Desclaimer: Ninguno de los personajes de Saint Seiya me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada y Shueshia.

The Other Side Of The Mirror

By Goddess Rhiannon

Side Two

Acorde pasaban los días, Saori se había visto libre de Arien casi todo el tiempo, la chica se la pasaba todo el día con Afrodita, él la mantenía entretenida y por lo visto ya no había peligro de que se quisiera escapar.

Uno de esos días, Arien fue invitada por las demás chicas a salir por ahí, sin ningún hombre, sólo salida de chicas. Arien estaba tan contenta que la hubieran tomado en cuenta que podía saltar en un pie.

"¿Vienes con nosotras entonces?" Le preguntó Kai.

"¡Claro! Ummm... ¿No vendrá Saori-inútil verdad?" Preguntó Arien, un poco preocupada.

"El día que las vacas vuelen, no podría soportar a la señorita 'no hago nada porque se me quiebran las uñas' ella no aceptaría de todos modos... gracias a Dios" Dijo Vera, Arien rió, las demás también sonrieron ante los comentarios sobre Atena.

"Por fin podremos ir a cualquier lado sin que nuestros celosos novios golpeen a alguien en el camino" Dijo Kalani, Marin asintió.

"Yo tengo un poco de suerte en eso, ya que mi novio trabaja en Inglaterra, Jake viene siempre que puede de todos modos" Acotó Marin, Kai se rió ante eso, Shaka se había vuelto un hombre celoso también, y pensar que antes le era indiferente, claro, al menos eso hacía creer a todos.

"La verdad es que no nada diferente a los que ven para vestirme... ¿De todas maneras quieren que yo vaya?" Preguntó Arien, aún no muy convencida de su suerte. Las chicas asintieron, cada una tenía su estilo y no les importaba lo que el resto del mundo pensara.

"Si quieres podrías pedirle a Dita que te acompañe de salida a comprar algo de ropa más fresca, ya que vas a tener calor si usas ropa tan gruesa, él de seguro te dirá lo que piensa... siempre lo hace" Dijo Vera, Arien sonrió y asintió, le preguntaría de todas formas aunque no se lo hubiesen dicho. Luego de acordar el día y la hora, Arien las saludó con la mano y desapareció para el templo de Piscis.

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"¡Holaaaaaa! Erik ¿estás en casa?" Dijo la chica, quitándose su boina, caminó hacia la puerta y la abrió, la casa estaba a oscuras y parecía que no había nadie, ¿o era que estaba durmiendo? Arien se encogió de hombros yendo derecho a la habitación. Nope, no estaba allí. Arien se rascó la cabeza, pensativa, luego se dio media vuelta y salió hacia fuera del templo otra vez.

Afrodita la vio mirando para todos lados con cara de desconcierto y se rió por la bajo, de seguro lo estaba buscando y no lograba localizarlo; el santo meneó la cabeza y con paso tranquilo se acercó a ella desde su jardín de rosas no venenosas, en cuanto Arien viró el rostro vio que él venía hacia ella y le sonrió radiante.

"¿Dónde rayos te habías metido?" Le dijo la chica, un poco frustrada.

"En mi jardín que está del otro lado, el que te mostré el otro día. Debiste buscarme allí" Le dijo el santo, revolviéndole el cabello como era su costumbre. Arien se zafó de su mano y trato de reacomodarse el pelo.

"No hagas eso, me dejas más despeinada de lo normal. Y no se me había ocurrido que estarías en el jardín, a veces te vas quien sabe a dónde y no regresas hasta entrada la tarde, dejándome a merced de la quisquillosa" Le dijo ella, con los brazos en jarra. Afrodita se encogió de hombros y le sonrió.

"Ya, no te enfades ¿qué querías decirme?" Le preguntó él, Arien se acordó y le tomó del brazo, guiándolo hacia adentro de la casa. Luego ambos se sentaron en un par de almohadones en el suelo y Arien procedió a contarle sobre la salida a la que había sido invitada.

