Disclaimer: Nada de esto es mío, todo es de J.k. Rowling. Bueno, salvo la historia y los personajes, hechizos y lugares no conocidos, eso es todo invención de mi loca imaginación. Espero que os guste.

Nota: Que conste que esta historia es ligeramente AU pese a que se basa en todo lo que sabemos de los 5 libros, si los 5 es la continuación de la Orden del Fénix, así que si no lo has leído y continúas no protestes si encuentras Spoilers. Además los personajes son bastante OCC, osea, que se comportan bastante diferente que lo que Rowling haría (obviamente yo no soy J.K...). UY, que nota más larga me ha salido...

Y este capítulo está dedicado a... Kat Basted, Mariko y Blackspirit.

La Traición de la Luz

Capítulo 3 ~ Misterios Desvelados.

Los tres primeros días en Privet Drive pasaron relativamente bien para Harry. Los Dursley le ignoraban, demasiado atemorizados de las amenazas de Ojoloco, y él les correspondía de la misma manera. Los únicos momentos del día en los que se reunían todos juntos en la misma habitación era en las comidas, que para el moreno eran mucho mejores que los años anteriores. El tercer día de su estancia en el hogar de sus tíos Vernon le dijo que irían a visitar a su hermana, Marge Dursley, por un tiempo indefinido y, por lo tanto, debía avisar a la Orden, o como él dijo a esos anormales amigos suyos, que ninguna lechuza le debía ser enviada. No quería que su hermana averiguara que tenía a un 'anormal', un MAGO, bajo su techo. También Hedwig debía desaparecer. Muy pronto recibió la respuesta a su carta. Harry no debía salir de Privet Drive. Decir que los Dursley se enfurecieron era una gran subestimación. Nada ni nadie les estropearía las vacaciones. Se prepararon para el viaje. El día que se fueron el infierno se desató para Harry. El día antes había recibido la respuesta a una carta que le había mandado a Ron. En ella le había pedido que comprara por él algunos libros de defensa contra las artes oscuras, encantamientos, transformaciones, pociones y algunos otros variados. Le había mandado una buena cantidad de galeones para pagar las compras. Hedwig había vuelto con una pequeña caja y una carta de Ron.

Después de leer la carta, en la que Ron le preguntaba como se encontraba, que se iba a volver como Hermione y que los libros los había comprado con ayuda de Bill y Charlie; pero ninguna información de valor sobre la situación actual del Mundo Mágico o como reaccionaba la gente a la confirmación del regreso de Lord Voldemort al poder. Harry abrió la caja. En ella se encontraban una gran cantidad de pequeñísimos libros. De inmediato Harry sacó su varita y los agrandó con un simple 'engorgio'. No era ninguna novedad el que hiciera magia ya que al día siguiente de su llegada a su mal llamado hogar, le había llegado la misma notificación que al resto de los alumnos a partir de quinto año. Para horror de su 'familia', había recibido el permiso para practicar magia fuera de la escuela. Al parecer esta vez si que se habían tomado en serio sus advertencias. Harry pasaba casi todo su tiempo durante los primeros días estudiando para evitar pensar en la muerte de su padrino. En su interior se culpaba por lo sucedido, pero aun más culpaba a Albus Dumbledore. Si el maldito viejo le hubiera informado de lo que pasaba y no le hubiera ocultado la verdad sobre sí mismo nada de eso tendría que haber sucedido, hubiera estado preparado.

Tras irse los Dursley, no sin antes amenazarle que lo encerrarían todo el verano si le pasaba cualquier cosa a su querida casa o los vecinos notaban algo extraño, empezó a sentirse algo extraño. En realidad se sentía así desde que despertó esa mañana, sólo que el sentimiento se había hecho más intenso que antes. Además tenía la sensación de que le observaban, pero no había nadie más en la casa. Estaba acabando de recoger los platos tras la comida cuando empezó a verlos. Eran unas pelotas de luz del tamaño de una Snitch. Unas cuantas de color blanco plateado le rodeaban protectoramente, pero muchas más de color rojo casi púrpura zumbaban por la mayor parte de la habitación y del hogar de la familia Dursley. Las bolas rojas irradiaban un sentimiento de maliciosidad y peligro que hacía que Harry deseara alejarse de ellas cuanto antes mejor.

