Capítulo 2:
Reunión otra vez
Harry sintió la mano de Ron sobre su brazo mientras su amigo le conducía en silencio desde la sala de suministros. Sin resistirse, se dejó dirigir y juntos corrieron hacia la torra Gryffindor – ambos habían perdido todo interés en la comida en ese punto.
Sólo después de haber puesto una saludable distancia entre ellos y las mazmorras, aflojaron el paso.
"Snape puede ser tan imbécil. Pero al menos Black y Lupin están aquí para mantenerle bajo control," susurró Ron.
Harry asintió. "Sólo me pregunto por qué Sirius no me envió una lechuza para anunciar su venida, o al menos vino a verme a su llegada a Hogwarts."
"Caramba, Harry. Son las once de la noche. Si acaban de llegar, no puedes esperar que Black te visite a esta hora en el dormitorio. Se supone que ahora mismo deberíamos estar dormidos, si me permites que te lo recuerde."
Harry agitó la mano en la dirección general de las mazmorras. "¿Y qué estaría haciendo Black allí abajo tan tarde? ¿Y Snape?" siseó.
Ron se encogió de hombros con indiferencia. "Sirius probablemente tenía que ir a por algo para Dumbledore, y no es una gran noticia a que a Snape le encanta husmear por ahí de noche, en la enfermiza esperanza de coger a estudiantes fuera después del toque de queda. Este tipo es un sádico retorcido, que sólo siente alguna clase de animación cuando encuentra una manera de hacer sufrir a otros."
"Cierto," estuvo de acuerdo Harry. "Vamos a volver a la torre Gryffindor. Preferiría que ahora nos fuéramos también a la cama."
"Sí. No me siento cómodo, cuando sé que ese vampiro grasiento está rondando."
Una hora más tarde, mientras un bajo ronquido anunciaba que Ron estaba profundamente dormido, Harry estaba todavía completamente despierto en su cama, mirando el dosel rojo de su cama. Se sentía feliz y excitado de saber que su padrino estaba cerca y que él, con toda probabilidad le vería por la mañana, pero esa no era la única razón por la que el sueño le eludía. En lo más profundo de sus entrañas, había enraizado un mal presentimiento. Algo le preocupaba, pero no podía señalar lo que era. También las amenazas de Snape hacia Sirius le preocupaban más de lo que le gustaría. No era un secreto que ellos dos no estaban en buenos términos pero ambos habían, por deseo de Dumbledore, accedido a una tregua, desde que estaban en el mismo lado después de todo. El Director lo había dicho así, y todavía...
Voldemort estaba ganando poder constantemente sin que ellos pudieran hacer nada al respecto. A través de la ayuda involuntaria de Harry, él incluso había recuperado su cuerpo. El ministerio sin embargo estaba todavía haciendo lo mejor que podía para ignorar su existencia, y la situación lentamente estaba volviéndose fuera de control. Y desde hacía un tiempo, Snape había estado más nervioso de lo usual. Gritaba a los estudiante a la menor oportunidad y actuaba de forma más desagradable que nunca hacia las personas a su alrededor. A menudo también llegaba a clase con retraso. Algo que nunca habría sucedido hace sólo un año. El infierno se habría congelado, antes de que Snape hubiera llegado tarde a una de sus clases. Y cuando ahora finalmente aparecía en clase, estaba brusco e impaciente, como si no pudiera esperar que la lección terminara.
Harry apartó a un lado esos pensamientos, rodando sobre su costado derecho con un suspiro y cerrando los ojos. Era inútil pensar sobre esas cosas ahora mismo. Mañana él hablaría con Sirius sobre ello. Su padrino seguramente podría ayudarle a ordenar sus salvajes pensamientos. Él siempre traía buen consejo y noticias, lo que ayudaba a esclarecer los problemas actuales. Sí, Sirius ayudaría a borrar sus preocupaciones también esta vez.
Con ese conocimiento, Harry se acurrucó más bajo los cobertores y una sonrisa se desplegó sobre su rostro por un momento, sólo para desaparecer rápidamente otra vez, cuando recordó algo. Sus ojos se abrieron de golpe y de repente supo lo que le había estado preocupando tanto. Snape había llamado a Voldemort el señor oscuro. No su nombre o tú-sabes-quien, o el-que-no-debe-ser-nombrado. No, él había dicho claramente: El señor oscuro se está haciendo más fuerte, y no había habido ningún miedo o repulsión en su voz. Más bien algo semejante a... esperanza.
Ante esta revelación, Harry se enderezó rápidamente hasta quedar sentado. Eso no era posible; seguramente él lo había entendido mal. Cierto, Snape había sido un mortífago una vez, pero ahora estaba de su lado. Dumbledore confiaba en él, y el Director estaba por encima de cualquier duda. Él sabría si Snape les traicionaba.
Con esos pensamientos reconfortantes, Harry volvió a hundirse en su almohada y se aferró tercamente a ellos, esperando que este conocimiento disiparía el mal presentimiento en el fondo de sus entrañas.
Dos horas más tarde, todavía estaba tumbado en la cama, completamente despierto.
"Hola, Harry," le saludó Ron a la mañana siguiente, sus palabras distorsionadas por un gran bostezo, mientras estiraba los brazos sobre su cabeza para eliminar la última rigidez del sueño de ellos. "¿Dormiste bien?"
"Sí," mintió Harry y se sentó en la cama, frotándose los ojos. La verdad, sin embargo, era que sólo se había quedado dormido un par de horas antes y que su cuerpo estaba enviando señales inconfundibles de que quería volver a dormir, pero Harry sabía que no había manera que salir de la cama a tiempo si permitía a su cuerpo cansado el lujo de cinco minutos extra, los cuales sin duda se extenderían a unas cuantas horas más. Afortunadamente, él había aprendido a arreglárselas con poco sueño con los Dursley.
