Abrazándola

Escrito por Natalia

Yoh enterró su cabeza en el hueco entre el cuello de Anna y su hombro. Su mano derecha apoyada gentilmente contra el pecho derecho de la joven itako. El fino material del vestido era frío al tacto, pero lo que él deseaba era el calor de piel a piel. Moviéndose lentamente, colocó una rodilla entre las piernas de Anna, abriéndolas cuidadosamente.

Las manos de ellas se alternaban entre acariciar su cabello o hacer círculos sobre su espalda. Su toque le parecía fuego al joven shaman. Ella susurró su nombre, e Yoh no se puedo contener.

Su rodilla era más insistente ahora, y en el momento en que la presión logró separar sus piernas, Yoh se acomodó en el futon de tal manera que quedase sobre ella. Sus dedos estaban ocupados con los botones de su vestido mientras su lengua seguía un hambriento camino que iba desde su cuello hasta el valle de su pecho.

Pero las manos de Anna estaban en sus hombros, alejándolo. "Espera, Yoh," murmuró.

Yoh no la escuchó. Todos sus amigos estaban fuera y quería aprovechar su noche a solas de la mejor manera posible. Ella por primera vez le había cocinado algo, que sorpresivamente sabía bien, y se había devorado completamente la comida preparada por Anna. Luego se habían recostado sobre su futon, solamente hablando – hasta ahora. Yoh no podía evitarlo; no había manera de que fuera a parar. Logró quitarle el vestido, exponiéndola al frío aire de la noche. El signo de su delicada piel lo estaba volviendo loco, lo estaba intoxicando. Se podía ahogar en ella si lo dejaba.

"Yoh."

Su voz era más firme ahora, pero todavía áspera con deseo. Levantó la cabeza, mirando fijamente sus ojos negro azabache. Yoh sabía que ella también lo deseaba. Entonces, ¿por qué lo estaba deteniendo? La besó apasionadamente.

Su única protesta fue un suave jadeo, y una gentil fuerza de sus manos separando su torso del de ella. Su lengua aún batallaba la suya más agresiva con derrota, por lo menos cuando se trataba de intimación física. Yoh sonrió para sí mismo. Se iba a rendir en cualquier minuta ahora. Gentilmente rompió el beso y levantó su rostro en triunfo.

Pero Anna estaba temblando en sus brazos. "No estoy preparada todavía."

"Anna," Yoh se quejó. Su mano izquierda abandonó su pecho para enrular un mechón de su cabello rubio en su dedo. "Está bien," le aseguró. No sabía cuanto más podría mantener esta charla. Estaba queriendo tanto.

Se liberó del abrazo de Yoh y se sentó en el pequeño futon. "Gomen, Yoh," dijo suavemente, sus cachetes colorados.

Dios, era tan hermosa que iba a explotar. ¿Cómo podía hacerle esto? "Anna, por favor," le insistió. Un shaman nunca suplicaba. Pero cuando se estaba así de cerca al cielo, ¿de verdad, quién podía culparlo?

"No estoy preparada todavía," le repitió. "Además, dijiste que me comprendías y me esperarías." Su tono había pasado de ruego a acusación.

¡Maldita sea está mujer! "¿Por cuánto tiempo, Anna? No soy un santo."

"Lo se," le contestó irritadamente.

Ella se estaba abotonando el vestido cuando el agarró su mano. "No puedes dejarme así."

Sus ojos abiertos eran inocentes. "¿Quién dijo algo de dejarte? Puedes quedarte aquí y dormir a mi lado, si quieres."

"Sabes a lo que me refiero," Yoh murmuró enojadamente. "Vos también me besaste. Lo quieres tanto como yo."

"Y puedes decirme ¿qué quiero tanto?" le preguntó, soltándose y acomodándose el vestido.

"Esto," Yoh respondió, agarrando su pera mientras golpeaba sus labios contra los de ella. Ella dudó por un corto segundo, pero finalmente separó sus labios dulcemente para recibir su beso. Yoh se le acercó y la presionó contra la pared, sus brazos sosteniéndola con su fuerza, sus piernas apretando las de ella en posesión.

Pero Anna no dejaría que le ganen. Retiró su boca de la de él. "¿Puedes dejar de pensar en eso por un segundo y escuchar lo que tengo que decir?"

"¿Cómo puedo hacerlo cuando cada parte de mi ser solo quiere amarte?"

"Sabes como me siento —"

"¿Entonces por qué no podemos solo hacerlo?" gritó en frustración.

Sus ojos se encendieron. "¡Porque solo es tu cuerpo el que está hablando!" le contestó en un igual tono de voz. "Por una vez, Yoh, ¿puedes pensar algo antes de apresurarte a hacerlo? Las cosas no son así de simples, vos sabes."

Yoh la soltó y se alejó. "Lo he pensado. Y te deseo. No me hagas suplicarte de nuevo, Anna."

"Entonces no lo hagas," le contestó.

