. Espero que os haya gustado el capítulo y ya sabéis, si queréis que me anime para escribir la continuación pronto REVIEWS, REVIEWS, REVIEWS!!!