BUBBLEGUM CRISIS
(TOKIO 2040)
BEFORE
2033 D.C.
El sol brilla entre los edificios. Falta poco para el mediodía y el bullicio de la ciudad se vuelve insoportable. Cerca de allí, en una pequeña casa libre del interminable ruido citadino, Leyla, de mal humor, atraviesa un corredor y llega a la habitación de su hija. La puerta está cerrada. Ella la abre bruscamente.
Priss, que estaba acostada en su cama, pega un salto.
Leyla Levántate que ya casi es mediodía.
Priss ¿No podrías tocar? La niña de doce años se tapa nuevamente con la sábana.
Priss Déjame dormir un poco más, hoy es Sábado.
Leyla Dale que es una día hermoso.
Priss Todavía tengo sueño.
Su madre la destapa a la fuerza.
Leyla ¿Quieres pasar toda tu adolescencia en la cama?
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------
La mesa redonda ya está preparada para el almuerzo. Mick está sentado en ella leyendo el diario. Priss aparece en el comedor.
Mick Por fin te despertaste.
Su voz es cálida como la de cualquier padre paciente y amoroso.
Priss Bueno, ¿alguien más quiere molestarme?
Mick ¿Hasta qué hora te quedaste ayer viendo la televisión?
Priss Hasta tarde.
La niña se sienta en la mesa.
Mick ¿Qué había de interesante?
Priss No importa.
Mick Estaba tocando esa banda en vivo, ¿no?
Priss Sí.
Mick Te gusta demasiado esa música.
Priss Sí, ¿y?
Mick Nada, pero que no se entere mamá.
Leyla ¿Qué no me tengo que enterar?
Mick sonríe.
Priss Nada importante, ayer vi a Hell´s de nuevo en la televisión.
Leyla Ah, entonces ése era el escándalo que escuchaba anoche. ¿Qué le encuentras de bueno a ese ruido?
Priss No es ruido, es hard rock.
Leyla ¿Es el mismo ruido que tocas en la guitarra?
Priss Sí, y cada vez me sale mejor.
Mick se ríe. Leyla lo mira furiosa, sirve la comida y se sienta.
Priss Es como pienso ganarme la vida.
Leyla ¿Qué dices?
Priss Que pienso ser estrella de rock.
Leyla Já, tienes mucho por delante. No puedes hacer ese tipo de planes todavía. Apenas tienes doce años.
Se produce un largo silencio. Al cabo de unos segundos aparece un perro que se acuesta al lado de Leyla. Su humor cambia drásticamente.
Leyla Hey, ¿Donde estabas, Janz?
Lo acaricia fuertemente mientras se lleva un pedazo de pan a la boca.
Mick Déjalo en paz a ese pobre perro.
Leyla sonríe.
Leyla Pero si a él le gusta.
Mick Lo vas a malcriar.
Leyla ¿Y?
Ella se agacha, recoge una pelotita y la tira hacia el corredor que lleva a los dormitorios.
Mick ¿Me ayudas a lavar el auto, hija?
Priss Ufff, parece que este Sábado va a ser muy aburrid.
El suelo empieza a temblar.
Leyla ¿Qué pasa?
Priss Papá.
El temblor es cada vez más intenso.
Mick Debe ser un sismo.
Cae un pedazo de techo arriba de la mesa.
Leyla Tenemos que salir de la casa.
Entre vidrios que se rompen, vajilla que se cae y estructuras que se vienen abajo, los tres, trabajosamente, salen de la vivienda. Cruzan la vereda y, luego de unos segundos, llegan por fin al medio de la ancha calle.
Mick Acá estaremos a salvo.
Leyla Suerte que vivimos lejos de los edificios altos.
Pasan varios minutos y el temblor ya es gigantesco. Apenas pueden mantenerse en pie. La gente corre hacia todos lados, los postes de luz se caen y las casas más frágiles se derrumban. Entre la muchedumbre se pueden ver personas en estado esquizofrénico y algunos heridos tirados en la calle. El desmoronamiento de un gran muro silencian los gritos de dos mujeres que intentaban esquivar su caída.
Cerca de ellos, comienzan a abrirse grietas en el asfalto. Varias personas caen en ellas.
A lo lejos, se observan a los rascacielos y a las autopistas viniéndose abajo con decenas de automóviles.
