2038 D.C.
Priss se despierta estrepitosamente, temblando y jadeando. Hiroshi ¿Otra pesadilla?
La voz provino del otro extremo de la cama. La muchacha gira su cabeza hacia ese lugar.
Hiroshi toma dulcemente su mano. Está transpirada.
Priss Últimamente estoy teniendo muchas.
Hiroshi ¿Las mismas de siempre?
Ella suspira.
Priss Sí, recuerdos...que quiero olvidar.
Priss se levanta y se dirige hacia el baño. La débil luz que penetra por la ventanilla del tráiler resalta su bello cuerpo desnudo, bañado en sudor y observado atentamente por su compañero de lecho. Cuando llega a su destino, abre la canilla del lavabo, llena sus manos con agua y se moja el rostro. Momentos después alza la mirada y contempla su imagen en el espejo por largo rato.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El tráiler está estacionado permanentemente al costado de una ruta destruida por el terremoto. El sol matutino quema el asfalto. Hace mucho calor.
Una pequeña mesa está puesta cerca de la puerta de entrada, sobre la calle. Hiroshi y Priss, vestidos con ropa muy informal, están sentados en unas sillas próximas al mencionado mueble.
Priss comienza a beber leche de un envase que tenía a un costado. Cuando llega a la mitad del contenido, lo deposita en la mesa.
Priss Tengo que conseguirme un lugar para vivir.
Hiroshi ¿Ya no quieres estar conmigo?
Priss No seas tonto, es solo que no puedo seguir viviendo en tu tráiler.
Hiroshi Mi casa es tu casa, ya lo sabes; pensé que... Priss ¡Hiroshi!
Hiroshi ¿Qué?
Priss Ya no somos niños. Nada es igual. Hiroshi ¿Qué quieres decir?
Priss Que necesito valerme por mí misma. Ya no puedes cuidarme. Quiero conseguir un trabajo, alquilarme un departamento, cumplir mis sueños.
Hiroshi Priss.
Priss ¿Qué?
Hiroshi toma su mano.
Hiroshi No te preocupes, yo me voy a encargar de todo, te lo prometo.
Priss sonríe.
Priss Últimamente no cumples tus promesas.
Hiroshi ¿Cuándo te he fallado o mentido? ¡No contestes!
Los dos se echan a reír.
Hiroshi ¿Qué vas a hacer hoy?
Priss Practicar algunas notas. Crear música, lo de siempre.
Hiroshi Que vida atareada que llevas.
Se produce un silencio incómodo.
Priss ¿Ves? Por estas cosas quiero vivir sola.
Hiroshi Es una broma, mi amor.
Hiroshi se levanta de la silla.
Hiroshi Bueno, tengo que vestirme e irme a trabajar. Alguien tiene que traer la comida al hogar.
Priss Ay, si, mira tú al hombre que se cree muy importante. Pero, ¿sabes qué? No eres tan genial.
Hiroshi Anoche en la cama no me dijiste lo mismo.
Priss ¡Ay, cállate!
El muchacho, riéndose, entra en el tráiler cerrando la puerta detrás de él.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Se avecina la noche. Las infinitas luces nocturnas de la ciudad no llegan a iluminar el sombrío lugar en donde está aparcado el remolque. El rugido de la motocicleta roja retumba en los vidrios de éste. Hiroshi la apaga, la estaciona en un poste derribado y se quita los guantes y el casco negro. Luego introduce un chicle en su boca.
Priss sale a la calle.
Priss Llegaste tarde.
Hiroshi Te tengo buenas noticias.
Priss Adoro las buenas noticias.
Hiroshi Tu queridísimo novio ha cumplido su promesa.
Priss ¿Me conseguiste un empleo?
Hiroshi ¿Tú qué crees?
Priss esboza una sonrisa.
Hiroshi Hablé con mi superior y lo convencí. Necesitan personal de limpieza en la fábrica. No es un gran trabajo pero para empezar está bien. Puedes presentarte la próxima semana.
Priss Sabes que te amo, ¿no?
Hiroshi sonríe. Hiroshi Ah, tengo algo para ti.
Extrae un pequeño estuche azul de su bolsillo izquierdo. Luego lo abre. En su interior había un hermoso anillo.
Hiroshi ¿Te gusta?
Priss ¿Me estás proponiendo matrimonio?
El rostro del muchacho manifiesta un susto gigantesco.
Priss ¡Es broma, es broma!
Da un suspiro y luego le introduce la sortija en el dedo.
Priss Precioso.
Hiroshi Ya lo sé. Gracias.
Priss El anillo.
