Mil gracias a Lilith, Anna Potter, Anita Puelma; primero por tener la
paciencia de leer y segundo por el regalo de escribir.
Siward, Chiquinkira, y Lita; veo que hay fans duros de Dahl... A ver si se animan a versionear "Matilda" con Hermione en plan ratón de biblioteca y los Dursley de padres bingueros... o "Las brujas" versión Slytherin... pobre Harry convertido en ratoncito... pero qué tierno.
Merodeador, me encanta la descripción de este Snape paralelo que haces en el rewiew, maravillosa. ¿Eres español? Me has inspirado para empezar otra historia con bastante humor, de próxima aparición.
Un besazo para mi Nevichii.
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Severus tardó exactamente tres minutos y cincuenta segundos en regresar hasta la habitación en la que había dejado a Harry con la poción contra el filtro del amor intenso en la mano. Pero en la habitación había una pequeña diferencia: Harry no estaba allí.
...oooOOOooo...
En la biblioteca de Hogwarts, Lena hizo una mueca de dolor agudo.
-¿Qué te pasa?- preguntó Hermione, asustada.
Lena estaba blanca. Lentamente, se levantó una manga.
-¡Eres una... mortífaga!- susurró Hermione, aterrada y fascinada al mismo tiempo.
-Mis padres me la hicieron al nacer- contestó Lena, cabizbaja- Después se arrepintieron, se dieron cuenta de que Tom había enloquecido, y por eso huimos a Africa. Volvimos cuando parecía que estaba derrotado. No me había dolido desde entonces...
Hermione pensó en Harry, y tuvo un muy mal presentimiento.
...oooOOOooo...
Severus controló un primer impulso de gritar, de desesperarse. Era más importante que nunca mantener la frialdad. Volvió al ascensor, y desde el panel de control buscó alguna irregularidad en el edificio. Y la encontró. Había una habitación con movimiento independiente.
Pero el ascensor de cristal era más maravilloso de lo que pudiera parecer: capaz de moverse longitudinalmente y transversalmente, también tenía algo llamado olfato. Severus se quitó la bata blanca mientras rastreaban la fábrica buscando la habitación intrusa: sabía muy bien a quien iba a volver a enfrentarse.
...oooOOOooo...
Tenía que concentrarse, y utilizar toda su capacidad mental para conseguir respirar. En poquísimo tiempo, la habitación entera ya había perdido su forma, y el aire era espeso y sulfuroso, con una hedionda saturación de olor a piel quemada. Harry estaba atrapado en una gran red viscosa, llena de grumos y de tentáculos vacilantes que palpaban su ropa y la llenaban de humores viscosos, aún inmovilizado en la postura que Severus había congelado. Eso le había ahorrado mucho trabajo a... Voldemort.
Severus entró en aquel espacio viciado y enfermizo. Harry no se había alegrado tanto de ver a nadie en su vida.
-¿Assssí que lo teníassss aquí missssmo, sin protecsssión, y no penssabassss desssirme nada, Sssseverussss? ¿No sssserá que tengo delante a un... traidor?- la esponja sibilante y rojiza de toda la habitación, que transpiraba y se hinchaba como un gran pólipo, escupió estas palabras con desprecio.
-Hace mucho tiempo que sabes que soy un traidor. Ahora sólo tienes que cambiar de perspectiva- dijo sencillamente Severus, estudiando la situación con mirada de cirujano. Sabía que Voldemort aún no tenía la bastante fuerza como para poseer un cuerpo, pero podía infiltrarse en cierto tipo de materia, y eso era precisamente lo que había hecho. Voldemort había tomado forma de habitación, de jaula para retener a Harry. Aún no era capaz transformarse en un ser completo, pero poseía una cualidad plástica y líquida.
