Deseo

Escrito por Natalia

Un rayo de luz de luz de luna atravesó la ventana para caer sobre el rostro de la muchacha, haciendo que su pelo rubio se tornase dorado y sus ojos brillaran como opacas gemas de color negro. Era casi media noche, pero Anna se encontraba sin querer ni necesitar dormir. Su cuerpo podía olvidarse por un momento; su mente estaba con energías, y quería estar despierta y atenta.

Afuera, una gigantesca luna brillaba suavemente, mezclando su plateada luz con las distantes luces de los autos y focos. A pesar de eso, unas pocas estrellas lograban resplandecer, tímidamente haciendo su entrada en el iluminado cielo. Anna siempre se había considerado muy madura como para la cosa infantil sin sentido de pedir un deseo a una estrella. Pero sin embargo, no podía evitar fascinarse con ellas esa noche - en ellas y lo que representaban. Para quienes se atrevían a soñar, las estrellas eran símbolos de esperanza, sueños distantes que igual parecían cercanos para alcanzarlos. Las miró mientras hacían su lenta caminata por el cielo. Talvez, muy profundo de su ser, pidió un deseo a pesar de todo, incluso si no lo podía decirlo en palabras...

Esto no me lleva a ningún lado, pensó, un poco enojada consigo misma. Si no voy a dormir, mejor me levantó.

Llevó su pensamiento a la acción, tirando las sábanas y caminando hacia la puerta. El aire de una noche otoñal tocó su piel, elevando un escalofrío por sus brazos hasta la parte de atrás de su cuello, pero lo ignoró. Esa era su naturaleza; la debilidad debía combatirse, no rendirse ante ella, incluso si fuesen pequeñas debilidades como esos pequeños escalofríos. Consideró ponerse algo de ropa encima, pero decidió que no era necesario. Era media noche. No había nadie despierto para verla si quería salir a caminar en su camisón. Se dirigió a las puertas que dan al jardín, dudando un momento, luego se decidió. Las puertas fueron abiertas, y ella salió a la noche.

Hacía aún más frío afuera, pero el frío era tan bueno como el sueño para cargarla de energías, y tomó unos profundos respiros del aire de la noche. Muy arriba de su cabeza estaban las estrellas y la luna, convirtiendo todo alrededor de ella en un boceto de un mundo de grises y sombras. El agua en la fuente goteaba suavemente en la brisa, combinando el movimiento de las plantas de agua. Unos pocos insectos nocturnos cantaban dulcemente, borrando los ruidos de la ciudad. Anna nunca había sido fanática de los brillos, pero podía apreciar esta especie de simple y serena belleza. Si no se dejaba ver hacia el horizonte, casi se convencía de estaba en un mundo sólo para ella, lejos de todos.

Claro, nunca estaba sola en realidad. Justo cuando el pensamiento fue a su mente, una sombra apareció de la nada e Yoh se acercó a ella.

"Hola Anna," el despreocupado shaman saludó.

Anna asintió con la cabeza. Se quedaron parados por un momento, frente a frente, sin decir nada. No había nada que Anna pudiera decir. Siempre locuaz en los mejores momentos, pero ahora se sentía completamente incapaz de hablar. Bajo la luz de la luna, el pelo marrón de Yoh parecía brillar, haciéndolo parecer algo de un sueño. No pudo encontrar la mirada de Yoh, y se dio vuelta para observar las estrellas, como si ellas tuvieran las respuestas a todos sus problemas.

"¿Qué estás haciendo afuera a esta hora de la noche?" Preguntó Yoh. "Necesitas dormir, Anna."

"Estoy bien," Anna respondió, un poco más cortante de lo que quería. "Puedo cuidarme sola, sabes."

"Si, lo se," respondió Yoh. El shaman se dio la vuelta, como para irse, y Anna bajo su mirada para verlo. La voz de Yoh siempre fue alegre, algo que hacía a Anna acordarse de la luna y el agua sombreada, pero ahora pensó que había escuchado algo de tristeza también. "Sabes que necesito cuidarte. Me necesites o no."

"Bueno, estoy bien, así que no necesitas preocuparte," contestó Anna.

