BLANCARENAS.
Capitulo 4: El Beso del Viento.
El necromancer caminaba, pensando sobre todo en su nombre, y en su proceder. Sabia que debía encontrar algún método para volver todo al equilibrio, era el responsable de todo lo que había sucedido, mal o bien solo había pensado en el dinero, y la situación política de toda una nación habían sufrido las consecuencias de ello. Es increíble saber que basta un loco que dispare una flecha al rey para que toda una nación se derrumbe, y lo peor de todo no era que fuere solo una nación, sino que al ser esta una nación muy poderosa, comerciaba trigo y especies con muchos países, aparte de ser paso obligado por el desierto, y de haber una guerra civil, hecho que suele suceder de morir el rey sin un heredero.
Si, había cometido un error imperdonable.
Iría con su madre y su hermano a entregarles el dinero que les había prometido, pero debía dejar las cosas encaminadas para a su regreso reparar aquel terrible error. Seguro su madre le pediría que se quedara, pero tendría que ser fuerte, si ella se enteraba era capaz de matarle.
De todas formas tenia una solución temporaria, había dejado a Quatre sin memoria, lo que le impediría a nadie saber su origen, y con el pelo largo, lo que impediría cualquier tipo de imaginación por parte de los entes del bosque. Aparte que solían ser seres enajenados, solo lo querrían para jugar. Tenia sello de protección, ningún animal se atrevería a tocarlo, ni acercarse para devorarlo.
Ya se veía el circo a lo lejos. La solución estaba cerca.
Blancarenas, ínter tanto se desperezo estirando sus músculos lo mas que pudo, le encantaba hacer eso al despertar, era tan agradable. Había dormido extraordinariamente bien. Noto que había alguien mirándolo, entonces miro hacia ellas.
Eran tres muchachas, una parecía mayor, tenia el pelo rubio y trenzado a ambos lados de la cabeza, otra con el pelo muy corto y negro, de repentino y violento contraste entre su piel blanca y su pelo tan negro. Ambas llevaban pantalones ajustados a su cuerpo hasta la rodilla de color verde, y sus pies iban cubiertos con calcetas blancas hasta las rodillas. Al parecer, usaban botas, los correajes para sostener armas y amarrar el calzado aparecía desatado a medias. De la cintura hacia arriba llevaban una blusa blanca con correajes también a medio desatar, se les veía a través de las chaquetas semi abiertas. Parecían humanos corriente, y sin embargo, no lo parecían. Es decir, había algo en ellas que no las hacia humanas.
-Verdaderamente... Es tan guapo como dijiste.
-Tal como lo dije. Yo no miento.
Al menos al parecer se podía hablar con ellas. La rubia tenia un aspecto mas seguro en informal que la morena. La mas pequeña llevaba falda en vez de pantalones, con pechera y sin chaqueta ni correajes para a armas a la vista, y el cabello suelto y largo, solo apoyado en dos trenzas. Parecía tener la misma edad que Blancarenas.
-Hermano! El extraño ha despertado.
-Relena, niña, no debes decir lo que no te ordeno.
-Bájenlo de inmediato, entonces.
-Si, Zechs. -la rubia se acerco al chico tomándolo por los cabellos. -ya escuchaste, vamos.
La peque y la morena bajaron por aquel estilo de escalera, la rubia lo hizo bajar antes que ella. El estaba un punto menos que aterrado, la rudeza de la mujer le llevo a considerar un escalofrío la de aquellos tipo que le esperaban abajo. Eran cuatro chicos, lo que hacia un total de siete. Dos parecían jóvenes, y había dos mayores que eran rubios platinados. Vestían igual que la mujeres, los observo mientras lo ataban a un tronco con un saliente, con las manos atrás. Vestían igual que las mujeres, con las calcetas blancas hasta la rodilla, y los pantalones, todos llevaban distintos correajes, y distinta la blusa. El joven de pelo mas largo le cayo bien de solo mirarlo, le sonrió con simpatía. Su chaqueta era cruzada sobre el pecho, y estaba abrochada, muy ajustada al cuerpo. Tenia los ojos de un extraño color, muy grandes, y un rostro muy agraciado. El otro de los jóvenes usaba una chaqueta cuello mao, del estilo típico chino, y sus rasgos lo eran también. De los mayores, vestían casi igual, mas se diferenciaban en el tamaño, y que el mayor de los dos tenia una extraña y simpática forma doble de cejas.