Pasó el día en su habitación investigando en sus nuevos libros que podían ser las pelotas de luz. Las de color blanco le rodeaba como un halo defensor. Por algún motivo su habitación parecía libre de bolas rojas, al contrario que el resto de la casa. Al salir al ocaso para prepararse la cena fue cuando empezó a advertir que las 'snitchs' rojas empezaban lentamente a acercarse y seguirlo. La cena pasó en un silencio opresivo para Harry. Justo cuando empezaba a prepararse para dormir empezó la 'pelea' de las luces. Las rojas empezaron a lanzarse contra él, siendo repelidas con un estallido y un destello por las blancas. Asustado, Harry sacó la varita y lanzó la primera cosa que se le pasó por la mente, que resultó ser un avanzadísimo escudo defensivo que había leído en uno de los libros que Ron le había comprado.

"¡¡¡Animarum scutum!!!" ( "¡¡¡Escudo de almas!!!" )

Pronto se encontró rodeado por una cúpula plateada que repelía las pelotas color sangre. Sabiendo que el escudo no las mantendría alejadas por siempre empezó a buscar por sus libros algo que ayudaría hasta que Hedwig volviera de entregar las cartas que había mandado a Hermione, Ron, Neville, Luna y Remus Lupin. Estaba a punto de amanecer cuando el escudo cayó hecho pedazos sólidos que se disolvieron lentamente y las luces volvieron a chocar una y otra vez hasta que, por fin, una de las rojas logró pasar su 'halo' e impactó en el pecho del chico de ojos verdes. Sintió un dolor que hacía que la Maldición Cruciatus pareciera un juego de niños. Al mismo tiempo por su mente pasó un destello de su desdichada infancia, uno en el que su tío le pegaba por 'quitarle' una galleta a su querida Dudders y lo encerraba en la alacena. Aún más desesperado volvió a su búsqueda. Tras otras dos horas y varios golpes más encontró algo que le podía servir. Un antiguo conjuro realizado a menudo por los druidas, e3l libro de rituales mágicos decía que era peligroso de llevar a cabo si no se era uno. Harry decidió arriesgarse a tener que ser golpeado por esas endemoniadas bolas rojizas hasta volverse completamente loco. En ese momento se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo. Las bolas blancas eran a penas una docena, mientras que había cientos de las otras.

Después de leer lo que necesitaba, echó a correr hacia la cocina, cogió sal y una garrafa de agua y volvió. Al llegar a su habitación separó la cama de la pared, puso algunos libros en ella y el agua. Después trazó en el suelo un círculo con la sal, y dentro del círculo dibujó una estrella de cinco puntas. Cuando empezaba a recitar el conjuro las últimas luces blancas desaparecieron y las pelotas rojas se lanzaron contra él en masa. Recibió cuarenta impactos antes de que pudiera volver a empezar la frase latina, entre espasmos de dolor y borrosas imágenes de su pasado.

"Naturae potentiae, qui illecebram huic stellae tradunt, improbitatis me protegant." (O para los que no sepan latín: "Los poderes de la naturaleza, que entregan magia a esta estrella, me protejan de la maldad.")

En cuanto terminó la última silaba tanto la estrella como el círculo de sal se iluminaron en un refulgente verde que traía a la memoria los bosques en primavera. Al 'levantarse' la barrera todas las pelotas quedaron fuera y las que estaban encerradas dentro se disolvieron en el aire. Todo había salido bien, sólo había un inconveniente: nada podía entrar, pero tampoco él podía salir hasta que averiguara que infiernos eran esas malditas bolas de luz y como deshacerse de ellas. Pero eso no podía ser hasta que Hedwig volviera o alguien de la Orden apareciera. Lo único que tenía hasta entonces era una botella de agua y algunos libro...

Dos largos y tediosos días después terminó el libro 'Antiguos Rituales y Conjuros de Protección' de Darion g. Adelberg, mientras lo leía descubrió que no sólo se había encerrado en el pentagrama, sino que había sellado la habitación también. Era de agradecer que al menos el aire podía entrar.

Después de una semana sin comer y sin apenas agua, empezó a perder el sentido del tiempo y caer en pequeños periodos de inconsciencia. Al tercer día de su 'encierro' empezó a sufrir bruscos cambios de temperatura. Tan pronto sentía que se estaba asando como un pollo por el asfixiante calor como se tapaba hasta las cejas con la sucia manta de su desmantelada cama. Cada vez que cerraba los ojos soñaba con una lucha entre varios magos y brujas, pero al principio todo estaba demasiado borroso al despertar. Cada vez que el sueño se repetía los recuerdos eran más claros hasta llegar al momento en que recordaba todas las imagines claramente, pero ningún sonido. Estaba su padre, Dumbledore, Narcisa Malfoy y otras personas que no conocía, pero que le eran extremadamente familiares. Pero la que más sobresalía en sus recuerdos era una hermosa mujer de rizos color sangre que estaba la mayor parte del tiempo dándole la espalda. Por unos momentos la había confundido con su madre, pero al girarse, se dio cuenta de que tenía los ojos gris oscuro muy brillantes, no verdes. Además, Lily Potter no era rizosa y tenía el pelo mucho más corto que esa mujer.