Un viento nocturno encontró su camino a través de las paredes del jardín, moviendo el camisón de Anna y re-arreglándole su cabello. A pesar de sus esfuerzos, tembló.

"No estás bien," Yoh dijo. "Deberías ser más cuidadosa, o te enfermarás."

Antes de que la chica pudiera reaccionar, el shaman se había acercado a ella, alcanzando su cintura y envolviéndola en un par de cálidos brazos. De repente, el viento no podía tocarla. Se sentía tan cálida como si estuviera sentada al fuego, una calidez que se extendía por su interior y exterior.

"Déjame protegerte," dijo una voz en su oreja.

"No me toques," Anna contestó, alejándose violentamente. "¿Qué piensas que estás haciendo?"

"Sólo trato de ayudar," dijo Yoh. "Pero si no quieres que lo haga..."

Desapareció en las sombras, alejándose por donde vino.

"Oye, ¡espera!" gritó Anna. "No quise decir... ¿Yoh?"

Yoh volvió a aparecer.

"¿Creíste que me iría completamente?" preguntó. "Sólo estoy tratando de hacer lo que quieres que haga. Pero es tan difícil cuando me alejas cada vez que creo que estamos acercándonos más."

Anna sacudió la cabeza, tratando de evitar darle rienda suelta a los sentimientos que estaba teniendo.

"¿De qué estás hablando?" preguntó.

Yoh se encogió de hombros. "Todos los días. Cada momento. Entrenó todos los días todo lo que me pides, y estás decepcionada conmigo. Ganó diferentes batallas por ti, y te enorgulleces. Lo pude ver en tus ojos. Creí que las cosas cambiarían entre nosotros, pero estás igual que siempre, me llamas cuando me necesitas y me alejas cuando no. ¿Qué más puedo hacer por ti, Annita? ¿Qué más quieres?"

Anna tuvo que sacudirse nuevamente. Trató de recordar las batallas que había tenido y todas las veces que podría haber muerto sólo porque ella le pedía ser la esposa del Shaman King. Los recuerdos la golpearon, y ella inclinó su cabeza hacia abajo, tratando de evitar que Yoh la vea a punto de largarse a llorar.

"Talvez quiera algo que tu no puedes darme," dijo.

"¿Qué cosa puede ser?" Preguntó Yoh. "¿No sabes que haría cualquier cosa por ti?"

"Pero hay cosas que no puedes hacer," dijo Anna. "No puedes cambiarme."

"¿Por qué querría hacer eso? No hay nada tuyo que debe ser cambiado."

"Si, lo hay."

"¿Por qué no me miras a los ojos cuando dices eso?"

Anna no dijo nada. Yoh se acercó, tocando con una mano la pera de Anna, levantándole el rostro gentilmente para poder verla a los ojos. La luz de la luna brilló sobre las lágrimas en sus ojos. Yoh desvió su mirada y cerró sus ojos.

"Ya entiendo," dijo Yoh suavemente. "Lo siento, Anna. No quería."

"No querías ¿qué?"

"No quería verte llorar. Perdóname."

Anna se encogió de hombros y se dio vuelta de nuevo, frotándose la cara con la manga de su camisón. No estaba segura de si quería perdonar a Yoh ahora. Eso era parte de todo el problema. Quería que su prometido supiera que estaba sintiendo, pero no podía decírselo. No podía, porque todo lo que ella se había hecho creer decía que demostrar sus sentimientos ante alguien era un signo de debilidad, e Yoh era a la última persona que le mostraría debilidad. Suspiró profundamente, volviendo a mirar hacia el cielo.

Sólo por una vez, pensó, aunque sea por unos pocos minutos, deseo ser alguien más. Alguien que no tuviera tanto orgullo de porquería que no la deja ni hablar con su propio prometido.

"Entonces, ¿qué estás haciendo afuera de todas maneras?" murmuró. "A parte de espiarme."

"Yo no espío," contestó Yoh con una sonrisa. "Debes saber que siempre estoy cerca tuyo... pero hoy no me podía dormir y decidí ponerme a pensar."

"¿Sobre qué?"

