Cuestión de amor
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Capítulo VII "La apuesta"
La noche era iluminada por el resplandor de unas cuentas estrellas saliendo apenas, mientras que la luna estaba a mitad de desaparecer de la vista del hombre. Pero no todo mundo descansaba como Dios manda en sus camas, ya que estaban condenados a un castigo por parte de la profesora McGonagall por jugar en clase.
-No puedo creer que se haya pasado, una detención es demasiado por estar platicando en clases- exclamó James por enésima vez, mientras redactaba su ensayo. Solamente les había mandado escribir un resumen de un libro de transformaciones, pero lo tendrían que entregar al día siguiente, por eso se desvelaban. Lily sufría mas que nadie por el hecho de que estaba demasiado dormida y preocupada por otras cosas como para percatarse de lo que estaba haciendo.
-Yo me voy a dormir- exclamó por fin, lanzando su tarea a algún punto de la Sala Común y subiendo las escaleras. James la miró interrogante.
-Lily, ¿De quien era la carta?- preguntó el chico de manera desinteresada.
-De Maxwell... ¡Espera! ¿Por qué preguntas? ¿a dónde quieres llegar?- se había despertado por completo y miraba acusadoramente al muchacho. –Aléjate de mis asuntos James. La poción ya no es tan fuerte.- había amenaza en su voz.
-Solo trataba de ser amable...- murmuró algo resentido.
-Bueno, se amable y no te metas en mi vida personal. Eso es algo entre alguien mas y yo. Sales sobrando amigo- y subió a su habitación.
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-¡Por fin! ¡Vacaciones de navidad!- exclamó Sirius Black, mientras arrojaba una bola de nieve al aire y caía en la cabeza de un muchacho Hufflepuf. Los Merodeadores salían del castillo en dirección al Lago, dispuestos a tener una cruenta batalla de nieve. Los bandos eran chicos contra chicas, pero ellas no sabían. Se enterarían en unos momentos.
Por fin las encontraron. Estaban a orillas del Bosque Prohibido, aparentemente sometiendo a Lily a un interrogatorio, ya que ella negaba violentamente.
-¡¿Y por que te pusiste así cuando viste la carta?!- exclamó Liz por enésima vez. La pobre pelirroja parecía a punto de enojarse cuando vislumbró a los Merodeadores. Inconscientemente alzó la mano y saludó a James, a la vez que éste respondía el saludo. Luego, dándose cuenta de lo que hacía bajó la mano, sin embargo, era demasiado tarde, los chicos iban en su busca.
-Hola, ¿No pensaban salir en las vacaciones?- preguntó Remus amablemente a Susan, la cual simplemente negó con la cabeza.
-Pensábamos que ibas a cumplir tu trato, después de todo, es tu última oportunidad....- dijo Liz mirando a Sirius significativamente.
-¡No! ¡Momento! Todavía tengo oportunidad en las vacaciones de Semana Santa.... –se defendió el aludido.
-Es ahora o nunca... He pensado aumentar el reto... Claro, si eres lo suficientemente valiente para aceptarlo, claro está...- decía la chica con una sonrisa que a los chicos pareció siniestra. Tragaron saliva con dificultad.
-¿Qué mas?-
-Durante la cena de navidad- puntualizó ella.
-(Oo) ¿Durante la cena de navidad?- preguntaron los tres. Ellas asintieron. La cosa se estaba tornando mas difícil de lo esperado.
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La batalla había estado un poco dura, para todos, por lo que terminaron empapados y llenos de lodo, así que regresaron a sus respectivas habitaciones para lavarse y cambiarse. Después de ello, James, el que había terminado primero, bajó a la Sala Común y se sentó en el sillón que estaba enfrente de la chimenea, justo para encajarse un trozo de pergamino en el trasero.
-¡Pero que demo...!- no alcanzó a terminar su frase, ya que se había quedado estático al ver un nombre en el pergamino.