"Lo que pasa es que no sé qué pensar, nunca me habían invitado a salir con otras chicas, por como luzco. ¿Te parece que no habrá problemas?" Dijo ella para terminar, exponiendo su más grande duda. Afrodita suspiró, acostándose de costado sobre el suelo y apoyando su rostro en una mano.

"¿Y?" Preguntó Arien, ofuscada ante el silencio de su amigo. Pero Afrodita seguía simplemente observándola, lo que estaba comenzando a ponerla nerviosa.

"Holaaaaa, Tierra llamando a Erik" Dijo, para tratar de hacerlo hablar. Resultó.

"Sigues empeñada en llamarme por mi nombre... pero bueno, no tienes remedio. Mira, pequeña, ya te dije que las chicas son diferentes a las que conociste antes en tu escuela, no les importa tu aspecto, sino como eres como persona. Puedes ir vestida de policía o payaso que a ellas les parecerá igual. Pero si quieres podrías intentar cambiar tu guardarropa, yo puedo ayudarte en lo que necesites" Le dijo, ella lo miró atontada ¿ella cambiar? ¿A cambio de qué? De repente se le ocurrió algo, y una sonrisa bastante macabra a los ojos de Afrodita, se dibujó en sus labios. El santo tragó con fuerza, no le gustaba esa mirada.

"Si yo intentara convertirme en una chica más normal, vistiéndome como una... ¿Tú harías lo mismo contigo? ¿Les mostrarías lo bien que te ves sin todo el maquillaje?" Le dijo ella, la verdad que el muchacho no se esperaba eso de una chiquilla de diecisiete años.

"¿Se te zafó algún tornillo de esa pequeña y retorcida cabeza o te la golpeaste duro contra alguna roca? ¿Yo cambiar? Ni siquiera sabes la razón por la que me comporto así. Tampoco pienso decírtela. Mi respuesta es NO. Tú puedes cambiar, pero yo me quedo así, muchas gracias" Le contestó Afrodita, levantándose. Arien también se levantó, aún con más curiosidad sobre el pasado de su amigo.

"Anda dime, ¿qué fue lo que te pasó para llegar a esto? Yo ya te conté mi parte, pero tú siempre eludes mis preguntas" Lo bombardeó la joven. Afrodita la miró entrecerrando sus ojos. Ella tenía razón, pero para él no era sencillo hablar de su pasado. El santo se quedó en silencio, dirigiéndose a la cocina. Pero Arien no iba a desistir así como así.

"Err, hay algo que también he querido preguntarte... um, no te sientas ofendido, pero... ¿A ti te gustan... te gustan los hombres?" Le dijo, vacilando, ahora sí él se había vuelto a enfrentarla y la miraba ceñudo.

"Supongo que esa es la idea que doy en general, y sabes, no me interesa cambiarla, pero para tu información, NO, no me gustan los hombres, pero tampoco estoy interesado en ninguna mujer por ahora" Le contestó, un poco enfadado. Arien soltó el aire que estaba conteniendo sin darse cuenta. Por alguna razón, ese hecho la puso contenta, así que no era indiferente a las mujeres.

"Bien, entonces ¿por qué te esmeras en hacer palidecer a toda la población femenina? ¿O quieres alejarlas porque tienes miedo a querer a alguien? ¿Alguna vez te has enamorado?" Le dijo, tratando de sonsacarle más información, se habían desviado del tema por completo, pero esto le parecía más importante.

Afrodita permanecía de espaldas a Arien, tenía ambas manos apoyadas en la mesada de la cocina, su rostro mirando hacia estas. Su largo cabello aguamarina ocultaba su rostro casi por completo. Arien sintió que quizás había preguntado demasiado, quizás él no quería hablar sobre un hecho doloroso de su pasado. Se le acercó unos pasos, pero luego vaciló. Afrodita se enderezó, lentamente dio media vuelta, sus ojos reflejaban lo difícil que se le hacía responderle.