"Sobre todo. Sobre mi vida. Sobre ti," Yoh contestó.

"¿Piensas en mi?"

"¿En qué otra cosa podría pensar?" preguntó Yoh. "Eres la única por aquí que vive encerrada en una coraza sin emociones y oculta lo que siente. Eres un misterio tanto para mí como para todos. Anna... ¿por qué eres tan fría conmigo? Creí que te preocupabas por mí. ¿Por qué no lo demuestras?"

"¿Cuál sería el punto?" Anna respondió. "¿Por qué importa? ¿Por qué me tendría que preocupar por vos?"

"Lo dices como si te importara."

"¿Qué me importa?"

"Mis sentimientos." Yoh comentó. "Me preocupo por ti más que nada en el mundo. ¿No es esa una razón suficiente como para preocuparte por mi?"

"No," Anna saltó. "Mira, sólo porque no quiera perderte no significa que yo - yo esté enamorada de ti o algo por el estilo. Eso sería tan estúpido. No me interesa si te mueres o no."

Espera, no quería decir eso, Anna pensó. ¿O si? ¿Por quién me preocupo? No tengo amigos salvo a Yoh... Mis padres nunca me entendieron y me abandonaron... Ni siquiera se quienes son... El amor es para los perdedores. No quiero a nadie que sea capaz de lastimarme. Especialmente no me puedo preocupar por Yoh. Si le doy parte de mi ser, y luego lo pierdo, nunca más seré buena en algo. Pero... él es mi prometido. No importa que tanto intente, no puedo evitar sentir algo... Maldito seas, Yoh, ¿por qué tienes que hacerme estas preguntas? ¿Por qué tienes que entrar en mi corazón y sacar al viento las cosas que no quiero ver? Odio esto. Lo... lo odio...

"En realidad no quisiste decir eso."

"¿Decir qué?"

"Que no te preocupas por nadie. No me puedes mentir a mi, Anna."

"Oh, ¿si? Bueno, talvez tenga buenas razones para decir lo que digo. Talvez no quiera que tú metas tu nariz en mis asuntos siempre. ¿Tienes que saber todo lo que pasa por mi cabeza? ¿Eh? ¿Tienes?"

"No," Yoh respondió. "Sólo deseo que confiaras más en mi. ¿A qué le tienes miedo?"

"¿Cómo te atreves a preguntarme eso? No le tengo miedo a nada."

Yoh asintió con la cabeza. "Si. Ya lo sabía."

Anna lo miró fijamente, pero sus ojos negros eran imposibles de descifrar como las olas en la fuente. Igual, pensó que había visto algo - talvez su tono de voz o talvez un cambio en su postura - algo que comunicaba un significado diferente. Lo miró, tratando de estar segura.

Creo que en verdad no nos podemos mentir, pensó. Sabes exactamente a lo que le tengo miedo, ¿no? Tengo miedo - siempre tengo miedo - de querer a alguien, o que alguien me quiera a mi. Mantuve a todos alejados de mí. Luego tuviste que aparecer vos... Para ti, sólo por ti, desearía cambiar lo que soy. Desearía que fuera fácil amarte.

El viento volvió a correr, persiguiendo nubes en los cielos, haciendo que las estrellas guiñen dentro y fuera de vista. El jardín se puso oscuro, y Anna tembló, apretando su camisón más junto a ella. Le dio la espalda a Yoh, mirando hacia su cuarto.

"No deberíamos estar afuera," dijo. "Tenías razón, hace mucho frío afuera. Creo que va a llover."

"Lloverá," dijo la voz de Yoh. "Sería mejor si entrarás."

"¿Qué hay de ti?" Las palabras se deslizaron antes de que Anna pudiera pensarlas.

"El frío no me molesta."

"¿Hay algo que te molesta?"

"Sólo una cosa."

Anna estaba feliz de que Yoh no la pudiera ver sonreír. ¿Por qué estás haciendo esto? ¿Por qué me estás diciendo que la única cosa que te molesta es que yo no esté contigo? ¿No puedes quererme tanto, o si? No siendo yo de esta manera... pero es verdad, ¿no? Si te miró ahora, ¿estarías llorando, como yo?