Lo que lo horrorizó verdaderamente del consecutivo sueño era como su padre y Dumbledore mataban brutalmente a la pobre mujer. Podía entender que durante la guerra se matara gente, pero esa brutalidad le resultaba verdaderamente repugnante. Eso sumado a lo que había visto en el Pensadero de Snape el año anterior y su experiencia con las mentiras y medias verdades del director, le hizo despreciarlos a ambos. Eso le torturaba la mente, estar avergonzado de ser hijo de su padre no era algo que le dejara un buen sabor de boca. Nunca hubiera creído que llegaría a ese extremo, pero es que hasta los mortífagos eran más clementes que eso.

Todo empeoró con el paso de los días. Cada vez pasaba más tiempo semi inconsciente, a penas distinguiendo la realidad de los sueños. Imágenes de su pesadilla se repetían en su mente una y otra vez ya estuviera despierto o dormido. El punto culminante de todo llegó cuando llevaba ya once días encerrado. Apenas le quedaba agua y el calor que sentía se hacía cada vez más insoportable. De pronto y sin previo aviso cayó inconsciente en su cama y se encontró en una especie de niebla de un color blanco irisado. De entre la niebla salió una esbelta figura femenina. La mujer tenía el cabello rojo. Harry aterrorizado se dio cuenta que era la misma mujer de sus sueños. Teniendo en cuenta lo que su padre le había hecho no quería no pensar en lo que le esperaba. Al acercarse más vio que tenía una dulce sonrisa en los labios y los ojos llenos de lágrimas. De algún modo supo que la mujer no le haría nada, y que no era un sueño provocado por Voldemort. Una sensación de paz le envolvió cuando la hermosa mujer le abrazó.

"Mi niño..." dijo ella. "Mi hijo..."

"¿Qué?" Preguntó muy confuso.

"Todo te quedará claro pronto, mi pequeña serpiente." Le contestó acariciándole la cabeza y cogiendo suavemente entre sus largos dedos un mechón de un rojo sumamente oscuro, casi negro. "Todo acabará pronto. Todas las mentiras, todo el dolor, todas las separaciones. Queda poco para que tu padre venga a buscarte. Confía en él."

"¿¡Mi padre!? ¡¡Está muerto!!" le increpó a la mujer empezando a enfadarse. Su acalorada respuesta sólo provocó una risa llena de añoranza de la fémina.

"El mismo genio que papá... Pronto entenderás, véngame, mi niño, y se feliz. Dale una oportunidad, él no sabía nada..." su voz se perdió en el vacío mientras la imagen se desvanecía.

Pronto se encontró en lo que identificó como una de las habitaciones de Grimmauld Place, la Mansión de los Black, la casa de Sirius. Sus amigos estaban allí, mirando una pantalla que Fred había hecho aparecer de una pequeña caja. Vio la reunión de la Orden y con cada palabra que Dumbledore decía más claras se le quedaban las cosas a Harry y peor se sentía. Salió del shock justo a tiempo para escuchar el final de la discusión entre los jóvenes de la habitación. Sonrió levemente al ver lo mucho que le apreciaban. Esa era gente en la que podías confiar con todo.

Otra vez todo destiñó y se encontró mirando sobre el hombro de, un casi irreconocible, Lord Voldemort. Lo único que reconocía del hombre eran los ojos color carmín y el pelo negro. Pero lo que más le sorprendió fue lo agotada y llena de emociones que estaba su cara. Se inclinó un poco para ver lo que el Señor Tenebroso, su presunto padre, miraba. Se quedó totalmente helado. Sobre el libro que tenía abierto ante él había una fotografía mágica. En ella se podía ver una pareja, un hombre con una brillante sonrisa que se podía reconocer claramente como Tom Ryddle y una mujer, la misma pelirroja de antes, de aspecto cansado con un bebé muy joven en brazos. En la foto, el feliz hombre había empezado a hacer monerías para el bebé, haciendo reír a su esposa. Nadie hubiera creído que ese era el terrible Señor Tenebroso del que la mayoría de la gente temía decir su nombre. Poco después llegó uno de los espías de Voldemort en el lado de la Luz, entre los 'buenos' de la guerra. Era ni más ni menos que el mismísimo Severus Snape, supuesto espía de Dumbledore entre los mortífagos. De no ser por lo serio y espinoso de la situación se hubiera echado a reír allí mismo por lo irónico de la situación.