Hiroshi Ah, sí. También. Perteneció a mi abuela y es el único objeto que heredé de mi madre.
Priss ¿En serio?
Hiroshi No, lo acabo de comprar en una bonita tienda del centro.
Priss, riéndose, le da un pequeño empujón.
Priss Eres incorregible.
Hiroshi Ah, casi me olvido.
Hiroshi busca en su otro bolsillo y extrae un cd.
Hiroshi Mira lo que conseguí.
Se lo entrega. Priss observa la parte superior.
Priss No puedo creerlo.
Hiroshi Hey, así soy yo.
La muchacha aprieta el cd contra su pecho y cierra sus ojos.
Hiroshi No te pongas melancólica. Ven, salgamos. Comamos afuera. Además quiero comprarte mejor ropa.
Priss ¿Como la que tienes puesta?
Hiroshi ¿Qué tiene de malo?
Priss Esa chaqueta de cuero y esos pantalones pasaron de moda hace cincuenta años.
Hiroshi Me gusta más la vestimenta de esa época.
Priss Bueno, me cambio y salimos.
Hiroshi Dale, estás bien vestida así. Priss Espera.
Hiroshi la toma de un brazo y la lleva hacia donde se encuentra la motocicleta.
Hiroshi De paso, quiero enseñarte a andar en moto.
Priss No te molestes, esta máquina es demasiado veloz como para mí. Además es muy tecnológica, no creo que pueda entenderla.
Hiroshi Prácticamente todos los vehículos de ahora son así.
Le entrega el casco a Priss.
Silencio.
Hiroshi Si me lo preguntas, me hubiera gustado haber vivido en el siglo XX, donde, según lo que he leído, los automóviles se conducían de forma diferente; y no dependía casi todo de sistemas automatizados, como los aparatos de ahora.
Priss, mientras se introduce el casco, presta atención a sus palabras.
Hiroshi Por eso me gustan las motos. Su manera de manejarlas no difiere mucho de antes.
Priss Pero tú y yo nacimos en el centro de este mundo cibernético. ¿Cómo puedes añorar una época que no viviste?
Hiroshi ¿Ves algún espacio verde a tu alrededor? Cualquier tiempo pasado debió ser mejor que éste.
Largo silencio.
Hiroshi hace un pequeño globo con el chicle que tiene en su boca. Luego lo explota con los dientes y lo vuelve a mascar.
Hiroshi ¿Sabes? La tecnología es como los globos que puedo hacer con esta goma de mascar. Priss ¿Eh?
Hiroshi Cuanto más grandes, mejores y más bellos son. Pero puede ocurrir que.
Crea un globo que va creciendo de tamaño hasta que le estalla en la cara. Luego le echa una mirada a su novia como preguntándole: "¿Me entiendes?"
Priss, con cara de disgusto, saca un pañuelo de uno de sus bolsillos.
Priss Límpiate.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------
La tarde siguiente.
La luz del crepúsculo baña la ciudad hiperpoblada no solo de personas, sino también de Voomers, robots dedicados a tareas de reconstrucción y servicio.
Hiroshi termina de ponerse los guantes y el casco, arranca la moto y se dirige hacia su tráiler.
Se adentra en una calle oscura y el semáforo lo detiene. Abre la lente del casco y se lleva nuevamente un chicle a la boca.
Aparecen tres motocicletas. Dos se ubican a su derecha y uno a su izquierda. Uno de los motociclistas lo observa detenidamente.
Motociclista Linda moto, eh?
Hiroshi les echa una mirada penetrante.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Priss está tirada en la cama con cara de preocupación. Se levanta, mira el reloj y luego observa por la ventana pequeña del remolque. La oscuridad no le deja ver nada. Vuelve a acostarse. El timbre del teléfono interrumpe el silencio. Ella levanta el tubo.
Priss ¿Hola?
Silencio.
Priss Sí, soy yo.
Largo silencio.
Su mirada cambia drásticamente.
Priss ¿Cuándo?
La voz se le quiebra.
Priss Sí.
Su brazo izquierdo comienza a temblar de tal manera que casi se le cae el tubo.
Priss Sí..., iré para allá.
Priss cuelga.
En su rostro se funden varios estados de ánimo: estupor, enojo y una tristeza extrema.
Da un par de pasos y pierde el equilibrio. Cae de rodillas. Cruza sus brazos como tratando de abrasarse a sí misma. Balbucea casi sin voz algunas palabras incomprensibles y estalla en llanto.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------
La estación policial está casi desértica. Solo se escuchan algunos pasos. Priss, vestida de igual manera que en el tráiler, está sentada en uno de los sillones de espera con la mirada perdida. Un policía se le acerca.
