Cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue el dosel rojo de mi cama y el terciopelo oscuro de la noche que se vislumbraba desde la ventana. Advertí que el malestar producido por el resfriado casi había desaparecido, pero me sentía bastante mareado y tenía calor; noté que estaba cubierto por un montón de mantas hasta la barbilla, y me desembaracé de ellas con manos torpes.
Entonces vi que Severus estaba sentado en una silla junto a la cama, apoyando los brazos y la cabeza en la orilla de la misma, profundamente dormido. Recordé de repente todo lo que había pasado y un creciente pánico se apoderó de mi. Dios mío, ¿Qué había hecho? Con la boca seca traté de levantarme sin que Snape se despertara; aún seguía desnudo y mis ropas estaban desperdigadas por toda la habitación. Pero apenas había puesto un pie en el suelo, cuando él levantó la cabeza, algo desconcertado.
Nos observamos por unos instantes, y vi que él estaba mas pálido que nunca. Salté de nuevo a la cama y me cubrí apresuradamente.
-Profesor, lo lamento muchísimo, yo...- comencé.
-No, Potter, yo soy el que te debe una disculpa- me interrumpió Snape, poniéndose de pie apresuradamente. Casi tiró la silla de lo nervioso que se hallaba – Yo... no debí haberme comportado de esa manera, es totalmente inadmisible...-
-¡Pero yo fui el que empezó! Si no hubiera sido por mi...-
-No, tu estabas bajo los efectos de la poción, no estabas pensando coherentemente, yo no debí... no tenía derecho a... ¡Por todos los cielos, eres un menor! No se como me atreví...- Severus se estaba paseando por la habitación alteradamente, restregándose las manos con aprehensión. –Entenderé si interpones una denuncia ante el ministerio...-
-Dentro de 3 días cumpliré 18 años- murmuré, sintiéndome terriblemente apesadumbrado y sorprendido por que él creyera que lo iba a demandar –Y no diré nada, por que usted no tuvo la culpa, estoy conciente de que yo empecé todo por que... lo deseaba-
Un incómodo silencio se extendió entre nosotros. Yo tenía la vista clavada en el piso, pero al decir estas últimas palabras me aventuré a ver a Severus. Su rostro pálido estaba estupefacto y agobiado al mismo tiempo, como si no se hubiera esperado mi súbita confesión. Después sin decir nada, salió de la habitación, dejándome con un enorme peso que oprimía mi corazón. Me recosté dándole interminables vueltas a lo sucedido hasta que sentí que la cabeza me iba a estallar, y finalmente me quedé dormido.
-Buenos días, Harry-
La voz de Dumbledore me despertó con un sobresalto; me incorporé con dificultad de la cama revuelta y el sol que se colaba por la ventana abierta me deslumbró. Vi con incomodidad que aún seguía desnudo y me cubrí rápidamente con las sabanas.
-¿Cómo te sientes?- me dijo el director con una sonrisa compasiva. Traía una bandeja con el desayuno y una botella –Llegué hace un par de horas, y Severus me comentó que te habías resfriado. Hizo bien en darte los medicamentos que tomaste anoche, pero aún te falta la dosis de Pepper Up para que te restablezcas por completo. Anda, tómala de una vez- Y me pasó un vaso con la abrasadora pócima. Me la tomé sin decir palabra y de inmediato sentí como me salía un chorro de vapor por las orejas. Dumbledore se rió y me alcanzó el desayuno, mientras parloteaba sobre el Ministerio y sus eternos problemas. Al parecer una bandada de Leprechauns había decidido emigrar a Inglaterra, y ahora el Ministerio tenía a un centenar de muggles que habían visto el vuelo en formación de las criaturas; estaban batallando para acallar la noticia y borrar la memoria de todos los involucrados.
