Notas de la autora:

¡Hola Minna-san! ¡Otro capítulo! ¡Espero les guste!

¡VAMOS AL FIC!


Dedicatoria:

Este fic está dedicado a mi nee-chan Kitiara a quien quiero entrañablemente y con quien paso excelentes momentos. ¡Te quiero mucho nee-chan!

Disclaimer:


El oniwabanshu se caracterizaba por tener ninjas con habilidades extraordinarias a la hora del combate frontal y, a la vez, de tener una agilidad envidiable. Yo, que me canso con dos abdominales y que dándole la vuelta al parque se me sale el alma del cuerpo no puedo tener ni siquiera la más mínima conexión con este grupo. Así que ni siquiera sueñen con que me pertenezca o tenga alguna relación directa con ellos. Si no lo tengo con ellos menos con todo el staff de Rurouni Kenshin. ¡¡¡Y si no tengo relación con nadie menos me va a pertenecer!!! ¡Creo que todo quedó claro! ^-^


¿Es realmente amor?



"El verdadero amor no se le conoce por lo que exige,
sino por lo que ofrece"


Capítulo octavo

...

Silencio absoluto en la habitación. Era raro, pero no era uno que provocara nerviosismo ni molestia. Simplemente silencio porque una palabra, un sonido cualquiera se habría convertido en cacofonía y hubiera roto lo que sus miradas querían transmitirse. La magia se perdió rápidamente pues se oían gritos a lo lejos.


- ¡Misao-chan! ¡Misao-chan!


Ambos ocupantes parecieron darse cuenta de que estaban mirándose y voltearon la vista inmediatamente. Ella se arregló el kimono, que para estas alturas estaba en una condición deplorable, y se puso de pie.


- Eto... - empezó él cuando la vio en el marco de la puerta.

- Arigato

- ¿Nani? - preguntó él sorprendido

- Arigato Gozaimasu - dijo ella volteando y haciendo una profusa reverencia.

Inmediatamente él, sorprendido, quiso levantarse pero cayó de nuevo en el futon. La cabeza le daba vueltas, una de sus manos se dirigió a la zona en cuestión como para tratar de aligerar el dolor o hacer que todo dejara de dar vueltas.


- ¿Seta-san? ¡¿Seta-san?!


Haciendo un esfuerzo casi sobrehumano levantó una de sus manos para prevenir que ella se acercara. Levantó la vista y trató de fijarla bien mas el intento fue en vano. Luego de unos segundos aquellos ojos verdes llenos de preocupación lo anonadaron. Eran bellos, tan llenos de expresión...


- Seta-san ¿daijoubu desu ka?


Cómo le hubiese gustado decir que sí mas su cabeza parecía tener un terremoto interno. Él hizo lo imposible por sonreír y logró hacerlo. La costumbre te hace eso, te da la facilidad de dar reacciones totalmente contrarias a tus sentimientos. Cerró los ojos, de repente sintió deseos de... de...


Demasiado tarde. El suelo estaba lleno de vómito. Vio hacia arriba nuevamente pero ella no estaba más. Era obvio, quién se quedaría a ver...

Unas palmadas en la espalda y un vaso de agua extendido frente a él cortaron el curso de sus pensamientos.


- ¿Nani, Shinomori-san? - preguntó forzándose a sonreír. Y aquella sonrisa nunca fue tan difícil de sonreír.


Su rostro, la situación y hasta el ambiente nunca fue más patético que ahora. Misao lo quedó mirando como estudiándolo. Movió la cabeza de un lado a otro, como reprobando algo. Luego le dijo cortante:


- Tómese el vaso de agua rápidamente


- ¿eh? Oh... hai, hai


Él lo hizo así y le entregó el vaso. Ella se paró y con una mano extendida y la misma expresión seria le dijo:


- Será mejor que salga un momento conmigo, al menos hasta que limpie todo esto.

- Iie, Iie, Shinomori-san, yo me encargaré de todo esto, no puedo permitir que--- empezó con la gentileza de siempre y con una sonrisa.

- ¿Acaso usted no puede dejar de hacer eso? Realmente es molesto además de estúpido. No está engañando a nadie.


La mezcla de sensaciones que tenía dentro era muy rara: Estupefacción, incertidumbre, malestar, dolor de cabeza... ¿Qué habría querido decir?


- ¿Nani?