Querida Lily:
Es una lástima que vayas a pasar las vacaciones en la escuela, ya que pensaba invitarte a cenar un rato con mi familia, así de una buena vez podría presentártelos formalmente, después de todo, es hora de que se enteren de nuestro compromiso. Pronto acabarás las clases y nosotros podremos estar juntos, cosa que he estado esperando ansiosamente desde que te conocí. Sobre las cosas que has escuchado acerca de tu mundo, no te preocupes, todo estará bien, estoy seguro que podremos superar cualquier cosa nosotros dos.
Mi único anhelo del momento es poder verte pronto.
Te quiero
Maxwell W. Kirbish
-¿Se puede saber por que andas leyendo MI correspondencia?- preguntó la voz de la dueña de la carta. El muchacho la miró a ella y luego al pergamino.
-Entonces... ¿Es cierto que tienes novio?- preguntó débilmente, mientras le entregaba el pergamino.
-Claro que si, ¿Qué esperabas? ¿Qué te mintiera? No se por que habría de hacerlo. Pero eso es algo que nadie sabe ni deben de saber, por lo que te agradecería que guardaras el secreto- ahora ella lo miraba a los ojos, como implorándole.
-¿Te vas a casar con él?-
-Eso es algo que me incumbe a mi Potter-
-¡Y a mi también!- el cuadro de Gryffindor en la repisa de la Sala Común lo miró con desaprobación mientras negaba con la cabeza.
-Lo siento, pero me compete a mi solamente, es mi vida personal-Sus labios temblaban un poco.
-¿Lo amas?-
-¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Crees que me casaría con alguien a quien no amo?-
-Eso no fue lo que pregunté- James tomó a la muchacha por la muñeca, haciéndola retroceder.
-James por favor- el temblor volvía a ella –La poción aún no ha perdido todos sus efectos- murmuró tristemente. Él la miró enojado y salió de ahí hecho un vendaval.
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Pronto llegó el día de navidad, y el Gran Comedor fue adornado con esplendor para esa especial ocasión. Los fantasma iban y venían cantando villancicos y sosteniendo sendas copas, mientras que había muérdago en algunas zonas de la escuela. Eran pocos los que decidieron quedarse en la escuela, por lo que bastó que entre maestros y alumnos completaran una sola mesa, todos conviviendo amablemente. Pero faltaba gente.
Las chicas Gryffindor de cuando en cuando sonreían entre ellas mientras el resto de la población las miraba con cara de duda.
Las puertas se abrieron de par en par y un trío de muchachas de aparentes diecisiete años entraron y tomaron su lugar en la mesa. Dos de ellas tenían el cabello negro y una el cabello castaño. Las tres tenían buen cuerpo, aunque una de ellas era algo pequeña, aún para su edad. Después de mucho contenerse, Liz soltó una carcajada que inundó el Gran Comedor.
-No creí que fueras capaz de arrastrar a tus amigos a eso...- murmuró ella, mientras los demás volvían a sus asuntos.
-Bueno, así tal vez te puedas convencer que soy de fiar...- declaró una de las muchachas de cabello negro.
-Bien, bien, caballeros, espero una buena explicación a esto- declaró Dumbledore sonriendo, mientras señalaba a las tres muchachas que acababan de entrar. Nadie comprendía lo que estaba pasando excepto los participantes.
-Fue una poción mal hecha profesor, lo sentimos mucho- dijo la chica Sirius. McGonagall escupió su jugo de manzana, y el resto de los alumnos se quedaron viendo boquiabiertos a los jóvenes.
-¡BLACK! ¡POTTER! ¡LUPIN!- la profesora bramó. -¡A mi despacho inmediatamente! ¡Y les serán restados.... ¡- pero fue interrumpida por el llamado James.
-Estamos de vacaciones, no puede restarnos puntos profesora...- declaró éste, algo resentido. Minerva los miró incrédula, pero eso no evitó el que les señalara el camino hacia su oficina, en donde habría de aplicarles el castigo merecido. Lily, Susan y Liz reían con ganas.
-¡Adiós guapas!- exclamó Liz, mientras agitaba la mano en el aire. Luego se sentó –Que mala pata, ahora tendré que cumplir yo mi parte-
-¿Saldrás con Sirius?- preguntó Lily, mirándola de reojo.
-Bueno, esa es mi parte- declaró la muchacha, restándole importancia al asunto.
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Próximo capítulo "Citas"
