Capítulo 1:
Una semana antes:
"Le odio."
Harry ni siquiera se molestó en levantar la vista de su pergamino; sabía perfectamente a quien se estaba refiriendo su amigo. Y se sintió tentado de estar completamente de acuerdo con Ron. Con un suspiro, empezó a reestudiar el capítulo de "Pociones y ungüentos curativos," que acababa de leer. La concentración estaba simplemente abandonándole, cuando llegó a los efectos de la Consuelda en una poción y que distintos resultados pudiera tener, si la planta era machacada, secada, cortada o exprimida. Y como si eso no fuera suficientemente complicado, que la planta cambiase su efecto en cada forma diferente de prepararla, también dependía del color, estado de crecimiento y momento de la recolección. Encima de todo eso, Snape exigía una redacción sobre ello. Con un gemido de frustración, Harry arrojó la pluma sobre el pergamino y cerró el libro de golpe.
"Es inútil. Nunca me aprenderé esto."
Miró a Ron, que no estaba ni siquiera fingiendo estudiar, y tenía los codos apoyados sobre su libro, la cabeza enterrada en las manos. "Le odio," repitió tristemente. "Dependiendo de la forma que en uses la Consuelda, tiene más de trescientos efectos diferentes en una poción. ¿Qué ser humano normal, mago o no, podría posiblemente memorizar todo esto? Nadie." Levantó ligeramente la cabeza y miró detenidamante a Harry a través de sus pestañas. "Yo digo que N-A-D-I-E."
"Hola a los dos," les saludó una alegre voz desde las escaleras del dormitorio de las chicas.
Ellos volvieron la cabeza simultáneamente, sólo para ver a una ampliamente sonriente Hermione aproximándose.
"De acuerdo," dijo Ron. "Corta eso. HAY alguien."
Hermione se acercó a su lado pero cuando echó una mirada a los libros que los dos chicos estaban estudiando, su rostro despreocupado cambió en cuestión de un segundo a una máscara indignada. "¿No me digáis que todavía no habéis acabado los deberes de Snape? ¡Tenéis que entregarlos mañana!"
"¿Crees que no sabemos eso?" murmuró Ron, volviendo los ojos al libro. Lo miró ciegamente por un momento, antes de suspirar resignadamente y recostar la cabeza sobre las páginas abiertas. "Le odio."
Harry no pudo evitar sonreír. Era un secreto a voces que Ron consideraba todo lo que el maestro de pociones hacía o decía como algo terrible. Incluso si el hombre de repente actuase con justicia hacia ellos o redujera las detenciones y deberes a un nivel tolerable, Ron todavía sospecharía otra maldad detrás de ello.
Hermione sin embargo, no pareció ver nada divertido en su comentario. Agraviada, se puso las manos en la cintura. "Ron Weasley: No sigas echándole la culpa a otros, cuando pospones los deberes hasta el último momento. Sabíamos hace dos semanas que teníamos que escribir esta redacción." Su mirada se desvió del chico pelirrojo hacia Harry, y su expresión hacia él no fue menos severa. "Lo mismo vale para ti, Harry. En lugar de pasearte por ahí y hablar sobre Quidditch, deberías haber pasado el tiempo estudiando, y para ahora ya sabrías la materia escolar."
"El Quiddich es más importante que la Consuelda," desafió sordamente Ron, su cabeza todavía descansando sobre el libro.
"Puede que también consigas convencer a Snape de eso. Sabes perfectamente que recibirás una detención y al menos cinco puntos menos, si apareces en pociones sin tus deberes. Además, suspenderás la prueba sobre la Consuelda, que Snape ha anunciado para dentro de dos semanas."
Ante este recordatorio, tanto Ron como Harry produjeron un sonido que sonaba sospechosamente como un gemido.
"¿Qué me importa si suspendéis pociones? Por mi parte he estudiado los diferentes efectos de la planta cuidadosamente." La voz de Hermione claramente ganó en entusiasmo, como si estuviera hablando sobre su insólito hobby, a saber, estudiar. Harry estaba convencido de que ella mostraría el mismo entusiasmo si tuviera que aprender sobre el color del viento o la humedad del agua.
"La Consuelda es una planta sorprendente, ¿sabéis? Al final mi redacción es el doble de larga de lo exigido."
Esta vez, el gemido de los chicos fue claramente audible.