"Mira, Arien, a veces las personas oyen lo que quieren y no ven las cosas como son en realidad. En verdad yo nunca me enamoré de ninguna mujer, pero sabes, yo sé lo que es amar a alguien... yo tenía una hermana gemela, éramos dos gotas de agua, yo me dejé el cabello largo a propósito para que nadie nos diferenciara. Su nombre era Iara, le gustaban mucho las flores, en especial las rosas. Fui elegido como aspirante a santo cuando sólo contaba seis años y no podía elegir ni decidir si eso era lo que quería. Iara tampoco estuvo de acuerdo, fue terrible cuando nos separaron, más yo me juré a mí mismo regresar por ella cuando fuera caballero. Pero el destino se interpuso en mis planes. Después de ganar la armadura de Piscis, regresé a mi pueblo natal, Iara siempre me escribía largas cartas, contándome sobre su vida, pero de repente habían dejado de llegar, me preocupé, pero no podía ir a ver qué sucedía. El día que me dieron permiso para ir a verla, me encontré con la sorpresa más horrible que el destino me podía haber deparado... Iara había muerto hacía un año, nadie sabía porque, o mejor dicho, nadie quiso decirme porque. Averigüé con mucho esfuerzo que no había sido una enfermedad lo que la había matado, sino que un loco había decidido que ella debía ser su mujer, como Iara se resistiera, la mató una noche en la que ella salía con su novio, al que me había descripto a través de sus cartas, él fue el único que se animó a contarme todo esto... el asesino de mi hermana estaba libre por ahí, pero yo juré encontrarlo, y lo hice, pero no lo llevé a la policía, sabía que no había pruebas del hecho que lo incriminaran lo suficiente para meterlo en la cárcel; así que tomé la ley en mis manos y lo maté. Pero eso no me devolvería a mi hermana nunca. Así que regresé al Santuario, cambié mi nombre por Afrodita, también mi aspecto, ya que no quería que nadie se me acercara demasiado, por lo visto lo logré... hasta que llegaste tú" Arien estaba a punto de ponerse a llorar, se acercó a Erik y le pasó los brazos por su cintura, abrazándole con todas sus fuerzas.

"Lo siento, no quise que revivieras todo eso" Susurró ella, no pudiendo contener sus lágrimas, Erik tardó un segundo en reaccionar, pero luego la abrazó con fuerza también, acariciando su cabeza.

"Tranquila, eso pasó hace mucho, pero es la primera vez que se lo cuento a alguien. Quizás tengas razón, la verdad es que temo amar a alguien sabiendo que lo puedo perder en cualquier momento" Le dijo suavemente, ella asintió, retirando su rostro del pecho de él y secándose el resto de las lágrimas con una mano.

"A veces hay que arriesgar para ganar, Erik, la verdad es que quizás ambos deberíamos dejar de escondernos de una vez por todas" Erik asintió, quizás ella tenía razón después de todo.

"Vamos, si queremos vestirte de otra manera, será mejor que nos pongamos en marcha ahora mismo" Le dijo él, Arien sonrió y asintió. Tenía la tarjeta de crédito de su padre y pensaba usarla.

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Después de estar recorriendo mucho negocios de ropa y accesorios varios, el pobre santo de Piscis se vio cargado de bolsas y cajas, mientras Arien llevaba algunas más livianas, pero la mayoría se las había dado a él. Al menos Erik no se había puesto nada de maquillaje y llevaba el pelo recogido, las mujeres se volteaban a verlo cuando pasaba, es más, Arien se rió mucho cuando en uno de los negocios de ropa tuvo que prácticamente huir de dos de las asistentes, Arien se había compadecido de él y lo había metido rápidamente en el cambiador con ella, obviamente Erik se había quedado de espaldas hasta que ella terminó de probarse la ropa.