-Muy bien, chico, ahora dinos de donde vienes.
-No... no lo se.
-Como no vas a saberlo? -Zechs comenzó a impacientarse.
-Pues... no lo se. No lo recuerdo.
El mayor de ellos se quito los guantes de cuero que llevaba, y lo golpeo con uno en la mejilla. Todos se sobresaltaron. No acostumbraban a golpear.
-Ahora dinos, de donde vienes. O como te llamas.
-Blancarenas... Mi nombre es Blancarenas... -Los ojos se le llenaron de lagrimas. -no recuerdo mas.
-Noein, saca el agua de la verdad.
La chica de pelo negro fue hacia uno de los estantes, y tomo un frasco de madera. Lo destapo, sonó como si fuera de corcho, y le obligo a tragar un poco. Ninguno de ellos estaba acostumbrado a torturar, ni tenían ganas de hacerlo, pero les preocupaba un extraño en casa. Habían visto toda su vida como moría su clase, no eran propiamente una raza. Eran de todas las razas, teniendo en si solo algo en común, ser Asesinos. Un grito despiadado que se lleva en la sangre, que despierta siendo niños, entintando sus imaginaciones y sueños. Tan distintos al coman de los humanos, podían ver los sentimientos por el pulso, los movimientos, podían seguir meses su presa de lejos. Y eran humanos.
Quatre comenzó a balancear su cabeza presa ya del agua de la verdad, sentía que su cuerpo crecía y se encogía dentro de si mismo. Sentía que el piso le bailaba.
-Ahora nos dirás de donde vienes.
-Del bosque.
-Muy bien, y porque estabas en el bosque
-Por el ciervo, el ciervo blanco...
-Niños, salgan de la cabaña. Solo se queda Sally. -Espero a que salieran -Muy bien, lo ibas a cazar.
-No, yo no, el necromancer lo mato.
-Mato al legendario ciervo blanco?, al dios de estos bosques?... -Sally no salía de su asombro. - y como escapara de la maldición que le espera?
Quatre solo se encogió de hombros.
-Yo solo... solo quería huir. -el mareo se fue haciendo varias veces peor, solo había tomado agua, se sentía muy mal, iba a vomitar, quería que pararan con ello, le sudaron las palmas, su corazón se acelero, - me va a matar, ayúdenme, déjenme quedarme con ustedes, el necromancer me va a matar. Solo estaré aquí un tiempo, el vendrá a buscarme, por favor.
-Quien? Quien vendrá a buscarte?
-El, el arquero, el caballero andante de aquel circo... Eso me dijo el necromancer, que no me mataría si permanecía en el bosque mientras el enviado venia por mi.
-Pues a mi me parece que el chico no hablara, Traize.
-Porque lo dices?
-Por lo que veo, al chico le han hecho un lavado de cerebro. - Sally lo rodeo pensando en como sacarlo.
-Creo que lo que mejor podemos hacer, es llevarlo con la bruja de Own, para que nos diga que hacer.
-Solo para eso? -Sally levanto una ceja en señal de duda, y picardía.
-No, me va a matar, debo huir, debo huir, debo huir....
-Bien, ya lo sabes, sácalo de allí, sigue en el bosque. Voy a buscar los chicos.