Los gestos de horror de Priss podrían equipararse con los de una niña observando el Apocalipsis por una ventana.
Entre los desgarradores sonidos se escucha un ladrido.
Leyla ¡¡¡Janz!
Mick ¿Qué pasa?
Leyla Janz quedó adentro.
Leyla corre hacia la casa.
Mick ¡¿Adonde vas!
Su esposa no lo escuchó.
Mick ¡¡¡Leyla!
Mick se da vuelta.
Mick Priss, quédate acá, voy a buscar a mamá.
Priss Pero papá.
Mick Hazme caso, aquí estarás a salvo. Si se agrieta el piso corre hacia algún descampado, yo volveré enseguida.
Priss abraza a su padre.
Priss Tengo miedo, papá.
Mick Yo también, pero pronto todo terminará. Quédate acá.
Mick corre y entra en la casa.
Priss ¡Papá, tené cuid!
La onda expansiva la hace caer de espaldas, golpeando su cabeza contra el pavimento.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El centro asistencial está abarrotado de gente. Los llantos tapan todo tipo de órdenes que los médicos puedan hacerle a sus asistentes.
Priss está sentada sola en un rincón mirando sin ver. Tiene sus manos vendadas y algodón en sus oídos ensangrentados. Su remera blanca se encuentra llena de tierra, al igual que sus pantalones agujereados.
Cerca de allí, una mujer se entera de una desagradable noticia y comienza a gritar sin consuelo, mientras que un hombre la abraza. Este episodio hace que Priss se tape los oídos.
A unos metros de ella se encuentra una familia. El padre la ve y luego se dirige a su esposa.
Padre Pobre niña. Madre ¿Quién?
El padre la señala disimuladamente.
Madre ¿Qué le pasó?
Padre Dicen que sus padres murieron. Parece que en su casa se produjo una fuga de gas por causa del terremoto; y un cable de alta tensión cayó cerca de ésta causando una explosión.
Largo silencio.
Padre Nosotros la sacamos barata, perdimos todo pero al menos estamos vivos.
Priss observa las vendas ensangrentadas de sus manos. La sangre comienza a correrle por los brazos.
BEFORE
2033 D.C.
El sol brilla entre los edificios. Falta poco para el mediodía y el bullicio de la ciudad se vuelve insoportable. Cerca de allí, en una pequeña casa libre del interminable ruido citadino, Leyla, de mal humor, atraviesa un corredor y llega a la habitación de su hija. La puerta está cerrada. Ella la abre bruscamente.
Priss, que estaba acostada en su cama, pega un salto.
Leyla Levántate que ya casi es mediodía.
Priss ¿No podrías tocar? La niña de doce años se tapa nuevamente con la sábana.
Priss Déjame dormir un poco más, hoy es Sábado.
Leyla Dale que es una día hermoso.
Priss Todavía tengo sueño.
Su madre la destapa a la fuerza.
Leyla ¿Quieres pasar toda tu adolescencia en la cama?
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La mesa redonda ya está preparada para el almuerzo. Mick está sentado en ella leyendo el diario. Priss aparece en el comedor.
Mick Por fin te despertaste.
Su voz es cálida como la de cualquier padre paciente y amoroso.
Priss Bueno, ¿alguien más quiere molestarme?
Mick ¿Hasta qué hora te quedaste ayer viendo la televisión?
Priss Hasta tarde.
La niña se sienta en la mesa.
Mick ¿Qué había de interesante?
Priss No importa.
Mick Estaba tocando esa banda en vivo, ¿no?
Priss Sí.
Mick Te gusta demasiado esa música.
Priss Sí, ¿y?
Mick Nada, pero que no se entere mamá.
Leyla ¿Qué no me tengo que enterar?
Mick sonríe.
Priss Nada importante, ayer vi a Hell´s de nuevo en la televisión.
Leyla Ah, entonces ése era el escándalo que escuchaba anoche. ¿Qué le encuentras de bueno a ese ruido?
Priss No es ruido, es hard rock.
Leyla ¿Es el mismo ruido que tocas en la guitarra?
Priss Sí, y cada vez me sale mejor.
Mick se ríe. Leyla lo mira furiosa, sirve la comida y se sienta.
Priss Es como pienso ganarme la vida.
