DISCLAIMER: nada de esto me pertenece, Rumiko y Bécquer son los autores, yo solo utilicé algo de lo que ellos hicieron....
CERRARON SUS OJOS
Él corría tan rápido como sus piernas se lo permitían, vio a lo lejos como varios hombres la sostenían encima de sus hombros, entre ellos, pudo distinguir un largo cabello plateado, más no estaba acompañado por su característico atuendo rojo, la colocaron en un improvisado altar de madera, en una de las chozas que seguían manteniéndose en pie. Pudo ver como murmuraban, al fin había logrado alcanzarlos, pero ellos no parecían escucharlo – hola – nadie le respondía, vio llorando en una esquina de la choza al pequeño zorrito, afectuosamente se acercó a él – Shipou? Te encuentras bien? – el zorrito pareció asustarse y salió corriendo con lágrimas empañándole los ojos, notó que todos murmuraban lo mismo, parecía ser una oración.
Cerraron sus ojos
que aún tenía abiertos,
taparon su cara
con un blanco lienzo,
y unos sollozando,
otros en silencio,
de la triste alcoba
todos se salieron.
Al fondo de la habitación se encontraba su cuerpo, algunas personas se acercaron, la miraron por unos segundos, y así poco a poco, la sala se fue desocupando, pero él era incapaz de dar un paso al frente, sintió una paz a su alrededor, una buena energía, volteó a ver, y lo único que vió fue a una pequeña mujer parada junto a él, totalmente cubierta de pies a cabeza de negro "una anciana" pensó – perdón podría usted decirme- pero la mujer se marchó a mitad de la frase
La luz que en un vaso
ardía en el suelo,
al muro arrojaba
la sombra del lecho,
y entre aquella sombra
veíase a intervalos
dibujarse rígida
la forma del cuerpo.
- eres tu?- preguntó con miedo no acercándose a la figura ahora totalmente visible para él, "no puede ser" lágrimas brotaron de sus ojos, si yo, yo hice todo lo posible
Despertaba el día
y a su albor primero
con sus mil ruidos
despertaba el pueblo.
Y recordó, esa imagen que quería borrar de su mente
- SANGO ERES TU?- corrió hasta el cuerpo que estaba tendido frente a él – estas cubierta en sangre, que pasó acá? – se arrodilló y apoyó la cabeza de la joven exterminadora sobre su regazo - Sango, Sango? Me escuchas? - unos gemidos fue todo lo que obtuvo por respuesta – no te vayas, no me dejes – la joven estrechó la mano del monje con las pocas fuerzas que le quedaban – eso, reacciona! – poco a poco el apretón se volvió menos duro, y la respiración más pausada – no me dejes – escuchó detrás suyo unos gritos – MIROKU!! – "joven Kagome" volteó a ver, y a sus espaldas un enorme youkai estaba a punto de atacarlo, saltó y esquivó el golpe, y se alejó lo más que pudo de Sango internándose en el bosque, Kagome corrió hasta ella, eso fue lo último que supo, la estaban atendiendo.
De la casa, en hombros,
lleváronla al templo,
y en una capilla
dejaron el féretro.
Allí rodearon
sus pálidos restos
de amarillas velas
y de paños negros.
- no!!!! – Salió corriendo de la habitación, no sin darle al cuerpo una última mirada, se tropezó con alguien a la salida, pero solo él parecía notarlo, notó que la anciana que antes había visto, era Kagome, que tenía los ojos hinchados, y estaba cubierta por un chal, corrió lo más rápido que pudo, alejándose, cuando no podía ver más la choza, se detuvo y cerró los ojos, los abrió unos minutos después, estaba en un lugar totalmente diferente
Al dar de las ánimas
el toque postrero,
acabó una vieja
sus últimos rezos,
cruzó la ancha nave,
las puertas gimieron
y el santo recinto
quedóse desierto.
- Porqué lloras? – su voz resonaba como un eco – yo estoy aquí no te preocupes – Caminó lentamente hasta la joven arrodillada frente suyo – te ves tan hermosa, aún llorando- extendió su mano para tocarle el hombro – aunque odio verte así, prefiero que me pegues – su mano pasó derecho, como si la joven no estuviera ahí – que está pasando? Donde estoy?
De un reloj se oía
compasado el péndulo
y de algunos cirios
el chisporroteo.
Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto
todo se encontraba
que pensé un momento:
"¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!"
- que solo estoy, que sola estás, porqué?, donde están todos? – volteó su cabeza en todas las direcciones posibles – donde estamos?, hace poco estaba en la aldea de exterminadores – miró de nuevo a su alrededor – y ahora, cerca de donde te vi por primera vez, que está pasando? – se arrodilló junto a ella – háblame, no me ignores!!!!, Sango agarró con fuerza algo del suelo y lo apretó contra su pecho, mientras más lágrimas brotaban de sus ojos, él pudo notar, el rosario que solía usar en su mano derecha, instintivamente la miró, y vió que no tenía nada
De la alta campana
la lengua de hierro
le dio volteando
su adiós lastimero.
El luto en las ropas,
amigos y deudos
cruzaron en fila,
formando el cortejo.
y lo recordó, había ido al bosque tratando de protegerla, tuvo una feroz batalla, era un youkai muy poderoso, no podía usar a kazana porqué había insectos de Naraku a su alrededor, se limitó a luchar con sus manos, lo hirió, se sentía orgulloso, lo había hecho, pero no notó que antes, lo habían herido a él, perdía mucha sangre, su visión era nublosa
Del último asilo,
oscuro y estrecho,
abrió la piqueta
el nicho a un extremo;
allí la acostaron,
tapiáronla luego,
y con un saludo
despidióse el duelo.
Había estado esperándola, se había negado a avanzar, siempre una sombra tras ella, ahora entendía, porqué desde hace días no le hablaban, no lo veían, lo habían sepultado hace ya varios días.
La piqueta al hombro
el sepulturero,
cantando entre dientes,
se perdió a lo lejos.
La noche se entraba,
el sol se había puesto:
perdido en las sombras
Todos se alejaban de su tumba, Sango iba abrazada a Kagome, apenas sosteniéndose, Inuyasha detrás de ellas, sin emitir un solo sonido, su cara totalmente seria
En las largas noches
del helado invierno,
cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero,
de la pobre niña
a veces me acuerdo.
Cerró los ojos de nuevo, tratando de detener las lágrimas, y volvió a la aldea, junto al cuerpo de Sango, la contempló de cerca, viendo de vez en cuando a la gente que volvía a entrar, llorando y sollozando.
Allí cae la lluvia
con un son eterno;
allí la combate
el soplo del cierzo.
Del húmedo muro
tendida en el hueco,
¡acaso de frío
se hielan los huesos...!
ella se levantó, él la vió, pero nadie más pareció notarlo, caminó hacía él, con esa sonrisa que lograba hacerlo sonrojar, le agarró la mano y casi en un susurro dijo – Gracias- él la miró, y miró a las personas a su alrededor – de que? – ella sonrió de nuevo – por esperarme – y lo bes
¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es, sin espíritu,
podredumbre y cieno?
¡No sé; pero hay algo
que explicar no puedo,
que al par nos infunde
repugnancia y duelo,
a dejar tan tristes,
tan solos los muertos.
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Cerraron sus ojos de GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
Espero que les haya gustado, y haber dejado en claro lo que quería, mi idea, era que Miroku, tratara de recordar, lo que había pasado con Sango, el muerto era él, Sango murió después, por vejez, pena moral o yo q sé, Miroku era un atado, y solo descansó en paz, porqué ella iba a reunirse con él.
Que esperan? Dejen reviews!!!!