Heero en la noche de azul estrellado, de luna creciente tan cósmica, reina de los cielos, con su corte de estrellas, miraba maravillado como un estudiante de pinturas ante un nuevo estuche de lapices el libro de los astros, mas abierto que ningún otro. Todo el mundo, en un tiempo antiguo, estuvo escrito en tan solo una esmeralda. Imaginaba las piedras de colores, las amatistas, y la piedras lilas rosáceos, no podía describir aquellos ojos ni comparándolo con las piedras mas preciosas del mundo. Suspiro mirando las arenas, y empezó a pensar en el viento. Recordó aquellos cabellos largos y trenzados... Había que decirlo, esa noche algo pasaba en su cuerpo que no podía dejar de pensar en aquel trenzado. En aquel chico como el universo, como aquel corte de energía que sufrían la arenas por su culpa, como aquella vez.
Era fiesta en el reino Sanc. Un chico muy hermoso bailaba, mientras otro procuraba hacerlo bajar. Se zafo del molesto de pelo negro y estricto, tenia ojos chinos, y aquel ser luminoso le había tomado la mano, aquel ser luminoso había caminado hasta el, entre toda la multitud de jóvenes, lo eligió a el, que se escondía tras el miedo de su capucha, le había tomado la mano, y lo había sacado a bailar. Heero se miro la mano contra las estrellas. En una vuelta lo había perdido. Alguien de cabellera rubia lo arrastraba lejos de su vista, y el se alejo para siempre, su miedo ya no volvió. Había dejado de ser necromancer.
La Reina estaba frente a su peinador pensando en como estará de gorda dentro de poco. Su marido no se le acercaba, temía perder al niño. Tenia el campo libre, y no pesaba sobre ella la maldición, no había matado al dichoso principito con sus manos. Su vida era perfecta. Su hijo reinaría, su familia seria la dueña de este encantador reino. El mocoso no molestaría. El necromancer... Mas le valía no maldecirlo, suelen ser mas vengativos si son ranas crocantes.
Traize llego a su jardín de rosas, hasta allí sintió los gritos de aquel mancebo. Los chicos lo miraron atemorizados, Relena buscaba refugio en el hombro de Noein, y Zechs se apoyaba en esta. Duo con Wufei, que de común practicaban lucha o bien se peleaban todo el tiempo se paseaban inquietos. Retorcidos recuerdos de su dolorosa vida llovían sobre sus ojos, y se les veía sangrar sin conseguir de ellos un atisbo de dolor. Cuando caían en ese mundo de sus mentes del cual nadie salía, los demás trataban de sacarlo. El afán suicida de los asesinos era una cosa que los distinguía. Se advertían la sombras de aquello en sus pupilas. Pero eran los únicos siete de su clase en todo el mundo. Casi míticos, los habían perseguido hasta casi exterminarlos.
-Vamos para la casa, ya hemos terminado.
Traize Kushrenada dio media vuelta, y se dirigió al umbral de sus casa. Del tronco hueco que habían llenado con ellos, y que llamaban casa. Lo siguieron sin cuestionarlo, como siempre. Era el mayor, y debían obedecerle. De ello dependía su supervivencia. Sally ya lo había calmado y desatado, Wufei y Zechs se apresuraron para dejarle sobre la cama.
-Lo mas probable es que venga de una familia rica, por sus vestidos, pese a que esta en ropa interior, debe haber huido por alguna razón de su casa.
-Vayan a dormir, chicos, al amanecer iremos con la bruja de Own para saber que pasa. -Traize se apoyo en la puerta al darles la orden. Cubrieron al joven prisioneros con frazadas, de manera que sus amarres no quedaran a la vista. Subieron todos, menos Sally.
-En que piensas?
-Nada, solo que... algo me hizo recordar que estos chicos no conocen nada sobre porque son asesinos. No recuerdan los palacios ni los jardines, ni conocerán la ciencia ni lo que nos caracteriza. Nuestra clase esta a punto de extinguirse. Lo mejor seria hacernos pasar por humanos. Ese chico que duerme allí, creo que podríamos pedir algo parecido y hacerles pensar que son humanos...