Algo en él no aguanto. "Está bien," le dijo, levantándose del futon. Agarró su camisa del suelo y se la puso de una sola pasada.

"¿Y a dónde crees que vas a esta hora de la noche?" La voz de Anna era firme, pero debajo de ella, Yoh pudo notar un poco de preocupación. Ella estaba respirando fuertemente. Su pecho subía y bajaba con cada respiro, y su vestido aún estaba arrugado revelando algo de carne fresca. Por su vida, no sabía cuanto más podrías quedarse en la misma habitación de ella y sin poder tenerla.

"A algún lugar donde puede conseguir lo que quiero," le respondió gritando mientras se dirigía hacia la puerta. Escuchó su suave inhalación de aire pero el estaba decidido. Partiendo, Yoh cerró la puerta de la pensión con una finalidad obvia.

---

Esa mujer sería la muerte de él. No podía entender como podía negarle eso cuando todo entre los dos se sentía tan bien, tan perfecto.

Yoh revisó su reloj. Eran justo las once y media, y seguro los clubes estaban todavía llenos de acción. Decidió en ir a La Isla, un Nuevo bar del que Horo Horo y Ryu habían estado hablando. Por centésima vez, Yoh se preguntaba como lo hacían sus amigos. Apostaba a que seguro ninguno de ellos tenía problemas en conseguir chicas y mantenerlas en la cama.

Pero luego, razonó, ninguno de ellos tenía una chica como Anna Kyouyama.

La entrada del boliche estaba llena de personas, e Yoh pasó a través de ella a propósito. Pero antes de que pudiera alcanzar la puerta principal, alguien ya se le había colgado del brazo.

"Hola, lindo," una mujer alta y voluptuosa le susurró, frotándole el brazo con sugestión. "¿Buscando compañía para la noche?"

Estudió a la mujer cuidadosamente. Tenía pelo largo y pesado y aún más pesado maquillaje. La blanca blusa que vestía desgarrada a través de su pecho para mostrar una generosa cantidad de la división de sus pechos. Su sonrisa era una marca roja sobre sus labios, una invitación, una tentación. Era tan diferente a Anna.

Anna.

Dejó que ella lo guiara a dentro, donde las brillantes luces y la fuerte música eran un asalto hacia los sentidos. La mujer lo empujó hacia la barra, donde inmediatamente pidió dos cervezas. Cuando las bebidas llegaron, Yoh rápidamente se la bajó, pero la mujer estaba más interesada en otras cosas. Ya se había sacado un zapado y estaba masajeando con el mismo la pierna de Yoh. Sus brazos estaban apoyados sobre sus hombros, y su aliento era cálido en su cara. Era tan diferente a Anna.

Anna.

Ese nombre seguía apareciendo en su mente. Observó la bebida en su mano, preguntándose por qué se molesto en venir a este lugar. Yoh la alejó de él. Sólo había una sola cosa en su mente.

Anna.

"Vamos, lindo," la mujer lo persiguió. "¿Por qué no me das una oportunidad?"

Pero él ya se estaba yendo. "No estoy interesado."

---

La luz todavía estaba prendida en el cuarto de Anna cuando Yoh regreso a la pensión. ¿Se quedó despierta todo este tiempo solo por él? El pensamiento calentó su corazón y lo envolvió en un cálido abrazo. La amaba tanto. Y a pesar de que ella rara vez lo admitía, él sabía que ella también lo amaba.

Entró a su cuarto y la encontró acurrucada contra la pared. Estaba abrazando sus piernas contra su pecho, su cabeza estaba enterrada en sus brazos. Cuando levantó la mirada, Yoh pudo ver la expresión de tristeza y lágrimas en su cara. Por un pequeño momento, vio el dolor acechando en sus ojos y ese pensamiento lo sorprendió. ¿La hizo llorar?

Justo mientras abría la boca para disculparse, ella se paró. "¡Estúpido idiota!" le gritó. Sus ojos estaban llenos de ira ahora. Cruzó la habitación en dos rápidos pasos para golpear sus puños contra su pecho. "Encima hueles a su perfume, perezoso bastardo. ¿Con cuántas mujeres lo hiciste, eh? Tienes una fuerte actitud, creyendo que puedes entrar aquí después de que — de que—"

Yoh atrapó sus muñecas con sus largas manos. "Anna, ¿de qué estás hablando?" Mientras su enojo continuaba, se dio cuanta de algo. Una divertida sonriso se formó en su rostro. "¿Estás celosa?"

Ella se quejó en su amarre. "¿Yo, celosa? ¿Por qué estaría celosa? Si eres un testarudo, cerebro de cerdo, insensible idio —"

La besó.

Ella lo alejó. "¿Cómo te atreves a besarme después de que te fuiste e hiciste —?"

Yoh le dio una pequeña sacudida a sus hombros. "Anna. ¿En serio crees que haría algo como eso?"