Luego de terminar con todas las compras, se metieron a un pequeño Café para tomar una taza de lo que fuera caliente y comer alguna torta, por lo que Erik agradeció a los dioses ya que estaba cansado de cargar con todas las cosas que habían comprado.

Arien se había dejado puesta algo de la ropa que había conseguido, que eran un par de jeanes negros ajustados, algo nuevo para ella, y una remera sin mangas color rojo, también ceñida al cuerpo, estaba muy bonita, Erik insistió en que se soltara el pelo, y eso dio el toque final a su nueva apariencia. Tenía un cabello azul espeso y lacio que le llegaba un poco más debajo de los hombros, nunca lo llevaba suelto y sin su boina, cosa a la que no tenía pensado renunciar.

"¿Crees que me veo mejor así?" Preguntó Arien sin sacar los ojos de su porción de pie de manzana. Erik la miró y le sonrió.

"A mí me gusta, te ves hermosa, o mejor dicho, se han dado cuenta de que eres preciosa" Dijo, mirando de soslayo a un par de muchacho que enseguida voltearon la vista, por supuesto que Arien ni se había dado por enterada.

"Gracias por acompañarme, creo que no hubiera podido hacerlo sin ti" Le dijo ella, él le volvió a sonreír y siguió tomando su taza de café.

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Al llegar al Santuario casi no los reconocieron, sino fuera porque Erik les gritó con tanta autoridad los soldados no los hubieran dejado pasar, hasta Aioria se sorprendió de verlos, mejor dicho, se quedó helado al ver a su compañero al natural. Le sentaba mejor que con todo el maquillaje.

Saori, que estaba buscando a Seiya que oportunamente había desaparecido otra vez, no pudo creer cuando vio en lo que el patito feo se había convertido. Esa chica no era la misma que había llegado hacía dos semanas.

"¿Sorprendida? No me extraña, lo que sí me sorprende es que lo hayas notado, ya que no sueles ver más allá de tu nariz" Le dijo con sarcasmo Arien, Saori frunció el ceño.

"¡Ja! Sólo estás tratando de demostrar que no eres rara, pero no por cambiar de estilo dejarás de ser un fenómeno, querida Arien" Dijo Saori, con una voz dulcemente venenosa. Arien la fulminó con la mirada, Erik, que no le gustó tampoco el comentario, frunció el ceño.

"Princesa, creo que ese comentario no es propio de una dama, y está demás, la señorita Arien es una buena muchacha y no un fenómeno. No la llame así, por favor" Dijo él, Saori se quedó de piedra, Seiya, que había escuchado el intercambio, reprimió una risa, le tenía que contar esto a Vera y Marin, se morirían de la risa.

Con esto dicho, Erik empujó suavemente a Arien hacia su habitación, dejando atrás a una muy ofuscada Atena.

"Te vas a meter en problemas por eso, Erik" Le dijo ella, preocupada, él se encogió de hombros y le sonrió.

"Alguien tiene que ponerla en su lugar de vez en cuando, además no permitiré que nadie te insulte, pequeña, y no les creas cuanta crítica negativa hagan respecto a ti. Tú eres una persona maravillosa y mientras tú estés segura de eso, nadie podrá decirte lo contrario" Le dijo él, Arien le sonrió radiante, adoraba a Erik cuando se ponía en filósofo. Se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla.

"Gracias por defenderme entonces" Él se quedó sorprendido ante su gesto y se sonrojó un poco, luego se despidió de ella y se retiró a su templo.

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Las chicas se quedaron sorprendidas al ver a Arien el día de la salida, estaba muy bonita, se había puesto un vestido color azul claro que hacía juego con su cabello, y llevaba un saquito negro por si refrescaba más entrada la noche.

"Oye, Arien, te ves muy bien, me enteré que arrastraste a Afrodita por todo el pueblo" Comentó Ling Shu, divertida, Arien asintió.

"Bueno, él se ofreció y yo no me rehusé..." Dijo Arien.