Y esto, por supuesto, no le pasó inadvertido a Hermione, y enfrió considerablemente su entusiasmo y espantó la expresión orgullosa de su cara. "Bien, simplemente seguid así. Veréis donde os lleva, cuando suspendáis pociones. De todas formas me voy a cenar. ¿Venís vosotros también?" preguntó bruscamente.
Ron echó a Harry una mirada amarga y como si fuera una orden, su estómago empezó a retumbar ruidosamente.
Harry suspiró de nuevo. "Si nos marchamos ahora, nunca acabaremos la redacción. Iremos a la cocina más tarde por algo de comer."
"Le odio," gimió Ron una vez más, pero no protestó contra la sugerencia de Harry.
"Es enteramente culpa vuestra," repitió Hermione descaradamente.
"Psst, Harry. Silencio ahora. Estamos entrando en la zona de guerra."
Inconscientemente, Harry apretó más la capa de invisibilidad alrededor de los dos, mientras entraban en las mazmorras. El pasaje secreto a la cocina tenía sólo un fallo. Su entrada estaba cerca de donde se alojaba Snape y ninguno de ellos tenía el deseo de tropezarse con el excéntrico maestro de pociones. La última vez que sucedió, él casi les había descubierto.
Eran especialmente cuidadosos en no hacer ningún ruido mientras se aproximaban a la clase de pociones, cuando de repente, una voz bien conocida y amenazante les hizo detenerse su camino.
"¡Fuera de mis mazmorras, ahora mismo, o me enfadaré de verdad!" stop in their tracks.
Ellos se volvieron, o lo intentaron al menos, bajo la tela que les entorpecía, pero detrás de ellos, el corredor estaba vacío.
"Tú no puedes darme órdenes, Snape."
Harry inhaló bruscamente, al reconocer la nueva voz. Ambos también veían ahora que las voces enfadadas venían de una habitación contigua más abajo del corredor, donde una puerta estaba ligeramente entreabierta.
Harry y intercambiaron una mirada inquisitiva, antes de dirigirse sigilosamente hacia la puerta abierta y mirar dentro de la pieza. Harry reconoció el lugar instantáneamente como la sala de suministros de Snape. Durante una detención, él había estado limpiando las estanterías tan altas como la pared, y los tarros y vasos metidos en ellas.
Pero los que captaron su atención fueron los dos hombres, que se enfrentaban en mitad de la habitación. Y ambos estaban claramente enfadados.
Snape estaba vestido con su usual toga negra, su pelo tan grasiento como siempre y sus ojos negros estrechados por el resentimiento. Al otro lado se erguía Sirius Black en una toga marrón oscuro bastante gastada, su rostro demacrado, marcado por una dura vida, estirado en una mueca enfadada.
"Puedes considerarte afortunado de que Dumbledore te mantenga aquí, Black. Si el Ministerio supiera sobre ti, estarías recibiendo el beso del Dementor, antes de que puedas decir 'Soy inocente'." La voz de Snape no era muy alta, pero su sequedad le puso a Harry la piel de gallina. Snape era más peligroso cuando hablaba en voz baja. Esto era algo que todo estudiante de primer año aprendía muy deprisa.
"Bueno, el Director es un poco más inteligente que cierto Slytherin baboso que conozco," respondió Black con un resoplido.
"Siempre has sido un bastardo arrogante, Black. Crecer no te ha cambiado nada."
"Al menos no me hice marcar por Voldemort y todavía puedo mirarme en el espejo sin estar avergonzado de mí mismo. De todas formas, tú pareces haber renunciado a eso completamente, o verías lo repugnante que eres. ¿Alguna vez oíste algo sobre jabón o champú?"
Harry dio un codazo a Ron en las costillas, mientras el pelirrojo reía en silencio.
"Sal de mis mazmorras, Black. No lo repetiré de nuevo." La voz de Snape era suave y tenía un timbre muy bajo y amenazante. Alerta roja, como sabían todos los estudiantes.
Pero Black no parecía impresionado. "Y si me quedo, ¿qué harás al respecto? ¿Quejarte al Director? Oh, espera. ¿No intentaste eso ya? Dos veces incluso. Ambas veces tuvo que ver con la casa de los gritos. Y ambas veces no te ayudó en cada. Dumbledore no me ha traicionado o echado ni una sola vez. Además, él sabe que estoy aquí. El mismo invitó a Lupin y a mí a venir a la escuela."
"Lupin está aquí también..." susurró Ron con excitación, pero Harry le hizo callar con otro codazo y un dedo sobre los labios.
