Mto: Lo prometido es deuda y aquí tienen el capitulo cuatro. ¿Logrará Yugi sobervivir?

Majestic Thunder: Tal vez lo logre, tal vez no... ¿Qué crees tu? Será la autora tan mala con Yugi... Eso no lo sé creo que me falta el collar de Isis.

NETHED: Muchas gracias, yo a ti te agradezco por dejarme reviews ya que cada uno me anima a escribir más.

Gabe Logan: ¿Por que todo el mundo quiere tanto a Yugi? No es que lo odie, más bien lo contrarío, pero esa es la vida de una escritora. Por cierto no me molesta la palabra interesante, a mí me divierte leerla. Pudes escribirla cuando quieras. Nota: No quería molestarte más, y sin embargo no me aguante. La pregunta es: ¿Tu gustan también tanto las comas xq en el último review había nueve en UNA oración? Seguro me ves como criticona, pero la verdad más bien tus respuestas me inspiran para escribir algo divertido. Gracias.

Capitulo Cuatro: Lo que en verdad pasó

Algo le molesto, y así lentamente había despertado de lo que le había parecido un largo sueño. Había perdido toda noción del tiempo, si apenas recordaba un nombre.

Algo pasaba, no sabía que pero algo pasaba... Lo único que sabía era que estaba atrapado. ¿Dónde?... tampoco sabía. Y a pesar de que estaba despierto no veía nada.

Tampoco oía... La verdad ninguno de sus sentidos funcionaba. Y al no sentir su cuerpo se preocupo. ¿Es que no tenía cuerpo? Pero si no tenía cuerpo debió... haber muerto.

No era nada. Era si acaso ya un simple recuerdo o un suspiro expuesto por el simple sentimiento de una tristeza dada en el mismo momento que una lagrima caía del cielo.

Quería llorar, pero no pudo, no sentía esas lagrimas que lo habían acompañado desde que nació. Aún peor aun no se sentía mal. El problema iba más allá del físico. Abarcaba también sus sentimientos. Ya no sentiría jamás alegría, pena ni enojo... nada.

Quería salir de allí... ¿Pero, cómo?...no... ¿A dónde?...no... ¿Quién, lo esperaba? Ahora estaba solo trato de recordar y no pudo, solo recordaba un nombre Atemú... no... era Yami... ¿Pero, quién era él?

El sol se encontraba ya muy alto cuando el pequeño príncipe despertó. El príncipe de apenas 4 años había despertado gracias a su sirviente Jono, pero más que su sirviente él era su amigo. Jono era rubio, tenia 5 años y simplemente nació para una cosa: cuidar al futuro faraón.

En cambio el príncipe Atemú había nacido solo para una cosa: desobedecer reglas. El príncipe era incansable bueno casi ya que cuando dormía no había quien lo pudiera despertar. Lo único que hacia bien era meterse en problemas y el único que lo iba a salvar era su amigo Jono.

Ahora mismo estaban metidos en uno ya que se suponía que al llegar el sol a lo más alto comenzaría la ceremonia de bienvenida para sus invitados de las tierras más altas: Un rey y su familia.

-Apúrate Atemú -le dijo Jono al futuro faraón.

-Espera, Jono solo tengo que encontrar mis zapatos.

-¿Por qué no usas otros?

-Porque esos son de la suerte, si los usó mi padre nunca se dará cuenta que no fui a su ceremonia.

-¡Eso significa que ni siquiera te vas a presentar!-dijo Jono en tono preocupante ya que si el faraón se daba cuenta de que no estaban tendrían un gran castigo en especial su amigo.

-¿Para qué? Eso será aburridísimo y tengo ganas de divertirme.-dijo Atemú poniéndose sus zapatos de la "suerte" y con una sonrisa de oreja a oreja.

-Pero si nos atrapan estaremos castigados.

-Eso así será más divertida nuestra aventura.

-¿Y la gente? –dijo Jono desesperadamente tratando de encontrar una excusa para ir a la ceremonia.

-¿Cómo?

-Sí la gente... -dijo Jono tratando de encontrar una nueva razón para ir.- ... Imagínate cuantas personas desearían estar en tu lugar y comer con la realeza, pero tú lo desaprovechas.

-La verdad yo no sé contar más de 100 a sí que no lo sé, pero lo que sí sé es que si esa gente se siente decepcionada diles que no se pierden de nada ya que ser príncipe le quita toda la diversión al vida.-dijo el muy orgulloso ya que nunca perdía contra Jono en lo que refiere a confrontación verbal.

-Bueno pero usa tu corona la última vez creyeron que éramos unos ladrones cualquiera...

-Pero yo odio esa estúpida corona.

-Úsala o le diré lo planeas a tu padre.

-Bueno... -dijo él a regañadientes.

Jono boquiabierto de la manera que pensaba su amigo lo siguió hasta el salón principal del palacio. Allí se escondieron entre los invitados y salieron por la puerta principal.

-¿Ahora que haremos?-dijo Jono.

-Lo de siempre tomar un bote, navegar por el río, llegar al otro lado y llegar al lugar secreto.

-Pero yo no quiero que me coma un cocodrilo... -dijo Jono tratando de disimular el miedo que tenía.

-Los muerde-muerde no te van a comer.

-Querrás decir cocodrilos.

-Sí eso.

-Además no puedes remar con esa mano.-dijo Jono sin ni siquiera disimular su felicidad.

Eso era verdad. Ya que en su mano izquierda lucia dos heridas muy profundas.

Su padre se las había hecho con una daga muy afilada. La primera como castigo por haberse escapado de noche por una semana. Y la segunda por preguntarle si podía cambiar con Jono, ósea que Jono fuera el príncipe y que Yami fuera su sirviente.