"Si me quedara contigo, ¿me sentiría segura de la lluvia, también?"

Hubo una pensativa pausa. "Creo que me puedo asegurar de eso."

"Entonces ¿por qué debo irme?"

"Creí que eso era lo que querías hacer."

"Bueno, si... a veces no se lo que quiero. Pero no tendría sentido haber salido acá afuera para darme la vuelta y volver a entrar, ¿verdad?"

"Talvez," Yoh respondió y rió. "¿Puedes pensar en algo que prefieras hacer?"

"No lo se..."

Mientras se quedaron ahí pensando, gotas de lluvia comenzaron a caer como joyas por su brillo. Ambos jóvenes corrieron al techo que daba hacia afuera, pero sin entrar a la casa. Nadie se preocupo en observar al shaman y la itako que miraban el show de agua y luces en un silencio contento.

Se congelaron bajo el espectáculo, viendo como la lluvia pasaba de una ducha sólida a una fina niebla que hacia que todo brillara. Luego paró todo junto, dejando nada más que una capa de gotas sobre el suelo y unas pocas nubes azules.

"Mira," dijo Anna dormidamente, su cabeza apoyada sobre el hombro de Yoh. "Las estrellas están volviendo a salir."

"¿Por qué no pides un deseo?" Yoh acotó.

"Ya he pedido varios deseos," dijo Anna. "No necesito más."

"Nunca deberías quedarte sin deseos que pedir. Las personas como vos y yo necesitan algo por lo que pelear, o nuestras vidas estarían vacías."

"Talvez," dijo Anna, "pero cuando por primera vez entre a la casa de los Asakura en Izumo, pensé que podía pedir un deseo, así que lo hice, y se volvió realidad. ¿Cuántas veces más puede pasar eso?"

"Todas las veces que desees mientras trates de pelear por tus sueños," contestó Yoh, "y se que eres una peleadora."

"Está bien, entonces," dijo Anna. Dirigió su vista a una solitaria estrella que brillaba a través de las nubes. ¿Qué podía pedir? No había mucho que pedir, sólo que talvez haya otra noche lluviosa como esta, algún día en que ella sea más grande y sabia y supiera como decir lo que sentía.

"Está bien," dijo. "Ya pedí mi deseo. Ahora esperamos y vemos que pasa."

Yoh asintió con la cabeza. "Y yo hice el mío. ¿Estás lista para entrar ahora? No falta mucho para la mañana y debemos dormir algo."

Anna bostezó. "Estoy lista. Entremos."

Era curioso como se sentían las cosas más profundamente cuando uno estaba cansado. Casi ni podía mantener abiertos los ojos, y no se quejó cuando Yoh la levantó y la tomó en sus brazos, llevándola a su habitación y colocándola sobre su futon.

"Gracias," murmuró, poniéndose bajo las sábanas.

"No fue nada. Disfrute la noche," Yoh respondió. "Annita... Se que dicen que si le cuentas tu deseo a alguien, no se hará realidad, pero... ¿qué pasa con el deseo que pediste que ya se cumplió? ¿Qué pediste?"

Anna estaba casi dormida; la pregunta probablemente era también parte de un sueño - el único lugar donde ella hubiera respondido.

"A ti," dijo.

Yoh estaba sorprendido. Le llevó un momento encontrar una respuesta. "¿En serio? ¿Lo dices de verdad?"

Pero no hubo una respuesta. Anna ya sonaba dormida.

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Notas de la Autora:

Este es un fic es un regalo de cumpleaños para Bratty, a quien espero que le guste. ¡Feliz Cumpleaños amiga! Ya estás más vieja, aunque yo te sigo ganando por un año

Acá ninguno se dice lo que siente por el otro, pero aún así se entiende que ambos se quieren. Bueno de Yoh es más que obvio... La cuestión es que creo que es la primera vez que hago un fic donde Anna no está OOc (por lo menos al principio...)

Ahora, como siempre digo, ¡quiero recibir reviews! Sino dejaré de escribir... que va, esa es la mentira más grande que he dicho... me es imposible dejar de escribir.