Disclaimer: Nada de esto es mío, todo es de J.k. Rowling. Bueno, salvo la historia y los personajes, hechizos y lugares no conocidos, eso es todo invención de mi loca imaginación. Espero que os guste.

Nota: Que conste que esta historia es ligeramente AU pese a que se basa en todo lo que sabemos de los 5 libros, si los 5 es la continuación de la Orden del Fénix, así que si no lo has leído y continúas no protestes si encuentras Spoilers. Además los personajes son bastante OCC, osea, que se comportan bastante diferente que lo que Rowling haría (obviamente yo no soy J.K...). UY, que nota más larga me ha salido...

La Traición de la Luz

Prólogo ~ Recuerdos del pasado.

La esbelta silueta de un hombre alto se recortaba contra una magnífica puesta de sol, reclinado contra la balaustrada de la terraza de una gran mansión. El hombre de oscuro cabello color medianoche hablaba con otro hombre de pelo claro, casi plateado en las luces del anochecer, mientras ambos miraban la escena tras una enorme cristalera con delicadas vidrieras de colores. En la habitación se encontraban dos mujeres, que charlaban calladamente con sus hijos dormidos en brazos. Ambas eran altas, delgadas y aristocráticas damas. Una de ellas tenía una larga melena dorada que llevaba recogida en un elegante moño. Sus ojos azules brillaban llenos de vida, como toda ella, y desprendían calor cuando se posaban en alguno de los bebés. La otra se recostaba en un sofá con aspecto débil, aún recuperándose de un largo y agotador parto. Era pelirroja, su brillante cabello caía en lustrosos bucles como sangre a ambos lados de su delicado rostro, enmarcando dos hermosos ojos color madreperla tras los que destellaba el poder y la fuerza.

Cuando el sol acabó de desaparecer por el horizonte los dos hombres entraron en la sala y cogieron un par de capas de terciopelo negro que estaban colgadas de un sillón.

" Ya nos vamos. Espero que no os aburráis mucho aquí solas." dijo el hombre llamado Tom Ryddle, más conocido como Lord Voldemort, a su esposa mientras le daba un ligero beso en los labios y acariciaba la cabeza de su hijo e menos de 2 semanas de edad.

"Ten cuidado, Tom, tengo un mal presentimiento sobre esta noche, temo que sea una trampa del viejo cuervo malnacido. Prométeme que tendrás cuidado, no quiero que Alexander se quede huérfano por un descuido en una misión tan sencilla..."le pidió suplicante con lágrimas en sus ojos grises.

"No te preocupes, no me arriesgaré," le respondió, con una promesa brillando en sus extraños ojos verdes con un aura roja rodeando la pupila vertical "no quiero que mi hijo pase una infancia ni remotamente parecida a la mía. Volveré, te lo prometo."

Poco después Lord Voldemort y Lucius Malfoy salían totalmente preparados para un ataque nocturno a 'unos cuantos' aurores. Poco sabían lo que la noche les deparaba.

~~~~~~~~~~~~ Justo antes del amanecer ~~~~~~~~~~~

Cuando el cielo comenzaba a clarear, justo antes de que los primeros rayos de sol se dejaran ver, dos figuras encapuchadas aparecieron repentinamente con un leve 'pop'. Ambos se quitaron las desgarradas capas y las quemaron con un hechizo simple, mostrando varios desgarrones ensangrentados en las costosas prendas que llevaban bajo ellas. Aunque ninguna de las heridas parecía de consideración todas eran sumamente dolorosas. El bosque donde el Señor Tenebroso y su Mortífago se habían aparecido era el que lindaba con la majestuosa propiedad en la que se situaba el Señorío Malfoy, así que emprendieron cansadamente la caminata hacia los terrenos protegidos contra apariciones. En el momento en el que cruzaron las verjas supieron instantáneamente que algo andaba mal. Las barreras no estaban en su lugar y los centinelas que debían rondar por los terrenos tampoco aparecían por ningún lugar.

Intercambiando una mirada en la que se reflejaba preocupación, sospecha y un poco de temor, los hombres echaron a correr hacia la casa que albergaba a sus familias.

Empezaron a sentir la mordedura del pánico cuando encontraron el cadáver de uno de los guardias. Parecía haber luchado hasta que lo lograron matar. Ambos se quedaron helados cuando llegaron a la zona desde la que se podía divisar la gran mansión. La vista era horrorosa. Las puertas principales parecían haber sido reventadas. Una columna de denso y negro humo manchaba el cielo rosa sobre la construcción. Se podían apreciar signos de lucha tanto en la propia estructura del edificio como en los magníficos jardines, ahora destrozados y humeantes, que lo rodeaban.

Tras un momento Tom se sacudió la sorpresa y corrió como nunca antes lo había hecho. Su corazón latía desenfrenado mientras rezaba a un dios en el que nunca había creído oraciones que daba por olvidadas hacía mucho por que su mujer e hijo estuvieran contra toda esperanza sanos y salvos en algún otro lugar, apenas dándose cuenta que su joven amigo y compañero corría a su lado con los mismos temores y esperanzas reflejados en su pálido rostro. A toda la velocidad que podían dar sus cansadas piernas cruzaron las puertas y avanzaron por los desérticos pasillos, encontrando de vez en cuando el cuerpo de alguno de los Mortífagos que habían quedado protegiendo la propiedad. Ninguno de ellos parecía haber muerto rápidamente. Cuando por fin llegaron a la habitación en la que habían dejado a Krystyn y a Narcisa al marcharse el panorama fue demasiado para soportarlo, las rodillas de Lucius cedieron ante la vista de su mujer golpeada severamente en el suelo y su hijo llorando desesperado cerca de ella, no en mejor estado. Las lágrimas cruzaban los rostros de los hombres al acercarse a sus respectivas esposas. La antes hermosa y poderosa Krystyn Ryddle, una Alta Druidesa, yacía en el suelo prácticamente irreconocible y sin pizca de vida en su frágil cuerpo. Su cabellera roja apenas se diferenciaba de la sangre en la que reposaba. Ni si quiera habían tenido la compasión de lanzarle un Avada Kedavra, la habían dejado morir desangrada. Lord Voldemort sumido en una profunda tristeza colocó el maltrecho cuerpo de su amada esposa en el primer espacio libre de escombros que encontró y se lanzó a la búsqueda de su pequeño hijo, esperando que se hubiera salvado del terrible destino de su madre. Lo sacó de su desesperación una mano en su hombro.

"Mi Señor... yo... lo siento, todo esto es culpa mía..." dijo Malfoy son gran tristeza y pesadumbre.

"Nada es culpa tuya, Lucius, el único culpable es ese bastardo de Dumbledore y su grupo de asesinos. Vete ahora, llévalos a San Mungo y diles que fue un ataque de Mortífagos." Dijo mirando los cuerpos de la joven señora Malfoy y su hijo, ambos apenas con vida. "Vete ahora, Lucius, date prisa o no vivirán. Y ya se ha perdido demasiado hoy..."

El rubio y orgulloso Malfoy se desapareció, llevándose a su familia. Dejando a su Señor en la infructuosa búsqueda de un niño que en ese mismo momento despertaba a muchos kilómetros de allí, llorando por sus padres perdidos.

Otra nota: ¿Qué tal? Os gusta, no os gusta, quejas, bombas, felicitaciones, acepto de todo. Así que ya sabéis, dadle al botoncito y dejad vuestra opinión, crítica o sugerencia.