- Parece que viene repitiendo eso desde que se levantó, Seta-san y eso también es molesto. No siempre se tiene que preguntar la razón de todo, quizá si hiciera un poco de esfuerzo sabría a qué me refiero. Ahora yérgase, saa, salgamos al corredor.

- ¿Oh? Hai, hai


Misao le dirigió otra mirada llena de molestia y precedió el paso. Ninguno de ellos prestó atención a la mirada que desde el fondo del corredor alguien les daba.


****


Si se le hubiera preguntado qué es lo que realmente pasa por su mente cada vez que decide sentarse en una posición bastante incómoda con solo la compañía de las paredes y el olor a incienso él diría algo simple (suponiendo que se dignara a responder, claro está):

En todo

Pues la meditación no era algo trivial para Aoshi Shinomori era el camino a la búsqueda de la comprensión necesaria del mundo que lo rodea, que a su parecer, todo hombre debe lograr. Ese saber su lugar en este universo, que no se trata de dónde se encuentra sino de descubrir la valía personal y filosofar en formas de actuar pasadas y presentes y siempre, indudablemente, llegar a una conclusión, basada en el pensamiento abstracto, de qué es lo correcto. Ese era Shinomori, difícil de entender, más fácil, mucho más, de ignorar. Nadie extraña lo que parece que no existe.


Si es así ¿quién es este hombre que está sentado en el mismo Templo en el que Shinomori suele ir? ¿Qué hace en compañía de las mismas paredes con las que Aoshi se desenvuelve en el pináculo de la camaradería? ¿Qué hace oliendo el incienso del ex-okashira?

Es él también. Aoshi Shinomori, ex - okashira de los oniwabanshu, traidor, parco en extremo, inescrutablemente odioso... pero hay diferencias. Su rostro tiene una expresión que no es neutra en ningún grado: tiene el ceño fruncido, los párpados casi arrugados (y no son los estragos de la edad), las manos le sudan, la espalda le molesta, las piernas no soportan, el incienso le huele muy mal y, el cambio más importante no es físico; veamos qué pasa en su mente.

Permanecía ya tres horas en esta posición y por más esfuerzos sobrehumanos que hiciese por empezar su rutina diaria de abstracción absoluta, Aoshi Shinomori fracasaba en el intento. Sí, increíble hasta para él mismo. Se olvidó que es también humano y aunque es preferible pensar que se es intocable en muchos sentidos que otros comunes animales bípedos con razón, a veces la verdad cae como un chorro de agua fría, helada, con granizo y nevada incluida sobre nosotros sorprendiéndonos. No, Shinomori, parecía gritarle su conciencia, no eres invulnerable.

Sí, pues examinarse interiormente, pensar, buscar soluciones no es fácil si no se tiene la concentración necesaria y, para tenerla, uno debe cerrarse al mundo externo, a lo sensorial y centrarse solo en aquella espiritualidad que en todos reside pero que es tan difícil de llegar. Una vez dentro, saborear los placeres del pensamiento no atado a ningún estímulo es realmente satisfactorio. Ayuda a pensar, a entender, a encontrar esa paz que a pesar de tener un ambiente tranquilo, una era de supuesta paz, personas amables alrededor muchas veces parece ilusoria pues está teñida por la pregunta constante del qué pasará luego. La incertidumbre de un posible cambio de lineamientos. El mundo siempre cambia, está en constante movimiento, nada permanece igual... y no podemos esperar vivir en un estado de laxitud total, los cambios imperceptibles o no, o el simple hecho de saber que existen, siempre traen ansiedad.


¿Es el meditar una forma de huir de la realidad?


No, pues es imposible huir de ella, porque si bien se piensa, nunca dejamos de pensar de lo que está incluso en la realidad. Simplemente es una forma de dejar de lado aquello que pueda evitar un razonamiento coherente, no sugestionado a factores de la vida diaria.

Mas hoy no tenía concentración, ni ideas sabias, ni razonamientos coherentes, ni nada que lo caracterizara. En realidad tenía mucho de otras cosas como son la insatisfacción, molestia, impulsos de hacer cosas que ni siquiera debía contemplar una persona como él, necesidad de algo que no sabía bien qué era... en fin... ¿qué le pasaba?