"¿Qué le has hecho últimamente a ese muchacho, parece más hombre sin maquillaje, se ve muy bien, los muchachos lo andan persiguiendo por eso, no se van a quedar tan tranquilos viendo como las chicas se fijan tanto en él y él nada, ni se mosquea" Le dijo Marin, Arien se encogió de hombros, a ella le parecía perfecto tener para sí a Erik, no quería compartirlo con otra chica. Pero sabía que tarde o temprano tendría que irse del Santuario.

"Lo que pasa es que quizás Afrodita ya se haya fijado en una chica" Dijo Vera, guiñándole un ojo a Arien, que se sonrojó.

"Cierto, no se despega de ti, Arien ¿qué le diste, un golpe en la cabeza con una columna? Seiya nos contó como salió en tu defensa ante Atena, él nunca se había molestado en contestarle" Dijo Kai, las demás rieron al imaginar la cara de Saori y Arien no tuvo más remedio que unírseles también.

"Sé que él va a matarme por esto, pero la verdad es que no me gusta su apodo, yo lo llamo por su nombre" Dijo Arien, ahora sí que tenía todas las miradas atónitas en ella.

"No saldrás de un pedazo si no nos dices como se llama en verdad" Dijo Ling Shu, Arien sonrió.

"Se llama Erik, y la verdad que podrían empezarlo a llamar así, el resto de los santos también, claro, que si lo molestán tendré que vengarme de ellos, y puedo ser malvada, si no pregunten a Saori" Dijo maliciosamente la última parte, las chicas se morían por saber más, les gustaba el nombre verdadero de Afrodita, así que de seguro que harían que él se acostumbrara a escucharlo de nuevo.

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Después de pasar una noche entretenida con las chicas, Arien se caía de sueño, no sabía si llegaría a su habitación o si se dormiría en medio del camino. Pero gracias a Dios Erik la estaba esperando y prácticamente la cargó en brazos todo el camino.

"¿Uh? Me estuviste esperando" Dijo ella, pasándole los brazos alrededor del cuello, él le sonrió y asintió.

"Sabía que terminarías muy cansada, las chicas no se despiertan hasta tarde después de una noche como esta, mañana me contarás que fue lo que hicieron" Le dijo él, Arien asintió, se sentía muy cómoda en sus brazos, así que apoyó la cabeza en su hombro, escondiendo el rostro en su cuello.

Erik la miró con cariño, le gustaba pasar tiempo con ella, adoraba su compañía, pero sabía que pronto vendría su padre por ella, quizás al verla tan cambiada dejara que viniera de visita de vez en cuando, satisfecho de su hija ahora.

Siguió hasta el recinto principal, luego hacia la habitación que ocupaba ella, y abriendo la puerta con un hombro, la depositó en la cama. Arien se había dormido en el trayecto, por lo que Erik le quitó los zapatos y le puso una manta liviana, ya que no hacía frío. Luego se incorporó y antes de pensarlo mucho, se volvió y le dio un beso en la frente.

"Buenas noches, pequeña" Dijo, y se retiró.

A la mañana siguiente, Arien se despertó tarde, eran las once y media de la mañana cuando se levantó, en un tris se dio una ducha y salió como bala al templo de Piscis, llegaría casi para almorzar, pero al menos era algo.

Erik la estaba esperando, tenía el ceño fruncido, algo no andaba bien.

"Buenos días" Le dijo ella.

"Arien, me prometiste no decir cuál era mi verdadero nombre, por lo visto se lo dijiste ayer a las chicas, las cuales les dijeron a sus respectivas parejas, y ahora me llaman así. ¿Por qué hiciste eso?" Dijo Erik, contrariado, Arien suspiró y sonrió, imaginaba que tendría problemas por eso, pero no le importaba.

"Ay, vamos Erik, lo dije por accidente al referirme a ti y bueno, no me quedó más remedio que decirles de quien estaba hablando, no te enojes, ellas coinciden que les gusta más que Afrodita" Dijo Arien, conciliadora.

