La Dulzura de la Muerte Tras el Velo.
Duerme, Quatre, bajo el sueño eterno.
Heero llego a casa cuando el invierno ya se declaraba en consolidación de la nueva estación. El viento soplaba como siempre, y las casas seguían allí, sin moverse, con las mismas mujeres atendiendo la colada, temiendo que fuera a llover. Su madre estaba allí, no entre ellas. Hizo un rodeo, sin que nadie lo viera en el pueblo, era otro guerrero mas que volvía de alguno de sus trabajos. Vestía la ropa típica de viaje que usaban en su pueblo. Su única diferencia eran sus ojos azules, tan extraños. Una de las cosas que lo habían empujado y decidido a ser montero eran las ganas de ver si era o no extranjero. Ahora volvía, después de tantas lunas, a su tierra, a su casa, a los rincones callados donde jugaba al escondite en su niñez, o mas bien se entrenaba para el futuro que tenían reservada a su casta.
Entro por el patio de atrás de su casa. Desmonto sin hacer ruido. Inclinada sobre la batea, estaba su madre. Tenia la espalda mas encorvada, y sus arrugas estaban mucho mas profundas. Seguramente lavaba ajeno para saldar una que otra cuenta. Desde que había muerto su padre, ella había mantenido así esa gran casa, sin perder nunca su porte de señora, una dignidad que algunas reinas poseen por naturaleza, y pierden por vanidad.
Ella pareció sentirlo, se puso en alerta, se enderezo y se despejo la ancha frente, inspirando muy hondo. La sorpresa le hizo abrió mucho sus ojos. Se dio vuelta tapándose la boca. En ese momento, Heero no era mas que otro montero, pero el olor de un hijo es un recuero constante en la sangre de una madre. Pleno de la emoción que lo hacia temblar, Heero se quito la tela que cubría su boca.
-Tadaima, okasan.
El viento entonces bailo, también quería ser participe de aquel reencuentro tras diez años.
-Okaeri, Hee-chan.
Ella bajo las manos a su regazo, y se lo quedo contemplando en silencio. Ya era todo un hombre, apuesto, de espaldas anchas. Sus ojos se llenaron de lagrimas cuando otro paso del viento la obligo a sentir otra boqueada de su olor.
-Debes estar cansado, te preparare un baño, deja eso, tu hermano se ocupara de tu equipaje, y tu caballo.
-Si, madre.
Solo entonces la madre lo abrazo, y le paso una mano por los cabellos. Heero rodeo los hombros de ella con tanta suavidad como ella lo tocaba.
-Madre, deja eso que te ayu...
Un joven de ojos castaños apareció entonces en la puerta, vestido como estudiante, sus ojos se agrandaron aun mas cuando reconoció la silueta de aquel rostro esculpido con el olor de los mares y desiertos.
-Hermano! Heero! Has vuelto! -Y se lanzo a abrazarle. Al contrario que la mayoría de la gente de aquella raza, el era desde siempre muy expresivo, y cariñosos con todos los demás. Heero lo acepto entre sus brazos, acariciando su cabello, sintiéndole ronronear. -Te extrañé mucho, hermano.
-Yo también, Shaoran, te extrañé mucho. Veo que cuidaste de la casa, y de mama.
-Si, hermano, -se separo de Heero -tal como me lo pediste. El jardín esta en muy buen estado. -Se sorbió los mocos. -Dejare la ropa colgada adentro, madre, no te preocupes. Dame tu equipaje, lo llevare...
-No te molestes, ve a colgar la ropa, yo iré con madre adentro.
-Si, hermano.
Heero miro alrededor, y noto que su madre seguramente ya habría entrado en la casa.
Trowa, por su parte, había hablado al dueño del circo acerca de la visita del necromancer.
-Y me dijo que la reina espera un hijo, seguramente nacerá para la próxima primavera. Seria muy bueno que levantaremos campamento allí esta vez.
-Si, ya lo creo, te haré caso, Trowa.
-Gracias, señor. Pero debemos estar allí para primavera.
-Eso se vera, hijo, creo que el clima esta muy extraño.
Los animales se mostraban muy inquietos e irritables, difíciles de dominar. Cada vez se estaban poniendo menos cariñosos, y mas rebeldes en los entrenamientos.
-Si. -Trowa miro las jaulas pensativo. -El clima del mundo cambio al morir ese bosque. El efecto del aleteo de una mariposa causa una tormenta. El caos ha llegado.