Sin embargo, esos problemas me tenían sin cuidado. Aunque fingía que ponía atención a lo que el anciano me estaba contando mientras desayunaba, mi mente estaba en otro asunto. ¿Snape le habría comentado algo a Dumbledore? ¿Y por que no había regresado a darme la poción él mismo? No me pude resistir e interrumpí al director.
-Eh... Profesor, disculpe, ¿pero donde está Snape?-
-Está ocupado en estos momentos, Harry- me dijo, y le lanzó un hechizo a los platos para limpiarlos –Se encuentra preparando las clases avanzadas que impartirá el próximo ciclo, y me dio un recado para ti. Desea que te mejores pronto, y dice que te tomes todo el tiempo que necesites, pues ya conoce las rutinas del entrenamiento y puede hacerlas solo. Esta semana no lo veremos mucho, está totalmente concentrado en los preparativos del curso. De cualquier manera, si aún necesitas asesoría, puedes preguntarme a mi. Solo avísame con anticipación para hacerte un lugar en mi agenda, por que esos Leprechauns por lo visto seguirán causando problemas...-
No dije mas, y me limité a hundirme en la cama mientras Dumbledore recogía las cosas. Se dirigió a la puerta, pero antes de salir se dio la vuelta y me dijo con una mirada elocuente y bondadosa:
-¡Ah! Y Harry, no te preocupes. Todo saldrá bien.- Y desapareció tras la puerta.
Me tapé la cara con la almohada, sintiéndome deprimido y abochornado al mismo tiempo. ¿Acaso había algo de lo que Dumbledore no se enterara?
La quinta semana del verano pasó bastante parecida a un tormento para mi. Aunque ya me sentía bien, me negué a salir de mi habitación, y tuve uno de los cumpleaños mas deprimentes de mi vida. Dumbledore hizo una pequeña fiesta en mi dormitorio, y a pesar de que Ron, Hermione, Sirius y Remus, e incluso todos los elfos domésticos y algunos fantasmas se apretujaron en mi cuarto para celebrar mi aniversario, Severus no se presentó. No tuve mas remedio que poner cara de alegría mientras todos comían y se divertían; afortunadamente el director pareció darse cuenta de mi ánimo indispuesto y todo se terminó rápido, aludiendo a que aún estaba convaleciente. No les conté nada a mis amigos de lo sucedido, y solo les comenté que estaba algo molesto con Snape. Todos me dijeron que no me sintiera mal, pues era lógico que tarde o temprano el "idiota" iba a hacer una de las suyas. Me deprimió el que no lo tomaran muy en serio, aunque sabía que era por que no conocían la gravedad de la situación.
Me pasé ese día y el resto de la semana con un profundo sentimiento de pérdida, como si Snape y yo hubiéramos sido muy unidos y yo lo hubiera arruinado todo. Otras veces me enfurecía el pensar que después de todo no tenía la culpa, digo, finalmente la maldita poción hizo que me pusiera como loco y Snape no podía negar que le había gustado. Y bastante. Al menos en el momento. Después me volvía a hundir en mi sentimiento de culpabilidad y el círculo volvía a empezar. Era espantoso.
Dobby me decía que Severus tampoco había salido de sus habitaciones en toda la semana, y que pedía que le llevaran la comida a las mazmorras. Según el elfo, andaba de muy malas pulgas, y hasta le lanzó una maldición a Peeves cuando se atrevió a hacerle una trompetilla. El poltergeist regresó dos días después cubierto de arena y quejándose de que apareció en medio del desierto del Gobi.
A Dumbledore no le hacía mucha gracia el tener que comer solo. Dobby me dijo que un día había bajado a las cocinas para almorzar junto con los elfos, y que los había aburrido a todos con viejas historias de las veces que la gente le había obsequiado toda clase de cosas cuando lo único que él quería eran unos calcetines de lana. Tuve que mandar a Dobby de nuevo a la cocina cuando se empezó a golpear por haber criticado a Dumbledore.