Pero Severus se dio cuenta de que los tentáculos de la materia viscosa que era Voldemort sólo podían rozar la ropa de Harry. Igual que en su primer encuentro, en el primer curso de Hogwarths, el Señor Oscuro no podía tocar la piel del Niño que Vivió... Era un hechizo tan sencillo que Snape ni siquiera necesitó la varita. Murmuró unas palabras, y Harry quedó desnudo en medio de la jaula pululante... entonces la habitación entera chilló, retorciéndose de dolor. Las zonas de Voldemort que rozaban la piel de Harry se quemaban como un huevo en la sartén, se retorcían como grasa demoníaca, produciendo vapores insoportablemente amoniacales y fétidos.
Severus aprovechó esta confusión para tomar su varita y liberar a Harry de la inmovilidad. El chico cayó al suelo, ahogado, tosiendo compulsivamente; hasta que sintió que una mano lo agarraba y le conducía hasta el ascensor, que se cerró herméticamente.
Mientras lo conducían a toda velocidad hasta la sala de máquinas, Severus se dio cuenta de que en los pulmones de Harry había demasiado veneno. El chico no era capaz ni de tenerse en pie, y Severus lo sujetaba mientras tosía y respiraba con dificultad, aturdido. Entonces Severus pegó su boca a la de Harry y absorbió todo el aire viciado de sus pulmones.
Poco a poco, Harry fue sintiéndose mejor. Llegaron a la gran sala de máquinas que controlaba toda la actividad de la fábrica, y fue capaz de salir del ascensor por su propio pie.
Severus acudió rápidamente a un monitor de pantallas. La materia Voldemort era ahora un líquido que fluía por varias habitaciones, quemando aquello que tocaba. Snape pensó que iba a perseguirlos, pero no fue así: la purulenta masa líquida parecía dirigirse directamente al depósito de chocolate. Entonces Severus comprendió.
-¡Si Voldemort consigue introducirse en las cascadas de chocolate, habrá una gota de él en cada chocolatina! Todos los que las coman recibirán esa... comunión diabólica, y desearán su regreso, y esa es exactamente la fuerza que él necesita para volver más fuerte que nunca.
Harry, detrás de él, lo miraba con adoración.
"Eres mi héroe..." decían sus ojos verdes.
Snape se dio cuenta de que no le había dado la poción contra el filtro del amor intenso. Pero al ir a buscarla, se dio cuenta de que estaba en la bata blanca, que se había quitado para enfrentarse a Voldemort y que había arrojado en... el suelo del ascensor. Corrió por ella, pero se dio cuenta de que el frasco se había roto y derramado. No quedaba ni gota, así que de nada serviría un "reparo".
-Severus...- dijo Harry.
-¿Qué?- contestó muy nervioso el profesor, mientras buscaba la manera de detener el proceso de fabricación del chocolate.
-Ha sido el beso más increíble que me han dado nunca.
...oooOOOooo...
Pero la visita a la fábrica continuaba, ajena al desastre, bajo la guía de una de las investigadoras, la doctora francesa Violette Caramel.
-Y estas son las pgensas donde fabgicamos las famosas ganas de shocolate, uno de nuestgos agtículos más vendidos- les explicaba Violette a Serenus y a Pearl con su fuerte acento.
Se trataba de unas grandes ranas de metal, que a cada salto pisaban una pista de chocolate. De cada huella, salía otra rana que saltaba, y había un equipo entero de ex buscadores de Quidditch atrapándolas todas para meterlas en un envase.
Luego estuvieron estado en la planta de "exprimidores". Eran un montón de robots que, sentados ante un montón de sustancias de todo tipo, las licuaban para conseguir sus jugos, que eran empleados para fabricar las grageas de "todos los sabores"
A continuación llegaron a la sala donde se fabricaba el chocolate calmante, lo único que podía aliviar el sufrimiento espiritual causado por los dementores. Se trataba de una barra normal de chocolate que era mimada y acariciada, y a la que se le contaban cuentos y canciones, hasta que se empapaba de vibraciones positivas y optimistas. Efectivamente, había chicos y chicas muy concentrados acariciando bloques de cacaos, ancianas cantandoles canciones de cuna y hombres leyéndoles cuentos de Andersen y de Oscar Wilde.