Todo el fuego parecía abandonarla. Anna sostuvo su cabeza y se dio la vuelta, sin querer mirarlo a los ojos. "Qué se yo," le respondió honestamente. "Eres un chico después de todo."

La agarró más fuerte y la acercó hacia él. "¿En serio tienes tan poca fe en mí?"

"Me lo merezco," murmuró en su pecho, sus palabras haciéndole cosquillas.

"Eres una tonta, ¿sabías? No podría hacer eso. No a ti. Además, ¿no me estabas escuchando cuando dije que eras la única para mi?" le cuestionó.

Anna se estaba sonrojando, pero sus ojos aún estaban desconfiados. "Dijiste que ibas a conseguir lo que querías. ¿Qué otra cosa podía pensar?"

Él la soltó y buscó en sus bolsillos de los cuales sacó un pequeño juguete rojo. Era rectangular, con una larga pantalla negra arriba de diferentes caracteres y botones. Se lo arrojó suavemente. "Encontré un local de conveniencias, eso que están abiertos las veinticuatro horas del día. Pensé que te gustaría. Es una alarma que te permite recorder las cosas que debes realizar." Caminó hacia donde ella estaba y tomó el juguete entre sus manos para mostrarle como funcionaba. "Tiene adentro un reloj y un sistema de alarma. ¿Ves? Ya lo he programando. A las ocho de la mañana…"

Apretó un botón y el juguete sonó suavemente. Lo sostuvo hacia Anna para que ella pudiera leer las palabras que aparecían en la pequeña pantalla.

"Darle a Yoh el beso de Buenos Días," leyó en voz alta. Ella hizo un gesto de enojo.

Él ignoró su expresión y presionó otro botón. "Luego al mediodía…"

"Almorzar con Yoh."

"Luego a las cinco…"

"Despedir a Yoh con un beso." Anna se quejó. "Esto es idiota. Mi vida no gira alrededor tuyo, sabías."

Pero Yoh estaba todavía ocupado con el juguete. "Luego a las nueve…"

Anna suspiró y continuó leyendo. "Darle a Yoh su beso de Buenas Noches. Eso si que son muchos besos."

"Y por ultimo a las diez…"

"Recordarle a Yoh que prometió esperar."

Anna le sacó el juguete y observó el último mensaje, leyéndolo nuevamente en silencio. Parecía una eternidad todo lo que se quedo con el juguete entre sus manos. Cuando finalmente levantó la mirada para mirarlo, sus ojos estaban brillando con lágrimas sin derramar. "Yoh Asakura, tu eres algo más," le susurró.

"Si, jeje," se rió. En una relación donde constantemente se están ocultando sus emociones, esto era sin duda uno de esos raros momentos para recordar.

Anna se paró y apoyó sus labios ligeramente sobre los de él. Sus brazos lo abrazaron mientras él profundizaba el beso. Dejándose llevar por sus instintos, Yoh la abrazó más fuerte, tratando de moldear su cuerpo al de ella.

Un suave chillido sonó tras él. Rompió el beso para ver a Anna jugar con el juguete en una mano.

Yoh la miró. "Tonta. Así no es como se usa." Trató de arrebatárselo, empezando a arrepentirse de haberlo comprador.

Ella lo escondió trás su espalda, lejos de sus manos. Él se le lanzó encima, tirándola de espaldas sobre el futon.

Su rostro estaba al lado del de ella. Yoh acomodó su voz. "Siento haberte dejado solo hoy a la noche. Pero te amo, Anna. Sólo quiero poder mostrarte cuanto. Y tu solo tientas mi paciencia a veces."

Ella se acurrucó más cerca de él. "Lo se," dijo suavemente. "Pero a veces, Yoh, a veces solo quiero que me abraces."

Los brazos de Yoh la abrazaron lentamente mientras él besaba la punta de su cabeza tiernamente. Todavía había muchas cosas por decir. Pero abrazarla estaba bien. Y justo ahora, abrazarla era suficiente.

Fin

--------------------------------

Notas de la Autora:

Lo que hizo Yoh al principio estuvo muy mal. Las hormonas en los adolescentes pueden ser muy traicioneras a veces. Aunque la forma en que le pidió perdón con ese aparatito es re-dulce. ¡Quiero un Yoh para mi! Pero claro, si eso pasara Anna me mandaría a volar y no creo aterrizar en algún planeta cercano a la Tierra.

Bueno, cambiando de tema, vamos pasar a lo que es habitual en mí: ¡los personajes están OOC! ¿Cómo adivinaron? Por Dios, ¿qué jamás haré un fic normal? Creo que no U Y me considero escritora de fanfics… que fraude…

Antes de que me olvide quiero agradecerle a Anna Asakura todo el apoyo que me da a través de sus comentarios aunque tal vez ella no se de cuenta. ¡Muchas gracias por estar ahí!

Después de los agradecimientos si ya no los molesto más… aunque si quieren pueden dejar reviews…