Los ojos de Snape mientras tanto habían adquirido un brillo asesino. Más rápido de lo que Harry habría creído posible, el maestro de pociones había alcanzado a Black, agarrándole violentamente por el cuello de la toga, su rostro a sólo centímetros de el del otro. "Te estoy advirtiendo por última vez, Black. No necesito al Director para tratar contigo. El señor oscuro se está volviendo más fuerte por momentos y el ministerio no le tiene mucho cariño a Dumbledore. Cientos de estudiantes están viviendo en este castillo. Cientos de estudiante, que creen firmemente, que Sirius Black es un asesino en serie, y cuyos padres considerarían un héroe a cualquiera que se librara de esta amenaza asesina. No me desafíes, Black. Puedo destruirte en un segundo si deseara hacerlo así."
Black ladró de risa, incluso si la risa tenía un matiz forzado. "Si haces eso, el Director tendrá tu cabeza."
"El Director no te expulsó una vez, así que ahora me debe algo. Me mantuve callado entonces, sobre Lupin, y más tarde espié para Dumbledore, mientras arriesgaba mi vida por él y su causa. Dumbledores es más que tolerante hacia mí y mis acciones. E incluso si no me dejara salir impune por matarte, y me despidiera de aquí, todavía tengo otras posibilidades que esta escuela. Así que es mejor que tengas cuidado."
"Estás completamente loco, Snape. ¿Qué quieres decir con otras posibilidades?"
Snape soltó a Black y retrocedió. Simplemente se encogió de hombros con una malévola sonrisa. "Piérdete, Black," dijo en un tono casi amable.
Black le miró fijamente durante otro minuto con una expresión incrédula, antes de volverse furiosamente y apresurarse hacia la puerta.
Harry y Ron tuvieron justo tiempo suficiente para apartarse del camino de un salto, mientras Black pasaba precipitadamente junto a ellos y desaparecía a la vuelta de la siguiente esquina del corredor.
"No necesito al Director."
Las palabras susurradas les hicieron volver a mirar dentro de la habitación. Snape mostraba un rostro pensativo, mientras su mano izquierda agarraba su antebrazo derecho. Exactamente en el mismo lugar en que Harry había visto una vez la marca oscura.
Una semana antes:
"Le odio."
Harry ni siquiera se molestó en levantar la vista de su pergamino; sabía perfectamente a quien se estaba refiriendo su amigo. Y se sintió tentado de estar completamente de acuerdo con Ron. Con un suspiro, empezó a reestudiar el capítulo de "Pociones y ungüentos curativos," que acababa de leer. La concentración estaba simplemente abandonándole, cuando llegó a los efectos de la Consuelda en una poción y que distintos resultados pudiera tener, si la planta era machacada, secada, cortada o exprimida. Y como si eso no fuera suficientemente complicado, que la planta cambiase su efecto en cada forma diferente de prepararla, también dependía del color, estado de crecimiento y momento de la recolección. Encima de todo eso, Snape exigía una redacción sobre ello. Con un gemido de frustración, Harry arrojó la pluma sobre el pergamino y cerró el libro de golpe.
"Es inútil. Nunca me aprenderé esto."
Miró a Ron, que no estaba ni siquiera fingiendo estudiar, y tenía los codos apoyados sobre su libro, la cabeza enterrada en las manos. "Le odio," repitió tristemente. "Dependiendo de la forma que en uses la Consuelda, tiene más de trescientos efectos diferentes en una poción. ¿Qué ser humano normal, mago o no, podría posiblemente memorizar todo esto? Nadie." Levantó ligeramente la cabeza y miró detenidamante a Harry a través de sus pestañas. "Yo digo que N-A-D-I-E."
"Hola a los dos," les saludó una alegre voz desde las escaleras del dormitorio de las chicas.
Ellos volvieron la cabeza simultáneamente, sólo para ver a una ampliamente sonriente Hermione aproximándose.
"De acuerdo," dijo Ron. "Corta eso. HAY alguien."
Hermione se acercó a su lado pero cuando echó una mirada a los libros que los dos chicos estaban estudiando, su rostro despreocupado cambió en cuestión de un segundo a una máscara indignada. "¿No me digáis que todavía no habéis acabado los deberes de Snape? ¡Tenéis que entregarlos mañana!"
"¿Crees que no sabemos eso?" murmuró Ron, volviendo los ojos al libro. Lo miró ciegamente por un momento, antes de suspirar resignadamente y recostar la cabeza sobre las páginas abiertas. "Le odio."