Comprendí que los avances y el agradable grado de intimidad que Severus y yo habíamos llegado a tener se habían ido por el caño, y aunque ahora tenía la certeza de que no le era desagradable (por la forma que respondió durante nuestro breve lapso pasional), ya no me servía de nada. Suspiré mientras recordaba nuestras conversaciones, y sus sarcasmos, y la mirada que parecía dulcificarse en ocasiones, y sus tristezas y sus lapsos de humor, y el hombre que había descubierto detrás de esa mascara de frialdad. Tan humano como yo.
Tal vez hubiera sido bonito tener algo, tal vez lo hubiera sido...
Finalmente, después de varios días de estar revolcándome en mi miseria, decidí que ya era hora de salir de la habitación. Tenía que afrontar las cosas, pues dentro de poco sería profesor y no podía permitir que mis conflictos personales arruinaran mi incipiente carrera. Así que aún triste y todo, la mañana del lunes de la sexta y última semana de nuestro castigo me levanté temprano, me arreglé y bajé al Gran Comedor. Me asomé primero esperando ver a Severus o al menos a Dumbledore, pero no había nadie. Un poco decepcionado me senté a la mesa y de inmediato aparecieron las viandas; estaba sirviéndome un vaso con leche cuando escuché voces que venían del vestíbulo y se acercaban.
-Vamos, Severus. Verás lo bien que te hace tomar el desayuno en el comedor, no sabes lo hermoso que se ve el techo el día de hoy. Llevas demasiados días encerrado en esa oscura mazmorra-
-En verdad me gustaría regresar a mi despacho, aún tengo mucho trabajo por hacer...-
-Nada, nada, muchacho. Olvídate de eso, que hoy desayunaremos a gusto. ¡Oh, mira! Harry ha decidido acompañarnos también, ¡Bienvenido!- dijo Dumbledore mientras se acercaba a grandes pasos con una esplendorosa sonrisa.
Severus se detuvo en seco cuando me vio. Mi corazón dio otro de esos malditos vuelcos que tan bien conocía últimamente, pero me obligué a tranquilizarme.
-Buenos días, profesor Dumbledore. Profesor Snape...- saludé con una cortés inclinación de cabeza, aunque me di cuenta que mi voz sonó algo aguda.
-Buen día, Potter- Severus se sentó y comenzó a comer en silencio. Estaba muy pálido.
Dumbledore empezó a charlar conmigo y a preguntarme como me sentía, mientras Snape nos observaba de reojo, con el rostro tan inexpresivo como siempre. El desayuno pasó sin mayor problema, aunque yo me sentía bastante apabullado por que al parecer, las cosas iban a ser de nuevo como antes.
-Esta haciendo un excelente día, muchachos- dijo Dumbledore mientras se levantaba -¿No sería grandioso que volvieran al entrenamiento? Estoy seguro que te caerá de maravilla después de tu resfriado, Harry, y Severus no tendrá que correr solo. Vamos, vamos, ¡a ejercitar esos músculos, ahora que son jóvenes!-
Snape y yo nos miramos con aprensión, pero el viejo ya nos estaba empujando a la salida con una sonrisa de oreja a oreja.
Quince minutos después estábamos haciendo el calentamiento habitual para empezar a trabajar. Severus se había puesto sus gafas oscuras y me di cuenta de que en verdad había mejorado mucho; su pierna, aunque nunca volvería a quedar igual que antes, ahora estaba considerablemente mas flexible y parecía costarle menos trabajo hacer los ejercicios. Me sentí muy satisfecho de su mejoría y se lo dije; él pareció ligeramente cohibido mientras me daba las gracias por haberlo ayudado, y después proseguimos a correr hacia Hogsmeade.