Aunque no fuera así como había pasado, pero las chicas no dirían nada.

"Oh, muy bien, que remedio, ya está hecho. Pero antes de decir algo más sobre mí, pregunta ¿quieres?" Arien asintió y sonrío, enseguida correteó hacia él y le abrazó por la cintura, Erik en venganza la castigó con cosquillas y revuelta de pelo.

"¡AAAAAAAAAY NOOOOOOOO! ¡Detente! ¡ya no máaaaaaaaas!" Gritaba Arien, muerta de risa en el suelo, con Erik atormentándola sin piedad. Después se detuvo y se sentó en el suelo a su lado.

"Eso te pasa por hablar demasiado" Le dijo él, Arien le sacó la lengua y se lanzó encima de él, revolviéndole ahora ella el cabello. Erik se reía de sus intentos, aunque le había tomado desprevenido la primera vez, más ahora tenía a Arien encima de él, con las manos sujetas por encima de su cabeza.

"Bueno, ya, suéltame, ya te vengaste" Le dijo ella, él la soltó y ambos se incorporaron, arreglándose un poco el cabello y la ropa.

"¡Tengo hambreeeeeeeee!" Se quejó Arien, Erik puso los ojos en blanco, ella siempre tenía hambre. Se levantó y luego la ayudó a ella a incorporarse, luego fueron a ver que podían preparar de almorzar.

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Saori estaba revisando unos documentos, no se esperaba que sonara el teléfono, es más, no habiendo nadie más para atenderlo tuvo que hacerlo ella misma. Con un gruñido se levantó y tomó el tubo.

"Hola"

"Hola, Saori, soy yo Nikolas, espero no estar molestando con mi llamado" Dijo el padre de Arien, Saori relajó su seño fruncido.

"¿Cómo estás? Espero que bien con tu viaje"

"Me ha ido muy bien, gracias, pero te estoy hablando desde mi auto, ya estoy yendo para recoger a Arien, espero que no te haya ocasionado muchos problemas"

"Para nada, no se me ha cruzado en el camino, digamos que nos estuvimos evitando mutuamente. Bien, le avisaré que llegas en un rato. Adiós" Dijo ella por último y colgó, sonriendo satisfecha, ya no tendría que verla más. Enseguida salió de su despacho en busca de su mayordomo Tatsumi. En cuanto dio con él, le pidió que le informara a su huésped que pronto vendrían por ella, Tatsumi asintió y fue en busca de la chica.

No tuvo que pensar mucho en el lugar donde podía hallarle, si no estaba en su habitación, estaba con Afrodita, y hacia allí se encaminó.

"¿De qué te estás riendo, tan satisfecha?" Le preguntó Erik, arqueando una ceja, Arien ensanchó aún más su sonrisa.

"Ya verás" Dijo ella, en eso llegó Tatsumi al templo.

"Señorita, me han informado que su padre está en camino a recogerla, le sugiero que si tiene algo que empacar, lo haga de inmediato" Le dijo Tatsumi, Arien lo miró con sorpresa primero y después muy desconcertada, Erik meneó la cabeza y, al irse Tatsumi, empujó a la aún perpleja Arien hacia el recinto principal.

"¿Mi padre viene? Vaya..." Dijo ella, un poco cabizbaja, Erik le rodeó los hombros con un brazo y la acercó a su cuerpo.

"Espero que no te olvides de mí y vengas a verme" Arien lo miró y le sonrió débilmente, pero luego se acordó de lo que tenía en la mano y casi llevó arrastrando al pobre santo hasta el lugar que Saori había adaptado para su uso personal. Ella le guiñó un ojo y le hizo esperar un segundo detrás de una de las columnas.

Arien llamó a la puerta, Saori dio la orden de pasar, pero nadie entró; volvieron a tocar la puerta y Saori, ofuscada, se levantó a abrir. Arien corrió hasta donde estaba su compañero y casi no podía aguantar la risa.

