Notas de la Autora:

La primera parte de este fic transcurre cuando Anna va a Izumo y habla con los abuelos de Yoh sobre Hao. Luego el fic pasa al punto de vista de Yoh, quien ya sabe que es el hermano gemelo del mismo.

Espero que lo comprendan.

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Sobre Pájaros y T
Escrito por Natalia

Anna estaba sola en la sala de la casa de la familia Asakura en Izumo.

El sol de la tarde podía ser descrito como cegador. Las sombras estaban muertas y ella estaba sentada lejos de la ventana, y aún los brillosos rayos dorados pasaban tras ella, el dorado translucido se posaba contra la parte de atrás de su cuello y brazos formando alargadas sombras sobre las mesa delante de ella. Movió su cabeza para bloquear la luz de la parte del libro que estaba leyendo, pestañando mientras la luz cambiaba su mirada.

Libros sobre libros, la mesa estaba cubierta por libros estando distribuidos uniformemente en hileras sobre la madera. El sol golpeaba contra su suave superficie y se reflejaba con la casi la misma dolorosa intensidad, para mantener sus ojos ocupados con las hojas frente a ella. ¿Cuánto tiempo estuvo leyendo encerrada en ese pequeño cuarto? No tenía ni idea, y tampoco le importaba; eso ocupaba su mente y la dejaba sin la oportunidad de pensar en… cosas.

Liberó una silenciosa exhalación de aire que movió el pelo que tenía sobre su rostro.

Leyendo algunas oraciones, se dio cuenta de que no veía las palabras que la formaban. Algunas aves estaban cantando fuertemente afuera; hubiese sido nada más que una molestia pequeña bajo circunstancias normales, pero por alguna razón sin nombre el ruido era una insufrible melodía que rechinaba en sus oídos terriblemente. Y el aleteo aumentaba su volumen, burlándose de su incomodidad, su frustración, hasta que llegó al punto que no se podía aguantar más y gritó nerviosamente. Si hacer caso de nada tiró los libros de la mesa, haciendo que las perfectas pilas de blanco se desmoronaran en forma de nubes de polvo -

- y agarró un horrible jarrón gris de porcelana que contenía un ramo de marchitas flores y lo tiró salvajemente contra el suelo.

Hubo un satisfecho, enfermizo y fuerte crash, y todo se tranquilizó.

La joven itako se quedó quieta, respirando agitadamente como si hubiese terminado recién de correr, sus manos aferradas a sus rodillas. El silencio que había descendido tan abruptamente casi parecía poderse cortar con un cuchillo. Flequillo dorado y sudado cayó frente a ella, obscureciendo su vista; cerró sus ojos y trató de acallar el gritó de sus oídos. Se dio cuenta de que estaba agitada y respirando con dificultad, preguntándose por qué el sonido parecía venir de tan lejos.

Días pasaron – horas transcurrieron – ¿o solo fueron meros minutos antes de caer de rodillas a lado de las ruinas del jarrón, alcanzándolas con una agita mano para levantarlas? Estaban tiradas en el camino de la luz que rebotaba en ellas hacienda que sus apagados cuerpos parecieran más brillosos de lo que en verdad son. Luego un largo pedazo de porcelana estaba en su mano, y contó una pieza, dos piezas… demasiadas piezas que eran grandes o pequeñas, demasiado diminutas para ser vistas…

La puerta se abrió.

"¡Anna!"

¿Kino-san?

El sol la estaba envolviendo, y estaba caliente. Las cuatro paredes se movieron durante varios latidos de corazón, y solo se percato de un par de débiles brazos atrapándola antes de sumergirse en una ola de oscuridad.

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Estaba acostada en algo suave – que extraño, ¿no estaba leyendo en la sala? – y hacía frío, bendito frío. Ojos negros se abrieron, y mientras el mundo se acomodaba vio que estaba acostada en el sillón de la sala. Al costado, una figura estaba parada con su espalda hacia ella, apoyando una pequeña taza de té en la mesa.

"Kino-san..."

"Te despertaste," la mujer mayor de numerosas arrugas respondió sin darse vuelta. "Que bien. Estaba empezando a preocuparme."

La memoria volvió a ella, y el colorado tiñó la cara de la joven mientras se levantaba. "Me – desmayé, ¿no?"

"Si." La voz de Kino Asakura era cuidadosamente blanda. "Te agradecería que te cuidaras mejor, Anna. Yohmei dijo que estabas deshidratada, desnutrida y careces de sueño. Eso es muy malo."

La joven mordió su labio inferior, bajando la mirada para evitar encontrarse con la de Kino. "... Está bien," respondió desmayadamente.

"Ahora," Kino continuo calmadamente, "me acompañarás con una taza de té y un suave refresco, si lo deseas. Es un día caluroso, y necesitas algo para contenerte antes de la cena."

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Se sentaron a la mesa, y Kino vertió té helado para las dos. Kino tomaba su té placidamente, haciendo pequeñas conversaciones - ¿a qué hora se estaba yendo a dormir últimamente? ¿Si estaba comiendo tres comidas diarias? ¿Toda estaba bien con ella?