Para nosotros seres no privados del placer (sea o no un placer en realidad) de vivir en el mundo externo, inclusos en nuestra odiosa pero muchas veces necesaria rutina podemos decir sin ningún problema qué es todo aquello que Aoshi Shinomori sentía en ese momento, sabemos el porqué o quizá lo presentimos. Resumámoslo en dos palabras, un sustantivo y un adjetivo, pues no necesitamos más:

Celos descomunales

Al no entender esto se le unía otra sensación:

Frustración

Sí, pues aunque sabía qué significaba por definición 'celos' y, aunque sorprendido, ya había llegado dos horas antes a aceptar a regañadientes que estaba celoso, no entendía por qué precisamente 'celos' o, mejor dicho, por qué él, Aoshi Shinomori, habría de estar celoso. Quería entenderlo por medio de la razón y fracasaba una y otra vez. Su grave error era querer racionalizar sensaciones que responden a estímulos externos y que desarrollan sentimientos, emociones, pensamientos, acciones carentes casi siempre en su mayoría de razón. Y esto lo frustraba. Un hombre que se encargó de llevar una vida metódica de meditación y pregunta, re-pregunta y respuesta de cualquier cosa en que valiera la pena filosofar se estancaba a la hora de no encontrar respuesta racional alguna a una reacción como la que tuvo una vez entró al cuarto que ocupaba Soujiro. Claro que no demostró nada, si hubiese sido así, mejor sería cambiarse de nombre.

Su línea de pensamiento era algo así (nos daremos el lujo de obviar las desviaciones e iremos directamente al cuerpo de problema):

Matrimonio con Misao = Lo mejor para ella. (No para mí)
Relación con Misao = Inexistente (Por su bien)
Respuesta a las reacciones de Misao (muy inmaduras por cierto) = Ninguna (¿para qué seguirle el juego?)
Respuesta al dolor de Misao = Ninguna (aunque no le era indiferente, pero es parte de 'crecer').
Aparición de Tenken = Molesta en grado sumo.
Reacción ante la actitud de Misao últimamente: Mucha (interna pero mucha).
Reacción ante la escena de hoy: Excesivamente inmensa (impulsividad en grado extremo de su parte, que venció yéndose del lugar en el acto).
Reacción ante el cambio que dio de la noche a la mañana respecto a Misao: Preocupantemente grande.

Aoshi se paró, no soportaba estar en esa molesta posición y se dirigió a la ventana a divisar. Nada, no venía nadie ella con su té. Seguro sigue con ese, se dijo para luego volverse a sorprender de sí mismo. Era muy temprano para que le traigan el té y no tenía certeza alguna de que ella estuviera con él. Estaba perdido. Se sentó apoyándose en la pared y volvió a pensar en esto. Poco a poco iba perdiendo más la paciencia y olvidó que pensar con la cabeza caliente no es 'pensar' en verdad.

Era el colmo. Y en realidad el problema no era de Tenken pues después de todo fue el descuido de ella quien hizo que por a o b circunstancias aquel tipo molesto hubiese llegado al Aoiya a romper con la armonía que hasta ahora existía en él. Poco a poco empezaba a convencerse más de que este matrimonio y la forma en que lo llevaba era lo mejor para Misao y estaba seguro que ella algún día lo comprendería. Mas llegó el tipo y todo cambió, pero viéndolo bien, no era Tenken el problema, pues era un simple objeto circunstancial, el problema era ella. Ella se estaba alejando de él por todo esto y había encontrado la mejor de las oportunidades al tener a Tenken cerca y usarlo de pretexto (infantilmente, como era el estilo de Misao) para no dirigirle la palabra en absoluto, no dormir en el mismo cuarto y hacer que él los encuentre tirados en el mismo futon y lograr así que estuviese celoso y, quizá, claudicar en su intención de seguir con su trato impersonal hacia ella.

Y estar seguro de los planes macabros de Misao lo hacía rabiar, interiormente claro.

Se dirigió a la puerta y decidió volver al Aoiya. Esto tenía que acabar. Misao no le iba a tomar el pelo y seguir comportándose con una conducta impropia a una mujer decente.

Mientras se iba sus pensamientos solo volaban por esta dirección. En ningún momento se puso a pensar que quizá él y sus actitudes eran el problema. Quizá eran mucho más cuestionables de lo que él pensaba.