Policía ¿Es usted Priscilla Asagiri?
No hay respuesta.
Policía ¿Señorita?
Priss, sin mirarlo, asiente con la cabeza.
Policía Lamento lo sucedido.
Pasan largos segundos sin un mínimo sonido.
Policía Los testigos declararon que luego de luchar con los motociclistas, intentó resistirse al asalto haciendo arrancar la moto. Pero uno de ellos tenía un arma de fuego. Le disparó por la espalda cuando se escapaba y la bala le atravesó el pulmón derecho. Cuando llegó la ambulancia ya era tarde, los doctores no pudieron hacer nada.
Largo silencio.
Policía ¿Tenía algún familiar?
Ella niega con la cabeza.
Policía Lo siento.
El policía da media vuelta y se va. Luego se detiene.
Policía Si le sirve de algún consuelo, apresamos a los delincuentes y recuperamos su moto. Puede llevársela, si sabe conducirla; pero antes tendrá que hacer algunos trámites.
Al ver que la muchacha no reaccionaba, el oficial se retira.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Priss llega al tráiler conduciendo la moto. La deja en el poste de siempre y entra. Se tira en la cama mirando al techo. Luego de algunos minutos de inactividad, dirige su vista hacia un pequeño armario y se levanta. La tensión en su rostro hace que su estado de ánimo sea indescifrable. Saca del mueble un par de guantes negros de motociclista, una chaqueta roja y un casco del mismo color.
Sale por la puerta. Se coloca dicha vestimenta y clava la mirada en el anillo que tiene en su dedo. Se lo quita, lo mira detenidamente por unos segundos y luego lo lanza hacia lo profundo de la noche. Apenas se escucha el sonido de cuando aterriza vaya a saber uno dónde.
Camina hacia la moto y se monta en ella. Se pone el casco. Aprieta un botón y la lente de éste se cierra. Enciende el motor y enfila hacia la autopista.
Los edificios quedan atrás. Y con ellos las luces artificiales.
Las líneas blancas en el asfalto, recorridas a toda prisa e iluminadas por el foco delantero, provocan somnolencia.
Varios minutos más tarde, el sol empieza a asomarse en el horizonte. Hay muy poco tránsito.
El velocímetro digital marca 212 kilómetros por hora.
Priss se despierta estrepitosamente, temblando y jadeando. Hiroshi ¿Otra pesadilla?
La voz provino del otro extremo de la cama. La muchacha gira su cabeza hacia ese lugar.
Hiroshi toma dulcemente su mano. Está transpirada.
Priss Últimamente estoy teniendo muchas.
Hiroshi ¿Las mismas de siempre?
Ella suspira.
Priss Sí, recuerdos...que quiero olvidar.
Priss se levanta y se dirige hacia el baño. La débil luz que penetra por la ventanilla del tráiler resalta su bello cuerpo desnudo, bañado en sudor y observado atentamente por su compañero de lecho. Cuando llega a su destino, abre la canilla del lavabo, llena sus manos con agua y se moja el rostro. Momentos después alza la mirada y contempla su imagen en el espejo por largo rato.
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El tráiler está estacionado permanentemente al costado de una ruta destruida por el terremoto. El sol matutino quema el asfalto. Hace mucho calor.
Una pequeña mesa está puesta cerca de la puerta de entrada, sobre la calle. Hiroshi y Priss, vestidos con ropa muy informal, están sentados en unas sillas próximas al mencionado mueble.
Priss comienza a beber leche de un envase que tenía a un costado. Cuando llega a la mitad del contenido, lo deposita en la mesa.
Priss Tengo que conseguirme un lugar para vivir.
Hiroshi ¿Ya no quieres estar conmigo?
Priss No seas tonto, es solo que no puedo seguir viviendo en tu tráiler.
Hiroshi Mi casa es tu casa, ya lo sabes; pensé que... Priss ¡Hiroshi!
Hiroshi ¿Qué?
Priss Ya no somos niños. Nada es igual. Hiroshi ¿Qué quieres decir?
Priss Que necesito valerme por mí misma. Ya no puedes cuidarme. Quiero conseguir un trabajo, alquilarme un departamento, cumplir mis sueños.
Hiroshi Priss.
Priss ¿Qué?
Hiroshi toma su mano.
Hiroshi No te preocupes, yo me voy a encargar de todo, te lo prometo.
Priss sonríe.
Priss Últimamente no cumples tus promesas.
Hiroshi ¿Cuándo te he fallado o mentido? ¡No contestes!
Los dos se echan a reír.