Ella miraba su taza de té, observando su propio reflejo moverse y desaparecer en el translucido líquido. No, quería responder a la última pregunta, no. ¿Cómo podía ser eso posible, si Yoh se había ido a Norte América y se iba a enfrentar contra un poderoso Hao? Pero no dijo nada, o ese pensó antes de que Kino la llamara directamente, y vio la mirada de simpatía otra vez en esos ojos. Y por un breve momento se dio cuenta que esos ojos sólo se ponían gentiles cuando estaba Yoh presente.

"Te ves preocupada," y la voz de Kino era tranquila. "No puedo decir que sería la mejor de las confesoras, pero me encontrará dispuesta a escuchar. Creo que sería bueno que lo dejes salir de tu pecho."

Tragó un poco de té; sabía como a cenizas en su boca. "Estoy bien, Kino-san."

"Seré vieja, pero conozco una mentira cuando la escucho," la anciana respondió. "Y no puedo leer tu mente, pero es más que obvio que te estás preocupando y enfermando por Yoh."

La anciana la miró duramente, y Anna la observó con una mirada de asombro "¿Cómo-?" logró articular, y tragó nuevamente, las palabras pegándose en su garganta. "¿Cómo lo-?"

La miró a los ojos. "¿Crees que no me preocupo yo por él?"

La rubia se sonrojó. "Yo no dije eso."

"Pero lo olvidaste." Kino tomó otro sorbo de té. "Eso es entendible, y no es algo que guardo contra ti. Y entonces he respondido tu pregunta sin finalizar, desde el punto de vista de una persona que se preocupa por él tanto como tu. Tal vez no de la misma manera." Arqueó una ceja en dirección a su joven elegida para ser esposa de su nieto.

"Kino-san..."

"Es natural que te preocupes por Yoh," Kino dijo tiernamente. "Y estoy feliz de que te preocupas, porque tu eres una de las pocas personas de la que él aceptará consuelo. Pero arruinaras tu salud si sigues así y causaras que él se preocupe por vos. Por tu salud y la de Yoh, te repito que te cuides mejor. No le hará a ninguno de los dos bien si descansas inadecuadamente y no comes apropiadamente." Le dirigió una sonrisa suave. "Se que estoy SINDO mandona, pero tu sabes que sólo digo la verdad. Por favor considera lo que te dije cuidadosamente."

"Kino-san." Trató de decir – las palabras no la estaban ayudando hoy. "¿Cómo – cómo puede soportarlo? ¿Cuándo él la visita vistiendo esa sonrisa plástica? Y…"

y cuando puede ver la tristeza en sus ojos que la sonrisa falsa no puede esconder por un segundo, y cuando puede sentir que es lo que está en realidad pensando y a veces te llega hasta el punto de largarte a llorar...

"Tienes razón," ella dijo suavemente. "No lo puedo soportar, y se que tu tampoco. Por eso es que es imperativo que no lo soportes, Anna. Debes ayudar a Yoh, porque eres la única que tiene la habilidad de lograrlo."

"¿Por qué está tan segura de eso?" murmuró.

Kino sonrió tristemente. "Porque, Anna, siempre quise nada más que lo mejor para él."

Anna se detuvo. "Ese idiota se preocupa por todo aquel que conoce."

Un tosido. "Esa es una acertada oración."

"Eso pienso," la joven continuó, aparentemente absorbida en mirar una pintura en la pared opuesta a ella. "Que tendría sentido que todos las personas por las que él se preocupa lo trajeran juntos, ya que todos están preocupados por él y sería más efectivo de esa manera."

Hubo un breve silencio.

"... Gracias," la mujer mayor dijo.

Ojos negros la miraron con interrogación. "¿Por qué?"

"Por decir lo que dijiste."

"Kino-san... desde el primer momento que conocí a Yoh, siempre quise que tenga lo que necesita. Nada más que eso."

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Las personas lo trataban con miedo, como si fuera peligroso sólo por ser el hermano de Hao. O talvez lo era - ¿por qué negarlo? – el hecho de que le temieran, temieran el poder que llevaba en su interior.

Duele.

Pero también había gente que se preocupaba, y no era tan malo cuando podía recordar los chistes de Chocolove y la preocupación cálida de Ryo, o la gentileza de Fausto y las cariñosas peleas entre Ren y Horo Horo para levantarle el ánimo. No, no era tan malo, y hoy Anna y Manta habían viajado desde Tokio juntos, sorpresivamente. Y el dolor desapareció aún más cuando pensó en la genuina ternura en los ojos de su amigo y la intensa preocupación de su prometida que tanto intentaba ocultar.

En realidad no era tan malo.

Esa noche, por lo menos, las pesadillas no lo acecharían.

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Anna leyó una última oración y juntó todos los libros, rápidamente acomodándolos en el librero del lugar. Ya no tenía que leer para evitar pensar. Kino-san estaría agradecida, sin duda.

Había un pájaro cantando fuera de la habitación.

Fin

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Notas de la Autora:

¿Qué les pareció? Volví a escribir cosas depresivas, es que no me puedo contener… Pero bueno lo importante es saber si les gusto.

Y les aclaro que Anna no está fuera de su personalidad (¡es un milagro!) Lo que pasa es que con Kino-san no se va a poner agresiva y mandona ¿no?

Bueno, ahora espero recibir reviews ¿si? ¡Porfa! ¡Porfi!