-Y que renuncien a quienes son? Es una dura decisión.
-Seria lo mejor para ellos, puesto que solo han conocido la guerra, la peste y la degradación. Solo ellos fueron capaces de sobrevivir como asesinos, con honor.
-Por eso mismo, ellos eligieron, sea como sea, sobrevivir, y no es justo quitarles ello.
-Creo que tienes razón -sonrió Traize -Merecen vivir como lo que somos. -La luz en sus ojos reflejo en ese momento el orgullo dinástico, auque perdido, que sigue ardiendo. Son actitudes que solo quienes nacen y son criados con esa nobleza pueden tener.
-Ya se que te sientes presionado por ser el mayor, debes ser el ejemplo, el padre, el patriarca. Pero no te presiones tanto, los chicos finalmente sabrán de ellos, y pueden vivir como humanos.
-Hablando de humanos, no se sabe nada de la Nikkey de Wufei, la medio asesina medio humana que iba a tener su hijo?
-Hilde? No, nada. Sabemos solo por boca de este que hace un mes espera un bebe que es tres cuartos asesino.
-Vaya, es una lastima. Mejor me voy a dormir. Ven tu también, no creo que este lugar necesite vigilancia.
-Ya voy.
Sally espero a que Traize subiera, extendió los brazos en la puerta, y recito la oración: Proteja la virgen con su sagrado manto esta entrada, proteja dios con su infinita bondad esta morada, aquí los Ángeles se instalen, y no permitan el paso a el mal que quisiere venir, o todo aquel que osase mirar. Amen.
Y entonces subió a dormir.
Heero sintió la alegría del regreso, ese salto en el corazón de quien vuelva a un sitio que el corazón guarda tal cual. No era su hogar, pero igual amaba ese circo, pese a que las dunas nunca eran las mismas. Los animales se alertaron, algunos, otros hicieron que no le habían sentido con mucha indiferencia. Pero la mayoría dio muestras de sorpresa y alegría, allí estaba Zero, aquel leoncito que había criado hasta que Trowa se lo había pedido definitivamente. Lo había mirado, y se había puesto en pie, le rugió cariñosamente, y comenzó a frotar su impresionante melena contra la reja del carro. Heero se bajo del caballo, y se acercó a acariciar a su favorito. El animal se retorcía de placer. Sintió agitarse a su caballo, y enseguida unas manos que le abrazaron fuertemente por la cintura. Saco la mano de la reja, y empezó a sentir el cuerpo del otro apretándose contra el suyo, junto con una lengua que se debatía por subir su cuello, y unas manos que recorrían su traje de necromancer viajero, o montero.
-Pensé que ya no volvería a verte, Heero. -Trowa lo arrastraba casi hasta su tienda, a un costado del carro de Zero.
-Trowa... Estas muy cariñoso, no como siempre. -Se tendió dentro de aquella casa de cueros, alfombras, y lanas.
-Es que ese traje nuevo te viene muy bien. -Se lanzo de nuevo al ataque el cirquero, de nuevo ataco contra su cuello. Sabia lo que eso producía en Heero, lo conocía un poco, nunca había podido yacer con el, pese a sus ganas.
-Trowa!! Donde estas?? -Catherine lo buscaba por todos lados. -Trowa!! Seguro estas descansando, pedazo de flojo. -se dirigió rabiosa a la tienda.
-Catherine. -Trowa se acomodo la ropa decentemente. Heero hizo lo mismo.
-Trowa!! Ah, Heero, cuanto tiempo sin verte.
-cuanto tiempo, Catherine. Usted se ve cada día mejor.
-Lo crees?
-Por supuesto. Mire, le he traído un collar de perlas negras, lo compre en Samarcanda.
-Hay es precioso! Combina con mi vestido nuevo! Gracias Heero. No quieres un te, un café, o un jugo de dátiles?
-No, gracias. Tomare agua antes de reintegrar mi camino. Voy a casa.