En esta sala estaban cuando empezó a sonar la sirena de alarma. Había que evacuar la fábrica inmediatamente.
Siward, Chiquinkira, y Lita; veo que hay fans duros de Dahl... A ver si se animan a versionear "Matilda" con Hermione en plan ratón de biblioteca y los Dursley de padres bingueros... o "Las brujas" versión Slytherin... pobre Harry convertido en ratoncito... pero qué tierno.
Merodeador, me encanta la descripción de este Snape paralelo que haces en el rewiew, maravillosa. ¿Eres español? Me has inspirado para empezar otra historia con bastante humor, de próxima aparición.
Un besazo para mi Nevichii.
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Severus tardó exactamente tres minutos y cincuenta segundos en regresar hasta la habitación en la que había dejado a Harry con la poción contra el filtro del amor intenso en la mano. Pero en la habitación había una pequeña diferencia: Harry no estaba allí.
...oooOOOooo...
En la biblioteca de Hogwarts, Lena hizo una mueca de dolor agudo.
-¿Qué te pasa?- preguntó Hermione, asustada.
Lena estaba blanca. Lentamente, se levantó una manga.
-¡Eres una... mortífaga!- susurró Hermione, aterrada y fascinada al mismo tiempo.
-Mis padres me la hicieron al nacer- contestó Lena, cabizbaja- Después se arrepintieron, se dieron cuenta de que Tom había enloquecido, y por eso huimos a Africa. Volvimos cuando parecía que estaba derrotado. No me había dolido desde entonces...
Hermione pensó en Harry, y tuvo un muy mal presentimiento.
...oooOOOooo...
Severus controló un primer impulso de gritar, de desesperarse. Era más importante que nunca mantener la frialdad. Volvió al ascensor, y desde el panel de control buscó alguna irregularidad en el edificio. Y la encontró. Había una habitación con movimiento independiente.
Pero el ascensor de cristal era más maravilloso de lo que pudiera parecer: capaz de moverse longitudinalmente y transversalmente, también tenía algo llamado olfato. Severus se quitó la bata blanca mientras rastreaban la fábrica buscando la habitación intrusa: sabía muy bien a quien iba a volver a enfrentarse.
...oooOOOooo...
Tenía que concentrarse, y utilizar toda su capacidad mental para conseguir respirar. En poquísimo tiempo, la habitación entera ya había perdido su forma, y el aire era espeso y sulfuroso, con una hedionda saturación de olor a piel quemada. Harry estaba atrapado en una gran red viscosa, llena de grumos y de tentáculos vacilantes que palpaban su ropa y la llenaban de humores viscosos, aún inmovilizado en la postura que Severus había congelado. Eso le había ahorrado mucho trabajo a... Voldemort.
Severus entró en aquel espacio viciado y enfermizo. Harry no se había alegrado tanto de ver a nadie en su vida.
-¿Assssí que lo teníassss aquí missssmo, sin protecsssión, y no penssabassss desssirme nada, Sssseverussss? ¿No sssserá que tengo delante a un... traidor?- la esponja sibilante y rojiza de toda la habitación, que transpiraba y se hinchaba como un gran pólipo, escupió estas palabras con desprecio.
-Hace mucho tiempo que sabes que soy un traidor. Ahora sólo tienes que cambiar de perspectiva- dijo sencillamente Severus, estudiando la situación con mirada de cirujano. Sabía que Voldemort aún no tenía la bastante fuerza como para poseer un cuerpo, pero podía infiltrarse en cierto tipo de materia, y eso era precisamente lo que había hecho. Voldemort había tomado forma de habitación, de jaula para retener a Harry. Aún no era capaz transformarse en un ser completo, pero poseía una cualidad plástica y líquida.
Pero Severus se dio cuenta de que los tentáculos de la materia viscosa que era Voldemort sólo podían rozar la ropa de Harry. Igual que en su primer encuentro, en el primer curso de Hogwarths, el Señor Oscuro no podía tocar la piel del Niño que Vivió... Era un hechizo tan sencillo que Snape ni siquiera necesitó la varita. Murmuró unas palabras, y Harry quedó desnudo en medio de la jaula pululante... entonces la habitación entera chilló, retorciéndose de dolor. Las zonas de Voldemort que rozaban la piel de Harry se quemaban como un huevo en la sartén, se retorcían como grasa demoníaca, produciendo vapores insoportablemente amoniacales y fétidos.