El día estaba increíble; el sol se elevaba por los campos llenos de verdor y una suave brisa nos acompañó por todo el camino junto a un cielo sin una nube. A pesar de que íbamos en silencio, la vivificante carrera me hizo sentir muy bien después de haber estado tantos días encerrado, y sin que me diera cuenta apreté el paso en un repentino ataque de animosidad. Creo que casi me eché a reír mientras iba dando de saltos literalmente. Me alejé del camino principal y comencé a correr a campo traviesa por la campiña que se dirigía al bosque. Las cosas malas pasarían como siempre lo hacían, y tal vez Severus y yo nos reconciliaríamos. Y era joven, que demonios... tenía muchas cosas por delante. Tenía un montón de años escolares para seducirlo, ¿así que para que me hacía la vida imposible yo solo? No podía creer que hacía apenas unos minutos estaba sumido en la depresión y ahora sentía que las cosas podían ser geniales. Todo saldrá bien me había dicho Dumbledore, y el casi siempre tenía razón. Sentí que me estaba volviendo loco mientras aceleraba aún mas y libraba de un solo salto una promontorio de piedras.
-¡Potter! Espera, ¿qué te sucede?- la voz de Snape resonó a mis espaldas de repente, y me paré en seco. Él tenía una mano en el pecho, tratando de recuperar el aliento, y a través de sus lentes pude ver que me observaba con desconcierto –No vas solo, ¿sabes?- me dijo mientras se acercaba. Noté que cojeaba un poco y una punzada de remordimiento me atacó. Lo había forzado demasiado.
-Lo siento, ¿se lastimó?-
-Estoy bien. Solo he pisado una piedra suelta y me torcí el tobillo. No es nada-
-Déjeme ver, puede ser un esguince-
-Ya se me pasará, te dije que estoy bien...-
-¡Oh, por Merlín!- dije empezando a exasperarme –No sea terco, siéntese y déjeme revisarlo-
Severus me vio como si estuviera a punto de lanzarme una diatriba sobre la manera de hablarle a un mayor, pero se limitó a resoplar e hizo lo que le dije. Se sentó sobre una roca a la sombra de un árbol, se quitó el zapato y se subió sus lentes oscuros.
-¿Y ese ataque a que se debió?- me preguntó con ese gesto burlón y divertido que parecía tener reservado solo para mi. Sentí que las mejillas me quemaban repentinamente y traté de concentrarme en lo que hacía.
-Eh... no fue nada, solo me sentía bien por estar fuera de nuevo. Creo que no tiene nada, pero hay que ponerle un poco de hielo para que no se inflame. Vamos, tenemos que regresar al castillo.-
-Espero que esta vez sea caminando- me dijo con un tono ciertamente sarcástico. Aunque lo hubiera dicho para molestarme no lo habría logrado. Me levanté y esperé a que se amarrara las agujetas mientras sentía el ya conocido cosquilleo que ese hombre me provocaba. Y aún me sentía con suficiente adrenalina como para hacer algo tonto...
-Quiero preguntarle algo- le dije mientras nos dirigíamos al camino a paso lento.
-Mmm...-
-¿Puedo hablarte de tu?-
-No-
-Quiero decir que ambos somos adultos- seguí como si no lo hubiera escuchado -y ahora que yo también voy a ser profesor se me haría raro seguir hablándote como si siguieras siendo mi maestro...-
-¿Qué parte de no no entendiste?- me dijo, pero no estaba molesto. Simplemente se estaba haciendo el duro.
-Me refiero a que con todo lo que hemos pasado, eso de seguir diciéndote Profesor Snape, con todo y el escalofrío y el miedo reverencial... vamos que sería muy raro...-
Severus no aguantó mas y lanzó una carcajada. ¡Tenía una sonrisa muy hermosa! Era la primera vez que lo percibía así, y casi me caigo con una piedra con la que tropecé por ir viéndolo. Él se rió con mas ganas.