"¿Quién e...?" Alcanzó a decir Saori, antes que una enorme fuente de una mezcla de vaya a saberse que le cayera de lleno en la cabeza.

"¡KYAAAAAAAAAAAAA! ¡Te mataré fenómeno!" Gritó Saori, Arien ya estaba corriendo hacia su habitación, llevando a un santo al borde de las lágrimas de risa.

"¡JA JA JA! ¡Mi reino por una cámara!" Exclamó Erik, doblado de risa contra la pared, Arien sonrió altanera y sacó una cámara de video digital, muy pequeña.

"¿Qué me darías por esto?" Le dijo ella, él dejó de reírse un momento, para pensarlo y le sonrió de oreja a oreja.

"¿Qué quieres a cambio?"

"Lo que estés dispuesto a dar" Erik pensó un segundo antes de responder.

"Lo que tú quieras" Arien le sonrió con ojos pícaros y le contestó.

"Un beso" Ahora sí que lo había tomado desprevenido, pero no le duró mucho, ya que se incorporó un poco y se le acercó.

"Pides poco" Le susurró a un centímetro de sus labios, Arien dejó que él la abrazara y la besara a gusto, cosa que Erik se tomó con mucha paciencia. pero como todo lo bueno, terminó muy pronto para gusto de ambos. Arien debía estar lista para partir en un rato. Ambos se abrazaron con fuerza.

"Si no vuelves pronto te iré a secuestrar" Le susurró al oído Erik, lo que le valió una sonrisa pícara de Arien, a la que la idea no le disgustaba en absoluto.

"Te tomo la palabra" Le dijo ella, dándole un beso rápido en los labios mientras metía sus pertenencias en el bolso.

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El padre de Arien llegó un rato después, Saori no pudo recibirlo, ya sabemos porque. Arien se acercó a él, mientras Nikolas se quedó mirándola fijamente. Esa no era su hija.

"Disculpa, creo que se me perdió una hija por aquí ¿la has visto?" Dijo el hombre, Arien le miró con el ceño fruncido.

"¡Papá! ¡No seas así!" Le espetó ella, su padre le abrió los brazos y ella no lo pensó dos veces y corrió a abrazarle.

"¿Acaso Saori hizo un milagro contigo?"

"¡Ja! No sueñes, te presentaré a la persona que me hizo cambiar de estilo, Erik, papá no muerde" Le dijo, divertida ella, Erik la miró con un 'me las vas a pagar' por la bajo y se acercó a Nicholas.

"Erik ¿eh? Vaya, joven, le estoy agradecido que haya hecho tan buen cambio en mi hija"

"Es un placer conocerle, señor, pero no me dé más crédito del que merezco, tiene una hija maravillosa" Dijo Erik, mirando can cariño a Arien, que se sonrojó un poco. Nikolas notando esto, sonrió más anchamente si era posible.

"Bien, espero verte en casa para cenar uno de estos días, muchacho. Supongo que Arien ya te habrá invitado" Arien asintió.

"Vaya, vaya. Gracias a Dios que llegaste, ¡tu querida hija me tiró un cuenco de no sé que cosa en la cabeza!" Dijo Saori, que entraba con Seiya detrás de ella, riéndose por lo bajo, Saori lo fulminó con una mirada.

Nikolas arqueó una ceja hacia Arien, que se había ubicado estratégicamente detrás de Erik.

"¿Y bien, Arien?" Preguntó él. Ella se encogió de hombros.

"Ella se la pasó llamándome fenómeno, Erik es testigo de eso, ella se lo merecía" Dijo Arien, su padre suspiró.

"Lo siento mucho, Saori, hablaré con ella más tarde. ¿Estás lista, Arien?" Ella asintió y tomó su bolso del suelo, Erik se lo quitó de la mano y lo cargó él mismo.

"Yo lo llevaré" Le dijo, por lo que Arien se colgó de su otro brazo y los tres salieron del recinto principal, dejando a Seiya a solas con Saori para que se las arreglara.

FIN