Hiroshi ¿Qué vas a hacer hoy?
Priss Practicar algunas notas. Crear música, lo de siempre.
Hiroshi Que vida atareada que llevas.
Se produce un silencio incómodo.
Priss ¿Ves? Por estas cosas quiero vivir sola.
Hiroshi Es una broma, mi amor.
Hiroshi se levanta de la silla.
Hiroshi Bueno, tengo que vestirme e irme a trabajar. Alguien tiene que traer la comida al hogar.
Priss Ay, si, mira tú al hombre que se cree muy importante. Pero, ¿sabes qué? No eres tan genial.
Hiroshi Anoche en la cama no me dijiste lo mismo.
Priss ¡Ay, cállate!
El muchacho, riéndose, entra en el tráiler cerrando la puerta detrás de él.
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Se avecina la noche. Las infinitas luces nocturnas de la ciudad no llegan a iluminar el sombrío lugar en donde está aparcado el remolque. El rugido de la motocicleta roja retumba en los vidrios de éste. Hiroshi la apaga, la estaciona en un poste derribado y se quita los guantes y el casco negro. Luego introduce un chicle en su boca.
Priss sale a la calle.
Priss Llegaste tarde.
Hiroshi Te tengo buenas noticias.
Priss Adoro las buenas noticias.
Hiroshi Tu queridísimo novio ha cumplido su promesa.
Priss ¿Me conseguiste un empleo?
Hiroshi ¿Tú qué crees?
Priss esboza una sonrisa.
Hiroshi Hablé con mi superior y lo convencí. Necesitan personal de limpieza en la fábrica. No es un gran trabajo pero para empezar está bien. Puedes presentarte la próxima semana.
Priss Sabes que te amo, ¿no?
Hiroshi sonríe. Hiroshi Ah, tengo algo para ti.
Extrae un pequeño estuche azul de su bolsillo izquierdo. Luego lo abre. En su interior había un hermoso anillo.
Hiroshi ¿Te gusta?
Priss ¿Me estás proponiendo matrimonio?
El rostro del muchacho manifiesta un susto gigantesco.
Priss ¡Es broma, es broma!
Da un suspiro y luego le introduce la sortija en el dedo.
Priss Precioso.
Hiroshi Ya lo sé. Gracias.
Priss El anillo.
Hiroshi Ah, sí. También. Perteneció a mi abuela y es el único objeto que heredé de mi madre.
Priss ¿En serio?
Hiroshi No, lo acabo de comprar en una bonita tienda del centro.
Priss, riéndose, le da un pequeño empujón.
Priss Eres incorregible.
Hiroshi Ah, casi me olvido.
Hiroshi busca en su otro bolsillo y extrae un cd.
Hiroshi Mira lo que conseguí.
Se lo entrega. Priss observa la parte superior.
Priss No puedo creerlo.
Hiroshi Hey, así soy yo.
La muchacha aprieta el cd contra su pecho y cierra sus ojos.
Hiroshi No te pongas melancólica. Ven, salgamos. Comamos afuera. Además quiero comprarte mejor ropa.
Priss ¿Como la que tienes puesta?
Hiroshi ¿Qué tiene de malo?
Priss Esa chaqueta de cuero y esos pantalones pasaron de moda hace cincuenta años.
Hiroshi Me gusta más la vestimenta de esa época.
Priss Bueno, me cambio y salimos.
Hiroshi Dale, estás bien vestida así. Priss Espera.
Hiroshi la toma de un brazo y la lleva hacia donde se encuentra la motocicleta.
Hiroshi De paso, quiero enseñarte a andar en moto.
Priss No te molestes, esta máquina es demasiado veloz como para mí. Además es muy tecnológica, no creo que pueda entenderla.
Hiroshi Prácticamente todos los vehículos de ahora son así.
Le entrega el casco a Priss.
Silencio.
Hiroshi Si me lo preguntas, me hubiera gustado haber vivido en el siglo XX, donde, según lo que he leído, los automóviles se conducían de forma diferente; y no dependía casi todo de sistemas automatizados, como los aparatos de ahora.
Priss, mientras se introduce el casco, presta atención a sus palabras.
Hiroshi Por eso me gustan las motos. Su manera de manejarlas no difiere mucho de antes.
Priss Pero tú y yo nacimos en el centro de este mundo cibernético. ¿Cómo puedes añorar una época que no viviste?
Hiroshi ¿Ves algún espacio verde a tu alrededor? Cualquier tiempo pasado debió ser mejor que éste.
Largo silencio.
Hiroshi hace un pequeño globo con el chicle que tiene en su boca. Luego lo explota con los dientes y lo vuelve a mascar.