****

No sabía cómo pero había terminado sentado en la cocina del Aoiya cortando carnes y verduras y dejándolas en unas fuentes para que luego Okon-san y Omasu-san se dispusieran a cocinarlas. Le pareció haber escuchado cuchichear a esas dos algo como: 'para que sus habilidades no sean inútiles pongámoslo a trabajar' y es así que terminó de ayudante de cocina y no le molestaba en lo más mínimo. Si Shishio lo viera le hubiese dado un ataque, pero era mejor no pensar en eso.

A veces, cuando caminaba por tantos lugares distintos, conociendo personas distintas, buscando descubrir el significado de 'sentir' y 'pertenecer' se preguntaba si su vida se hacía una copia de la de Himura y si eso era bueno o malo, pues él buscaba su propia respuesta y además no terminaba de entender la de Himura, entonces ¿cómo seguir los pasos de alguien a quien no se comprende a cabalidad? Mientras cortaba se seguía preguntando si la vida de Himura había sido también difícil, mientras iba de un lado a otro.

Okon y Omasu se habían encargado de decirle que Himura se iba a casar muy pronto con Kamiya-san. Al parecer había encontrado ya su lugar y estaba dispuesto a dejar la vida de nómada y formar una familia junto a la mujer que le dio cobijo sin siquiera saber mucho sobre él, solo que había sido el Hitokiri Battousai. Estaba seguro que él era feliz y que amaba su vida.

¿Cómo amar tu vida cuando no sabes lo que es amar, cuando no se ha experimentado? Una cosa es la cortesía, las sonrisas sin excepción, la ayuda sin buscar pago alguno, los juegos con los niños, la ayuda a los pobladores de un lugar, una conversación con un anciano... todo eso daba una sensación agradable, llenaba su vida pero no la completaba. Amar... amar, estaba seguro era distinto, era desear dejar de vagar, era sentir que se tiene un lazo muy importante con una persona imposible de romper. Él conoció algo muy cercano a ello con Shishio pero nunca fue lo mismo, ahora lo recordaba con respeto, gratitud ¿pero podría decir que lo amaba? No sabía, quería pensar que sí pero era difícil pues la noción no la tenía muy clara.

Seguía cortando, el ruido de la conversación anodina de las muchachas llegaba a sus oídos pero no penetraba a su conciencia. ¿Por qué Shinomori-san le habría dicho esas cosas? ¿Qué quería que él dejara de hacer? Por más que pensaba no encontraba respuesta, quizá solo estaba molesta o incómoda por la situación en que Shinomori-san los había encontrado o quizá...

- ¡Misao-chan! ¡Misao-chan! ¡Mira a Sou-chan! ¡Se ha vuelto todo un cocinero!

Levantó la cabeza y se encontró con la figura de Misao apoyada en el umbral del shoji viéndolo con lo que solo podía ser definido como una expresión de sorpresa en el rostro. Estaba vestida en un kimono azul oscuro y tenía un obi rosado, y un lazo del mismo color adornaba la punta de su trenza.


- So-sou ka - murmuró ella todavía viéndolo.

Luego una sonrisa tocó su rostro y a esto le siguió una serie de carcajadas.

Omasu y Okon se miraron la una a la otra y se sonrieron. Era la primera vez en bastante tiempo que Misao volvía a reírse de esa manera.

Soujiro se miró la ropa y no encontró nada que provocara tanta risa. Es decir ¿cómo un trapo en el regazo podía ser tan gracioso?


- Seta-san, Seta-san creo que debería de dejar de picar el aire ¿no cree?

Ante esto todos se empezaron a reír más fuerte. Él dirigió su mirada al tablero vacío que tenía en frente y que ahora gozaba de las marcas del filo del cuchillo. Se ruborizó mucho de la vergüenza y dejó el cuchillo de lado en el acto.

- Suminasen, Shinomori-san.

- Está bien, está bien. No hay problema, disculpa que me haya reído de esta forma pero realmente fue algo muy gracioso, Seta-san. Y ustedes -dirigiéndose a las dos mujeres que seguían riéndose- ¿desde cuándo han entrado en tanta confianza con Seta-san que lo llaman 'Sou-chan'? Apenas lo conocen...

- ¡OH!- dijeron Okon y Omasu acercándose a Soujiro con una mirada que a él lo ponía nervioso.

- Eto... Okon-san... Omasu-san... ¿daijoubu desu ka?

- ¡¡¡¡¡Sou-chan!!!!- gritaron las dos con los ojos llorosos y se acercaban con los brazos extendidos.