-Lo siento- me dijo mientras me ayudaba a levantarme y trataba de recobrar la compostura - Escucha, puedes llamarme como quieras, siempre y cuando seas respetuoso conmigo. Y siéntete muy especial, que no cualquiera me tutea.-
-Daré gracias al cielo todos los días por semejante honor- dije con sorna, y él me lanzó una mirada amenazadora. Le brindé mi sonrisa mas encantadora y vi como su gesto se suavizaba y movía la cabeza con resignación.
Una llamita de esperanza nació en mi corazón. Después de todo, aún podría ser... y tal vez mas rápido de lo que pensaba.
La sexta semana fue tranquila y apacible, llena de pláticas que llegaron a ser muy profundas y con lo cual nos pudimos conocer mas uno al otro. A pesar del enorme tropiezo que tuvimos Severus y yo, las cosas volvieron a ser cordiales y buenas entre nosotros, por increíble que parezca. Me parecía mentira que después de tantos años de peleas en solo un mes y medio de convivencia hubiéramos hecho las paces. Me sentía muy bien con la situación, pero sabía que aún faltaba algo; aunque a estas alturas ya podía decir que él y yo éramos finalmente amigos, yo no quería que las cosas se quedaran ahí. Quería a Severus, ahora sabía que sentía algo por él que no había sentido antes por nadie mas, y estaba seguro que él también estaba atraído por mi. Aunque no se había vuelto a mencionar lo sucedido durante el efecto de la poción, a veces lo sorprendía viéndome de esa forma especial y pensativa; sin embargo, siempre disimulaba. Y bastante bien, por cierto. Pero yo ya sabía como funcionaban las cosas como para no darme cuenta de lo que había detrás de sus actos, y tenía que reprimirme de no parecer demasiado satisfecho conmigo mismo.
El caso es que para final de la semana, había aventurado un plan para atraer a Severus. Me sentía jodidamente nervioso, porque en mi vida había tomado la iniciativa en un asunto así (bueno, salvo la vez de la estúpida poción, pero que conste que no estaba pensando racionalmente) y definitivamente no era muy versado en cuestiones de seducción, pero al parecer si no lo hacía yo no lo iba a hacer nadie. Y el tiempo se acababa, pues el tren hacia Londres saldría el domingo por la mañana. Así que el viernes después del entrenamiento, me acerqué a Severus. Se estaba atando una agujeta suelta, sentado en el suelo.
-Eh... ¿Severus?-
-Dime, Potter-
-Oh, ya deja de decirme Potter de una vez por todas. Llámame Harry, ¿quieres? Porque siempre logras imprimir un dejo de desprecio cuando pronuncias mi apellido que no me gusta nada- le dije alzando una ceja, burlándome.
-Esta bien, Harry- me contestó Severus, exactamente con el mismo tono que si dijera Potter. Resoplé resignado mientras veía una risita que bailoteaba por sus delgados labios. Me estaba fastidiando y me encantaba, ¿acaso me estaba volviendo loco? La mirada interrogante de sus ojos negros me volvió a la realidad.
-¡Ah! Eh... ¿Te gustaría ir a Hogsmeade conmigo, hoy por la tarde?- dije tratando de parecer casual y fracasando rotundamente.
Severus lo pensó un instante y asintió mientras se levantaba del suelo.
-Esta bien, de cualquier forma tenía que ir a comprar un libro que me hace falta. Te veo en el vestíbulo a las dos en punto. Y no te atrases, Harry- me dijo encaminándose al castillo como si nada, dándose tiempo para burlarse de mi nombre una vez mas.
Me dieron ganas de caerle a patadas y a besos a la vez, mientras me quedaba como idiota en medio del campo de quidditch.