Hiroshi ¿Sabes? La tecnología es como los globos que puedo hacer con esta goma de mascar. Priss ¿Eh?
Hiroshi Cuanto más grandes, mejores y más bellos son. Pero puede ocurrir que.
Crea un globo que va creciendo de tamaño hasta que le estalla en la cara. Luego le echa una mirada a su novia como preguntándole: "¿Me entiendes?"
Priss, con cara de disgusto, saca un pañuelo de uno de sus bolsillos.
Priss Límpiate.
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La tarde siguiente.
La luz del crepúsculo baña la ciudad hiperpoblada no solo de personas, sino también de Voomers, robots dedicados a tareas de reconstrucción y servicio.
Hiroshi termina de ponerse los guantes y el casco, arranca la moto y se dirige hacia su tráiler.
Se adentra en una calle oscura y el semáforo lo detiene. Abre la lente del casco y se lleva nuevamente un chicle a la boca.
Aparecen tres motocicletas. Dos se ubican a su derecha y uno a su izquierda. Uno de los motociclistas lo observa detenidamente.
Motociclista Linda moto, eh?
Hiroshi les echa una mirada penetrante.
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Priss está tirada en la cama con cara de preocupación. Se levanta, mira el reloj y luego observa por la ventana pequeña del remolque. La oscuridad no le deja ver nada. Vuelve a acostarse. El timbre del teléfono interrumpe el silencio. Ella levanta el tubo.
Priss ¿Hola?
Silencio.
Priss Sí, soy yo.
Largo silencio.
Su mirada cambia drásticamente.
Priss ¿Cuándo?
La voz se le quiebra.
Priss Sí.
Su brazo izquierdo comienza a temblar de tal manera que casi se le cae el tubo.
Priss Sí..., iré para allá.
Priss cuelga.
En su rostro se funden varios estados de ánimo: estupor, enojo y una tristeza extrema.
Da un par de pasos y pierde el equilibrio. Cae de rodillas. Cruza sus brazos como tratando de abrasarse a sí misma. Balbucea casi sin voz algunas palabras incomprensibles y estalla en llanto.
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La estación policial está casi desértica. Solo se escuchan algunos pasos. Priss, vestida de igual manera que en el tráiler, está sentada en uno de los sillones de espera con la mirada perdida. Un policía se le acerca.
Policía ¿Es usted Priscilla Asagiri?
No hay respuesta.
Policía ¿Señorita?
Priss, sin mirarlo, asiente con la cabeza.
Policía Lamento lo sucedido.
Pasan largos segundos sin un mínimo sonido.
Policía Los testigos declararon que luego de luchar con los motociclistas, intentó resistirse al asalto haciendo arrancar la moto. Pero uno de ellos tenía un arma de fuego. Le disparó por la espalda cuando se escapaba y la bala le atravesó el pulmón derecho. Cuando llegó la ambulancia ya era tarde, los doctores no pudieron hacer nada.
Largo silencio.
Policía ¿Tenía algún familiar?
Ella niega con la cabeza.
Policía Lo siento.
El policía da media vuelta y se va. Luego se detiene.
Policía Si le sirve de algún consuelo, apresamos a los delincuentes y recuperamos su moto. Puede llevársela, si sabe conducirla; pero antes tendrá que hacer algunos trámites.
Al ver que la muchacha no reaccionaba, el oficial se retira.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Priss llega al tráiler conduciendo la moto. La deja en el poste de siempre y entra. Se tira en la cama mirando al techo. Luego de algunos minutos de inactividad, dirige su vista hacia un pequeño armario y se levanta. La tensión en su rostro hace que su estado de ánimo sea indescifrable. Saca del mueble un par de guantes negros de motociclista, una chaqueta roja y un casco del mismo color.
Sale por la puerta. Se coloca dicha vestimenta y clava la mirada en el anillo que tiene en su dedo. Se lo quita, lo mira detenidamente por unos segundos y luego lo lanza hacia lo profundo de la noche. Apenas se escucha el sonido de cuando aterriza vaya a saber uno dónde.
Camina hacia la moto y se monta en ella. Se pone el casco. Aprieta un botón y la lente de éste se cierra. Enciende el motor y enfila hacia la autopista.
Los edificios quedan atrás. Y con ellos las luces artificiales.
Las líneas blancas en el asfalto, recorridas a toda prisa e iluminadas por el foco delantero, provocan somnolencia.
Varios minutos más tarde, el sol empieza a asomarse en el horizonte. Hay muy poco tránsito.
El velocímetro digital marca 212 kilómetros por hora.