- ¿H-hai? - respondió él casi sin aliento ya. Miró hacia Misao y la encontró apoyando su pared en el marco, moviendo la cabeza de lado a lado y con una gota por el occipital.

- ¿No te molesta verdad?- preguntaron una vez más al unísono.

- ¿Nani? - preguntó el pobre Soujiro que ahora estaba siendo acorralado por dos mujeres con pinta bastante rara.

- ¿No te molesta que te llamemos Sou-chan, verdad? - preguntó Omasu

- Iie, eto... - Dijo en un tono de incertidumbre. No terminó pues las dos mujeres estaban abrazándolo, haciendo que sus ojos saltaran de sus órbitas.

- ¿Es que no es tan kawaii, Misao-chan?- preguntó Okon sin quitarle los ojos y los brazos al joven. - ¡¡¡¡Ahora nosotras tenemos nuestro propio rurouni aquí, y es tan KAWAII!!!

El pobre Soujiro estaba sudando frío y veía a Misao como pidiendo ayuda. Misao se acercó a ellos y sacó a las mujeres de encima de Soujiro que recién pudo volver a respirar normalmente.

- Ustedes nunca cambiarán, al parecer. Bueno, Seta-san, ya está a salvo.

- ¡Ay Misao-chan no tienes que ser tan formal! Tú también puedes llamarlo Sou-chan, ¿no es así, Sou-chan?

Soujiro sonrió una de sus sonrisas conocidas y asintió tranquilamente mientras cogía otra verdura para empezar a picar.


- Si Shinomori-san lo desea, puede llamarme como ella guste.


Misao se ruborizó un poco y asintió.


- Bien, entonces, te llamaré Soujiro mas tú debes llamarme Misao, ¿está bien? Con un Shinomori tenemos bastante- dijo esto con un guiño que todos vieron y celebraron nuevamente con sus risas.

- Hai- dijo Soujiro- Como Shin-, digo, como Misao-san lo prefiera.

- Bien, Soujiro-san, ¿qué me dice si le ayudo con eso y acabo con la explotación a la que estas crueles mujeres lo han sometido? - Okon y Omasu solo sacaron la lengua ante este comentario.

- Pues su ayuda nunca es mal venida, Misao-san.


Y se dispusieron a cocinar los platos que más tarde servirían en el restaurante. Soujiro ayudaba en las labores menores pues seguía herido y no podía moverse mucho, Misao ayudaba yendo de un lado para otro con mucha agilidad y Okon y Omasu se encargaban de ir avanzando los arreglos florales de las mesas. Ambas eran expertas en Ikebana.

- ¿Usted también hace arreglos florales, Misao-san?- preguntó Soujiro mientras cortaba el pescado en trozos.

Misao, que estaba picando más verdura, levantó los ojos sin dejar de picar y dijo:

- Sé lo básico, solía hacerlos más antes pero nunca me gustó mucho, en realidad ninguna labor doméstica.

- Sou ka-dijo Soujiro.

- No pareces sorprendido

- No creo que haya nada de qué sorprenderse- dijo él muy tranquilo. El comentario le costó un golpe con un cucharón en la cabeza.

- ¿na-nani, Misao-san?

- Eso te pasa por implicar que es muy notable que no sé mucho de labores domésticas, 'Sou-chan'- dijo en tono de juego.

- ¡Suminasen!- dijo Soujiro riéndose- La próxima vez ocultaré mis impresiones mejor.

Otro cucharonazo.

- ¡Misao-san!- dijo riéndose- No debería andar golpeando a un hombre convaleciente. ¡Tome esto!

Y así empezó una guerra de verduras voladoras entre ellos dos, a lo que luego se unió Okon y Omasu. Todos reían, cualquier comentario o apodo tonto causaba risa. Es así cuando hay alegría, cualquier cosa es pretexto para estallar en carcajadas.

En este ambiente de algarabía es que Aoshi Shinomori encontró a Misao, que tenía una gran sonrisa en el rostro, un cucharón en la mano que trataba de hacerle llegar a Tenken, mientras este se movía tan rápido (a pesar de su condición) que ponía de rato en rato sus manos sobre los ojos de Misao, su Misao, causando que esta se de la vuelta para atinarle y él se haya movido una vez más. No hace falta pensar que a Aoshi nada de esto le hacía gracia y en el estado de molestia en que estaba desde hace bastante tiempo todo esto le pareció insoportable.