Blancarenas cocinaba delicioso, lo hacia cantando, y con el agua pura de los pozos, hierbas del bosque, aromaticas y sabrosas, cocinaba pan, y al arroz que había en un saco. Los chicos solían traer huevos o piezas de caza en sus expediciones. Casi siempre dormían todos en casa, pero iban muy seguido a trabajar. Sally solía irse lejos, junto con Traize y Zechs se quedaban fuera mas o menos una semana. La gente estaba desconcertada con el clima, era una inquietud que se leía en cada ciudad por la que pasaban. Duo se angustiaba cuando al acercarse la luna nueva el cielo lucia nublado. El y Relena casi no salían, solo acompañados por mayores. Duo casi siempre se preocupaba que hubiera leña, y agua, salía a buscar carne, y huevos, y algunas hiervas, pero volvía casi siempre con las manos vacías, y el carcaj lleno. Los animales seguro habían huido a un bosque mejor provisto de vegetales. O habían muerto, que era lo mas probable.
Wufei y Noein se turnaban un poco para estar en casa. No se desaparecían tanto como los mas mayores, pero tampoco se les veía muy seguido. El trabajo era duro, y la paga era poca. Si al menos fueran mayores... No se les permitía establecerse tampoco por la edad.
Pero tenían la esperanza en la primavera. La primavera llegaría con sus trigos, dorados como el pelo de quien ahora cuidaban, como el cabello de Blancarenas.
Heero tras cenar en casa, soltó el saco de dinero que traía, y otro. Su madre y su hermano miraron estupefactos aquella cantidad, era sorprendente. No era solo el pago de la reina, también los muchos jornales de trabajo honrado que soportó Heero.
-Hijo, con este dinero te podrás comprar tierras, y establecerte aquí. Ya no tendrás que viajar, y tu hermano podrá estudiar tranquilamente.
-Madre, usted puede comprar las tierras que quiera, y manejarlas como la señora que es. Ya no tendrá que lavar ajeno. Yo deje un asunto pendiente, tenia mucho tiempo libre entre este, y decidí venir a entregarles esto personalmente. Le prometo volver luego.
La madre agacho la cabeza con angustia, sabia en su corazón que pasaba.
-Hijo, no prometas cosas que no vas a cumplir. Tu corazón esta lejos de aquí, lo veo en tus ojos. Ah, hijo, heredaste los ojos de tu abuelo. Madre siempre le lloraba. Se iba, dicen, después de tres meses, siempre dejando a mama con un nuevo hijo en las entrañas. Volvía para verlo nacer, otros tres meses, y ya partía de nuevo. Heredaste de el tus ojos, tus ojos que hablan del mar, y las estrellas que se contemplan en tierra lejana.
-Madre...
-Si tu destino es ser montero, sea. Solo debe ser tu deseo. Nacer de ti.
-Así es, madre. Yo nunca quise ser un necromancer, pero recibí el entrenamiento. Me he dejado llevar por los sentimientos, y ahora soy un nuevo tipo de hechicero.
-Aun no te has iniciado totalmente en ese nombre. Y te diré algo, todos se dejan llevar por sus sentimientos, pero pocos tienen la valentía de reconocerlos. Yo solo quiero ver a mis dos hijos felices, y sin culpas. -Les tomo las manos y les dedico una sonrisa a cada uno.
-Madre...
-Ya, ya, hijos. Ahora nos vamos a dormir, si. A tu hermano le queda poco para terminar, solo un mes, te pido que te quedes a su graduación, y si deseas partir, te p[ido que al menos vuelvas a mi llamado.
-Escuchaba tu voz preocupada a través de los mares.
-Así es. Le pedía al viento te diera las buenas noches antes de acostarte. Ahora he visto, hijo, que tu asunto pendiente será tu gran prueba, la que te convierta en mago de verdad. Ahora, a dormir. Debéis descansar. Mañana te presentare a las vecinas.
-Ay, no, madre...
-Ah, déjame sentirme orgullosa de decir, miren, mi hijo ha vuelto, y esta muy guapo...
Los sirvientes del palacio corrían de un lado a otro, unos con vasijas de agua tibia, otros, con telas blancas húmedas cortadas, unos a lavarlas, otros las llevaban para que fueran utilizadas. Los gritos de la reina se escuchaban hasta en los mas recónditos espacios, despertando las almas de los que dormían desde hace siglos en las paredes. ¿Que Será ese ruido? Se preguntaban unos a otros los fantasmas. La reina esta dando a luz a un heredero. La luz dorada retumbaba haciendo correr la voz por los pasillos. Pero si ya hay un heredero, sigue vivo, al amparo de sus antepasados! Respondían las pinturas. El rey, que solo el las podía escuchar, se detuvo jadeando en el camino a la recamara de la reina. Que era lo que escuchaba? Pero las voces del consejo de los antiguos callaron. Estaba la reina como prioridad. El rey siguió su camino, ya sabia que preguntar a las esferillas. La musiquilla de las pobres esferas no mentía.
