(Para los que han preguntado, este fic es continuación del quinto libro, como Sirius es uno de mis personajes favoritos, he decidido dejarlo vivo).

Harry les contó a sus amigos todo lo que a él le habían contado, seguía sintiendo una gran confusión en su cabeza y no lograba aclarar las cosas.

-Bueno, creo que es hora de dormir- dijo Hermione después de haber hablado un rato y Harry se lo agradeció en su interior porque ya se sentía demasiado confundido.

A Harry y los demás les sorprendió la rapidez con la que llegó el día en que debían volver a Hogwarts, por lo que una mañana Harry se despertó con el alboroto imaginado: la señora Weasley corría de un lado hacia otro gritando, los gemelos Fred y George desaparecían y volvían a aparecer (lo que hacía enfurecer no sólo su madre sino también al resto de las personas), Hedwig y Pig hacían un ruido tremendo y todos agradecían que el retrato de la madre de Sirius no estuviera más en la pared.

Una hora después, se encontraban ya todos en la estación King's Cross. Comenzaron a pasar a través de la pared que separaba el mundo mágico del muggle y pronto se encontraron junto al Expreso de Hogwarts . Harry, Ron, Hermione y Ginny entraron en el tren y escogieron sus asientos. Ron y Hermione habían decidido desistir de su oficio de Prefectos (a la señora Weasley casi le agarra un ataque al corazón) ya que no era eso lo que les interesaba, por lo que pudieron sentarse con Harry y Ginny.

-Oigan, ¿qué ha sucedido con Fred y George? Ya saben, con lo de su fuga del colegio- preguntó Harry que se había acabado de acordar del hecho, que se le había olvidado con tantos otros problemas que tenía en la cabeza.

-Pues, como te imaginas, a mis padres no les ha caído muy bien- contestó Ron. -Pero han tenido que aceptarlo, no tenían otro remedio. Y cuando lo comprendieron, hasta los ayudaron a pagar el local, que por ahora están preparando para la inauguración que será llevada a cabo el día en que tenemos el primer paseo a Hogsmeade.

-Me muero de ansiedad- dijo Harry.

El viaje transcurrió con suma tranquilidad y normalidad, hasta que un muchacho rechoncho y bajito les entregó un pergamino. -Lean esto, por favor. Son las órdenes del nuevo director- dijo el muchacho con tono aburrido y monótono y se retiró.

Hermione abrió el pergamino y se lo mostró a sus amigos diciendo: -Como me imaginaba, miren quién es el nuevo director de Hogwarts-

El director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, el señor Cornelius Fudge, decreta:

1. Que los alumnos no tienen permitido el paseo por los pasillos pasadas las diez de la noche.

2. Que los alumnos no tienen permitido entrar en el bosque prohibido.

3. Que quedan suspendidos todos los equipos de Quidditch, debido a que este deporte resulta peligroso e inapropiado para una institución educacional.

4. Que las visitas a Hogsmeade quedan anuladas, siendo estas de completa inutilidad para la formación de magos y brujas.

De mi mayor consideración, Cornelius Fudge, Ministro de Magia y director de Hogwarts.

Tuvieron que leer dos veces el pergamino para ver si habían leído bien. Las nuevas reglas de Fudge eran las peores que se podrían haber imaginado y no comprendían por qué el Ministro, ahora también director, se comportaba así.

-¡¡¡Este viejo está chiflado!!!- estalló Ron –¿¿¡¡COMO PUEDE SER QUE NOS HAGA ESTO??!!-

-¡¡Ron baja la voz por favor!!- dijo Hermione, pero ya era demasiado tarde, sus gritos habían atraído la atención de Malfoy y sus amigotes.

-¿Qué te pasa Weasley?¿No me digas que no estás conforme con las reglas del nuevo director?- preguntó con aire despectivo Malfoy.

-¡Mira Malfoy, no puedes hablar, ya que también han suspendido el equipo de Slytherin!- contestó Ron, enfadado.

Malfoy se puso colorado; todavía no había escuchado esa regla. -¿Q-qué?- inquirió Malfoy nervioso.

-Que han suspendido todos los equipos de Quidditch, porque según tu querido director, ese deporte resulta peligroso para una institución educacional- contestó Ron, contento al ver la reacción de Malfoy.

-No, no puede ser- dijo Malfoy que cada vez se ponía más nervioso.

-Claro que es posible, y si no nos crees, mira esto- dijo Hermione y le extendió el pergamino con las reglas de Fudge.

Malfoy lo leyó y luego se retiró con aire ofendido.

-Parece que le hemos tapado la gran bocota que tiene- dijo Ron con aire divertido.

Una hora después llegaron a destino y se sorprendieron mucho al ver lo que sucedía:

Había muchachos de mediana edad con capas de color gris y una gran H roja en la parte trasera. Conducían a los alumnos de primer año hacia el lago donde estaban los botes, pero estaban muy diferentes a como habían estado siempre: parecían góndolas de Venecia adornadas por antorchas con flama azul que le daban un aspecto tétrico y eran conducidas por unos seres que a Harry le parecieron dementores a no ser porque estaban cubiertos por una especie de aura verde. Los demás alumnos fueron conducidos a las carrozas de siempre, pero todos se sorprendieron mucho al entrar en ellas: estaban decoradas con papel de color escarlata y guardas plateadas. Los asientos eran muy confortables y de color naranja chillón, en el suelo, una alfombra marrón con dibujos medievales.

-Parece que Fudge no quiere descuidar nada- comentó Ron cuando las carrozas se echaron a andar.

-Sí, la verdad es que está todo muy diferente- apuntó Hermione.

Llegaron al vestíbulo del colegio y no encontraron nada diferente al igual que cuando se sentaron en el Gran Comedor, aunque no sabían todas las sorpresas que les tenía preparadas el nuevo director...