- ¡Misao!

No sonó como un llamado, ni como una forma de llamar su atención. Fue algo más como un grito que hizo que todos dejaran de hacer lo que estaban haciendo y dirigieran la mirada hacia el shoji. Misao parecía más que sorprendida.

- ¿Hai?- dijo suavemente

Aoshi le quedó mirando. Sin la sonrisa, sus ojos no brillaban. Sin siquiera mirar al resto le dijo en un tono más que frío:

- Acompáñame inmediatamente.

- Demo, estoy coci...

Una mirada llena de autoridad la calló.

- Hay cosas que debemos discutir y no podemos dejarlas pendientes. Acompáñame - otra mirada- ya.

Misao bajó la cabeza y asintió sin volver a ver a los demás. Murmuró un 'suminasen' y siguió los pasos de Aoshi.

****

Aoshi entró al cuarto primero y ella llegó segundos después. Misao entró y lo encontró de espaldas a ella, aparentemente mirando hacia la pared del frente. Ella solo suspiró y dirigió sus manos hacia su espalda y movió su trenza hacia delante y empezó a destrenzarla. Había pasado muy mala noche, incómoda y angustiada, mezcla que no es lo suficientemente buena para una noche llena de sueños feéricos.

Shinomori la sintió llegar mas no hizo nada que delatara que ya sabía que estaba ahí. No sabía bien qué decir, cómo actuar, y temiendo equivocarse se mantenía callado pensando en la mejor manera de tocar el tema sin parecer celoso o molesto por la confianza en demasía que parecía guardar Misao, su esposa, hacia Tenken. Cuando hubo podido ocultar su molestia lo suficiente, y respirado profundamente finalmente volteó. Lentamente, como simulando que esto era rutinario, hasta trivial. Mas si quiso decir algo no pudo siquiera pronunciarlo ya que su atención quedó concentrada en la mujer que tenía en frente. Su cabello, inmensamente largo, la rodeaba como una cortina y se desplazaba al compás de los movimientos circulares que daba con la cabeza; sus ojos permanecían cerrados, algunos dientes mordían su labio inferior y en ciertos ángulos el placer del movimiento muscular traía a su boca ligeros, casi imperceptibles gemidos y suspiros entrecortados, que no podían pasar desapercibidos por el desarrollado sentido del oído de un ninja perfectamente entrenado. Luego de un momento ella despertó del pequeño trance en que estaba y quedó mirando a su esposo. Malinterpretó el gesto de estupefacción mezclado a otra expresión algo extraña en el ex okashira con molestia o desprecio, cualquiera de los dos ya parecían hacerse parte de él cuando se dignaba a prestarle atención. La furia que aún residía en ella era atisbaba por estos pensamientos mas no les prestó atención. Se había prometido no volver a actuar impulsivamente, tenía que demostrarle que era ya una mujer madura y no una chiquilla. Quizá así él, ellos podrían...


- Misao

Ella saltó al oír su voz. Le dio un estremecimiento extraño. No, no era su misma voz. Era más grave de lo que comúnmente ella oía. ¿Quizá estaba molesto por lo que vio en la cocina? Era obvio.

- Suminasen, yo... no dormí lo suficiente ayer. La posición no fue del todo confortable tampoco y es por eso que mi cuello está un poco adolorido y tengo una jaqueca terrible.

Aoshi tuvo que evitar las ganas de responder irónicamente, recordándole que hace un momento no parecía tener ni sueño ni jaqueca.


- Sou ka

- ¿Querías hablar conmigo?

- Hai.

Pasaron unos minutos y él no dijo más. Por entre los cabellos de Misao había un residuo de verdura picada y él se había quedado mirándolo, casi absorto. Esa simple cosa lo distraía recordándole el rostro feliz de Misao que al compararlo con el que tenía ahora lo hacía hervir de cólera. Y si contraponía las risas con las lágrimas después de la descarga de ira en la bofetada que le dio el día anterior...

- ¿A-Aoshi?

- Gomenasai

Misao le quedó mirando perpleja. ¿De qué se disculpaba?


- ¿Nani?

Genial. Ahora se parecía a Soujiro.


Aoshi que no había planeado disculparse en vez de reclamar tuvo que empezar por eso para no parecer estar en alguna clase de confusión interior.