El niño nació, gordo, bello, y sano. La reina lo miro casi con alivio. Dentro del armario, una chica lloraba, pero nadie la oía. Su piel estaba blanca de no ver la luz del sol. El rey alzo entre sus manos aquel bultito blanco, para depositarlo en el lecho, sobre el corazón de la bruja. Era un hermoso varón, estaba sano. Pero las luces habían prendido en la cabeza del rey. Lo volteo, tenia la marca real en la piel, era innegable que era su hijo. Mas no la del heredero. Lo que significaba que Quatre seguía vivo.
Los fuegos artificiales se elevaban al cielo, y la gente bailaba. El festival de la primavera había coincidido con otro nacimiento en la familia real, los campos habían florecido tras aquel duro invierno, los animales estaban bien otra vez. Había mucho que celebrar. Pero mas que nada, celebraban la esperanza.
Trowa miraba el cielo desde un cerro, algo lejano. Pensaba en lo cerca que estaban y la excitación de sentirse por fin cerca de aquel momento tan esperado, al fin vería a Quatre de nuevo. Pensó en el talismán y la cuchilla que escondía entre sus ropas, siempre que pensaba en el lo hacia.
Se pregunto donde estaba Heero.
El necromancer avanzaba a caballo, un poco retrasado, pero debía asegurar aquella compra de tierras. Su madre se había despedido de el con preocupación y una vaga duda, que no quiso pronunciar. Era obvio, si no miraba a mujer alguna. Su hermano iba a casarse, y se iba a hacer cargo de las tierras. Eso era bueno, siempre era bueno tener donde regresar. Un poco disperso hallo los ríos, y los lugares del agua. El invierno no había tenido nada de particular en su tierra, pero aquí parecía haber afectado. Cuando dio cuenta del bosque que ya había muerto, se sintió algo culpable de haber muerto al dios. Pero la naturaleza sigue su curso, y un nuevo bosque estaba naciendo. Siguió a caballo hasta la entrada de la ciudad. Esta vez se presento con ropas de ciudadano, y como Orin Lowel. Los guardias confirmaron los datos, había dejado huellas de su arribo. Y siguió adelante.
Se alegro de haber llegado a tiempo al festival. Recorrió las calles con asombro, con su rostro y su cabello al descubierto. Algunos miraban con sorpresa sus ojos, pero ya estaba acostumbrado. No vio a aquel hermoso bailarín, con quien danzara el festival pasado, pero si se encontró con Catherine.
-Heero!
-Catherine... No me llames así, ahora soy Orin.
-Muy bien, Orin, gusto de verte. Que coincidencia que nos hayamos encontrado acá. Debe ser el destino.
-Si, es el destino. -Heero bajo la cabeza.
Las luces nocturnas pendían de cables, lámparas pequeñas en filas hacían decorados hermosos aunque nada de sutiles, mas bien muy llamativos, alegres.
-Estamos aquí con el circo. Puedes venir con nosotros, si quieres.
-Si, necesito ver a Trowa.
-Si, el te ha estado esperando, pero hoy fue al cerro a ver las luces. Vuelve mañana.
Heero se alerto. Sabia lo que significaba. Ella compartía su tienda con Trowa.
-Bien, pasare la noche en alguna posada. -En eso un borracho se apoyo en el hombro de Heero -Que quiere, buen hombre.
-Celebrar el nacimiento del niño, hic, el hijo del rey ha nacido.
-Bien, -Se desprendió del molesto abrazo. -Muchas gracias por el dato. Nos vemos.
-Si. -Respondió ella. -Nos vemos.
Trowa vio desde el cerro algo que no esperaba. Una mujer, un poco mas abajo, huyendo, y casi a punto de dar a luz. La ayudo, y cuando tubo a aquel hermoso bebe en brazos, supo que se trataba de un asesino, y ella era una Nikkey, igual que el. Una mujer que huía en ese estado, eso significaban problemas... O una gran pista. La dejo dormida en una cueva, y al amanecer bajo de la loma a buscar cobija y alimento para ella.