Harry no pudo evitar sonreír. Era un secreto a voces que Ron consideraba todo lo que el maestro de pociones hacía o decía como algo terrible. Incluso si el hombre de repente actuase con justicia hacia ellos o redujera las detenciones y deberes a un nivel tolerable, Ron todavía sospecharía otra maldad detrás de ello.
Hermione sin embargo, no pareció ver nada divertido en su comentario. Agraviada, se puso las manos en la cintura. "Ron Weasley: No sigas echándole la culpa a otros, cuando pospones los deberes hasta el último momento. Sabíamos hace dos semanas que teníamos que escribir esta redacción." Su mirada se desvió del chico pelirrojo hacia Harry, y su expresión hacia él no fue menos severa. "Lo mismo vale para ti, Harry. En lugar de pasearte por ahí y hablar sobre Quidditch, deberías haber pasado el tiempo estudiando, y para ahora ya sabrías la materia escolar."
"El Quiddich es más importante que la Consuelda," desafió sordamente Ron, su cabeza todavía descansando sobre el libro.
"Puede que también consigas convencer a Snape de eso. Sabes perfectamente que recibirás una detención y al menos cinco puntos menos, si apareces en pociones sin tus deberes. Además, suspenderás la prueba sobre la Consuelda, que Snape ha anunciado para dentro de dos semanas."
Ante este recordatorio, tanto Ron como Harry produjeron un sonido que sonaba sospechosamente como un gemido.
"¿Qué me importa si suspendéis pociones? Por mi parte he estudiado los diferentes efectos de la planta cuidadosamente." La voz de Hermione claramente ganó en entusiasmo, como si estuviera hablando sobre su insólito hobby, a saber, estudiar. Harry estaba convencido de que ella mostraría el mismo entusiasmo si tuviera que aprender sobre el color del viento o la humedad del agua.
"La Consuelda es una planta sorprendente, ¿sabéis? Al final mi redacción es el doble de larga de lo exigido."
Esta vez, el gemido de los chicos fue claramente audible.
Y esto, por supuesto, no le pasó inadvertido a Hermione, y enfrió considerablemente su entusiasmo y espantó la expresión orgullosa de su cara. "Bien, simplemente seguid así. Veréis donde os lleva, cuando suspendáis pociones. De todas formas me voy a cenar. ¿Venís vosotros también?" preguntó bruscamente.
Ron echó a Harry una mirada amarga y como si fuera una orden, su estómago empezó a retumbar ruidosamente.
Harry suspiró de nuevo. "Si nos marchamos ahora, nunca acabaremos la redacción. Iremos a la cocina más tarde por algo de comer."
"Le odio," gimió Ron una vez más, pero no protestó contra la sugerencia de Harry.
"Es enteramente culpa vuestra," repitió Hermione descaradamente.
"Psst, Harry. Silencio ahora. Estamos entrando en la zona de guerra."
Inconscientemente, Harry apretó más la capa de invisibilidad alrededor de los dos, mientras entraban en las mazmorras. El pasaje secreto a la cocina tenía sólo un fallo. Su entrada estaba cerca de donde se alojaba Snape y ninguno de ellos tenía el deseo de tropezarse con el excéntrico maestro de pociones. La última vez que sucedió, él casi les había descubierto.
Eran especialmente cuidadosos en no hacer ningún ruido mientras se aproximaban a la clase de pociones, cuando de repente, una voz bien conocida y amenazante les hizo detenerse su camino.
"¡Fuera de mis mazmorras, ahora mismo, o me enfadaré de verdad!" stop in their tracks.
Ellos se volvieron, o lo intentaron al menos, bajo la tela que les entorpecía, pero detrás de ellos, el corredor estaba vacío.
"Tú no puedes darme órdenes, Snape."
Harry inhaló bruscamente, al reconocer la nueva voz. Ambos también veían ahora que las voces enfadadas venían de una habitación contigua más abajo del corredor, donde una puerta estaba ligeramente entreabierta.
Harry y intercambiaron una mirada inquisitiva, antes de dirigirse sigilosamente hacia la puerta abierta y mirar dentro de la pieza. Harry reconoció el lugar instantáneamente como la sala de suministros de Snape. Durante una detención, él había estado limpiando las estanterías tan altas como la pared, y los tarros y vasos metidos en ellas.