Continuamente el faraón lo castigaba de esta manera ya que él era muy desobediente e impetuoso. Tal vez él era así porque en el palacio la eran mayoría niñas recién nacidos y los mayores eran todas mujeres a sí que él siempre se quedaba solo en su cuarto estudiando, o por lo menos eso pensaba el faraón porque en realidad lo que hacia era escaparse en una aventura con Jono. ¡Si tan solo la madre de él pequeño estuviera a su lado! Su vida abría sido diferente.

Nadie sabía con seguridad que le había pasado a la madre ya que cada aldeano tenia una versión diferente. Que cada vez se alejaba más de la realidad.

La única persona que sabia lo que en realidad había pasado era el faraón pero a pesar de ser un hombre muy sincero nunca hablaba del tema.

El pequeño había preguntado una o dos veces por su madre y la única respuesta que había ganado era un nuevo castigo. Todo indicaba que su madre seguiría siendo un misterio o por lo menos hasta a donde él sabia.

El pequeño rasgo un poco su ropa, esta hecha con bastante oro y con los mejores linos. Para lograr una tira que cubriera su mano.

-No puedo creer que rasgaras tu ropa nueva sabes yo mataría por tener ropa como la tuya.

-¡Que exagerado! La verdad tú ni siquiera sabes lo incomoda que es esta ropa porque que es muy pesada. Si fuera tu estaría feliz con lo que tienes tu sabes tu ropa es tan liviana que puedes saltar más alto que cualquiera.- dijo él tomando un bote.

-Pero es mejor tener...

-AAHHH!!!!!!

-¿Que pasa?

-Jono cuidado con el muerde-muerde!!!!!

-¿DÓNDE? –grito Jono mientras volteaba su cabeza de lado a lado sin encontrar nada. Mientras el más pequeño soltaba un ataque de risa.

-Lo siento Jono, pero es que estabas tan ocupado en regañarme que me pareció muy divertido jugarte una broma.

-JA, JA, JA-dijo Jono sarcásticamente. Mientras llegaban a la orilla. Los chicos salieron del bote y comenzaron a buscar su lugar "secreto".

Algo que resulto más difícil que lo que creyeron ya que las supuestas pistas que había dejado Atemú para encontrar el lugar se habían desaparecido.

-Ya te lo, dije Jono sé que estamos cerca.

-¿Cómo sabes eso?

-Porque la x que había marcado esta cerca.

-¡Pero el viento la debió haber borrado hace mucho tiempo!

-Upppsssssss!!!!!-dijo Atemú para molestar a Jono, pero aun confiado de que encontraría el lugar secreto.

-Si ahora dices eso. Ahora que estamos metidos en este problema.-dijo Jono desesperado.

-Tranquilo... ¡Mira ya llegamos!

-¡Que mentira!

-Si es verdad, date la vuelta y lo veras.

-Mentiroso.

-Date la vuelta. -dijo el más pequeño volteándolo para que viera aquel hermoso paisaje. Después de caminar una hora por la orilla del río llegaron donde la corriente no era fuerte y peces a veces llegaban.

-Ahora que estamos aquí tenemos que establecer algunas reglas:

1-No molestar a los animales. 2-No alejarse mucho. 3-Y por nada del mundo meterse al... -pero el príncipe no lo escuchaba y de un salto entro en el agua salpicando así a Jono. -...agua. -termino Jono empapado.

-Ven Jono trata de atraparme.

-A no eso sí que no.

-¿Por qué?

-Para mojar mi ropa como tú.

-Jono...

-¿Qué?

-Tu ropa ya esta mojada.

-Mentira!!! Esta salpicada algo totalmente diferente.

-Bueno entonces si no quieres que se moje como tu dices... solo hay una solución.-respondió con una sonrisa picara

-¿Cuál?

-Es tan obvia.

-Habla ya Atemú.

-¡Que te metas sin ella!-dijo el pequeño con tal ataque de risa que hizo que tragara una tremenda cantidad de agua.

-Por quien me tomas... crees que me voy a bañar desnudo con una niña viendo. -¿Cuál niña? -respondió Atemú muy serio pero todavía con lagrimas en los ojos del pasado ataque de risa.

-Pues esa que esta del otro lado.-respondió Jono satisfecho que le había ganado a su amigo.

Atemú se volteo y para su sorpresa se encontró con una niña de su edad que se hallaba en la orilla contraria tratando de atrapar peces pequeños.

-Que hace ella aquí se supone que este es NUESTRO lugar SECRETO.-dijo Atemú volteándose para hablar con Jono.

-Nosotros lo encontramos primero gastamos nuestro tiempo y nuestra saliva -continuo Yami muy enfadado.

-¿Que tiene que ver la saliva en esto?

-No lo sé pero mi papá lo dice... Pero no nos salgamos del tema. Ahora lo que propongo es que reclamemos lo que es nuestro por derecho y se lo despojemos de aquellos que no han sudado ni una gota por el gran trabajo en el que hemos contribuido -dijo Atemú obviamente copiando algún discurso de su padre.

- Atemú...

-No Jono, no intentes detenerme

-Pero Atemú...

-No Jono debes entender que hay que quitarle lo que no es suyo a esa mocosa.

-Esa mocosa tiene nombre y es Teana.-respondió Teana detrás de Atemú. Atemú se volvió y para sorpresa de Jono estaba sonrojado de que la niña oyera su falso discurso.

-¿Cómo cruzaste el río?-pregunto Jono

-Por allá si hubieran prestado más atención se hubieran dado cuenta de que a su derecha la tierra es más alta y no se tiene que cruzar en bote.