Al escuchar la conversación entendió muchas de las cosas que le habían estado pasando, pero... ¿Y la profecía? ¿Acaso era su destino matar a su padre o ser asesinado por él? ¿Lo sabía Sirius? ¿Y Remus? ¿Podría volver a confiar en alguien sin preguntarse si sabría la verdad? Estas eran las preguntas que circulaban por su mente al despertar. Pero al recobrar la consciencia, no sólo fueron preguntas lo que lo acosaron. Un dolor pulsante le recorría el cuerpo. Su último pensamiento coherente antes de caer en un estado en el que no pensaba, sólo sentía un terrible dolor. Su último pensamiento fue: "¡¡Ya ha empezado!!" . Ni siquiera era consciente del paso del tiempo, encerrado en un cuerpo torturado por un martirizador dolor que parecía nunca acabar. Acabó por quedarse ronco de tanto gritar. Nadie pareció darse cuenta de nada, en la Orden sabían que Hedwig estaba entregando unas cartas, así que no se preocuparían por la falta de noticias. En uno de los cortos y escasos periodos en los que el dolor se reducía un poco, logró ver un par de ojos casi completamente verdes llenos de amor mirándole. Ni si quiera se había dado cuenta de que una oleada de poder no sólo había anulado su conjuro, si no que también había hecho desaparecer las omnipresentes luces rojas, ahora que el dolor se iba poco a poco se dio cuenta de que solamente había pequeños haces luminosos blancos. De pronto se dio cuenta de que empezaba a percibir sonidos otra vez y lo primero y último que escuchó fue a su padre terminar un hechizo en pársel. Antes de sentir una agradable calidez y un par de fuertes brazos recogiéndole. Después cayó en la oscuridad.

Nota: Sé que he tardado mucho más de lo que prometí, pero sólo hay una palabra para describir mi semana, y es HORRIBLE. Primero una reunión familiar (todo el fin de semana aguantando 'agradables' parientes...), el lunes empecé el instituto, iniciando así la caza del libro, el miércoles tuve 2 exámenes (profesores asquerosos que no pueden esperar ni a la segunda semana para empezar a martirizarnos), luego dos trabajos y el sicótico de inglés. Creo que eso es un buen resumen de mi semana.Así que siento el retraso, pero fue inevitable.

Preguntas de la semana: ¿Qué son las pelotas de luz? ¿Por qué atacan las rojas a Harry/Alexander?

Respuesta a los Reviews:

Sakura Corazón: El capítulo es el más largo hasta ahora, espero que lo disfrutes. Esas preguntas no te las puedo responder sin desvelar demasiado de la historia, pero me aseguraré que queden bien respondidas en futuros chaps.

Lucil: No, no me puedes hacer daño físico, si no ¿quién escribiría? De los Weasley tal vez si se pasen o tal vez no. No, Dumbledore no se enterará hasta que sea demasiado tarde para parar lo que se le viene encima. Los poderes... eso no te lo puedo decir. Eso es una propiedad especial de la poción, además del aspecto ganan parte de la personalidad y los gestos, además, sólo lo van a ver los Dursley...

Kat Basted: En lo de Severus no acertaste, pero lo de los ojos de Harry es la explicación perfecta, felicidades. Si, lo del chico plateado le va de perlas, ya lo veras más adelante... ** Klerenallan sonríe macabramente **

Aspid: Es verdad que en los libros se dice que se parecen mucho, pero no quería que para de ser una copia de James a una copia de Tom... Si, siempre fue un leal mortífago y tiene muy buenos motivos para su fidelidad.

Ruby Andariel Claw: Muchas gracias, si es que soy un pelín retorcida (o eso dicen...)

Mariko: Eres la que más se acerca a la respuesta de Sev. En cuanto al James y Lily, nunca has oído el famoso 'todo por la causa'.

Cygni: Seguramente fue eso, la verdad es que soy un despiste... este no te lo pude mandar, ya llevaba demasiado retraso para mi gusto...

Blackspirit: Casi acertaste, no era hermana, era cuñada...(no, no es el hermano perdido de Voldemort) Que impaciente, te puedes ahorrar el Howler, es domingo aún. ;-)

Seck: mmm dejémoslo en que hay formas de alterar lo que muestra un pensadero y que el que la escuchó no fue tan accidentalmente....

Princess Mononoke: eso es, pero con sus enemigos, supongo que tu no tratas igual a los que quieres o aprecias que a los que odias con pasión... pero no te preocupes, veremos al cabroncete que todo conocemos y amamos pronto.