- Me disculpo por lo de ayer. Jamás debió pasar, Misao. Solo quiero que sepas que no me regocijo en muchas de mis acciones pasadas, y esa es una de las que más arrepentido estoy. Espero aceptes mis disculpas.

Misao solo le quedó viendo, en su pecho una emoción bastante parecida a la alegría se hizo lugar. Era reconfortante oír esas palabras de sus labios. Entonces sonrió para él como no lo hacía por mucho tiempo.

- Hai, las acepto- dijo finalmente.

- A-arigato.

- Yo también quería disculparme. Sé que no hice lo correcto al decirle todo aquello. Yo tampoco me siento feliz por haber dicho semejantes improperios que no siento realmente. Gomenasai. Trataré de actuar menos impulsivamente de ahora en adelante y prometo...

- Con esa promesa me basta, Misao. Nunca prometas más allá de lo que jamás podrás cumplir.

Esto dejó sin palabras a Misao. Un poco de desilusión ante la frialdad de sus palabras mancilló la felicidad de hace un momento pero la enterró en el olvido rápidamente. Estaba tan alegre por sus primeras palabras que enterró las últimas. Tan feliz que lo hubiese abrazado de no ser porque estaba segura que él no vería con buenos ojos esa demostración de cariño.

- Hai- respondió no sabiendo que más decir.

Por su parte, Aoshi no tenía idea de lo que iba a decirle a Misao antes, era como si todos los incidentes se hubiesen borrado milagrosamente (y momentariamente) y lo hubiesen dejado sin nada que decir. Su mirada se posó nuevamente en esa verdura que disonaba con el azabache de los cabellos de Misao. Se acercó a ella lentamente, sin dejar de ver ese resto, y al estar cerca sacó con cuidado de entre las delgadas hebras aquel pequeño pedazo de nabo. Después lo tiró al piso, como deshaciéndose de cualquier significación especial que su cabeza le daba, mas no movió su mano de entre su cabello. Luego la vio a ella, quien también lo veía directamente a los ojos. Tan joven, pensó al ver su frente color marfil sin ninguna arruga. Su mirada serena y con el brillo característico de la esperanza que a él le faltaba. Mientras seguía viendo con detenimiento su rostro, sin mover su mano un centímetro, vio una mancha leve en su mejilla derecha. ¿Mancha? Su otra mano inmediatamente se dirigió a ese lugar, y con suavidad y cuidado que no sabía que podía demostrar, rozó su piel. Inmediatamente sus dedos se mancharon de un polvo color piel, siguió acariciando y siguió saliendo ese polvo y la mancha se hacía más visible, más grande y desagradable. Misao cogió su mano de repente. Tan solo aquel delicado roce dolía.

- Iie... no el polvo, Aoshi. Ya no me queda más, será difícil ocultar la...

No pudo terminar pues los ojos de Aoshi la veían ahora de otra forma. No eran esos ojos fríos incapaces de demostrar algo, aquellos en los que era más que imposible leer emoción alguna.

- Gomenasai- dijo finalmente volteando la mirada.

La mano de Misao fue esta vez la que tomó la mejilla de Aoshi. Sonriendo le dijo:

- Olvidémonos ¿sí?

Aoshi no respondió ni volteó. Mas tuvo que hacerlo cuando sintió un bar de brazos delgados a su alrededor. Su cabeza sobre su pecho y todo su cuerpo más cerca de lo que jamás estuvo al de él.

- Ya no importa, anata. No importa. Si no fuera por mí... no, no hablemos de eso. Es mejor que olvidemos.

Y él, sorprendido de sí mismo al no querer alejarla, puso uno de sus brazos sobre su espalda y con la otra movió sus cabellos a un costado, dejándole espacio libre para colocarla sobre su nuca.

Y fue así que estuvieron por mucho tiempo:


Compartiendo aquello que era nuevo para ellos.


Notas finales:


¿Qué tal Minna-san? ¿Les gustó? Supongo que los fans de ambos bandos estarán felices. Este no ha sido un capítulo tan oscuro. ^___^

Akari-chan, querida amiga mía, ya lo terminé. ¿Qué te pareció la última escena? Supongo que te habrás muerto de la impresión mas no te mueras todavía que el domingo debes venir a mi casa OK?

¡Hasta el próximo capítulo!


Besos


Shiomei