Severus aprovechó esta confusión para tomar su varita y liberar a Harry de la inmovilidad. El chico cayó al suelo, ahogado, tosiendo compulsivamente; hasta que sintió que una mano lo agarraba y le conducía hasta el ascensor, que se cerró herméticamente.
Mientras lo conducían a toda velocidad hasta la sala de máquinas, Severus se dio cuenta de que en los pulmones de Harry había demasiado veneno. El chico no era capaz ni de tenerse en pie, y Severus lo sujetaba mientras tosía y respiraba con dificultad, aturdido. Entonces Severus pegó su boca a la de Harry y absorbió todo el aire viciado de sus pulmones.
Poco a poco, Harry fue sintiéndose mejor. Llegaron a la gran sala de máquinas que controlaba toda la actividad de la fábrica, y fue capaz de salir del ascensor por su propio pie.
Severus acudió rápidamente a un monitor de pantallas. La materia Voldemort era ahora un líquido que fluía por varias habitaciones, quemando aquello que tocaba. Snape pensó que iba a perseguirlos, pero no fue así: la purulenta masa líquida parecía dirigirse directamente al depósito de chocolate. Entonces Severus comprendió.
-¡Si Voldemort consigue introducirse en las cascadas de chocolate, habrá una gota de él en cada chocolatina! Todos los que las coman recibirán esa... comunión diabólica, y desearán su regreso, y esa es exactamente la fuerza que él necesita para volver más fuerte que nunca.
Harry, detrás de él, lo miraba con adoración.
"Eres mi héroe..." decían sus ojos verdes.
Snape se dio cuenta de que no le había dado la poción contra el filtro del amor intenso. Pero al ir a buscarla, se dio cuenta de que estaba en la bata blanca, que se había quitado para enfrentarse a Voldemort y que había arrojado en... el suelo del ascensor. Corrió por ella, pero se dio cuenta de que el frasco se había roto y derramado. No quedaba ni gota, así que de nada serviría un "reparo".
-Severus...- dijo Harry.
-¿Qué?- contestó muy nervioso el profesor, mientras buscaba la manera de detener el proceso de fabricación del chocolate.
-Ha sido el beso más increíble que me han dado nunca.
...oooOOOooo...
Pero la visita a la fábrica continuaba, ajena al desastre, bajo la guía de una de las investigadoras, la doctora francesa Violette Caramel.
-Y estas son las pgensas donde fabgicamos las famosas ganas de shocolate, uno de nuestgos agtículos más vendidos- les explicaba Violette a Serenus y a Pearl con su fuerte acento.
Se trataba de unas grandes ranas de metal, que a cada salto pisaban una pista de chocolate. De cada huella, salía otra rana que saltaba, y había un equipo entero de ex buscadores de Quidditch atrapándolas todas para meterlas en un envase.
Luego estuvieron estado en la planta de "exprimidores". Eran un montón de robots que, sentados ante un montón de sustancias de todo tipo, las licuaban para conseguir sus jugos, que eran empleados para fabricar las grageas de "todos los sabores"
A continuación llegaron a la sala donde se fabricaba el chocolate calmante, lo único que podía aliviar el sufrimiento espiritual causado por los dementores. Se trataba de una barra normal de chocolate que era mimada y acariciada, y a la que se le contaban cuentos y canciones, hasta que se empapaba de vibraciones positivas y optimistas. Efectivamente, había chicos y chicas muy concentrados acariciando bloques de cacaos, ancianas cantandoles canciones de cuna y hombres leyéndoles cuentos de Andersen y de Oscar Wilde.
En esta sala estaban cuando empezó a sonar la sirena de alarma. Había que evacuar la fábrica inmediatamente.