Leyla ¿Qué dices?
Priss Que pienso ser estrella de rock.
Leyla Já, tienes mucho por delante. No puedes hacer ese tipo de planes todavía. Apenas tienes doce años.
Se produce un largo silencio. Al cabo de unos segundos aparece un perro que se acuesta al lado de Leyla. Su humor cambia drásticamente.
Leyla Hey, ¿Donde estabas, Janz?
Lo acaricia fuertemente mientras se lleva un pedazo de pan a la boca.
Mick Déjalo en paz a ese pobre perro.
Leyla sonríe.
Leyla Pero si a él le gusta.
Mick Lo vas a malcriar.
Leyla ¿Y?
Ella se agacha, recoge una pelotita y la tira hacia el corredor que lleva a los dormitorios.
Mick ¿Me ayudas a lavar el auto, hija?
Priss Ufff, parece que este Sábado va a ser muy aburrid.
El suelo empieza a temblar.
Leyla ¿Qué pasa?
Priss Papá.
El temblor es cada vez más intenso.
Mick Debe ser un sismo.
Cae un pedazo de techo arriba de la mesa.
Leyla Tenemos que salir de la casa.
Entre vidrios que se rompen, vajilla que se cae y estructuras que se vienen abajo, los tres, trabajosamente, salen de la vivienda. Cruzan la vereda y, luego de unos segundos, llegan por fin al medio de la ancha calle.
Mick Acá estaremos a salvo.
Leyla Suerte que vivimos lejos de los edificios altos.
Pasan varios minutos y el temblor ya es gigantesco. Apenas pueden mantenerse en pie. La gente corre hacia todos lados, los postes de luz se caen y las casas más frágiles se derrumban. Entre la muchedumbre se pueden ver personas en estado esquizofrénico y algunos heridos tirados en la calle. El desmoronamiento de un gran muro silencian los gritos de dos mujeres que intentaban esquivar su caída.
Cerca de ellos, comienzan a abrirse grietas en el asfalto. Varias personas caen en ellas.
A lo lejos, se observan a los rascacielos y a las autopistas viniéndose abajo con decenas de automóviles.
Los gestos de horror de Priss podrían equipararse con los de una niña observando el Apocalipsis por una ventana.
Entre los desgarradores sonidos se escucha un ladrido.
Leyla ¡¡¡Janz!
Mick ¿Qué pasa?
Leyla Janz quedó adentro.
Leyla corre hacia la casa.
Mick ¡¿Adonde vas!
Su esposa no lo escuchó.
Mick ¡¡¡Leyla!
Mick se da vuelta.
Mick Priss, quédate acá, voy a buscar a mamá.
Priss Pero papá.
Mick Hazme caso, aquí estarás a salvo. Si se agrieta el piso corre hacia algún descampado, yo volveré enseguida.
Priss abraza a su padre.
Priss Tengo miedo, papá.
Mick Yo también, pero pronto todo terminará. Quédate acá.
Mick corre y entra en la casa.
Priss ¡Papá, tené cuid!
La onda expansiva la hace caer de espaldas, golpeando su cabeza contra el pavimento.
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El centro asistencial está abarrotado de gente. Los llantos tapan todo tipo de órdenes que los médicos puedan hacerle a sus asistentes.
Priss está sentada sola en un rincón mirando sin ver. Tiene sus manos vendadas y algodón en sus oídos ensangrentados. Su remera blanca se encuentra llena de tierra, al igual que sus pantalones agujereados.
Cerca de allí, una mujer se entera de una desagradable noticia y comienza a gritar sin consuelo, mientras que un hombre la abraza. Este episodio hace que Priss se tape los oídos.
A unos metros de ella se encuentra una familia. El padre la ve y luego se dirige a su esposa.
Padre Pobre niña. Madre ¿Quién?
El padre la señala disimuladamente.
Madre ¿Qué le pasó?
Padre Dicen que sus padres murieron. Parece que en su casa se produjo una fuga de gas por causa del terremoto; y un cable de alta tensión cayó cerca de ésta causando una explosión.
Largo silencio.
Padre Nosotros la sacamos barata, perdimos todo pero al menos estamos vivos.
Priss observa las vendas ensangrentadas de sus manos. La sangre comienza a correrle por los brazos.