Un rato después estaba en mi habitación; acababa de bañarme, afeitarme y perfumarme con esmero. Cuando me vi al espejo tratando de hacer algo con mi pelo me sentí de lo mas ridículo, actuando como una adolescente emocionada. Pero sentí que valdría la pena, y el hecho de que mi cabello quisiera cooperar conmigo por primera vez en años me pareció una buena señal de que las cosas iban a salir bien. Me dirigí al armario y en unos minutos estaba vestido frente al espejo; mi mejor camisa azul marino, a juego de unos pantalones y un par de pulidos zapatos negros de vestir. Y para acabar, una elegante y moderna túnica de las que había comprado para cuando diera clases. Me observé y sonreí ante el resultado; pero un segundo después ya no me sentí tan seguro. Me veía mas elegante que nunca, pero ¿y si Severus se daba cuenta de mis intenciones? Después de todo no quería ser tan obvio y tampoco quería asustar al hombre. Me despojé de la ropa y un rato después me veía de nuevo al espejo. Usaba mi vieja indumentaria muggle, que constaba de jeans, sudadera y un par de tenis que no estaban del todo limpios. Me pasé los dedos por el cabello para acabar con el peinado relamido que había logrado con tanto esmero y volví a ponerme mis gafas, gracias al cielo. No podía ver nada sin ellas.
Me volví a observar al espejo. Dios... parecía el huérfano desvalido de hacía años. Terrible. Así que me cambié por tercera vez y nuevamente me puse la primera ropa, aunque opté por dejarme los lentes (no fuera a tropezar con algo en el camino y hacer el ridículo) y en vano traté de peinarme de nuevo, así que me quede con el pelo todo revuelto, como siempre.
Cuando me di cuenta, ya eran casi las dos y salí corriendo hacia el vestíbulo, con el corazón en un hilo.
Severus ya estaba esperándome, y me reclamó por hacerlo esperar; aunque no pudo dejar de observarme rápidamente. Para mi mala suerte, él se apareció con unas casuales ropas muggles que nunca le había visto: jeans, camisa oscura y una cazadora de piel negra, con zapatos negros también. Se había amarrado el cabello de nuevo y me maldije por desentonar de aquella forma, mientras él me miraba interrogante.
-¿Y a que se debe la elegancia?- me dijo lanzándome una mirada de soslayo, cuando íbamos en el carruaje rumbo a Hogsmeade.
-A nada. Simplemente deseo acostumbrarme a las ropas que usaré cuando sea profesor- le dije aparentando indiferencia.
-Ah... por si acaso, pedí que fuéramos en carruaje. No deseaba que arruinaras el brillo de tus zapatos con el polvo del camino- me dijo mientras la risa lo traicionaba.
-Oh, cállate, señor "Tengo una colección secreta de ropa muggle". ¿De donde sacaste eso? ¿Y las túnicas negras?-
-Decidí abandonarlas por hoy. Pensé que ibas a presentarte con esos jeans muggles que nunca te quitas y no quería desentonar por una vez. Pero...- Severus chasqueo la lengua mirándome de forma reprobatoria. Sonrió y resolví devolverle la cachetada con guante blanco.
-Te vez bien- le dije sonriéndole seductoramente. Snape tuvo la decencia de sonrojarse y tratar de poner cara de "me tiene sin cuidado tu opinión"; y para mi beneplácito, fracasó espectacularmente.
-Tu también- me dijo al cabo de unos momentos de hacerse el desentendido, y no hice ningún esfuerzo por ocultar mi sonrisa.
Llegamos al pueblo, donde se respiraba un ambiente festivo, tal vez por que era otro día hermoso y la gente andaba feliz haciendo sus compras. Acompañé a Severus a comprar el libro que necesitaba, y estuvimos un buen rato perdidos entre los tomos, platicando sobre los títulos que cada quien había leído e intercambiando impresiones de tal o cual autor. Después estuvimos curioseando por la larga calle llena de tiendas, como un par de viejos amigos. Nos encontramos a Luna Lovegood, quien nos miró con perspicacia; parecía extrañarle el que anduviéramos paseando juntos, pero no mucho. Le hablé de ella a Severus y me dijo que aunque pareciera excéntrica, estaba seguro que sabía mas de lo que aparentaba, y tuve que darle la razón. Me pregunté si esa mirada de perspicacia fue por que se dio cuenta de que había algo entre Snape y yo.