"Realmente no lo parece," comentó Ron mientras le estudiaba desde su cama. "Pareces un cadáver animado."
"Muy gracioso," replicó secamente Harry. Con determinación, hizo una profunda inspiración y pasó las piernas sobre el borde de la cama, levantándose del colchón. Con poco entusiasmo, se dirigió a tropezones al cuarto de baño. Esperando que una ducha haría el trabajo de despertarle.
Cuando entró en la sala común, Ron y Hermione ya le estaban esperando allí.
"Dime, ¿es cierto lo que Ron me ha contado? ¿Que oísteis por casualidad a Snape y Sirius anoche?"
Harry asintió. "Sí. Parece que tanto Sirius como el profesor Lupin están aquí en Hogwarts."
"Oh, son grandes noticias, Harry," exclamó Hermione dando palmadas con excitación. "Sólo espero que puedan quedarse un poco esta vez. No ves a tu padrino lo suficiente," añadió un poco más sobriamente con un rostro arrepentido.
Harry le sonrió alentadoramente. Hermione tenía un enorme sentido de la justicia y el hecho de que Black estuviera siendo acusado y perseguido por un crimen terrible, incluso aunque fuera inocente, iba en contra de todo lo que ella defendía.
"Eso sería tan estupendo. Al menos mientras Snape permanezca alejado de nosotros." La voz de Ron era de mala leche y su expresión pensativa.
Harry examinó a Hermione y leyendo su expresión preocupada, pudo decir que Ron ya le había contado los detalles de la pelea entre Snape y Sirius.
De repente, el retrato de la dama gorda se movió ruidosamente hacia el otro lado de la pared, revelando un perro grande, que irrumpió dentro, saltando sobre Harry y casi enterrándole bajo su peso, cuando le empujó hasta caer al suelo y empezó a lamerle la cara con obvio entusiasmo.
"¿No es ese Si... Hocicos?" Ron preguntó lo obvio.
Mientras tanto, Harry estaba intentando empujar al perro parecido a un oso fuera de él, para poder levantarse otra vez. En vano, empujó y tiró durante un rato del rizado pelaje. Sin embargo, sus sonrisas y risitas quitaron mucho peso a sus acciones. Al final, consiguió de todas formas quitarse de encima al Animago y volvió a ponerse de pie, su mano todavía descansando sobre la cabeza del perro. Sólo entonces vio a la segunda persona que se alzaba junto a la entrada, y observaba la escena con una ligera sonrisa.
Ron siguió su mirada y reconoció al hombre de la toga gastada al momento.
"Profesor Lupin. ¿Usted también está aquí?" fingió sorpresa.
El hombre todavía sonriente hizo un gesto de rechazo. "Por favor corta lo de 'profesor' y llámame por mi nombre de pila. Ya no soy tu profesor."
"De acuerdo," confirmó Ron en una voz estirada.
"Prof... ejem, quiero decir Remus," dijo Hermione. "¿Qué están haciendo los dos en Hogwarts?"
'Déjale a Hermione, evadir una mentira, o incluso un engaño y todavía hacer la pregunta correcta,' pensó Harry. Ni su padrino, ni el hombre lobo necesitaban saber que Ron y él habían estado fuera de sus dormitorios después del toque de queda y habían escuchado con disimulo a Snape y Sirius.
Pero ante la pregunta de Hermione, la sonrisa de Lupin se desvaneció y el gran perro aulló en lo más profundo de su garganta. Harry frunció el ceño con inquietud y Lupin se masajeó cansadamente el puente de la nariz con el pulgar y el índice.
"Dumbledore ha enviado por nosotros. Los tiempos se han vuelto más difíciles y los signos del lado oscuro son... preocupantes. Dumbledore está reuniendo a sus hombres más importantes para discutir nuestras nuevas tácticas."
El gran perro había estado observando a su amigo y en ese momento volvió su maciza cabeza hacia las escaleras que conducían a los dormitorios primero y después levantó su hocico para olfatear el aire, mientras erguía ligeramente las orejas. Sólo después de que hubo aparentemente aprobado la seguridad de la habitación, y que estaban solos, se metaformoseó a su forma humana.
"Es necesario hacer algo, y rápido," dijo sombríamente. "Voldemort se está volviendo más fuerte cada día y sus seguidores más numerosos. Muchos que habían sido inestables antes, se están cambiando al lado oscuro completamente."
Ante las últimas palabras de su padrino, la imagen de Snape volvió a entrar en los recuerdos de Harry, mientras el maestro de pociones se apretaba el antebrazo, murmurando que no necesitaba a Dumbledore. Con una ligera sacudida de cabeza espantó esos pensamientos una vez más. La situación parecía peor de lo que ellos habían pensado y Snape y sus amenazas o sus demonios interiores no eran importantes ni interesaban mucho a Harry.
"¿Y Dumbledore tiene un plan?" preguntó Hermione.
Lupin suspiró pesadamente. "Eso es lo peor de todo. Incluso él parece estar a punto de volverse loco. Por eso es que ha convocado una reunión con los jefes de la orden. Intercambiaremos nuestro conocimiento e ideas y esperamos encontrar una nueva estrategia."
Un pesado silencio cayó sobre la habitación por un par de minutos, antes de que Sirius se aclarara la garganta. "Pero todo esto no es razón para que vosotros tres debierais perderos el desayuno. Es mejor que continuéis con normalidad y no levantéis sospechas. Algunos de los otros chicos aquí tienen padres mortífagos. Es mejor ser cautelosos y no confiar en nadie."
Los tres adolescentes asintieron todavía un poco preocupados, pero ellos obedecieron y se dirigieron al Gran Salón.