-Me parece bien, hace mucho que no ves a tu madre, debe estar muy preocupada.
-Es verdad.
-Bueno, me retiro.
-Esta bien, no distraeré a Trowa mucho tiempo. Solo vine aquí a decirle algo.
-Y que es lo que me iba s a decir?
-Seré breve. Dorothy, la Reina Dorothy, me envió a asesinar a Quatre.
-Ya veo, es por eso que tienes dinero que llevar a tu casa.
-De todos modos alguien iba a hacerlo. Pero no pude matarlo, se me apareció el dios de los bosques, y era lo único que podía sacrificar en lugar del príncipe. Lleve su hígado a la señora, que se mostró complacida. Deje al príncipe en el bosque, que conoce bien, por lo demás.
-Y como sabes que lo conoce? Debieras ser asesino.
-Al parecer tengo sangre. Pero no, nunca he podido ser siquiera un buen necromancer, no me gusta tener miedo todo el tiempo de lo antiguo, del sol, es miedo, solo eso, los bajos sentimientos del hombre. Pero, me pregunto si recuerdas al chico tan bello del que me hablaste. El del bosque. Averigüé quien era.
-Ah, si, y quien... que tiene que ver con esto.
-...
-Oh, dios.
-El chico pensaba mucho en ti, pude verlo. Lo deje en el bosque sin memoria ni ropa, aquí esta su amuleto del Rey. No debes tocarlo, trae un veneno que discierne, si no eres el Rey, o su heredero, morirás. Aquí te dejo el cuchillo ritual. Solo debes ir al bosque, encontrarlo, y dejar que tome el amuleto. Solo despertara de su sueño cuando vayas a buscarlo. Si no lo haces... Ya te imaginas la situación política.
-Siempre las cosas resultan tal como uno las desea...
-al parecer, solo algunas. Las importantes. Me marcho.
-Sabes que puedes confiar en mi. Cuando vuelves?
-...
-Lo siento, pero no puedo hacer un ritual, te necesito. No te pediré que estés conmigo.
-Comprendo. Además, me gustaría arreglar las cosas, yo he cometido un terrible error al seguir a esa bruja solo por dinero, y debo arreglarlo.
-Entonces... Cuando?
-Un tiempo prudente. La próxima primavera.
-Bien dicho. El circo ira a Sanc en primavera.
-Así dios lo quiera. In Sh- Ala. Nos vemos.
-Nos vemos.
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Lalihoo!! A ustedes no les llegara con tanto retraso, pero la historia esta se me había borrado, y estuve como tres semanas sin computadora, ya saben, tienen la mala costumbre de suicidarse. Este equipo es mas fallado que el anterior, tengo teclado yanqui, si varios caracteres que se ocupan en español, como la letra que falta, me pide instalaciones a cada rato, no tiene tampoco inicio de pregunta, y es mas molesto que nunca. Es supuestamente el mismo computador que antes, pero es Windows 98, y el office 2000. Un horror, ya me había acostumbrado al horror del XP, con todas sus dichosas aplicaciones, además falla el sonido, no hay, por lo tanto no puedo escuchar música, ni ver videos. Y mejor cierro, el dichoso sistema automático de instalación ocurre cada frase, y me esta volviendo loca.
Me están saliendo largos los dossier, hablando de la historia, quiero decir que supuestamente esta hilada, pero a medida que avanzo hay cambios, la idea de asesinos se complica un poco, mas tarde la detallare. Y los personajes, ahora si que si me complican, decidí describir sus trajes de forma de regionalizarlos, personalizar, y tratare de delinearlos ya no tanto por los diálogos, sino por los cambios. A ver si entienden lo ultimo. Y lo que mas me molesta del sistema, es que el teclado, al estar en configuración yanqui no m permite acentuar las palabras libremente, hay palabras que el automático no corrige. Si, hay faltas de ortografía. Daré un premio si en mail o rewiew me indican cuales y cuantas.