Hacia las cinco me empezó a dar hambre y decidimos ir a Las Tres Escobas a comer; cuando entramos nos topamos con Neville, quien casi se cae de espaldas al ver a su temible ex profesor. Severus lo saludó con una fría inclinación de cabeza y se dirigió a una mesa vacía, mientras Neville me miraba azorado y me decía que me cuidara, por que quien sabe de que cosas sería capaz si Snape me agarraba. Me despedí de mi amigo tratando de poner cara seria, al mismo tiempo que me imaginaba las cosas de las que sería capaz Severus si me agarraba. En realidad era algo que quería averiguar, y entre mas pronto, mejor.
La comida estuvo deliciosa y me sentía muy bien mientras degustaba un mousse de chocolate. Severus se estaba tomando una copa de vino tinto y me di cuenta de que me observaba con esa mirada blanda que adoptaba a veces.
-¿Qué estas haciendo, Harry?- me preguntó en voz baja de repente, interrogándome con sus ojos negros.
-¿Hacer de que?- dije, lamiendo mi cuchara del chocolate que se le había quedado pegado. Sabía la intención de la pregunta, pero me había tomado totalmente desprevenido y no supe que hacer, mas que evadir lo evidente, repentinamente acobardado y olvidando por completo mi "plan". Clave la vista en la cuchara, tratando de evitar la mirada que sabía me estaba examinando.
-Sabes a lo que me refiero- su voz no estaba molesta, simplemente preguntaba lo que quería saber.
Entonces me decidí. Era ahora o nunca. Dejé la cuchara, tomé valor y encaré aquellos ojos que me robaban el aliento.
-Si lo sabes, entonces tú eres el que tienes la respuesta- le dije, rozando el dorso de su mano con mis dedos. Percibí el estremecimiento de Severus y vi como sus delgados labios se entreabrían. Me vio con una mirada cargada de intención que me puso todos los vellos de mi cuerpo de punta.
-Salgamos de aquí- me dijo con la voz algo ronca.
¡Hola a tods! :D ¿Qué tal? Jo, este par se quedaron en lo mas bueno!!! Je, je, ¿qué pasará? ¿Darán rienda suelta a la pasión por fin? ¿O se seguirán aguantando hasta el fin de los tiempos? No se pierdan el sexto y ultimo episodio de su fanfic Un Verano Diferente!!! -
Bueno, pues antes que nada quiero agradecerle a todas las personas que se han tomado la molestia de enviarme reviews y mails para darme su opinión sobre esta historia. ¡Mil gracias a todos! Son geniales, estoy muy contenta de que les esté agradando este cuento. Como siempre, va dedicado a mi querida Ali, quien me metió la espinita del Harry/Severus gracias a las traducciones que hace con Maria (recuerden, lean a Alima21 :) Un besote, guapa!!! ;)
Y también les quiero avisar que ya estoy online de nuevo!!! :D Ahhh, que felicidad, por fin me pagaron e inmediatamente corrí a conectar mi compu a internet, je, je. Por el momento estoy poniéndome al corriente con el montón de asuntos pendientes que tengo, pero en cuanto acabe ya me verán por los lugares habituales :) También les comento que para las personas que sepan dibujar, voy a hacer un concurso por el aniversario de mi página (chequen mi perfil, ahí está la dirección) muy pronto. Las bases las pondré a finales de este mes, así que estén pendientes.
Finalmente y como ya les había dicho, el siguiente es el último capitulo de esta historia. Ya tengo escrita una parte, espero poder ponerla dentro de una semana. Ojala que les guste y muchas gracias por leer, es un gustazo saber que se entretienen con mis fanfics :D Besitos y seguimos en contacto!!!
Lanthir