Duo miraba el cielo. Era el día del festival, y ellos no querían aparecer en publico. Había un problema con Traize, y tenían suficiente alimento. Parecía una encerrona. No había excusa para salir. Estaba furioso. Por eso se había ido a su lugar de observación secreto. Tenia la ilusión de volver a ver los ojos azules que le habían amado.
El amanecer llegaba, consumando solo esa esperanza. Duo solo tenia ganas de llorar.
Trowa encontró a Heero, y le enseñó el lugar donde había dejado a la chica. La había ayudado sin preguntar, y ella se había ido. Volvieron al pueblo, tomaron su equipaje, y se dieron a seguir el rastro. El péndulo de Heero haría el trabajo.
Hilde huyo por el bosque, apenas se sintió mejor. Se sentía morir, pero igual continuaba, tenia que encontrar a Wufei, y darle su hijo. Sentía que no le quedaba mucho tiempo. Eso la hacia avanzar por el bosque sin descanso. También sin temer, pero en mejores condiciones, la según Trowa y Heero. Que mejor para encontrar rastros de los asesinos, que dos medio asesinos, que caminaban por el bosque.
La reina descanso dos días, o mas bien dicho, se dedico a hacerles la vida imposible dos días. Cuando la nodriza se hubo llevado al crío, se sentó con sus nuevos poderes acumulados frente al espejo, aquel que su hijo la ultima vez le había impedido ocupar hasta ahora, e hizo la invocación mágica. Se dio cuenta que la muchacha que mantenía encerrada había huido, pero eso ya no importaba, su hijo había nacido sano. Además, estaba segura que iría tras los asesinos. Y vio a Quatre sonriente y sano. Termino de usarlo, y lo dejo a un lado. Un sirviente le traía frutas en un plato. Vio la manzana, y supo que para sacarlo del camino, tendría que matarlo con sus propias manos.
Quatre había vivido feliz ese tiempo. Parecía no importarle el pasado que no recordaba. Ese día todos habían salido por hierbas, y si encontraban algo de comer. El bosque estaba brotando, y el sol se sentía muy cálido. Estaba solo en casa, barriendo el jardín de rosas. Traize y Sally se empezaban a preguntar si no era mejor dejarlo así, con su felicidad intacta.
Pero el destino no se detiene.
Cuando la manzana emergió del caldero, la puso en una cesta, y uso el hechizo simple de ocultar. Se situó en la estrella de trasporte, y se situó cerca del alma de Quatre. Apareció en forma de anciana. Quatre sin dúdalo, dejo caer la escoba y la ayudo unos pasos.
-Gracias, hijo, muchas gracias, pero estoy muy cansada, y quisiera un vaso de agua.
-Si, madre, se lo traigo enseguida.
Dorothy se pregunto si no la habría reconocido. El nunca la había llamado madre de todas maneras.
-Muchas gracias, hijo. -Bebió todo el vaso, suspiro, y se lo devolvió. -como agradecimiento, te doy esta rica manzana.
-Gracias. Me muero por darle una mascada, pero la dejare para después, para comerla con los chicos.
-No, hijo, mira, que te dejare doce si quieres, pero quiero verte comiendo esa.
-Gracias, madre, -Y se la llevo a la boca.
Basto una mordida para que expulsaran del paraíso a Adán y Eva. Basto una mordida para que Quatre y Blancarenas cayeran.
Solo quedaban dos minutos. Y moriría.
Dorothy soltó una carcajada de triunfo, y se desapareció en humo. Hilde la sintió, y alcanzo a llegar al jardín de rosas antes de desmayarse.
Trowa corrió a socorrer a Hilde, la tomo en brazos, y la llevo adentro. Le dio un poco de agua.
Heero, en cambio, reconoció la risa. Camino hasta donde la había sentido, y encontró a Quatre en el suelo.
Demasiado tarde?
////////////////Notas de Autor: La vez pasada no puse mi opinión del capitulo, es que me duele la mano. Me estoy sobre esforzando por terminar la historia a tiempo, pues pronto entrare a estudiar, y créanme que tardo en concentrarme, y escribir, además que esta historia en especial es bastante difícil de seguir, pese a que no es muy buena. El crecimiento experimentado por los personajes es tan sobre humano como poco común, esto provoca que sea una fantasía. A mi me gustaría poder escribir cosas con las que se sintieran identificados con los personajes, creo que en mis historias lo logro, los originales, pero mas bien mis originales también hablan de fantasías. Son los poemas los que traducen mejor la realidad en mi, creo que es mi genero preferido. Ácido, esta historia es muy romántica e idealista. Aunque igual me gusta mucho escribirla. Dejen su opinión, mi correo es jakito_kun@hotmail.com.