Pero los que captaron su atención fueron los dos hombres, que se enfrentaban en mitad de la habitación. Y ambos estaban claramente enfadados.
Snape estaba vestido con su usual toga negra, su pelo tan grasiento como siempre y sus ojos negros estrechados por el resentimiento. Al otro lado se erguía Sirius Black en una toga marrón oscuro bastante gastada, su rostro demacrado, marcado por una dura vida, estirado en una mueca enfadada.
"Puedes considerarte afortunado de que Dumbledore te mantenga aquí, Black. Si el Ministerio supiera sobre ti, estarías recibiendo el beso del Dementor, antes de que puedas decir 'Soy inocente'." La voz de Snape no era muy alta, pero su sequedad le puso a Harry la piel de gallina. Snape era más peligroso cuando hablaba en voz baja. Esto era algo que todo estudiante de primer año aprendía muy deprisa.
"Bueno, el Director es un poco más inteligente que cierto Slytherin baboso que conozco," respondió Black con un resoplido.
"Siempre has sido un bastardo arrogante, Black. Crecer no te ha cambiado nada."
"Al menos no me hice marcar por Voldemort y todavía puedo mirarme en el espejo sin estar avergonzado de mí mismo. De todas formas, tú pareces haber renunciado a eso completamente, o verías lo repugnante que eres. ¿Alguna vez oíste algo sobre jabón o champú?"
Harry dio un codazo a Ron en las costillas, mientras el pelirrojo reía en silencio.
"Sal de mis mazmorras, Black. No lo repetiré de nuevo." La voz de Snape era suave y tenía un timbre muy bajo y amenazante. Alerta roja, como sabían todos los estudiantes.
Pero Black no parecía impresionado. "Y si me quedo, ¿qué harás al respecto? ¿Quejarte al Director? Oh, espera. ¿No intentaste eso ya? Dos veces incluso. Ambas veces tuvo que ver con la casa de los gritos. Y ambas veces no te ayudó en cada. Dumbledore no me ha traicionado o echado ni una sola vez. Además, él sabe que estoy aquí. El mismo invitó a Lupin y a mí a venir a la escuela."
"Lupin está aquí también..." susurró Ron con excitación, pero Harry le hizo callar con otro codazo y un dedo sobre los labios.
Los ojos de Snape mientras tanto habían adquirido un brillo asesino. Más rápido de lo que Harry habría creído posible, el maestro de pociones había alcanzado a Black, agarrándole violentamente por el cuello de la toga, su rostro a sólo centímetros de el del otro. "Te estoy advirtiendo por última vez, Black. No necesito al Director para tratar contigo. El señor oscuro se está volviendo más fuerte por momentos y el ministerio no le tiene mucho cariño a Dumbledore. Cientos de estudiantes están viviendo en este castillo. Cientos de estudiante, que creen firmemente, que Sirius Black es un asesino en serie, y cuyos padres considerarían un héroe a cualquiera que se librara de esta amenaza asesina. No me desafíes, Black. Puedo destruirte en un segundo si deseara hacerlo así."
Black ladró de risa, incluso si la risa tenía un matiz forzado. "Si haces eso, el Director tendrá tu cabeza."
"El Director no te expulsó una vez, así que ahora me debe algo. Me mantuve callado entonces, sobre Lupin, y más tarde espié para Dumbledore, mientras arriesgaba mi vida por él y su causa. Dumbledores es más que tolerante hacia mí y mis acciones. E incluso si no me dejara salir impune por matarte, y me despidiera de aquí, todavía tengo otras posibilidades que esta escuela. Así que es mejor que tengas cuidado."
"Estás completamente loco, Snape. ¿Qué quieres decir con otras posibilidades?"
Snape soltó a Black y retrocedió. Simplemente se encogió de hombros con una malévola sonrisa. "Piérdete, Black," dijo en un tono casi amable.
Black le miró fijamente durante otro minuto con una expresión incrédula, antes de volverse furiosamente y apresurarse hacia la puerta.
Harry y Ron tuvieron justo tiempo suficiente para apartarse del camino de un salto, mientras Black pasaba precipitadamente junto a ellos y desaparecía a la vuelta de la siguiente esquina del corredor.
"No necesito al Director."
Las palabras susurradas les hicieron volver a mirar dentro de la habitación. Snape mostraba un rostro pensativo, mientras su mano izquierda agarraba su antebrazo derecho. Exactamente en el mismo lugar en que Harry había visto una vez la marca oscura.
